Capítulo 39: Ver más allá del negro y blanco.

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Cuando tienes un poco de tiempo libre de tantos exámenes y trabajo, y decides ver una película, para pasar el tiempo.

But* es Kimetsu no Yaiba: El tren infinito.

Solo diré, que cuando apareció la madre de Rengoku en sus últimos momentos, lloré como no lo hice desde la muerte de Jiraiya.

¡Aguante Kimetsu no yaiba la puta madre!

Disfruten del capítulo.

Disculpen los errores ortográficos.

"hablar" personaje hablando.

"Hablar" personaje pensando.

"Hablar" nombres de las técnicas.

(Hablar) palabras del autor o aclaraciones.

############ Cambio de escenario o lugar.

Capítulo 39: Ver más allá del negro y blanco.

El chakra de la tierra, relacionada con la supervivencia y bloqueada por el miedo.

Desbloqueada.

El chakra del agua, relacionada con el placer y bloqueada por la culpa.

Desbloqueada.

El chakra del fuego, relacionada con la fuerza de voluntad y bloqueada por la vergüenza

Desbloqueada.

El chakra del aire, relacionada con el amor y bloqueada por el dolor.

Desbloqueada.

El chakra del sonido, relacionada con la verdad y bloqueada por las mentiras.

Desbloqueada.

El chakra de la luz, relacionada con el Discernimiento y bloqueada por las ilusiones.

Desbloqueada.

El chakra del pensamiento relacionada con la Pura Energía Cósmica y bloqueada por los Lazos Mundanos.

El desbloqueo de todos los demás chakras, no fueron tan difíciles, como la decisión imposible, que ahora tenía que tomar.

Aagn llevada ya dos días con el gurú del templo aire del este, y había llegado la hora de la prueba final en la cima de la montaña, más alta de todas.

"Aang tus lazos mundanos son los que limitan todo tu potencial" El gurú lo sabía, que no era una decisión nada fácil, lo que le estaba pidiendo al joven Avatar.

Pero, el camino así es.

Para alcanzar la iluminación, para lograr controlar a la perfección uno poder como el estado Avatar, que lo convertía en la persona más poderosa del planeta, se debía de tomar una decisión difícil.

"…" Aang se quedó mirando a la nada.

¿Deshacerse de los lazos con las personas más cercanas a el?

El… no podía hacer.

Sokka.

Toph.

Naruto.

Katara.

Eran personas demasiado especiales para él, como para dejarlas de lado.

"Veo la duda en tus ojos joven Avatar" Sin mover un solo musculo, el anciano miro al niño a los ojos con una mirada penetrante, "¿Acaso estos lazos son más importantes que tu destino? ¿Pondrás la vida de unos pocos, por encima la del resto del mundo?"

"Yo…"

"Lamento decirlo joven Avatar, pero es hora de que debas tomar una decisión"

El último maestro aire miro a su alrededor, ni un solo sonido se escuchaba en el vacío templo, recordaba este lugar, había crecido los primeros años de su vida en uno de estos, y recordaba lo que alguna vez fue un lugar lleno de vida y colores.

Ahora, se redujo a un lugar desolado, vacío y gris.

"Lo siento…" con todo el peso de su corazón y la imagen de todos sus amigos en mente, Aang fue cerrando lentamente sus ojos y los tatuajes en su cuerpo empezaron a brillar, el tiempo y la realidad se deformo, y al abrir los ojos el monje se encontró en la nada misma.

Literalmente no había nada.

Solo la oscuridad infinita.

Hasta que, en un cegador brillo blanco, el monje se vio rodeados de cientos de personas.

Todos sus antepasados estaban aquí.

Maestro agua, viento, tierra y fuego.

"Estas en los últimos pasos de cumplir tu destino joven Avatar" la voz de todos ellos era sincronizada y suave, con sus brillantes ojos enfocados en su desentiende, "Es hora de traer la paz y equilibrio al mundo, con nuestra ayuda jamás serás vencido"

"…" Aang vio a todas esas siluetas moverse a un lado, dejando el camino libre, para una versión gigante y cósmica de si mismo, que lo esperaba con los brazos abiertos, por cada paso que daba, sentía esa energía cósmica que lo fortalecía.

Pero, también visiones que hicieron que se detuviera.

Ante sus ojos vio la visión, de el mismo enfrentándose a Naruto, en una dura batalla en que los dos estaban sangrando y agotados, la pelea se alargaría hasta que el, en su estado Avatar terminaría atravesando el pecho de su amigo con sus propias manos.

La imagen de sus manos ensangrentadas, hizo que retrocediera horrorizado, algo que no pasó desapercibido para los demás Avatares.

"El destino es inevitable joven Avatar, la pelea entre tú y el pasará tarde o temprano"

"¡No!" Aang se negaba hacer algo tan atroz, "¡Él es mi amigo!"

"Aang tu no lo entiendes" tomando la palabra, el Avatar Roku fue la única entidad en tomar conciencia, por ahora, "Un mundo es frágil, tiene sus propias reglas y límites, para que todo funcione que debería ser, como una torre de cartas, si pones algo que no sea carta, todo se terminará desmoronando"

"…" Aang se quedó en silencio, mirando a los ojos a su antecesor, procesando lo que escuchaba.

"Aun si Naruto derrota a Shòukǔ, solo se reemplazara un mal por otro, no importa quien gane entre ellos, mientras alguno de los dos viva, llevaran este mundo a la ruina…"

"¡¿Cómo lo sabes?!"

"Por no es el primero en su clase en pisar este mundo"

Aang abrió sus ojos en shock, cuando hizo acto de presencia uno de los Avatares más antiguos.

La Avatar Roo.

Una legendaria maestra aire, criada en los templos del oeste, recordada por lograr el control de los elementos a una edad muy temprano e incluso las sub artes de los elementos.

Fue toda una prodigio, una que nace cada milenio.

Desafortunadamente murió a solo sus 25 años.

Y ahora en toda su gloria, ella hizo acto de presencia ante el último maestro aire, ella con un movimiento de su mano, hizo que todos los demás avatares desaparecieran, dejando que solo quedarán ella y el niño.

Aang vio como el escenario ante sus ojos cambio, todo el ambiente blanco y pacifico cambio para ahora ser apocalíptico, con el cielo rojo y un bosque en llamas.

En el suelo estaba una derrota Roo, la pérdida de su brazo derecho y varias barras negras clavadas en su pecho, hicieron que su cuerpo lentamente empezara a desbaratarse en polvo.

En lo alto del cielo, iluminado por la luna llena, roja como la sangre, se dejó ver una silueta, una mujer de un largo vestido blanco como la nieve, hermosa como una princesa, su piel era tan blanca como su vestido, y un largo cabello que era más largo que su propio cuerpo.

Esa imagen divina de belleza, se ve arruinada por la expresión oscura en su rostro, y un gran ojo rojo en su frente, que reflejaba el patrón extraño de su ojo, en la luna.

Ella apenas tenía unos rasguños visibles y su mirada era de aburrimiento, levantando su mano derecha, disparo esa peculiar barra negra.

Aang desvió la mirada, para no ver cómo la cabeza de su antepasada, era atravesada de forma tan brutal, que la termino de reducir en polvo, que fue dispersado por el viento.

Toda esa escena apocalíptica desapareció, desapareció para retomar lugar una mucho más pacífica.

Pero el amanecer de un nuevo día, entre las montañas, donde se podía ver a una curiosa Kaguya recién llegaron nuevo mundo, siendo recibido por un igualmente curiosa Roo.

"Ella salió de la nada, al principio solo parecía un animal curioso en un nuevo mundo, yo interactúe con ella e incluso la considere mi amiga…"

Varias imágenes pasaron alrededor de ellos, del tiempo que pasaron juntas las dos mujeres más poderosas del mundo.

"¿Qué pasó?" pregunto en un susurro Aang, que se quedó mirando la escena de esa extraña mujer y su antepasada, sentadas en la arena de la playa, ante el inmenso mar, presenciando el bello atardecer.

"Ella me dijo que buscaba algo, la respuesta a una pregunta que yo no sabía que responder '¿Se puede huir del pasado?' Ella huía de un mundo a otro buscando responder esa pregunta y me pidió una respuesta, que yo no podía responder"

"…"

"Kaguya decía que estaba cansada de huir, que quería establecerse y prepararse para enfrentar a sus perseguidores, yo quería ayudarla… pero cuando ella me dijo lo que haría, me horrorice, quería transformar a todas las personas en su propio ejército, yo no podía dejarla hacer algo tan atroz… pelee y perdí"

"…" Aang vio como el suelo en que estaba parado, empezó a temblar, en el medio del bosque en llamas nació un enorme árbol que se elevaba más allá de las nubes.

Kaguya estaba en lo alto del cielo con una mirada fría como el hielo, y cuando faltaba poco para que el árbol divino floreciera y el final del mundo llegará.

La última esperanza del mundo hizo acto de presencia.

El último maestro aire, miro asombrado a un hombre joven, de expresión serena y pacífica, portando en sus manos una lanza y en el otro un escudo.

Era el guerrero más fuerte de la humanidad.

El cielo se oscureció con nubes de tormenta, los mares se agitaron, y la tierra se sacudió en el terremoto más grande que jamás haya existido.

Todo causado por la batalla, que decidiría el destino del mundo.

Que al final termino, con el guerrero de lanza, herido y agotado, apuntando su arma contra el rostro de una igualmente agotada y herida Kaguya, que ante el amargo sabor de la derrota.

Tuvo que huir, con un último portal que la salvo de una muerte segura ante el guerrero, que ni bien vio que la amenaza se había ido, cayó sentado en el suelo.

Con una sonrisa victoriosa y cansada en su rostro.

"Ese día el mundo fue salvado, por el guerrero más fuerte de la historia, y su leyenda aunque fue olvidada ante el paso de los siglos, nosotros nunca olvidaremos lo que hizo…"

Finalmente, la nómada había terminado su historia y todos los Avatares volvieron a aparecer alrededor de Aang, que aún seguía procesando todo lo que acaba de escuchar.

"Sentimos la misma firma espiritual de Kaguya en Uzumaki Naruto, él es uno de sus descendientes, debe de ser detenido, antes que sea demasiado fuerte y-"

"¡Alto!" Aang interrumpió a todos los avatares, la mirada en sus ojos era de repudio y furia por la comparación tan injusta que estaban haciendo, "Que ella haya hecho eso, no significa que Naruto lo haga"

"Eso no lo sabes, este mundo estuvo al borde de la extinción, incluso el Avatar no fue rival para ella, y el guerrero definitivo está del lado equivocado…"

"… sabemos que es una decisión difícil Avatar, pero tienes que hacerlo, destruir aquellos que amenacen la paz y vida de inocentes…

"Tú tienes que matar a Uzumaki Naruto"

Todos los Avatares estaban de acuerdo.

La guerra.

La nación del fuego.

Todo eso era irrelevante, cuando su Avatar cruzó caminos con el shinobi.

"No"

Todas las siluetas se vieron abrumadas por esa sola palabra, de un serio Aang, que no bajo la mirada y se mantuvo erguido ante todos sus antepasados.

"No puedes negarte"

"Puedo hacerlo… puedo elegir…"

Aang no cometería el mismo error, no tendría miedo de enfrentar a las adversidades.

Huyó por miedo a la responsabilidad de ser el Avatar.

No tendría miedo ahora, no dejaría que su destino sea manejado.

Dando un fuerte respiro hincho su pecho.

"¡Yo soy el Avatar!" su grito había sacudido la misma realidad, todo el plano cósmico se sacudió al igual que los demás Avatares, "¡Agradezco sus advertencias! ¡Su sabiduría y ayuda! ¡Pero ahora yo soy el Avatar! ¡Soy quien decidirá el que hacer! ¡Y nunca lastimaría a alguien que no ha hecho nada! ¡Muchos menos a un amigo!"

Aang había provocado la furia de los espíritus, lo sabía al sentir las miradas de todos ellos sobre el, miradas cargadas de furia y frustración.

"Entonces el estado Avatar se te será negado, ya no podrás acceder a el"

"Sinceramente, no me importa" dijo con una sonrisa suave, sabía que lo que estaba haciendo lo cambiaría todo, pero… sentía que era lo correcto.

Y eso es lo que más importaba.

"Chico…" pero entre todas las miradas desaprobación, hubo una que solo reflejaba diversión y empatía, "Estas loco"

Aang se quedó en silencio, cuando escucho los pasos de alguien venir a él, entre los Avatares apareció un joven, su forma de vestir no se parecía a ninguna de las cuatro naciones.

El maestro aire no sabía decirlo, pero un sentimiento de nostalgia lleno de pecho, cuando ese joven llegó hasta él, puso sus manos sobre sus hombros, y le dio una sonrisa brillante.

"Wan…" ese nombre apareció como un rayo de luz en la oscuridad, ante él estaba el primer Avatar, el que lo comenzó todo.

"Yo empecé como tú, solo un chico que hacía lo que creía correcto, y aunque mi camino no fue fácil, cometí muchos errores, algunos que hoy en día no me dejan estar en paz…"

"…"

"No tienes que seguir los concejos de estos viejos cascarrabias, que solo se creen sabios por ser viejos" se burló Wan, que tenía la mala mirada de todos los demás espíritus sobre el.

"¿Estoy haciendo lo correcto?" cuestiono inseguro.

"Solo el tiempo lo dirá… pero no tienes que dudar, porque yo estoy contigo" la mano derecha del primer Avatar se iluminó y tocó el pecho del monje, "Tal vez no tengas el poder y experiencia de mil Avatares, pero me tienes a mi"

La calidez en su pecho, hizo que sonriera.

"Gracias Wan"

"Recuerda Aang, está es tu camino, es tu vida… ¡Es la leyenda del último maestro aire!" con un brillo Wan fue despareciendo poco a poco.

"¡No te fallaré!" grito con determinación, viendo como el primer Avatar seguía ascendiendo, mientras que todos los demás Avatares fueron desapareciéndose uno a uno.

"Sé que no lo harás… y no temas, porque no solo me tienes a mí, también tienes a tus amigos" su silueta fue despareciendo en pequeñas partículas de luz, que caían sobre el monje, que no podía contener las lágrimas que bajan de sus ojos, antes tantas emociones que remolinaban su pecho, "Estoy feliz… de que aún… haya personas como tú"

Abriendo sus ojos, Aang vio que estaba de nuevo en la cima de la montaña, ante el gurú.

"¿…?" Que noto que algo malo paso, el último chakra del maestro aire no se había abierto, al menos como debería de haber sido.

Lentamente el chico se puso de pie, disfrutando de la corriente de aire que acariciaba su rostro.

Era hora de volver.

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Estaba escuchando mucho ruido.

Toph le restó importancia, cuando un té fue puesta frente a ella, no pudo evitar quedar encantada por el aroma.

"Así que… ¿Dime tú problema?" Iroh dejo descansar la tetera sobre la mesa y tomo asiento junto a la niña ciega, que bebió un trago del té.

"Soy una tonta y el un desgraciado"

"¿No te guardas nada eh?' pregunto divertido por la mala cara de la niña.

"Nunca tuve que molestarme por eso, sabía fingir ser una buena niña ante mis padres, aunque últimamente me eh olvidado de cómo hacerlo"

Pasar tanto tiempo con el equipo Avatar, con él, hizo que dejará esa marcara de niña ciega e indefensa, que uso con sus padres tantos años.

"Suena una infancia difícil"

Iroh podía entenderla, todos usaban máscaras, incluso las personas más honestas y abiertas, actuaban completamente diferente, dependiendo con quién estén.

El uso una por mucho tiempo en la guerra.

"Yo diría aburrida…" Toph dejo la taza vacía sobre la mesa y jugo con ella, con una expresión vacía, "Pero no puedo quejarme, nunca pase hambre, nunca dormí con frío, es más de lo que muchos tienen"

"Eres una buena niña" alago Iroh, le agrada las personas que no se victimizaban y sentían pena por ellos mismos, eso no llevaba a nada.

Todos tenemos vidas difíciles, unos más que otros.

Hay personas, que viven hablando de lo difícil que fueron sus vidas, y quedan atrapados en el pasado.

Luego están las personas, que dejaban su pasado atrás, porque es el pasado, no podía ser cambiado, solo quedaba agradecer lo que se tenía, trabajar y mejorar sus vidas.

"No seré buena niña, cuando le rompa los dientes a tu sobrina"

En un cambio de 180°, la expresión de la niña se volvió peligrosa, casi tronando sus nudillos, ansiosa de que la perra pasará por esa puerta, y le tumbará todos dientes.

"Wow" vaya que la niña era dura, divertido Iroh cargo de té la taza de la bandida ciega, para que lo bebiera y se calmara un poco, "¿Por qué harías algo como eso?"

"Por besuquearse con el chico que me gusta"

"Ohhhh, eso explica por la razón de la sonrisa de Azula" dijo riendo entre dientes el viejo dragón del oeste.

¿Quién lo diría?

Su sobrina teniendo momentos adolescentes, como los chicos de su edad suelen tener.

"…" Toph apretó los dientes por escuchar eso, sentía mucha furia y rabia.

"¿Y ahora?"

"¿Ahora?" confusa levantó la cabeza.

"Si, no veo porque estás tan preocupada, no es como si un beso fuera un pedido de matrimonio" encogiéndose de hombros se sirvió un poco de té, está vez para él.

"¿Qué significa eso?" cuestionó confundida.

"Que no estás viendo el paranoma completo, son solo adolescentes, aún tienen toda una vida por delante lleno de romance y tonterías, pero creo que estás olvidando algo importante pequeña"

"¿Qué?"

"La amistad"

"…"

"¿Enserio vas tirar eso a la basura?" pregunto está vez más serio.

"…"

"La amistad es un hermoso regalo mi niña, algo que nos pueda dar tanta alegría, tanta fuerza, tantas… risas" las palabras del anciano, venían cargadas de sabiduría, ante un tema que muchas personas dejan de lado.

La amistad.

"…" Toph apretó la taza entre sus manos, los momentos en que estuvo con el equipo Avatar, con Naruto, fueron lo más divertidos de su vida, la sola idea de volver a su hogar encerrada de nuevo.

Sola.

Viendo el rostro afligido de la niña, Iroh se acercó a ella, para darle una suave palmada en el hombro, "No dejas que la rabia e ir nublen tu juicio, tal vez saliste herida está vez, pero estoy seguro que el de disculpó y te abra rogado para que lo perdones ¿Verdad?"

"…" un murmuró bajo fue la respuesta de Toph, que fue suficiente para que Iroh sonriera.

"Las personas nos esquivamos, es lo que nos hace humanos, yo tuve la suerte de que una buena mujer me diera una segunda oportunidad, una oportunidad que duró toda una vida con ella"

"¿Debo de perdonarlo?"

"Depende de ti, solo los buenos amigos, los de verdad, pueden perdonar los errores de uno y dar una segunda oportunidad, ya que sabemos, que, si hubiera sido al revés, ¿Él te la hubiera dado?"

"Si…" conociendo a Naruto.

Si hubiera cambiado de papeles.

Si hubiera sido ella, quien hubiera salido con otra persona, una persona que a ella le gustaba y viceversa.

Naruto no hubiera estado celoso, seguro la hubiera felicitado, apoyado e incluso empujado para que estuviera con la persona que le gustaba, aún si no era el.

Ese chico… era demasiado bueno, para su propio bien.

Aún si su corazón se rompiera, el sería feliz viendo a la persona que amaba, ser feliz con alguien más.

El siempre sería feliz, por la felicidad de las demás.

"Tonto…" mordiendo sus labios, Toph apretó sus puños, mientras más lo pensaba, más le dolía, sentía que más lo amaba, y odiaba saber que ahora Azula, tenía su corazón.

Le dolía.

Pero… si él era feliz, no podía negarle su felicidad, no era lo que una mejor amiga haría.

Iroh acarició la espalda de la niña, consolándola por las pequeñas lágrimas que amenazaban, brotar de sus ojos.

Ella era una buena niña.

"¿Quieres un buen consejo? Solo disfruta del ahora, ríe, corre, come y disfruta de la compañía de las personas que quieres, no dejes que algo tan como los celos, te quite la gran experiencia de ser adolescente, tienes toda una vida para enamorarte, y la vida para disfrutarla en compañía de buenos amigos"

"…"

"Créeme, el tiempo es… cruel, un día estás con tus amigos divirtiéndote, y al otro eres un anciano que a pasado años, sin beber una taza de té con las personas que alguna vez fueron sus amigos, no queras que eso te pase, ser una anciana cascarrabias alejadas de todos"

"No…"

"¿El amor es importante? Si, ¿Más que la amistad? Por supuesto que no, las personas que te obligan a decidir entre el amor y la amistad, no te merecen"

"…" acariciando la suave porcelana de la taza, Toph pensó en que hacer, ¿En verdad quería irse a casa? Dejar a todos atrás, solo por lo que Naruto hizo con otra chica, no, no valía la pena hacer tanto escándalo.

Aún si le dolía, el verlo feliz con esa chica, tal vez sea lo indicado.

Siempre tendrían un vínculo especial, solo de amistad, una en que se seguirían divirtiendo, jugando y bromeando, era algo que quería hacer con otra persona desde que era niña.

Toph siempre quiso libertad, pero también quería a alguien, que hiciera que esa libertad fuera divertida, y sabía que esa persona era Naruto.

Fueron largos los minutos, en que la niña seguía perdida en sus pensamientos, convenciéndose a si misma, de que huir no haría bien a nadie.

Con un largo suspiro, Toph golpeó su cabeza contra la mesa.

Odiaba tener que pensar en tantas cosas confusas.

Bueno, al menos si alguien día esa perra se atrevía a lastimar a Naruto, podría romperle el cráneo con una roca, era lo que las mejores amigas harían.

Iroh sonrió extrañado, por la sonrisa un poco oscuro que había ganado esa niña, no podía evitar sentirse preocupado por Azula, que tendría que dormir con un ojo abierto.

"¿Qué harás ahora?"

"Ir a disculparme con la niñita, y decirle que… quiero que todo siga siendo divertido"

"Es una sabia elección"

Sonriendo Toph se puso lentamente de pie, se sentía mucho mejor ahora.

"¡Toph! ¡¿Qué haces aquí?!"

"¡Katara no grites!" Gruño la maestra tierra, que sentía sus oídos retumbar por los gritos agudos de Katara, que casi derribo la puerta al entrar.

"¿Qué haces aquí?" Katara tuvo que ir preguntando a las personas en la calle, buscar de un lado a otro a la bandida ciega, y por suerte una señora le dijo a dónde había ido, pero esa suerte se fue por el caño, al ver quién acompañaba a su amiga.

"Hablando… con un amigo" murmuró con una sonrisa pequeña, apuntando a Iroh, que saludo a Katara con un gesto de mano.

"Aléjate de el" obviamente la chica no respondió el saludo, en cambio le pidió a la bandida ciega que se alejara de el de inmediato.

"¿Por qué?" Toph no entendía, el porque tanta tensión de su amiga, que respiraba con pesadez y músculos tensos, parecía lista para pelear.

"¡El es de la nación del fuego!" grito enojada por una pregunta cómo esa, se sentía muy nerviosa, dudaba que este anciano sea tan descuidado y baje la guardia como sus dos sobrinos, pero en momentos como este, no había tiempo para dudar, el agua en su mochila se agitó, cuándo se preparaba para atacar.

"Si, yo soy de la nación del fuego, pero eso no me hace tu enemigo"

"…" Katara se detuvo cuando el anciano, solo levantó sus manos, sin levantarse de dónde estaba sentado, "Tu ibas con el príncipe Zuko, ¡Tu invadiste mi aldea y trataste de atrapar a Aang!"

"¿Alguien de tu aldea fue lastimado por nuestra flota?"

"No…"

"Y el Avatar sigue libre, creo que el príncipe y yo somos malos hasta para hacer de malos" se burló de sí mismo con una sonrisa, para después sacar una taza extra debajo de la mesa, "¿Un té pequeña?"

"No quiero té" Katara se sentía muy enojada por la poca seriedad que mostraba el anciano, pero no podía atacarlos, no cuando el… no parecía una amenaza, "No sé qué juegos estén jugando ustedes aquí, pero si dañan a mis amigos… los matare"

"Te preocupas por ellos, quieres protegerlos, eso te hace una buena amiga, siempre en cuando no los asfixies, tomando decisiones por ellos"

Toph se había quedado en silencio en toda la charla, no era como si tuviera algo que decir, aunque no quería que Katara ataque al anciano.

"Yo no quiero verlos salir heridos, y ya se los advertí de acercarse a Naruto, y ahora a Toph, actúan como si fueran uno de nosotros"

"Somos como tú, personas que se preocupan por otros, y que deseamos lo mejor para ellos"

"¡No son como nosotros!" el agua salió de su mochila y formó una larga lanza de hielo que fue directo a la cabeza del dragón del oeste, que no se movió en lo más mínimo, aun cuando la lanza casi tocaba su frente.

El se mantuvo firme como una montaña, no había miedo en sus ojos, tampoco enojo, solo calma, la calma que solo un estanque de agua en las montañas podía tener.

Esto hizo que Katara se detuviera, no podía hacerlo, no atacar a un hombre que ni siquiera levantó un dedo para defenderse, sería hacer lo mismo que hizo el asesino de su madre hace tantos años.

Moviendo sus manos hizo que todo el hielo volviera a ser agua, y la hizo entrar de nuevo a su bolsa.

"Nos vamos Toph" sin esperar una respuesta de la bandida ciega, la tomo de la muñeca y la llevo lejos de ahí, "Le diré al Rey tierra que ustedes están aquí, no esperen que quedarán impunes por todo lo que han hecho"

"¿Has perdido gente valiosa por la nación del fuego?"

Esa pregunta, hizo que la maestra agua se detuvieran en seco.

Para darle una mirada mortal al maestro fuego.

"Mi madre…"

"Lamento escuchar eso"

"¡No tienes derecho a decir eso!"

El silencio fue largo en la tienda de té, Katara no quería escuchar esas palabras de una persona que seguro estuvo al frente del campo de batalla, quemando y peleando por su nación.

Iroh bajo la mirada, no lo negaría, en sus días como soldado hizo cosas… que lo avergonzaban.

Más que por lo que hizo.

Fue por lo que vio, y no tuvo el valor de evitar.

"Yo perdí a mi hijo…" Katara sintió su furia evaporarse al ver la expresión tan triste y sombría del anciano, "Solo era un niño para mí, tenía tanto porque vivir, tanto que ver y hacer, era mi hijo y no puede salvarlo…"

"…"

"Un padre que no puede proteger a su hijo, es un fracaso…"

"…"

"El verte aquí de pie, protegiendo a tus amigos, me alegra saber que tu madre, a diferencia de mí, no haya fracasado"

'Hija… quédate aquí y no te muevas'

'¿Mamá?'

'Shhhh… todo estaré bien… solo quédate aquí… te amó'

"¿Katara?" Toph se preocupó por el latido tan frenético del corazón de su amiga, que luchaba para poder contener el aliento, pero no paso mucho para que se quebrara y su visión se nublara de lágrimas.

Iroh se puso de pie con cuidado, para caminar hasta la chica que estaba inquieta, sus hombros no dejaban de temblar y las lágrimas se derramaron por sus mejillas.

"…" ella quedó paralizada cuando sintió las manos del anciano sobre sus hombros, no supo qué hacer cuando el la atrajo, para un abrazo que hizo que todos sus huesos se volvieran gelatina.

"Por favor, no dejes que el odio hacia un hombre que te quito a tu madre, evite ver qué aún en la nación del fuego, hay buenas personas"

Ambos eran personas que habían perdido mucho.

Seres queridos cercanos.

Una madre.

Un hijo.

Al final del día, solo eran dos personas dañadas, que se aferraban con desesperación a las personas, que más amaron en el mundo.

Temerosas de perderlas, como ya las perdieron antes.

El momento fue bello.

Hasta que Iroh empujó a la chica y con su mano izquierda detuvo un relámpago, que viajo por todo su cuerpo, para salir disparado de su mano derecha hacia el cielo, destruyendo el techo sobre sus cabezas.

"Eso fue conmovedor, creo que voy a llorar"

Entre el polvo levantado por el caer de los escombros, el anciano y las dos chicas vieron una silueta venir hacia ellos, y por su voz, no tenían dudas de quién era.

"Siu…" gruño el dragón del oeste, que estrecho su mirada al ver a la general, usar una delgada de línea de fuego, para cortar una mesa y varias sillas que estaban en su camino.

Con una sonrisa burlona, ella soplo sus dedos que aún liberaban humo luego de ese disparo, "Tu técnica para desviar rayos es un dolor en el culo para mí"

"¿Qué haces aquí?" pregunto en un tono grave Iroh, que sabía que la sola presencia de la general, significa también de todo un posible batallón que la respalda.

"De vacaciones anciano, ver lugares, conocer gente… familiares" esa última palabra, lo dijo de un modo, que hizo que Iroh frunciera el ceño.

"¿Qué has hecho?"

"Juntar a la familia en la misma causa, algo que tú jamás lograste hacer" la mano de la maestra fuego brillo con electricidad, su mirada de repudio iba dirigida a todos los que estaban ahí, la mocosa ciega, la campesina del agua y el viejo dragón, "Eres fuerte anciano, eso tengo que reconocerlo, derrotarte sería difícil y agotador, y con esas dos pequeñas perras detrás de ti, haría que todo esto sea aún más difícil, que bueno que traigo refuerzos"

Detrás de la maestra fuego vieron dos personas, dos personas ellos conocían demasiado bien.

No hacía falta decir, que la sangre de Katara y Toph hervía, por la llegada de los dos príncipes, que se pusieron a la derecha e izquierda respectivamente de su tía, que tenía una sonrisa gigante en su rostro.

La reacción de Iroh, fue difícil de decir, por un lado, estaba serio, muy serio, pero sus ojos parecían cristalizarse, al ver sus dos sobrinos acompañando a la general.

"Tío…" el príncipe fue el primero en decir algo entre los dos hermanos, que se le hacía difícil mirar a los ojos a su tío, "Es nuestra oportunidad de recuperarlo todo, ayudamos a tomar Ba sing se, sé que nuestro padre nos perdonará y todo volverá a ser como antes"

"Por favor, hagamos esto juntos" Azula dio un paso al frente, extendiendo su mano a su tío, ella deseaba que tomara está oportunidad, tal vez por fin llegaría el día en que toda la familia se reuniera.

Katara y Toph esperaron la respuesta del viejo Dragón del oeste, si él llegaba a aceptar la oferta, sería la perdición para ambas.

El silencio fue largo, mientras esperaban la respuesta del dragón del oeste, que estaba perdido en sus propios pensamientos.

Iroh miro sus manos un momento.

¿Siempre fueron tan arrugadas?

Negando con la cabeza levanto la mirada y miro a los ojos a sus sobrinos, "Tal vez… me equivoqué" con una sonrisa triste, miro sobre sus hombros a las dos chicas detrás de él, para darles una sonrisa tranquilizadora.

"Tío…" Azula trato de decir algo, pero de inmediato fue interrumpida.

"Ustedes no son diferentes a su padre"

Esas palabras fueron como una apuñalada para el corazón de ambos hermanos, que no tuvieron oportunidad de decir algo, cuando Iroh levantó su mano derecha, y con solo dar un golpe al aire, se desató el infierno.

Media tienda estallo en llamas.

Siu, Zuko y Azula salieron volando por la puerta, por la repentina explosión de fuego, que despedazó la puerta y varias ventanas, y los mando a volar a la calle.

Aturdidos se levantaron como pudieron, para ver como entre las llamas de la tienda de té en ruinas, camino un mortalmente serio Iroh, que tomo las mangas de su traje y se las arrancó.

Katara y Toph corrieron detrás del dragón del oeste, incrédulas por tal demostración del verdadero poder del fuego.

"Vayan a buscar a sus amigos, yo me encargaré de ellos, esto es un asunto familiar"

Ninguna de las dos lo iba a contradecir, no luego de lo que vieron.

"Viejo tonto" gruñendo Siu se puso de pie, sacudiendo el polvo de su ropa, no se molestó en detener a las mocosas, estaba solamente centrada en el anciano, "¿En verdad crees que vendría sino supiera que la victoria ya es nuestra?"

Exactamente al momento de decir esa pregunta, toda la ciudad de Ba sing se fue sacudida.

Todo mundo, fue testigo de cómo una gran parte de la muralla, una muralla de cien metros de grosor y casi quinientos de alto, fue derribada en un estallido que sacudió toda la ciudad.

La sonrisa de Siu era grande, al ver una parte de la pared ser destrozada.

La verdadera diversión iba a empezar.

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Chan

Channnnnn

Channnnnnnnnn

Channnnnnnnnnnnnn

¿Qué les parece?

Déjenme en los comentarios que les pareció, como siempre les deseo la mejor de la suerte y salud a ustedes y sus familias. Y tú tienen alguna pregunta o idea, no duden en darla, después de todo nunca está de más algo de ayuda.

¡Próximo capítulo!

Capítulo 40: La peor cara del mundo…

Un capítulo que todo mundo espera, ¡Hasta la próxima semana!

CHAAAAAAUUUUUUUUU y que les vaya bien.

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