Capítulo IV: Un merecido descanso (Parte II)

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El interior de las "Cámaras de las Vigilantes/Celadoras" era sumamente oscuro para una persona común y corriente, pero Khadgar no tenía problema alguno con seguirle el paso a Maiev. La Líder de aquella facción de los Elfos de la Noche caminaba con suma calma, sus ojos que brillaban en la Oscuridad, algo tan cautivador y llamativo de su especie, sin olvidarse de que Atiesh, el Cetro de Medivh, resplandecía  bajo una luz blanquecina, tan parecida a una Estrella y que iluminaba el camino. 

No solo la penumbra que se cernía en su camino era uno de los obstáculos por el cual una persona debería enfrentar, también ese sitio era húmedo y frío, uno que paspaba los labios, cortaba la piel y causaba pequeñas heridas sangrantes, pero nada parecía afectar a los presentes. En un momento dado, Khadgar dio un par de zancadas hasta quedar cerca de la Elfa albina, cuyos ojos resplandecían debajo de la coraza que llevaba en su cabeza.

- Explícame qué ocurrió con Cordana Cantovil.- Fue la orden que le dio ella al "Guardián de la Fortaleza de Nethegarde", el cual suspiró profundamente, su pecho subía y bajaba ante esa respuesta que debía dar a continuación, por lo que fue articulando las palabras en un mensaje que no fue tan fuerte, cosa que no importaba para una Elfa como Maiev, alguien que había visto tanta muerte y destrucción a su paso.

Ella había sido una Sacerdotisa pertenecientes a las "Hermanas de Elune", quienes tuvieron un gran papel durante la "Primera Invasión de la Legión Ardiente", conocida también como la "Guerra de los Ancestros", en donde hicieron frente a las huestes de Sargeras y lograron detener su intento por destruir Azeroth. Sumado a ello, la chica era hermana de uno de los Héroes más recordados por su gente y ese era el Capitán Jarod Cantosombrío/Shadowsong del "Cuerpo de Guardias de Suramar", el cual se había convertido en el Comandante de las tropas que conformaban "La Resistencia Kaldorei". Sin embargo, ahora que los Elfos de la Noche ya no poseían ni gozaban de la inmortalidad, debido a que las energías del Nordrassil habían sido usadas para destruir a Archimonde El Profanador durante la "Segunda Invasión de la Legión Ardiente", ahora ellos envejecerían y morirían como las "Razas Jóvenes". A pesar de todo ello, Maiev no le temía a la muerte ni tampoco a la vejez, aún era la misma Elfa de la Noche brava, joven y valiente que podía derribar a cualquiera que tuviera la osadía de meterse con ella y su gente.

Khadgar, por su parte, él había sido el Aprendiz de Medivh El Último Guardián, quien había estado bajo la posesión de Sargeras y de que fuera el responsable de abrir el "Portal Oscuro" que unió a Azeroth y Draenor para que "La Horda Orca" cruzara y desatara la guerra. Habiendo muerto y sido liberado de aquel poder demoníaco, el joven había recibido la maldición que lo había convertido en un hombre adulto, siendo un muchacho en plena adolescencia. Habiendo sido partícipe durante la "Segunda Guerra" contra los Orcos, la "Expedición de los Hijos de Lothar" contra Draenor, Líder del "Kirin Tor", la lucha contra el Ogro-Mago Cho'gall y la "Hora del Crepúsculo" , así como también el asunto del Jefe de Guerra, Garrosh Hellscream y la "Guerra en el Draenor Alterno" habían provocado muchos acontecimientos que serían imposibles de contar en un solo día, sino de que se necesitaría todo un libro para ello.

Frente a ellos, una enorme "Puerta Élfica" se abría ante ellos, custodiada por dos Cazadoras, armadas con sus "Gujas de Guerra" y hallándose de pie, en comparación de sus compañeras que iban montadas en sus "Sables de la Noche". Aquellas bestias de pelaje oscuro y mirada penetrante detuvieron su marcha, Maiev se acercó hacia ellas y habló en su idioma natal, el Talassiano. Acto seguido, la entrada se abrió, viéndose como sus runas élficas se iluminaban y activaban el mecanismo de cierre, dando paso a una extensa bóveda repleta de oscuridad pero que, desde el fondo, podía verse una extraña luminiscencia verde pálida. Khadgar azuzó la vista, cerró los ojos y luego los abrió ante ese "show" que tenía frente así mismo. Se giró hacia la Líder de las "Vigilantes", quien permanecía en silencio, seria y notándose una extraña mueca de desagrado en su rostro.

