❙ Una vez más ❙

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El cuerpo del único guerrero en pie fue azotado brutalmente contra los escombros. Pudo escucharse cómo sus vértebras crujieron tras recibir el impacto.

Sintió su respiración entrecortarse, ya con las extremidades entumecidas y rígidas, el brazo destrozado y un dolor punzante concentrándose en su pecho.

No podía estar pasando.

Alzó la mirada con mucho esfuerzo, ni siquiera era capaz de mover su cuello, estuvo a punto de caer inconsciente sin la motivación ni los deseos de luchar. Sus ojos estaban por cerrarse en el momento en que el cansancio y el dolor le cegaron en una visión borrosa.

—Así que aquí termina. 

Miró su propio cuerpo, el ataque que lo empujó hacia atrás fue tan potente, que logró dañar varias de sus costillas.

¿Cuántas veces había pasado por esto? ¿5? ¿10? Ninguna situación que haya enfrentado en el pasado era siquiera similar a lo que vivía ahora.

Con una mirada al cielo buscó una consolación que no fue hallada, el bello azul se desvaneció en un color rojizo, entre nubes grises. La clara imagen de un mundo apocalíptico no le tranquilizó en su último vistazo a su planeta, su hogar. La mayor calma siempre la encontró ahí, pero ya no más.

Destrucción, muerte, soledad. Sólo eso existía ahora.

El día en que él regresó, jamás lo imaginó así.

Luego de volver a la tierra, ese sujeto exigió verlo, pero gracias a su ausencia todos los demás guerreros se vieron en la necesidad de enfrentarlo, uno a uno todos fueron cayendo. Ese monstruo terminó sin ningún rasguño a pesar de todo.

Se había vuelto una mala costumbre. Como siempre, llegó tarde.

Al regresar de su entrenamiento en el planeta del dios destructor junto con el príncipe Saiyajin, pudo ver con horror lo que alguna vez fue un planeta lleno de vida.

No quedaba nada.

Miró a su alrededor, consternado. El planeta entero fue completamente devastado. Los restos yacían por todos lados, cuerpos de quienes fueron sus seres queridos y pobladores de su amado planeta, de la tierra.

—Milk... —susurró con dolor. El simple hecho de recordar esa horrible escena le llenaba de impotencia.

No estuvo ahí cuando su familia lo necesitó, era su culpa.

Trató de detenerlo, ¡De verdad lo intentó! 

Todo esfuerzo fue en vano. No importó que tan furioso atacara tras ver asesinados a todos sus amigos, a su esposa, a sus hijos. Por más que luchó, por más poder que utilizara contra el causante de toda su desgracia, simplemente no pudo hacer nada.

—Lo siento...de verdad lo siento amigos...esta vez no lo logré —lloró, lloró como nunca en su vida. No pudo evitar mirar a su costado aún entre lágrimas, el cuerpo de Vegeta se encontraba ahí, inerte como el resto.

Quería pensar que sólo se trataba de una pesadilla, una de la que despertaría pronto. No podía aceptar que incluso el señor Whis y el señor Bills cayeran al intentar evitar la expansión de esa masacre.

Se movió ligeramente tratando de ponerse de pie sólo para volver a caer de espaldas contra los escombros, así que se limitó a sentarse en el suelo, casi recostado, acurrucándose en espera de su fin. Tanteó por encima de la tela de su cinturón al sentir algo a un costado de su cintura, encontrándose con aquel pequeño objeto.

El botón que Zen-Oh-sama le había entregado hace ya algunos años.

Inmediatamente lo hizo trizas entre sus manos, de cualquier forma ya no le servía de nada, el Rey del Todo tampoco podría salvarlo esta vez, ni siquiera acudiría a su llamado.

Cerró los ojos con aflicción. No había nada que pudiese hacer. El horrible escenario en su planeta hacía su partida más dolorosa, la tierra se abría, el agua desbordaba y la flora terminó convertida en cenizas. Moriría sin haber sido capaz de protegerla.

—Es el final... —sonrió para sí mismo en una mezcla de nostalgia, tristeza y a la vez, felicidad. Al menos, sabía que al morir se reencontraría con sus seres amados en el otro mundo. Renunció a todo, a sus preocupaciones, a su ira, a su voluntad, lo dejó todo atrás. Sólo quería morir, deseaba escapar de ese infierno.— Nos veremos pronto.

Esperó con tranquilidad el momento de su muerte, cabizbajo, con esa sonrisa tan característica de él, del guerrero Son Goku.

Con paciencia por dar su último respiro, sintió la presencia de alguien más muy cerca de donde se encontraba. Con la paz perturbada y al levantar la mirada con desgano, pudo ver a aquel saiyajin descendiendo a sólo un par de metros frente a él, una sonrisa triunfante se dibujaba en su rostro, con orgullo y esplendor.

Son sólo veía al causante del genocidio con rencor, aunque no podía evitar sentirse horrorizado. El contrario respondió a ello divertido y ansioso.

—Por un momento creí que te había matado, me alegra ver que aún sigues con vida.

—No será por mucho —respondió cortante. Lo último que quería era ver a ese maldito antes de morir.

—Por favor, no sería divertido si te vas tan pronto —dijo mientras avanzaba hacia él— después de todo vine a la tierra solamente para verte, padre —continuó.El peliblanco mostró su mejor sonrisa, la cual fue recibida con odio por parte del saiyajin mal herido.

—¿Por qué? —cuestionó, con un hilo en su voz— ¿Por qué volviste?

—Supongo que recuerdas mi juramento. Heme aquí —no obtuvo respuesta por parte del héroe, así que prosiguió— Ese día, desolado y sin amparo, te advertí que volvería, imparable, ¡Más fuerte que nunca! —se regocijó ante sus propias palabras—. Entrené un par de años y logré excelentes resultados. Deberías sentirte orgulloso de mi.

El pelinegro quiso callarlo con una patada, pero falló al ni siquiera alcanzar a acertar. El semidiós rió.

—Búrlate, bastardo —habló sarcástico. El contrario aún se bufaba por la acción del malherido.

—Te diré que medité mucho lo que haría cuando regresara, lo pensé por un largo tiempo hasta que se me ocurrió una idea más divertida, algo más...¿Cómo decirlo? —realizó un ademán con su mano mientras pensaba— creativo, más emocionante y sobre todo, efectivo.

—¿Algo más efectivo que la venganza? viniendo de ti no se que loca ocurrencia pudiste haber tenido. Destructivo, supongo.

—Se pondrá mucho mejor —aseguró con entusiasmo— ¿Para qué querría una simple venganza, si puedo hacerla más interesante? Sólo necesito una pieza: tú. Tú y una propuesta.  

—¿Una propuesta? —rió— ¿Después de todo lo que has hecho tienes el descaro de...? —

¿Te gustaría causar el caos conmigo en otra línea temporal?

Una propuesta, ¿Era eso?

—¿Qué?...

Te propongo venir conmigo. Quiero que intentes probar algo nuevo. 

Acompáñame, será divertido. ¿Qué dices?

Una propuesta osada, sin duda.

Una venganza que terminaría en una propuesta, en donde él se vería acorralado a aceptarla. 

Sin nada por lo qué luchar, no habría nada que pudiera perder. 

El pelinegro carcajeó al escuchar esa petición.

—Sabía que estabas mal de la cabeza, pero no pensé que podrías ser peor —respondió—. Mi respuesta es no. Jamás me convertiría en una escoria como tú.

Su mirada se notó sombría. A lo que el otro simplemente le sonrió.

—Sabía que dirías eso. Siempre lo haces —.El tirano se mostró inexpresivo unos momentos— Estás acostumbrado a mostrar esa falsa fachada de héroe, que incluso has logrado engañarte a ti mismo.

—¿De qué hablas? —interrogó con confusión. No comprendía.

—¿Crees que no lo sé? —reprochó—. Te conozco muy bien. Puedo verlo en tu sonrisa—comenzó a caminar alrededor del mayor, sin quitarle la vista de encima—. No eras así, padre, no en un principio, aún puedo recordarlo, tu sonrisa siempre a sido tu característica más pura. Sin embargo ahora puedo ver que has cambiado esa forma de ser tan infantil que tenías, junto con esa sonrisa inocente, que sin duda ya no es la misma.

"¿De qué habla?" pensaba el de sangre pura, sintiendo la mirada profunda del más joven clavada en él.

—Yo sé que después de salvar al mundo tantas veces, te aburriste de tu rutina, de ser el héroe de esta historia —.El peliblanco se agachó  a la altura de su padre, quien se encontraba aún en el suelo— Todos podrán verte como un salvador, alguien que prefiere lastimarse a sí mismo para salvar a otros, pero tú y yo sabemos que no es así. Detrás de eso, puedo ver a alguien más, alguien que sólo piensa en su propia diversión y en sus deseos de luchar ¿O me equivoco? No es la primera vez que has metido en problemas a tus seres queridos por complacer tus propios intereses.

—Eso es mentira. Jamás hice algo para lastimar a otras personas, no soy como tú.

—Después de sugerir un torneo de artes marciales entre ocho universos y causar la destrucción de siete, yo no diría lo mismo.

Analizó con detenimiento esas palabras ¿Qué pretendía lograr? ¿hacerle creer que eran iguales?

—Ese torneo terminó con la resurrección de todos los eliminados  —aclaró—. Además, yo no establecí las reglas.

—El problema contigo es que siempre encuentras la manera de revertir los daños que causas. Tus impulsos son tan fuertes que no piensas en las consecuencias antes de actuar. No trates de engañarme.

—No lo hago...

—He visto quién eres realmente.

Es por eso que estoy dándote ésta oportunidad.

Nuevas emociones, nuevas aventuras.

No tendremos que preocuparnos por haber acabado con todos los seres del multiverso. Cuando ya no quede nada, regresaremos en el tiempo a algún punto en donde podamos repetir la historia y divertirnos una vez más.

Un ciclo sin final. Este juego durará hasta que nosotros lo decidamos.

Son Goku vio cómo el híbrido saiyajin se ponía de pie para tenderle la mano, en señal de cerrar el trato.

—Ven conmigo. Sé que te emociona la idea de conocer mi máximo potencial. No rechaces esta oportunidad.

Y por un momento, sintió que ese sujeto tenía razón.

¿Cuántas veces no había sido la causa de muchos problemas? Desde niño le resultó fácil ganarse tanto amigos como enemigos. Sus acciones siempre traían consecuencias a futuro.

Si hubiera acabado con Freezer en su momento, el planeta Namek no habría estallado.

Si hubiese erradicado a toda la patrulla roja en su infancia, los androides del Dr. Maki Gero no habrían sido creados, y por consecuente, Cell tampoco. Eso implicaba no haber muerto y tener una vida feliz, viendo a sus hijos crecer a lado de la mujer que amaba.

Si no hubiese luchado con Vegeta mientras era controlado por Babidi, Majin Buu jamás habría sido despertado de su sueño.

Además, vio que no aprendía de sus errores, volvió a cometer el mismo error con Freezer tras su  resurrección. De no ser por la ayuda del señor Whis, la tierra sería escombros desde aquel día.

Era verdad, él fue el responsable de la eliminación de siete universos. Pero como siempre, encontró la manera de revertir el daño.

¿Acaso todo lo que causó era necesario? ¿Tenía que suceder o sólo eran situaciones que se daban por su culpa y sus descuidos? Muchas personas murieron por su causa. Pero a pesar de todo, los demás lo veían como un salvador.

Y de hecho, sí.

Le emocionaba luchar contra sujetos extremadamente fuertes. Conocer el máximo potencial de un guerrero así en una batalla habría sido algo que le hubiese gustado hacer. Oponentes así eran difíciles de encontrar. 

Justo cuando creyó caer en la cruda realidad y reconocer sus errores, se avergonzó de sí mismo, y no por el hecho de darse cuenta de lo que había provocado, sino por considerar darle la razón a aquel que le había arrebatado todo lo que amaba.

Ya se había doblegado lo suficiente frente a él, no más.

Así como provocó sucesos perjudiciales, también logró obtener algo bueno de ellos. Nuevos amigos, nuevas enseñanzas. No todo era malo, también había unido personas que jamás imaginó: Vegeta y Bulma, Krilin y Número 18, Gohan y Videl.

De no ser por él  jamás se hubiesen conocido. Fue entonces cuando negó todo pensamiento negativo en su interior. No cambiaría lo que era para convertirse en alguien más.

¿Ser su aliado? Ni loco.

Desvió la mirada, no podía hacerlo. No lo haría. 

Absorto en sus pensamientos, fue interrumpido por un fuerte dolor en el pecho, seguido de una tos violenta. Un sabor similar al hierro inundaba su lengua mientras escupía su propia sangre.

Si, lo perdió todo, pero prefería morir con ello. No estaba en condición de luchar, pero tampoco estaba dispuesto a convertirse en un asesino. Ya había tomado una decisión.

El peliblanco le esperaba, expectante. Una respuesta, una decisión.

—Como te lo dije antes, No. Lo que quieras hacer, hazlo tú solo.

Y no había sido como lo habría querido.

El semidiós sabía que la respuesta era obvia, y aún así no abandonó la ligera esperanza de que aceptaría. 

Nuevamente se equivocó. Su padre no quiso acompañarle, otra vez.

Si no podía convencerlo de esa forma, entonces trataría de hacerlo de otra.

—Hm, ya veo —bufó. No parecía sorprenderle— ¿Quieres saber algo divertido? —el más joven se colocó de cuclillas, frente a la mirada desinteresada del saiyajin—. Ésta es la trigésima ocasión en la que te niegas a aceptar mi propuesta.

Y de inmediato recuperó su atención.

Comenzó a reír a carcajadas. el Son abrió los ojos de par en par, aterrado.

—¡I-imposible! —le miró con asombro, rogando por que su hipótesis fuese incorrecta— ¿A-acaso tú...?

Recibió como respuesta una sonrisa burlona. Al villano le divertía la preocupación de su progenitor. Se reincorporó, quedando nuevamente de pie frente al pelinegro carcomido por la intriga. 

La casi extinta luz del atardecer a sus espaldas enmarcaron la imponente silueta del semidiós en una imagen que Son Goku jamás olvidaría.

—Así es...

Le he hecho la misma propuesta a cada Son Goku de cada línea temporal por la que he pasado, antes de llegar a esta.

No podía creerlo. Ese sujeto había viajado a través del tiempo para repetir una y otra vez el mismo genocidio.

¿Cuántos mundos alternos a su realidad habrán sido destruidos por él, antes de llegar al suyo?

No quería ni imaginarlo, sentía un terror abismal con tan solo pensar en ello. Pero, si estaba ahí sólo significaba una cosa.

—Entonces estás aquí porque ningún otro yo ha aceptado tu propuesta.

—Precisamente. Si decides negarte como el resto, entonces no me queda más remedio que asesinarte para luego ir a otra época y repetir el mismo proceso hasta que logre persuadirte y hacer que te unas a mi.

Esas palabras hicieron eco en su cabeza. apretó sus puños con ira por tan solo ver como el semidiós manifestaba todo su ego en una sonrisa altanera.

—¿Sólo por eso? ¿¡Estás haciendo toda esta tontería por tu maldita diversión?!

—Yo también merezco pasar tiempo de calidad con mi padre ¿No? —se burló, tratando de sonar dramático mientras posaba una mano sobre su pecho—. Estoy dispuesto a hacer lo necesario para tenerte de mi lado.

—Es la mayor tontería que pudiste haber hecho —replicó—. No importa cuanto lo intentes, no vas a convencerme, sea de una linea temporal alterna o no, jamás sería un asesino como tú. Pierdes tu tiempo.

Ese comentario incomodó al más joven. Su sonrisa se borró en una expresión de rencor y resentimiento. Se agacho ligeramente sin quitarle la vista. Era intimidante, su simple presencia era capaz de producir escalofríos en cualquiera. 

Son Goku podía sentir como si aquellos ojos carmesí brillaran, viendo en su interior y causando incomodidad entre el miedo creciente de su alma.

—Aún si no logro convencerte, estaré más que satisfecho de haberte visto rendido a mis pies innumerables veces —sus palabras reflejaron un orgullo y maldad poco común, una sensación estremecedora recorrió el cuerpo del saiyajin.

Hubo un silencio que en pocos segundos sería roto por el más joven de ambos.

—La primera vez que llegué a éste planeta estaba ansioso por conocerte —de un momento a otro el de sangre pura pudo ver la nostalgia en el rostro del contrario, convirtiéndose poco a poco en odio—. Pero ¿De qué sirvió? Me despreciaste como tu propia sangre. Siempre preferiste a esos inútiles que se hacían llamar tus hijos en lugar de mí, ¡De mí! ¡que soy tu verdadero heredero! —pateó con fuerza el pecho herido de Goku, haciéndole soltar un alarido de dolor — En esa ocasión me pisoteaste, arrastraste y azotaste junto con la poca dignidad que me quedaba. Poco te importó que me hubiesen manipulado como a un vil objeto, me dejaste herido de muerte y me ordenaste que me largara de este mísero planeta,  ¡No podía soportar tu humillación! 

—¿Qué te hacía pensar que aceptaría como mi familia a alguien como tú? —Son Goku intentaba frenar el ataque, deteniendo con firmeza el pie de su oponente a sólo centímetros de su torso— Desde ese entonces supe que sólo eras un bastardo malnacido —.escupió con repugnancia, a lo cual su hijo ilegítimo respondió con un golpe en la quijada, rompiéndola.

—¡CÁLLATE! —le exigió— ¡SOY MIL VECES MEJOR QUE TÚ!

—¿Toqué un nervio? —soltó una risilla, ahogándose en su propia sangre— Eres un estúpido. Aún si yo hubiese elegido a un heredero, jamás habrías sido tú, ni siquiera te considero mi hijo, Zaiko.

Fue callado nuevamente por un golpe que azotó su rostro contra el suelo. Un crujido provino del golpe. Su nariz recibió el impacto, podía jurar que ahora colgaba de su cara.

—Tú tampoco eres un santo. Podrás jugar a ser el héroe, pero eso no cambia el hecho de que seas un guerrero sanguinario que disfruta luchar sin importar las condiciones, está en tus instintos, no puedes evitarlo. Te di una oportunidad de no acabar como el resto, pero no me dejas elección. Es una lástima que las cosas terminen así una vez más.

Estaba siendo restregado entre el polvo, obstruyendo sus vías respiratorias. Apenas intentó levantarse, un golpe en su nuca lo volvió a azotar contra el suelo.

Ya no tenía fuerzas. Poco a poco sus extremidades se inmovilizaron por completo, podía sentir como la vida se desprendía de su cuerpo cuando el frío comenzaba a apoderarse de su piel,  su fuerza disminuía rápidamente al igual que su voluntad de seguir luchando.

—Maldición —.Zaiko apretó los dientes con rabia al ver como Son Goku empezaba a agonizar—. Tú tampoco aceptaste, sólo fuiste una pérdida de tiempo.

Se aseguró de hundirlo aún más entre el polvo, cada golpe, cada patada era con tal de saciar su ira y odio hacia el guerrero que alguna vez admiró. Le observó, miserable y acabado.

Pero no sentía remordimiento, verlo de esa manera sólo le recordaba aquella ocasión en la que era él quien yacía en el suelo, inmovilizado, ahogándose en su propia sangre.

Rogando...

"¡Padre, por favor!"

 Suplicando.  

"¡Detente....!"

Las memorias del día en el que se quedó sin nada.

Frunció levemente el ceño, era como ver ese pasado frente a sus ojos, dándole una razón para terminar con lo que había empezado.

Ellos le habían arrebatado a su madre, mientras que su padre no sintió pena ni misericordia por su situación. 

Sí, se enteró de que su madre le había manipulado para hacerle creer que Son Goku había sido el mayor tirano en todo el universo. Le dio una falsa motivación para convertirse en lo que era ahora, un asesino.

Pero su progenitor tampoco le aceptó.

Son Goku había sido su mayor admiración, pero después de casi asesinarle en batalla por las acciones que cometió bajo órdenes de su madre, le obligó a alejarse, negándose a reconocer las circunstancias y darle una nueva oportunidad de empezar, como lo había hecho con tantos enemigos en el pasado.

Esa era la razón de su odio, ¿Por qué los villanos tuvieron la oportunidad de redimirse, que a él se le negó?

Hizo aparecer una espada de ki. Dispuesto a terminar con la vida de su padre, quien ya no estaba siquiera en condiciones de defenderse.

Esta vez disfrutaba de ver cómo los papeles se invirtieron. Si su padre lo veía como un villano, entonces iba a serlo.

—Sí, aquí termina.

Sólo un corte.

Certero y profundo.

Un grito de dolor indescriptible se escuchó por todo el lugar haciéndose eco.

Había dividido en dos el cuerpo del saiyajin mayor, quien yacía ahora sin vida en el suelo. La sangre comenzó a brotar de la abertura en la carne. Él sólo le observó unos segundos, antes de darse la vuelta y retirarse.

El híbrido saiyajin apaciguó la rabia en su interior, para luego comenzar a sentirse molesto, frustrado, resignado e incluso decepcionado, y es que ya había visitado diversas épocas y siempre obtenía la misma respuesta por parte de su progenitor.

¿No había al menos alguno que le diera una oportunidad? ¿Tan difícil era?

"No entiendo...¿Por qué?"

Toda su vida había admirado a aquel hombre, los relatos que escuchaba sobre él a diario por parte de su madre eran más que suficientes para desear luchar a su lado, como padre e hijo. Siempre fue su anhelo desde que tenía memoria.

Tristemente Son Goku no pensaba lo mismo. Nunca lo comprendió. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su padre no era como él esperaba. Esa devoción poco a poco se convirtió en odio.

Creyó que aún podía tener una oportunidad. Si le demostraba de lo que era capaz, quizás ese saiyajin lo aceptara como tal, como su familia.

Pero se equivocó, no eran iguales, veían las cosas de manera muy distinta, porque mientras su padre se aferraba a luchar por proteger a otros, él hacía todo lo contrario. Intentó cambiar las cosas. Si hacía que Son Goku cambiara de parecer, podría lograr establecer un lazo con él.

No lo consiguió.

"Jamás lo entendería."

Algo cansado, relajó su cuerpo unos minutos, sentado en una roca a la distancia, había perdido ya el entusiasmo de seguir buscando a algún Goku que se prestara para ser su compañero de diversiones. No tardaría mucho para que finalmente se diese por vencido.

—Supongo que debería resignarme —.suspiró— Tal vez mi destino sea estar solo.

Admiró aquel lugar con lujo de detalle, estaba acostumbrado a paisajes como aquel, los provocó incontables veces en el pasado y consideró que tal vez así debía de ser. Un mundo apocalíptico era quizá lo que el futuro le amparaba, soledad y aburrimiento.

Lo mejor era regresar a su linea temporal. Ya había pasado mucho tiempo desde que comenzó a emprender su búsqueda y necesitaba un descanso.

Se levantó y caminó hasta su última víctima. De todas las líneas temporales que destruyó, este Son Goku le había hecho las cosas más difíciles, era terco, no dudó en echarle sal a la herida para volver a hacerlo sentirse miserable.

Típico de su padre.

Se detuvo y agachó para tomar los restos del cadáver reciente del Son y con el anillo del tiempo viajó hasta su linea temporal original.

Se abrió paso entre los escombros, arrastrando el cuerpo del guerrero que llevaba consigo hasta llegar a una pila de cadáveres bastante considerable, en donde lo arrojó sobre el resto.

Estaba complacido por su trabajo. Reunió tantos restos de diversos son Gokus cómo trofeo de cada una de sus victorias. 

Ya estaba ahí, en su línea temporal, aunque no podía llamarla su hogar. Se detendría ahora, acabaría esa absurda búsqueda y haría algo distinto. Lo consideró con seriedad...

Aunque al final, decidió dejarlo a la suerte.

Observó el anillo hurtado que portaba en su dedo.

—Un último intento no estará de más.

.....

.....

Luego de un largo rato localizó una línea alterna que no había visitado con anterioridad.

Apenas llegó a ese lugar, pudo ver un caos tremendo en el planeta tierra. Devastación, fuego y ruinas de lo que anteriormente habían sido ciudades pobladas por seres humanos.

—Que extraño. No parece haber nadie con vida por aquí, estoy seguro de que no he visitado este lugar antes.

Descendió para analizar mejor lo que había ocurrido. Al parecer alguien había acabado con la gran mayoría de habitantes. Sólo podía percibir unas pequeñas energías a lo lejos. Quizás unos cuantos sobrevivientes.

Le resultó curioso. Si su padre y compañía luchaban por mantener la paz en su planeta, ¿A qué se debía toda esa conmoción en la tierra?

Observó con detenimiento todo el panorama, cuando de pronto un destello a lo lejos se hizo presente.

—¿Esas son ráfagas de ki?

—¡¿ÉN DÓNDE ESTÁS, TRUNKS?! —se escuchó un grito a lo lejos, seguido por algunas explosiones.Curioso, decidió acercarse un poco más. Reservó su energía y corrió en esa dirección.

Esa voz le resultaba algo...familiar.

Al llegar, divisó a un sujeto volando sobre toda la conmoción. Sorpresa.

—Oh~ ¡Vaya! —Observó con incredulidad al causante de todo el caos. cabello negro alborotado, portando un Gi oscuro en tonos negros y grises, con una banda roja en su cintura.— Son Goku. Quién lo diría.

Casi inmediatamente aquel hombre se percató de la inesperada visita que le espiaba desde los escombros de la Corporación Cápsula. Descendió hasta quedar cara a cara con Zaiko, mostrándose confundido. 

—¿Quién eres? —preguntó el Son Goku de ese mundo— ¿has venido a desafiarme, mortal? —se colocó en posición de pelea, con una mirada desafiante y a la vez, confiada.

Inevitable, tenían cierto parecido, similitudes.

El peliblanco sonrió. Quién sabe...

Tal vez encontró al Son Goku indicado.

Tronó sus nudillos, dejando escapar un poco de su ki a modo de respuesta, acto que, al moreno le llenó de entusiasmo, pues ya tenía con qué entretenerse después de siempre tener a un mismo contrincante.

Zaiko sentía lo mismo. Algo era diferente en su padre esta ocasión y le decía que podrían entenderse a la perfección.

Una propuesta se veía prometedora esta vez.

—Es hora de comenzar la batalla.

.....

Tenía muchas ganas de escribir éste pequeño One-shot. Y finalmente me animé a hacerlo, ¡Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro