•°~°Capítulo 10°~°•

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—¿Estás seguro de que vas a comer solo eso? ¿No quieres un poco? Está buena... —preguntó Bennett quién comía una hamburguesa con extra queso. Había mirado a su compañero, que estaba sentado a un lado suyo, y le vió negar con la cabeza, luciendo bastante incómodo picando con un tenedor la ensalada verde que había pedido.

—No me gustan las hamburguesas. Son asquerosas. —respondió Ben sin pena, encogiendo los hombros— Si comes demasiada porquería te vas a poner gordo y grasiento, es un mal hábito. —comentó después con una sonrisa de lado. Estaba cómodo en su sitio, aunque no podía decir lo mismo de la manera en que veía a Bennett comer una segunda hamburguesa. Pero tener al menor como compañía no estaba siendo tan malo como pensaba, incluso hasta se sentía a gusto estar tanto tiempo fuera—. Por cierto, se... te está cayendo un poco de queso. —agregó con una mueca de burla, apuntándole al mismo que resbalaba de su comida.

—Vaya, sólo es una hamburguesa... está bien, no siempre... como así. —Bennett hizo un puchero, elevando la hamburguesa llena de mordidas a unos cuantos centímetros de su boca, para empezar a absorber el grueso hilo de queso que resbalaba desde donde había mordido anteriormente— P-Pero es super rico~

—¿No quieres ir a algún otro lado? —Ben acomodó un poco el gorro sobre su cabello, arreglándose el pelo mientras con la otra mano seguía picando a ratos el pequeño plato con esta vez menos ensalada— Estos sitios son...

—Lo sé, vamos a donde tú quieras después, aún... nos queda todo el día. —el pelimorado no evitó dejar escapar una sonrisa tonta, observando el perfil del otro, mientras comía.

Se encontraban en un local de comida rápida porque el menor quería comer algo de ese estilo, y como era la primera vez que ambos salían sin haber algo de trabajo de por medio, Ben aceptó sin pensar demasiado en que el aroma a frituras y algunos que otros platillos de almuerzo le fuesen a molestar tanto. Ben no estaba acostumbrado a ese tipo de ambiente más callejero y a la comida que Bennett parecía degustar con demasiado apetito.

Lo siguiente que pasó fue que ambos se habían puesto a charlar abiertamente un buen rato, un tanto menos en confianza debido al ambiente, pero Ben se había mantenido entretenido con la manera tan extrañada del pelimorado por expresarse, y encima, por la forma sin miedo en que se mostraba revolviendose el cabello una vez se levantaba.

Tras un rato Bennett se acercó al pelicían, le tomó de la manga del abrigo beige y luego dejó el dinero sobre la mesa, para salir corriendo junto a Ben que parecía estar en otras sumamente confundido.

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—Hey ¿por qué tan serio? —curioseó el pelimorado manteniendo su mirada en los pequeños fragmentos de piedra y polvo que estaban por el suelo de la plaza por la que pasaban ya casi a la tarde— Anda, alegrate un poco... p-pareces molesto.

—No es nada de eso, está bien. —Ben encogió los hombros con las manos en los bolsillos de su abrigo, mirando al frente y notando lo despejado que estaba el sector.

—Mmh, bien y ahm... —farfulló el menor, soltabdo una pequeña carcajada antes de hablar— lamento si he sido insistente, y sé que yo soy quien estuvo hablando todo el camino, pero es porque sé que no hablas mucho.

—Me sorprende... no hizo falta que te lo dijera. —Ben le miró de forma tranquila, casi burlesca, aunque no se le notaba inquieto para nada.

Bennett ladeó la cabeza ante eso, sintiendo como si el ambiente entre los dos, a pesar de no encontrarse constamente en charla, se hacía más amistoso y menos frío. Eso le gustaba. Hubo un silencio agradable una vez se detuvieron para tomar asiento en una banca, Bennett buscaba plática, por supuesto, mientras que Ben a ratos le seguía la charla.

No era la primera vez que se encontraban en medio de una conversación trivial hablando a penas de cosas que tenían en común, con Bennett riendo a ratos, mostrandose timido y hablando sobre las cosas que le gustaban hacer y después tratando de hacerlo hablar preguntando por sus intereses a parte de lo ya conocido.

Ben respondía vagamente, dando a penas información sobre lo que solía hacer, y dando a entender que era alguien muy poco amistoso y con un pensamiento bastante duro para verse como alguien relajado.

