Atrapados

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A quien vergas se le ocurrió inventar los lunes, en serio había un día peor que el lunes... no lo creo.

Deberían quitarlo del calendario, hoy como todos los lunes empezó siendo un desastre.

Hacía mucho frío para salir de mi cama y mi hermana no me había dejado quedarme, ahora ahí estábamos frente a la imponente escuela.

—Si me muero de una neumonía va a ser tu culpa —me queje.

—Si Andy si te da una neumonía y te mueres será mi culpa mientras tanto irás a la escuela —ordenó parada a un lado de la puerta intentando sacarme.

—Ya se que me odias pero no lo demuestres tanto —bufé cruzándome de brazos.

Mi hermana me "ayudó" a bajar porque más bien me bajo a la fuerza para terminar por besar mi frente y acomodar mi bufanda.

—Si te sientes mal o tienes mucho frío regreso al rato por ti de acuerdo —me calmó.

Bufé para asentir, cuando ya estaba al otro lado de la acera tomé el teléfono para marcarle.

—Si, ¿Qué pasó?—preguntó confundida mirándome por la ventana.

—Ya me regresas a casa —pedi.

—Te veré al rato Andy —se despidió para dejarme en el frío.

Esperaba ver al chico estorbando como siempre y en efecto ahí estaba con el cigarro en mano sentado en el barandal.

—Ojalá un día te caigas y te atragantes con el cigarro —bufé.

—Ojalá un día te resbales por el hielo y no te puedas levantar —contestó sin mirarme.

Estaba por decir otra cosa cuando esa mano en mi hombro me detuvo.

—Ah pero cuanta amistad hay aquí —dijo Xim negando— un día van a tener que llevarse bien.

Ambos nos miramos para negar.

La chica sonrió para ayudarme a subir la rampa pues no quería sacar mis manos de los bolsillos.

—Que te parece si nos saltamos la clase y vamos a un lugar calientito —pedí ya dentro de la escuela.

—No todos somos unos cerebritos como tú —señaló— algunos de nosotros si necesitamos ir a clases.

—Cuanta maldad hay en ti Ximena —ataque molesto.

La chica sonrió para besar mi frente, aún así me obligó a ir a clases, sin embargo me estaba muriendo de frío.

—Llamaré a Sofi, ya no aguanto —me queje.

La morena me abrazó fuerte.

—Solo debes acostumbrarte al frío, yo estaba en las mismas cuando llegué —me calmó pasándome un poco de su calor.

—Tu tienes gracita y pechos que te cubran yo soy un palito—me quejé.

La chica me miró por un segundo para ladear la cabeza y asentir dándome la razón.

—Eso no te lo voy a negar —afirmó— pero esta bien te dejaré abandonarme solo porque no quiero que te resfríes y me abandones por mas días.

—Que hice yo para merecerte —dije burlón.

Al salir del salón ya tenia mi mensaje preparado para mi hermana.

—Te dejó, debo ir a la asamblea —señaló besando mi mejilla— nos vemos mañana si dios quiere.

—Espero que no quiera —me burlé.

Ella me miró amenazante para pellizcarme... como les encantaba lastimarme.

Me fui directo al elevador, cuando intentaba pasar mi tarjeta por el lector terminó por caer al suelo.

—Mierda —me queje.

Me estire para alcanzarla, para mi suerte la puede alcanzar sin problemas.

—Tratando de escapar —dijo el chico frente a mi.

Me reincorpore para verlo frente a mi.

—Mierda satanas no aparezcas así —me quejé molesto.

El chico solo rodó los ojos para pasar la tarjeta, ambos entramos al elevador.

—Así que eres de los que se escapan—murmuro—mejor para mí así no te soporto más.

—No verte y estar en mi casa calientito, dos buenas razones para huir —señalé.

—Me parece bien —bufó

Se empezó a sentir el movimiento del elevador cuando de repente sentimos el golpe que paró junto con las luces que se apagaron.

—Mierda —dijo el grandote.

Suspiré, ya no nos estábamos moviendo.

—Tranquilo se debió ir la luz —lo calmé— no tardara en llegar.

—¿Cómo estas tan seguro? —preguntó mirándome molesto.

—Ah no es mi primera vez, es más común de lo que crees —asentí— una vez me quedé en uno por tres horas, aunque con mejor compañía.

El chico solo me ignoró para empezar a tocar el botón de auxilio.

—No funcionará —señale sacando mi teléfono.

—Al menos estoy haciendo algo o es que tienes una gran idea para sacarnos de aquí —gruño, estaba particularmente irritable hoy.

—Marcarle a Xim —murmure— me parece una idea más sensata que presionar un botón que no funciona.

—Eso... en realidad es una buena idea —se calmó.

Mire mi teléfono para bufar... ya no era tan buena idea.

—No hay señal —me negué— ya ni modo moriremos aquí.

El chico negó intentando abrir la puerta.

—Eso no... solo lo empeorarás —me quejé.

—No me voy a quedar aquí contigo —se quejó.

Mire al blanquito, estaba sudado y temblando, hasta yo sabía que no era por el frío y la razón de su insistencia en salir no era por mi.

—Ay mierda... no me digas que eres claustrofóbico porque si hay algo peor que estar encerrado es estar encerrado con personas como tú—señale.

El chico solo me miró para recargarse en la pared del asensor.

—No soy claustrofóbico... solo no me gustan los lugares pequeños —se quejó respirando con dificultad.

—Muy bien tranquilo esta cosa no se va a caer —lo calmé.

—No estaba pensando en eso... pero gracias por meterme una preocupación más —gruño alterado aún aferrado a la pared.

El chico estaba alterado y esto no iba a funcionar si no manteníamos la calma.

—Bien tranquilo solo siéntate —lo jale.

El chico me miró nervioso.

—Confía en mi si —pedí.

Aslan me miró para asentir y sentarse como ordené.
Me bajé de mi silla para sentarme a su lado.

Puse mi mano en su pecho para presionar ligeramente, sentía su corazón latir con fuerza.

—Bien solo respira de acuerdo, respira —pedi.

Poco a poco se fue calmando hasta que su corazón volvió a la normalidad, el chico abrió los ojos para poner su mano sobre la mía.

—Ya la puedes quitar —ordenó— o empezaré a cobrarte por el toqueteó.

—Idiota —negué poniendo los ojos en blanco.

Quité su mano para mirarle.

—¿Mejor? —pregunté orgulloso de mis trucos.

—Bueno al menos ya no siento que mi corazón va a explotar —bufó.

—Sabes las probabilidades de que un elevador caiga...

—Eso no ayuda —se alteró de nuevo.

—Bien no te gustan las probabilidades —me quejé— nos sacarán de aquí pronto.

—Cierto... Ximena hará preguntas cuando no te vea —asintió.

—Exacto —mentí, para mi amiga yo ya estaba en mi camita con mil cobijas.

El chico solo asintió.

—Entonces cuéntame porque te obligan a ser mi niñero —le miré.

—No quiero hablar de...

—Bien entonces sigue pensando en que estaremos atrapados aquí horas por la asamblea —señale.

El blanquito suspiró y después de un momento por fin hablo.

—El año pasado me pelee con un chico... le rompí la nariz, así que como parte de mi condena era hacer servicio comunitario y creyeron que la mejor opción para no perder clases era ser Carer —explicó— así terminé atado a ti.

—Me hubieran puesto a Ethan, es más agradable que tu —me cruce de brazos— y le da galletas a Carl todos los días.

—Yo también hubiera preferido a Carl, no jode tanto como tú —atacó.

—Pues deberíamos cambiar —señale.

—Me parece bien cuando salgamos de aquí iré a llenar el formato —aceptó.

Nos quedamos ahí en silencio por unos segundos.

—Ni de broma nos hacen cambio verdad —señale.

—No, no lo creo —aceptó— quien te querría cuidar.

—Quien te querría como niñero —acepté.

Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, el frío metal y la falta de luz hacía que este lugar se empezara a congelar, el chasquido del encendedor me sacó de mi trance.

—¡Qué mierda haces! —me quejé.

—Pues ya que no fuiste de mucha ayuda es esto o tener un ataque de pánico —insistió.

Bufé para poner los ojos en blanco, el chico me miró para ofrecerme uno.

—Tengo pulmones frágiles así que te agradeciera dejarás de hacer estupideces como fumar a mi lado —me queje.

El chico solo me miró para apagarlo.

—¿Es por eso que tienes ese hoyo en la garganta? —preguntó serio.

—No vas por ahí preguntando por los hoyos de las personas ehh —me queje

—No dijiste que distraerme era lo mejor —insistió.

Bufé para poner los ojos en blanco.

—Me dió meningitis a los ocho así que estuve en coma por un par de meses, como no podía respirar bien me pusieron un tubo en la garganta así que me hicieron una traqueostomia y bueno eso es la marca —expliqué la mentira que en parte era cierta, si estuve en coma y si requerí la traqueostomia.

Era un mentiroso por excelencia, debería empezar a dar clases.

—Vaya mierda —señaló— pero no deberías cubrirla.

—Agh si me vas a sacar todo el rollo de que debo amarme a mi mismo sin importar como luzco te voy a golpear —bufé.

—¿Y no es verdad? —arqueó las ceja— te ves como la mierda pero lo importante es que te sientas bien contigo mismo y aceptes tus defectos.

Le miré para levantarle el dedo medio, el solo puso los ojos en blanco.

—Odio las preguntas —explique— odio más explicar porque estoy así, por eso lo oculto... no quiero que piensen que soy frágil o débil.

—Yo no pienso que seas frágil o débil —me miró— irritante, molesto y un completo idiota si, pero débil no.

Asentí... era el halago más raro que me habían dado.

—Gracias grandote miedoso —me burle.

—Di lo que quieras pero a quien no le da miedo morir por un elevador— señaló.

—A mi no —acepté.

—Mentiroso —bufó.

No lo era, simplemente no le tenía miedo a morir.

Mientras los minutos transcurrían empezaba hacer más frío.

Traté de conservar el calor pero aún con toda mi ropa me estaba congelando.

—Cuanto llevamos aquí —dije abrazándome por el frío.

—Casi una hora —señaló— ¿Te sientes bien?

—Lejos de que me congelo y quiero ir al baño estoy bien —asentí.

El chico bufó para quitarse su chaqueta y cubrirme con ella.

—No tienes que...

—Si te mueres tu hermana ya no me va a comprar helados y es una muy buena cliente —señaló.

Asentí para cubrirme bien.

Seguimos ahí encerrados por otra media hora más, la puerta del elevador se abrió dejando ver que estábamos entre los dos pisos.

El miedo te hace hacer cosas irracionales, paralizarte, orinarte o en el caso del blanquito tomar mi mano.

—¿Hay alguien ahí? —preguntaron.

—Por desgracia si —grité— nos pueden ayudar, me estoy orinando.

—Ah Ander —dijo la voz del entrenador— en un momento los bajamos chico.

—Ya viste no moriremos —lo calmé.

El chico asintió nervioso aún con los ojos cerrados.

—Amm ya me devuelves mi mano —pedí.

El chico negó bastante asustado.

—Está bien te la presto hasta que nos saquen de aquí —le permití.

Se tardaron otra media hora más en sacarnos.

—Ya estamos a salvo —lo calmé— anda abre los ojos ya.

El chico hizo caso para ver que en efecto el elevador ya estaba en el piso.

—Gracias —susurró.

—No hay de que —dije mirando mi manita— son trescientos por el toqueteó de mano.

El chico me miró irritado.

—Te lo paso si me ayudas a volver a mi silla, tengo las piernas entúmidas —pedí.

—No siempre las tienes así —señaló.

—Así es —extendí los brazos para que me ayudaran.

El blanquito lo hizo para que saliéramos de ahí, ahí estaba ya mi hermana.

—Andy —dijo abrazándome

—¿Soso qué haces? —pregunté— me estas avergonzado.

—Xim dijo que ya te habías ido pero no me llamaste así que estaba preocupada por ti —explicó— te llamé mil veces y no me contestaste...

—Nos quedamos encerrado en el elevador —señale— ya vez todo por mandarme.

—Lo siento —besó mi frente— vamos te prepararé chocolate caliente.

Asentí, ya moría por mi camita caliente.

—Ander —me llamó el chico— gracias.

Asentí, habíamos pasado una hora encerrados sin matarnos... un gran avance.

Atrapados pero juntos 🌚 si señor.

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