Día 7: Día libre.

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Contenido fluff/soft y advertencia de mención de +18.

[…]

En aquella que fue la guarida de los antiguos "Tipos Malos" estaba completamente solitaria. Al haber dejado de ser los criminales más buscados en la ciudad, lograron conseguir buenos empleos y recaudar dinero para comprar cosas necesarias en su vieja guarida, convirtiéndola en un lugar agradable para quedarse. Los integrantes de la pandilla tenían algunos planes para pasar la tarde de ese sábado. Esa era la oportunidad perfecta para tener un día libre de cualquier desastre que se les ocurriera hacer o cualquier broma contra ambos caninos en cuanto estos tienen alguna cita o un momento romántico.

Hablando de esa pareja de depredadores, estaba el lobezno buscando una película para ver junto a la vulpina que estaba buscando algunas botanas, refrescos y dulces para comer en esa tarde de películas. Era lo único que podían hacer. Diane no tenía trabajo que hacer, no tenía papeleos que organizar o revisar alguna reunión importante. Lobo por su lado no tendría nada que hacer, y se le ocurrió esa idea de estar los dos juntos.

─ ¿Elegiste una buena película? ─ Cuestionó su novia caminando hacia él con las botanas, refrescos y dulces, dejándolos en la mesa que tenían enfrente suyo.

─ Estoy en eso. ─ Respondió sin apartar la vista de la gran pantalla que tenía en esa guarida, sintiendo que la zorrita de sentaba a su lado con tranquilidad.

La contraria había sonreído por ver a su novio concentrado en lo que hacía, por lo que no dudaría en darle un pequeño beso en su mejilla y recostar su cabeza en el hombro del lobo. Por su parte no esperaría ese dulce y tierno beso de ella en su mejilla, causando que un ligero rubor se posara en sus peludas mejillas y que su cola se moviera levemente. Sentirla tan cerca de él era una sensación tan relajante y alegre que le causaba tanta paz en su ser.

Aún con su labor pendiente de cambiar canales para ver alguna película su sonrisa tomó lugar en su rostro por ese lindo gesto de su chica, recostando su cabeza contra la de ella. Diane no pudo evitar sonreír por eso y tomar la mano libre de su lindo lobito, pero algo que no pudo esperarse fue que el mayor había tomado su mano para otorgarle un lindo beso en el dorso de su mano, mostrándole esa coqueta mirada que siempre le plantaba en cara, haciéndola sonrojar.

Una carcajada se escapó de los labios de la gobernadora y abrazó al mayor con total emoción, sacándole también sus carcajadas al depredador de traje blanco. Les encantaba hacer ese tipo de cosas estúpidas que eran más que suficientes para pasar un tiempo juntos. Era increíble que dos personas como ellos llegaran a terminar juntos tras todo lo que habían pasado, pero era más que evidente que se complementan con la compañía del otro. Hasta que se dieron cuenta el control del televisor había caído al suelo, causando en ambos caninos que alzaran sus orejas por el ruido. Se miraron entre sí y sonrieron de manera burlona.

Entre juegos y ligeros codazos querían ver cuál de los dos tomaba primero el control para cambiar el canal y elegir la película. Sus manos se enredaban entre sí y no conseguían tomar el mando del televisor, logrando oírse gruñidos del chico de pelaje oscuro o pequeñas risas de la jóven zorra. Fue así hasta que el control terminó en manos de la jóven de ojos esmeraldas y traje formal de color gris.

─ ¡Yo gané! ─ Expresa ella con arrogancia hacia el mayor que la miraba fijamente y con una expresión de enojo. ─ Así que yo escogeré la película que vamos a ver.

─ Genial. ─ Murmuró enojado el canino de orbes amarillos cruzando sus brazos y recostarse en ese sofá.

La Gobernadora Foxington ante su victoria no pida evitar chillar de alegría, pero esa emoción se esfumó por ver al hombre de oscuro pelaje enojarse por su cometido. Su sonrisa no tardó en apoderarse del territorio de sus labios, posando los mismos en el rostro del contrario, dándole ligeros besitos por toda su cara, logrando que el mayor se empezara a reír y sostener las mejillas de su chica con sus manos.

Ambos conectaron sus miradas con un característico brillo en ellos, sin borrar sus bellas sonrisas. Juntaban sus narices de manera tierna, moviendo ligeramente sus esponjosas y suaves colas por lo bien que se sentía ese momento entre aquellas almas completamente enamoradas. Ese cariño que se tenían no se compara con nada, y ese amor es, sin duda, más fuerte que la sensación de tener algún objeto material. Para ellos, ese amor valía más que mil millones de dólares en total.

Diane al notar que animó a su pareja había tomado nuevamente su asiento a su lado mientras buscaba una buena película que ver, hasta que se encontró con una película protagonizada por Dwayne "La Roca" Johnson y Kevin Hart llamada: "Un espía y medio". Sin demasiado que hacer había dejado esa película mientras se retiraba sus tacones con la intención de sentirse más cómoda, recostando su cabeza en el hombro del lobezno. Esa acción de la menor lo había hecho sonreír y recostar su cabeza contra la de ella, abrazándola con su brazo izquierdo.

Las botanas se agotaban conforme avanzaba la película que miraban. Sus risas no tardaban en aparecer en los momentos cómicos, o sus ojos no evitaban abrirse hasta el límite por las sorpresas que revelaban en el filme. Así pasaban la tarde esa pareja de depredadores. Película tras película disfrutaban de su compañía y de lo silencioso que estaba tanto el lugar en el que estaban, como la ciudad.

La luna se empezaba a asomar en el cielo que se vistió de color negro viéndose que las primeras estrellas también acompañaban a la luna. El frío era evidente en aquella ciudad al llegar la noche, pero algunos autos cruzaban las calles sin hacer demasiado ruido, también viendo que algunas personas caminaban tranquilamente viendo que hacer en esa noche de sábado.

Los ojos de ambos caninos película tras película empezaban a pesarles, tratando de mantenerlos abiertos pero era, en este momento, la tarea más difícil que pudieran ejecutar. La primera en caer en los brazos de Morfeo fue la zorrita que dejó caer todo su peso en el hombro del más alto, y hablando de él también trataba de luchar con el sueño pero este es más fuerte que sus deseos de permanecer despierto. También terminó en el mundo de los sueños junto a su adorada, logrando tomar su mano y entrelazar sus dedos antes de caer dormido en ese sofá junto a ella.

[…]

La televisión aún se encontraba encendida, la luz de la luna entraba por las grandes ventanas permitiendo iluminar toda la guarida, y el silencio era lo que reinaba en toda la ciudad.

El hambre empezaba a ser notoria y por el vacío en su estómago fue por lo que terminó despertando, mirando a su lado a esa zorrita que dormía plácidamente, sacándole una sonrisa. Había frotado sus ojos para abrirlos mucho mejor, mirando a su alrededor y dándose cuenta de que aún sus amigos estaban fuera. ¿Y qué horas serán ahora? ¿Ya se hizo de noche, tan rápido?

Buscó su teléfono para orientarse de la hora hasta verlo en la mesa que tenía enfrente, tomando el aparato y encenderlo. Son las 9 con 36 minutos. Conociendo a sus amigos hasta pueden quedarse despiertos toda la noche por hacer locuras. Claro, locuras que no involucren algún robo, son buenos ahora.

Pero ha de admitir el líder de la banda que extraña esa vida. Era emocionante, llena de acción... Quitando el hecho de que eran despreciados, debe reconocer que esa vida criminal era más divertida.

─ Pff... ─ Sacudió su cabeza al pensar eso. Son buenos ahora y no piensa regresar a ser un rechazado, un ser odiado, un tipo malo.

Antes de levantarse y buscarse algo de comer había pasado algo, pues sintió que lo abrazaban por la cintura con delicadeza. Un rubor apareció en sus peludas mejillas y había bajado sus orejas ligeramente. Sus brillantes ojos había visto a su novia abrazarlo con ternura y una bella sonrisa en su rostro.

─ Mm... Lobín... ~ ─ Ronroneaba ella dulcemente. Seguramente tenía un sueño en el que ellos dos eran los protagonistas, pues su tierna sonrisa seguía presente en su rostro.

Lobo estaba entre la espada y la pared. ¿Qué puede hacer? Quería buscar algo de comer pero no quería despertar a la chica. Recordó las botanas que deberían estar en la mesa pero se encontró con envolturas y migajas de las mismas frituras. Un gruñido había salido de sus labios por ver eso, volteando su cabeza hacia atrás con sus orbes amarillos puestos en el refrigerador que tenía muchas fotos de sus amigos y él. El refrigerador era su única opción de buscar comida, pero no quería que ella se despertase... Además, le encantaba que Diane lo abrazara.

El depredador de traje blanco había vuelto a ver a su novia con dulzura, pero esa dulzura en su mirada se había vuelto algo más pues verla tan tranquila, inconsciente, sumida en el sueño y con esa sonrisa en su rostro... Demonios, ¿Ella siempre ha sido tan hermosa y sexy a la vez?

Sus ojos la miraban intensamente, dándose cuenta de que ella ya no usaba ese saco gris, usando esa blusa blanca ligera pero claramente arrugada. Sus dientes salieron a aprisionar su labio inferior y sus ojos se entrecerraban. Poco a poco su hambre aumentaba, pero ya no era de comida.

─ ¿Qué es lo que haces en mí? ─ Cuestionó silencioso, logrando separar a la vulpina de su cintura y recostarla en el sofá con suavidad, colocándose sobre ella.

La había acomodado para que estuviera lo más cómoda posible, siendo ahora él quien se quitaría su saco albino y dejarlo sobre la mesa de botanas, conservando su camisa blanca, aprisionando el cuerpo de su novia con sus brazos al posicionar los mismos a los costados de la cabeza de la chica de pelaje anaranjado. La veía respirar profundamente, con serenidad, subiendo y bajando su pecho lentamente. Lobo había dejado salir de sus labios una sonrisa maliciosa ante la idea que quería realizar en su dormida chica.

Se había acercado más a ella hasta esconder su rostro en el cuello de la fémina, logrando que sus labios se posaran en la perfecta piel de la chica. Sus besos eran suaves y delicados, tampoco quería que con sus acciones ella despertara tan pronto. Sus besos en una fracción de segundo pasaron a ser succiones y ligeras mordidas, escuchándose de la contraria pequeños suspiros y jadeos. Al menos ella estaba en un bajo nivel de conciencia para sentir sus atenciones.

Una sonrisa se escapó de sus labios mientras su lengua pasaba lentamente por su cuello, escuchándola suspirar. Sus manos tomaban era otro camino llendo hacia su cintura con delicadeza para acariciar la misma con cariño. Nuevamente sus manos subían hasta la blusa blanca de la pequeña zorrita que entre sus sueños sus jadeos no cesaban. Mientras sus traviesos dedos retiraban cada botón de esa blusa su lengua lamía su cuello para posar sus labios en esa zona y succionar su piel clavando sus dientes.

─ Eres sólo mía, Diane... ─ Le susurraba en su oído tras haberle dejado esa marca en su cuello, de esa manera marcandola como suya.

Ante ese comentario sus ojos empezaban a abrirse, viendo borroso al lobezno que se encontraba sobre su cuerpo con una sonrisa seductora. Ella entre sus cantos exitantes lo miró con rabia.

─ S-Sabía que tramabas a-algo... Ah...~ ─ Jadeó sin poder evitarlo al sentir que el lobezno escondía su rostro en sus senos al haber terminado de desabotonar su blusa blanca.

─ ¿Y acaso quieres que me detenga, preciosa?  ─ La retaba mirándola desde esos suaves y cálidos senos. Ay Dios, si fuera por él, estaría escondido en ellos todo el día.

Sus besos volvieron a hacer su trabajo, otorgándole los mismos en sus pechos junto con ligeras succiones. La vulpina ante esas acciones de su enamorado no podía hacer más que jadear y empezar a gemir para él. Aunque detestaba admitirlo, le encantaba como la trataba el lobo feroz cuando hablamos de esta clase de encuentros. Verlo tan dominante ante ella era algo que le fascinaba, verlo cumplir todas las peticiones que ella le decía, todas sus fantasías.

El canino de orbes brillantes fue dejando un camino de besos desde el valle de sus senos hasta su abdomen, mordiendo y lamiendo el mismo a la vez que sus manos bajaban hasta la prenda inferior que usaba la agitada chica que gemía ante el agradable trato que le daba su novio. El de traje blanco al haber retirado aquel pantalón de tono grisáceo había dejado a la fémina con sus prendas intimas y aquella blusa blanca que yacía abierta. Era una visión que alimentaba más su deseo y hambre de aquella sexy mujer.

N-No... N-No quiero... ─ Contestó avergonzada ante el ofrecimiento del lobezno de parar, ella deseaba más y eso era más que evidente para el depredador.

Sin poder más había besado aquellos labios que lo llamaban silenciosamente para comérselos, y la jóven zorrita correspondía también a ese beso escuchándose aún sus gemidos que estos eran ahogados ante el contacto de sus labios contra los del mayor. Lobo poco a poco perdía la cordura, sentirla tan cerca de su cuerpo, escucharla jadear y gemir ante las acciones que él hacía, saber que él era el hombre que causaba todas esas inquietudes en la pequeña era una cosa tan única que ni loco la cambiaría.

─ T-Te amo... ─ Confesó el mayor ante la chica entre sus labios, alejándose de los mismos con pesar mientras pasaba su lengua por sus afilados colmillos y hocico. ─ T-Te amo demasiada...

─ La más joven por escuchar esa proclamación de amor de su Lobito su corazón comenzó a correr a gran velocidad por la emoción, abrazando al contrario y darle besos en su rostro. ─ T-También te amo, Lobín...

Él nuevamente había sonreído por escúchala corresponder a su confesión de amor, robándole un beso a la chica que lo aceptó con gusto y una gran sonrisa en su rostro.

Entre tantas caricias, besos, jadeos y gemidos pasaron la noche juntos, disfrutando mucho más ese día libre en el que nada, absolutamente nada podía molestarlos ahora.

[…]

Eran las once en punto y fue en ese momento en que aquella puerta de esa guarida se había abierto dejando ver al cuarteto que entraban a su hogar totalmente cansados por el día que tuvieron. Tiburón y Tarántula se dirigieron a la nevera en busca de comida, mientras que Piraña y Serpiente habían visto la pantalla del televisor encendida, observando unas dos cabezas apoyadas entre sí frente a esa pantalla.

Los dos amigos de miraron entre sí y se acercaron hacia el sofá, descubriendo que eram la Gobernadora Foxington y el líder la pandilla totalmente dormidos. Algo que no tomaron por desapercibido fue que la zorrita tenis puesta la camisa blanca del lobezno completamente abotonada, y el mayor por otro lado tenía tan sólo su pantalón de color albino, dejando su torso descubierto.

─ ¿Qué fue lo que pasó aquí? ─ Cuestiona la pequeña piraña confundida, rascándose la cabeza y tomando el mando del televisor para apagarlo.

─ Mm... Se nota que hicieron muchas cosas. ─ Burlaba la víbora sabiendo que fue lo que habían hecho esos dos caninos. Le haría preguntas a Lobo en la mañana.

Piraña y Serpiente se habían alejado del sofá dejando a los tortolitos descansar en ese sofá. Ellos junto al tiburón y la pequeña tarántula de fueron rumbo a sus habitaciones.

El lobezno y la zorrita estaban más que agusto con el calor natural que desprendía el cuerpo del otro, sonriendo tiernamente por estar juntos en ese momento en donde de entregaron amorosamente. Sin duda fue un gran día, eso quedó muy en claro.

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¡Llegamos al final de la week! >:3

Me siento tan feliz de haber culminado está dinámica que, sinceramente, me encantó haber participado. ❤️⭐❤️⭐

En fin, espero que les haya gustado a los que la hayan leído, y espero que le haya gustado también a la creadora de la Week Wolfington. La admiro en serio ;w;

Cómo sea, eso fue todo, y sin nada más que decir...







¡Largo de aquí! 💗✨

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