Capítulo XIII: Viejos reencuentros

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Todo estaba en calma por Axel, salvo con aquellos personajes que habían presentido el peligro de una posible invasión a Azeroth, el resto de sus ciudadanos y aventureros permanecían en sus quehaceres cotidianos. Los granjeros que iban y venían en las labores rurales, sobre todo el comercio de sus productos con las ciudades, los turistas que iban a las reconstruidas urbes para pasar el tiempo en familia, así como también las partidas de nuevos aventureros que iban hacia la riqueza y la gloria, pero todo cambió cuando notaron que, desde la Mansión que tenían Kazuma y sus amigas, una extraña formación de conjuros rúnicos aparecieron en el aire, creando una especie de "Portal Mágico" que se iba expandiendo hasta adquirir una forma semi-circular. 

La primera en darse cuenta de ello fue Aqua, la cual se encontraba con su novio afuera. Luego de eso se corrió el rumor por toda Axel, llegando hasta los demás, quienes fueron corriendo hasta aquella edificación, incluyendo Megumin, quien llegó hasta allí y se quedó a la espera de quién sería el misterioso recién llegado. Una vez que el "Portal" quedó abierto al 100%, los presentes notaron a cierto peli blanco-gris que emergía desde el interior del mismo, reconociendo aquellas prendas, su posición y el Cetro de Magia que portaba en su mano junto a la mirada seria pero tranquila que poseía así mismo. 

La "Demonio Carmesí" fue la primera en reconocerlo y corrió a su encuentro, saltando y abrazándolo con fuerza, siendo éste un viejo amigo que había conocido hacia poco tiempo atrás.

- ¡Khadgar!.- Reconoció al Archimago más poderoso de Azeroth, quien le devolvió a aquel gesto y de ahí los miró a todos ellos.

- Me alegró de volverlos a ver, amigos.- Saludó éste con educación y amabilidad.- Sin embargo, me gustaría de que, en el contexto en el que nos hallamos, las cosas fueran diferentes.- Sostuvo con seriedad.

- Lo mismo digo, Khadgar.- Oyó la voz de Kazuma, quien le tendió su mano.- Sentimos esa presencia.

Sí, esa energía maligna que provenía desde los confines de "La Gran Oscuridad del Más Allá" y que había abierto un enorme "Portal" en entre aquellos Mundos y que se disponía con invadir Azeroth, sembrarla con la misma oleada de fuego, muerte y destrucción a su paso, igual que en tiempos pasados. No había tiempo para presentaciones, por lo que fueron llegando los demás integrantes, entre ellos la Fiscal Sena y Mitsurugi. 

Una vez que se reunieron los demás integrantes, Khadgar les pidió de que partieran con él hacia el "Portal" y lo cruzaron con rumbo hacia Azeroth.

Nuevamente al frente.

Al campo de batalla.

Para salvar a sus Mundos de una nueva destrucción de las garras enemigas.

Mientras tanto, en Azeroth, "La Alianza" y "La Horda" estaban en sus preparativos para iniciar el asalto contra la "Legión Ardiente". Las últimas informaciones, distribuidas por el "SI:IV", el "Servicio de Inteligencia de Stormwind" habían establecido que en la "Costa Quebrada" se estaban estableciendo las huestes de Sargeras, por lo que el asalto estaba listo para llevarse a cabo.

Vol'jin permanecía junto a Dorthar y sus Camaradas de Armas, cerca de la nave que los llevaría al ataque. El Troll de cresta roja permanecía callado y afilando sus Dagas, mientras que lanzaba una oración a sus Ancestros y Loas que los ayudaran en el combate. Tyrathan permanecía a su lado y tenía sus Espadas listas para empaparlas con la sangre de los Demonios.

En el Reino de Stormwind, Varian había dejado las órdenes a la Corte para que cuidaran de aquellas tierras en su ausencia, sin embargo, Anduin deseaba ir allí y probar su suerte en combate, a pesar de que era un chico que iba por la paz, sin embargo, cuando un enemigo amenazaba su hogar, él estaba dispuesto para dar todo por aquellos a quienes amaba pero, por órdenes de su padre, debía quedarse allí. Valeera, por su parte, iría con el Rey al campo de batalla.

Otros que se sumaban era el Rey Genn Greymane/Cringris de Gilneas, el cual tenía a sus Ejércitos y en especial a los "Worgen" listos para lanzarse contra el enemigo sin piedad. Si lo habían hecho contra "El Azote", ahora serían mucho más crueles contra las filas demoníacas. 

Pero cuando estaban todos listos para el viaje, Khadgar regresó con sus amigos, teniendo aquel viejo reencuentro. Por donde uno viera, las tropas de "La Alianza" estaban moviéndose en distintos asuntos que tenían allí. Aqua se acercó y le dio un fuerte abrazo a Anduin, mientras que Kazuma miró al Rey de cabellos castaños y ambos quedaron en silencio hasta que, de golpe, estrechó su mano con la de aquel joven.

- Un gusto volverlo a ver, Su Majestad.- Habló el chico con educación en su voz.

- Diría lo mismo, a pesar de la situación en la que nos hallamos, pero es un honor que nos volvamos a ver, Kazuma Sato.- Añadió el padre de Anduin, mientras que Darkness se reencontraba con Tirion Fordring, el cual estaba al mando del "Alba Argenta", aquel Ejército de Paladines de la "Luz Sagrada" y pertenecientes a la vieja "Orden de la Mano de Plata".

Podían verse a todas las razas de Azeroth allí presentes: La Reina Moira Thaurissan y los Tres Clanes de los Enanos de Ironforge y Khaz'modan se hallaban presentes; así como también Falstad y Kurdran Wildhammer y Muradin Brozenbeard junto a su hermano, Brann. Los Elfos de la Noche no se quedaron atrás pero, en este caso, no vieron a Tyrande y Malfurion, pero sí a su hija adoptiva, la General Shandris Feathermoon/Pluma Luna. Los Gnomos junto al "Rey-Manitas", Gelbin Mekkatorque junto a sus más grandiosas y poderosas máquinas de guerra.

Caballería, Infantería, Enanos armados con los fusiles "Blunderbuss", otros iban con picas, espadas, martillos, sobre todo los Jinetes de Grifo y los Hipogrifos de los Elfos de la Noche. Los Paladines no se quedaban atrás y éstos iban envueltos bajo aquella resplandeciente Luz Dorada.  Los Draenei se hallaban presentes y listos para el combate. Kazuma los veía y sentía que esa batalla podía ser ganada, solo necesitaban tener una férrea voluntad a la hora de combatir, aunque no tenían que bajar la guardia.

- Su Majestad.- Le llamó Mathias Shaw.- Es la hora, debemos irnos.- Anunció éste.

- De acuerdo.- Respondió Varian y se dirigió hacia donde estaba Anduin, al cual abrazó con fuerza, siendo observado por Aqua y los demás.

Era un momento privado, por lo que la Diosa peli celeste pidió de que no los molestaran, ya que necesitarían estar unos minutos a solas para poder discutir con tranquilidad lo que vendría después. Aquel chico respiró profundo, sabía muy bien que su padre se había enfrentado a una gran cantidad de peligros y regresó con vida, sin embargo, en esta ocasión, él temía de que algo mucho peor estuviera por esas islas montañosas. 

Varian tampoco podía quedarse atrás en sus pensamientos: La vuelta de la "Legión Ardiente" era un desafío sumamente peligroso para Azeroth y desde la "Guerra en el Draenor Alterno" tuvieron que prepararse para este momento. Y ahora, delante de su hijo, su heredero al trono de Stormwind, colocó ambas manos sobre el chico de cabello rubio como el oro, el trigo y el Sol, mirándolo a los ojos.

- Anduin.- Dijo con aquel tono serio pero tranquilo en su voz.- Quiero que estés preparado para cuando llegue el momento. Tarde o temprano, yo ya no podré dirigir este Reino cuando la vejez o la muerte en el campo de batalla llegue a por mí. Pero tampoco quiero que seas una persona débil, porque has aprendido muy bien el manejo de la "Luz" así como también tienes sangre para el liderazgo y la resolución de conflictos. Es por eso que te pido de que, en estos momentos de suma oscuridad, quiero que te halles listo para todo, ¿sí?.- Le dijo y el chico lo miró a los ojos.

No sabía qué decir en ese momento. Solo se sentía un poco "raro"; confundido. Sí, era verdad, él estaba en la línea sucesora para el Trono de Stormwind, pero ahora estaba algo "perdido". No sabía cómo reaccionar ante las palabras de su padre, por lo que las fue analizando y de ahí comprendió ese significado que tenía consigo, por lo que tomó sus manos e imitó ese gesto.

- Te doy mi palabra, padre: No te fallaré en esta tarea. Pase lo que pase, estaré listo para todo.- Juró el chico y ambos compartieron un fuerte abrazo que no parecía tener fin.

Mientras tanto, en medio de unos Cielos hostiles y relampagueantes, bajo aquella tonalidad verde pálida, Gul'dan se encontraba contemplando la llegada de las primeras huestes de la "Legión Ardiente", siendo éstos la "Guardia Vil", quienes ingresaron marchando y con aquellas armas imbuidas, en especial sus hachas de guerra, con la Magia de los Demonios. Esas criaturas musculosas y de aspecto atemorizante no fueron las únicas en llegar, ya que la "Guardia Apocalíptica" hizo su entrada, blandiendo sus Espadas de Fuego y los látigos para mantener el orden.

