Capítulo VIII

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Capítulo VIII:

El Salón del Trono, a oscuras, solo unas pocas "luces", que provenían de las ventanas que daban arriba del techo, iluminaban con los rayos del Sol la zona. En la Sala de Operaciones, el Rey Varian Wrynn permanecía concentrado, callado, contemplando la decisión que tomaría. Buena o mala, beneficiaria o condenatoria, iba a dar, como resultado, que la guerra estallara. Los recuerdos seguían allí, a flor de piel, para la memoria del joven Monarca de Stormwind.

Su desconfianza hacia la unión con "La Horda", la llegada de aquellos Héroes provenientes de otro Mundo y la amenaza de un nuevo enemigo, daba a entender que no se podía esperar más. ¿Hasta cuándo?. El Vindicador Maraad se hallaba a su lado, conversando con él, dándole apoyo para que tomara la decisión correcta.

- Hacer frente al enemigo, puede ser la única forma de evitar que la historia se repita.- Sostuvo el Eredar, alzando su tono de voz ante el impasible Rey.- ¡Esta Ciudad fue reducida a cenizas por los mismos "Señores de la Guerra, a los que nos enfrentamos ahora!.- Exclamó el Eredar, caminando de un lado al otro hasta que Varian golpeó la mesa con su puño izquierdo cerrado.

- ¡Basta de sermones, Maraad.- Ordenó el Rey de cabellos castaños y hubo unos segundos de silencio, volviendo a alzar la mirada.- Yo estuve allí, yo lo viví. Lo único que ayudó a mi gente en esos días...fue su Fe en "La Luz".- Los ojos del Eredar regresaron a su postura normal, dando un paso al frente del Rey.-

- La Fe es un arma poderosa.- Dijo Maraad.

- Eso me dijeron.- Sostuvo Varian, girándose hacia unas velas que estaban encendidas.- "La Alianza" tiene a "La Luz" que le da su fuerza. ¿Qué aplaca a "La Horda de Hierro" en su "Hora más Oscura"?.- Quiso saber, dirigiendo su mirada hacia Maraad.

El Vindicador caminó hacia él.

- Un Clan, el "Foso Sangrante", encuentra verdad en las certezas de sus Muertes. Son liderados por un Orco llamado Killrog.- Comenzó el personaje a hablarle y de ahí empezó a verse una densa Selva.- El Clan de Killrog alguna vez reinó en las Junglas.

Flashbacks:

Silencio, calma, solo los sonidos de la Naturaleza se hacían presentes en aquellos momentos, nada que amenazara las tierras de los Orcos del "Clan Bleeding Hollow". Las fronteras estaban protegidas con unas finas cuerdas atadas y en donde una de esas criaturas se hallaba juntando agua en un cuenco.

- "Hasta que el enemigo...llegó".- El Eredar se detuvo en su relato, mientras que se veía a aquel Orco de piel marrón juntando aquel líquido vital, detrás suyo se hallaban unas escaleras que subían hacia las aldeas, pero un misterioso tintineo, el primero de ellos, lo alertó, poniéndose de pie, sacando su garrote-guadaña, mirando con frialdad el lugar

Silencio, ni un solo movimiento, los huesos que cubrían las entradas de las densas Selvas, se movían despacio. El Orco observaba, no tenía miedo, sus ojos amarillos se quedaron clavados en la oscuridad de la zona, mientras que aguardaba a que el enemigo llegara y lo enfrentara, no pasó nada. De nuevo había calma pero una densa sombra pasó corriendo, sin que la criatura pudiera defenderse o detener su avance de intrusión. Gruñó, no pudo acabar con el enemigo y tomó el cuenco con agua, subiendo las escaleras hasta las aldeas fortificadas.

- "Para sobrevivir, el Clan tuvo que ocultarse, viviendo carcomidos por el miedo. Su Jefe, incluso, llegó a prohibirles que salieran de las fronteras seguras en el Bosque".- Siguió relatando, mientras que el Orco de piel marrón iba dirigiéndose hacia la tienda central, un par de Guardias se voltearon y en posición de defensa, tenían unas afiladas lanzas, pero volvieron a la calma cuando notaron de que era uno de los suyos, llevando a que éste se dirigiera hacia el interior, haciendo a un lado las capas de la tienda y dentro podía verse a un anciano Orco, antaño poderoso Guerrero y el Líder del "Clan Foso Sangrante", sentado en su Trono, carcomido por la vejez y la enfermedad. El personaje llegó hasta él, viéndose a los Guardias que lo protegían, arrodillándose y entregándole el cuenco.- "Por años, la enfermedad había devorado la carne y huesos de un poderoso Guerrero, mientras decía, la esperanza del Clan acerca de un Futuro también se desvanecía".-Sostuvo, mientras que también habían unas figuras encapuchadas, unos Chamanes, sentados alrededor del Trono.

- Padre, algún día, el Riachuelo se secará.- Dijo el Orco de cola de caballo, mientras que el anciano bebía el agua y de ahí, una mirada seria aparecía en su rostro.-

- Ese día hallaremos otra manera para seguir adelante.- Dijo con autoridad el anciano, mientras que su hijo se levantaba y extendía sus brazos.

- ¡¿De esta forma?! ¡Míranos, no estábamos destinados a vivir de este modo, presos del miedo!.- Exclamó el joven, mientras que su padre permanecía tranquilo y sereno en su sitio.

- Todo Jefe debe tomar decisiones difíciles por el bien del Clan.- Sostuvo el anciano.

- ¿Esta fue la visión que viste?.- Quiso saber Killrog sobre esa incertidumbre, quedando todo en silencio por un rato.

- No, esto no fue lo que vi.- Respondió su padre, alzando la cabeza y mirándolo, viéndose que no tenía su ojo derecho y unos largos cabellos negros con tonos grises aparecían consigo. Acto seguido, sacó un "colgante" de su cuello, un cuchillo que se lo entregó a su hijo.- Pero quizás sea tiempo de que veas tu propia Muerte. ¡Anda!. Enfrenta tu destino

Killrog permaneció callado, mirando aquel cuchillo forjado por los herreros de su pueblo, el mismo que su familia empleó por generaciones para ver su Futuro y Muerte, así que salió de allí y con decisión fue hasta aquel Foso donde se llevaban a cabo las ceremonias, descendiendo con cuidado y evitando no tropezar con algún borde desgastado por el paso del tiempo, llevándose consigo algunos trozos de rocas y piedras que cayeron al fondo. De ahí, llegó hasta un pasadizo, en el cual encendió una antorcha para iluminar el sitio, viéndose innumerables cráneos que decoraban las paredes y se veían con la luz del fuego.

- "Killrog estaba atado por el Legado de su padre y gobernado por tradiciones antiguas".- Contó Maraad y de ahí, el Orco cruzó unas sogas, unas raíces que pendían allí y de ahí llegó hasta un "Círculo de Invocación", cuya antorcha cayó e iluminó el suelo, viéndose los cráneos en estacas de los antepasados suyos. Tomó unas chispas y éstas cayeron sobre el Centro del fuego, extendiendo sus brazos en posición horizontal y con el cuchillo, su sombra mostraba el siguiente "paso", alzando el mismo.- "Aquellos que se convertían en Jefes, realizaban el ritual más Sagrado: Habían de sacrificar un ojo, a cambio de la "Visión de su Propia Muerte". A veces, la "Visión" revelaba mucho más".- Siguió relatando y de ahí, tras sacarse aquel ojo, éste lo lanzó hacia la lava, el fuego ardiente y la pupila se iluminó de un color rojo.- "Killrog miró a su Clan, no como era, sino de cómo podía ser. Aplastando a sus enemigos bajo el brutal yugo de una sed de sangre y Killrog estaba con ellos, con determinación inquebrantable".- De ahí se vio su Futuro: Sus tropas masacraban a los Ogros que se habían osado con invadir sus tierras y allí hallaron la Muerte, mientras que el joven Orco lanzaba un feroz rugido, portando su garrote-guadaña, como un verdadero Jefe de Clan.- "Aún cuando la Muerte reposaba sobre él, no sintió temor por lo que vio. Lo acogió".- Finalizó y de ahí estaba una nueva "Visión", en donde él estaba herido, derrotado, rodeado por unos Ejércitos desconocidos, con banderas y estandartes que no conocía y su cuerpo atravesado por las lanzas, él alzó los brazos y el rostros al Cielo, lanzando una carcajada, burlándose de la Muerte misma.

Una vez que terminó, el joven Orco de cola de caballo regresó a su aldea, caminando y de ahí se detuvo ante el Trono donde su padre descansaba, quien respiraba con dificultad.

- Bien, háblame de tu visión, hijo mío.- Pidió el anciano de cabellos negro-grises.

- Vi...a nuestro Clan, fuerte y orgulloso, victorioso sobre nuestros enemigos. Una gloriosa "Visión del Futuro".- Relató el joven y de ahí surgió una duda en el rostro de su padre.

- Entonces...- Se acercó hacia él, respiró con dificultad nuevamente, queriendo saber la respuesta.- ¿Por qué te ves tan intranquilo?.- Preguntó y se vio de que no tenía su ojo derecho.

- Porque...no eras parte de ello.- Respondió y una rápida punzada dio contra el estómago del Anciano Jefe del "Clan Bleeding Hollow", dejándolo sin palabras, no podía expresarse mientras que la sangre corría por la herida de aquel cuchillo producida contra esa región de su cuerpo, con los ojos bien abiertos ante su hijo.- Tenías razón: Todo Jefe debe tomar decisiones difíciles por el bien del Clan.- Le hizo recordar aquellas mismas palabras que le había dado su padre a él, acercándose éste al joven.

- Al fin...esta...es la muerte que yo vi...- Finalizó, desplomándose contra el piso, los encapuchados se levantaron y retiraron el cuerpo de su, ahora, ex Jefe de Clan, para darle el funeral que merecía, mientras que su hijo tomaba su puesto en el Trono, colgándose aquel cuchillo en su cuello.-

Y de ahí se lo volvía a ver, ésta vez en las fronteras de sus tierras, con las tropas del "Clan Bleeding Hollow" armadas, listas y bajo su liderazgo, avanzando hacia el encuentro con el enemigo y de ahí, alzando su garrote-guadaña, lanzó un poderoso grito de guerra, dando la orden de iniciar la ofensiva.

Fin del Flashbacks:

- Ahora conoces a sus Líderes, sabes lo que los convirtió en las monstruosidades que son hoy. Pon el "Sello Real" sobre esta "Orden" y te aseguro que seré el primero en darle respuesta.- Terminó de relatarle aquellas historias y de ahí, apuntando hacia ese documento de suma importancia, tomó posición de firme y leal.

- ¿Por qué ansías tanto esta pelea, Maraad?.- Quiso saber Varian, dirigiendo su mirada hacia el Guerrero.- Para ser un Paladín, eres tan sanguinario como ellos.- Dijo y el Eredar tenía, en sus manos, su "Martillo", mirándolo, teniendo su historia por la cual contar, depositándolo y bajando la mirada.

- No es sangre lo que estoy buscando. Cuando tú me miras, ¿Qué es lo que ves?.- Preguntó y pidió sinceridad.

- Veo un ejemplo a seguir: Un "Campeón de la Luz".- Respondió Varian hacia el Eredar, pero éste dirigió su mirada hacia su "Martillo".

- Lo que no ves es la carga que llevo conmigo cada día.- Sostuvo con pesadez.

Flashbacks:

Una bella Ciudad levantada y construida por aquellos que habían huido de la "Legión Ardiente" y su fundador, Sargeras. Una joya que no tenía rival, hasta que se cambió a una escena donde el lugar estaba ardiendo y en las afueras, los Ejércitos de "La Horda" y sus máquina de guerra iniciaron los bombardeos, incendiando y derribando las agujas que coronaban el lugar.

- "Yo estuve ahí...durante el "Asedio a la Ciudad de Shattrath". Nuestra preciada Ciudad bendecida por "La Luz" fue invadida por Orcos corrompidos por los Demonios. Fui testigo de incontables actos de brutalidad y de horrores desde lo alto de las Murallas".- Contó el Guerrero, mientras que se veía como las calles se teñían de sangre, un Guerrero Eredar con su Espada combatía a los enemigos hasta que un gigantesco Orco de largos cabellos negros lo atravesó con su lanza, mirando con esos ojos rojos hacia su próximo objetivo. Y allí, en lo alto de aquellas enormes paredes que eran la defensa de la Ciudad, un joven Maraad contemplaba los bombardeos.-

- ¡MARAAD!.- Le llamó uno de los Comandantes al joven Draenei y éste dirigió sus ojos hacia donde estaba aquel Orco.- ¡MARAAD! ¡MARAAD!.- Volvió a llamarle aquel militar y el muchacho se arrodilló con su "Martillo".- ¡Lleva al último grupo de refugiados a un lugar seguro!.- Ordenó y éste alzó la vista.

- ¡Sí, Exarca!.- Respondió el Guerrero y se lo veía conducir a aquel grupo, compuesto, en su mayoría, por niños y familias desarmadas, mientras que las puertas de la Ciudad de Shattrath eran destruidas por un inmenso ariete que tenían los Orcos.-

- "Hice lo que tenía que hacer: Reuní a los refugiados y los alejé de la batalla".- Contó y de ahí los llevó hasta unos túneles que parecían seguros. Él los guiaba con una antorcha en sus manos.- "Entonces...lo vi a él".- Su voz se volvió fría, mientras que éste se hallaba protegiendo a los civiles y cuando las puertas cayeron, el Comandante Orco de cola de caballo y armado con una gigantesca Hacha, observó el rastro de destrucción que sus tropas dejaron allí.- "Debí llevar a los refugiados a un lugar seguro, pero los horrores que presencié, al dolor y a pesar de todos mis votos, ¡la venganza ardió en mi corazón!".- Relató y se vio como tomaba su "Martillo" para luchar.

- ¡Huyan por los túneles. Yo los alcanzaré pronto!.- Pidió Maraad a los refugiados.

- ¡No tenemos armas!.- Dijo una de las mujeres Draenei.

- El camino es seguro, que "La Luz" los guíe. ¡Váyanse!.- Prometió y dio su bendición, lanzándose contra las fuerzas de "La Horda", matando a todos ellos sin sentir remordimiento por los años de paz que vivieron.

Avanzó por unas escaleras y se detuvo frente a la "Cámara de los Exarcas", muchos de ellos habían sido asesinados. Todo estaba en calma hasta que...

- ¡AHHHHHH!.- Gritó aquel Comandante Orco, hundiendo la punta de su Hacha de Guerra contra el suelo, quebrándolo, pero Maraad reacción y destruyó el arma por la mitad, regando sus restos por todas partes, pero aún quedaba intacta su punta.

- "Yo quería vengar a tantos Draenei que habían perecido".- Dijo y de ahí empezó el combate: Ambos cargaron, sus armas chocaron, ninguno cedía, el Comandante Orco fue redoblado por Maraad y éste lo arrojó contra una de las columnas. Con un profundo grito, el Draenei atravesó el pecho del enemigo, empapando aquella estructura con su sangre, mientras que cedía y su mano golpeaba el suelo con el Hacha de Guerra. De ahí, a pesar de estar cansado, salió corriendo para buscar a esa gente.- "Me apresuré para encontrar a los refugiados...Mi corazón se detuvo".-

En aquellos túneles, el grupo de refugiados, aquellos civiles que confiaban en Maraad y que habían tomado ese camino, pensando que era seguro, yacían sin vida, todos muertos, desperdigados por todas partes.

- "El camino había sido seguro. "La Luz" que yo les aseguré que los guiaría...los había dejado solos. Tal...como yo lo hice".- Y de ahí, el brillo del "Martillo" se apagó y una última imagen se vio: A Maraad, en las afueras de la Ciudad de Shattrath, mientras que ésta continuaba bombardeada, destruida, masacrada y saqueada por las tropas de "La Horda".

Fin del Flashbacks:

El Draenei estaba silencioso, sus manos apoyadas en el "Martillo" que no brillaba, una mirada de tristeza y mezclada con la seriedad se erguía ante él.

- Sé que...quizás no volveré...pero si tengo la más mínima oportunidad de evitar que se repitan las atrocidades que presencié...Entonces yo sé que lo haré con alegría.- Juró y llevó su mano hasta el pecho, haciendo esa promesa con un golpe sobre su Armadura.

- A todos nos atormenta el Pasado, Maraad. Somos muy pocos los que tenemos la oportunidad...de enfrentarlo.- Comprendió Varian aquella situación.

- Dime una cosa, Mi Rey: Sobre los chicos venidos de ese Mundo. El joven Kazuma y sus amigos.- Dijo el Eredar, tras haber dado esa promesa de luchar, observó al Monarca.- Ellos pueden ser grandes Aliados, tienen mucho que desplegar de su poder, pero yo confío en ellos. ¿También usted?.- Lanzó aquella interrogante, mientras que Varian cruzaba sus manos y quedaba en silencio.

¿Confiar en ellos? ¿Qué podrían traer?. Él se tomaba las cosas muy en serio como el Rey de Stormwind y las cosas no se podían quedar así, sin una "evaluación" o un intento por conocer más a fondo lo que ellos tenían. Cuando los vio por primera vez, no sabía si eso era una broma, si Khadgar había confiado realmente ellos, pero también juraba ver a esta gente que se había curtido en mil batallas. Recordó el valiente sacrificio que Bolvar Fordragón había hecho al recibir el "Yelmo de Dominación" para convertirse en el nuevo "Rey Lich". Eso era algo digno, pero esa gente...No tenía palabras para describirlo, solo podía sentir una extraña incomodidad, aún escuchando las palabras del Vindicador.

- Maraad, ¿tú confiarías en gente como ellos?.- Alzó Varian la cabeza.- ¿Qué es lo que pueden tener para esta guerra?.

El Vindicador caminó y quedó en silencio frente al Rey. Y de ahí supo lo que necesitaba.

- La misma unión que usted busca: La paz.- Respondió el Guerrero y de ahí, habiendo dejado asombrado al Monarca, junto a sus demás conocimientos, éste tomó el "Sello Real" para firmar la "Orden".

- ¡Invocara a nuestros Campeones, que se preparen para la guerra!.- Ordenó con seriedad, determinación y liderazgo, viéndose marchar a él junto a todas las tropas reunidas hacia las "Tierras Devastadas", saliendo desde el "Valle de los Héroes", el lugar donde estaban emplazadas las Estatuas en recuerdo a aquellos que lucharon en la "Segunda Guerra" y la "Expedición de los Hijos de Lothar".- Azeroth necesita a sus Héroes más que nunca.- Sentenció y con ello, el propio Rey se dirigió hacia la guerra y allí sería testigo de lo que eran Kazuma y sus amigos.


No iban a defraudarlo, le demostrarían, en combate real, cómo luchaban ellos contra sus enemigos.

Las "Tierras Devastadas" yacían en silencio, muchos prisioneros de "La Marcha de Hierro" se hallaban en custodia de las fuerzas aliadas y los que habían caído eran incinerados en las piras funerarias, como dictaban las leyes y tradiciones de Draenor para los muertos. Entre la victoria de aquellas tropas, una Paladín de cabellos rubios y con cola de caballo se encontraba sentada en una roca, pensativa, callada, mientras que tenía una duda sobre su cabeza. Aquella chica era Darkness, la cual había luchado contra el enemigo, pero tuvo la "desgracia" de haber entrado en su "Fase Sadomasoquista" por lo que varios Paladines debieron protegerla, siendo éstos los del "Alba Argenta" comandados por Tirion Fordring, quedando como una incompetente e inútil en la lucha, siendo juzgada por aquellas personas.

Le costaba dirigir la mirada hacia las personas que yacían allí, muchos pasaban y murmuraban por lo bajo, queriendo saber por qué la habían reclutado y qué era lo que el Líder del "Alba Argenta" veía en esa persona. No decía nada, estaba abatida, destruida por dentro y solo podía sentir vergüenza de lo que era. Había puesto en vergüenza el nombre de su familia, a su Diosa y a ella misma, resignándose del fracaso. Oyó pasos y al alzar la cabeza, la rubia notó de que se trataba de aquel hombre de cabellos blancos como la nieve, portando su Armadura y cubierto por "La Luz", mirándola con seriedad.

- Yo...- Iba a decir la rubia, pero suspiró, volvió a bajar la mirada y el hombre se sentó a su lado.

- Mis Paladines me han reportado de que casi te matan, varias veces, para ser exactos.- Dijo el peli blanco seriamente, mirándola de reojo y de ahí cerraba los ojos.- ¿Es verdad?.- Preguntó y la chica asintió con la cabeza, llevando a que él suspirara profundamente.- Señorita Darkness, usted es una Paladín, una Guerrera  que no conoce la rendición ni el miedo, ¿qué pasó?.- Quiso saber, volteándose, pero ella estaba presa de los nervios.- Señorita Lalatina Dustiness Ford.- El tono de voz de Tirion se volvió frío y cortante, llevando a que ella tragara saliva y de ahí lo mirara.

- Yo...Yo siento las ganas de pelear, quiero hacerlo, lo he hecho un montón de veces pero...pero cuando veo a enemigos fuertes y que pueden tomarme prisionera, tengo esos deseos de ser golpeada, atada, humillada.- Relató ese problema que tenía, algo que dejó sin palabras a Tirion, el cual no estaba para nada de acuerdo con esa postura.

- ¡Por "La Luz", Señorita Dustiness Ford, eso es algo humillante para una Guerrera!.- Exclamó con severidad, poniéndose de pie y ella podía ver, en esos ojos que, a pesar de ser una persona mayor, tenía la fuerza para combatir.- ¡En nuestras filas no toleramos ese tipo de cosas, los Paladines somos personas que damos, incluso, nuestras vidas por los que amamos!.- Dijo y de ahí se fue calmando, volviendo a sentarse a su lado. 

- No puedes ponerte así en una pelea, nos estamos por dirigir hacia el Draenor Alterno y usted entra en esa "Fase", debe luchar contra ese deseo.-

La chica no dijo nada, no podía verlo a los ojos a aquella persona, le costaba digerir la situación hasta que sintió la mano derecha de Tirion sobre sus hombros, quien suspiró profundamente.

- Mira, se que sueno duro, pero es lo que todo Líder debe hacer por el bien de que las cosas funcionen, ¿sí?.- Dijo y de ahí ella seguía callada.- Mira, te contaré una historia sobre lo que es el deber y el honor.

Ella prestó atención a lo que iba a decir aquella persona. Ésta respiró y comenzó con su historia.

- Años atrás tuvimos las "Primera" y "Segunda Guerras" contra "La Horda", los derrotamos y luego se dio la "Expedición de los Hijos de Lothar" hacia Draenor, no éste que atravesaremos, sino el original. Encerramos a los Orcos en los "Campos de Internamiento" y todo parecía estar en orden, los Reinos fueron recuperándose, pero quedaba el resentimiento, el odio hacia ellos y más al tratarse de la destrucción que dejaron a lo largo y ancho. Y yo estuve allí, en dicha guerra, combatí junto a Lord Uther The Lightbringer y el Alto Señor Alexandros Mograine. Una vez calmada la situación, cada quien volvió a sus dominios, el mío estaba en Hearthglen, las tierras que yo gobernaba desde la Fortaleza de Mardenlholde, pero un día, cuando salí a recorrer los campos a caballo, había una torre abandonada y destruida, así que me adentré para ver qué había allí, ya que había encontrado unas cuantas cosas como madera recién cortada. En el interior del mismo, tuve mi encuentro, cara a cara, con un viejo Orco llamado Eitrigg, el cual se enfrentó contra mí pero, cuando la torre colapsó, éste me salvó la vida, sacándome del lugar y yo me quedé sorprendido. Le había preguntado por qué lo hizo y me contó sobre su Sociedad, que anteriormente había sido noble, dedicada al Chamanismo y rendía culto a sus Ancestros hasta que fue corrompida. Tras la guerra, dejó la "Horda Corrupta" para vivir solo y allí vi que aquella criatura tenía honor, así que le prometí guardar el secreto sobre su existencia. Sin embargo, uno de mis allegados, mi Lugarteniente, Barthilas, tenía dudas sobre lo que me había pasado realmente, así que envío un mensaje al Comandante Saidan Dathrohan, el cual llegó con un enorme Ejército para investigar, así que tuve romper mi promesa, dolorosamente y Eitrigg fue capturado, sin embargo, no podía permitir que lo mataran, así que lo defendí, por mis acciones fui sometido a juicio, tuve que dejar mis tierras, a mi familia, Barthilas se convirtió en el nuevo Gobernador y me despojaron del poder sobre "La Luz".- Contó Tirion, mientras que se veían imágenes del Pasado.

- ¡Eso es injusto, usted defendió una vida, sobre todo la de un Orco anciano!.- Exclamó Darkness pero el peli blanco tenía aún por contar.       

- Y hay más: Habían condenado a Eitrigg a morir en la horca, por lo que no podía permitirlo, aún sabiendo de que yo también podría ser ejecutado por si volvía de mi exilio, así que tuve que hacerlo: Me infiltré en la Ciudad de Stratholme, detuve la ejecución y lo salvé, pero tuvimos que pelear contra las Fuerzas de la Ciudad hasta que "La Horda" dirigida por Thrall, "El Señor de los Clanes", quien había liberado a sus Camaradas presos en los "Campos de Internamiento de La Alianza", asaltaron Stratholme y en medio del caos, Eitrigg y yo salimos, pero él había quedado herido de muerte, por lo que utilicé a "La Luz" para salvarlo y funcionó, a pesar de haberla perdido, reconocía que mis acciones habían sido buenas y no se me fue. Luego de eso, él me dio las gracias por lo que hice, sabiendo de que me ejecutarían pero no me importaba, no podía permitir que muriera, así que estuvimos en los Bosques hasta que llegaron los Orcos y fui reconocido por Thrall, el cual mostró sus respetos hacia mí por lo que hice, así que Eitrigg se fue con ellos, despidiéndose de mí y yo partí al exilio.- Terminó por relatar la historia.

- ¿Y su familia, Señor Fordring?.- Quiso saber Darkness sobre ese punto, pero el Comandante Supremo respiró profundamente.

- Mi esposa, Karanda, murió durante mi exilio y mi único hijo, Taelan, se convirtió en un Paladín muy poderoso pero cuando surgió la "Cruzada Escarlata", él se convirtió en su Comandante tras la muerte de Renault Mograine, el hijo mayor de Alexandros, además de que fue testigo de la corrupción dentro del grupo, así que iba a encontrarse conmigo, después de tanto tiempo, sin embargo, cuando escapaba de Hearthglen, el Gran Inquisidor Isillien lo asesinó ante mis propios ojos. Estaba cegado por la ira, no pude controlarme y acabé con la vida del que se la quitó a mi hijo.- Continuó y aquello fue un duro golpe para el antiguo Gobernador de Hearthglen, llevando a que Darkness se llevara sus manos a la boca, sin poder decir nada.- Lo que quiero enseñarte, a través de esta historia, es que, sin importar lo que tú tengas por dentro, deseos o aquello que tú llevas, es que debes hacerlos a un lado, porque en el campo de batalla, el enemigo, sea "La Horda" o lo que sea, ellos te harán pedazos, no se contendrán hasta matarte, así que deberás dejarlo de lado, ¿sí?.- Le dio aquellos consejos y la chica asintió con la cabeza, abrazándolo con fuerza a aquel hombre.

- Gracias, Señor Fordring, no le fallaré, lo haré, juro que lucharé con todas mis fuerzas y no dejaré que eso me dominé.- Prometió la rubia y él le dio unas palmaditas en los hombros.

- Tienes a tus amigos que te quieren mucho. Son un verdadero grupo de combate, saben lo que hacen y eso es lo que tienes que atesorar también: La amistad, la camaradería y la unión.- Le animó el hombre y éste se puso de pie.- Bueno, será mejor preparándose, el Rey Wrynn estará llegando en cualquier momento.- Auguró el hombre y éste fue hasta donde se hallaban sus tropas, siendo observado por Darkness.

- "Muchas gracias, Señor Fordring, no le fallaré. Lo juro".- Dio su promesa y de ahí vio que Kazuma y Aqua la estaban buscando.

- ¡Jajajajaja, se los dije, nada ni nadie puede vencer a la "Gran y Poderosa" Yunyun de los "Demonios Carmesíes"!.- Se paró aquella peli negra sobre unas rocas y comenzó a reírse victoriosa, cosa que a Megumin no le cayó para nada bien.

- Ya, bájate de ahí, te estás humillando a ti misma.- Le pidió su amiga, sacándola del lugar.

- Auch, para, Megumin, me estás arruinando mi gran momento de victoria!.- Rogó Yunyun, mientras que la Hechicera ladeaba los ojos ante aquella "muestra" que su amiga ofrecía, cosa que nadie le daba importancia, debido a que estaban ocupados en cuanto llegaran los demás Ejércitos.

Por su parte, Kazuma se encontraba con su novia, Aqua, la cual dormía acurrucada contra su pecho, después de la batalla y pronto arribarían los otros. Dirigió su mirada hacia el "Portal Oscuro", recordó las palabras que Zaela les había dicho anteriormente, por lo que debían prepararse para cuando llegara el momento de atravesar aquella "Puerta" y meterse en aquel Mundo nuevo y salvaje.

Esperaban tener éxito. El fracaso no estaba permitido.

[Nuevo capítulo, las historias de los "Señores de la Guerra" han terminado, Varian ha tomado la decisión final de declarar la guerra y mientras que nuestros Héroes descansan, otros, como Darkness, reciben consejos y ayuda por parte de Tirion Fordring (uniones amistosas que veremos en los próximos capítulos y con los demás personajes del "WOW" con "Konosuba!", tal y como había dicho anteriormente).

En el próximo capítulo será el cruce hacia el Draenor Alterno. ¿Qué peligros habrán allí, esperándoles? ¿Cómo serán las batallas?. Esas preguntas serán respondidas en el próximo mencionado.

Cuídense, amigos. Buen Domingo de mi parte para ustedes y mando saludos y agradecimientos para Kurokiba2, Timothy Uchiha, MEOW-SEBASTIAN, RCurrent, LeoneEpsilon/Ratnik 3, LucasAbad0, Sitx20, AnonimousReader98 y los demás. Nos estamos viendo y hasta el próximo capítulo, Camaradas.].

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