♢Tres♢

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Su intensa mirada me hacía poner los pelos de punta. Él estaba sentado frente a mi mirándome fijamente con un pequeño cuadernillo en sus manos. Lo sabía, escribiría todo lo que yo dijera y luego lo usaría para escribir un libro de la patética vida de una adulta que aún es virgen.
Su labio se curvo en una pequeña sonrisa y se recostó sobre el sillón relajadamente y aún observándome. ¿Era parte de una terapia mirarme todo el tiempo y ponerme jodidamente nerviosa?, ¿En que podría ayudarme aquello?
Mis ojos recorrieron nerviosamente el cuarto del sexólogo. Llena de libros con un color azul de fondo y un moderno escritorio en el centro con una pequeña portátil sobre ella. Un sillón color beige pequeño en el cual él estaba sentado y un gran ventanal con el fondo de una maravillosa vista a el bosque.

— Bueno Natasha, ¿Me dirás porque estás aquí o te dedicarás a observar todo el alrededor como un niña curiosa? —Preguntó llamando mi atención.

— Em... yo, si, es que, es algo, un poco complicado...

— Por si te sirve, he oído miles de casos complicados, el tuyo será solamente uno más.

— Es difícil para mi decirlo... tú no entiendes. —gruñi, mirando en otra dirección. Él suspiro inclinándose y mirándome fijamente.

— Por algo estas aquí ¿no?, Debes decírmelo...

— Yo, oh Dios... ¿Seguro que tengo que decírtelo? —pregunté totalmente ruborizada. Una pequeña risa se escapó de sus labios mientras dejaba el cuadernillo en la pequeña mesa a su lado.

— No soy adivino, obviamente debes decírmelo. —repitió calmado y cerré los ojos fuertemente mientras a balanceaba una y otra vez en el pequeño sillón.

Esto era mas vergonzoso e lo que alguna vez había pensado. Mis dedos comenzaron a jugar nerviosamente unos con otros y de un momento a otro la habitación comenzó a sentirse calurosa. Sentía como la sangre subía hasta mis mejillas y pequeñas gotas de sudor bajaban por mi frente.
Él pelinegro me miraba divertido y eso no ayudaba en nada. Él miro su reloj de muñeca y luego a mi. Me estaba demorando más de lo que debía y entendía que él tenía otros "pacientes" por atender.

— Venga, nena, dime... muchas personas vienen aquí con problemas y los he ayudado, también puedo hacerlo contigo, pero debes decírmelo.

— Bueno, mira, el problema es el siguiente... —Jos asintió expectante y me vi obligada a mirar a otra parte.—Tengo algunos problemas en la cama.

El río y yo rodé los ojos repitiendome en la cabeza la estúpida frase su había dicho. ¡Claro que tenía problemas en la cama!, por algo estaba allí, en la consulta de un sexólogo que según Sara me ayudaría con mi fobia.

— Vale, al menos comenzaste, ahora dime ¿Que clase de problemas? —Preguntó, tomando el cuadernillo en sus manos junto a una pluma.

— ¿Te importa si te digo que no lo escribas?

— ¿Porque? —Preguntó confundido.

— Me pone aún más nerviosa. —resignado, el sexólogo cerró el cuaderno dejándolo nuevamente a su lado y poniendo ambos codos en sus rodillas y enterrando su rostro entre sus manos.

— Vamos Natasha, ¿Me dirás o no?

— Si, pero dame un poco de tiempo.

— ¿Más de lo que te estoy dando en este momento? Hemos estado casi veinte minutos así, tu mirando a tu alrededor y yo sin saber que hacer. —suspire mientras sobaba mis sienes con los dedos y me preparaba mentalmente para mi humillación.

Él se pondría a reír como loco y yo... no sabría que hacer, solamente quedarme sentada allí hasta que él se tranquilizara y me dijera que tendría que hacer.

— El otro día fui con un chico a casa. Las cosas se pusieron calientes y terminamos en mi habitación —comencé.— yo estaba un poco pasada de copas y ni siquiera me di cuenta cuando ambos nos encontrábamos en ropa interior. Cuando el intento sacar mis bragas, mi pie accidentalmente llegó a su cara.

— ¿Lo golpeaste?

— Si —Musite avergonzada.

— Muchas personas se golpean accidentalmente en la cama, eso no es un problema.

— Tenerle miedo a que te toquen así, si lo es... —añadí bajando la cabeza, esperando su risa. Pero eso nunca sucedió.

— ¿Eres virgen? —preguntó y yo lo mire sorprendida, ni siquiera lo había mencionado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro