Prólogo + Capítulo 1

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"Él está despertando, doctor Mercer. El sujeto de pruebas es... realmente fascinante".

"Él y Joel comparten varias similitudes. Sin embargo, la distinción radica en que Lira-Silva llevaba una existencia maso menos común antes de ser lo que es ahora. "Él", en cambio, fue moldeado desde su nacimiento... criado con un único propósito, diseñado para ser el arma biológica definitiva. Es lo que P.A.R.I.A.H estaba destinado a ser, pero falló".

"Una unión entre la sangre de Elizabeth Greene y el prototipo del proyecto "Hiperión", es verdaderamente brillante, Alex. Él es el sujeto definitivo".

"Son las ventajas de operar dentro de Gentek, con una doble identidad sin ser descubierto. ¿Cuándo cree que estará listo, Doctor Koenig?".

"En breve, señor".

De repente, un grito desgarrador brotó de los labios del sujeto recién despierto. Desorientado y confundido, el joven desconocido enfrentó a los presentes con una mirada llena de desconcierto.

—... ¿Quién mierda son ustedes? —cuestionó con un atisbo de desesperación, buscando respuestas en medio de la incertidumbre—

Su cabello negro se alza en varias mechas erizadas hacia arriba. Su ojo izquierdo irradia un intenso color rojo, como si estuviera encendido en llamas por dentro, y debajo de este, una cicatriz añade un toque de misterio. El otro ojo, a la derecha, contrasta en un verde profundo, como un bosque en calma. Viste con elegancia, llevando una camisa larga de color rojo, con mangas arremangadas que revelan un chaleco negro por encima. Sus jeans negros se ajustan perfectamente a su figura, mientras que unos zapatos elegantes completan su aspecto. En su cuello cuelga un collar con placas militares, como vestigios de un pasado desconocido, y en su brazo izquierdo, un tatuaje dice: "Sujeto de Pruebas 11". En su mano derecha, posee un brazalete de cuero negro con un rubí incrustado en él.

El hombre encapuchado, con una postura de seguridad, observa con atención el despertar del individuo. Una sonrisa ladeada se dibuja en su rostro mientras se cruza ambos brazos, mostrando una combinación de satisfacción y curiosidad ante el despertar del sujeto. Anton Koenig, sosteniendo una tableta en sus manos, ofrece un informe conciso y profesional.

—Signos vitales fuertes y estables, doctor Mercer. —comunicando la buena noticia de manera clara y precisa—

El destello verde en el ojo derecho del individuo, ahora consciente, revela un destello de reconocimiento y claridad.

—¿"Mercer"? —murmura, con su voz cargada de intriga y cierta sorpresa. Alex Mercer... el nombre resuena en su mente como una pieza de un rompecabezas que estuvo un largo tiempo olvidado— Tú... eres tú. El científico que liberó el virus Blacklight en Penn Station.

El científico, con ojos color avellana que reflejan una mezcla de ingenio y enigma, asiente con una ligera inclinación de cabeza ante la confirmación de su identidad.

—Sí, parece que me he vuelto bastante conocido últimamente. —responde con una calma que contrasta con la intensidad del momento— Y tú debes ser el sujeto de pruebas número once. —continúa, su tono de voz manteniendo un equilibrio entre la autoridad y la curiosidad— "Valler", si no me equivoco. Es lo que dicen las placas militares en tu collar.

El muchacho de cabello carbón, ahora identificado como Valler, rectifica con determinación: 

—Blake. —corrige, su voz firme, pero sin rastro de hostilidad, simplemente estableciendo su identidad con claridad y firmeza— Mi nombre, es Blake.

La interacción entre ellos se desenvuelve como una danza de palabras cargada de misterio y potencial, cada frase revelando más capas de la compleja relación entre el científico y su sujeto de pruebas. Alex Mercer, con una mezcla de franqueza y misterio en su voz, dirige sus palabras a Blake con una solemnidad que sugiere una comprensión profunda de la situación. 

—Como digas, "Blake". —comienza, reconociendo la preferencia del joven por su identidad elegida. Sus palabras, cargadas de un conocimiento íntimo y una autoridad implícita, revelan una conexión entre ellos que va más allá de lo evidente—

Alex se inclinó ligeramente hacia adelante, sus palabras resonando con una mezcla de solemnidad y misterio. Con una voz que parecía cargar el peso de incontables verdades ocultas, comenzó a revelar los lazos que unían a su amigo con oscuros designios.

—Tú, mi amigo, eres más especial de lo que crees. —declaró Alex, sus ojos transmitiendo una seriedad que desafiaba cualquier duda—

Para él, la singularidad de su nuevo "amigo", era innegable, un tesoro oculto bajo capas de misterio y potencial. Pero, ¿cuál era el verdadero alcance de esa singularidad?

—Gentek y Blackwatch te valoran, y mucho. —continuó, su tono resonando con la certeza de alguien que había vislumbrado los entresijos de poder más profundos. Esperaba una respuesta de Blake, pero esta no llegaba, sumiendo la conversación en un silencio tenso, como si el peso de la revelación hubiera dejado a su amigo sin palabras— ¿O acaso me equivoco?

Las palabras de Alex continuaron fluyendo, revelando fragmentos de un pasado oscuro y una herencia impensable. 

—Un retoño artificial nacido a partir de la sangre contaminada de Elizabeth Greene. —murmuró Mercer, como si estuviera tejiendo los hilos de una historia ancestral. Cada sílaba cargada de significado, cada pausa sutil, como si estuviera revelando los secretos más profundos de un antiguo enigma— Un mutante, y un evolucionado al mismo tiempo. —risa leve— Las maravillas de jugar a ser dios.

Una leve risa escapó de sus labios, una risa que llevaba consigo el peso de la ironía y la sabiduría acumulada a lo largo del tiempo. En ese momento, la ironía del destino y las paradojas de la ciencia se entrelazaron, manifestándose en la figura de Mercer, quien parecía comprender las complejidades del universo de una manera que desafiaba toda lógica convencional.

Ante el silencio de Blake, Mercer continúa, su voz resonando con una seguridad que no admite dudas. 

—Sí. Yo sé TODO sobre ti. —declara, revelando el conocimiento acumulado a lo largo de años de observación y estudio. No obstante, su tono no es de amenaza, sino de complicidad, como si compartieran un secreto que trasciende las barreras del entendimiento convencional. La promesa de liberación se cuela entre las palabras de Mercer como un rayo de esperanza en la oscuridad— Sin embargo, no estoy aquí para hacerte daño. Al contrario, yo vengo con la intención de liberarte de "ellos", sí sabes a quienes me refiero. —asegura, sus palabras resonando con la convicción de quien ha elegido un camino diferente al de sus predecesores. La propuesta de liberación se presenta como un faro en medio de la tormenta, una oportunidad para escapar del destino prediseñado que ha marcado la vida de Blake hasta ahora—

La respuesta de Blake, cargada de una determinación silenciosa, revela la profundidad de sus convicciones. 

—Tú... tienes que morir. —declara, sus palabras resonando con una firmeza que no admite réplica. Es una sentencia, un juicio final pronunciado con la certeza de quien ha aceptado su destino—

Pero Mercer, imperturbable, responde con una calma que sugiere una comprensión más allá de lo evidente. 

—Moriré, cuando mi trabajo esté hecho. —declara, sus palabras resonando con la certeza de quien ha aceptado su papel en el gran esquema de las cosas— Y créeme cuando te digo que esto... es apenas es el comienzo.

Es un compromiso, una promesa de cumplir con su propósito incluso a costa de su propia vida. Y en esa declaración, se vislumbra la promesa de un futuro incierto, una oportunidad para redimir los errores del pasado y forjar un nuevo destino juntos. Blake, con una expresión de urgencia pintada en su rostro, rompe el silencio con una demanda implacable,

—Quiero respuestas, y las quiero ahora. —declara con un tono cargado de frustración y determinación—

Alex, mostrando una compostura reflexiva, responde a la urgencia en la voz de Blake con una serenidad medida, consciente del peso de las interrogantes que flotan en el aire.

—¿Qué dices, Anton? —cuestiona Alex, su mirada buscando la confirmación de su compañero científico— ¿Se lo merece?

Anton, el científico que lo acompaña responde con una sonrisa leve que insinúa una complicidad compartida. 

—Creo que sí, doctor Mercer. —declara con seguridad, demostrando su acuerdo con la necesidad de esclarecer las incógnitas que rodean al sujeto de pruebas número once. Su tono, aunque sereno, revela una confianza en la sabiduría que están a punto de desvelar—

—Bien, supongo que te has ganado el derecho a algunas respuestas. Adelante, pregunta. —comenta con un gesto de resignación mezclado con una pizca de curiosidad. Con parsimonia, toma asiento y disfruta de un sorbo de su café, dejando escapar un sonido de satisfacción que resuena en el ambiente— Delicioso. Adoro el café, deberías probarlo. —agrega, buscando introducir un momento de tranquilidad en la conversación tensa que se avecina—

—¿Quién, o qué es el "Proyecto Hiperión"?

Ante la pregunta directa de Blake sobre el misterioso "Proyecto Hiperión", Alex se prepara para desentrañar los enigmas. La pausa que sigue parece extenderse, como si el peso de la revelación pendiera en el aire. 

—El "Proyecto Hiperión", sí. —comienza Alex, eligiendo cada palabra con cuidado. Su tono adquiere un matiz reflexivo, como si estuviera a punto de desvelar secretos ancestrales— Raymond McMullen, el director de Gentek, tenía varios delegados secretos en la empresa. Los llamaban: "Los Nueve". Maximilien Gallagher, Desmond Tyler, Stewart Rossenberg, Gordon Smith, Dekion Burton, Roland Gouin, Layla Dosson, Tissania Yaroslavich y Rebeca de Aragónes. Uno de ellos está muerto, por lo que ahora son "Los Ocho". Este grupo de personas trabajaban en proyectos clandestinos que implicaban a unos mutantes. Personas genéticamente modificadas y alteradas a propósito, con el fin de obtener mejoras físicas y habilidades sobrenaturales. —relata Mercer, con naturalidad en su forma de hablar— Tenían varios proyectos en mente, uno de ellos: "El Proyecto Hiperión". Un mutante con una habilidad de regeneración tan exageradamente alta, que sería capaz de resurgir a partir de una sola gota de sangre. 

—... ¿Por qué el anciano dijo que era el "sujeto definitivo"? —cuestiona Valler, señalando al doctor Koenig con la mano. El sujeto de pruebas número once mantiene su mirada seria e imperturbable— Lo escuché decir, qué yo era la mezcla de la sangre de Elizabeth Greene con la del prototipo del proyecto Hiperión. —dice Blake— ¿Cuánto de eso es cierto?

—Pues... todo. —dice Alex, con tranquilidad— La sangre regenerativa del prototipo del proyecto Hiperión, junto a la muestra contaminada de "La Madre", más un poco de magia mística, te crearon a ti. Tú eres, en teoría, el hijo de Elizabeth Greene, y, por ende, un engendro del Redlight. Realmente impresionante si me lo preguntan. —contesta Mercer— Tú, fuiste criado y entrenado para cumplir un único propósito, matarme. Y debo reconocer, que "casi" lo logras... —comenta el científico, haciendo énfasis en ese "casi"— Pero fallaste. Afortunadamente para ti, yo no soy una persona rencorosa, y, a decir verdad, me eres más útil vivo que muerto.

Blake, con una mirada que destila furia, cuestiona a Alex sobre por qué debería ayudarlo:

—¿Y qué te hace pensar que te ayudaré? Debería aniquilarte ahora mismo... podría hacerlo.

—Sí, es cierto. Podrías intentarlo... Pero no te olvides, que me debes una, y es grande. —Alex, inclinándose hacia adelante y fijando su mirada en Valler, responde con determinación— Además, tus intentos serían en vano. No tendrías oportunidad.

—Yo no te debo nada. No te pedí que me liberaras de nadie. —la respuesta de Blake no se hace esperar—

La intensidad aumenta cuando Alex revela su perspectiva:

—¿Ah no? Te recuerdo que tú, eras un sujeto de pruebas de Gentek, controlado por la Blackwatch, diseñado para matarme a mí. Tú eres un ser artificial, no existes, no tienes familia, ni origen, ni propósito, ni siquiera una identidad. Entonces, ¿por qué crees que te liberé? —silencio profundo, luego la conversación se torna más profunda cuando Mercer se responde así mismo— Yo te lo diré: porque eres valioso, y no sólo por tu poder. Eres el engendro de Elizabeth Greene y un mutante creado por unos científicos con ganas de jugar a ser Dios. Eres lo que P.A.R.I.A.H debía ser, pero mejor.

La tensión palpita en el aire ante la propuesta de Blake, alcanzando su punto máximo en ese momento crucial.

—Si accedo a trabajar para ti... ¿me dejarás tranquilo de una vez por todas? —inquiere Valler, con una mezcla de ansiedad y esperanza—

—Claro que sí. Más aún, una vez que hayas concluido, y estoy seguro de que lo harás, uniremos fuerzas para poner fin a Gentek y la Blackwatch. Te lo garantizo. —afirma Alex con convicción, su voz resonando en el profundo silencio que sigue—

—¿Qué esperas que haga entonces? —cuestiona Blake, incorporándose lentamente, su mirada fija en el rostro de Alex—

—Cuatro de "Los Ocho" científicos están desplegados en Japón, maquinando sus planes. Quiero que los investigues y descubras todos sus movimientos. Después, tu misión será clara: eliminar cualquier rastro de Gentek y la Blackwatch en el territorio japonés. —declara Alex con determinación—

—¿Planeas que elimine por completo su influencia en el país... yo sólo? —Valler busca entender la magnitud de la tarea que le ha sido encomendada—

—Eres lo suficientemente capaz para llevar esta tarea a cabo por tu cuenta. —responde Alex con firmeza—

—¿Por qué no me envías algo de ayuda? —interroga Valler, buscando una respuesta a la ausencia de apoyo—

—Porque Joel y yo estamos abrumados aquí, en Nueva York, lidiando con una multitud de asuntos más urgentes que los tuyos. Si buscas refuerzos... tendrás que conseguirlos por tus propios medios.

—¿Y qué obtengo yo de todo esto? —indaga, buscando razones para comprometerse con una empresa tan arriesgada—

—En primer lugar, respuestas a tus interrogantes. En segundo lugar, fortalecimiento. Es posible que encuentres a otros mutantes en Japón, consúmelos y aumentarás tu poder. Y, en tercer lugar, te liberarás de las cadenas que Gentek y la Blackwatch han puesto sobre ti desde tu nacimiento.

—Este tipo, "Joel"... ¿Quién es él? —indaga Valler, su interés poniendo de manifiesto su curiosidad—

—Es alguien similar a ti y a mí. Un ser evolucionado, pero no a partir del virus Blacklight como yo, ni del Redlight como tú. Él surgió de mi propio virus: "El Virus Mercer". El nombre lo elegí yo mismo. —aclara Alex con un matiz de orgullo en su voz—

—¿Cómo pretendes que llegue a Japón ileso? La Blackwatch ha cerrado todas las salidas de Nueva York; solo los militares o científicos de alto rango logran burlar la seguridad. —señala Valler, consciente de las dificultades que se avecinan—

—Correcto. —asiente Alex— Eres inteligente, averígualo por ti mismo. Quiero que me informes tan pronto como llegues a Japón. Mantenme al tanto en todo momento de lo que sea. Si el presidente se orina encima, quiero saberlo.

—... ¿Cuándo debo partir? —pregunta Valler, ansioso por conocer el momento de su nueva misión—

—Cuando estés preparado.

—¿Y cómo sabré cuándo estoy preparado? —Valler busca claridad en las instrucciones de Alex—

—Cuando consumas a un científico de alta importancia. —responde Alex, su tono revelando la gravedad de la tarea que aguarda—

"Vamos. El tiempo apremia".

[...]

.Primero de Julio del Año 2010.

.Queens - St. John's University - 14:30 horas.

El individuo al otro lado del teléfono revela información crucial sobre el científico que el interlocutor busca: Brian Wallace, una figura destacada en el campo de la virología y la genética. Quien brilla por su importancia dentro de Gentek, también resulta ser un individuo valioso para la Blackwatch. El tono de la voz masculina trasmite una seriedad que resuena a través de la línea telefónica, mientras que la iluminación tenue resalta la atmósfera misteriosa que rodea al hombre sentado en la banca, con la imponente presencia de la universidad en el fondo.

La descripción del protagonista revela una dualidad fascinante en sus ojos: uno rojo carmesí y el otro verde esmeralda, características que enfatizan su singularidad y le otorgan un aura enigmática. Su postura inclinada hacia adelante sugiere un estado de alerta constante, como si estuviera listo para actuar en cualquier momento.

—¿Cómo encuentro al científico? —pregunta el muchacho de la banca, inspeccionando el entorno de derecha a izquierda—

Ante la consulta sobre cómo localizar al científico, la respuesta lacónica del interlocutor desafía al joven de la banca a utilizar su ingenio y habilidades para resolver el enigma por sí mismo. La falta de indicaciones específicas añade un nivel adicional de tensión a la situación, dejando al protagonista con escasas pistas para llevar a cabo su tarea.

"Eres inteligente, averígualo por tu cuenta".

La conversación telefónica concluye abruptamente, dejando al joven de mirada inquisitiva sumido en la incertidumbre y con escasas indicaciones para cumplir con su misión. La expresión de desconcierto se refleja en su rostro mientras queda solo, enfrentando el desafío que se le presenta.

—Brian Wallace. —pronuncia con la voz grave— ¿Dónde podría estar ese idiota?

El protagonista, con determinación palpable en su voz, pronuncia el nombre de Brian Wallace, mientras reflexiona sobre los posibles paraderos del elusivo científico, consciente de que su búsqueda será un desafío arduo y lleno de incertidumbre. El eco de su propia pregunta se pierde entre los árboles que rodean la banca, mientras el protagonista se sumerge en un mar de reflexiones, decidido a descifrar el enigma que envuelve al esquivo científico.

Mientras sus pensamientos se despliegan en un laberinto de recuerdos, el joven extrae de uno de sus bolsillos un paquete de chicles con sabor a menta. Con gesto mecánico, selecciona uno, deslizando el envoltorio con destreza antes de llevarlo a su boca y comenzar a masticar en silencio. El suave aroma de la menta se mezcla con el aire fresco de la tarde, mientras su mente busca entre los recovecos de su memoria algún indicio que le ayude en su búsqueda. Sin embargo, los hilos del pasado parecen escurriéndose entre sus dedos, sin dejar más que un eco vacío en su mente.

Entonces, las palabras del hombre al teléfono resuenan en su cabeza: "Un científico, virólogo y genético bastante importante". Una revelación sutil se abre paso en su mente: ¿dónde se encontraría un hombre de tal calibre? La respuesta parece obvia: en un lugar fuertemente custodiado, oculto a las miradas indiscretas. Con los ojos cerrados, se sumerge en una concentración profunda, reconstruyendo mentalmente cada fragmento de su pasado, cada instante de su crianza y adquisición de poderes.

En un gesto apenas perceptible, emite un pulso de energía, invisible para los ojos ajenos, que se expande en círculos concéntricos a su alrededor, explorando el entorno con una agudeza sobrenatural. El zumbido de la energía recorre el paisaje urbano antes de regresar a su origen, revelándole una pista crucial.

Con la determinación renovada, se levanta de la banca, apretando los puños con firmeza mientras emprende una carrera sin titubeos. La calle se desliza bajo sus pies con rapidez vertiginosa, hasta que, con un salto poderoso, se eleva sobre los techos de un complejo de estructura modesta, pero significativa en su discreción

Desde esa nueva perspectiva, emite otro pulso de energía, delineando un objetivo concreto en su mente.

"Te veo ahora".

Ahora, con la certeza de su destino grabada en su corazón, se lanza hacia adelante con determinación renovada, dejando atrás el eco de su pasado y abrazando el desafío que se despliega ante él. En un breve destello, el tatuaje en su antebrazo izquierdo revela la cifra enigmática: "Sujeto de Pruebas 11", un recordatorio constante de su origen y su destino entrelazados.

.Complejo Desconocido.

"¡Tengan extremo cuidado con eso, inútiles!".

El laboratorio zumbaba con una energía incesante mientras el científico, cuya presencia imponía respeto, exhalaba un grito de advertencia. Su figura, un hombre de alrededor de cuarenta años, destacaba entre la frenética actividad. Envuelto en una bata blanca, manchada aquí y allá por sustancias de variada procedencia, ostentaba una corbata negra que apenas mantenía su posición entre las revueltas de su labor. Su identificación colgaba de manera despreocupada, mientras unos ojos celestes penetrantes escudriñaban con agudeza cada rincón del bullicioso espacio. Un corte rapado al estilo militar añadía una pizca de severidad a su ya seria apariencia.

Frente a él, los soldados de la Blackwatch, una enigmática entidad gubernamental, movían con cuidado una serie de tanques que, a simple vista, parecían contener agua inocua. Sin embargo, la apariencia engañaba, y el contenido de aquellos recipientes no era ni remotamente lo que sugerían sus formas.

—Doctor Wallace. —llamó un comandante, ataviado con un traje negro y amarillo, sosteniendo con firmeza un rifle M-16. El científico, sorprendido por el llamado, sintió cómo su corazón brincaba en su pecho—

—¡Ahh! ... ¡Idiota, casi me das un infarto! —exclamó Brian, recuperando el aliento— ¿Qué es lo que quiere?

El comandante mantuvo la compostura mientras transmitía la información crucial al científico, aunque en su interior ardía el deseo de expresar su frustración con mayor vehemencia. Sin embargo, reconocía la importancia del individuo frente a él y se esforzaba por contener sus emociones.

—Su convoy estará listo en cuanto finalicen la carga de los tanques contaminados. —afirmó el comandante con una calma calculada, aunque secretamente anhelaba poder gritar estas palabras cara a cara. Era consciente de la posición de autoridad del científico y moderaba sus expresiones— Estarán aguardándolo en el aeropuerto internacional.

El doctor Wallace, con su habitual seriedad, emitió una orden directa:

—Dile a tus hombres que tengan cuidado. Esos tanques son extremadamente delicados. Si se dañan durante el trayecto a Washington D.C, tú y tus hombres serán responsables.

—Despreocúpese, doctor. Este complejo es de máxima seguridad. Nada ni nadie puede ingresar sin autorización. —respondió el soldado comandante, con una ciega confianza—

—¿Has escuchado el dicho "tentar al destino"? —el científico, con un matiz de advertencia en su tono, retomó la conversación—

—Sí. —responde el comandante, con seriedad—

—Pues... no lo haga. —finaliza el científico—

La puerta del complejo se deslizó abierta sin llamar la atención, revelando la figura de un soldado de la Blackwatch que pasaba desapercibido entre el bullicio. Nadie sospechaba de su presencia; era la entrada perfecta para una incursión sigilosa. Este soldado en apariencia común, en realidad ocultaba bajo su disfraz la identidad de Blake Valler, un evolucionado con un pasado marcado por la oscuridad, familiarizado con la estructura de la base desde su infancia.

Los ojos de Blake se detuvieron en los camiones alineados, cada uno cargado con tanques de agua que, a simple vista, parecían inofensivos. Sin embargo, sabía mejor que confiar en las apariencias cuando se trataba de la Blackwatch y Gentek. Una corazonada le decía que detrás de esos tanques se escondía algo siniestro.

Sin emitir palabra alguna, Blake se movió con paso cauteloso hacia los vehículos. Al llegar frente a ellos, activó uno de sus poderes, la visión infectada.

De repente, el mundo se tiñó de un rojo opaco, como si estuviera envuelto en un velo de sombras. Todo se difuminaba ante sus ojos, pero los tanques y algunos soldados brillaban con un intenso resplandor naranja en medio de aquel panorama carmesí. La visión infectada, una habilidad que le permitía ver el mundo a través de los ojos de un infectado por el virus Blacklight, revelaba la presencia de individuos infectados que aún no eran conscientes de su condición.

Los tanques de agua destellaban en naranja, una señal clara de contaminación por Blacklight. El propósito era evidente: reemplazar los tanques de agua habituales con aquellos infectados, una estratagema destinada a expandir el virus entre la población. Pero ¿por qué? ¿Qué pretendían obtener Gentek y la Blackwatch al infectar a más personas con el virus? Las respuestas se entreveían entre sombras, ocultas tras un velo de secretismo y oscuridad. Tal vez buscaban llevar a cabo experimentos en las calles, aunque eso despertaría inevitablemente la atención pública, como ya ocurría al sur de Brooklyn, donde ambas organizaciones desplegaban la misma táctica antes de probar nuevos armamentos militares.

Blake Valler se encontraba ahora ante una doble misión: consumir al doctor Brian Wallace y destruir los camiones que transportaban el agua contaminada con el virus. Con determinación, activó su sonar viral, y casi de inmediato localizó a su presa. Brian Wallace se hallaba en una zona elevada, observando con seriedad los camiones, rodeado por un escuadrón de diez soldados armados hasta los dientes.

Mientras evaluaba sus opciones, Blake sopesó la idea de utilizar un ataque devastador que acabaría con el grupo de enemigos de manera efectiva, pero con el riesgo de eliminar también a Brian, arruinando así su mejor oportunidad. Desenvainar sus poderes de evolucionado tampoco era una opción viable; necesitaba algo más discreto y preciso.

Una idea se filtró en su mente. Observó a un soldado que se aproximaba, y una estrategia se dibujó fugazmente en su mente. Sin hacer ruido, Blake se acercó sigilosamente al soldado y, con precisión letal, insertó dos dedos en su cuello. Luego, retrocedió disimuladamente. El soldado infectado comenzó a toser sangre y a emitir sonidos alarmantes, atrayendo la atención de otro miembro de la Blackwatch.

—Oye, ¿qué te sucede? —inquirió el soldado—

Tras un breve lapso de incertidumbre, tentáculos hechos de carne y material infectado emergieron del soldado afectado, extendiéndose a gran velocidad. Estos zarcillos se adherían a todo a su alcance, y luego se retractaban, arrastrando consigo todo lo que habían tocado hacia su origen: la persona originalmente infectada con la habilidad conocida como "Bio-Bomba" o "Bomba Biológica".

El incidente atrajo la atención de toda la base, que se congregó en torno al centro de la conmoción. Nadie comprendía lo que sucedía ni quién lo había desencadenado, pero todos eran conscientes de una cosa: un infectado había infiltrado la base.

"A todas las unidades, tenemos a un infectado en la base. Alerta Máxima".

Resonó la voz a través del megáfono, su tono urgente llenando los rincones del complejo. Mientras tanto, Blake avanzaba con cautela hacia las escaleras, subiendo los peldaños con determinación. Sin embargo, su atención se concentraba en el científico Brian Wallace, cuya mirada reflejaba el terror ante la escena grotesca que acababa de presenciar.

Con Wallace a su izquierda, Blake se preparaba para consumirlo, pero de repente resonaron disparos en el aire. Se volvió sorprendido: un soldado había abierto fuego contra otro, acusándolo de ser el responsable de la detonación de la bio bomba. La confusión reinaba en el caos repentino.

Retomando su objetivo, Blake emitió nuevamente su pulso de caza. La atención de todos se desviaba hacia el tumulto, dejando al doctor desprotegido. El Sujeto de Pruebas número once aprovechó la oportunidad, moviéndose con sigilo para consumir a su presa. Sin alardes ni testigos, el doctor Wallace desapareció en las sombras, víctima silenciosa de la oscuridad que se cernía sobre la base.

.Recuerdo Adquirido: Brian Wallace.

.Recuerdo:

"Quiero esas muestras para ayer, doctor Wallace".

Resonó una voz imponente, mientras los recuerdos se desvanecían en una neblina difusa, revelando los tanques de agua siendo contaminados con el virus Blacklight, y luego, el rostro de Brian Wallace.

"No se preocupe, señor. En cuanto se termine la operación, las llevaré cuanto antes a Washington D.C".

Respondió Wallace con un tono servicial. La figura a la que se dirigía era desconocida, pero su identificación como: "Desmond Tyler", proporcionaba un indicio de su autoridad.

"Más te vale. No quiero que nadie sabotee la misión".

Ordenó Tyler con firmeza. El éxito del plan era crucial.

"No sucederá, señor. Se lo aseguro".

Prometió Wallace con determinación. La certeza en sus palabras reflejaba su compromiso absoluto con el cumplimiento de la tarea asignada.

.Fin de los Recuerdos.

Blake regresó a la realidad, adoptando la fisonomía del doctor Brian Wallace con una naturalidad pasmosa. Sus ojos se posaron en los tanques, y con tranquilidad, descendió las escaleras. Los soldados lo observaban con desconcierto, consternados al presenciar cómo el individuo evolucionado se interponía entre dos camiones. En un instante, despojó su disfraz, revelando su verdadera identidad.

Sin dilación, Blake cerró los puños, tensó los músculos y se preparó para impactar su pie violentamente contra el suelo. La fuerza desatada levantó los camiones y todo lo que los rodeaba, proyectando objetos y personas por los aires. Acto seguido: Valler extendió sus brazos, liberando una serie de zarcillos compuestos de material vírico, que emergían de su cuerpo en tonos rojos y negros. Los tendones rígidos se desplegaron en todas direcciones, atravesando todo a su alcance con una brutalidad impactante. El ataque "devastador" diezmó por completo a los soldados de la Blackwatch, mientras los camiones que transportaban los tanques de agua contaminada estallaban en una explosión casi instantánea.

Una vez concluido el caos, Blake recuperó la compostura. Su semblante serio, junto con sus ojos distintivos, permanecieron imperturbables. Se estiró el cuello con un crujido audible y comenzó a caminar con paso firme hacia la salida de la base de la Blackwatch. A su paso, dejaba un rastro de cadáveres desmembrados y zarcillos de material vírico esparcidos por el suelo, marcando el epicentro del devastador ataque.

Valler salió de la base, un ligero movimiento de hombros le ayudó a relajar los músculos, recordándole que había logrado su cometido. Luego, extrajo su teléfono celular y marcó un número especial.

—Responde, idiota. —murmuró el joven de cabello negro mientras avanzaba con determinación— Sí, soy yo. Obtuve lo que vine a buscar. —informó con voz firme— Me dirijo al aeropuerto internacional John F Kennedy. Dejaré esta maldita ciudad.

"Excelente trabajo", respondió la voz al otro lado de la línea.

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Apariencia de Blake Valler: (Les dejo varias imágenes como referencia)

Apariencia del doctor Anton Koenig:

Apariencia de Alex Mercer:

Poderes de Blake Valler: (Bio-Bomba)

Poderes de Blake Valler: (Devastador)

https://youtu.be/eoFBb7fffOo

Apariencia del Doctor Brian Wallace:

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