Los Canes Manófagos llegaron y olfatearon el aire en busca de una presa por consumir, mientras que otros innumerables monstruos y aberraciones salían allí, dando paso a la "fiesta" que estaba por comenzar. 

Los Cielos estaban siendo cubiertos por el "Vuelo Vil" y demás horrores aéreos con los que contaba la "Legión Ardiente", rasgando y cubriendo los pocos rayos del Sol que se colaban por detrás de aquellas espesas nubes con descargas eléctricas verde pálidas. Y todo eso era atestiguado por aquel viejo Brujo Orco Alterno, el cual tenía, detrás suyo, el enorme edificio donde se hallaba el "Gran Premio" de su misión. Cordana avanzó unos pasos y notó que, de golpe, los Cielos comenzaron a temblar, parecía como si estuviera por desatarse una intensa actividad sobre la "Costa Quebrada" pero no fue así, sino de que pudo ver como unas inmensas "rocas", unos "meteoros" caían desde el Firmamento e impactaban con gran fuerza sobre la tierra, dejando atrás un gran estruendo y el posterior temblor. 

- Los "Infernales" ya han llegado.- Observó Gul'dan con esos ojos rojos y que brillaban ante el implacable poder de la "Legión Ardiente".- Ven, Cordana, aún nos queda otro asunto por cumplir.- Pidió éste a ella, quien se volteó para verlo.

- "La Alianza" y "La Horda" llegarán en cualquier momento.- Advirtió aquella Elfa de la Noche traidora a su mentor, pero éste lanzó una gélida risa que reverberó por el camino que llevaba hacia el edificio.

- Que vengan, que vengan.- Sostuvo, encogiéndose de hombros y mostrando aquella sonrisa burlona y tenebrosa.- Les tenemos preparada una "bonita bienvenida".- Auguró, mientras que se podían ver a los barcos de las distintas razas, así también los hipogrifos, autogiros y demás máquinas voladoras que iban poniendo rumbo hacia el frente de batalla.

Mientras que iban subiendo por aquellos caminos polvorientos, Gul'dan recordó el destino de su Yo predecesor en ese tiempo. Morir a manos de los Demonios que resguardaban la "Tumba de Sargeras", ¡vaya forma más estúpida de caer!. Pero éste no era como el anterior, sino de que estaba preparado para cualquier cosa: Tenía a las huestes del "Titán Caído" arribando en masa, igual que un aluvión de hormigas, contaba con los inventos de la "Compañía Mechanegra" había dejado atrás en el "Draenor Alterno" y también con un artefacto de dominación tan poderoso que haría temblar hasta a los mismos "Titanes", los cuales ya no existían en aquel Mundo ni en ningún otro Universo. 

Comprendía muy bien esa historia, su Yo de ese tiempo se dejó llevar por el poder. Había sido muy inteligente como para rogar por su vida al entonces Jefe de Guerra, Orgrimm DoomHammer, implorarle de que no lo matara, prometiéndole, a cambio, traerle poderosos Soldados y una Magia sin igual. Aquel Orco estaba más preocupado por el Futuro de su pueblo, pero tampoco podía sacarse de encima de aquel Brujo había sido el causante de que su mejor amigo, Durotan y Draka estuvieran muertos, así como también del hijo que ambos tuvieron. Terminó por concederle ese favor pero debía cumplir con aquella promesa y lo hizo, sin embargo, todo eso fue una treta, un engaño para poder reunir un vasto Ejército de seguidores e iniciar el viaje hasta aquellas Islas que yacían sumergidas bajo las aguas, todo gracias al Conocimiento que recopiló dentro de la Mente de Medivh.

Estaba al alcance de un gran poder, uno que necesitaría de Ejércitos ni Jefes de Guerra, solo eso le permitiría poner de rodillas que quisiera desafiarlo. Incluso pudo haber humillado a Sargeras, pero éste tampoco era un idiota como para dejarse llevar por su "Peón". Y fue allí donde conoció su final.

Pero este Gul'dan Alterno tenía otros planes consigo, solo necesitaba de que las dos facciones más poderosas de Azeroth llegaran hasta allí y de ahí estaría listo para cumplir con su cometido.

Pronto, a pocos metros de su posición, ambos notaron la "Tumba de Sargeras" que se alzaba ante su presencia y con ello, la "meta" que les aguardaba en su interior, uno que sería de gran importancia para su cometido. 

[Bueno, bueno, he vuelto y con ello anuncio que en el capítulo que viene, que será el más largo de todos, abarcará la Batalla de la Costa Quebrada pero con los mencionados cambios que dije anteriormente.

Espero que les guste este capítulo. Nos estamos viendo y buen inicio de día Martes de mi parte, Camaradas.

Hasta la próxima.].



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