Unfair

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

... Solo soy un tonto, hyung, un donsaeng tonto. Uno que tardó mucho en darse que cuenta que no debería haberse enamorado de ti.









Mi teléfono sigue sonando.

Sé que lo hace, no es como si me hubiera quedado sordo.

Es que simplemente desde que vi el nombre en la pantalla sentí que no debería contestar.

Jinyoung hyung.

Park Jinyoung.

Una llamada que definitivamente no debería contestar. Lo sé. Es difícil pero lo tengo que hacer. Me lo prometí a mí mismo. He tenido más de tres meses para adaptarme a la idea de que no hablaré nunca más con él, de que nunca más veré su rostro.

Aun así es difícil.

No puedo evitar preocuparme.

Lo hago porque sé que Jinyoung hyung solo me llama cuando me necesita. Y solo me necesita cuando se mete en problemas. Ya no espero en vano que la próxima vez sea diferente. Ya me he decepcionado muchas veces.

Pero el teléfono sigue sonando. Debe ser la tercera llamada.

Me doy la vuelta en la cama y las luces fluorescentes de mi reloj me recuerdan que son más de las dos de la madrugada. No es nada extraño que a esta ahora aun siga dando vueltas entre las sábanas. Dormir es algo que no se me da muy bien. Supongo que si me giro y ya no veo su foto en la pantalla me será más fácil ignorarlo.

Pero sé que el engaño durará poco.

Lo sé porque ya estoy tratando de recordar donde dejé mi abrigo y mi bufanda. Ya sé que voy a salir, aun si sigo debajo del edredón.

Sin embargo lucho con mi autocontrol hasta el final, pretendiendo que en algún momento tuve la posibilidad de ganar la batalla.

Contesto después de varios minutos.

Jinyoung tampoco se rinde fácil.

-Dime...

-Oye...- la voz cansada de Jinyoung me recibe. Solo en ese momento soy capaz de admitir cuanto la extrañaba.- ¿Estabas durmiendo?

Sus sílabas se arrastran un poco. Está borracho. Lo sé.

-.

-Perdóname.

-Está bien.- mi respuesta es demasiado sincera. Debería sonar al menos un poco enojado. Pero está bien porque escucho la risa bajita de Jinyoung. Al fondo puedo sentir una música suave. Probablemente esté en un bar. Eso no me gusta. Nunca me ha gustado. Pero yo no soy nadie para opinar al respecto.

-Dicen que debería llamar a alguien para recogerme. Ya sabes cómo son estas cosas... No te dejan conducir a casa después de un par de copas.

Por como sonaba la voz de Jinyoung obviamente no habían sido solo un par.

A veces me gustaría no conocerlo tan bien.

-¿Y?

-No te hagas el tonto, Yugyeomie. ¿Puedes venir?

-¿Por qué no la llamas a ella?

Sé lo que estoy preguntando. Sé lo que estoy causando. No me importa sonar como una ex novia resentida.
No lo soy de todos modos.

-Ella es la razón por la que estoy aquí...- el silencio que hace me deja oír mejor... Es jazz.-...te necesito, Yugyeomie.

-No puedes hacerme esto. No puedes simplemente llamarme cada vez que te ocurre algo, hyung.

-Es tu culpa, Yugyeomie. Y lo sabes muy bien.

A veces también me gustaría que él no me conociera tan bien.

-¿Dónde estás?- finalmente corro las sábanas y saco mis piernas por el borde de la cama.

-En el mismo bar de siempre, en el mismo asiento de siempre, tomando lo mismo de siempre...

-Ya voy, solo espérame ahí.

Cuelgo.

Me resigno.

Esta es la clase de tonto que soy.

El frío de la noche contra mi cara se siente como una reprimenda. La reprimenda que no me estoy dando a mí mismo por caer de nuevo en este circulo vicioso.

¿Por qué diablos no puedo alejarme? Todo en mi vida sería mejor si simplemente pudiera dejar ir a Park Jinyoung.

Es triste saber que no puedo. Y es triste que él lo sepa también.

Ya han sido años. Ocho. Desde que estábamos en la preparatoria.

No sé cuándo me pasó. Fui descuidado. Dejé mis emociones en libertad, absolutamente despreocupado y tranquilo. Como si tener el corazón al descubierto no fuera lo único necesario para ser lastimado.

En aquel entonces Jinyoung era justo lo que es ahora.

Solo que lo ocultaba mejor.

A los ojos de todos era un estudiante normal, rozando lo aburrido. Medianamente bueno en todo. Ligeramente desabrido. Alguien a quien difícilmente mirarías dos veces.

Pero solo bastaba mirarlo una segunda vez para notar que no era solo eso.

Pero yo era ingenuo.

Y, para mí, aquel chico de tercer año simplemente me pareció un poco más genial que los demás. Me gustaba el contraste entre su rostro serio y su sonrisa. Me gustó el sonido de su voz y su acento algo gracioso. Me gustaba oírlo cuando se le salía. Sin darme cuenta lo veía demasiado, lo miraba cada vez que podía. Solo lo miraba. Como se mira a un hámster dando vueltas en su rueda. No tenía ninguna intención. Solo quería mirar.

Pero no noté que me estaba envolviendo en él. No lo noté hasta que fue demasiado tarde y mis deseos de mirar se habían convertido en otra cosa.

Algo más.

No ayudó que Jinyoung fuera tan perfectamente amigable. Ni tampoco ayudó el hecho de ambos formáramos parte del consejo estudiantil. Verlo casi todos los días, trabajar con él... fue demasiado para mí.

Aun hoy sigo siendo lo mismo que era antes. Yo también.

Lo cual solo denota que soy imbécil.

Tengo que serlo para seguirlo amando en silencio aun después de descubrir cada detalle suyo.

Porque Jinyoung no era perfecto.
Ni remotamente.

Sus defectos estaban muy bien escondidos. Apilados en lo profundo de su interior. Solo yo los pude conocer a plenitud.

Y realmente tengo que ser tonto para sentirme un poco feliz por eso.

Jinyoung es cínico por naturaleza. Manipulador y rencoroso. He podido verlo en primera fila. He podido ver como sus ojos parecen perder la vida y con capaces de mirar de la forma más despectiva y odiosa. He oído salir de su boca las palabras más hirientes.

Será que nunca me las dijo a mí.

Ahora Jinyoung no esconde ningún secreto. Lo conozco perfectamente. Y sé lo he hecho saber. Le he dado plena confianza. Él sabe que puede pedirme lo que sea, llamarme cuando sea, decirme lo que sea, que ahí estaré. Lo único que me faltaba era decirle ¨úsame¨.

Jinyoung sabe leer entre las líneas.

Él lo sabe. Yo lo sé.

Pero yo también sé leer su respuesta.

Y siempre ha sido no.

No.

No.

No.

¨Eres el mejor donsaeng del mundo, Yugyeomie¨

Así es como suenan las líneas.

Sin embargo Jinyoung sí me usa. Lo ha hecho todo este tiempo. Cada vez duele más. No puedo evitar preguntarme si también será consciente del daño que me hace. Si será consciente de que yo no puedo alejarme.

Es injusto.

Jodidamente injusto.

Al menos dentro del bar no hace tanto frío.

Camino directo hacia donde está Jinyoung. Sé que le gusta sentarse en el penúltimo asiento de la barra. Lejos de la luz y de la música. En un sitio donde su presencia se camufla con el fondo, pero el barman sigue teniendo plena consciencia de él. Le gusta sentarse ahí y tomar tranquilo, hasta que su vista se vuelva borrosa.

Solo lo hace cuando está sufriendo. Cuando tiene dudas.

Después de eso me llama a mí.

Siempre.

Ya se ha vuelto una triste rutina.

No tardo en verlo.

Su ancha espalda inclinada sobre la barra. Su cabeza descansa sobre su brazo estirado y con su mano libre acaricia el borde de un vaso donde el hielo se derrite flotando en un trago de whisky.

Siento que debería darme la vuelta e irme. Que no es mi obligación estar ahí.

Jinyoung tiene más amigos, familia... una novia.

No tengo porque ser yo.

Pero él me llamó a mí.

Solo recordarlo me hace dar el primer paso. Me acerco a él, lentamente, como si fuera a romper alguna especie de hechizo con mis torpes pasos.

-Hyung...- lo llamo quedamente. Enseguida se gira a verme y me sonríe.

Esa sonrisa tiene parte de la culpa.

-Hola, pequeño.

No sé por qué insiste en llamarme así aun cuando soy más alto que él.

-¿Qué haces aquí tirado? ¿Por qué no volviste a casa antes de ponerte así?

-No quiero ir a casa.- Jinyoung deja de mirarme y vuelve a enfocarse en su vaso.

-¿Por qué?

-No quiero hablar de eso, Yugyeomie. No me hagas hablar de eso.

-Entonces...

-Solo llévame a tu casa.

Mis dedos se contraen con la sorpresa.

Jinyoung ¿Realmente no sabes lo que siento por ti? Porque a veces me cuesta trabajo creer que seas tan cruel.

-Mi casa no es un hotel, hyung.

-Necesito estar con alguien. No quiero estar solo.- sus ojos se vuelven a encontrar con los míos. No puedo decirle que no a esa mirada franca y tristona. Esos grandes ojos cafés son una de mis más grandes debilidades.

Una de las tantas.

-Mañana tengo cosas que hacer.- Mentira. Es sábado. Un imbécil como yo no tiene nada que hacer con su vida un sábado en la mañana.

-Mentira.

Era de esperarse.

-Es cierto.

-¿Por qué insistes en alejarme, Yugyeomie?

La gente normal solo lo percibe y se aleja voluntariamente, pero él... era como si le pareciera inconcebible el que yo quisiera apartarme de él.

¿Tan por sentado me daba?

-No lo hago. Realmente tengo unos asuntos que atender mañana temprano.

-Entonces no te molestaré. Solo dormiré. Estaré en silencio.- intentó ponerse de pie, lo logró apenas, sujetándose de la barra.- Mientras más rápido lleguemos, más rápido podrás dormir.- pasó uno de sus brazos alrededor de mis hombros, ya asumiendo completamente que yo aceptaría.

Detesto la forma en la que me hace sentir predecible.

-Ok, de acuerdo. Pero solo por hoy.

-Hablaremos de eso mañana.

-¿Qué?

-Solo vamos.

-¿No vas a pagar?- estiro un brazo para recoger su abrigo, que casi queda olvidado en el asiento.

-Pagué desde que me colgaste. Solo vamos de una vez.

Park Jinyoung conoce mi casa como si fuera la suya.

Sabe dónde guardo mis toallas y el champú de duraznos. Sabe en qué gaveta tengo la ropa interior nueva. Sabe dónde guardo los cepillos sin usar y la secadora. Sabe cuáles son mis cubiertos favoritos y sabe cuáles playeras puede usar para dormir y cuáles no.

Sabe que mi cama es grande. Sabe que cabemos los dos.

Lo sabe todo.

Por eso, en cuanto abro la puerta, lo veo quitarse el abrigo como si llevara años viviendo allí. Lo cuelga en su sitio y se estira perezosamente mientras va hacia el baño.

Lo escucho lavarse la cara y no tarda en salir, ahora con menos ropas. La chaqueta y el sweater que traía están colgados de su brazo. Solo trae jeans y una camiseta un poco fea.

Yo también me quito el abrigo.

Jinyoung sonríe al notar que debajo del abrigo aun traigo puesto el piyama.

Sonríe como si esa fuera la cosa más dulce que ha visto.

No me gusta esta atmósfera.

Es demasiado buena.

-¿Tienes algo que pueda comer? Si no como algo...

-...Te levantarás con resaca mañana. Ya lo sé.- lo corto.- En el refrigerador queda pizza. Puedes calentártela. Yo voy a dormir.

Me mira de la cabeza a los pies de una forma difícil de descifrar. Pero solo murmura un ¨okay¨ y se da la vuelta rumbo a la cocina.

Quisiera poder dormir y olvidarme que Jinyoung está dando vueltas por mi casa. Quisiera solo poder apagarme y despertar al día siguiente.

Estar solo de nuevo.

Fingiendo que lo olvidé.

No sé cuantos minutos pasan hasta que lo siento entrar a mi cuarto. Huele a duraznos y a ropa limpia. Su cabello aún está un poco húmedo. Lo siento cuando se acomoda detrás de mí.

Yo sigo de frente a la pared, esperando que mi actuación de dormido sea realmente buena.

-Deberías dormirte. Sabes que no voy a hacer nada extraño.

Esperando...

-Ya casi estaba dormido.- vuelvo a mentir.

-A mí no me puedes engañar.

-Pensé que estabas borracho.

-Sabes que no funciona así para mí. Sabes que sigo claro aun cuando bebo... por desgracia.

-Lo que sea...

Un silencio se hace. Uno que duró varios segundos, o minutos... no estoy seguro.

-Yugyeom...- mi nombre suena extraño de repente. Suena extraño cuando lo dice él. Cuando no es Yugyeomie o Yugi. Suena demasiado raro.- Si te lo cuento... ¿me vas a escuchar?

-Sabes que sí, hyung.

-No estoy seguro de que sea buena idea.

Ya a estas alturas la calidad de la idea carece de importancia.

-Haz lo que quieras hacer, hyung.

-Ella me dijo que todo era culpa tuya.

Mis ojos, que hasta ese momento habían permanecido cerrados, se abrieron de repente.

-Ni siquiera sé lo que pasó. ¿Cómo diablos va a ser mi culpa?

-Ella me dejó. Después de casi un año, me dejó. Incluso había pensado en pedirle que se casara conmigo. No sé... tenía la sensación de que las cosas iban bien.

-¿Y dónde es eso culpa mía?

-Sus palabras exactas fueron ¨Ve y dile a tu lindo Yugyeomie que sea tu mujer, ya yo estoy harta¨

Pasan un par de segundos, después de los cuales finalmente me doy vuelta.

-¿Por qué dijo eso?- en la oscuridad solo distingo su silueta. Me es imposible saber qué cara está poniendo.

-Ella se enteró de lo que pasó aquel día.

Creo que lo que sentí en ese momento solo puede compararse con un preinfarto.

-¿Qué?

-Dije tu nombre Yugyeom... Lo dije justo en ese momento, mientras lo estábamos haciendo... Y, al parecer, no fue la primera vez. También lo he dicho mientras duermo. Al parecer ella quiso hacerse la de la vista gorda, asumir que solo era algo inconsciente...

-¿Pero cómo supo que...?

-Solo ató los cabos. Aquella vez dejaste una camiseta en mi cuarto... le dije cualquier cosa en ese momento para tratar de cubrirlo, pero no creo que mi mentira se merezca un premio. Creo que he dejado demasiadas evidencias.

-¿No le dijiste que solo fue una vez?

-Sí... y justo ahí se volvió loca.

-Ah... supongo que no esperaba que lo confirmaras.

-¿No te lo estás tomando con mucha calma, Yugyeom?

No era como si pudiera brincar de alegría.

-Estoy cansado.

-Pensé que reaccionarías de otra forma. Mi novia acaba de romper conmigo ¿sabes?

-Yo no te pedí que te acostaras conmigo.

El silencio que hace me da a entender muchas cosas... demasiadas.

-Tampoco me detuviste...

¿Por qué le gustará tanto jugar con mis emociones?

-Será mejor que hablemos mañana, hyung. Ya es tarde...- me doy la vuelta hacia la pared una vez más. No quiero seguir con esa conversación. No sé a donde pueda llevarnos.

-No te estoy culpando, Yugyeom. No estoy diciendo que sea tu culpa que nos hayamos separado.

-Aun así no deberías estar aquí. Si ella está molesta por tu relación conmigo, deberías alejarte de mí. No necesitas crear más sospechas.

-¿Por qué no me detuviste esa vez?

-¿Qué importa eso ahora, hyung? Solo fue una vez, tú lo dijiste. También dijiste que no hablaríamos más de eso, que lo olvidáramos. Llevábamos tres meses sin vernos. Todo iba bien... ¿Por qué ahora vuelves a rondar el tema? No sé cómo pretendes que te perdonen si vienes aquí justo después de una discusión.

-Es lo que siempre hago...

-Pero esta vez no es como todas las demás.

-Yugyeom... todo esto... la razón por la cual estás siendo así... ¿Es porque yo te gusto?

¿Qué debería contestar? ¿Qué decir? ¿Si le digo que sí finalmente se alejará de mí? Yo sé que él lo sabe, sé que siempre ha sido jodidamente obvio, pero si lo confirmo, si lo demuestro ¿será suficiente como para apartarlo para siempre?

-¿Qué quieres que te diga, hyung?

-No ... piénsalo bien.- su voz adquiere un tono extrañamente divertido. - De tu respuesta depende el que esto siga siendo entretenido.

Chasqueo mi lengua y suspiro con resignación. Siempre es así, siempre es un juego. No soy más que un juguete suyo, uno que puede usar a su antojo. No importa lo que diga, no importa lo que haga, seguiré siendo subestimado y manipulado.

-Olvídalo.

-¿Por qué mejor no me ayudas?

-¿A qué?

-A volver con ella.

Lo que corre por mis venas definitivamente no debe ser sangre. Tiene que ser otra cosa, porque ya ni siquiera la siento hervir dentro de mí.

-Está bien, hyung. Mañana, si quieres, podemos intentar hablar con ella. Le diremos que estábamos borrachos o algo... solo durmamos por ahora.

-No es eso lo que necesito.

-¿Qué quieres entonces?

Siento como una de sus manos acaricia apenas mi cintura. Aun así, ese breve tacto es más que suficiente como para hacer que me duela el pecho.

-Si dije tu nombre, debe haber sido porque inconscientemente te deseo... y solo hay una forma de deshacerse de eso.

Sé a lo que se refiere, y sé que solo lo hace por molestar.

-No jodas más y duérmete, hyung.- aparto su mano, sin embargo siento que me vuelve a rozar, esta vez por debajo de la camiseta que traigo.

-Solo ayúdame a quitarme las ganas, Yugyeom. Después de esto me disculparé con ella y todo seguirá como antes.

-¿Esta es la solución que se te ocurre? ¿Acostarte con alguien más?

-No me estaría acostando con alguien más... solo eres tú.

Claro, ¿qué estoy pensando?... solo soy yo.

-...Dime la verdad, Yugyeom... ¿Acaso no has pensado en eso desde aquella vez?

Si le dijera que lo hago cada noche, que por eso no he podido dormir bien ni una sola vez desde aquel día... ¿Qué clase de idiotez insensible me contestaría?

Sé que Jinyoung solo quiere jugar conmigo. Solo quiere tener sexo y luego volver a su vida. Sé que tiene curiosidad y ganas de sentir algo distinto. El sexo no fue malo. Fue increíble de hecho. No me extraña que aún le siga rondando la cabeza. Pero aun así, la forma en la que él piensa respecto a eso nunca va a ser igual a la forma en la que pienso yo. Desde aquel día pasé de ser un juego gratis, a ser un juego gratis que incluye sexo.

Una gota más para el colmado vaso de mi estupidez.

Porque Jinyoung se va a aprovechar de eso. Lo sé. Se va a aprovechar de la forma desesperada en la que me entregué aquel día. Lo va a hacer porque sabe que lo amo, sabe que no le puedo decir que no. Sabe que me duele.

Y no le importa.

-Dime...- su mano sube por mi piel, me recorre lentamente. Me siento tan feliz con esa simple caricia que me asquea.

-Por supuesto que he pensado en eso. De la misma forma que lo has hecho tú.

-¿Y bien? ¿Me ayudarás?- tira de mi hombro hasta ponerme bocarriba. La nula resistencia de mi cuerpo resulta patética. Me da la sensación de que ni siquiera está esperando una respuesta. Solo hace lo que quiere, como si mi cuerpo fuera suyo, como si mi voluntad fuera algo carente de significado.

-Jinyoung...- murmuro su nombre. No sé ni por qué. Solo sé que no me estoy negando, aunque sé que nada de esto tiene sentido. Que la conversación que estábamos teniendo solo era un preludio mal hecho para esto.

Sus manos frías se pasean por la piel de mi torso. Sus labios besan repetidamente mi cuello. Es más directo incluso que la primera vez.

Lo desea.

Mi cuerpo.

¿Por qué demonios es tan difícil decir que no?

-Hacer esto... ¿Te gusta?

Su voz es apenas audible, se ahoga contra mi piel. Puedo sentir como mis arterias laten contra sus labios, mis vellos erizarse bajo sus yemas.

¿Qué puedo responder?

No puedo decir que siento mareos. No puedo confesar qué tan profundamente he deseado esto durante los últimos años. Solo saber que lo tengo junto a mí, que me está acariciando, es más que suficiente para llevarme al infierno y traerme de vuelta.

¿Por qué Park Jinyoung es tan cruel?

¿Tan injusto...?

Él sabe que no voy a contestar. Sabe que no puedo, pero le gusta jugar, ponerme más nervioso de lo que ya estoy.

Así que solo me quedo quieto. Lo dejo besar mi cuello y dejo que levante mi camiseta, descubriendo mi cuerpo en el frío de la noche. Cierro mis ojos con fuerza y trato de grabar en mi memoria la sensación de cada uno de sus dedos, la humedad de sus besos, el peso de su cuerpo subiéndose encima del mío.

-Hagámoslo bien, Gyeomie.- lo siento agarrar mis manos y ponerlas sobre sus hombros.- Solo relájate y hagámoslo como es debido.

Mis manos apenas se mantienen allí, no me atrevo a agarrarlo, a dejar salir lo que siento.

No quiero.

Pero él no está dispuesto a ceder.

Además de todos sus defectos, es un testarudo de mierda.

Lo siento acariciar mi erección por encima del pantalón que traigo. Dejo salir un siseo sorprendido y encajo mis uñas en su espalda.

-Así...- suena complacido.- No finjas que no te gusta cuando ya estás así de duro.

Por eso no quiero.

Soy demasiado fácil de leer.

Su mano no se detiene, sigue acariciándome con tanta lentitud que casi parece una tortura.

Le gusta que le encaje las uñas, que ahogue mis gemidos mientras muerdo mis labios.

También le gusta mi voz.

Mis sonidos lo encienden.

Lo sé porque hace todo lo que puede por hacerme gemir. Es cruel. Hasta en la forma en la que ama. Todo en él es cruel.

Las mordidas que va dejando en mi pecho, las marcas de sus dedos en mis muslos. Todo duele. Todo me vuelve loco.

También la forma en la que revuelve mi cabello mientras me besa y se deja caer sobre mí. Esos besos alocados y salvajes que me da. Como si no encontrara la forma de tener suficiente.

Porque sabe que yo no me quejo.

Porque nunca lo voy a hacer.

Incluso cuando ya estoy completamente desnudo y lo siento acariciar mi erección en toda su longitud. Mientras sonríe contra mi piel, entre besos y mordidas. Incluso cuando ha recorrido todo mi cuerpo con sus manos y parece como si no hubiera nada más precioso.

Incluso entonces...

¿Por qué no puedo evitar sentirme desgraciado?

Si me dejo llevar y lo disfruto fríamente, sin que mi corazón se lastime... ¿Podré sufrir menos cuando todo acabe?

¿Quién sabe?

-Eres demasiado...- vuelve a susurrar. Ya no tengo idea de lo que está pensando. Ya no importa.
Sus dedos entran en mí con cuidado.

Incluso entonces no pide permiso.

Solo lo hace.

Lo que quiere.

Se siente tan bien que no tiene sentido. Sus dedos dentro de mí, preparándome, haciéndome anticipar... son divinos.

Por desgracia, no puedo resistirme a eso. No puedo negarme a mí mismo que deseo eso más que ninguna otra cosa en el mundo.

Ya no me importa nada.

Ni lo que diga, ni lo que haga.

Olvidar por un rato no me lastimará más ni menos.

-¿Se siente bien?

-...- es la primera vez que contesto.

Sus dedos empiezan a abrirse y cerrarse. Siento mi interior estirarse y palpitar. Su mano libre acaricia mis muslos. Me aprieta un poco, como si se estuviera conteniendo.

-¿Crees que puedas aguantar un poco de dolor? Porque siento que no puedo esperar más. Quiero estar dentro de ti.

Saca sus dedos antes de que diga nada. Sujeta mis caderas y se acomoda entre mis piernas.

No le importa, no le importa nada.

Y, ahora mismo, a mí tampoco.

-Solo hazlo.

Mis manos aprietan las sábanas hasta que me duelen los nudillos.

Duele.

Todo duele.

Pero no me molestaría sentir este dolor todas las noches.

-Mierda, Yugyeom...- sus maldiciones solo me encienden más. El sonido agitado de su voz. Sus dedos fuertes en mi cintura.
Su miembro abriéndose paso en mi interior. Llenándome de una forma exquisita y dolorosa.

Todo me enciende.

Todo.

-Muévete.- le suplico.

Suelto las sábanas y llevo mis manos a mis propios muslos. Sé que mis uñas me van a lastimar.

Pero algún castigo merezco por ser como soy.

Lo siento salir de mí, tan lentamente como entró. Su piel rozando contra mis paredes me hace ver las estrellas.

Ese dolor es tan placentero que me hace pensar que tiene que haber algo mal conmigo.

Me encanta.

Demasiado.

Me embiste con fuerza. Me siente gemir y se ríe.

Le gusta.

Realmente le encanta.

-No muerdas tus labios.- me pide mientras se sigue moviendo contra mí. De una forma enfermiza. Su cuerpo parece tener la sincronía ideal.

Él sabe que puede hacerlo duro.

Sí que lo sabe.

Mientras me hace gemir de esa forma desarreglada siento que él también lo está disfrutando demasiado.

Le gusta follarme. Hacérmelo con fuerza. Sin ser delicado, sin tener cuidado. Me lo hace como si solo pudiera hacerme eso a mí. Como si solo yo pudiera ver ese lado suyo y no alejarme.

Solo yo puedo ver el monstruo que hay dentro de él y gemir de placer.

-Di mi nombre, Yugyeom...

Estiro mi cuello. Me niego.

Lo siento tirar de mi cabello. Algo violento. Mis paredes se aprietan alrededor de él al sentir eso.

-Dilo.- su movimientos se detienen.- Dilo, bebé... dilo...

-Jinyoung...

Comienza a moverse muy lentamente.

Me está volviendo loco. En serio.

-Dilo de nuevo.

-Ah... Jinyoung... mmh...

-Así... no pares.

-Jinyoung...- su velocidad aumenta. De nuevo alcanzando ese ritmo salvaje y loco. Yo ahora no puedo parar de decir su nombre. No dejo de mezclarlo con balbuceos, aun cuando no se entiende. Él lo sigue disfrutando.- Jinyoung... Jinyoung...

Mi orgasmo llega entre esos balbuceos ininteligibles. Siento mi propio semen caer sobre mi abdomen. Lo siento caliente contra mi piel. No puedo evitar seguir diciendo su nombre como un loop imposible de detener.

Quisiera poder estar diciendo su nombre para siempre.

Hasta que se rompan mis cuerdas.

Hasta que ya no pueda hablar.

Por siempre.

-Sí, Yugyeom... No te imaginas lo bien que te sientes...- su voz apenas se oye. A él no le gusta subir el volumen. Le gusta decirme las cosas al oído. Le gusta crear un espacio donde solo estemos los dos.- Incluso mejor que la primera vez.

La forma en la que me embiste es cada vez más errática. Sus manos me sujetan con demasiada fuerza.

Cuando sus labios rozan los míos, en un beso igual de salvaje, lo abrazo sin quejarme. Sin decir nada.

Lo siento venirse dentro de mí. Gime contra mis labios mientras lo hace. Se encaja tan profundo como puede. Es insano. Podría venirme una segunda vez solo con esa sensación.

Si no supiera lo que viene después, claro.

Me besa de nuevo. Casi ansioso. Me besa de una forma tan erótica que me endurece una vez más. Se va dejando caer sobre mí, aún está agitado, pero no deja ir mis labios. No afloja su agarre sobre mis caderas.

No puede dejar de besarme y ya eso es extraño.

La primera vez solo se quedó en blanco. Como si no entendiera lo que pasó.

Se alejó de mí y no dijo nada.

Se vistió en silencio y no me dirigió la mirada hasta que me vio vestirme y caminar a la salida.

Solo me dijo que lo olvidara. Que había sido una sola vez. Que no hablaríamos de eso.

Pero ahora me sigue besando.

También lo siento duro dentro de mí.

Duro una vez más.

-¿Hyung?- apenas puedo hablar, sus labios no me dejan.

-¿Puedes callarte por un segundo?

-Pero...

-Solo déjalo...

-¿Lo harás de nuevo?

-¿Y qué si lo quiero hacer de nuevo?- se yergue sobre sus brazos y me mira. Sé que en la oscuridad no puede verme bien, pero me mira. Fijamente.- ¿Qué importa si mañana también lo quiero hacer? Si no quiero volver a mi casa. Si quiero quedarme aquí y follarte todo el día, hasta que pierdas el sentido. ¿Qué importa?

-No puedes hacer eso.

-¿Por qué no?

-No puedes esconderte aquí para siempre. Tienes que volver y enfrentar tu vida.

-¿Y si no quiero enfrentar mi vida?

-No puedes ser cobarde, hyung...

-No eres el más indicado para decirme eso. No eres el más indicado para decirme nada, Yugyeom.

-¿De qué estás hablando?

-¿Realmente quieres que me vaya mañana? ¿Quieres que me disculpe con ella, que le pida que me perdone y que volvamos a estar juntos? ¿Realmente quieres que no te vuelva a ver más nunca para que así mi novia no se ponga celosa? Eso es pura mierda, Yugyeom.

No actúes como si te importara un carajo lo que pienso!- le grito de repente. Lo alejo de un empujón y me siento sobre la cama. Me duele. Es incómodo, pero no me importa. Ya lo he perdido. El control de mis palabras. El control de mí mismo.- ¡Nunca te importó lo que yo sentía! ¡Nunca! ¡Siempre lo has sabido y siempre has jugado conmigo! ¡Me has estado tratando como si fuera tu mascota por todos estos años! ¡No finjas ahora que es mi culpa!

-Es tu culpa, Yugyeom. Por supuesto que es tu culpa.- su voz sigue impasible. No parece importarle que lo haya empujado porque se acerca a mí de nuevo y sujeta mis muñecas. Intento liberarme pero me sujeta con más fuerza. Estoy enojado. Ahora mismo no respondo. No quiero que me toque. No quiero verlo. No quiero oír su voz.

Realmente no quiero.

-No es mi culpa... no lo es... yo no quise amarte como te amo... no quise ser incapaz de alejarme... de negarte algo. Yo no pedí ser tu juguete.- empiezo a balbucear. Solo quiero que todo se detenga.

-Pero eres mío, Yugyeom. Siempre lo has sido.

Lo sé. Lo sé. Lo sé.

Vaya si lo sé.

Pero aun así...

Ya hemos llegado a un punto donde ambos somos conscientes de lo dañino que es esto. No puede seguir. No podré resistirlo si sigue así.

Todo tiene un límite.

-¿Realmente quieres que todo termine aquí?- hala mis brazos hasta acercarme más.- Dime si es lo que quieres.

-.- le contesto. Sé que sueno seguro.- Solo terminemos esto.

Sus manos aun aprietan mis muñecas. Parece dudar.

-Mentira...

Alzo la vista.

¿Qué ha dicho?

-...Eres un mentiroso, Yugyeomie.

-Lo digo en serio.

-No, no lo haces.

-Terminemos esto, hyung.

-Eso no es lo que quieres.

-Te estoy diciendo...

-Pues estás mintiendo.

De nuevo está jugando conmigo. De nuevo me está tratando como si lo que yo pensara realmente careciera de importancia.

Con un gesto brusco me libero de su agarre y me alejo.

-Vete, hyung.

-No.

-Vete. Esta es mi casa.

-No me importa.

-Llamaré a la policía.

-Buena suerte con eso.

-¿Por qué?

-No dejaré que llegues al teléfono. De hecho, no dejaré que salgas de la cama.

-Hyung, deja de pensar que todo es un juego. Deja de lastimarme. Solo déjame. ¡Déjame en paz!

-No.- una de sus manos acaricia mi mejilla. Es demasiado suave.- Te dije que tú eras mío.

Ya no está teniendo sentido.

Jinyoung no está teniendo ningún sentido.

-¿Por qué te resulta tan difícil aceptarlo?- de nuevo dice cosas que no entiendo.

-¿El qué? Hyung, por Dios, solo dej...

-Shhh...- se acerca a mí. Apoya su frente contra la mía.- Escúchame...

-Jinyoung...

-Te mentí... Lo que pasó... En realidad no fue así. Fui yo quien rompió con ella.

-¿Qué?

-No podía. Realmente no podía. No podía estar con ella cuando tu cara seguía viniendo a mi mente por sí sola. No cuando prefería llamarte a ti que a ella. Contarte las cosas a ti. Siempre pensé primero en ti. Siempre me dije que era solo porque eras mi mejor amigo, porque siempre conté contigo para todo. Pero no era solo eso. Eres el único con quien soy malo por diversión. El único al que me gusta molestar. Porque me gusta todo de ti. Me gusta verte enojado y verte triste. Me gusta tu sonrisa y tu voz aguda. Me gusta tu cuerpo y me gusta verte mientras lo haces todo. Absolutamente todo. Me gusta que a pesar de que soy una mala persona nunca te fuiste. Cuando me percaté de que la forma en la que actuabas alrededor mío era distinta, cuando noté tu mirada, cuando interpreté cada cosa que hacías, cuando me di cuenta de que me amabas... entré en pánico. Porque sé que soy demasiado malo para ti. Por eso quise alejarte. Por eso te maltraté tanto. Pero nunca te fuiste... ¿Por qué no te fuiste, Yugyeom? Podrías haberlo hecho. Tal vez hubieras encontrado a alguien mejor, alguien que realmente te merezca... Ahora simplemente es inútil, porque no te dejaré ir. Nunca. Eres mío. ¿Oíste? Solo mío.

Sus manos aprietan mis mejillas de forma posesiva.

Ese es el discurso más desordenado que le he oído en la vida.

Es la primera vez que habla sin tener en claro lo que quiere decir.

Pero...

¿Por qué estoy llorando?

¿Por qué no puedo detener las lágrimas que están saliendo?

¿Por qué no hay una sola cosa en este maldito mundo que yo pueda controlar?

-Dime que aun quieres ser mío. Dime que aún no te he hecho suficiente daño, Yugyeom.

-Te odio, hyung.- mi voz sollozante suena patética. Su frente sigue contra la mía y es lo único que me detiene de hacerme un ovillo y perderme en llanto.- Te odio tanto...

-Pero yo te amo, Yugyeom... vas a tener que lidiar con eso.- sus brazos me rodean y esconde mi rostro en el ángulo de su cuello. Me acaricia con tanto cuidado, palmeando mi cabello. Suspirando quedamente.

No puede ser verdad.

Debe ser otra broma. Otra trampa. Otra de tantas. Otra que me hará quedar como un imbécil.

-No... no es cierto... tú no me amas.

-Sí te amo. Y me importa un demonio si ya no me amas. Haré que te vuelvas a enamorar. Haré que vuelvas a amar a la mierda de persona que soy.

-No eres una mierda, hyung...

-Entonces no tengo la batalla perdida.

-Aún así... Te odio.

-Lo sé, pequeño.- sé que está sonriendo, se nota en su tono de voz. Tal vez el hecho de que yo lo esté abrazando de vuelta tenga algo que ver con eso.

-¿Si confío en ti, hyung... si me dejo llevar... me volverás a lastimar?

-Tal vez... ya te dije que soy una mala persona. No puedo prometerte que no llorarás. Pero si te puedo prometer que te voy a amar por encima de todo. Y que, si te lastimo, me arrodillaré a tus pies para que hagas lo que quieras conmigo. Serás mío, Yugyeom, de la misma forma que yo seré tuyo. ¿Crees que puedas conformarte con eso?

No puedo dejar de llorar.

Es injusto.

Es tan jodidamente injusto.

-Está bien, hyung...

Supongo que ya nada importaba. Ya nada podría ser peor...

Así que no importa lo que pase ahora. No importa nada.

Siempre y cuando pueda tenerlo.

Me abraza aun con más fuerza y siento como un par de gotas humedecen la piel de mi espalda.

Sí, está bien.

Realmente no importa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro