Decisiones

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Trabajar con Santiago en equipo era... era un constante sufrimiento lleno de gritos y el pendejo había sido yo por haberme quedado en equipo con él.

Louis había tenido suerte pues se había salido del curso para cambiarse a otro más interesante, y aunque al principio todo fue paz y tranquilidad todo terminó cuando me toco hacer mi parte.

Al parecer pararme y sonreír a la cámara no era mi único trabajo, incluso el moreno me hizo decir mi "experiencia" y lo digo así porque ni siquiera fue la mía ya que él escribió lo que tenía que decir.

—Te recuerdo que mañana me voy —recordó sin interés mirando su computadora.

—¿A dónde? —pregunté.

Él me miró y arqueó las cejas para suspirar molesto.

—Voy a mi país a ver lo de la escuela —repitió— te lo llevo diciendo hace días.

Me quedé pensando, estaba seguro de que no lo había dicho.

—Espera... creí que me acompañarías a lo de la granja de mi tía —me quejé.

—Y yo que me ponías atención cuando te hablaba —sonrió torpe— al parecer ambos nos equivocamos.

Suspire molesto.

—Mi vuelo sale a las seis, te puedo acompañar un par de horas —aceptó muy a la fuerza.

Me acerqué para besar su mejilla y sonreírle.

—Gracias —agradecí aún sonriente.

—Quita esa sonrisa y ponme atención —gruñó — son casi seis horas de vuelo y el trabajo se sube a las ocho y solo tienes media hora para subirlo, ese es tu único trabajo no lo arruinas —sentenció.

—Creo saber subir un documento —puse los ojos en blanco.

Él suspiró y me abrazó, nos quedamos en el sillón viendo una película hasta que desperté por la canción de Bob Esponja a todo volumen.

—Charms —gruñi levantándome.

—¡Yo que! —exclamó mi hermano quien venía bajando de las escaleras.

Ahí fue cuando me percaté que era Santiago quien estaba viendo la tele.

—¿De verdad? —pregunté molesto.

—No puedes escuchar  la canción de Bob Esponja si no es a todo volumen —afirmó.

—Dieciocho años y sigues viendo Bob Esponja — me burlé.

Él se giró para mirarme ofendido, como si lo que hubiera dicho fuera la peor ofensa que le pudiera decir.

—Vuelves a decir algo malo sobre Bob Esponja y te quedas sin novio —aclaro.

Mi hermano se burló de los dos y terminó por sentarse a ver la caricatura junto con Santi.

Esa noche descubrí que se puede reír tan fuerte como un niño de nueve años por una esponja.

Santi se fue un par de horas después cuando mis padres llegaron no muy contentos y aunque el regaño esperaba que fuera para mí terminó siendo para Charms.

—Golpeaste a un niño —regañó mi madre.

—Fueron tres —confesó Charms orgulloso— solo que dos no fueron de chillones con la maestra como Sander.

Yo no pude evitar reírme aunque eso llamo la atención de mi madre.

—Crees que es graciosos Winter —regañó— yo no le veo la gracia a que tu hermano vaya por ahí golpeando niños.

La tenía considerando que el menor era más pequeño que la mayoría de sus compañeros, los Jones nunca habíamos sido muy altos.

—Pues...

—Vete antes de que lo empeores —aconsejo mi padre.

Y lo hice pues tenía razón.

Me fui a mi habitación para acostarme en mi cama pues el día sería largo.

Una media hora después mi hermano subió molesto y aunque podía parecer un niño tierno nada que salía de su boca concordaba con su apariencia de niño bueno.

—¡Mierda! —exclamó.

—Charms —dije riendo.

—Cállate Winter —gruñó para subirse a la cama y gritarle a la almohada.

Deje que se calmara para preguntarle.

—¿Por qué los golpeaste? —pregunté.

—Uno me dijo que Santa no era real, el otro simplemente ver su cara me hizo golpearlo —se parecía tanto a Santiago— y Hank dijo que eras marica.

Lo miré sin saber que decir.

—Tu... ¿Sabes que es marica?

Charms se quedó pensando por un momento.

—No pero supuse que era algo malo —concluyó—uno no va y le dice a alguien que su hermano es marica de manera burlona esperando que sea un cumplido.

Era listo... más listo que yo por lo que no sabía cómo explicárselo.

Suspire abrumado.

—Tu sabes que me gustan los hombres —le dije.

—Lo supuse cuando te vi besarte con Santiago —dijo burlón.

—Si —contesté cuando puse los ojos en blanco— pues hay personas que no lo aceptan y decir marica es un tipo de ofensa.

Charms se quedó pensándolo una vez más.

—Que idiota ahora si lo voy a golpear de verdad —se enfadó.

—No Charms no, no vale la pena —le dije— golpearlo solo te hace igual que ellos.

—Ya lo golpee Wint solo volveré para rematar —puso los ojos en blanco.

No podía contra su lógica solo esperaba que no le tirara algún diente.

Me tiré a dormir pues viajaríamos por la mañana.

La granja estaba a dos horas de casa, cada año mi tía hacía una fiesta para celebrar un año más libres de adiciones para sus chicos y como mi tía era él orgullo de mi padre teníamos que asistir.

Yo odiaba la granja con todo mi ser, odiaba los mosquitos, los caballos me daban miedo y mi bastón se enterraba en el lodo.

Llegamos con Santi detrás.

—¡Qué bueno que llegan! —exclamó mi Tía.

Abrazó a mi padre y luego a mi madre para proseguir.

—Bebé uno, dos, tres y cuatro —dijo dándonos un abrazo grupal.

—Sunshine, Nike, Winter y Charmander —le recordó mi madre.

—Tal vez con nombres más normales —sonrió—como no es así siguen siendo bebés.

Probablemente lo seriamos incluso cuando fuéramos mayores.

Ella miró a Santi y le sonrió.

—No me vas abrazar Santiago —le dijo mirándole.

—No —contestó— me sigues debiendo dinero de lo que me tiraste.

Ella solo sonrió y lo abrazó.

Nadie dijo nada y solo continuamos.

Después de un rato nos aburrimos así que nos sentamos frente a los caballos.

—Esto no es una fiesta —gruñó Santi— mínimo esperaba alcohol —bromeó.

—Si sabes que esto es un lugar para rehabilitar personas adictas verdad —le recordé.

—Por supuesto —sonrió viendo el caballo.

—¿Estuviste aquí? —pregunté confundido.

—Encuentran algo de María en tu cuarto y ya te consideran drogadicto —puso los ojos en blanco —dos semanas aquí y se te quitan las ganas.

Nunca terminaría de conocer a Santi lo que hacía más interesante la relación.

—Me tengo que ir —dijo viendo la hora— ¿Sobrevivirás sin mi?

—Trataré —contesté riendo.

Santi besó mis labios y se fue.

Conocí a uno que otro chico de este lugar, muchos de ellos con historias tristes.

Volvimos a casa, la hora de subir el archivo se aproximaba y fue cuando las dudas empezaron acecharme.

No había tomado importancia a la cosas que nos había juntado más que como un trabajo escolar... pero ese estupido trabajo es lo que me separaría de él.

Santi necesitaba una buena calificación para entrar a esa prestigiosa escuela que quería en su país, él se iría y me dejaría solo.

La hora llegó y esos treinta minutos se hicieron eternos, me quedé congelado frente a la computadora, solo un clic cambiaría nuestro futuro.

El tiempo se terminó, cerré la computadora y me acosté a dormir... no había enviado el trabajo porque no quería que se fuera.

No podía dejarlo ir.

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