- ¿Sabes lo que es el sacrificio en una batalla, Khadgar?.- Preguntó la albina, girándose y ese resplandor en sus ojos lo atrapó por completo.

El peli blanco asintió con la cabeza.

- Aún recuerdo sus palabras: "El Cazador no es nada sin su presa". Creí que capturar a Illidan iba a ser la calma de mi furia, por todas las muertes y destrucción que causó a lo largo y ancho de Azeroth pero estaba equivocada. Sus palabras llenas de ponzoña siguen en mí, clavadas como dagas en mi alma.- Sostuvo con un tono frío y allí pudieron verse una serie de "Crisálidas" de color verde pálido que resplandecían y allí, en su Centro, ubicado en ese "puesto", como si de un trofeo se tratara, yacía aquel que una vez luchó por su pueblo y que luego se "vendió" a los Demonios de la "Legión Ardiente". Uno que había osado torcer la mano del destino y que dejó su camino de destrucción, pero sin que ellos conocieran el motivo por el cual lo hizo.

- Illidan Stormrage/Tempestira.- Dio Khadgar a conocer aquel nombre.

- "El Traidor".- Agregó Maiev, caminando hacia el Centro de la Bóveda.- El mismo que osó destruirme, el que colaboró con los Demonios de Sargeras y que conquistó Draenor, ahora conocido como "Terrallende/Outland". Sí, así es.- Las últimas palabras de la "Celadora" se volvieron frías y las arrastró junto a sus pies hasta mirarlo de frente.- Y a pesar de estar inconsciente, congelado en el tiempo, aún se está burlando de mí: Sabe que yo obtuvo una victoria pírrica. 

- Ganó la batalla pero no la guerra.- El "Guardián de Nethegarde" rompió el silencio y caminó hacia ella, quien quedó con la vista clavada en ese sitio hasta que se giró.

- Sí.- Respondió y luego lo miró nuevamente.- Ahora dime qué fue lo que pasó con Cordana.- Ordenó con seriedad.

- Temería decirle que esta visita no es una en la que vengo y le doy las noticias de una caída en combate.- Alegó el peli blanco-gris, quien adquirió una postura más erguida e inflando el pecho.- Los sucesos que ocurrieron en el "Draenor Alterno" han dejado profundas marcas en todos sus habitantes.

- Da lo mismo que hayan sido los Orcos de aquí o los de otro Universo. Son la misma plaga que nos trajo bastantes problemas, al igual que los "Altonatos".- Le espetó Maiev con frialdad.

Khadgar comprendía aquel odio que la Elfa albina sentía hacia esas dos razas. Cuando el Dragón DeathWing el Destructor comenzó con el "Cataclismo" por todo Azeroth, la búsqueda de recursos se volvió muy crítica y "La Horda" necesitaba de la madera, así que el Jefe de Guerra, Garrosh Hellscream, lideró toda una conquista para expulsar a los Elfos de la Noche de Vallefresno y quedarse con sus bosques para mantener su máquina de guerra, así como también obtener la prosperidad para su gente. Mientras que todo eso ocurría, una facción de los "Altonatos" intentó volver a formar parte de la sociedad de los Kaldorei pero hubo muchas voces que criticaron aquella incorporación y entre esas personas se hallaba Maiev, la cual tomó medidas como el asesinato de varios de los representantes de esa gente por el bien de los suyos, ya que conocía muy bien que, después de tanto tiempo, los "Altonatos" seguían estando sedientos de la "Magia Arcana" y eso era algo que no iba a desaparecer. Y entre todos estos problemas, estalló una feroz confrontación que terminó con ella escapándose de las garras de sus perseguidores, "La Horda" que fue expulsada de Vallefresno, gracias a la ayuda de "La Alianza", el Rey Varian Wrynn del Reino de Stormwind y los Worgen comandados por el Rey Genn Greymane/Cringris de Gilneas, en donde hicieron frente a las huestes de Garrosh y sus Magnatauros traídos desde Northrend/Rasganorte.

- Nosotros nos confiamos, por mucho tiempo, de que el "Pozo de la Eternidad" no iba a ser un problema, pero el error fue el de la Reina Azshara y sus "Altonatos", los cuales abusaron del poder que tenía y atrajeron a los Demonios de Sargeras, quien la engañó para que pudieran cruzar y causar destrucción. Yo lo viví y aún perdura en mis recuerdos, Khadgar.- Las manos de Maiev se clavaron en la crisálida de Illidan.- Y después de todo lo que tuvimos que pasar, Tyrande y Malfurion vuelven a cometer el mismo que Azshara: Confiar en esa gente. Ellos tuvieron su oportunidad, ¿acaso no se aprende lo que dicta la Justicia? ¿Perdonarías a un criminal de guerra por lo que hizo?. Estoy segura que Lady Jaina Proudmoore nunca haría algo así con "La Horda" que destruyó la Ciudad de Theramore. 

El peli blanco-gris hizo a un lado la mirada, recordar la descripción que aquella joven Hechicera les brindó y de la desesperación en sus palabras por querer atacar a los responsables de dicha masacre. De no haber sido por Thrall, Jefe del "Anillo de la Tierra", Kalecgos del Vuelo de Dragón Azul y del Rey Varian Wrynn, las cosas hubieran terminado en un auténtico desastre para ambos bandos. Sin embargo, durante el juicio de Garrosh en Pandaria, ella reconoció de su error pero las viejas heridas tardarían en sanar. No perdonaría a Thrall ni a los Orcos, pero no iba a cometer el mismo acto de genocidio que el mencionado Jefe de Guerra causó en Theramore; ya que sería igual o peor en lo que se convertiría.

Aún podían verse las manos de aquella joven Elfa clavadas sobre la crisálida del mencionado "Traidor", como si intentara establecer una "conexión mental" y averiguar más sobre sus planes y maquinaciones, algo que sería imposible de llevar a cabo. 

- Cordana Cantovil cayó peleando contra el Brujo Gul'dan Alterno.- Dio a conocer, finalmente, aquella noticia. Un chirrido se hizo presente, las manos de Maiev dejaron atrás el cristal y caminó hacia Khadgar.- Le seguíamos el paso hasta que, desde las Montañas que daban a la Selva de Tannan, descubrimos que se estaba apropiando de una serie de artefactos y comenzaba  a traer a las Fuerzas de la "Legión Ardiente". Ella, una amiga mía y yo combatimos contra ellos pero cuando Gul'dan entró en escena, empleó un "Orbe" contra nosotros, ella lo confrontó y cayó en combate. Luego de la lucha contra sus secuaces y la victoria sobre los Demonios, volví para buscar su cuerpo y traerlo de regreso a Kalimdor pero no estaba allí.- Ese relato llevó a que Maiev frunciera los labios, su mirada se entrecruzó con la de Khadgar al haber escuchado esa historia desde su inicio hasta el final.  El resplandor de sus ojos parecía aumentar más, sobre todo con lo que ocurrió después con Cordana.

- ¿Crees que los Demonios hayan profanado su cuerpo?.- Preguntó con un tono serio, cosa que el peli blanco-gris hinchó las fosas nasales ante esa teoría.

- No sería nada raro, ya que, bueno, conociéndolos desde el principio.- Recalcó hacia ese punto.

- Podría ser, sin embargo, enviaré un grupo para ese lugar y que investigue.- Señaló la joven, mientras que iban saliendo de allí.

- No lo recomendaría, ya que hay algo más aquí.- Enfatizó Khadgar.

- ¿Qué quieres decir?. No hay ninguna presencia de Demonios por Azeroth.- Quiso saber Maiev, mirándolo fijamente, intentando indagar más en lo profundo de su mente y hallar las respuestas que necesitaba saber.

La mirada de Khadgar no daba, en lo absoluto, de que estuviera mintiendo, sino de que estaba diciendo la verdad. La Líder de las "Vigilantes" permaneció callada y de ahí se dirigió hacia la misma puerta por la que habían entrado.

- No podemos quedarnos de brazos cruzados y más cuando Gul'dan del "Draenor Alterno" sigue libre.- Advirtió el peli blanco-gris.- Deberán estar preparadas para cuando detecten su presencia. Yo debo continuar con mi búsqueda, pero estén atentas y no bajen la guardia. Este sitio es sumamente importante para sus fines, ya que se halla la "Tumba de Sargeras".- Dejó esa advertencia.

- Mis "Vigilantes" siempre estarán listas para todo, así que no hay de qué preocuparse.- Sostuvo Maiev y lo escoltó hacia los exteriores de aquella fortaleza.

Allí fueron recibidos por el crepitar de la actividad eléctrica, los Cielos se estaban nublando a más no poder, cubriéndose con un manto negro y profundo de Oscuridad. Khadgar inició el descenso por aquella pendiente hacia las playas, escoltado por aquella Elfa de la Noche albina.

- Espera.- Pidió la joven y él se detuvo.- 

- ¿Sí?.- Preguntó el Archimago y esperó a la respuesta de la "Vigilante".

- En el caso de que esto llegue a ocurrir, enviaré una mensajera para que te advierta y también lo transmita a las demás facciones.- Sostuvo con seriedad.

- ¿Eso incluye a "La Horda"?. Tus palabras son aceptadas, Maiev, sin embargo, en una guerra contra la fuerza más destructiva del Cosmos, solo se triunfará si estamos todos unidos.- Señaló el peli blanco-gris en esos momentos.

Confiar en aquellas personas no era algo que pudiera aceptar Maiev a simple vista. Ya conocían sus odios ancestrales y "La Horda" integraba esa lista. Fue entonces que carraspeó y pensó hasta dar con lo que quería llegar.

- Está bien, tal vez tenga que ser así, en algún momento; aunque rezo a Elune para que nunca ocurra.- Sostuvo Maiev.- Estaremos en contacto, si sabes algo más o si necesitas mi ayuda, ya sabes en dónde estoy.- Concluyó la Elfa, quien procedió a retirarse de aquel lugar y poner rumbo hacia la fortaleza.

Khadgar no dijo nada más, cerró los ojos y una bruma negra lo envolvió por completo, haciendo que su cuerpo sufriera una transformación en donde su ropa, piel y demás pasó a tener un plumaje oscuro, adquiriendo la forma de un Cuervo, el cual batió sus alas en el aire y levantó vuelo.

- Así será. Cuídense y buscaré novedades de Cordana.- Prometió éste y se alejó volando de allí, dirigiéndose hacia el Norte, mientras que la actividad eléctrica seguía en marcha y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer sobre la costa.

Aquellas mismas empapaban la Armadura y la Coraza de Maiev, quien se quedó allí, observando la partida de aquel Archimago pero con muchas preguntas en su interior acerca de lo ocurrido en el "Draenor Alterno". Esas mismas las respondería cuando obtuviera información de parte de Khadgar y de sus Agentes, no podía desaparecer un cuerpo así de la nada.

Una vez terminada su labor, partió con rumbo hacia la fortaleza, mientras que un intenso chaparrón se desataba sobre las playas. Para aquella "Vigilante", ese clima no era una buena señal, algo se estaba gestando en esos momentos pero sin saber su causa. 

Por su parte, Khadgar había emprendido el vuelo, enfrentándose a la lluvia y el viento sobre el mar, dirigiéndose hacia el Continente de Kalimdor, batiendo sus alas con fuerza, enfrentándose a aquella tempestad y esperando arribar justo a tiempo para encontrar más pistas de ese prófugo.

https://youtu.be/I0Rju5pBn70

Oscuridad, calma, un vasto y extenso Universo que se abría camino junto a una misteriosa formación de Magia Vil que se extendía como un túnel luminoso hasta que llegara a su destino. Una figura yacía en su interior, quien miraba por esa "ventana" donde podía contemplar aquellos Mundos que ardían bajo el colosal ataque de las huestes enemigos. Podía ver a unos inmensos Soldados de piel gris y roja con Armadura junto a sus armas imbuidas con aquel terrible poder, ensartar a sus víctimas, a unos colosales Demonios con alas que volaban por los Cielos y atacaban a las defensas que resistían a su embate. Unas bellas Súcubos que seducían a sus víctimas para obtener información, dándoles un amor siniestro. Unos Diablillos correteaban de aquí para allá con su próxima cometida. Unas inmensas formaciones de roca y cuyo citado poder les daba vida, se estrellaban contra la superficie, mandando a volar a los defensores y destruían todo a su paso con sus puños devastadores.

Los Demonios, en especial los "Nathrezim" se daban un "banquete de almas" con sus víctimas, los "Canes Manófagos" despojaban de todo rastro de Magia a los defensores, así como también todo rastro de vida de esos Mundos.  Los Brujos Eredar conjuraban poderosos encantamientos y hechizos que destruían a todo aquel que se interpusiera en su camino, sin embargo, en medio de todo ese fuego, destrucción, muerte, devastación pura, en pleno sentido de la palabra, esa figura encapuchada lo disfrutaba pero también se podía sentir aquella presencia máxima, de puro esplendor, poder y autoritarismo, aquel que era considerado su fundador, líder, sin que nadie pudiera cuestionar sus órdenes. 

Un grupo de Shivarras rendían culto a su omnipresente imagen, el fuego cubría su cuerpo, era alguien majestuoso y terrible a la vez. Sin embargo, aquel Orco quien disfrutaba de ese espectáculo. La figura de fuego clavó sus ojos y se movió un poco, haciendo ademán para que sus leales Súbditos dejaran lo que estaban haciendo y se levantara de su Trono Imperial.

- Te noto algo distraído, Gul'Dan, ¿qué ocurre?.- Preguntó esa persona desde las sombras. Éste iba a responder pero se le adelantó.- Déjame adivinar: Sí, ya lo recuerdo: Fallaste en tu misión para traer a la "Legión Ardiente" hasta tu Mundo. Me enteré de parte de los miembros supervivientes que tenía Archimonde bajo su mando, justo cuando murió y él te envío para cumplir con el "Pacto".  Pero fallaste a tu tarea.

La voz de ese ser imponente causaba miedo, aquel Orco era pequeño frente a su gigantesco tamaño, sin embargo éste hincó una rodilla, su capucha hizo un sonido al tocar el suelo y de ahí alzó sus ojos rojos para encararlo de frente.

- Perdóneme esta breve interrupción, Mi Señor; pero han habido una serie de inconvenientes en el camino. Pero descuide, ya tengo un plan y éste es justo el que necesito.- Dijo Gul'dan, llevando a que el ser de fuego se irguiera hasta alcanzar una postura majestuosa pero atemorizante, meciendo su enorme su enorme barba de fuego con esas manos colosales.

- ¿En serio?.- Preguntó y le concedió unos minutos para que hablara.- 

- Aún hay una carta que no han podido destruirme esos desgraciados. Ya lo verá...Oh Gran Sargeras El Caído.- Le dio su palabra y con ello, el Tejido de la Realidad se abrió, revelando un Portal en donde aquel Gul'dan Alterno ingresó y desapareció, dejando de lado la charla que tuvieron.

Aquel ser de pura maldad y odio era un volcán que no paraba de arder, un horno sin que le acabara el combustible por el fuego que emanaba, se dirigió hacia sus Súbditos, las cuales volvieron a su labor anterior y tomando asiento en su Trono Imperial, contemplando aquella Espada que ansiaba poder enterrarla en el corazón de la siguiente "Alma-Mundo". Sus ojos se deleitaban con ver las masacres que sus infinitas tropas llevaban a cabo contra aquellas civilizaciones, arrasando hasta con la más mínima partícula de vida. El fuego que sembraban, las lluvias ácidas que destruían edificios y rascacielos de metal, carcomiéndose toda su belleza, envenenando las aguas y el aire, deformando la geografía y corrompiendo a sus habitantes para que lucharan para su bando, prometiéndose, anteriormente, poder, riquezas, conocimientos, pero todo eso era una vil mentira, una vez que lo hacían, sus vidas estaban atadas a la "Legión Ardiente". Y desde un rincón, alejado de la Sala del Trono Imperial que tenía esa persona, una sombra se movía con rapidez por esos pasillos hasta que se detuvo, por curiosidad, igual que un ratón u otro animal, sintiéndose tentada por ver más de esa enorme figura que yacía allí, pero al detenerse, los ojos de Sargeras se clavaron en esa sombra, llevándose a que se detuviera e hicieran contacto. 

Visión Maldita de Sargeras:

Esa joven muchacha de cabello azul miró a los ojos del Titán Caído y su cuerpo empezó de temblar del miedo, mientras que una serie de horribles imágenes surcaban su mente: Podía ver su Mundo ser atacado por esos Ejércitos Demoníacos, la belleza de las Ciudades que había conocido junto a sus amigos, ahora eran pasto de las llamas junto a la Naturaleza. Todo intento de resistencia era en vano y ella estaba allí, en medio del fuego, la destrucción y la muerte, rodeada de los cuerpos de aquellos a los que conocía, yaciendo inertes contra el piso y con una expresión de puro terror en sus rostros.

- ¡NO, KAZUMA, NO, NO ME DEJES, POR FAVOR! ¡KAZUMA!.- Lloraba aquella muchacha, mientras que abrazaba a ese chico castaño con fuerza y las lágrimas caían contra el piso.

