Capitulo 4: La Llegada.

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La tención se podía sentir en el habiente dentro de la cabina del jet privado de los Mikaelson, tención que al parecer solo parecían sentir los británicos puesto que el original presente en el avión estaba indiferente.

Indiferente mientras bebía del cuello de una bella azafata de 20 años quien parecía deleitarse de la atención del azabache mientras estaba sentada sobre su regazo.

El original paro su acción al estar saciado y evitar matar por error a la chica. Al terminar este simplemente mordió su muñeca y le dio un poco de su sangre a la chica quien la bebió para después levantarse totalmente recuperada.

Los adultos miraban al chico con algo de recelo temiendo que en cualquier momento saltará sobre ellos. Dumbledore a pesar de ser muy competente en la magia sin varita dudaba que esto sirviera contra el vampiro.

Por otro lado Minerva y Amelia eran hábiles brujas y muy poderosas pero dudaban que pudieran mantener a raya al chico por un tiempo antes de que las acabará.

Aunque de los 3, Minerva era quien menos creía que aquello pudiera ocurrir, algo muy dentro de ella le decía que el chico no le haría daño. Tal vez sea su cariño por los padres del menor que influenciaba en el hecho de no ver al chico como en realidad era.

- Atención, les habla su capitán. Estaremos aterrizando en 10 minutos. - Dijo la voz de un hombre por unas bocinas del avión.

- Si me disculpan, debo ir a cambiarme y asearme un poco. - Dijo el original levantándose de su lugar para luego ir hacia el baño privado del habían.

Los adultos se relajaron un poco. Aunque fuera solo un niño daba miedo y el hecho de lo que es aún más incrementaba ese terror.

Dumbledore no dejaba de pensar que era lo que había salido mal en sus planes. Nada de lo que tenía planeado para el chico serviría ahora y dudaba que sirviera algo en el futuro.

Amelia estaba pensando en que es lo que le diría al ministro y como reaccionaria este y su lame botas de Umbridge.

Mientras tanto Minerva estaba sumida en su auto desprecio y culpa por el destino del chico puesto que pensaba que todo era su culpa y que debía haber hecho algo hace tantos años por el.

Los pensamientos de los adultos se vieron interrumpidos cuando el chico llegó nuevamente.

Esta vez vestía unos pantalones de vestir azul oscuro, una camisa blanca que se ajustaba perfectamente a su figura que para sorpresa de los adultos se veía bastante tonificada para alguien de su edad.

Las mangas de la camisa estaban arremangadas hasta sus codos dejando ver sus antebrazos y más específica su antebrazo derecho donde había un tatuaje escrito el cual decia; Always and forever.

Ninguno dijo nada hasta el momento en el que el habían aterrizó en el aeropuerto de Londres.

El viaje había durado 3 horas y media por lo que aún era de día. Pronto el original y los británicos descendieron del habían para tocar suelo británico.

- Hace dos años que no vengo a Inglaterra. - Comento el original con voz tranquila e indiferente. - La última vez que vine fue una noche sangrienta. - agrego el original mirando de reojo a sus acompañantes quienes al escuchar sus palabras se tensaron un poco.

- Si ya dejó de recordar viejos actos señor Mikaelson. - Anuncio Amelia con voz sería. - Debemos irnos, aún queda hacer. - Agregó la mujer.

- ¿Y que seria eso Amelia? - Pregunto el original con algo de curiosidad puesto que no sabía muy bien que seguiría ahora.

- Amelia partirá al ministerio para informar su regreso. Se tendrá que descongelar sus cuentas para poder comprar sus útiles para Hogwarts. - Hablo el anciano con su voz de abuelo con la esperanza de que aquello generará interés del chico sobre el tema y así hablarle de sus padres y conmover su corazón para que viera a los Potter como sus únicos y verdaderos padres.

- No hay necesidad de eso, mis cuentas se unificaron junto con mi propia cuenta hace casi 3 años. - Dijo con indiferencia el original tomando por sospresa a los adultos.

- ¿Como dice que dice? - Pregunto Minerva algo sorprendida ante la afirmación del chico.

- Las cuentas de los Potter, el dinero que mis padres biológicos me dejaron se unificó con una cuenta aparte bajo mi nombre en Gringotts hace 3 años. - Explico el original a la mujer como si fuera una bebé cosa que molesto a la mujer pero no dijo nada al respecto.

- ¿Cómo es eso posible? - Cuestino Amelia aún sorprendida. - Sus cuentas se debieron haber congelado en el momento en que se le dio por muerto. - Agrego esta.

- ¿Y ustedes, los hechiceros se dignaron en verificar aquello con la misma importancia con la que verificaron mi estado con los Dursley hace tantos años? - Cuestino el original con voz fría mirando a los 3 adultos quienes inconcientemente dieron un paso atrás. - Apuesto a que no lo hicieron. - Se burló el original.

- Señor Mikaelson nosotros.... - Comenzo Dumbledore pero fue interrumpido por el menor quien levantó su mano.

- Ahorreselo anciano, no me interesa sus patéticas excusas ya que si no mal recuerdo fue su estupidez la que provocó todo en primer lugar. - Sentenció el azabache con indiferencia. - Se nos hace tarde damas, anciano senil. Debemos irnos. - dijo este para darse media vuelta y comenzar a caminar con elegancia.

Dumbledore estaba molesto ante la forma que el chico lo había tratado, Amelia estaba un poco sorprendida pero no podía negar que el chico tenía estilo y por otro lado Minerva en algún momento hubiera saltado a defender al anciano pero muy en el fondo sabía que el chico tenía razón.

- Creo Minerva que será mejor que tú acompañes al señor Potter por sus útiles. Yo volveré al colegio para tener lista su llegada. - Dijo el anciano con su voz de abuelo.

- Y yo debo volver al ministerio. Minerva, Albus - Se despidió la Bones de ambos ancianos.

Minerva simplemente asintió de acuerdo con ambos para después seguir al azabache.

Henrik había había escuchado la conversación de los adultos con su audición sobrehumana por lo que al llegar la mujer a su lado no pregunto por los otros dos.

- Señor Mikaelson, yo lo acompañaré a su visita por el callejón Diagon para comprar lo necesario para Hogwarts. - Comento la mujer con su voz sería entrando en su labor como sub directora.

- Esta bien Minerva, será mejor que tome mi brazo, llegaremos en segundos. - Comento el original teniendo su brazo para que la mujer lo tomara.

- Señor Mikaelson, no creo que tenga la edad y el conocimiento para aparecerse - Cuestiono la mujer con el seño fruncido.

- Nunca dije que haríamos eso. - Comento el chico con una sonrisa que a la mujer le recordó mucho a las que daba el padre del chico cuando hacia una travesura.

- ¿Que está planeando señor Mikaelson? - Pregunto la mujer con seriedad en sus palabras.

- No pregunté profesora, solo hágame caso. - dijo el original sin borrar aquella sonrisa.

La mujer dudo por un momento pero al final tomo de gancho al chico pero se lamentó haberlo hecho.

Sintió como si fuera a vaciar su estómago por completo en el momento en que sus sentidos nuevamente se estaban reconectando con la realidad.

Una pequeña carcajada por lo bajo fue lo que sirvió para sacar a la mujer de su miseria. La anciana miro con rudeza al chico aún mareada para luego ver al frente la entrada del caldero chorreante.

- ¿Que hizo señor Mikaelson? - cuestiono la mujer aún tratando de recomponerse.

- Las ventajas de ser un vampiro, tener una velocidad sobre humana. - dijo el chico con diversión en sus palabras.

La mujer no Cuestino más comenzó a caminar hacia la entrada del caldero siendo seguida por el azabache.

Al entrar al lugar el chico hizo una mueca de asco al ver el desorden del lugar, había mugre en todos lados y polvo en el polvo. Los magos y brujas que habían en el lugar estaban hebrios o locos o incluso ambas.

- Por aquí señor Mikaelson - Dijo la mujer, al igual que el chico no parecía muy entusiasta de estar en aquel lugar por mucho más tiempo.

Sin decir nada el azabache siguió a la mujer hacia la parte trasera del pub donde había una pared de ladrillos.

- Minerva, si este es su intento de seducción. Llevarme a un callejón desolado déjeme decirle que no está funcionando. - Dijo el azabache con un poco de burla en su voz.

- ¡Señor Mikaelson! - Se escandalizó la mujer algo sonrojada por las palabras del chico. - Esta es la entrada al Callejon Diagon - Se apresuró a explicar la mujer mirando con seriedad al azabache quien simplemente soltó una carcajada por lo bajo.

- Lo se, Minnie. Solo bromeó - Dijo el azabache mirando hacia la pared.

La mujer tuvo que tener toda su fuerza de voluntad en alto para evitar llorar al escuchar aquel apodo el cual era como se refería el padre del chico hacia ella.

La mujer respiro hondo para luego sacar su varita y tocar los ladrillos de la pared en un patrón en concreto.

Después de aquello la pared pronto comenzó a abrirse dejando ver un gran callejón lleno de personas que iban de un lado a otro, de tienda en tienda o conversando con otras personas.

La mujer se giro para ver qué reacción tenía aquello en el chico solo para ver una mirada indiferente del menor.

La mujer no Cuestino nada y pronto comenzó a caminar siendo seguida por el chico.

- Primero iremos Gringotts, supongo que tiene su llave - Dijo la mujer con voz firme siguiendo su camino.

- No la necesito - fue lo único que respondió el menor mientras seguía a la mujer ignorando su alrededor.

Pronto llegaron a un edificio blanco con detalles de oro en sus columnas, el azabache no se sorprendió en absoluto al verlo y la mujer nuevamente no dijo nada ante su falta de reacción.

Ambos ingresaron al banco no sin antes el azabache inclinar su cabeza hacia los duendes que custodiaban la entrada.

Ambos duendes para sorpresa de la mujer hicieron una reverencia al chico.

El par fue en dirección hacia uno de los duendes postrados en sus cubículos. Por sugerencia del azabache fueron al más retirado de todos para evitar miradas y oídos no deseados.

- Deseo hablar con RiagonSlayer - Hablo el azabache con su voz sería e indiferente mirando al duende quien no se molestó en alzar su vista.

- ¿Quien lo solicita? - pregunto el duende con voz fría sin dignarse en ver al azabache.

- Henrik Mikaelson - Fue todo lo que dijo el azabache para que el duende alzará la vista de golpe y palideciera.

Los duendes cercanos a estos hicieron lo mismo para sorpresa de la mujer.

- Señor Mikaelson, es un placer tenerlo de vuelta en Gringotts. En un momento su gerente de cuentas se reunirá con usted en la habitación de siempre. - Dijo el duende con sumo respeto en su voz. Atrás quedó el tono frío del duende para ser remplazado por uno condescendiente.

- Lo estaré esperando, TyroneSilver - Dijo el azabache, el duende trago saliva al saber que aquel ser conocía su nombre.

La mujer no sabía que era lo que estaba ocurriendo pero al ver cómo todos los duendes tenían respeto y hasta cierto punto temor del chico se preguntaba que había hecho este para ganarse aquella reacción de los duendes.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el chico comenzó a caminar hacia una parte del banco que no conocía, la mujer lo siguió rápidamente.

Pronto la pareja llegaron a una habitación extremadamente elegante similar a una sala de reuniones muggles.

El azabache procedió a sentarse en una de las lujosas sillas del lugar y pronto fue imitado por la mujer. El silencio entre ambos duro un par de minutos antes de que fuera roto por la mujer.

- Señor Mikaelson. - Hablo la mujer llamando la atención del azabache. - Si no le molesta que pregunte. ¿Por qué razón los duendes reaccionaron de aquella forma al verlo? - Pregunto está con genuina curiosidad.

- ¿Recuerda que hace dos años hubieron rumores de una nueva rebelión Goblin? - Pregunto el azabache con tranquilidad.

La mujer había escuchado los rumores sobre que algunos Duendes jóvenes estaban planeando un golpe de estado ante su nación para después tener una guerra contra los magos pero aquellos rumores solo fueron eso, rumores.

- Si, los escuché - Confirmo la mujer sin saber muy bien por qué el chico decía aquello.

- ¿Y recuerda lo que dije hace un rato sobre la última vez que estuve aquí en Inglaterra? - Pregunta nuevamente la mujer frunció el ceño y asintió.

- Los cuerpo que el señor Mikaelson enterró ese día lo pusieron en una deuda de vida con nuestra nación. Evitó una guerra en cuestión de una hora. - La mujer rápidamente giro su vista hacia la entrada de la sala donde ingresaba un duende de aspecto muy anciano lleno de cicatrices en su rostro.

- No fueron tantos, Riagon - Dijo el azabache restándole importancia al las palabras del anciano duende.

- Puede que para usted 236 cuerpos no sean tantos pero para nosotros los duendes guerreros una docena de nosotros es una gran amenaza. - Dijo el duende - Y usted solo acabo con casi 20 docenas - Agrego el duende.

- Simplemente tuvieron la mala suerte de atacar en el momento en el que yo estaba presente e intentar empalarme con una lanza - Dijo el original con aburrimiento.

- Independiente de los motivos, usted ganó el respeto de muchos de nosotros y el temor de otros. - finalizó el anciano duende. - Ahora a los negocios. ¿Desea su tarjeta nuevamente? - pregunto el duende.

- Así es, ya que al parecer estaré devuelta en el mundo mágico debo comprar ciertas cosas. - Dijo el azabache con tranquilidad.

- Bien, aquí tiene. - Dijo el duende sacando una tarjeta negra del bolsillo de interno de su traje. - Tambien me tomé la libertad de traerle el informe mensual de sus cuentas. - Agrego el anciano entregándole un sobre al azabache quien lo tomo en su mano.

El chico destapó el sobre y saco un pedazo de pergamino perfectamente doblado y comenzó a leerlo.

- Vendan las acciones que consideren apropiadas e inviertan el 10% en criptomonedas, algo me dice que será un buen negocio en un tiempo. - dijo el azabache.

- Eso se hará, por el precio acordado por supuesto. - Dijo el duende con su sonrisa radiante.

- No esperaba menos. - Dijo el azabache doblando nuevamente el pergamino para luego prenderlo en llamas con un movimiento de muñeca.

- Sin más que decir, nuestros negocios han finalizado por hoy señor Mikaelson. - Dijo el duende levantándose de su lugar y saliendo por la puerta.

Minerva en todo momento guardo silencio aun tratando de presesar todo lo que había ocurrido en menos de 5 minutos.

- Hora de irnos Minnie - Dijo el azabache levantándose de su lugar. - Aún debemos comprar los materiales. - Dijo este para salir por la puerta por donde había desaparecido el duende momentos antes.

Minerva simplemente estaba empezando a acostumbrarse a las sorpresas que el chico estaba generando.

Sin más que hacer en el banco la pareja abandono este y pronto se abarcaron en una intensa compra de materiales para el resto de año escolar.

Minerva le explicó al azabache que a pesar de nunca haber ido a Hogwarts tendría que comprar sus materiales de 1ero a 4to año en las materias básicas y se le daría hasta finales de mayo para ponerse al día con sus notas en los 4 años cosa que no le importo al azabache.

Después de comprar todos los útiles necesario fueron a Madan Malkin para comprar las tunicas del chico.

- Asumo que también debemos comprar un guardarropa completo para usted señor Mikaelson. - Comento la mujer mirando al chico.

- Se equivoca. - Dijo el azabache sacando una pequeña caja de su bolsillo. La mujer rápidamente reconoció que era un baúl encogido mágicamente.

- Ya veo, solo las tunicas de Hogwarts entonces. - comento la mujer y así el par ingresaron a la tienda.

Pero no tardó mucho puesto que el azabache salió de la tienda despues de ver las horribles túnicas que vendían en aquel lugar.

- Señor Mikaelson - llamo la maestra de transformaciones - ¿Que ocurre? - cuestiono puesto que está no sabía bien por qué el azabache había salido de aquella tienda tan seriamente.

- ¿Es eso lo que llaman ropa? - Cuestiono el vampiro con sarcasmo. - Parecen más bien los trapos que uso para limpiar mi auto. - Se burló el azabache.

- Madan Malkin es donde la mayoría de los estudiantes que van a Hogwarts compran sus túnicas - explicó la profesora con su voz firme.

- ¿Y cuáles son las excepciones? - Cuestino el menor con una ceja alzada.

La mujer frunció el ceño ante la pregunta del chico puesto que no se la esperaba.

- Normalmente quienes son de familias de gustos más excéntricos. - Respondio la mujer con algo de seriedad puesto que solo los sangre pura de clase alta se podían permitir el lujo de comprar en aquellas tiendas.

- Lleveme - Exigió el azabache con seriedad para sorpresa de la mujer.

- Señor Mikaelson, esas tiendas son para personas con grandes ingresos. No quiero faltarle al respeto pero no creo que pueda permitirse tal cosa. - dijo la mujer puesto que sabía que los Potter a pesar de ser bastante ricos no creía que alcanzará.

- Con todo respeto Minerva. No sabes lo que poseo - Dijo el azabache con seriedad. - Ahora deja de perder mi tiempo y llévame a esas tiendas y no digas ni una palabra y sigue mis órdenes hasta que te diga lo contrario. - ordenó el azabache cansado de discutir con la mujer decidió usar su compulsión.

La mujer quedó en blanco y sin decir nada comenzó a caminar hacia una pared de ladrillos para luego sacar su varita y nuevamente hacer un patrón, luego la pared se abrió revelando otro callejón más pero a diferencia del normal este estaba mucho más limpio y lujoso.

El azabache encarnó una ceja puesto que nunca había venido aquí en sus pocas travesías hacia el callejón diganon en años pasados.

La mujer comenzó a caminar hacia una de las tiendas de la cual se podía ver qué desprendía elegancia y riqueza. Con solo ver los atuendos excibidos el azabache podía deducir que valían una pequeña fortuna cosa que no le importaba puesto que su imagen era lo más importante.

Al entrar en la tienda una joven de unos 22 años vestida de forma extremadamente elegante salió a recibirlos.

- Bienvenidos a Bonique & Ross - dijo la mujer, su acento era francés. - En que puedo ayudarlo Monsieur. - Dijo está ignorando por completo a Minerva.

- Gracias amor. - Comento el azabache con su tono de voz tranquila y un toque cautivador, la mujer sonrió de lado ante sus palabras. - Busco 5 túnicas de Hogwarts de la mejor calidad y los mejores hechizos de cuidado - Ordeno el azabache.

- Por supuesto Monsieur. Tome asiento y pronto una de nuestras chicas tomara sus medidas. - Pidió la mujer con una sonrisa viendo al chico de arriba a abajo.

El azabache acepto con una sonrisa ladeada para luego sentarse en uno de los lujosos sillones de la tienda para después ver a la profesora.

- Esperame en el caldero chorreante, me reuniré contigo apenas termine aquí. Quedarás libre de mi control cuando pises el pug pero harás lo que te dije primero. - Dijo el azabache y la mujer mayor se dio media vuelta y salió de la tienda.

Momentos después una chica rubia de unos 19 años vestida también de forma elegante llegó junto al.

- Mi nombre es Dinna Goyle y seré quién tome sus medidas, porfavor acompañarme señor Mikaelson. - Dijo chica mirando al azabache con una pequeña sonrisa de lado.

El azabache encarnó una ceja ante las palabras de la chica.

- Nunca les di mi nombre - Cuestino el azabache mirando a la chica de forma seria levantándose de su lugar.

El azabache se puso frente a la chica quien era bastante baja a comparación de el quien a pesar de tener 14 años tenía un físico de alguien de 16 y una estatura bastante alta para su edad siendo de 1.82 metros.

- No es necesario señor, su reputación es bien conocida entre nuestra clase. - Dijo la chica y el azabache pudo ver que en la mano de la chica había un anillo no tenía que ser un genio para saber que era un anillo solar.

- Ya veo - Dijo este con una sonrisa de lado. - Te sigo entonces amor. - Comento el azabache sonriendo de lado.

La chica lo llevo a uno de los lugares apartados de la tienda donde tomaría Todas las medidas de su anatomía con bastante atención para gusto del azabache.

Una hora y media después santisfecho con la atención prestada y con la promesa de volver en algún momento, el azabache llegó de nuevo al caldero chorreante donde ya lo esperaba Minerva sentada en una de las mesas y al parecer bastante molesta.

Al verlo la mujer se levantó de golpe y camino a paso firme hacia el con el enojo en su mirada.

- Nunca en su vida vuelva a hacer lo que hizo señor Mikaelson - Dijo la mujer con bastante molestia en su voz.

- ¿O si no que? - refutó el azabache mirando a la mujer con aburrimiento. - Será mejor que nos vayamos, Dumbledore te dijo que prepararía todo para mí llegada. Espero ver que eso sea así. - Dijo para caminar a la salida del horrible bar seguido por una aún molesta Mcgonagall.

(•••)

A varios kilómetros de distancia en tierras escocesas escondido entre las montañas se alzaba el castillo de Hogwarts repleto de cientos de estudiantes tanto nativos como invitados.

La noche caía sobre el castillo bañandolo con su luz de la luna y estrellas. Las luces dentro del castillo iluminaban con belleza parte del bosque y terrenos del castillo.

En una de las tantas torres del castillo, en una gran y modesta oficina llena de estanterías cuadros y libros estaba sentado Dumbledore tras su escritorio teniendo una sería charla con cierto maestro.

- Es de importancia que hagas lo que te digo Severus. - Dijo el anciano con seriedad. - Debes evitar a toda costa enemistarte con el chico. - agrego.

- Es solo un mocoso arrogante más - Dijo el pelinegro con molestia. Desde que Dumbledore llegó de su pequeño viaje de búsqueda del mocoso Potter a estado sumamente nervioso y hace pocos minutos lo llamo para esta tonta reunión.

- No es solo un simple mocoso Severus. Es algo más, algo totalmente peligroso - Dijo el anciano con seriedad en su voz. - Debes prometerme no hacer nada en contra del chico por tu bien. - Suplico el director.

- ¿Que tan peligroso puede ser un mocoso sin nada de educación mágica? - Se burló el azabache con sorna.

- ¿Conoces la historia de los Mikaelson? - Cuestino el anciano con seriedad.

El pelinegro frunció el ceño ante la repentina pregunta del anciano. Obvio que sabía quienes eran, todo estudiante de 5to año en adelante lo sabía incluso los sangre pura más tradicionales lo sabían desde temprana edad.

- Por supuesto que lo sé, son los vampiros originales creados por una de las brujas ancestrales más poderosas. - Dijo el azabache con su voz fría.

- Me alegra que conozcas todo eso puesto que Harry Potter ahora es conocido como Henrik Mikaelson, hijo adoptivo de Elijah Mikaelson. No sólo eso puesto que de alguna forma también se convirtió en un vampiro original siendo capaz de hacer magia y por sus palabras sabe todos los hechizos del Grimorio de Esther Mikaelson y ambos sabemos que clases de hechizos creo esa mujer. - Sentenció el anciano con seriedad.

Severus Snape nunca había estado tan pálido en su vida, escuchar las palabras del anciano le parecían irreales pero al ver la seriedad de sus palabras no le cabía duda que decía la verdad.

- Y si eso no fuera todo, el chico tomo posesión de la varita de saúco. Ahora es suya - Agrego el anciano. Severus era uno de los pocos que sabía la real procedencia de su varita y el poder de la misma.

Aquella revelación sirvió para hacer que el azabache temblará. No sólo el chico era un vampiro poderoso y a su vez un mago con el conocimiento de los hechizos de la bruja original sino que también poseía la varita más poderosa de todas.

- ¿Cómo es esto posible Albus? - Cuestino el pelinegro con temor en su voz, temor que no había expresado desde la caída de su antiguo señor.

- No tengo respuestas exactas para esa pregunta, solo suposiciones. - Dijo el director pero su charla se vio interrumpida cuando la chimenea de su oficina se encendió.

Segundos después ambos hombres vieron entrar a Minerva seguida de cierto azabache.

Dumbledore miro a los recién llegados con seriedad mientras que Snape rápidamente reconoció al azabache. Era la viva imagen que su padre y eso lo enfurecía pero no podía decir nada puesto que como buen Slytherin sabía cuándo velar por su seguridad.

- Minerva, Harry - Saludo el anciano a los recién llegados.

- Hablemos claro sobre algo Dumblas - Dijo el chico con seriedad en su voz - Te he permitido llamarme por ese nombre antes pero desde ahora me llamaras por mi nombre, Henrik pero para ti soy Señor Mikaelson. - Sentenció el azabache con firmeza.

Un resoplido molesto se escapó de los labios de Snape sin poder evitarlo lo cual casi lo hace palidecer en el momento que el azabache giro su mirada hacia el.

- ¿Algún Problema, Severus Tobías Snape? - Cuestino el azabache con una ceja alzada y una voz fría y venenosa.

El pelinegro no supo cómo realmente el chico lo conocía y eso le aterraba de sobre manera.

- ¿Cómo....? - empezó a preguntar el profesor de pociones pero se vio interrumpido cuando el azabache hablo.

- ¿Cómo se tu nombre? - Pregunto con burla el chico. - ¿Crees que vendría a un lugar lejos de mi hogar sin conocer nada sobre quienes son las personas que están en dicho lugar? - Cuestino el azabache - ¿O que no haría mi investigación en especial del ex mejor amigo de mi madre biológica y el causante indirecto de su prematura muerte? - Prosiguió.

Los tres adultos presentes abrieron los ojos en shock ante las palabras del menor, Severus palideció aún más ante aquella afirmación, Dumbledore estaba empezando a temer sobre cuan informado estaba el chico mientras que Minerva miraba entre ambos hombres en busca de una explicación.

- ¿A que se refiere con eso? - Cuestino la mujer con voz firme mirando al Mikaelson.

- Preguntale a la cabra y el murciélago pero luego, hay una cena a la cual debemos asistir. - Dijo el azabache con una sonrisa de lado mirando al anciano y el pelinegro.

Ambos hombres se miraron entre si tragando inconcientemente saliva puesto que sabían que iban a ser receptores de la ira de la mujer cuando supiera la verdad.

- El señor Mikaelson tiene razón. - Dijo Dumbledore sobre esfuerzo por llamar al chico por aquel apellido. - Minerva lo llevará a una sala donde esperara a que lo llamemos para su clasificación y darle la bienvenida como nuevo estudiante. - Dijo el anciano despidiendo a ambos recién llegados.

El azabache sonrió de forma burlona mientras que la mujer lo asesinaba con la mirada pero no dijo nada y así el par salió de la oficina dejando a ambos hombres solos.

- ¿Decías? - Cuestino el anciano mirando al pelinegro quien simplemente gruñó molesto.

(•••)

- Esta noche es para mi un verdadero placer darle la bienvenida a cierta persona a la cual muchos de nosotros dábamos por muerto. - Se podía escuchar la voz de Dumbledore desde donde estaba esperando el azabache claro que eso era gracias a su audición.

- Me complace anunciar que hemos dado con el paradero de Harry Potter - Siguió el anciano pero se vio interrumpido cuando todo o casi todo el gran comedor estalló en aplausos.

Los aplausos duraron un par de minutos hasta que el anciano pidió calma con sus manos.

- Sisi, se que muchos de nosotros estamos muy emocionados por la noticia pero antes de seguir el señor Potter me a pedido algo - Dijo el anciano tratando de no gruñir de molestia pero pocos pudieron notar su molestia en su ceño. - Durante los 7 años que el señor Potter a estado desaparecido se le conoció con otro nombre, nombre que me a pedido que les diga y les pido que lo llamen como tal. - dijo el director.

Los murmullos no se hicieron esperar puesto que nadie se imaginaba aquello. Los más sorprendidos por aquello eran los leones. Los tejones murmuraban con confusión, las águilas especulaban sobre el tema y las serpientes guardaban silencio analizando las palabras del anciano.

- Sin más que decir es para mi un placer presentarles a Henrik Mikaelson el cuarto campeón en el torneo de los 3 ahora 4 magos y la nueva incorporación en nuestro amado Hogwarts. - anuncio el anciano.

Esa fue la señal para que las puertas se abrieran de golpe. Todas las miradas se dirigieron a la puerta donde un azabache de contextura musculosa pero sin ser exagerada y una altura bastante alta para su edad estaba parado.

El azabache tenía una mirada indiferente, su cabello perfectamente ordenado y sus ojos verdes esmeraldas brillando con fuerza bajo la luz de las velas. Su vestimenta era para muchos conocedores el uniforme de la élite de Hogwarts. Aquellos que tenían el suficiente dinero como para pagar por las mejores túnicas hechas a la medida.

Consistía en un traje de tres piezas siendo un pantalón de vestir negro hecho a la medida, un chaleco negro sobre una camisa blanca, un saco de traje ajustado y una corbata negra. Sobre el saco en la parte del pecho donde esta el corazón se encontraba el escudo de Hogwarts.

El uniforme cambiaría de colores según la casa a la que se seleccionará al estudiante.

El gran comedor estaba en completo silencio mientras veían como el chico caminaba con elegancia y seguridad hacia el frente donde ya lo esperaba Minerva con el sombrero en su mano.

El azabache frunció el seño al ver el viejo taurente donde se esperaba que se sentará.

El azabache mientras caminaba saco su mano derecha del bolsillo de su pantalón y movió su muñeca con aburrimiento, segundos después para asombro de todos una silla similar a un trono de playa ya hacia donde antes estaba el taburete.

Los murmullos no se hicieron esperar y en el momento que el azabache se sentó tenía una sonrisa de lado llena de burla, sus ojos demostraban indiferencia.

Una Minerva algo soprendida se puso al lado del chico y coloco el sombrero en su cabeza.

Lo último que vio el azabache antes de que el sombrero oscureciera su vista fue un rostro con una ceja alzada una sonrisa divertida, una cabellera castaña y unos ojos verdes como un poco más claros que los suyos.

(•••)

Hasta aquí otro capítulo más de este fic, espero les haya gustado y nos vemos en el siguiente capítulo.

Les dejo una referencia a como es el uniforme de Henrik.


Imaginen el escudo de Hogwarts en donde está el pañuelo y los tonos grises de la corbata y los bordes del traje cambiarán de color al de la casa que el sombrero lo ponga.

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