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Inútil.”

Una palabra corta pero que Jaebeom probablemente escuchaba más seguido que su propio nombre.

Un alfa inútil.”

Una ráfaga de viento, fría y traviesa, irrumpió a través de la ventana que había encima de su mesa. Tal vez el hecho de que estuviera abierta había sido descuido de alguien, pero Jaebeom agradeció el pequeño roce de frialdad sobre su cuerpo. Su mirada se posó de nuevo en el libro y los apuntes que tenía frente a él. Allí, en aquella biblioteca silenciosa, era uno de los pocos lugares donde podía estar realmente tranquilo, sin tener que estar escuchando comentarios mal susurrados o miradas terriblemente disimuladas hacia él.

Ya casi eran las dos de la tarde y su estómago vacío se lo recordó. Lo mejor sería terminar con lo que estaba revisando para irse a casa y comer allá. Pasó la página, siguiendo con los ojos el hilo de la lectura. Sus ojos brincaron entonces de un renglón a otro, a dos más abajo, al final de la página y luego a la otra, dejando que una pequeña mueca se dibujara en sus labios.

Necesitaba otro libro. En ese no venía lo que estaba buscando.

Con un gruñido de incomodidad, dejó sus cosas sobre la mesa y se levantó, acomodándose la bandana que usaba para mantener el cabello fuera de su rostro cuando lo llevaba un poco largo. Enfocado en sus asuntos, caminó hasta los estantes de arte, consciente de que si había un libro útil, estaría allí, en el apartado de música.

Sin embargo, su mirada se distrajo momentáneamente hacia uno de los estantes que estaban del otro lado del pasillo. Ciencias políticas, si no se equivocaba. Allí, una escena familiar se estaba desarrollando.

Normalmente, no era inusual que hubiera parejas en la biblioteca aprovechando lo silencioso y desolado de sus pasillos para tener un poco de tiempo a solas. Esta vez, sin embargo, a Jaebeom se le hizo un poco raro el lenguaje corporal de aquel chico, obviamente un omega, quien parecía más interesado en buscar algún título entre los anaqueles que en atender a lo que fuera que aquel alfa, notablemente más alto que él y que Jaebeom incluso, insistía en susurrarle al oído. Jaebeom pudo ver el momento justo cuando el omega rodó los ojos y eso se le hizo interesante. No pensó que hubiera un omega capaz de rechazar de forma tan visceral los avances de un alfa como ese.

Sin darse cuenta, se había detenido, observando a la peculiar pareja. No fue hasta después de un par de segundos que el omega lo notó y su mirada pasó de cansada a hostil casi instantáneamente. El alfa también lo vio y, en cambio, casi gruñó al notar que había otro alfa al pendiente de su presa.

—¿Se te perdió algo? —inquirió, dominante, rodeando con un brazo la cintura del omega—. No creo que tengas nada qu…

Pero sus palabras se cortaron cuando sintió un violento agarre en su cuello cortar su aliento. Ese omega, el cual parecía indefenso ante su cuerpo más grande y olor más intenso, acababa de agarrarlo por el cuello y empujarlo contra el estante, haciendo que los libros vibraran con el impacto.

—Si no quieres que te corte las bolas… —siseó el omega de cabellos oscuros— No te atrevas a volverme a poner una mano encima, escoria asquerosa.

El alfa lo miró, incrédulo, y si no fuera porque ya en su rostro rojísimo podían notarse los estragos de la falta de aire, probablemente lo hubiera golpeado por su atrevimiento.

El oxígeno, sin embargo, era una prioridad en ese momento.

Con un empujón, el omega lo soltó y se alejó, aprovechando mientras el fornido alfa tosía y recuperaba el aliento. Pasó junto a Jaebeom como una exhalación, huyendo de la biblioteca con pasos rápidos, casi corriendo. Tal vez mientras se defendía de aquel alfa había lucido valiente, con aquella mirada penetrante que Jaebeom nunca antes había visto en un omega, sin embargo, cuando pasó a su lado, pudo ver como sus párpados estaban comenzando a ponerse rojizos y el miedo que ocultó hasta ese momento, comenzaba a asomar en su semblante.

—¡Yah! ¡Park Jinyoung! —bramó el otro alfa, poniéndose de pie, dispuesto a perseguirlo—. ¡Detente!

Pero, una vez más, fue detenido.

Esta vez no fue el sorpresivo y violento agarre en su cuello, sino una mano, una simple mano sobre su pecho.

—Déjalo… está claro que no quería nada contigo.

El alfa miró a Jaebeom de pies a cabeza y solo entonces pareció caer en cuenta de quien se trataba.

—Pero mira nada más a quien tenemos aquí —apartó la mano de Jaebeom de su pecho con un gesto de asco—, el Alfa Atrofiado jugando al héroe.

—Solo no quiero que hagan un alboroto innecesario. Estamos en la biblioteca. —repuso Jaebeom, ignorando el apodo y la actitud del otro alfa. No quería pelear pero tampoco le fue posible ignorar a ese omega que acababa de salir corriendo, probablemente aterrorizado.

—No puedo creer que me haya sentido amenazado por ti —rezongó el alfa más alto—. Ni siquiera te miré bien. Solo sentí a otro alfa y reaccioné automáticamente. ¡Qué estupidez! —Se acarició el cuello, aun luciendo irritado—. Bien, lo que sea, no necesito gastar mi energía con un omega inútil como ese.

Y dicho eso, se retiró, alejándose entre los estantes de la biblioteca, dejando a Jaebeom allí con un montón de dudas que le gustaría despejar.

Ser un alfa implicaba unas cuantas cosas.

Implicaba ser fuerte y decidido, carente de temor o recelo. Lo que se esperaba de un alfa era liderazgo y eficiencia. Éxito, en pocas palabras. No era precisamente presión social lo que creaba a estas expectativas, sino pura biología. Cada alfa en el mundo sabía y sentía que tenía que cumplir con esas pautas. Su cuerpo lo dictaba con la fuerza que solo los instintos pueden imprimir en el comportamiento humano. Necesitaban ocupar posiciones altas y notorias, tener a su lado a un omega capaz de cumplir con su deber como tal. Era lo ideal. Menos que eso derivaría en la más absoluta frustración.

Por eso la palabra “inútil” era una que Jaebeom escuchaba frecuentemente cuando los demás iban a referirse a él.

Un alfa tranquilo, callado, demasiado reservado y poco sociable, rara vez era visto con buenos ojos. Ya estaba acostumbrado a esa situación, la había ido asimilando a lo largo de su vida, pero eso no significaba que no le molestara al menos un poco cuando era mirado desde arriba por otros alfas, incluso omegas, que se creían con el derecho de juzgarlo solo porque se salía del molde usual que estaba considerado como normal o correcto.

Y es que Jaebeom no gustaba de perseguir omegas o pelear con otros alfas por idioteces o solo para despejar la presión de sus hormonas. Prefería estar solo, hundido en un libro interesante o escuchando música. Se sentía más seguro así. Más cómodo y libre. Sin embargo, no le temía a las miradas de desdén ni al ligero acoso que usualmente recibía. Lo consideraba molesto, sí, pero eso no iba a detenerlo. Nunca lo hizo.

Desde la adolescencia, cuando su pubertad prácticamente lo pateó una mañana, sorprendiéndolo con su primer celo, hasta ese día, doce años después, cuando lo único que quería era graduarse de la universidad y vivir su vida en paz, Jaebeom nunca dejó que nadie se interpusiera en el camino entre él y sus sueños. Por eso era el único alfa estudiante de música de la universidad y lo disfrutaba, sin importarle los prejuicios que tuviera que enfrentar. Estaba bien si nunca se enlazaba con un omega o si los demás alfas jamás lo llegaban a respetar. Esas eran cosas a las que sabía que tenía que renunciar, y tal vez, precisamente por eso, se aferraba a su sueño con tanta fuerza.

A pesar de eso, o precisamente por eso quizás, fue que le extrañó lo que empezó a suceder luego de aquel día en la biblioteca. No consideraba que hubiera salvado a aquel omega, de hecho, ni siquiera le dio importancia a aquel suceso del que, milagrosamente, no había salido con un labio roto. Si no fuera porque seguía encontrándose a aquel omega en los lugares más inusuales, sus miradas cruzándose como si fuera accidental, él probablemente lo hubiera llegado a olvidar.

Sin embargo, no podía, no cuando aquel omega lo miraba desde lejos todos los días, disimulando con alguna bebida o libro, como si no fuera jodidamente obvio lo que hacía. Jaebeom intentó cambiar de lugar varias veces. Se encontró a sí mismo almorzando en el parque, o leyendo en las gradas de la cancha de futbol. Pero ahí seguía él, apareciendo a lo lejos, siempre con alguna justificación entre sus manos para verse lo menos sospechoso posible.

Y así estuvieron por un par de semanas hasta que un día no lo resistió más.

De nuevo en la biblioteca, sentado a unas tres mesas de distancia, de frente a él, aquel omega no había dejado de mirarlo con curiosidad por encima de un libro que estaba incluso siendo sostenido al revés. Algo tan torpe e incómodo se había extendido ya casi por una hora y no había forma en el mundo en la que Jaebeom se pudiera concentrar así.

Y tenía tareas que terminar.

Finalmente apoyó su lápiz sobre el cuaderno, ya al límite de su paciencia y levantó la vista para verlo, sin darle tiempo al omega de desviar su mirada hacia otro sitio. Con un gesto de su mano, le indicó que se acercara. No sabía si realmente lo haría, pero cuando lo vio ponerse de pie y tomar su mochila y sus libros para acercársele, supuso que temor no era precisamente lo que había estado deteniéndolo de hablarle.

Jinyoung. Si mal no recordaba, ese era su nombre. El omega “inútil” que había rechazado los avances de un alfa. Un omega de cabellos oscuros perfectamente peinados en todo momento, de mejillas suaves pero mirada firme y penetrante. Ese que ahora se acercaba luciendo algo incómodo en aquel enorme sweater color salmón y pantalones blancos que le daban un aspecto casi angelical el cual contrastaba enormemente con sus gestos y su forma de caminar. Jaebeom notó también que llevaba las mangas dobladas hasta sus codos y que sostenía su mochila en un solo hombro, descuidadamente. Él no era un experto, pero eso le pareció poco usual en un omega. Especialmente cuando todo su atuendo daba la impresión de que se esforzaba por lucir, al menos, tierno.

Al llegar a su mesa, Jinyoung lanzó su mochila en uno de los asientos vacíos y dejó sus libros sobre esta, tomando asiento frente a Jaebeom, quien simplemente lo miraba, siguiendo atentamente cada gesto.

—Supongo que ya lo habías notado. —dijo, a modo de saludo.

—Eras bastante obvio —Jaebeom apoyó sus antebrazos encima de su cuaderno, decidido a prestarle toda su atención al omega que tenía frente a él y cuya expresión algo gruñona le resultaba curiosa—. Solo quiero saber si necesitas algo.

—El otro día… allí —Jinyoung señaló con su mentón hacia los estantes—. Tú detuviste a ese alfa, ¿cierto? Pensé que me perseguiría, pero no lo hizo. Mierda, incluso pensé que me perseguirían los dos. Llegaste tan de improvisto, supuse que mi olor te había atraído.

Jaebeom sonrió ligeramente pero Jinyoung notó que más que divertido, lucía melancólico.

—Ese no fue el caso —contestó, restándole importancia a las suposiciones de Jinyoung con un gesto de su mano—. No te preocupes. Yo solo iba a buscar un libro. De hecho, ni siquiera les iba a prestar atención, supuse que solo estarían aprovechando la soledad de la biblioteca.

Jinyoung dejó que una mueca deformara momentáneamente su rostro. No había que ser un experto para notar que el simple recuerdo le resultaba desagradable.

—Ese día empecé mi celo —confesó, repentinamente—. Estaba tratando de esconderme aquí mientras hacía efecto el supresor que me había tomado pero ese alfa me encontró por mi olor. Supuse que tú también estarías ahí por lo mismo… pero al parecer no fue así.

—Pues no.

Jinyoung lo miró a los ojos y de nuevo Jaebeom se sintió analizado por esa mirada penetrante y algo arisca. Era como si el omega intentara descifrar algo en él, en el  aparente desinterés, en la actitud serena y poco hormonal que tenía Jaebeom ante cada cosa que él, un omega, le decía.

—¿Sabes que los demás te llaman Alfa Atrofiado?

—Sí… —Jaebeom retiró su mirada, luciendo algo incómodo con la repentina pregunta— Estoy bastante familiarizado con eso. —Y lo estaba. Lo había escuchado ya muchas veces y, siendo sinceros, no era el apodo más inverosímil. Sí estaba atrofiado después de todo.

—Pues me parece un apodo horrible —dijo Jinyoung con sinceridad— Solo porque tienes una actitud diferente…

Aquella respuesta, dicha con descuido, fue una que Jaebeom nunca pensó escuchar de omega alguno. De hecho, ahora que lo pensaba, era la primera vez que tenía una conversación así de larga con alguno. Ninguno estuvo nunca dispuesto a prestarle más de dos segundos de atención a menos que necesitara un favor suyo. Pero, contrario a lo que podría parecer, no le ponía nervioso, de hecho, le emocionaba un poco porque Jinyoung no lo había mirado con desprecio ni una sola vez. No lo estaba juzgando o exigiéndole que cambiara su actitud hacia él, que actuara mas como un alfa. Era refrescante y, sin dudas, agradable.

—Gracias —sonrió, genuino, y eso hizo que fuera Jinyoung quien retirara ahora la vista.

—Y pues… yo quería agradecerte apropiadamente —Jugueteó con sus dedos—. Por lo de ese día…

—No tienes que molestarte por eso. No fue nada.

—¿Sabes? Había dudado en acercarme porque pensé que serías un alfa raro. O sea… raro en el mal sentido. No me gusta acercarme voluntariamente a ustedes. Usualmente son unos imbéciles o, en el caso de que sean amables, siempre van a tener una segunda intención. Sin embargo… —Rascó su nuca, como si le costara un poco decir esas palabras— No quería quedarme sin agradecerte. Sería maleducado. Por eso te estaba observando, también esperé a que pasara mi celo para que no fuera incómodo hablar contigo si realmente llegara a hacerlo.

—No tienes que preocuparte por eso —Jaebeom negó suavemente, llevando una de sus manos a su rostro para señalar su nariz con la punta de su dedo índice—. Todos esos olores… yo no puedo sentirlos.

Su confesión cayó suavemente en el silencio que se formó entre ambos, como una hoja seca que se acuna en la brisa del otoño, hundiéndose lentamente en la expresión cada vez más sorprendida de Jinyoung. Jaebeom sabía que lo había dicho de forma muy repentina, como si fuera algo sin importancia. Para él, de cierta forma, lo era, pero estaba consciente de que no era la cosa más usual para decir y que, de hecho, no solía decirlo. Mucho menos a alguien que prácticamente acababa de conocer. Pero hubo algo en Jinyoung que le hizo desear decirle, quiso ver su reacción y antes de darse cuenta, ya estaba revelando su único secreto como quien anuncia su tipo favorito de café.

Tenía que reconocer que a veces era un poco impulsivo con las cosas que hacía.

—Eso… ¿Por qué?

—Tuve un accidente cuando pequeño —explicó—, me caí de un árbol y me fracturé algo en el rostro, no recuerdo bien qué —Acarició su propia nariz a la vez que levantaba la vista, tratando de evocar la compleja explicación médica que solo su madre solía recordar perfectamente cada vez que le preguntaba—. La fractura sanó sin problemas y no hubo otros daños. Pero gracias a eso ahora no puedo sentir olores. Un nervio cortado o algo así.

Jinyoung escuchó atentamente su explicación, tomándose luego unos segundos más de silencio para asimilar las palabras del alfa. Normalmente, cuando alguien descubría el secreto de Jaebeom, solían verle con lástima y saltar directamente a las preguntas incómodas. ¿Cómo podría hacer para conseguir un omega? ¿Relacionarse con los demás? ¿Competir con otros alfas? Todos enseguida lo miraban como si fuera discapacitado y procedían a tratarlo diferente por ello. Jaebeom odiaba eso y probablemente esa era la principal razón por la cual prefería ocultarlo y quedar como un raro. Era preferible ser raro a ser débil.

Pero, para su sorpresa, Jinyoung no lo miró con lástima ni culpa. Los ojos del omega parecían divagar en un montón de ideas y situaciones que solo sucedían en su mente. Jinyoung parecía disfrutar de las cosas que ocurrían en su cabeza y a Jaebeom estaba empezando a gustarle como todo lo que salía de allí tenía un ligero sabor a inesperado.

—¿O sea que no tienes que sentir a los alfas apestosos cuando están con sus hormonas revueltas tratando de decidir quién puede beber mas soju antes de desmayarse? —preguntó y casi lucía envidioso—. Suena conveniente.

Y ahí estaba de nuevo. Una respuesta imprevisible, única, como todo en aquel omega. Jaebeom no pudo evitar sonreír  y, por primera vez, Jinyoung le acompañó a hacerlo, relajándose en el asiento a la vez que apoyaba también sus antebrazos sobre la mesa.

—Me gustaría saber más… —pidió sonando ahora un poco más suave, más tranquilo, y Jaebeom se tuvo que sacar a sí mismo de la pequeña hipnosis que le provocó esa ínfima sonrisa.

—¿Sobre qué?

—No sé… —Jinyoung se encogió de hombros— ¿Cómo se siente vivir así? ¿Ha sido duro? ¿Es por eso que no eres como los demás alfas? Perdón si soy indiscreto… pero realmente me causas curiosidad.

Jaebeom se acomodó distraídamente la bandana, deslizando sus dedos por dentro de la pieza de tela en un gesto que ya era inconsciente para él. Lo que había comenzado como una simple charla para aclarar el asunto de las miradas furtivas ahora parecía haberse convertido en una conversación real. Esa no era la especialidad de Jaebeom. Sin embargo, mentiría si dijera que no quería hablar con Jinyoung, que no quería contarle sobre sí mismo y, de paso, saber un poco sobre ese omega tan peculiar. Ese omega “inútil”. La curiosidad que había sentido aquella tarde en la biblioteca renacía ahora, mucho más impetuosa que antes.

—Pues… —Se aclaró ligeramente la garganta mientras ponía sus palabras en orden— No fue la gran cosa mientras era niño. Los problemas empezaron a surgir durante mi adolescencia. No sé si el hecho de que no puedo distinguir los olores influyó en mi forma de ser, pero realmente nunca le vi lo interesante a las cosas que suelen hacer los demás alfas. Ya sean deportes o discusiones académicas, simplemente no me llaman la atención. Tal vez es lo mismo con los omegas. No puedo olerlos así que no creo que todas esas hormonas influyan en mí de la misma manera —Notó que Jinyoung ahora descansaba su rostro sobre la palma de una de sus manos, escuchándolo con  tranquilidad. Era curioso como algo tan ínfimo podía hacer que Jaebeom se sintiera así de bien, en paz—. Supongo que eso también les lastima un poco el orgullo. Soy un alfa que no los desea, uno que no reacciona a sus encantos.

—Ya puedo ver de dónde surgen todos esos rumores entonces. Eres el único alfa en la facultad de música, ¿cierto? Le pregunté a los chicos de allí y ninguno tuvo nada agradable que decir de ti pero cuando les pregunté la razón solo eran cosas que habían escuchado o simplemente rechazo por el hecho de que nunca les prestaste atención.

Jaebeom sonrió brevemente.

—Sí, los omegas tienden a odiarme o ignorarme. Y los rumores... son inevitables supongo.

—Dicen que eres raro —Jinyoung jugueteó con las hojas de su libro—, probablemente algún tipo de psicópata. Otros dicen que lo más seguro es que seas impotente.

El alfa levantó una de sus cejas.

—Bueno… supongo que es algo que podrías pensar.

—Me parece estúpido que te juzguen por cosas tan tontas. Solo he hablado contigo por un par de minutos pero se siente agradable… eres, por mucho, el alfa más agradable que he conocido.

Jaebeom no supo exactamente qué debía contestar a eso. ¿"Gracias"? ¿Cómo reaccionas cuando un omega te hace un cumplido de repente?

—Además… —Jinyoung se inclinó cerca, sin darle la oportunidad de contestar algo— Eres apuesto.

Con una seguridad que sorprendió al propio Jaebeom, Jinyoung estiró su mano, sujetando cuidadosamente la bandana que sujetaba el cabello de Jaebeom para tirar de ésta hacia atrás, sacándosela con cuidado pero sin temor alguno. Los negros y ondulados cabellos cayeron entonces sobre el rostro del alfa, cubriéndolo hasta los ojos. Instintivamente, Jaebeom usó sus dedos para acomodar esos mechones traviesos, abriendo un poco de espacio para poder mirar. Al hacerlo, se encontró con la mirada fascinada de aquel omega que parecía haber descubierto el más delicioso e interesante secreto detrás de sus cabellos.

—En serio… Tan apuesto…

Jaebeom le sostuvo la mirada, completamente en blanco mientras veía de nuevo esa sonrisa traviesa surgir en los labios del omega. Era la primera vez en su vida que escuchaba eso.

¿Apuesto? ¿Él?

—Ahora que lo pienso… no sé tu nombre —Jinyoung se sentó de nuevo, aun sosteniendo la bandana en su mano, como un pequeño trofeo—. ¿Estás muy ocupado con eso? —Señaló los libros que seguían abiertos e ignorados delante de Jaebeom— Tal vez podrías decirme mientras vamos a tomar un café.

Jaebeom se quedó helado una vez más. Un mechón travieso se metió nuevamente en su campo visual pero esta vez ni siquiera atinó a moverlo de allí.

—¿Me estás invitando a tomar un café?

Jinyoung fingió pensárselo, levantando una de sus comisuras.

—Pues… sí. Creo que eso acabo de hacer. ¿Qué sucede? ¿Primera vez?

—¿Me creerás si te digo que sí?

La sonrisa de Jinyoung se amplió.

—Pues eso solo lo hace más interesante —Se puso de pie, guardando sus cosas en la descuidada mochila que llevaba consigo para luego agarrar los libros que había pedido de la biblioteca y cuya única función había sido la de servirle como trinchera para espiar—. Vamos, hay una cafetería al fondo del campus, cerca del edificio de literatura. Si te gusta pasar el rato en la biblioteca, créeme, vas a amar ese lugar.

Jaebum solo tartamudeó un dudoso “vale”, también guardando sus cosas. Aquello estaba resultando demasiado novedoso para él. Demasiadas cosas nuevas en tan poco tiempo. Sin embargo, ya se estaba empezando a dar cuenta de que no podría negarse a nada si Jinyoung se lo pedía con una sonrisa.

Y ese fue el día que, por primera vez en su vida, deseó poder sentir el olor de alguien.










































Corrección: mili_ngu

Hola, sí, un poco random, lo sé.

Hacer esta brevísima historia no fue algo tan azaroso como puede parecer. Tuve mis razones. Siendo la principal el cumpleaños de una persona a la que quiero con el alma y a la cual la distancia y mis deberes estudiantiles no me dejaron  ofrecerle un regalo mejor.

PeachyGrowler  este es tu regalo de cumpleaños, sé que probablemente ya sospechabas que se trataba de algo así porque soy demasiado obvia cuando se trata de sorpresas pero, a pesar de eso y del terrible atraso , espero que este sea un regalo que puedas disfrutar.

La segunda razón es un concurso, esa misma personita me animó mucho para participar porque realmente no estaba segura (no lo estoy) pero aún así, lo quise intentar.

Sin más, espero que quienes lean hasta aquí, sea porque fue de su agrado todo lo anterior. Aún hay dos capítulos más. No s vemos por allá.

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