•°~°Capítulo 19°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

A penas lo había notado y Ben pasó ahí todo lo que restó de la noche, sentado en ese sofá del cual no se había movido en ningún momento más que para acomodarse. La situación lo atormentaba y nublaba su mente, aún sin creérselo en realidad; viendo el rostro cercano de Bennett, recordando el sabor de sus labios. Oh cielos, ¿qué demonios había hecho? ¿En qué estaba pensando al hacerlo?

Repulsivo, quería pensar, y se esmeraba en creer que debía haberlo sido, incluso si su mente estuvo inquieta aún permitiéndose seguir con el contacto entre sus labios. Había pensado en irse, pero allí seguía... sin pensar en nada más en la extraña emoción que él quería denominar como una simple repulsión causada por un desliz emocional, el cual le impedía tener control total de sus acciones.

No dejaba de pensar en ello, echándose la culpa por cometer estupideces, por dejarse llevar por sus emociones, y por tratar de sostenerse en su colega, que nada tenía que ver y que aún así acababa liado en esto de igual forma.

¿Cómo rayos miraría a la cara a Bennett? Era desagradable el sólo pensar que incluso estando bastante sobrio no pudo hacer mucho ante la impulsividad de sus emociones y el extraño ambiente que se había generado entre los dos.

Se había confundido como no tenía idea, nunca le pasó algo parecido, pero aun siendo su culpa, no iba a disculparse, no podía. No pudo controlar ese impulso, talvez la necesidad de volver a tener cierto contacto, como si no se notase lo suficientemente dolido que ya lo tenía toda su propia situación.

Ben con los codos reposados sobre sus piernas, llevó sus manos hasta su rostro, frotando sus sienes. Frustrado, se recompuso tomando una mejor postura, exhalando abrumado tratando de regular su respiración. Ya no sólo tenía un problema, sino que se sumaba a esto su extraño comportamiento en circunstancias anteriores; encontrarse a si mismo besando a un hombre, le brindaba un gran golpe a la conciencia y a su hombría. Y una falta de respeto tan grande a su amistad e incluso a su compañero, por mucho que le costase admitirlo.

―Maldita sea... ―colocó toda su mano derecha sobre su frente, casi cubriendo sus ojos. Su mente se había hundido en un profundo blanco, un vacío, mientras su mirada se centraba total y absolutamente en el suelo, queriendo recrear la vista y distraerse casi sin éxito.

Fue entonces, cuando abrió por completo los ojos, aun con la sensación del dolor punzante en su cabeza, que le hacía doler la vista y nublarla también. Las finas cortinas color vino dejaban pasar el poco de luz que emanaba el recientemente despierto sol. Aspiró el aroma a mañana, y sintió como si las horas perdidas de sueño a penas estuvieran pasando, lentas pero imperceptibles.

Debía tranquilizarse si quería pensar mejor. Tampoco era como que perdiese algo importante dándole un beso a un hombre. Ya de por si, trabajar haciendo el papel de homosexual degradaba su orgullo hasta cierto punto, incluso siendo trabajo e incluso tomando en cuenta su profesionalidad. Exagerar un contacto fuera de eso pensando en otra cosa, era quizá propio de él, pero seguía pensando que era tan inapropiado para su yo interno que a penas y podía poner en orden sus pensamientos.

Carraspeó la garganta, se puso de pie, y planeó ir al baño para hidratar su rostro. Ya que no durmió en todo lo poco que tuvo de noche.

Pero ni pudo dar ni un paso tras detenerse a mirar, en una mesita en la sala que lograba verse desde donde estaba, a cierto pelimorado recostado con medio cuerpo encima durmiendo tan plácidamente y con una notoria tranquilidad sentado en una silla mal puesta .

El rostro de Ben formó una mueca totalmente torcida al verlo en esa postura, tan incómodo a simple vista. Bennett simplemente pudo irse a dormir cómodo dejándolo a él con lo que había hecho, pero en cambio se había quedado allí sentado, con sus brazos haciendo de almohada para su cabeza casi como si estuviera esperando algo.

Trató de sonreír mostrando cierto grado de ternura, pero sin embargo, le causaba un revoltijo de sensaciones que abrumaban su conciencia el sólo pensar en hacerlo.

Todo este mal entendido había pasado por nunca tener en claro que es lo que realmente quería. Siempre acababa discutiendo consigo mismo por tratar de aclarar todo lo que pasaba a su alrededor. También, por su estúpida forma de comparar a Margaret y a Bennett, quienes a pesar de ser distintos, solían inquietarlo y hacerlo sentir tranquilo con sólo estar allí.

Recién venía a darse cuenda de que a cada cosa que pensaba, decía o hacía, terminaba aun siendo manejada por su dolido sentimientalismo.

«Ese es... el maldito problema, mierda».

Decidió simplemente irse, acomodando la bufanda rojiza que traía consigo. Dejando su penetrante mirada más heladora que el clima mismo de la mañana. No iba a tener tiempo para despejarse si seguía estando allí, sin hacer nada.

•[▪]•

Cuando Bennett abrió los ojos con bastante cansancio, percibió un notable olor a fresco, y el helador ambiente le rodeaba al momento de ponerse más recto en la silla, colándose entre las mangas y cuello de su chaqueta abierta junto a su polera. No sabía que horas eran, pero parecía bastante inquietante para él detectar cierto brillo rudo del sol a través de las cortinas, haciéndole pensar inmediatamente que era tarde para él.

Tocó su garganta, su cabeza, ambos estaban cálidos y le dolían a ratos. Sus cabellos despeinados y sueltos se pegaban a los costados de su rostro un tanto seco.

Tembló. Relamió sus labios humectandolos y reviviendo lo que pasó ayer... hace unas cuantas horas... en realidad. No podía creerlo.

Eso había ocurrido, lo recordaba tan bien a pesar de haber estado cegado y abrumado por el sueño. Pero no se explicaba el porqué, cielos ¿qué había pasado?

―No... entiendo nada. ―frotó con suavidad sus ojos. Arregló su cabello y ordenó sus vestimentas. Decidió no pensar mucho en ello, hoy planeaba descansar un poco y que mejor que empezar por ir a la cama y seguir durmiendo, necesitaba un descanso después de todo, ya había resuelto esto antes.

Bostezó enderezando la espalda, vaya que había dormido mal para lo cómodo que recordaba sentirse. No recordaba por qué razón se había dormido allí, salvo anoche haber ido al baño a mojarse la cara, con el objetivo de dejar solo un momento a Ben y luego hablar con él. Pero no quiso ni logró acercarse por temor a obtener una mala reacción al hacerlo.

De alguna u otra forma lo que había pasado le sabía tan extraño e irreal que no logró disfrutarlo del todo, por lo que no pensaba retocar más el tema a menos que sea el contrario quien quisiera hablar de ello.

Pero no supo cono habían pasado días un par de días en que se encontró un tanto atareado. Cada vez el frío incrementaba y la ansiedad en Bennett desaparecía, quizá porque se resignó a que después de ese momento inexplicable no se vería a Ben y a él, en el mismo nivel de cercanía que antes. Pero si no funcionaba, él haría ese intento por salvar al menos un poquito de la amistad tan difícil de conseguir.

Era obvio lo muy desesperado que se vio, respondiendo al beso, y luego entrando en pánico por el contacto. Estaba perdido.

Cogió el teléfono y buscó el contacto del peli-naranja. Si había alguien con quien, luego de pensarse todo y haberse liberado del trabajo, era con él. Esperaba no sea una molesta... considerando que él mismo había negado a su manager, a su chofer y a su asistente. Había querido pasar por la ciudad, y acabó sentado en una banca cerca de la plaza, extrañando a sus perros y algo de la comida callejera del sector.

―¿Hola? ¿quién eres, un ladrón? ¡¿Un secuestrador?! ―. Al momento de marcar, se escuchó una voz seria y ansiosa desde el otro lado de la linea. Bennett suspiró, Jeremy solía tener una... imaginación muy hiperactiva― Ay no, por favor, no le haga nada a mi amigo bonito y hermoso, él no tiene la culpa ¡Llévate todo pero a él no le hagas nada! No sé que haría sin mi niño, es como mi hijo. Dónde sea que esté yo iré por él ¿Cuánto es? Que esté a mi alcance eso si, tampoco soy millonario. Tengo al menos cien pesitos en efectivo sin cambiar nomás ¿cuánto seria con esto mi buen señor?

―Como tres libras con sesenta, no sé bien. ―Bennett contestó conteniendo una carcajada, pero no podía hacerlo si su mayor era tan... divertido― ¿De qué estás hablando ahora que lo noto? hah.

—¡Oh, Bennett Elliot Thompson de mi vida! ¡Mi amigo! ¡Estás vivo! Me alegra tanto ¿qué acontece? —rió el otro— Cielos, es que como nunca me llamas, es super extraño, me asusté mucho, lloro. Ignora lo anterior.