—Vaya, eso... s-suena algo rudo, a mi nadie nunca me ha puesto problema por el color de mi cabello, sólo es tintura púrpura, no hace daño a nadie y... a mi me gusta. —habló Bennett, jugando con sus dedos, mientras se encorvaba ligeramente en aquella banca. A ratos, miraba con atención tanto las facciones como el llamativo color turquesa del cabello de Ben.

—A ti ese color te hace ver como una mujer. —comentó de la nada Ben, haciendo un gesto de indiferencia antes de recorrer un par de segundos el rostro y la cabellera del otro.

—¡Hey! Eso suena- —Bennett se detuvo en medio de eso antes de seguir hablando, desviando la vista al sentir un ruidito cercano, proveniente de un pequeli animal que se le había acercado recién— ¡Hah, cachorrito! —expresó con cierto tono de ternura, guiando al instante su mano hasta la cabeza del pequeño perro.

—Espera, no lo toques, es un animal callejero —alegó un esta vez un mas relajado Ben pasando su brazo por el respaldo de la banca, dirigiendo una un tanto despectiva mirada al recién llegado animal y a su acompañante tocándolo con confianza— Ugh, seguro tiene bichos y gérmenes.

—Pero es un perrito bonito, no lo discrimines sólo por como se ve... —reclamó Bennett inflando sus mofletes antes de agacharse y acariciar de cerca al animal— ¡oh, pero si es una chica! ¡Qué linda! Mira como mueve su colita~ —.Después metió su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un paquete de galletas que estaba abierto— Toma ¿quieres galletas? Yo casi no como.

Ben frunció el ceño y rodó los ojos deslizando su dedo en la pantalla de su aparato móvil para rechazar una de sus tantas llamadas, buscando distraerse de la forma escandalosa en que Bennett había dejado de mostrarse tímido para reír y olvidarse de su postura para casi hincarse en el suelo con el perro.

Más tarde Ben, se hallaba observando con suma atención la sonrisa del animado Bennett. Este jugaba con un perro de aparente raza corriente; pelaje claro amielado con manchas de polvo, ojitos comúnmente oscuros y esas orejas caídas que eran donde el de piel clara acariciaba causando que el animal se subiera sobre él, soltando ladridos a ratos.

—Deja ya, ese animal esta sucio y acaba de mancharte, qué asqueroso. —Ben se quejaba como de costumbre, pero debía admitir que ver al de menor en edad juquetear con ese perro le inspiraba libertad, era algo agradable verlo.

—La perrita solo quiere jugar, no seas tan malo. —contestó el pelimorado con una media sonrisa. Pues cuando algo en verdad le gustaba siempre tenía la seguridad de que estaba bien.

—Te llenarás de bichos o lo que sea que tenga. —el mayor se cruzó de brazos. No faltaba decir que su mirada seguía pegada a las manos de Bennett que acariciaban al animal de una forma cariñosa, como si fuese suyo.

—No parece tener nada, ya la revisé. No tiene collar... pero supongo que por lo sana que está creo que tuvo dueño antes... —Bennett abrazó a la perrita por el cuello, con cautela de no mancharse al acariciarle detrás de las orejas y tocar sus patas— Talvez... la abandonaron.

—Seguro porque está sucio y es feo.

—¡Hey! No hables así, no insultes a la pequeña... no es su culpa. Tenemos... que hacer algo... —el de orbes carmín infló sus mejillas. Viendo como Ben daba un chasquido con la lengua y desviaba la vista.

—No es mi problema.

—Hey... ¿c-cómo puedes decir eso? —Bennett se mostró profundamente inquieto ante el tono de voz del mayor. Bufó, y Ben le miró con una ceja alzada—. Es un cachorro, esta perrita es como una pequeña niña, no tiene casa y a penas se mantiene en la calle.

—Eso es distinto... es un animal. —Ben se cruzó de brazos. Pero luego sintió un fuerte jalón desde su muñeca quedando hincado en el suelo al lado de Bennett— ¡Eh, harás que me ensucie!

—No es distinto, ella igual es una niña. —habló Bennett un tanto inquieto, pero luego cubrió su rostro el cual se había sentido algo caliente al tener la aplastante mirada verdosa del mayor sobre y muy cerca de él, presionándolo— B-Bien... disculpa, no tienes que seguirme la corriente, puedo ver que hago yo solo. Mira ¿por qué no tratas de pensar en eso? Anda, acariciala aunque sea un poco...

—No voy a hacer tal cosa —se negó, apartándose a un lado, con las rodillas en el suelo.

—¿S-Sabes? —dijo el pelimorado, entre ligeros tropezones de voz— me debes un favor, quiero cobrarlo...

—Cielos, sigo pensando que eres molesto. Bien, tocaré a esta... —miró al animal que estaba sentado en medio de ambos moviendo su cola peluda y corta de un lado a otro, con la lengua de fuera— eh... cosa. Sólo porque te debo un favor.

—Aw, gracias.

Cuándo Bennett preguntó qué tal y le dijo que no había nada de malo, el peliceleste frunció el ceño mirándose la mano como si el pelaje de la canina quemase.

Bennett suspiró, porque luego el menor había notado que la perra les había seguido sigilosamente después de haber ido a dejarla a una institución animal, pero no dijo nada. Ben por su parte no había dicho nada luego de que se fueron de la plaza, pero se le notaba que estaba menos estresado que antas.

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—Bien... supongo que agradezco que me soportarás, porque yo también tuve que soportarte a ti y a tu molesta forma de llamar la atención. —le dijo Ben a su compañero  que ahora se encontraba parado en la puerta de su departamento, sonriente y tranquilo.

—Heh de nada. —Bennett se quedó en su sitio, vagando con la mirada a los lados y haciendo sonar los labios.

—¿Ahora qué? —Ben arrugó el entrecejo al verlo aún parado en la puerta— ¿Piensas quedarte ahí lo que resta del día o qué?

—Bueno... aún no ha acabado el día y pensé que... podía quedarme contigo un poco más de tiempo ¿si... s-si no te molesta? —Bennett se achicó de hombros y le sonrió al otro con timidez. Ben bufó, llevando una mano a su frente antes de apartarse de la entrada para dejarle pasar— Gracias.

—Que conste que sólo te dejo porque en realidad algo de compañía no me viene tan mal ahora. Para que sepas. —Ben volvió a cerrar la puerta luego de que el pelimorado hubo entrado, asintiendo con la cabeza.

—Heh... s-supongo que sí, la compañía siempre es buena. —sonrió el menor, con las manos en la espalda—. Y aquí estaremos los dos para hacerte compañía ahora. No te preocupes.

—¿Los dos? —Ben alzó una ceja, confundido.

—Sí, es que... ella también cuenta. —apuntó un tanto nervioso Bennett a su lado, donde venía el cachorro, que al parecer había estado dando vueltas por ahí y ahora se refugiaba tras las piernas del pelivioleta.

La expresión que había puesto el moreno al ver al animal en su departamento junto a Bennett, fue algo que hizo al menor apretase los labios y agachara las cejas.

—¿Estás de broma? ¿Qué carajo hace ese perro aquí? ¿En qué momento nos siguió? —Ben llevó dos dedos a su frente frustrado por eso mismo.

—No... no podía dejarla, c-creo que se encariñó con nosotros.

—¿Por qué te empeñas en joderme? Estábamos tan bien... No me interesa. Lo que quiero es que te lleves a ese perro de aquí, no me apetece verlo rondar y mucho menos ensuciar mi alfombra con sus patas sucias.

—Mmm... e-esto... si heh —Bennett rascó su nuca nervioso, mordió su labio de igual forma y desvió la vista. Esto no le iba a gustar tanto a él como a la pobre perrita que estaba sentado a un lado suyo chocando su cola contra su pierna— Bien... t-tampoco es como si fuese una gran alfombra, solo digo.

Miró en dirección a la bonita alfombra que estaba manchada con puntos grandes de tierra, los cuales obviamente eran las pisadas de aquel perro por encima de esta, dejando un rastro desde donde se encontraba la perrita hasta el pasillo para acabar cerca de la mesita de centro.

—Mejor ni voy a mirar para atrás. —Ben suspiró frustrado, haciendo una mueca cuando el animal se acercó a él meneando la cola y rodeando sus piernas.

—Mira, le agradas a pesar de ser un pesado. —sonrió Bennett.

—No, llévate a esa cosa, no la quiero aquí.

—Mmh eres... insensible. —gimoteó Bennett, inflando las mejillas antes de enseñarle la lengua al mayor y tomar a la perrita en brazos— Ni siquiera he dicho que te la quedes, sé que no podrías cuidar de un perro. Yo la cuidaré, no te preocupes.

—¿Crees... que no soy capaz de hacerme cargo de un estúpido animal?

—Bueno, n-no quise que sonara así. —negó con la cabeza, apretando los labios— Lo siento.

—No, está bien —Ben detuvo a Bennett. Antes de que caminase a la puerta— Mira... si limpias al perro podría reconciderarlo un poco, vas a ver que si sé cuidar a un perro. Pero recuerda que no prometo nada.

—¿Cómo? Es-espera... no estoy tratando de que tú...

—Pero vete, no quiero a ese perro tan sucio aquí ahora.

—¿Ok? Supongo que está bien... —Bennett un tanto confundido, le sonrió al mayor, acariciando la cabeza de la perrita en sus brazos antes de abrir la puerta— b-bueno cuando vuelva verás a un animal completamente diferente, que la querrás incluso sin sentir que te obligan heh.

Bennett salió por la puerta con la perrita en sus brazos. No por nada tenía ya dos perros, él estaba prácticamente especializado en el cuidado de animales, solía hacerse cargo él solo de las necesidades y cargos de sus perros.

Mientras tanto, Ben dejó escapar una carcajada con la mano pegada a la perilla de la puerta aún medio abierta, dándose cuenta de lo tonto que había sido y de que seguramente ya no podría detener al menor y decirle que no iba en serio, era algo que sabía, era complicado detener al pelimora.

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De vuelta en la sala principal del departamento de Ben. Bennett compartía cariñitos con la perrita en el suelo sentado con este moviendo su cola y mordiendo sus ropas levemente con sus dientes y colmillos redonditos. Para eso el pelimorado había cambiado su vestimenta a una más cómoda que solía usar en casa con sus perros, quienes eran igual de juguetones a pesar de estar ya bastante grandes.

—No ensucien mi alfombra —reiteró Ben sentado en el bonito sofa terciopelado con un paquete de galletas en sus manos, observando cuidadosamente al pelimorado reír y al perro mucho más limpio ladrar a ratos—, ya bastante tengo con las manchas que había dejado tu perro, Bonnie.

—Vaya, c-creí... que habíamos quedado en que sería tuyo, es una cachorrita hermosa y juguetona. Y se nota que es muy obediente. En realidad estoy seguro que tener una mascota te hará bien, también podrías distraerte. —Bennett sonrió de forma tierna. Luego amplió aún más esa radial sonrisa tras ver como la perrita daba un brinco soltando un corto ladrido, corriendo en dirección a Ben.

El mismo se quedó en su sitio tomando una primera galleta para llevarla a su boca ignorando completamente lo que hiciera el cachorro.

—No es como si pudieras venir y meterme ese tipo de responsabilidad así como así ¿lo sabes? Cielos, ¿quién hace eso? Maldita sea. —bufó el peliturquesa, cerrando su boca dispuesto a morder la dulce galleta que había tomado, hasta que sintió que el perro se subió encima arrebatando la misma con el hocico junto a todo el paquete, el cual se regó en todo el piso.

Iba a estallar en enojo por lo reciente, hasta que la bastante suave risa del pelimorado inundó toda la sala junto a los ligeros gruñidos del perro comiéndose las galletas que había robado en el suelo le hicieron fruncir el ceño, aunque le habían amainado considerablemente las ganas de echar a ambos afuera.

—Deja de reírte, carajo. ¡Y tú...! —se dirigió esta vez al perro— Suelta eso ¡agh! —reclamaba tratando de quitar al menos una galleta intacta al perro, pues, era el único paquete que tenía hasta ahora y salir para comprar más le sería difícil.

—Hah perdona. Es inevitable no hacerlo, no vas a conseguir quitarle las galletas de esa forma —se burló el ojirojo— ya las tiene todas molidas y llenas de baba. Son suyas... déjala.

—Estúpido animal. Sólo me está ocasionando problemas. —Ben se sentó nuevamente en el sofa cruzado de brazos. Entre molesto e inquieto, pero igualmente mucho más relajado de lo que esperó— Creo que esta tontería no va a funcionar, ese pequeño saco de pulgas no podría quedarse aquí, acabaré echándole a patadas.

—¡Hey! Eres malo. Es solamente un animal, no le trates así. ¿Sabes que puedes recibir una sanción y hasta ir a la cárcel por maltrato y abandono?

—Bennett, seré un idiota, pero tampoco tanto como para maltratar a un cachorro ¿ok? —bufó Ben, frunciendo el ceño— Pero esa cosa no es mi perro, no puedo abandar algo que no es mío ¿entiendes?

—Técnicamente ya lo es en el momento en que aceptaste cuidarla...

—Estás siendo demasiado insistente... ¿sabes algo? Deberías tomar en cuanta de que con suerte te dejo entrar a ti, y muchas veces solo me molestas.

—Oh... eso... ¡uhm! Suena bastante mal ¿sabes? Bien... tienes razón, t-talvez debería irme ¿no? —el pelimorado infló las mejillas para evitar mostrar lo afectado que había estado con respecto a esas palabras. Caminó hacia la puerta guiando a la perrita que continuaba masticando los trocitos de galleta con lentitud— Supongo... que lamento ser una molestia.

Para Ben definitivamente, todo había pasado un tanto más rápido, y de pronto se sentía intranquilo sin entender qué sucedía. Él solía ser así la mayoría de tiempo, no era costumbre suya disfrazar sus pensamientos molestos si no era con un fin comercial o simplemente para mantener la imagen. Cielos, que tampoco debían de tomarse lo que decía tan a pecho, pensaba Ben.

Bueno, no iba a hacer eso de disculparse por algo tonto otra vez, a pesar de que creía debía ser lo correcto, y se propuso respirar hondo buscando calma, podía con eso. Pero de pronto, ya se encontraba en la puerta del departamento del pelimorado, con el dedo en el timbre en vez de tocar la puerta, maldiciendo internamente no haberse quedado sólo en casa.

—¡No, no muerdas eso! Pequeña, toma el juguete, sí, ese si puedes morderlo cuantas veces quieras. —se escuchaba la voz del oji-rojo sonar agitada y animada mientras le hablaba al animal, justo antes de oír el ruido de la puerta al momento en que la abrió— Sólo no molestes a mis bebés, ellos quieren dormir ¿bien?

—Si no vivieras con esos perros, ya estaría pensando que hablas solo y eres un lunático. —comentó Ben mostrándose un tanto más tranquilo— pero me agrada saber que tienes algo con que compartir.

—¿Eh, a que has venido? —Bennett dejó escapar una carcajada acariciando el filo de la puerta por detrás de esta, nervioso y ligeramente inquieto.

—Eres un completo desorden siempre, y como estas muy ocupado también, yo... lo pensé... —fijó su vista en el cachorro que mordía un juguete de goma agarrando aquel objeto con sus patas casi hecho bolita en el suelo, a un lado de los dos perros de pelaje oscuro que dormían uno con la cabeza recargada en el lomo del otro, sobre la alfombra en medio de la sala— y me llevaré al cachorro ¿bien?

—¿Ehh? ¿p-por qué ahora? Se supone que tú no la querías... —el pelimorado hizo un puchero inflando ligeramente sus mofletes mientras giraba la cabeza para mirar al cachorro— p-pero... e alegra que cambiaras de idea....

—Sí, mira... también, quería disculparme. Quiero decir, por herir tus sentimientos o lo que sea, en realidad sigo pensando que eres un mocoso fastidioso, pero me agradas.

—Vaya... t-tus formas de pedir disculpas son muy extrañas heh. —sonrió Bennett, más contento— Está bien. En realidad ya no estoy molesto ni nada, no importa. Estoy algo consciente de tu... visión de mi.

—Supongo que eso bueno... —suspiró Ben, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón— Ahora, en realidad no me apetece quedarme aquí parado ¿qué tal si me traes al cachorro? Debo acostumbrarme a esa cosa antes.

—Mmh podríamos hacer algo... ¿qué tal si te quedas? —propuso Bennett, encogiendo los hombros— Puedo ayudarte, sé mucho sobre perros, será más fácil. Así que quédate.

—No gracias. Puedo solo.

—Un poco de ayuda nunca viene mal, es... lo mínimo que puedo hacer si fui yo quien te... ahm... te hizo sentirte responsable de ella ¿bien?

—Bien... —Ben suspiró, asintiendo— Pero si esos otros perros tuyos me molestan, me iré.

—¡No hay preblema con eso! Matthiew y Alan son muy bien portados. —Bennett le agarró del brazo, jalando de él hasta hacerlo entrar para poder cerrar la entrada— Yo me encargo después de la pequeña también, y te acompaño. Además t-te... ¡te daré galletas!

—¿Uh, sí?

—¡S-Sí! Sé que estabas molesto también por eso y yo... supongo que no es nada.

—Eres un raro. Pero de acuerdo... gracias.

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Notita sin editar aquí bonis porque si:

Porque a partir desde este punto exacto, me encanta la forma en que Ben y Bennett se conocen e interactuan!

A pesar de que las interacciones son bastante simples y el ambiente no avanza sino hasta mucho después, en realidad considero que a comparación de mis otras historias, la forma de conocerse de estos dos me gusta muchísimo y me trae recuerdos de cuando a penas la empezaba a escribir.

Y por si recuerdan y la notaron, cambié bastante algunos diálogos (sobre todo los de Ben en especial, que los suyos ya de por si son toscos y despectivos) tanto que Ben se lee como un hombre apacible.

En fin, nos leemos pronto.

                   「NiakuTan」

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