Y de ahí, una inmensa sombra opacó aquel Sol pálido y debilitado, cubierto por las columnas de humo y el fuego, llevando a que la chica se girara, temblando, sintiéndose pequeña frente a la figura que tenía detrás suyo, ahogando un grito y de ahí lo pudo ver en su máximo esplendor.

- ¿Así que una insignificante "Diosa" pensaba que podía entrometerse en mi camino?.- Preguntó, estando acompañado por un Eredar de piel roja y que lucía unas placas de acero negro junto a una hebilla de Calavera. Observó el cuerpo sin vida de esa persona y dio unos pasos hacia ella.- Pobrecita, pero hay un espacio en mis huestes para que te unas a nosotros. Podrías ser una de mis Diosas más amadas, incluso puedo devolverte a ese chico que tanto amas.- Sostuvo el ser de fuego.

- ¡Nunca y no me importa quién seas, yo no pienso unirme a un monstruo como tú!.- Bramó la joven y eso llevó a que el Eredar de las placas de acero negro estuviera por atacarla pero la enorme mano del Titán Caído lo detuvo.

- ¿Con que esas tenemos?.- Preguntó y con ello blandió una enorme Espada, una que llevó a que volviera a ese tamaño colosal, titánico y con el más puro odio en su ser, hundió aquella arma en el corazón de ese Mundo, destruyéndolo, mientras que una oleada de fuego cubría todo a su paso, engullendo a todos aquellos que estaban en su camino.

Y lo único que pudo hacer esa joven Diosa del Agua fue gritar.

Fuera de la "Visión Maldita de Sargeras":

- ¡NO, ALÉJATE DE MÍ, NO, NO ME QUITARÁS A KAZUMA Y MIS AMIGOS!.- Gritaba la muchacha, revolviéndose en aquel sillón y cayendo al piso junto a su novio.

- ¡Aqua, Aqua, tranquila, soy yo, Kazuma!.- Le llamaba el castaño, llevando a que ella abriera los ojos y ésta lo abrazara con fuerza, llorando a más no poder.- ¿Qué te pasó? ¿Qué viste?.

- Yo...Yo...no lo sé...era...era horrible, podía ver cientos de Mundos arder bajo una feroz invasión de Demonios, mil veces peor que el "Rey Demonio" y todos ustedes estaban muertos junto al "Fantasy World".- Contó con la voz quebrada por el llanto de esa pesadilla.

No la soltó por ningún momento, la abrazó con fuerza, mientras que las lágrimas empapaban su ropa. Nunca la había visto, así tan preocupada, asustada por algo que había visto. Temblaba como si le hubieran tirado un balde de agua fría. La mano derecha de Kazuma acariciaron los cabellos de ella, mientras que se sentía más asustada por lo que había visto.

- Fue una pesadilla, tranquila. No pasará nada malo. Son solo malos sueños, de seguro fue por el alcohol.- Teorizó el chico, dándole ánimos para seguir, a pesar de que ella no parecía estar segura de que fuera eso.

Pasaron unos minutos, ella ya no estaba llorando, solo se podía sentir cómo su pecho subía y bajaba con normalidad y de ahí se hallaba más calmada. 

Solo había sido un sueño. Nada más que eso. Y aprovechando que era la mañana, ambos fueron a desayunar y luego irían al Pueblo de Axel.

Sin embargo, aquello que Aqua había visto, ese sueño no era algo que solo pertenecía a las pesadillas, sino de que podía ser un mal augurio; aunque una parte suya no creía que eso fuera  a producirse, sino de que era solo un sueño producto del alcohol que había tomado durante aquella fiesta junto a sus amigos.

Volviendo a Azeroth, aquel Cuervo que volaba entre la lluvia y el viento, sintió un rastro de Magia Vil que comenzaba a emerger desde lo más profundo de la "Gran Oscuridad del Más Allá". Giró su cabeza y pudo contemplar aquel camino invisible que se iba formando, poco a poco, en aquellos momentos. 

No se dijo más y de ahí redobló el vuelo hacia Kalimdor, debía hablar con las figuras políticas de allí e informarles de lo ocurrido.

El Tiempo comenzaba a jugarle en contra.

[Nuevo capítulo y estamos dirigiéndonos hacia la "Parte Central" de esta historia. Nos estamos viendo, amigos. 

Mandos saludos y agradecimientos para todos los seguidores.

Cuídense y buen fin de semana de mi parte, Camaradas.].



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