Capítulo 9

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Lo que presenciaba era una situación extraña y pintoresca, un ser mutado y evolucionado a partir de la manipulación humana, que combinaba la sangre de Elizabeth Greene, la primera de su especie, con el candidato idóneo para el Proyecto Hiperión. Pero él observaba con perplejidad la escena, de pie sobre el cuerpo sin vida de la demonio infectada que había devorado momentos antes. A sus espaldas, un grupo de siete individuos bien equipados con armas, pero que vestían todos con el mismo atuendo peculiar.

—¿Quiénes son ustedes? —inquirió Blake, dirigiendo su mirada al conjunto de Rías con desconcierto—

—Manténganse juntos. —ordenó Rías, avanzando un poco hacia el frente— Tú eres el que buscamos, ¿cierto? El portador original. El hombre que tiene el tatuaje de "Once" en el brazo izquierdo.

—¿De qué hablas? —Valler se sintió confuso, y luego examinó su miembro izquierdo, donde efectivamente, su tatuaje de nacimiento en la piel lo delataba ante ciertas personas— ... ¿Qué quieren de mí? ¿¡Cómo saben mi identidad?! —exclamó, y su ira fue tan grande, que la joven Asia Argento se refugió detrás del brazo de Issei, quien la resguardaba sin vacilar—

—Tu brazalete. —explicó Rías, extendiendo un poco las manos hacia adelante, en gesto de paz— A-akeno pudo ver tu aura y descifrar tu origen: "Un hombre atractivo con un tatuaje en el antebrazo izquierdo", solo alcanzó a leer que decía ese número. Pero ahora que te tengo frente a mí... no fue complicado deducir que eras tú. Eres el "Sujeto de Pruebas Número Once", o al menos eso indica tu marca. Eres el culpable de la muerte de un ángel caído, y de la contaminación de una demonio renegada. —afirmó Rías, señalando el tatuaje de Blake—

—¿Un ángel caído? ¿Qué? —Blake se mostraba muy confundido, no podía creer que ese maldito brazalete lo hubiera delatado ante esas personas, se había terminado lo de mantener un perfil bajo— Oh mierda... —murmuró en su lengua natal, en inglés. Después oyó que aquella mujer lo acusaba de una infección de una demonio renegada, entonces, Valler volvió a hablar— Escucha, para empezar, no me llames de esa forma. Mi nombre es Blake, solo Blake. ¿Quedó claro? Y, en segundo lugar, esa demonio no se infectó por mi culpa, los hijos de puta de Gentek y la Blackwatch lo hicieron como parte de un experimento secreto. Así que no me imputes delitos de los que NO soy responsable. —advirtió Blake, con un tono de ira moderado— Ya me harté de preguntarlo, ¿quiénes son ustedes?

—Nosotros somos el Club de la Investigación Oculta, o "Club del Ocultismo". Un colectivo de demonios que estudiamos en la Academia Kuoh. Yo soy su líder, me llamo: Rías Gremory. Soy la princesa y la heredera legítima al Clan Gremory, una de las familias más nobles y poderosas del inframundo. —habló Rías, con una voz firme—

—Ella nos reencarnó a todos como sus sirvientes. —respondió Akeno, presentando al grupo con orgullo—

—¿Demonios? ¿Reencarnados? ¿Sirvientes? ¿De mierda qué están hablando? —preguntó Blake, frunciendo el ceño. Estaba hablando en japonés, detalle notado por la princesa carmesí—

—Hmm vaya. Tu japonés es bastante bueno, me atrevería a decir que suenas como un nativo, pero... no te ves como uno. Y no te hagas el tonto. Sabemos quién eres, y lo que hiciste. —dijo Koneko, con un tono severo—

—¿Creen que les debo una explicación? Pues, sorpresa, no. No les importa lo que haga o no. Ustedes no me conocen. —dijo Blake, con indiferencia—

—No tan rápido, Blake a secas. No puedes irte, así como así, después de lo que has hecho. Tienes que rendir cuentas por tus acciones, y por tu poder. —dijo Rías, con firmeza—

—¿Mi poder? ¿Qué poder? —preguntó Blake, ligeramente confundido— Habla en cristiano, mujer. 

