Parte Única

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Taehyung estaba demasiado nervioso.

Quizás si fuera alguna otra ocasión, como un examen de la escuela, o una presentación importante, él sabría qué hacer y calmarse.

Pero ahora no entendía el porqué de su nerviosismo.

Estaba conociendo a alguien, de quien estaba muy enamorado pero no quería dar el primer paso. Jungkook lo traía como un verdadero loco. Le encantaba todo de él, y estaba casi seguro de que quería convertirlo en su novio.

Y ese mismo día tendrían una salida. Los dos. Solos.

Quizás piensen que, si se están conociendo, ellos ya deberían saber estar solos y manejar la situación. Pero la respuesta, en realidad, es no.

Jamás han estado completamente solos. Es decir, siempre había algún amigo o conocido entre ellos, por lo que no era tan incómodo charlar entre ellos. Ahora no tenían a nadie a quien arrastrar a su salida.

Entonces por eso Taehyung se encuentra tan nervioso.

Sabía que Jungkook iría bien arreglado, como siempre, así que se puso ropa medianamente formal, y sus características zapatillas negras, las que siempre llevaba puestas. Peinó su cabello castaño y se miró al menos diez veces al espejo para corroborar que estuviera en perfecto estado.

No quería salir de su casa.

Tal vez, si le ponía alguna excusa, como que estaba enfermo, o que era el cumpleaños número ochenta y nueve de su abuela, Jungkook lo entendería y le diría que otro día podrían verse.

Pero luego pensó que se vería como un verdadero tonto y un total cobarde. No era la primera vez que estaban juntos, entonces no podría ser tan difícil.

Él podía hacerlo.

Nuevamente se miró al espejo por si debía cambiar o acomodar algo. Cuando vio que todo se encontraba en su lugar, tomó un abrigo, la billetera junto con las llaves y su celular. Saludó a sus padres, quienes le desearon suerte al ser conscientes del manojo de nervios y miedo que era su hijo.

Se encontrarían en un parque, por lo que iría caminando. Las únicas opciones eran el autobús, la bicicleta o caminar, puesto que aún no tenía un auto. Hasta que lo tuviera, esas serían sus opciones de medio de transporte.

Las calles se encontraban algo llenas para ser un sábado, que era cuando las personas se juntaban con sus familias, salían a pasear o simplemente se quedaban en sus casas descansado. Era una tarde hermosa, no podía rechazarle a Jungkook una invitación en un día tan precioso.

Revisó su teléfono, por si tenía algún mensaje de él, y efectivamente era así. Jungkook le había dicho que llegaba cinco minutos tarde. Él le dijo que no se preocupara porque aún no había llegado. Por esa razón caminó tranquilamente hasta el parque donde se habían citado.

Sus manos no dejaban de sudar y en su mente solo se preguntaba de qué hablarían, o qué le diría. Ni siquiera sabía si podría saludarlo sin sentirse tímido. Odiaba eso de él, ¿por qué todo tenía que ser tan incómodo?

Tenía miedo de aburrirlo, o de decir algo que a Jungkook no le gustara. La daba terror ser incorrecto, de equivocarse, o quizás de ser él mismo. Pero tampoco quería cambiar para agradar, no podía hacer eso, siempre se prometió ser fiel a su esencia, a su manera de ser y todo lo que lo caracterizaba.

Y si a Jungkook no le gustaba, ¿realmente era su culpa, o porque él era poco tolerante?

Ni siquiera sabía porqué pensaba en esas cosas. Era un idiota. Estaba caminando al parque y tenían esa clase de ideas en su cabeza. La ansiedad del momento lo estaba consumiendo totalmente, y era lo que menos deseaba.

Cuando llegó al parque, se permitió sentarse y respirar profundamente. No debía demostrar que estaba nervioso, sería signo de su debilidad frente a Jungkook, y tampoco quería dejarle las cosas tan fáciles fáciles pelinegro, aunque casi lo tuviera babeando por él.

Lo conoció por Jimin, quien lo conoció por Yoongi, quien lo conoció por el equipo de básquet donde ambos jugaban. Todo un lío. Su mejor amigo, Jimin, empezó a salir con Yoongi, entonces un día lo fueron a buscar al lugar donde practicaba y ahí vieron a Jeon. En resumidas cuentas, lo conoció en el club de básquet donde juega su amigo.

La primera vez que lo vio, quedó encantado, anonadado, prácticamente enamorado, y de inmediato le pidió a Yoongi el Instagram de su hermoso y llamativo amigo. El de cabellos rubios le pidió un helado a cambio de pasarle la cuenta de Jungkook, y no tuvo que insistir demasiado. Taehyung estaba tan desesperado que rápidamente accedió.

Se juntaron en varias ocasiones, como en el cumpleaños de Jimin, o en los partidos de básquet, o en cualquier salida donde estuvieran incluidos sus amigos. Nada fuera de lo común. Eran buenos amigos.

Son amigos que tienen una gran conexión, que tiran indirectas al azar para el otro, y ni hablar la tensión que hay entre los dos. Si fuera por ambos, incendiarían el lugar con solo mirarse.

Y eso también le daba un poco de miedo. Si Jungkook hacía algo, como tomarle la mano, y que él no supiera cómo reaccionar. Era frustrante no saber qué hacer cuando estás con alguien que te gusta.

Alzó la vista, y a lo lejos vio al pelinegro. Sintió pánico, quería irse corriendo de ahí. Sus piernas comenzaban a temblar, sus manos sudaban y sentía que las palabras no saldrían de su boca.

Jungkook lo vio. Jungkook lo estaba mirando. Le sonrió y Taehyung sintió que se derretía. Su corazón de pronto comenzó a latir con fuerza cuando el pelinegro empezó a correr a su dirección.

—Hola Tae, ¿cómo estás?

Mal. Sentía que el corazón saldría de su pecho, o que iba a desmayarse en ese preciso instante. Pero le sonrió antes de contestar, tratando de demostrar que no estaba nervioso.

—Bien, ¿y tú?

—Bien, ¿llegaste hace mucho?

Negó sonriente. Ni siquiera sabe cuánto esperó porque estaba tan perdido en sus pensamientos que no fue consciente del tiempo que pasó.

—Llegué hace pocos minutos y te esperé aquí.

Jungkook sonrió, y se veía tan encantador. Si alguna vez alguien le dijera que Jungkook era feo, le golpearía en la cara, porque el pelinegro estaba muy lejos de ser feo. ¿Acaso conocía lo que era ser feo? Probablemente no.

—¿Sabes? Me dieron ganas de tomar helado.

Taehyung buscó con la mirada la heladería que estaba frente al parque. Cuando la encontró, la señaló y miró a Jeon.

—Vamos ahí.

Caminaron hasta el lugar, sacando temas de conversación al azar y tratando de no hacer que sea incómodo. Y Taehyung quedó sorprendido de la facilidad que tenía Jungkook de hacer cómoda y divertida la situación.

Estaba tan enamorado.

—No puedo creer que te guste la menta granizada.

—¿Por qué no me gustaría? ¡Es de los mejores sabores!

Jungkook hizo una mueca y él se rió. Era increíble el hecho de que aunque no tuvieran demasiadas cosas en común, supieran respetar los gustos del otro y sacarle provecho a la situación.

Miró el cielo, el cual estaba de color anaranjado. Pronto sería de noche, y el atardecer se veía hermoso.

—Me recuerdas al atardecer.

Taehyung volteó cuando Jungkook habló, quien tenía dos conos de helado en las manos. Sonrió y lo invitó a sentarse a su lado.

—¿Por qué lo dices?

Tomó de su helado de menta granizada y chocolate. El pelinegro tenía de dulce de leche y fresa. A él le gustaban los sabores más fuertes, mientras que a Jeon los sabores más suaves y dulces.

—Porque es cálido, se muestra tal cual es y no tiene miedo de dar luz con sus últimos rayos de sol. A muchas personas se les hace triste, porque es el final del día y el comienzo de la noche, pero yo pienso que es totalmente hermoso. En lugar del final, puede ser el comienzo de algo nuevo, en este caso, de la noche. Sin el atardecer, la noche no llegaría.

Taehyung oía cada palabra que salía de su boca como si fuera música, una obra de arte que sólo Jungkook podía pronunciar. Y le encantaba, porque jamás alguien le había dicho algo tan bonito, o lo había hecho sentir así de especial.

