Alaska de Sabores

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Un marzo en Canadá...

Por estos meses hace un poco de frío, pero nada que no se pueda soportar. La verdad es que amo el frío y más cuando nieva, aunque es la misma sensación que cuando miras desde el interior de tu casa como cae la nieve.

Este es mi último año estudiando en la preparatoria y estoy muy emocionada por eso.

Qué maleducada soy, no me he presentado. Soy Isis y soy parte del periódico estudiantil junto a mis amigos, y más adelante quiero estudiar la carrera de diseño de interiores.

Me gusta la idea de ambientar espacios al gusto de las personas, es divertido combinar colores, texturas, iluminación... Son muchas las cosas que influyen.

Algunos la escogen por la montaña de dinero que se gana en el país vecino que tenemos, aunque para mí es más por gusto.

Desde pequeña me gustaba combinar cosas en mi alcoba, mis papás se sorprendían por el resultado —si no hubieran tomado las fotos en ese momento no me lo hubiera creído—. Hasta ahora lo sigo haciendo, no sé cómo puede acabar tan bien todo solo combinando algunas cosas, bueno sí, hacía magia.

No, mentira, es una broma.

Pero si me apasiona y me gusta combinar texturas de los muebles, colores de las paredes y de los mobiliarios, unos que otros estantes flotantes y cuadros, y como no olvidarnos de lo más importante: La iluminación. Siempre malogra todo, antes de proceder a decorar, uno debe fijarse en esos pequeños detalles que la gente común obvia porque piensa que no influyen.

Capullos.

En fin, mi fanatismo por esto es tanto que podría seguir, pero no quiero aburrir a nadie.

Las personas que conforman parte del taller del periódico estudiantil deben asistir a la preparatoria un mes antes. ¿Por qué? ¡Fácil! Tenemos que encargarnos de los murales de las clases y de los cursos extracurriculares, aparte de los preparativos para recibir a los nuevos estudiantes.

Lo único que no me agrada es que tendré que ir con la falda. Las personas que están en el taller del periódico deben asistir con un uniforme especial, puesto que, ¡viva los chismosos oficiales!

Lo peor es que debemos llevarnos bien con todos o por lo menos que ninguna persona tenga emociones o sentimientos negativos encontrados a nosotros, pues ahí sí sería mucho más complicado nuestro trabajo al publicar hasta las fechas de cumpleaños de las personas.

Es tan pesado esto de informar a la gente. Sin embargo, la paso muy bien con la compañía de mis dos amigos, Aitor y Bruno. Son un tanto diferentes, no obstante, los veo como mis hermanos mayores. Como los quiero...

Y tenemos nuestro lugar preferido cuando las cosas son muy agobiantes; una heladería. A los tres nos encanta el helado aunque sea invierno, es un tipo de droga para nosotros, y ese lugar está abierto al público todo el año. Eso es lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida.

—¿Han visto las páginas de cotilleos del colegio? —pregunta Bruno.

—No, y no me interesa.

—Aitor, no comiences el año tan amargado, además tú escribes sobre las noticias de ese tipo.

—Va a venir más de la mitad de nuevos a nuestro grado —ese si es mi mejor amigo— la mayoría son de fuera.

—Tendremos un arduo trabajo —comenta Pecas mientras abre las puertas.

Sí, como ya dije los del periódico también debemos ir un día antes que empiecen las clases para cerciorarnos si habrá un taller nuevo, deportistas nuevos o cosas que valen la pena estar en la primera plana del periódico virtual.

—Dicen que van a venir algunas personas con buen rendimiento académico —agrego. Yo también he estado viendo la página.

—Bueno, seguramente el director nos va a hacer hablar de algunas de esas personas —suspira Bruno.

Bruno es un maldito suertudo, tiene el cabello rojizo. Yo soy rubia y pecosa, pero no me agrada serlo, porque soy punto de apodos muy graciosos. En mi familia me llaman cabeza de elote o cabeza de limón o lima.

Bueno en lo que estábamos, Bruno tiene el cabello rojo y pecas —también él es conocido por Pecas—, acompañado de unas visibles ojeras y cómo no olvidarme de su altura, me lleva por media cabeza, aunque Aitor le lleva por media cabeza a él. Los ojos de Bruno son muy bonitos acompañada de una sonrisa muy sutil.

Y Aitor es un poco más callado que ambos, con gafas y es muy inteligente —lo llamamos Megamente por todo lo que puede memorizar—, sin embargo, no es un tutor voluntario de recuperación para los alumnos. Es una suerte, sus alumnos estarían más confundidos que cuando entraron, realmente es muy malo para detallar.

—¿Cuántos murales les tocaron? —cuestiona Megamente.

Bruno y yo desbloqueamos nuestros celulares mientras caminamos en dirección a la sala de periodismo.

No queremos ser periodistas, es más, nadie que quiera estudiar para una carrera relacionada con ello quiere hacerlo, ya que tienen suficientes deberes como para aumentar los de este taller. Nos encargamos de muchas cosas, incluido ir a fiestas que ni siquiera nos invitan.

—Cincuenta.

—¡Veinte! ¡Yei! —exclamo eufórica.

—Este año si tienes suerte —el año pasado me tocó ochenta murales, apenas tenía tiempo para mí—, sesenta.

—Ojalá mi suerte persista.

Tengo una muy mala suerte, es más, podría decir que cuando tengo un día de suerte es una sorpresa. Nunca puedo parar de ser torpe y nerviosa, no puedo estar parada en un solo lugar por mucho tiempo en vista de que me pican las plantas de los pies y me dan unas ganas inexplicables de hacer deporte.

Ansiosa también se podría agregar a la lista de mis defectos naturales como persona. A veces pienso que deben crear un medicamento especialmente para mí, porque no soy nada común.

—Hogar, dulce hogar —Bruno se tira al piso del salón.

—La dramática es Isis, no tú, Bruno —dice Aitor con las manos metidas en sus bolsillos de su pantalón, dándole leves patadas en su abdomen—. Párate ya, oye, Bruno.

Los ignoro un rato y me siento en mi silla. Desde que llegué aquí siempre ha sido mi adorado asiento.

Quizás alguien vea como una estupidez encariñarse con algo tan insignificante, pero cómoda silla, es tonto, lo sé, pero ya le agarré cariño y no la cambio por nada. Tiene historia.

—Como siempre... —Pecas suspira mientras se acerca a la mini nevera que el director fue muy amable en darnos permiso de tenerla—. Matilda, abre el servidor del colegio, ¡Es hora de divertirnos!

—¿Cómo vamos a encontrar diversión estando ocupados todos los días a todas horas?

—No seas tan aburrida, rayo de sol, iremos a fiestas y sabremos más cotilleos de lo debido. ¡Es nuestro último año! —exclama con satisfacción antes de dar un sorbo a su cola.

—No, es más tedioso, sonso —le tiro una goma de borrar en dirección a su cabeza que encontré en mi escritorio—. Estamos en el último año y el trabajo se triplica o en el peor de los casos ¡Se quintuplica!

—Tranquila —mi pelinegro amigo me pasa una helada y deliciosa cola—. Somos tres, nada que no podamos solucionar.

—¿Viste sobre tu beca? —Pecas cambia de tema.

—No, pero siento que la voy a terminar perdiendo sin apenas comenzar el año.

Soy becada, me ofrecieron esta beca por mi gran desempeño en los deportes.

El año pasado he tenido problemas con mis notas en los demás cursos ya que soy un poco cabeza hueca en las letras y números. Cada que entro a alguna de esas clases siento que mi cabeza va a colisionar. Dicen y hacen muchas cosas en una sola clase que me marea mucho.

—Ya no podré ayudarte, Is.

Salvé el año gracias a Aitor, es un cerebrito como ya he dicho. Es por eso que, hasta ahora, puedo mantener mi beca, sin embargo, este año le toca más murales y ya no tendrá tiempo para que me ayude.

—¿Por qué? Tú no estás en las listas de profesores juniors —me quejo apoyando totalmente mi espalda en la silla—, te inscribes y hay una gran probabilidad que seas mi tutor.

Bruno se ríe.

—¿A ti qué te pasa?

—Dicen que vendrán otakus —se vuelve a reír—, ¡Ya dejaremos de ser los raros que escriben en el periódico!

—No necesariamente porque vienen personas muy fanáticas del anime dejaremos de ser los raros, Bru.

—Tampoco llegan al punto que nos llamen raros, Pecas.

—Bueno, solo es una probabilidad, Megamente y Rayo de sol.

—Apúrense —exclamo abriendo mi laptop—, debemos tener aunque sea la primera plana de mañana.

—Antes —Bruno cierra mi laptop de golpe—, vamos donde el director y después hacemos todo esto en la heladería que hay aquí cerca, no quiero ver este lugar por mucho tiempo cuando todavía se supone que seguimos de vacaciones.

—Bien —acepta Aitor.

—Ugh.

Guardo mi laptop, al igual que Megamente. Nos dirigimos a la oficina del director buscando toda la información que necesitamos para hacer al menos tres caras del periódico virtual.

Ojalá no sean muchos los datos que nos brinde, porque ahí sí que jalo del gatillo de mi pistola imaginaria.

♡♡♡

—Buenos días, sean bienvenidos a Alaska De Sabores —nos saluda un chico que probablemente es mucho más alto que Aitor con un despeinado cabello y unos ojos ¿Verdes? Supongo, que son más brillantes gracias a las gafas que tiene—. ¿Ya saben que desean pedir?

—Tres nieves medianas con chispas, jarabe de chocolate y una cereza —pide lo de siempre Bruno.

—Está bien... ¿Algo más que deseen?

—Por mi parte no.

—Un milkshake de lúcuma —pido poniendo mi laptop en la mesa.

—Entonces: Tres nieves medianas con chispas arcoíris de chocolate incluyendo jarabe de chocolate y cerezas, y para la señorita un milkshake de lúcuma.

—Perfectamente —afirma Einstein.

—Ya vuelvo.

Bruno me mira curioso antes de seguir navegando en su celular.

—¿Ahora que tengo en la cara?

—Te pusiste roja —admite Megamente.

—No.

—Abre la cámara de tu computador y compruébalo.

Con la agilidad de mis dedos abro la cámara y me sonrojo más al ver mi cara más roja de lo normal.

¡Dios mío bendito!

Ojalá no me haya visto así el chico con toda la cara roja, o al menos piense que soy extranjera y no me acostumbro al frío y por eso mi cara roja.

—Si lo sabía.

—¿Saber que cosa, Bru?

—Cuando te dio la espalda se empezó a reír porque te dijo señorita y te sonrojaste más que el rojo neón —ahora es él quien empieza a reírse de mí.

Llevo mis manos a mi cara y me dirijo hacia el baño de chicas.

Esto no puede ir peor. En serio, soy torpe, por esto digo que debe haber un medicamento para reducir la torpeza en una persona.

Baño limpiándose. Es el cartel que encuentro pegado en la puerta de los servicios higiénicos.

¡No, no y no!

Este es el peor día de mi vida. Ahora solo falta que me encuentre con el chico de los ojos verdes por aquí.

—Puedes ir al tocador —me dice una persona con un trapero—, ahí encontrarás un lavamanos, si es eso lo que buscas, Cereza.

¡Demonios! Debo empezar a mentir que no soy de aquí para que me crean un poco.

«Bueno tampoco eres muy buena para mentir».

Me sale fatal, eso de mentir y que nadie me descubra es todo un reto para mí.

—G—gracias...

El chico asiste y sigue trapeando.

¡Dios! Soy una tonta, pensará que me sonroje por qué me dijo señorita es que... ¡Rayos! No soy fácil. Solo me avergüenzo muy rápido.

—¡Isis!

No he podido ni siquiera echarme un poco de agua al rostro para no seguir con la cara roja. Solo mirarme al espejo y reprocharme lo tonta que soy ante un desconocido que quizá solo lo vea cuando venga a este lugar o en el mejor de los casos nunca. Y prefiero no verlo nunca porque presiento que me voy a sonrojar más.

—Isis, ya van a traer nuestro pedido.

—Ya estoy aquí, Einstein —salgo del tocador a regañadientes.

—Cuando te preocupas tu cara vuelve a su color normal —suspira—, y no creo que lo veas más su cara parece de un extranjero.

—¿Cómo sabes eso?

—Para mí eres fácil de leer.

—Cuando no, Einstein, ¿Tú pediste algo más que solo una nieve?

—Sí, he pedido un brownie sabor Isis —se ríe.

—Que chistoso estás hoy —lo empujo llegando a la mesa.

—Las tres nieves medianas como siempre y para la rubia con pecas su milkshake de lúcuma —afirma el chico—, y los servicios higiénicos de mujeres ya están limpios, disculpe por no hacer grata su visita al establecimiento, Cereza.

¡¿Por qué no lo miré a la cara cuando podía allá?! Es que si tan solo le hubiera visto la cara ya podría estar mentalmente preparada para esto.

—Nos dijo seis personas: Sterling Marai, Bocalli Alonzo, Ormello Kasandra —el chico deja primero el milkshake en la mesa mientras que habla Bruno—, Macks Josué, Chuisa Xanat o como se pronuncie y Kane Elek.

—¿Yo? —cuestiona el chico mientras deja las nieves— Y se pronuncia Chanat, es en catalán y la "T" no se hace notar tanto.

—¿Eres...?

—Elek Kane.

—Somos del periódico estudiantil —comunica Aitor—, los únicos, y al parecer el director nos ha dicho que para mañana tú tanto como Alonzo y ese chico Josué estén en la primera plana —se encoge de hombros llevándose la cuchara de metal con nieve sabor a fresa a la boca—. Según dice que tienen las mejores calificaciones.

—Mhm...

—Bueno, Einstein, ¿Ya abriste el servidor? —cambia de tema Pecas.

—Sí, hace rato.

—Esperamos que les guste y si tienen alguna queja el libro de reclamaciones estará dispuesto para ustedes.

—Gracias, hasta luego —le dedico una sonrisa.

—Tu suerte ha durado muy poco, Isis —comenta Bru.

—Lo sé... —suspiro lastimosamente porque uno de mis nuevos compañeros me ha visto roja, mucho más roja de lo normal.

Agarro el vaso de milkshake mientras apoyo mi espalda en el espaldar del mueble. Mi vida no puede ir peor. Uno quiere vivir bien, sin embargo, el universo hace de las suyas cuando se lo propone.

—¿Qué escribiremos de ellos? —pregunto.

—Su desempeño, o eso creo.

—Creo que mejor sería un poco de todo —se relame los labios—. Algo así: Nueva alumna en Bonn, buenas calificaciones, buena conducta y sobre todo muy amigable.

¿Como Aitor puede afirmar que ellas o ellos serán amigables? Tengo más preguntas sobre ello...

—Pero nosotros tenemos que detallar —resopla Bruno—, bien, apúrense que ya son las once y mañana nos tenemos que despertarnos temprano para hacer nuestros deberes.

Esta parte fue publicada el veinticinco de diciembre del año 2021. Siguiente fecha de publicación: primero de enero del próximo año (2022).

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