—No te hagas el inocente, Blake. Sabemos que tienes un poder especial. Tu Sacred Gear es lo que te hace especial. La acabamos de ver, cuando invocaste esas "garras". —dijo Rías, con acusación—

—Eso no es un poder, o una "Sacred Gear"... lo que sea. Esto es una maldición. Una perpetua condena que me impusieron esos malditos de Gentek y la Blackwatch, cuando me inyectaron el virus Redlight. Un virus me convirtió en lo que soy, un monstruo y un evolucionado. —dijo Blake, con amargura—

—¿Virus Redlight? ¿Monstruo? No logro entenderlo. ¿Qué eres, exactamente, Blake? ¿Eres un demonio, un humano, o algo más? —preguntó Rías, con curiosidad—

—Algo menos que un humano, y a la vez, algo más. —dijo Blake, con indiferencia—

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Rías, con una mirada de sorpresa e interés en sus ojos rojos. Quería saber más sobre la misteriosa naturaleza de Blake, el joven que había aparecido de la nada y había causado un gran revuelo en el mundo sobrenatural—

—No te lo voy a explicar. No tienes por qué saberlo. —respondió Blake, con un tono frío y cortante. No le interesaba compartir su pasado ni sus secretos con nadie, mucho menos con una demonio de clase alta como Rías—

—No seas tan reservado, Blake. Tal vez podamos ayudarte, si nos cuentas tu historia. —dijo Rías, con una voz suave y gentil. Intentaba ganarse la confianza de Blake, y hacerle ver que no era su enemiga, sino su aliada—

—No necesito tu ayuda, ni la de nadie. Solo quiero dos cosas, que me devuelvan mi brazalete, y que se aparten de mi camino. No lo pediré dos veces. 

Dijo Blake, con una expresión de irritación y molestia en su rostro. Lo único que le importaba era recuperar su "preciado" brazalete, y escapar de esa situación. No quería involucrarse con nadie, ni con ángeles, ni con demonios, ni con humanos—

—Eso no es posible, Blake. Has causado muchos problemas, y no podemos ignorarlo. Además, tu Sacred Gear es muy valiosa, y no podemos dejar que caiga en manos equivocadas. —dijo Rías, con una actitud seria y firme—

Ella sabía que Blake no era un simple humano, sino un portador de un Sacred Gear, un objeto con un poder sobrenatural otorgado por Dios. Y no solo eso, sino que su "arma sagrada" era uno de los más raros y poderosos que existían, capaz de devorar y asimilar el poder de otros seres. Era una amenaza potencial para el equilibrio del mundo, y también una oportunidad para cambiarlo. 

—Ya te lo he dicho. Esto NO es una Sacred Gear. —dice Blake— Ya déjalo.

—Un virus que te da la capacidad de transformar tu cuerpo y crear armas, suena mucho a una Sacred Gear. —dijo Kiba, con lógica y objetividad. Él también era un portador de un Sacred Gear, uno que le permitía crear y manipular espadas a su antojo. Conocía bien el funcionamiento y la variedad de los Sacred Gears, y el de Blake se ajustaba a la definición—

—Hablan demasiado de estas Sacred Gear, pero, ¿alguien puede decirme qué son exactamente? —preguntó Blake hacia Rías, con curiosidad y escepticismo. A pesar de su rechazo, quería saber más sobre esos objetos que supuestamente le habían dado su poder. Quería entender el origen y el propósito de su maldición—

—Los Sacred Gears son objetos con poderosas armas y/o habilidades otorgadas por Dios Todopoderoso a los humanos como regalo luego del Arca de Noé. Son una de las principales fuentes de poder en este mundo, existen muchos tipos y variedades. Algunas Sacred Gears son muy comunes, y otras, por el contrario, son muy únicas y difíciles de hallar, mucho menos de ver. Las más poderosos se llaman "Longinus", y son capaces de incluso matar a un Dios. —dijo Rías, con información y conocimiento. Ciertamente, ella una experta en el tema de los Sacred Gears, había estudiado y analizado muchos de ellos. Rías creía firmemente que Blake era uno de los portadores, y que tenía un gran potencial para explotar— Y no me cabe duda de que tú, Blake Valler, eres portador de una Longinus, y una muy letal debo decir.

—¿El Dios de la Biblia? ¿El famoso Dios Todopoderoso? —Blake pregunta, y luego suspira frustrado. No podía creer que su poder tuviera algo que ver con el Dios de la religión cristiana— Tenía que meterme en una mierda religiosa, es justo lo que me faltaba. Dios... sabía que consumir a ese bastardo alado era mala idea. Ni siquiera obtuve un beneficio de él.

—¿Consumiste al ángel caído? ¿Igual que con la demonio renegada? —pregunta Xenovia, acercándose hacia Valler, con una expresión de asombro y curiosidad. Ella era una ex-exorcista de la Iglesia, y había sido testigo de cómo Blake había devorado figurativa y literalmente a una demonio renegada, absorbiendo sus poderes y conocimientos— ¿Y qué averiguaste?

—No mucho. —contesta Blake, rascándose la nuca, con un gesto de indiferencia. No le gustaba recordar esos momentos, ni las sensaciones que había experimentado al consumir a esos seres. No le importaba lo que sabían, solo lo que podían hacer— El tipo se llamaba "Gemyo", pertenecía a un grupo de ángeles caídos renegados, cuyo objetivo era cazar a portadores de Sacred Gears. 

Relata el sujeto de pruebas número once, mientras se cruza de brazos, con una mirada de desprecio. No sentía ninguna simpatía por ese ángel caído, que había intentado matarlo y usarlo como un trofeo. Era un sádico, que disfrutaba de torturar a sus víctimas antes de matarlas.

—Honestamente, no me sorprende. —dice Rías en voz baja, con una expresión de resignación—

Había oído hablar de los ángeles caídos renegados, un grupo de rebeldes que se habían separado de la organización principal de los ángeles caídos, y que buscaban la destrucción de las tres facciones: los ángeles del cielo, los ángeles caídos y los demonios del inframundo. Eran unos fanáticos, que odiaban a todo lo que no fuera de su especie, y no tenían escrúpulos ni moral. Luego, Rías se dirige a Blake, y le habla con seriedad.

—Los ángeles caídos renegados son un grupo independiente que desea la destrucción de las tres facciones. Son unos locos, que no siguen ninguna regla ni orden. Creo que, si cazaban a portadores de Sacred Gears, era porque estaban armando un ejército. Un ejército de humanos con poderes sobrenaturales, que pudieran enfrentarse a los ángeles y a los demonios al mismo tiempo. —dice Rías, planteando una teoría lógica— Aunque... me extraña que no hayan ido tras de ti, después de que mataste a uno de ellos. Tal vez no saben que eres un portador de una Longinus.

—Tal vez, tal vez no. O a lo mejor tienen miedo, y harían bien en tenerlo. —dice Blake, con una sonrisa burlona. No le importaba lo que pensaran o hicieran esos ángeles caídos renegados. Él sabía que podía enfrentarse a ellos, y vencerlos. Había demostrado su poder, al matar a uno de sus líderes, y devorar su alma. No tenía nada que temer de ellos. Entonces, Valler les dice con impaciencia— Bueno, ya he tenido suficiente charla por una noche. No pienso involucrarme en ninguna guerra cristiana, ya bastante tengo que lidiar con asuntos internos. Solo quiero que se alejen de mí, y que me devuelvan mi brazalete. Y les advierto qué, si intentan seguirme, o detenerme, acabarán igual que la demonio infectada. No tendré piedad con nadie que se interponga en mi camino. Hombre o mujer. —dice Blake, con una amenaza velada. No quería tener nada que ver con ellos, ni con su mundo. Solo quería escapar, y encontrar una forma de curarse de su virus. No le importaba nadie más que él mismo—

—Espera, Blake. No puedes irte, así como si nada. Te necesitamos, contigo en nuestro bando, p-podríamos impedir una segunda guerra entre facciones. —dice Rías, tratando de detenerlo. Quería saber más sobre él, y sobre su Sacred Gear. Quería ayudarlo, y protegerlo. Quería reclutarlo, y hacerlo parte de su grupo. Sabía que Blake era un portador de un Longinus, y que tenía un gran potencial. Era un recurso valioso, y también un peligro inminente. No podía dejarlo ir, sin más— A-al menos dime, qué tienes que hacer aquí en Japón. ¿Qué buscas? ¿Cuáles son tus intenciones o planes? —le pregunta Rías, con curiosidad y preocupación. Quería entender sus motivos, y sus objetivos. Quería saber si sería un aliado, o un enemigo—

—No es asunto tuyo. —responde Blake, con indiferencia—

No le debía ninguna explicación a Rías, ni a nadie. No tenía que darle cuentas a nadie, de lo que hacía, o de lo que quería. No tenía que compartir sus planes, ni sus secretos, con nadie. Era libre, de hacer lo que quisiera, y de ir a donde quisiera. Y procede a correr, para saltar y activar su habilidad de brío (planeador) para irse del lugar. Se eleva por el aire, con rapidez y agilidad. Se aleja de Rías y de los demás, con una mirada de seriedad. Blake pensaba en todo: "Sacred Gears", "Demonios", "Facciones", "Rebeliones", "Longinus", era demasiada información para procesar. Pero sí... todo era real. La religión era real, y él la había visto con sus propios ojos.

—¡Maldito bastardo! ¿A dónde crees que vas? ¡Vuelve aquí! —grita Issei, insultando a Blake levemente cuando este no está—

Estaba furioso, con el comportamiento y la actitud de Blake. No podía soportar su arrogancia, su egoísmo, su crueldad. No podía creer que hubiera matado a un ángel caído, y a una demonio renegada, sin remordimiento ni compasión. No podía aceptar que tuviera un Sacred Gear más poderosa que la de él, y que lo usara para hacer el mal. No podía tolerar que se burlara de ellos, y que los desafiara. Entonces, Issei le pregunta a su presidenta, con confusión y frustración.

—¿Qué vamos a hacer, presidenta? ¿Vamos a dejarlo ir así? ¿No vamos a hacer nada? ¿No vamos a detenerlo? —le pregunta Hyoudou, con impotencia y ansiedad—

—No lo sé, Isse-kun. No lo sé. —dice Rías, con una expresión de duda y preocupación. No sabía qué hacer, con respecto a Blake. No sabía si debía perseguirlo, o dejarlo ir. No sabía si debía ayudarlo, o combatirlo. No sabía si debía reclutarlo, o eliminarlo— Pero lo que sí sé, es que tenemos que vigilarlo de cerca. Es un portador de un Longinus, y eso lo hace muy importante para nosotros. Puede ser un potencial aliado, o un potencial enemigo. Puede ser una bendición, o una maldición. Puede ser la clave, para cambiar al mundo. 

Dice Rías, con una visión y una esperanza. Tenía un presentimiento, de que Valler era más de lo que a simple vista aparentaba. Tenía una intuición acerca de Blake y su posible papel, en el gran plan divino de Dios. Tenía una ambición, un tenue y fugaz deseo de que el sujeto de pruebas once, un portador de una Longinus, formara parte de ella, que formara parte de su séquito.

[...]

La escena se traslada a Blake, quien se encuentra en la cornisa de un edificio alejado del centro de la ciudad, desde donde puede contemplar el panorama urbano. Con un gesto ágil, saca su celular del bolsillo y busca el contacto de "Mercer", el hombre que le había contratado para llevar a cabo una peligrosa misión. Presiona la pantalla y espera unos segundos, mientras el teléfono emite un sonido de llamada. Blake se comunica con Alex, y le informa con voz tranquila y profesional, pero también con un dejo de exigencia y confianza. Valler de manera semiautomática, abrió un chicle de sabor meta, y en un gesto sin pensarlo, se lo llevó a la boca.

—Mercer, soy yo, Blake. Te llamo para decirte que lo he conseguido. —dice Blake, sin rodeos— Lo encontré.

Blake había realizado su trabajo, y lo había hecho bien. Había localizado a uno de los cuatro científicos que formaban parte del clandestino y secreto grupo de "Los Ocho", y le había arrancado la verdad a la fuerza, usando métodos violentos y crueles. Había descubierto la ubicación de un laboratorio secreto, donde se habían llevado a cabo uno de tantos experimentos con humanos indefensos, usándolos como conejillos de indias para probar el virus Redlight. Quizás era en esa base, en dónde se encontraba su siguiente objetivo, el que le permitiría acercarse más a la verdad acerca de todo.

"Has hecho un buen trabajo. Me alegro de que hayas cumplido con tu parte del trato. ¿Qué tal te ha ido en la misión?".

Pregunta Mercer, con un tono de interés y curiosidad.

—Es difícil de decir. No ha sido precisamente un camino de rosas. He tenido algunos contratiempos y varias sorpresas. —informa Blake, soltando un profundo suspiro, que denota cansancio y frustración—

"¿Hiciste lo que dijiste que ibas a hacer?". 

Insiste Alex, queriendo saber más detalles.

—Sí, Mercer. He cumplido con mi objetivo, pero no ha sido tan sencillo como esperaba. Hay algo que debes saber. —dice Valler, cruzándose de brazos, y adoptando una expresión seria y grave— No vas a creerlo nunca—

"¿Qué es?". 

Inquiere "Zeus", intrigado y expectante.

—Resulta que Gentek y la Blackwatch han estado experimentando con el virus Redlight en una criatura sobrenatural. Era algo parecido a una demonio, de esos que salen en las historias religiosas. Fue una experiencia aterradora y fascinante a la vez. —relata el sujeto de pruebas número once, con un tono anecdótico, mezclando el horror y la admiración—

"¿Un demonio? ¿De verdad? Joder. Eso sí que es nuevo. Y yo que creí haber tenido suficiente con un ángel caído random". 

Exclama Alex, sorprendido y desconcertado.

—Ni que lo digas. Nunca había visto nada igual. —aclara Blake, corroborando lo que acaba de decir— Era una criatura de otro mundo, con un poder inmenso y una sed de sangre insaciable.

"Y dime, ¿qué hiciste con ella?". 

Pregunta Mercer, impaciente y ansioso.

—Pues lo que tenía que hacer, consumirla. —responde Blake con firmeza, sin mostrar remordimiento ni duda— Obtuve una mejora, pero eso no fue lo más extraño que me pasó. También me encontré con otros demonios, estos por suerte no estaban infectados.

"¿Qué quieres decir con otros demonios? ¿Habían más?". 

Interroga Alex, confundido y perplejo.

—Sí, y no eran como el primero. Eran más... humanos, por decirlo de alguna forma. Tenían aspecto de personas normales, pero con colores de cabello diferentes. Aunque... todos compartían la misma vestimenta, quizás eran de la academia de la ciudad. —explica Blake, describiendo lo que vio—

"¿Y cómo te trataron los demonios no infectados? Imagino que más tranquilos que la infectada". 

Supone Mercer, con cierta lógica.

—Pues, para mi sorpresa, no intentaron matarme en el primer instante que me vieron. Eso es algo. —comenta Valler con un ligero asombro, reconociendo que esperaba una reacción hostil— Al contrario, se mostraron hasta curiosos, y creo que me atrevería a decir que algo amigables. Me dijeron que yo tenía algo especial, una "Sacred Gear" de esas extrañas. Y no sólo eso, dijeron que la mía era de las más raras de ver, una Longinus capaz de matar incluso a Dioses. ¿Puedes creerlo? O estaban fumados, o yo me metí en pozo de mierda muy profundo sin darme cuenta. No me cabe duda de que se referían al virus que llevo dentro. Está claro que no tienen ni idea de lo que está pasando en Nueva York y en todo el mundo. Punto para nosotros. —narra Blake, contando lo que le dijeron los demonios, y expresando su incredulidad y su ironía—

"Es mejor que siga siendo así. No queremos complicar las cosas más de lo necesario. Cambiando de tema, ¿has conseguido alguna información sobre Los Ocho?". 

Cambia Mercer, volviendo al tema principal.

—Siete. Ya no son ocho, dos de ellos han muerto, tú consumiste a uno. —informa Blake con satisfacción, recordando el logro de Mercer— Sí, eh... obtuve algunos datos interesantes, como el nombre del nuevo director de Gentek: "Desmond Tyler". Aunque creo que eso ya lo sabías. Escucha, no te aferres de lo que te digo, pero creo que está en Manhattan. Intuyo que fue allí luego de que yo haya consumido a Brian Wallace, arruinando los experimentos en la capital. También logré averiguar que Gordon Smith y otras tres personas, una mujer y dos hombres, han venido a Japón a realizar sus habituales experimentos secretos. En un recuerdo no logré ver sus identificaciones directamente, pero en otro flash, descubrí el nombre de uno de ellos: Dekion Burton. Tengo la ubicación de una base, espero que esté allí. —reporta Blake, dando los datos que consiguió, y advirtiendo que no son seguros—

"Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Hazlo, y rápido". 

Ordena Mercer, dando por terminada la conversación.

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