The Kiss

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Odio la escuela... la odio y no me pueden hacer cambiar de opinión.

Particularmente hoy me había despertado de un humor, que mi mamá prefirió mandarme con Lu que llevarme.

—Invierno —me miró irritado— cierra la boca.

—Es verdad —ataqué— como sabes como es la nada si en el momento en que piensas en ella ya no es nada.

El castaño  suspiro irritado para mirarme serio, estaba a nada de putearme.

—¿Cómo vas con Raven? —pregunté cambiándole el tema.

—Es mi novia —sonrió feliz— ya te lo dije nos casaremos en un futuro, tendremos muchos mini Lus y Ravencitos.

Negué, eso no iba a pasar conocía bien a la diosa.

Cuando llegamos nos dirigimos a nuestra mesa frente a la cafetería, ahí estaba mi nene con Raven comiendo galletas.

—Deliciosas, como tú —beso Lu los labios de su chica.

—No tendremos sexo —aclaró.

—Aburrida —gruñó Lu cruzándose de brazos.

—Ya fuiste a pagar lo del viaje, hoy es el último día —le recordó Bal comiendo otra Galleta.

—Mierda —dijo abriendo los ojos como platos— te veo al rato —mencionó besándole otra vez.

El chico salió corriendo de paso empujando uno que otro chico que se le atravesaba.

—¿Cuándo creen que madure? —preguntó ella riendo.

—A este paso llegaremos más rápido a Jupiter —se burló Bal robando otra galleta para al rato— es un niño aún.

—Y así seguirá Bal —mencioné— tendrás que ponerte dura en su relación para guiarlo por buen camino.

La chica me miró arqueando la ceja.

—De que hablas no somos novios —mencionó riendo— como puedo serlo si no se toma nada en serio.

—Es mejor para él así —asegure.

Los chicos me miraron esperando una respuesta.

—Infancia difícil —mencioné acechando la galleta de Bal pues era la última de mis favoritas.

—Claro no decidir si quieres un chupon de oro o de diamante debió ser difícil —se burló Raven.

—Que le comprarán lo que quisieran debió ser terrible —acompaño el menor, ambos se empezaron a reír dando ejemplos de ese tipo.

Lo que no debía decir se me salió.

—Él intentó suicidarse y estuvo a nada de conseguirlo —confesé tapándome la boca enseguida.

Los chicos dejaron de reírse, mirándome con cierta insertidumbre.

—Ese Lu, mi Lu —señaló Raven confundida.

Asentí un poco cansado.

—Él no era tan abierto y calmado como ahora, su padre lo presionaba demasiado, no tenía mamá y pasó la mayor parte de su vida sintiendo que era su culpa —expliqué— así que se mudó a Barcelona, se tomó un bote de pastillas y casi nos quedamos sin Lu.

Mi nene se recargó en mi un poco agitado por lo dicho.

—Por eso Lu es así ahora, quiere disfrutar de la vida a toda costa, no le da importancia a casi nada porque de hacerlo se presionaría —expliqué— excepto a su supuesta relación que para él es real.

La chica asintió bajando la mirada, no quería que saliera lastimado.

—¿Por eso es adicto al sexo? —preguntó Bal confundido.

Sonreí para besar la frente de mi nene.

—Creo que ya era así desde los catorce —me burlé— el punto es que no a llevado una vida tan fácil como lo párese, pero es un gran chico que vale la pena conocer.

Raven asintió considerando todo.

—Y quiere muchos hijos así que yo que tú me iba previniendo —me burlé.

—Oh no si tiene suerte le doy sólo uno —dejo muy en claro.

Asentí riendo.

—Por cierto no le digan que se los conté —expresé nervioso— no le gusta que lo traten diferente por eso.

—Tranquilo, seguirá siendo mi estupido Lu —sonrió Bal dándome la galleta pues mi intento había sido fallido y me había cachado.

Nos fuimos adelantando al salón pues hoy sería en el un bendito cuarto piso, solo una mente malvada como la de la maestra nos hacía esto.

—Donde está Santiago cuando lo necesito de burro para cargarme —gruñí.

—No debe tardar, me dijo que había ido con su papá al hospital por la mañana —expresó Bal jugando con una roca.

—Epa, epa como que te dijo —lo detuve— tu y él se hablan por mensajes.

—Si, somos amigos —sonrió— tranquilo solo tengo ojos para ti.

—Más te vale —gruñi— aunque un trío...

Balder me pegó riendo, mientras íbamos camino al salón nos topamos con Jason.

—Jay mis llaves cabron —le gritó Bal.

Con toda la incomodidad del mundo se tuvo que acercar.

—Winter —saludó sin mirarme.

—Jason —correspondí— ¿Cómo esta tu mamá?

—Bien, supongo —dijo levantando los hombros— oye yo lo siento, no sabía...

—Jay, Jay tranquilo de acuerdo —lo calmé pues parecía que iba explotar— lo que pasó queda entre ellos de acuerdo, tu y yo normal, amigos como siempre de acuerdo.

Le tendí la mano la cual estrechó un poco confundido.

—Pero para aclarar nunca fuimos amigos —me recordó.

—Pues ya no te puedo llamar sobrino —mencioné, el chico asintió para darle las llaves —enano, Winter

El chico se fue sin más.

—Que maduro Wint —sonrió Bal.

—Te gusta es mi nueva versión 3.0 —bromeé.

—¿Qué pasó con la 2.0? —preguntó inseguro.

—Pues tu y Santi la hicieron explotar —expliqué.

Negó divertido para tomar mi mano, amaba cuando lo hacía.

Llegamos al salón, medio muerto y con tiempo de sobra.

Me senté junto con Bal, estaba por disfrutar mi delicioso desayuno cuando busqué y recordé que no tenía nada.

—Oh no mi almuerzo —dije frustrado— deje mi mochila en la cafetería.

Bal negó divertido, le mire con ojitos para que entendiera lo que quería.

—Planeas que vaya por ella verdad —acertó medio abrumado— es del otro lado del campus amor.

—Iría yo pero es probable que termine muerto a mitad de camino —aseguré.

Balder suspiró abrumado, besé su mejilla para animarlo.

—Lo que uno hace por amor —bufo levantándose.

—Mucho amor te daré cuando regreses —guiñe.

Mientras él se iba Santiago llegó, más serio de lo común.

—Adivino olvidaste tu mochila —mencionó.

—Suele pasar —sonreí, a él le hacía lo mismo.

Santi se sentó a mi lado sacando sus galletas y un cuadrito de leche.

—¿Qué es esto? Tienes cuatro años acaso —me burlé.

—No desayune —contestó comiendo una galleta.

Me acerqué para robarle una a lo que gruñó.

—Ni me gruñas es tu culpa por no traerme —se la robe victoriosa.

No dijo más, tampoco me hablo solo se quedó mirando su teléfono apagado, más raro del nivel usual de Santiago.

—¿Todo bien? —pregunté.

El chico asintió sin mirarme, claramente mentía.

—¿Seguro? —insistí.

—¡Estoy bien carajo! —me gritó molesto.

—Aja ahora dilo sin gritarme —señalé.

—Joder es lo único que sabes hacer —se quejó.

—Aparte de atraer la mala suerte y romperme cosas, si —sonreí.

—Te hubieras quebrado la boca y no la cadera —murmuró.

—Oh así que volvemos a tu nivel usual de idiotes —ataqué— bien por ti.

Santiago se levantó molesto, ahora yo que dije.

—Al carajo, contigo no se puede —aseguró— no sé ni por qué volví.

—Sant... —un terrible mareo me dió sintiendo como si me fuera desmayar— no me siento bien.

Pero no era yo... estaba temblando.

Santi me tomó para refugiarnos bajo la banca, mierda no ¡dios... esta vez si que no me vas a casi matar en un jodido temblor!

Me aferré a Santi pues no quería este fuera mi quinto milagro o tal vez último.

Sentía como todo se movía, el proyector cayó a un par de metros frente a mi, al igual que un par de libros, unos segundos, unos segundos y se acabó.

Me quedé ahí en los brazos de Santi por un par de minutos sin separarme de él, tenía miedo pues este había sido mi primer terremoto.

—Santi lo siento —murmuré.

—Cállate —gruño— solo no digas nada.

Cuando nos llenamos de valor salimos por fin de la mesa, no había sido tan grave como creí, tal vez estar debajo de la banca y con el corazón de Santi al mil me había dado más miedo.

Me acerqué a la ventana para ver, había varios en las zonas de refugio sin entender que pasaba, las estructuras se veían bien y sin daño.

El proyector se había caído claro pero ya estaba flojo pues alguien, no dire nombres pero Bal, se había colgado de él y solo era cuestión de tiempo para que se terminara de caer.