Por alguna razón lloró. Lloró por cada palabra que le dijo, por las comparaciones que hizo, por la manera en la que solo él podía verlo y describirlo, porque estaba tan enamorado y no sabía cómo decírselo. Lloró porque estaba feliz y quería que Jungkook lo viera.

El pelinegro lo abrazó, sin miedo a que su helado se derritiera y los manchara a los dos, o que las personas que caminaban los vieran de manera extraña porque no les agradaba su demostración de cariño. No le importó nada de eso porque estaba con Taehyung.

—Nunca me dijeron algo tan lindo. —Dijo entre sollozos.

Jungkook soltó una risa y secó sus lágrimas. Lo miró a los ojos, viendo las pequeñas gotas que se formaban en sus pestañas y lo brillantes que estaban a causa del llanto. Lo vio tan hermoso, como si aquel chico que tomaba helado de menta granizada fuera único e irreal. Siempre sería el dueño de sus suspiros.

Observó a Taehyung y luego miró el atardecer, el cual había adquirido un color violáceo, avisando que pronto sería la noche. La luna se asomaba desde lejos y las estrellas ya estaban casi visibles. Aun así hacía calor en esa tarde-noche de verano, pero no podía dejar de abrazar a su chico de cabello castaño.

—¿Quieres caminar?

Taehyung secó sus últimas lágrimas y asintió, teniendo una enorme sonrisa en su rostro. Sintió mariposas en su estómago cuando Jungkook tomó su mano para poder comenzar su paseo. Ojalá no lo soltara nunca.

Corrieron por todos lados, riendo y bromeando, aunque los ancianos los miraran feo o los adolescentes se rieran de ellos. Eran unos inmaduros que solo querían jugar.

Pero parecen niños, y si los separan, van a gritar.

—Yo cuento y tú te escondes.

Jungkook empezó a contar contra un gran árbol mientras Taehyung buscaba el lugar perfecto para esconderse. Se rió cuando el pelinegro estaba buscándolo por todas partes y no lo encontraba.

Se puso de cuclillas y allí esperó a Jungkook. Quería quedarse con él por siempre. ¿También podrían jugar a amar? Lo quería cerca todo el tiempo.

Se asustó cuando sintió unas manos en su cintura y gritó cuando lo empujaron hacia atrás junto un "¡te encontré!" acompañándolo. Rió a carcajadas cuando fue elevado en el aire. La gente seguía viéndolos como si fueran incorrectos, o extraños, o como si la forma en la que se querían estuviera mal.

—Quédate conmigo, aunque a nadie le guste. Aunque la vida nos vaya a odiar.

Jungkook sonrió después de decirle eso, también había notado todas las miradas furtivas sobre ellos dos.

—Aunque esté prohibido, escapémonos a la luna.

El pelinegro rió y lo abrazó. Regresaron al árbol de antes y se sentaron en la raíces de éste. Taehyung descansó su cabeza en el hombro de Jungkook mientras suspiraba totalmente enamorado.

La noche llegó y ambos se dedicaron a ver el cielo oscuro y estrellado, con la luna brillando, sobresaliendo, siendo lo más hermoso de aquel manto negro.

—La luna nos prometió una cita. —Mencionó Jungkook con ápice de diversión. Taehyung rió y tímidamente agarró la mano del contrario.

—La luna es bellísima.

Y sus corazones saltan al unísono, porque ellos ya saben que están destinados a estar juntos. Pero tienen miedo de dar el primer paso y se atascan en su amistad. ¿De qué sirve el amor si no se arriesgan?

Efectivamente la luna es bellísima, pero Jungkook lo es más. Eso piensa Taehyung cuando voltea a mirarlo. Quiere decirle que lo ama, pero tiene miedo a no ser amado.

—Tienes ojos de luna, Jungkook.

El pelinegro voltea a verlo, confundido. El castaño se ríe antes de hablar.

—Tienes ojos oscuros, pero que tienen una luz especial. Tus ojos no son solamente de color negro, son brillantes, inocentes, llamativos. Tienes las estrellas en tu mirada cada vez que parpadeas, brillas cuando ves algo que te gusta. Tienes ojos de luna que brillan cuando es de noche.