―¿De acuerdo...?

—¿A qué se debe su honorable llamada Su alteza? —bromeó Jeremy soltando una risita al teléfono.

―Verás, le había dicho a William que tendría asuntos urgentes...

—¿Y esos asuntos urgentes soy yo? Aww eres muy lindo, mi amigo. Gracias. —soltó con cierta burla el mayor, suponiendo por el tono de voz del menor, que Bennett estaba inquieto.

—Bueno... en realidad quería escaparme estos días. Y pues... me da algo así como cosa irme solo, sino William sabrá que mentí. Así que de paso quería pedirte si podías venir a por mi aquí ―. La voz del pelimorado sonó extremadamente tierna, por lo que el mayor no pudo evitar suspirar— ¿Puedes?

―Tengo que cuidarte hasta de adulto. Eres una ternurita ―dijo Jeremy junto leve carcajada― Bien, dime donde estás.

―Estoy... en una plaza.

―Hah no, amigo, sé más específico. Hay cientos de plazas en toda la ciudad.

―Bien, no sé, espera un poquito... ―Bennett se volteó buscando el nombre de la calle― Mmh sabes, mejor te mando mi ubicación. ―carcajeó.

―Hah eres un despistado. Bien, envíamela e iré por ti, así de paso doy un paseo. Aunque creo que tardaré un poco así que no te desesperes.

―De acuerdo, de todas formas iré a dar un paseo por el sector, no me iré lejos.

―Dale, entonces le voy yendo así no te pierdes. ―.Volvió a reír, causando que Bennett sonriera por inercia al oírlo; y es que un Jeremy que no reía de esa forma tan extraña no era Jeremy, lo sabía―. Si llego antes de la una de la tarde, aprovecho y tomo unas cuantas fotos.

―Bueno. ―Bennett sonrió, mientras miraba el lechoso cielo, y el clima tan frío pero a la vez que hacía tan hermoso a los paisajes verdes― Por cierto ¿cómo están Alan y Matthiew? Ellos necesitan al menos una salida cada dos días, sino, tienes que dejar que los lleven al jardín de recreación del edificio.

—Cielos, qué complicado. Pero tranquilo, ellos están bien y los llevé a pasear. Aunque.... —suspiró Jeremy, dando un vistazo a las cosas tiradas en el apartamento— no importa. Iré por ti, cuídate.

—Bien. Procura no morir en el camino, no me quiero quedar esperando aquí sólo.

―Nah, sería negligente si dejo a mi pequeño amigo solo en medio de la ciudad. ―el mayor rodó los ojos mientras reía―. Ahora sí, hasta luego. Tus bebés están durmiendo así que voy a aprovechar para salir. Espérame.

―Bien, Jeremy, gracias.

•[▪]•

Habían llegado ya las dos y media de la tarde, Bennett iba animado en el coche de su amigo Jeremy, mirando el paisaje. Tenía el móvil en las manos y escuchaba alegre la música que estaba a un volumen moderado. Anteriormente había accedido a pasear junto al mayor, comer algo y había como la pasión por la fotografía del pelicobrizo era tan real que le hacía sentir cierto agrado al verle tomar fotos.

―¡Oh, Jeremy! Tienes que subirle, súbele. Esa me gusta. ―. En cuanto la estación de radio cambió de canción, Bennett apagó la pantalla de su teléfono, para inclinarse un poco al lado donde estaba el concentrado peli-naranja mirando al frente―. Cierto, perdona. Yo le subo ―con sus dedos índice y pulgar rodó el botoncito para subir el volumen de la música, sonriendo animado― ¡Ya está! Canta conmigo, la conoces, Jeremy.

―Estoy conduciendo, no puedo hacer dos cosas a la vez, soy lento. ―Jeremy alegó bastante calmado, riendo a la par del contrario― Estamos en la autopista y en unos kilómetros más adelante tengo que cambiar de pista, no me distraigas. A menos que quieras que nos muratemos.

―Que nos matemos. ―corrigió Bennett con gracia― Suena raro si lo dices en ese extraño acento tuyo. —rió luego de decir eso— Pero bien, no voy a distraerte entonces. Sigue conduciendo tranquilo ¿importa si le subo más?

Jeremy negó con la cabeza, enseguida Bennett sonrió subiéndose volumen a gusto.

―¿Hay alguna novedad o algo te pasó? ―inquirió de pronto el mayor, causando cierta curiosidad en el pelimorado, luego de que finalizase el tema musical. Entonces se apresuró a explicarse mejor―; normalmente andas de negativo por ahí, fingiendo estar todo calmado, pero ahora estás alegre, pero de un alegre preocupado ¿si me entiendes?

―Oh... no, no es nada. ―Bennett agachó el entrecejo, mirando por la ventana. Quizá si estaba algo contento, por fuera, pero por dentro sentía esa extraña sensación de que algo no andaba bien. Hizo morritos mirando a su amigo, sintiéndose invadido y expuesto de pronto― Mmh Jeremy... ―le llamó, y este hizo un gesto alzando las cejas para indicar que lo escuchaba―. Verás... me siento un poco confundido, y no paro de pensar en... bueno, que no sé que voy a hacer al llegar.

El fotógrafo volvió a emitir un sonido de indagación, esperando que el pelimora se especique más. Pero Bennett ahora se mordía el labio, llevando una de sus manos hasta su despeinado fleco.

―No entiendo. Siempre tienes algo que hacer al llegar...

―Me refiero... a Ben. —suspiró Bennett—. Sucedió algo bastante.. diferente. Él estaba algo raro esa noche, como si tuviera algo con que lidiar. Y bueno... talvez sólo fue el sueño o el alcohol, pero...

—Ya veo... supongo que algo grave pasó entre ustedes, tiendes a ponerte emocional por ese compañero tuyo. —Jeremy hizo un gesto nuevamente, mostrándose tranquilo y compasivo— Sólo dímelo y es todo, después de contarlo verás que no es nada, ese sujeto es extraño... no te tomes tan a pecho, ni lo vale.

—No es eso... es algo diferente, en verdad. Estabamos solos, y yo estaba algo cansando también, pero de pronto... ―Bennett reposó su cabeza en el hombro de Jeremy, mostrándose un tanto afligido, mientras miraba al frente―... él sólo me besó, q-quiero decir... esa noche todo fue tan raro, creí que sólo estaba cansado. Talvez estaba confundido, no sé como excusarlo, no lo entiendo... y me da pena, no sé como voy a lidiar con eso, talvez... para él fue un error y...

―Espera, espera ahí ¿qué? ¿comó? A ver ¿me estás diciendo que Benjamín te besó, así de la nada? ¿qué onda con eso? No tiene sentido... ―el mayor parecía estar más confundido que antes―. Cielos, tus líos amorosos son mi novela favorita, lo sabes. Pero a ver, si me pierdo los capítulos anteriores no sé que está pasando. No entiendo nada... creí que seguíamos con lo mismo de siempre: contigo detrás de él y él siendo bien pesado contigo.

—Bueno... s-somos amigos ahora, y pues... hace mucho no te cuento heh.

—Desde donde me quede por favor, así entiendo mejor y puedo escuchar algo mejor que las canciones difíciles de entender que escuchas.

―Mmh bien... intentaré resumirlo.

Bennett suspiró, les quedaba bastante de viaje aún, así que tenía tiempo de sobra para una interesante historia suya. Sonrió acomodándose mejor en el asiento, obteniendo un suspiro de parte de su contrario, quien aprovechó la indicación de baja velocidad para alzar una de sus manos y darle un par de animadas palmadas al hombro.

•[▪]•

Mientras tanto, cierta mucjer otra vez estaba allí, esperando frente a la puerta del departamento de Benjamín, con una mirada seria y el maquillaje sencillo haciendo de su mirada algo más suave. Suspiró dándose energías.

No tenía idea del porqué estaba aquí de nuevo, ni tampoco el porqué se esmeraba tanto en acercarse nuevamente a Ben. En el fondo, todo el tiempo que compartieron juntos si había significado algo, y le tenía cierto aprecio aún; verlo distante y tan tosco como cuando lo conoció, era doloroso y difícil de manejar.

Al mirar el rostro de Ben, ese mismo rostro poco expresivo y esos ojitos verdes intensos sobre ella, la hacía sentir extrañamente mal. Entonces, tras un largo suspiró, pudo poner en orden sus pensamientos, confirmando el porqué estaba aquí; buscaba apaciguar su propio tormento, egoístamente, sólo para calmar ese sentimiento que le había provocado terminar con todo, fijar su vista en alguien más y pensar sólo en si misma antes de ser honesta con ambos.

Sonaba demasiado mal si lo pensaba de esa forma.

