Epílogo uno.

Charles Xavier despertaba atado a una silla, con un extraño aparato en su cabeza. Le costó recordar como había llegado ahí.
—Hasta que despiertas, Xavier.

—¿Qué le hiciste a mis estudiantes? —preguntó con debilidad el mutante.

—Los X-Men están muertos, y los niños fueron tomados como prisioneros para mi proyecto.

—No puedes permitir que Trask...

—El proyecto Centinela esta muerto —le interrumpió Stryker—. El Gobierno comprendió que es más rentable usar a los mutantes como nuestros perros de ataque. Arma X lo demostró, y ahora el Proyecto X se perpetuara.

—¿Por qué no me mataste?

—Porque tú me ayudaras a capturar más mutantes, y a rastrear mi arma pérdida.

Stryker presionó un botón y Charles gritó de dolor.

Epílogo dos.

En un bar, Arma X se encontraba vestida con ropa de civil que había conseguido por ahí. El mutante bebía grandes cantidades de whisky ante la sorpresa de todos.

—¿Bebes para olvidar? —preguntó la cantinera.

—Bebo para recordar —respondió con aire melancólico el mutante.