—Y la noche no es nada sin al atardecer, ¿cierto?

Taehyung se sonrojó. Se había puesto tímido y se escondió en el cuello de Jungkook, quien se rió y lo abrazó. Entonces se quedaron de esa manera, hasta que alguno de los dos diera ese paso en el que llevaban estancados hace tiempo, ese paso del cual estaban asustados por dar.

Y Jungkook fue quien dio ese paso.

—¿Crees que podría ser tu novio, Taehyung?

El castaño de inmediato se separó, y por alguna razón sintió ganas de llorar, nuevamente de felicidad. Odiaba ser tan sensible y demostrativo respecto a sus sentimientos, pero también amaba ser abierto y transparente. Quién podía entenderlo.

—¿Por qué lloras?

Taehyung secó sus pequeñas lágrimas porque no era momento de llorar. No quería arruinarlo, todo lo que quería estaba sucediendo.

—Porque estoy feliz —Respondió, y sonrió. —, porque estoy muy enamorado de ti.

Se abrazaron otra vez, dejando esa pregunta abierta en el aire, sin respuesta, aunque ya habían confesado lo que sentían.

—¿Entonces puedo o no?

Taehyung rió y asintió, sintiendo un remolino en su pecho, náuseas en el estómago y las piernas temblorosas. Estaba sumergido en su burbuja idílica, y no quería salir de allí nunca.

—Soñé esto tantas veces y lo deseé con todo mi ser. Quise estar contigo desde el primer instante en que te vi, por alguna razón supe que eras perfecto para mí. Te amo aunque te gusten los sabores dulces de helado, te amo aunque prefieras el deporte antes que dormir todo el día, te amo aunque te vistas siempre de negro y con ropa enorme. Te amo porque todo eso es lo que te caracteriza y te hace único, porque contigo veo las estrellas, porque quiero aprender de ti y burlarme de tus gustos extraños, como tú de los míos. Te amo porque eres tú, y nadie puede ser igual que tú.

Jungkook oía cada palabra con atención, y tenía esa característica sonrisa de enamorado. Estaba seguro de su decisión, estaba completamente seguro de que quería estar con Taehyung hasta su último aliento.

—También quisiera poder ser tu novio.

No aguantaron más y se besaron. Un beso torpe y eufórico, un beso que combinaba sus niños internos con sus adultos externos, un beso que mezclaba el anaranjado del atardecer con el oscuro de la noche, un beso que con todos sus sentimientos formaba el fruto de su amor. El beso por el que tanto tuvieron esperar.

Taehyung abrazó a Jungkook y viceversa, mientras se besaban con inocencia y dulzura, y sus manos se tocaban con inconsciencia bajo la luz de la luna, la cual era testigo de tan bonita y enorme demostración de amor.

No querían separarse, estaban lejos de desear que eso sucediera, pero por sus pulmones que reclamaban por aire, dieron un paso atrás y se sonrieron nuevamente. Estaban tan llenos de felicidad que querían correr y gritarle al mundo que estaban enamorados.

—Te amo, mi chico que brilla más que el sol en los últimos instantes de una tarde de verano.

—Te amo, mi chico de ojos de luna menguante, que brillan más que la noche.

No solo se amaban; se complementaban de la manera en la que nunca nadie había logrado complementar a otra persona. Ellos eran únicos, al igual que su amor y cariño.

Desde entonces, la noche no era la misma sin el atardecer, y el atardecer no era el mismo sin la noche.


BUENAAAS.

¿Cómo están? Yo resfriada hace casi una semana [cry].

Originalmente esto era una historia para mi novia que ya no es mi novia, pero quedamos como amigas. Fracasando en el amor parte 863.

Pero como me gustó un montón como quedó, lo quise publicar. Es más corto de lo que me hubiera gustado, pero creo que no hace falta decir nada más. No tiene portada ni banner, así que les toca conformarse con esto.

Y la canción en realidad está basada en otra historia, la escribió e interpretó thatukelelegirl, siganla, hace arte y fue ella quien inspiró todo esto.

Espero que les guste. Ni siquiera pensaba escribir una nota, pero siempre termino hablando, así que nada. Ustedes lean. Los quiero.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro