Avanzar

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Y así el que solía ser un pequeño huérfano pudo terminar siendo un héroe no sólo para su reino, sino también para sus nuevos amigos y su bella amada, con quien se casó un año después. El fin. —Terminó de narrar la mujer mientras arropaba a un niño de aproximadamente seis o siete años en su cama.

— ¿Y vivieron felices por siempre?—preguntó el menor.

— ¡Por supuesto!—contestó ella. —Bueno, ya que te conté un cuento es hora de que cierres los ojos y te duermas.

—Pero mamá, tengo miedo. — Le contó. —Está muy oscuro.

—No tienes nada que temer. —dijo ella en el mismo tono de voz dulce de siempre para consolar a su hijo. —Nada te pasará, además yo, tu padre y James estamos aquí para protegerte en caso de que algo malo empiece a pasar. —Sonrió.

— ¿Siempre estarán conmigo?—Vio cómo su madre asentía como respuesta a su pregunta.

—Por supuesto cariño, jamás te abandonaremos. —Acarició la mejilla del castaño.

— ¡Bien! —Le dio un fuerte abrazo, para después escuchar la dulce risa de su progenitora.

—Nunca estarás solo, recuerda eso Alexander...

[...]

El inmigrante abrió sus ojos de inmediato, ¿había estado soñando con alguna memoria suya acerca de un momento feliz que había tenido con su difunta madre durante su infancia? Como sea, era solo otro recuerdo que lamentablemente jamás volvería y debía dejar atrás en ese huracán de hace años.

Se levantó de su cama, se arregló y después se dirigió a la cuna donde se encontraba el pequeño Philip, aquél bebé que sus amigos le habían pedido cuidar mientras se encontraban en Londres para asistir a una boda. Era como una mezcla perfecta de ellos, aunque no podía negar que parecía tener características de alguien más, pero debía ser cosa suya.

—Muy bien pequeño, hora de que vayas a comer. —lo sacó en la cuna para cargarlo en sus brazos. —Ya que si no te alimentas temprano te podrías enfermar, ¿y sabes que es lo que pasaría si llegara a pasar eso?—miró al infante a los ojos. —Así es, yo estaría en problemas con tus padres y nadie quiere eso, en especial yo. —dicho eso salió del cuarto y se dirigió al comedor, donde lo estaban esperando los Mulligan.

—Buenos días Alexander. —dijo la esposa de su amigo, Elizabeth, o como le decían, "Beth", quién cocinaba en lo que su marido se ocupaba de sus hijos pequeños.

Elizabeth era la sobrina del almirante Charles Sanders, quién trabajaba para la Armada Real Británica. Se conocieron cuándo ella acompañaba a su tío a ir a la tienda donde Hercules estaba aprendiendo el oficio, siendo él el primero en sentirse completamente indefenso al verla. Desde ese día él comenzó a cortejarla diariamente, logrando su objetivo de enamorarla con éxito. Finalmente ellos se casaron, empezaron a formar una familia y tiempo después Hercules, John y Lafayette conocieron a Alexander. El sastre no dudó en ofrecerle un techo para dormir al poco rato de conocerlo, y por fortuna Beth no le vio problema y dijo que el inmigrante podía quedarse con ellos todo el tiempo que quisiera.

— ¡BRRAH! ¡Buenos días!—Saludó el sastre señalando el asiento vacío a su lado, pidiendo con ese gesto que Alexander se sentara ahí, quién le hizo caso tan pronto como dejó a Philip en el comedor de más que por fortuna la pareja tenía por si acaso, pues a Beth le gustaba estar preparada para cualquier cosa.

— ¿Dormiste bien?— preguntó la mujer mientras le servía el desayuno al castaño.

—Sí, gracias. —Asintió él al decir la respuesta. — ¿Y ustedes?

— ¡De maravilla! Brraah—contestó Hercules alegremente.

Sus dos pequeños hijos, William y John W, soltaron ruidos al oír a su padre, siendo acompañados más adelante por Philip, quién ahora era el más escandaloso en ese momento.

—Algo me dice que estos serán grandes amigos. —aseguró Beth, quién se puso a limpiar las mejillas de William, quién tenía algo de comida esparcida por ahí. —Bueno, será mejor que se apuren o llegarán tarde a lo que tengan que hacer. —dijo, pues su esposo había seguido con su negocio de sastrería luego de la guerra y Hamilton se encontraba estudiando leyes, esperando poder terminar antes de lo normal. Y aunque a este le preocupara molestar a la señora Mulligan dejándola a cargo de un revoltoso más cuándo no estaba disponible, en realidad para ella cuántos más mejor.

—Tranquila amor, en eso estamos. —dicho eso el sastre siguió comiendo como los demás. — ¡Brraah!—Golpeó la mesa con emoción sin darse cuenta que su mano fue dirigida hacía el plato de Alexander, quedando su mano embarrada de lo que estaba comiendo y recibiendo miradas con el ceño fruncido de parte de su esposa y de su amigo al instante. —Brraah...

[...]

— Mamá, papá no volverá a casa, ¿verdad?—preguntó el niño, ya siendo un poco más grande en ese entonces, estando consciente de lo que pasaba a pesar de su corta edad.

—N-no sé de qué estás hablando, cariño. —sostuvo su madre con una sonrisa que obviamente era falsa.

— ¡Mamá, por favor! ¡James tampoco quiere decir la verdad y eso me frustra mucho!—Chilló con desesperación, harto de que le mintieran.

La mujer se quedó sin palabras por un momento hasta que se armó de suficiente valor como para ser honesta de una vez por todas.

—Alexander...—Se inclinó para estar a su altura mostrándole a la cara sus ojos vidriosos. —Perdóname, intenté convencerlo, pensando que de verdad le importábamos pero...—Se puso a llorar.

—Mamá, p-por favor no te pongas así, todo estará bien, ¡al diablo con él! —Hizo referencia a ese hombre y más adelante agarró la mano de su progenitora. —Solo ocultes más cosas o te harás más daño, si estás triste solo demuéstralo sin importar que yo y James estemos ahí presentes o no. —Le pidió, conmoviendo a su madre aún más ante la madurez que mostraba su hijo ante la situación.

—B-bien, prometo que desde ahora lo haré, cielo. —Sonrió otra vez solo que ahora sinceramente. —Prometo que de ahora en adelante seré honesta y avanzaré de alguna forma.

— ¿Entonces ya no habrá más mentiras?

—Así es. —Volvió a abrazarlo para posteriormente seguir sollozando.

A el niño aunque le dolía ver a su madre destrozada por la culpa de quién alguna vez llamó "padre", al menos le aliviaba ver de que por fin expresaba lo que sentía, pues no era la primera vez que mentía pensando que era lo mejor para sus hijos.

Lo que no sabía es que irónicamente muchos años después terminaría manteniendo una gran mentira que hasta él mismo trataría de creer, así como su madre, solo que la de él sería mucho más duradera.

[...]

— ¡Alexander! Llegaste un poco más temprano que de costumbre. —decía Beth mientras recibía al castaño, quién recién llegaba a casa. — ¿Cómo te fue?

—Bien, digamos que dar todo mi esfuerzo tiene sus frutos. —Expresó mientras se ponía a buscar a Philip con la mirada, hasta verlo jugar con los pequeños William y John W en la sala. — ¿Hercules aún no ha llegado?—preguntó mientras se ponía a cargar a su ahijado.

—No, de seguro sigue trabajando en su negocio. —respondió. —En un rato serviré la comida.

—De acuerdo. —Entonces vio que el bebé en sus brazos tenía algo de sueño. —Aww, parece que ya está cansado. —Se enterneció por la cara que ponía.

—Tal vez solo necesita una siesta. —supuso la señora Mulligan. —Deberías llevarlo a su cuna. —sugirió.

Alexander asintió y se dirigió a su cuarto para recostar al niño, donde lo colocó con despacio en la cuna...solo para que este se pusiera a llorar de inmediato.

— ¡Oh, vamos Philip!—Lo abrazó tan pronto como escuchó el llanto. —Tranquilo, tranquilo...—Comenzó a menearlo, sin mucho éxito. —Piensa Alexander, ¿qué harían John y Eliza?—Se preguntó a sí mismo pensando en las posibles opciones (Siendo cantar una de ellas pero ni que fuera un artista o algo por el estilo).

De pronto recordó que cuando su madre los veía llorar a él y a su hermano cuándo eran niños, ella simplemente los hacía reír poniendo caras graciosas, quizás el truco funcionaría con Philip. Así que sin pensarlo se puso a hacer un par de muecas ridículas, que hicieron que su ahijado se tranquilizara solo para quedársele viendo a su padrino un momento con cara de "¿Y a este que mosca le pico?", sin embargo tras ver otras caras se puso a reír.

— ¡Sí! Tu tío favorito lo ha hecho otra vez. —Volvió a ponerlo en la cuna tras luego de ver como volvía a bostezar. —Ahora, más te vale calmarte y cerrar tus ojos, ¿de acuerdo?—Lo arropó para posteriormente ver como finalmente el niño se quedaba profundamente dormido. —Espero que descanses bien. —Le susurró.

En ese momento al verlo tan de cerca se puso a pensar otra vez en el gran parecido a sus padres que tenía, pues había heredado los ojos y las pecas del padre y la sonrisa de la madre, una perfecta combinación de ambos. Sin embargo eso le hizo pensar en un instante como hubieran sido las cosas si tan solo ese niño hubiera sido suyo de haber logrado casarse con Eliza, o si incluso al conocer a John hubiera estado permitido desde un inicio...

No, no quería volver a fantasear solo para empeorar más su propio estado de ánimo. Así que ya iba a dirigirse hacia la puerta para salir cuándo vio que justo ahí se encontraba Beth, quién había visto todo, aunque casi mataba a Hamilton de un susto por su inesperada presencia.

—Perdón por asustarte, pero no pude evitar ver lo que hacías. —Murmuró la mujer mientras salía de la habitación junto a Alexander (con cuidado, pues no querían que Philip despertara).

—Descuida, está bien. —decía mientras tocaba su pecho debido a que por un momento sintió que se le había detenido.

—Serás un gran padre algún día. —Comentó estando segura de eso.

—Si es que no muero soltero. —Bromeó.

—No digas eso ni de broma Alexander, sé que llegará el día donde conocerás a mujer que te cautivará.

—Quizás...—Suspiró, pues en realidad ese día ya había sucedido, pero las cosas salieron de otra forma.

Fue en ese instante cuándo Beth vio la cara que había puesto el inmigrante, sabiendo muy bien de que se trataba.

—Vamos Alexander, sé que te dolió dejar ir a Eliza con John, pero debes avanzar.

— ¿Disculpa?—Puso cara de asombro al oír aquella oración.

—Mi esposo fue el de las flores en la boda, por lo tanto obviamente estuve ahí y vi ciertas miradas que ponías hacía ella a pesar de que fueron momentáneas. —Cruzó los brazos. —Sé leer las expresiones corporales de los hombres. —Mencionó. —La amas tanto a ella como a John más que nada en este mundo, por eso los apoyaste en todo desde un inicio, ¿cierto?

Alexander solo pudo desviar la mirada, aún no podía creer que su más grande secreto había sido descubierto, ¿tan obvio era? ¿Y si alguien más aparte de Beth lo había notado?

—No te preocupes, seguramente soy la única que pudo descubrirlo. —Le dijo como si hubiera podido leer su mente otra vez, sorprendiendo al caribeño.

— ¿Segura que no eres una bruja?—Le preguntó entre risas.

—No, solo soy muy observadora, es una de las cosas que enamoró a Hercules. —Contestó. —Y volviendo al tema...como dije antes, deberías avanzar, no puedes estar al pendiente de todos por el resto de tu vida.

—Lo sé, pero...

— ¡Pero nada! Tú no llegaste a Nueva York para sufrir por amor por el resto de tu vida, ¡sino para ser un nuevo hombre!—exclamó. —Tu felicidad también importa.

El castaño se quedó pensativo ante esas palabras, ¡era verdad! En sus planes nunca estuvo quedar deprimido hasta que se le acabara el tiempo, sino para demostrarle a todos de lo que era capaz realmente.

Si pudo sobrevivir a una terrible enfermedad que le quitó lamentablemente la vida a su madre y a un huracán que derrumbó su ciudad, podía vivir con un corazón roto. Pero estaba seguro de que la mentira que él creó lo seguiría perjudicando, sin embargo no podía revelar la verdad por obvias razones, aunque quizás había alguna forma de hacer que dejara de afectarlo negativamente. Y ya no dejaría que esas cosas le impidieran seguir adelante.

—Sí, tienes razón, gracias Beth. —Le dijo.

— ¡Por supuesto que la tengo!—Asintió. —Así que no tengas miedo por si conoces a otra mujer que sea de tu interés.

—De hecho, supongo que Hercules no te ha hablado de eso pero...creo que ya la conozco desde hace poco.

[...]

Finalmente había llegado el día en que John y Eliza iban a volver de Londres, por lo tanto Hercules y Beth se aseguraban de que todo en la casa estuviera ordenado mientras que Alexander se encargaba de ver de qué Philip estuviera completamente bien.

—Más te vale decirles que te cuide muy bien, eh. —Le dijo Hamilton al mini pecoso que cargaba, obviamente en juego porque sabía que él no sabía hablar aún.

— ¡Alexander! ¡Ven para acá que John y Eliza ya llegaron!—Avisó Hercules en voz alta.

— ¡Ya vamos!—dicho eso salió del cuarto solo para ver a la pareja saludando alegremente a Hercules y Beth, aunque se veían algo cansados seguramente por el largo viaje. —Miren quiénes vinieron por ti Philip. —Se acercó a ellos para después entregar a Philip en los brazos de su padre, quién se veía igual de feliz que sus progenitores al verse otra vez.

— ¡No sabes cuánto te extrañamos!—exclamó John para posteriormente darle un beso en la mejilla a su bebé, seguido de Eliza quién hizo lo mismo y luego se dirigió a sus tres amigos.

—Muchas gracias por cuidarlo. — Les agradeció la pelinegra. —Espero que no les haya causado problemas.

—Eeeeeh.... —Fue lo único que pudieron decir los anfitriones al unísono

— ¡Oh! Casi lo olvido. —comentó el sastre. Tras eso fue rápido a su cuarto solo para volver con una sorpresa; un abrigo parecido al que usaron en la revolución solo que del tamaño como para un niño. —Al ver a Philip estos días ya no pude esperar años para hacerle algo, ¡así que le hice esto! Para cuándo crezca dentro de un par de años, claro. —Los mostró.

— ¡Es hermoso, Hercules!—expresó Eliza maravillada mientras lo recibía. —No tuviste que molestarte en hacerlo.

—Cualquier cosa para el sobrino. —Asintió. —Además le hice unos iguales a William y John W, ¡Así que algún día podrían jugar a ser como sus padres!

— ¡Buena idea!— señaló John. —Lástima que la familia de Lafayette está en Francia, aunque Alexander podría hacernos el favor de casarse pronto, tener un Alex Jr. y así al menos ya tener a los cuatro. —Todos rieron ante su comentario.

—Lo pensaré. —sostuvo Hamilton rodando los ojos, ya se estaba sintiendo como una mujer a la que presionaban o mandaban indirectas para que consiguiera marido lo más pronto posible.

Más tarde los Laurens se prepararon para irse, aunque en eso Alexander rápidamente llamó la atención de Eliza, pues quería hablar con ella acerca de algo un poco alejada de los demás.

— ¿Pasa algo, Alexander?—preguntó la mujer.

—Discúlpame pero juro que no tardaré mucho. —aclaró. —Solo me gustaría que me respondiera una pregunta, por favor. —imploró.

Y tras recibir la respuesta, ya estaba listo para dar el primer paso para avanzar.

[...]

Era una mañana tranquila en la mansión de la familia Schuyler, donde en ese momento Peggy, se encontraba en la sala leyendo un libro. Y de pronto vio a Angelica llegar de afuera con un bello ramo de flores de color rosa.

— ¡Qué hermosas!—exclamó la menor para después acercarse a observar más de cerca lo que su hermana tenía entre manos.

—Lo sé, me las encontré afuera de la puerta, son para mí según dice la nota con la que iban. —contó la morena con una sonrisa.

— ¿Y quién las envía?

—Alexander Hamilton. —contestó mientras se sonrojaba al mencionar el nombre de aquél hombre que la hacía sentir satisfecha.

[...]

NOTA DE LA AUTORA:

¡Hola! ¿Qué tal? Sí, volví a tardar mucho,perdón,no me maten por favor(?) Seré honesta y les diré el motivo; no tenía inspiración ni ganas. Aparte de que la escuela estuvo presionándome últimamente, más porque estoy en mi última semana de exámenes. Y sinceramente tenía pensado en tardar más porque aquella energía que suelo tener para escribir no regresaba, hasta que pasó algo: 

¡¡UNSATISFIED AU ESTÁ EN EL RANKING DE WATTPAD COMO #1 EN HAMILTON!!

No tengo palabras para describir la gran felicidad que sentí en ese momento, juro que hasta casi lloré jajaja♥ 

Me encantaría dar un discurso super conmovedor pero tampoco quiero extenderme demasiado, así que solo quiero agradecerles a mis amistades que me dieron todo su apoyo, a mi beta -valkyrja y sobretodo a USTEDES por haber leído esta historia y motivarme a seguir escribiendo con todos sus votos y comentarios, por más pequeños y pocos que fueran. 

¡¡Definitivamente cuando pueda trabajaré en el siguiente capítulo con muchos ánimos!! Y prepárense, porque digamos que todo se volverá"imparable" y un "acto"  concluirá~

 ♥♥♥¡Muchas gracias!♥♥♥

Atte. LovelyFarah 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro