Capítulo 45: Vividas perdidas, muertes insignificantes

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Zero: Volvemos al mundo de Avatar, y si, todo es un pinche desastre, y eso es lo que nosotros queremos ver.

Josef: Mas desastrozo que el juicio injusto de Johnny Depp?

Zero: Sí.

Josef: Uy... ;-;

Zero: En fin, he leído algunos comentarios y me han pedido un "Leyendo" de esta historia, pues la verdad nunca me intereso hacer cosas como esa.

Además, ya hay un usuario de Wattpad que lo hace.

Josef: Cierto.

Zero: Se llama jdpizarro

Josef: Sí... Es bueno... Aunque es muy diferente.

Zero: Su interpretación, y trato de los personajes, aunque si, tenemos algunas diferencias de visión, como lo puede ser con Sakura, aún así, es una gran historia.


Pueden pasar a darle un ojo.

Y bueno, desde hoy tengo dos semanas de vacaciones, que la usare para trabajar con mi viejo, asi que volvemos a cortar pastizales, pintar casas y picar ladrillos, si por suerte hay trabajo que hacer.


Y no se preocupen, la historia se seguirá publicando semanalmente.


Además, también cosas que ver, como Loki y ver cómo termina su temporada, en cuanto al anime, ya me vi shuumatsu no valkyrie y ufff, si, pudo ser mejor, pero me siento conforme con el resultado.


¡Cierto! También empezó el estreno de Kobayashi chi no maid dragon, no tienen idea de cuánto eh esperado una segunda temporada, estoy feliz loco, viendo por fin la continuación de uno de mis animes favoritos de todos los tiempos.

Bueno, no es como si fueran muchos, solo quince o veinte como máximo, y eso que algunos los deje incompletos, si, cuando me aburren no paso del capítulo dos.

Y bueno gente, como siempre, gracias a todos por sus comentarios y apoyo, es algo que valoro mucho y me impulsa a seguir con este pasatiempo, que a tenido sus Anti bajos, aún así da para mucho más.

Disfruten del capítulo.

Disculpen los errores ortográficos.

"hablar" personaje hablando.

"Hablar" personaje pensando.

"Hablar" nombres de las técnicas.

(Hablar) palabras del autor o aclaraciones.

############ Cambio de escenario o lugar.

Capítulo 45: Vividas perdidas, muertes insignificantes…

Fuego.

Un elemento destructivo y peligroso, al menos así era visto por las demás naciones, que sentían que esas dudas eran aclaradas por el daño que la nación del fuego había hecho en los últimos cien años.

Cuando un niño descubría que podía hacer fuego control, de inmediato se le inculcaban reglas que pasaban por generaciones.

No juegues con fuego, porque vas a salir quemado…

Una simple frase que hacía que los niños, piensen dos veces ante de hacer fuego control.

El fuego podía lastimar a las personas que apreciaban, y eso es algo que ellos no querían.

Azula tampoco.

Ella lo había visto, a su propio padre quemar la cara de su hermano mayor, por un fallo que para muchos hubiera sido insignificante.

El quemó a su propio hijo.

Y Azula matado a la persona que más creyó en ella.

El le tuvo fe, el le dio su corazón, el…

Ya no estaba.

Su tío tenía razón.

Era exactamente igual a su padre.

La adolescente estaba sentada en le porche de su habitación, vistiendo solo una bata, no se sentía con ánimos de salir, aún cuando era ya medio día, se quedó en su habitación y no salió.

¿Cuánto había pasado desde lo sucedido en Ba sing se?

¿Algunos meses ya?

Ella sentía que todo fue ayer.

Sus recuerdos empezaban a volverse difusos, mezclarse, pero nunca olvidados.

Entre ellos, el reencuentro con su tío.

Flash back:

Pasaron algunos días desde que volvió, y no pudo salir bajo la mira de su padre, que ahora más que nunca sonreía, aún con todas las pérdidas de las fuerzas militares y de armamento, estaba más que seguro, que su victoria sobre los demás continentes era segura.

¿Cuántas vidas valieron la ambición de su padre? ¿De su propio abuelo?

Vidas terminadas, y vidas arruinadas.

Sentía que la suya estuvo en ruinas, desde que nació en la familia real de la nación del fuego.

Inexpresiva, Azula camino a través de los largos pasillos de los calabozos, lugares usados para castigar aquellos que traicionaron su nación, las miradas de todos los hombres y mujeres en los calabozos, era vacío y hueca.

Muchos renunciaron a la esperanza de salir, y ser bañados por los rayos del sol.

No había mejor sensación, para un maestro fuego, que recibir la luz del sol.

Llegando hasta la zona más profunda y oscura del calabozo, la adolescente camino entre los largos pasillos, resguardados por varios soldados, de los mejores, considerando quién era el prisionero, se sorprendía que su padre no haya levantado una prisión propia, para quien era el maestro fuego vivo más fuerte del mundo.

Mirando fijamente la puerta metálica, dio un suave suspiro y entro.

"Tío…"

El saludo de la adolescente fue corto y frío, ella sabía muy bien que no tenía el privilegio de fingir empatía ahora.

La relación de su tío y ella, se había quebrado y jamás se volvería a arreglar, nada sería igual.

La mirada de la chica se enfoco solo en el viejo dragón del oeste, que estaba sentado en el fondo de su celda, dándole la espalda, solo mirando la pared.

"…" por su silencio, el no tenía nada que decir.

"No espero que me respondas Tío, si no lo hiciste con Zuko, mucho menos lo harás conmigo, se que a él lo estimas más que a mí… siempre fue así" Dijo con sequedad, mientras se dejaba caer de rodillas ante la celda, "Solo quiero que sepas… no me arrepiento"

"…"

"Mi destino nunca estuvo ir en contra de la nación del fuego, mucho menos contra mi padre, la única persona que me aprecio de niña… el nunca me tuvo miedo"

"…"

"Tu si lo tuviste, tu y madre, recuerdo sus miradas, cuando desperté mis llamas, fue el despertar de un monstruo para ustedes, temían a mi poder y lo que llegaría a ser… admítelo tío, tu nunca creíste en mi"

"…"

"Dilo tío… di que me odias…"

"…"

"¡Dilo tío! ¡Di lo decepcionado que estas de mi! ¡Di que me odias!"

"…"

"¡Yo siempre supe que tú solo estimabas a Zuko! ¡Por qué solo es el reemplazo de tu hijo muerto! ¡No pudiste vivir con tu fracaso y buscaste un reemplazo! ¡Tu no eres mejor que yo!"

"…"

"¡Todos ustedes actuaron para hacerme creer que las personas pueden cambiar! ¡Que todo podía ser diferente! ¡Pero nada a cambiado! ¡Madre y tu siempre supieron quien era yo! ¡Por eso nunca me amaron!"

Los gritos de Azula, cesaron cuando tuvo que tomar aire, los gritos hicieron que su garganta doliera, pero no tanto, como el saber que su tío ni siquiera se dignaba a mirarla.

"…" Iroh se mantuvo como una estatua dónde estaba, solo mirando la pared frente a el.

"…" apretando los dientes por la indiferencia de su tío, Azula se puso de pie, para darse media vuelta e irse, sin mirar atrás.

Si solo se hubiera quedado un segundo más, solo un momento más.

Iroh se quebró cuando la puerta de la celda se cerró, dejándolo solo en la oscuridad, con un dolor tan fuerte en su pecho, que hizo que apretara sus manos contra su pecho, tratando de aliviarlo.

Con su mirada oscurecida por la misma oscuridad de la celda, solo se pudo ver las lágrimas que bajaban por sus mejillas.

Fin de flash back:

La primera visita con su tío, había sido un fiasco, esa noche no pudo dormir, preguntándose el porque hizo lo que hizo.

¿Por qué había dicho todo eso?

Negando con la cabeza, recordó que algunas semanas después, de la visita de su tío, tuvo una visita inesperada, que hizo que al final del día, sea… agrio.

Flash back:

El entrenamiento era de la de las pocas cosas, que hacía que su mente se despejará, que olvidará todo lo que estuviera sucediendo a su alrededor.

Al final, solo era un alivio momentáneo.

Cuando sus dedos brillaron con una carga eléctrica, estaba lista para disparar a uno de los tantos muñecos, que usaba de blanco.

"Azula…"

Los ojos de la chica se abrieron en shock, cuando por un segundo, solo un segundo fue suficiente para que la imagen quedara grabada en su cabeza.

El estaba ahí, con una sonrisa cansada y pura, cubierto de sangre y heridas, el mismo estado en que estuvo, la última vez que lo vio.

Sus pies tropezaron y la electricidad entre sus dedos, salió disparada hacia el techo, causando una gran explosión y el derrumbe de la parte del techo.

Azula solo se quedó sentada dónde estaba, sus ojos dorados enfocados en el lugar donde lo vio, ella lo había visto, e hizo que se desconcentrara, que terminara fallando.

¿Por qué?

¿Por qué el seguía en su mente?

¿Por qué… no podía olvidarlo?

¿Por qué… siempre sonreía?

"Lady Azula…"

"…"

"¡…!" La sirvienta se estremeció cuando la mirada oscurecida de la princesa se enfoco en ella, viendo la destrucción a su alrededor, supo que este no era un buen momento, "¡El-l señor del fuego hizo que sus escoltas Lady Mai y Ty Lee vengan a los recintos! ¡Ellas la están esperando!"

"¿Padre las llamo?" La princesa se quedó un largo rato sentada, pensando en las cosas que esto podría significar.

Tantas posibilidades, y malos resultados.

Azula ya sabía lo que ocurriría, y aún así hubo una pequeña parte de ella, que tenía la esperanza de que sería diferente.

Tal vez un poco más rápido de lo que parecía, camino por los pasillos de la mansión, ni siquiera pensó en darse un baño y verse más presentable, fue directa al salón de invitados.

Cuando su mano iba a tocar el picaporte de la última puerta, se detuvo, su mano derecha quedó quieta en el aire varios segundos, hasta que finalmente giro la perilla y abrió la puerta.

Ahí estaban ellas dos.

Sintió que había pasado una eternidad desde la última vez que las vio.

En año entero.

Era mucho tiempo.

Mai seguía casi igual, la misma ropa grande y pesada, dejando ver solo su rostro, y esas brillantes cuchillas en su cabello.

Ty Lee, parecía que había dejado que su cabello creciera, lo notaba por su cola de caballo más larga y gruesa, todavía vestía ese traje de circo rosa, que se apretaba tanto a su figura y facilitará sus movimientos acrobáticos.

Azula sintió que sus pies eran de plomo, no podía dar un solo paso, y el nudo en su garganta, solo le permitió decir una sola palabra.

"Hola…"

El tiempo se sintió una eternidad para la princesa, que no pudo evitar sonreír, ellas la apoyarían, siempre lo hicieron, aún con todo lo que había hecho, ellas siempre… estuvieron ahí.

Ellas eran sus últimos pilares.

"Azula…"

"Ty Lee…" La princesa pensó que ella vendría corriendo a ella, para abrazarla como lo hizo toda la vida, desde que eran niñas pequeñas.

Sin embargó, está vez no lo hizo.

Se quedó sentada dónde estaba, con una mirada cristalizada y lágrimas que desbordaban de sus ojos.

"¿Por qué lo hiciste?"

Azula no podía pensar, se quedó viendo como Ty Lee rompió en llanto, y se levantó de la mesa, para irse corriendo de ahí.

"…" lentamente la maestra fuego se acerco a la mesa, y tomo una silla al azar para sentarse, quedando frente a frente con Mai, que todo el tiempo mantuvo su mirada en un periódico en sus manos.

"No espere que nuestro señor del fuego, enviaría soldados para escoltarnos a mi y Ty Lee de nuevo aquí…" murmuró con sequedad la adolescente de las cuchillas, "No tienes idea de cuanto odio este lugar… pero no tanto, como odió verte"

De forma brusca, Mai le arrojo el periódico a las manos de Azula, que lentamente lo tomo.

"…"

"'La princesa de la nación del fuego, valientemente se enfrentó al pilar Naranja, el mismo demonio encarnado que fue asesinado, por la princesa del reino, dándole una gran victoria a nuestra querida nación…' El amarillismo y manipulación de medios en este país me enferma" escupió Mai, que quería lavarse los ojos, luego de haber leído eso.

"…" Azula hojeo las páginas del periódico, que fueron repartidos a todo el país.

El como la legendaria cuidad amurallada de Ba sing se cayó, junto a los rebeldes, y más importante, el pilar Naranja, un enemigo a nivel nacional en su país, había sido asesinado por su querida princesa, haciendo que la guerra estuviera más de su lado que nunca.

Aún si Avatar seguía por ahí, la nación del fuego, ya se había coronado como ganadora en esta guerra de más de cien años.

"Felicidades princesa Azula" las palabras de Mai estaban cargadas de veneno y frustración, "Conseguiste todo lo que querías, el respeto de tu padre, tu título, tu honor… lo tienes todo princesa… ¿Ya eres feliz?"

"…"

"Te lo advierto Azula, si te vuelves a acercar a Ty Lee y a mí… voy hacer lo que Naruto debió haber hecho ese día, acabar con tu vida"

Derribando la silla en la que ella estaba sentada, Mai se dio media vuelta para irse, sin nunca mirar atrás, sin ver cómo el periódico ardía en fuego azul, entre las manos de una silenciosa Azula, que solo se quedó sentada.

Ni bien Mai dejo la habitación, la mesa en la sala de estar fue partida a la mitad, y una silla salió volando por una ventana, rompiéndola en pedazos.

Azula destruye y quemó todo lo que había en esa habitación, y aún así, nada de eso hizo que el odió en su ser y dolor en su corazón se fuera.

Al final, se quedó de rodillas en medio de la habitación en ruinas.

Más solo que nunca.

Fin de flash back:

Riendo entre dientes, Azula recordó bien esos días, los días en que casi sintió su mente romperse, y sentir que ya nada importaba, incluso ahora, cuando estaba sentada en la cornisa de la terraza de su habitación, viendo la caída de varios metros.

¿Por qué no saltar?

¿Por qué no acabar con todo ahora?

"Por qué no estás sola…"

Azula se quedó quieta, por esa suave voz que llegó a sus oídos.

Lentamente giro la cabeza, para verlo.

Sus ojos se nublaron de lágrimas, al ver a Naruto a su lado, se veía exactamente igual a la primera vez que se vieron, su sonrisa, sus ojos, su expresión, todo hizo que el corazón de la chica latiera con tanta fuerza.

"No eres real" ella negó con la cabeza, y volvió a mirar el vacío.

"No, pero eso no me hace menos genial" 'Naruto' camino para estar junto a ella, mirando la caída que le esperaba, "No creo que sea bueno que saltes, no podré atraparte"

"Vete…" Ella no necesitaba esto, no quería verlo.

"Nop, me quedaré contigo, quieras o no, yo siempre estaré contigo Azula"

"¿Por qué?"

¿Por qué su mente le jugaba un juego tan cruel como este?

¿Por qué lo estaba viendo?

¿Por qué seguía siendo así? Después de todo lo que hizo…

Ella no lo entendía, todo tendría más sentido, si el la agobiara, la insultara y gritara, que la alentará a saltar a una muerte segura, pero el no lo hacía, hacia que el dolor en su pecho creciera tanto que se volviera insoportable.

"¿No te lo dije antes Azula? Yo creo en ti…"

Azula se quedó mirando a los ojos a esa ilusión lo que parecía ser una eternidad, al parpadear el ya no estaba, se había ido, o mejor dicho nunca estuvo ahí.

Lentamente la chica se alejó de la orilla de la terraza y entro de nuevo a su habitación, para dejarse caer en el suelo y quedarse mirando a la nada.

Pasando sus dedos entre su cabello, lo tomo con tanta fuerza que casi se lo arrancaba, mientras las lágrimas seguían bajando de sus ojos, la delgada línea de la realidad estaba rota.

Ella lo sabía.

Y aún así… era lo único que tenía, a lo único que se aferraría.

Azula se quedó ahí, abrazándose a si misma, hasta que se quedó dormida.

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Sin que la princesa lo supiera, desde fuera de su habitación estaba Zuko, viendo a través de la pequeña aventura de la puerta, a su hermana menor en el suelo.

Todo lo que sucedió, le afecto más a ella sin duda.

¿Y el? También se sentía destruido, Mai ni siquiera se digno a verlo, ella lo odiaba y no la culpaba.

Todo lo que han hecho, cada día que pasaba, hizo que un sentimiento de arrepentimiento y odio a si mismo, creciera cada día.

Tal era el sentimiento que… no tenía el valor de hacer esto.

El príncipe bajo la mirada entre sus manos, era un mapa de la locación exacta donde estaba su madre, su tía se lo había dado, al menos cumplió su palabra.

Ni siquiera lo abrió, no podía, el ni su hermana menor.

¿Cómo podrían?

¿Cómo podrían mirar a su madre a los ojos luego de todo lo que había hecho?

Zuko golpeó su cabeza contra el marco de la puerta, se quedó un largo rato viendo a su hermana menor, aún llorando en el suelo, parecía que en cualquier momento se quedaría dormida.

Cerrando los ojos, dio un suspiro de resignación, no podía consolar a Azula, no tenía idea de que decir o hacer, nunca se había sentido tan lejana de ella, tampoco la carga que tenía encima.

Ella mató, posiblemente a la única persona en el mundo, que le abrió su corazón, que le dio más amor y compresión que cualquier otra persona que ella haya conocido.

No recordaba a su madre haber abrazado a Azula.

Ty Lee y Mai, aún con las cercanas que eran, siendo grandes amigas, siempre mantuvieron su distancia, e incluso sabía que ellas le tenían miedo de Azula, era el miedo lo que hizo tan devotas a ella.

Sin embargó, ese chico.

Naruto.

El nunca le tuvo miedo, nunca dudo en hacerle frente a la vez mostrarle afecto, siempre con una sonrisa, siempre con los brazos abiertos.

Nunca olvidaría la mirada y sonrisa de Azula, luego de esa noche de cita en Ba sing se.

Negando con la cabeza, Zuko se dio la vuelta, necesitaba dormir un poco.

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Un nuevo día había comenzado.

Y había sido llamada por su padre, Azula sabía que solamente tenía algunos minutos para verse lo mejor presentable posible, sabía que su padre odiaba lo indecente, según el, no era algo de la realeza.

Dejando que las sirvientas le ayudaran a portar su armadura, fue directo al trono, dónde ya lo esperaba su padre.

Con las enormes puertas cerrándose detrás de ella, la princesa camino hasta llegar a los pies del trono y dejarse caer de rodillas ante su padre, que seguía con la misma expresión de frialdad y neutralidad que uso toda su vida.

Ella tenía las veces contadas las veces que el sonrió, y las razones de porque lo hizo, haría a cualquier sentir su estómago revolverse.

"¿Cómo fue el reencuentro con tus dos escoltas?"

Esa pregunta no la veía venir, pero Azula no sería hija de su padre, sino mantuviera una expresión dura y fría.

"Pudo ser mejor, pero yo ya no las considero mis escoltas"

"¿Han dejado de ser de utilidad?"

Esa pregunta hizo que la chica apretara sus puños, sin embargo, de inmediato se relajo, "Si padre, sus habilidades e incluso categoría, Mai y Ty Lee… han dejado de ser útiles…"

"Ya veo… pueden ser reemplazadas"

"¿Reemplazadas?"

"Tenemos varios soldados de alta categoría, que podrían ser un buen apoyo para ti, cuando vuelvas al campo de batalla"

"…"

"¿Hay algún problema?" cuestionó al ver la mirada de su hija, que bajo la cabeza.

"No padre… pero, yo no necesito a nadie"

"…"

"Si voy a volver al campo de batalla, será bajo mis términos…"

"¿Oh?" Ozai tuvo que sonreír ante la mirada feroz de su hija, alguien estaba sedienta de sangre, era una mirada que le gustaba, le recordaba tanto el, "Me parece bien, saldrás mañana al amanecer, el mapa estará en el transporte, quiero que te hagas cargo de un grupo de resurgentes que han estado causando problemas"

"¿Cuántos?"

"Según el último reporte, el escuadrón a cargo de ese sector, ya se hizo cargo de gran parte de ellos, quiero que vayas y te asegures que no quede nadie, ¿Soy claro?"

"Si señor del Fuego" dando un último saludo de despedida, la adolescente se puso de pie y se dio media vuelta para dirigirse hacia las puertas, que se cerraron lentamente detrás de ella.

Paso un rato, hasta que ella abrió sus ojos y de forma precipitada, golpeó su puño contra la pared, provocando un estallido de fuego azul y la fisura de la pared.

Los soldados que resguardaron la puerta, sabiamente no dijeron nada, ni siquiera se atrevieron a mirar a la princesa, que con pasos pesados se fue por el pasillo.

Tendrían que mandar a reparar la pared, antes que alguien lo vea.

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"¿Todo bien?"

Zuko no recibió respuesta, su hermana menor seguía entrenando, dando golpes al azar, repasando posturas y movimientos que solo los maestros más hábiles podrían realizar, ella estaba recuperando la fortaleza que alguna vez tuvo, no, quería más.

Arrastrando sus pies, y uniendo sus manos, Azula hizo que de sus dedos salieran chispas, y finalmente un relámpago de grandes proporciones, saliera disparado y terminara perdiéndose en el cielo.

"…"

"…"

El silencio entre ambos hermanos era muy pesado y denso, ambos tenían mucho que decir, solo que no querían hacerlo, no ahora.

"¿Te arrepientes Zuko?"

"…" Le príncipe marcado levantó una ceja por como ella uso su nombre, algo raro, aunque su pregunta lo era aún más, "Yo… no lo hago"

"…"

"¿Y tú?"

"…" Azula miro a su hermano mayor a los ojos un largo tiempo, mirando unos segundos la marca de quemadura en su ojo, la que su padre la había hecho hace ya tanto tiempo, "Supongo… que eso ya no importa, el arrepentirse no cambia nada… todo será igual"

"…"

"Tengo que irme, mañana tengo que salir"

"¿Quieres que vaya contigo?"

"No, necesito estar sola… fuera de este lugar"

Zuko supo que tenía que haberla detenido, tomar su mano, abrazarla, decirle que no debía de estar sola, que el estaba ahí.

Al final, solo se quedó viendo, como ella se perdió entre los pasillos de la mansión.

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Cuando las grandes puertas de la mansión se abrieron, Azula salió a toda marcha, cabalgando uno de los animales más rápidos de su nación, un lagarto gigante, animales grandes y rápidos que podían correr grandes distancias sin cansarse.

Con una mirada penetrante y sombría, ella no miro atrás, solo avanzando, avanzando hasta que la capital de la nación del fuego, se perdió en el horizonte.

Segundos.

Minutos.

Horas.

Ella nunca dejo de mirar al frente, como si el solo hecho de mirar atrás, haría que apareciera de nuevo allá, solamente se detuvo, cuando vio el primer obstáculo en su camino.

Un campo de guerra.

Hubo un combate aquí.

Azula hizo que su corcel reptil avanzará lentamente, apreciando los cuerpos en descomposición que aún estaban bajo el sol, no solo cuerpo del enemigo, también de soldados de su propia nación.

Dieron pelea, y murieron por un pequeño pueblo en medio de la nada.

Había escuchado de los altos mandos, que había mucho conflicto, pequeños pueblos que eran ocupados por las naciones del fuego, se vieron obligados a retirarse, por los propios civiles, que se estaban revelando.

Y con la baja cantidad que tenían sus filas, tuvieron que desistir y dejar varios pueblos, y centrarse en los más cruciales, como lo que estaban en las costas de los mares y caminos cruciales que eran muy transitados.

Este pueblo era crucial, era un punto medio entre la nación del fuego, y los rebeldes, que buscaban todas los pasajes y caminos, para llegar hasta el corazón de su enemigo y dar un golpe, que lleve a esta guerra a su fin.

Según iba leyendo el pergamino que vino junto al mapa, los soldados pudieron ocuparse de varios de los insurgentes, dejando al pueblo desocupado, al parecer los civiles habían huido en medio del combate.

Que el pueblo estuviera desocupado, hizo que las cosas se complicarán, se supone que van a usar a los civiles como mano de obra, pero eso ya era problema de su padre.

Tantas razones, tantos escenarios, tantos factores, tantas cosas que ahora mismo, a Azula no le importaba.

A ella…

Azula se detuvo de forma brusca y se bajó del lagarto, para empezar a correr hasta ese pequeño pueblo, en la entrada de ese pueblo había varias picas de madera.

Y ante una de las estacas, había un mazo de hierro con picos.

Ella reconoció esa arma, ella… reconocía las cabezas de las personas, que estaban clavadas en esas estacas de madera.

"No lo diré dos veces… salgan del camino o mueran"

"¡¿Ahhh?! ¡Tenemos a una heroína entre nosotros!"

Azula camino lentamente, acercándose.

"¿Quién eres?"

"¿Importa?"

"¡Si! Tengo que saber el nombre de la mujer que me venció"

"Zu"

"¡Lady Zu! Soy Sōkō y ahora pasaré mi vida sirviendo a la mujer que me perdonó la vida"

Cayó de rodillas ante el arma ensangrentada, y levantó la mirada para ver los ojos sin vida, de la cabeza de la guerrera, que fue la última línea de defensa de este pueblo.

"¿Sino te gusta pelear? ¿Qué te gustaría hacer con tu vida?"

"¡Quiero cantar!"

"…"

"¡Mi mamá me decía que tengo la voz de ángel! Solía cantar para ella cada noche antes de dormir, y ahora… solo lo hago cuando estoy en el baño"

"Ok… es un bonito sueño"

Azula sintió su garganta cerrarse, y su corazón latir a un ritmo frenético, sus ojos empezaron a humedecerse, hasta que desbordaron en lágrimas, que cayeron por sus mejillas.

"Espero que esa persona te haga muy feliz…"

Azula no pudo soportarlo, rompió en llanto, ante todo el clan del Oso negro, un grupo de guerreros que habían perecido, enfrentándose a la nación del fuego, haciendo tiempo para que los civiles de este pueblo pudieran huir, y no ser usado como esclavos.

Al final fueron asesinados, y sus cabezas puestas en picas, como forma de advertencia, de que la nación del fuego, no perdonaba la vida aquellos que se les oponían.

La princesa no supo cuanto tiempo se quedó de rodillas llorando, solo sabía que el dolor en su pecho, era tan grande, tan insoportable.

"Lo siento… lo siento… lo siento" ella lo repitió una y otra vez, mientras lloraba sin consuelo, pensando inútilmente que el rogar por el perdón, ahora cuando esa mujer, solo era un cadáver más en el campo de batalla.

Azula quería que el dolor desapreciara, pero solo iba creciendo.

Fueron largos minutos, en que la princesa se quedó de rodillas, llorando por la muerte de alguien que jamás olvidaría.

Al final, Yoko falleció junto a su clan, haciendo lo que jamás quiso, luchar, no todas las personas podían elegir el rumbo de sus vidas, solo podían hacerles frente.

Y desgraciadamente para ella, murió sin poder hacer lo que amaba, sin cumplir su sueño, solo murió para que otras personas, tuvieran la oportunidad de vivir sus sueños.

Alabada sea Yoko, la última líder del clan del oso negro.

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Chan

Channnnnn

Channnnnnnnnn

Channnnnnnnnnnnnn

Fuaaa… cada día mas Seinen.

¡Espero sus comentarios!

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