—Será mejor salir de aquí —señale la puerta.

Santi asintió tratando de abrirla pero estaba atascada.

—Mierda —gritó golpeándola.

—Eso no hará que se abra —aseguré relajándome para agarrar una galleta mientras no me veía.

—Pues por la ventana será —gruñó.

—Estamos en un cuarto piso —señalé lo obvio.

—Tu saltaste de un quinto no —me recordó.

—No tengo ganas de intentarlo otra vez —asegure— además ya paso estamos bien.

—Si sabes qué hay replicas verdad —murmuró alterado.

—¿Réplicas? —pregunté inseguro.

El latino bufo regresando para patearla, pero nada.

—Santiago cálmate —señale— ya vendrá alguien de acuerdo, Bal sabe que estamos aquí y vendrá por mi —sonreí.

—A la mierda no quiero arriesgarme a estar en otro temblor contigo —señaló.

—No soy yo —gruñí cruzándome de brazos.

—Cuatro jodidos milagros, aún no sé cómo sobreviviste al últimos —exclamó.

Tal ves si era yo...

Santiago siguió golpeándolo, pero esa puerta no se abriría.

—Mierda no quiero morir —gritó, no lo había visto tan desesperado.

Bufé poniendo los ojos en blancos sin embargo su acción me llamó la atención.

—Sant... —lo llamé.

El chico negó con la cabeza sentándose, le estaba costando respirar, y sus labios empezaban a ponerse morados.

—No... quiero... —dijo con los ojos nublados.

El moreno estaba teniendo un ataque de pánico, me acerqué a él para sentarme a su lado, recordando el día que yo había tenido uno y él me había ayudado a salir de él.

—Santi, Santiago mírame estoy aquí —dije tomando su mano— estaremos bien de acuerdo.

Negó alterado, buscándome con su mano.

—Estoy aquí de acuerdo, no te voy a dejar así que mírame —lo llamé— mírame Santiago.

El chico trató de enfocarme, había perdido todo su color moreno viéndose tan pálido como yo, sus labios morados solo me decían que no estaba respirando.

—Sant... vamos Santi respira por favor yo... —mierda ahora que hacía, si se me moría aquí confirmarían la teoría de que atraía la mala suerte.

—No.... yo no... —Balbuceó el castaño.

—Sant... yo... tú —mire sus ojos aquellos ojos castaños que te atraían por alguna razón.

Mire, y supe que hacer... lo mismo que él hizo conmigo aquella vez.

Entonces lo besé, besé aquellos labios llenos de historia, aquellos labios que representaban mi primer gran amor, besé aquellos labios que me habían dado mi primer beso.

Cuando por fin me separé le miré, ¿Qué mierda estaba haciendo?

—Bueno ya respiras —dije nervioso.

El chico respiro recargando su cabeza en la pared.

—Cabe aclarar que solo lo hice porque no supe que más hacer —establecí— porque mi novio es Bal y lo amo.

Santi asintió aún sin mirarme, nos quedamos sentados procesando lo que había pasado.

Le miré un lágrima había rodado de su mejilla, era evidente que no estaba bien.

—Hey —lo llamé tomando su mano— ¿Qué ocurre Santi?

Seque su lágrima para verle.

—No sabía que le tenias tanto miedo a los terremotos —mencioné.

Él negó, sabía que había estado en uno cuando era pequeño, aquel que dejó casi en ruinas a su país... la razón por la que se mudaron tiempo después.

—¿Entonces? —le pregunté confundido.

Santi suspiró para terminar de limpiar sus ojitos, dió un beso a mi manita para quedarse mirando a la nada.

—Tengo un tumor en la pierna derecha —confesó por fin— y papá... cree que puede ser cáncer—confesó.

No supe que decir...  no quería...

Pero bueno qué capítulo el de hoy, iniciaremos por lo obvio. ❤️

¿Se imaginan a Lu de papá? ¿Cuantos hijos creen que tendrá? 👨🏻‍🍼

¿Les gusta Wint 3.0? ❄️

Si Wint no envía a su pareja por sus cosas ¿A caso es su pareja ? 🤷🏽‍♀️

El latino frágil ¿Se lo esperaban? 🥺

Odio los terremotos no hay mucho que decir, salvo que ¡SE BESAROOOOON!🌚

¿Qué se nos viene con Santi? 😔

Que se encienda el infierno porque a partir de aquí son puros elmos en llamas.

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