De sólo ver a Ben tan triste le brindaba una culpa pasajera, y la culpa no le gustaba para nada, deseaba deshacerse de ella para sentirse mejor consigo misma. Para saber que no había estado mal seguir su corazón, aún si debía ser doloroso para ambos, aún si eso generaba un escándalo o si terminaba por, en cierta forma, perjudicarla también.

Exactamente como lo pensó, tras unos segundos, Ben se mostró frente a ella, él no podía ser más... fiel a si mismo. Sabiendo que aunque ella no le avisara ni pidiera permiso, incluso si se tardaba, él le abriría la puerta y la vería a los ojos antes de expresar su molestia ante su visita. Ella mordió su labio sutilmente, entregando una imagen al contrario, quien afilió la vista y frunció el ceño.

―Bien, habla... ―espetó Ben, mirando de pies a cabeza a la mujer. Refunfuñó por lo bajo. En verdad que ahora no se encontraba de ánimos, su cabeza daba muchas vueltas y tenía un millón de asuntos tanto laborales como personales por resolver―. Ni creas que no conozco tus intenciones ¿qué quieres? Estoy hasta aquí de asuntos importantes para que ahora vengas tú a molestarme. ―bufó molesto, llevando su mano hasta su frente. Mientras la sonrisa de la fémina empezaba a decaer al observar el rostro serio, muy serio de él― Estoy ocupado, se breve.

―Yo... vengo a... ―farfullaba Margaret, apretando los labios. Desvío la vista al suelo― quiero... quiero hablar contigo. Es solo un momento.

Ben implemente sólo un abrumado suspiro, indicando con un gesto que la contraria podía pasar un momento. Al cerrar la puerta, siquiera llegaron a estar cerca del sofá, y ambos de pie se miraron a ratos, esperando que el otro hiciera algún movimiento.

―Muy bien ¿acerca de qué? ―soltó el moreno, sin una pizca de interés.

―Quiero disculparme, sé que verme y que haga como si nada hubiera pasado te afecta, y mucho. Sé que estás siendo frío conmigo, y sé que es mi culpa... pero, quiero que hablemos y nos entendamos mejor, por favor. -la oji-ámbar acabó con la respiración agitada tras decir todo aquello de una sola vez.

―Entonces sólo sé sincera conmigo. Dime que sucedió contigo ¿por qué te comportas así? Pareciera que lo disfrutas, incluso cuando intento ignorarlo, sólo vienes y tratas de jugar con todo esto, con lo que tuvimos.

—Es... difícil para mi, Ben. Me siento complicada, necesito tiempo y...

—Para mi también es muy difícil ver como nada de esto te importa, ni cuando sabes lo muy mierda que me siento cuando hablas de esto y de qué sólo ya no sientes lo mismo, de que sólo miraste a un lado mientras yo me esforzaba por hacerte feliz ¿entiendes... eso?

—No es así, nunca fue así... sólo quiero que me entiendas...

—No, ya te dije que no puedo entenderte, sólo vienes y hablas sin sentido. No te molestas en explicarme aunque sea, porque solo me buscas y actúas así. ―bramó Ben, justo cuando la pelimiel iba a acercarse hasta donde estaba―. Luego vienes aquí a hacer como que te importa... ―dijo con molestia, frunciendo el ceño― ¿Qué quieres, sentirte mejor contigo misma ahora? Oh no, terminamos ¡lo acepto! ¿Es lo que querías? Sólo, por favor... vete... estoy muy ocupado. Esto sigue sin funcionar... ―tocó su cabeza, sintiendo un punzón a un lado.

―No era eso... no lo tomes de ese modo... ―ella mordió su labio inferior, frunciendo el ceño al ver la frialdad con la que Ben veía al frente, caminando a la puerta―... está bien, sólo... cuando podamos entendernos, cuando ambos hallamos superado esto, me gustaría que pudieramos hablarlo mejor. No quiero que esto arruine nuestra relación de ningún modo...

―Ahá, vete...―respondió un cansado Ben, que de pronto sentía un dolor de cabeza leve― Y no, sé diferenciar mi vida personal del trabajo, ambas son totalmente distintas. Así que no quiero verte en la personal.

Se aseguró de que la puerta estuviese bien cerrada, y suspiró sintiendo sus ojos ponerse más cálidos de lo que normalmente eran. Tenía unas inmensas ganas de irse a dormir, pero eso afectaría su horario nocturno y alteraría sus ganas de dormir por la noche.

Desde cierto incidente, que no había tenido tiempo siquiera para pensar en eso, ni en nada. Tenía las ideas revueltas e incluso tuvo que hacer bastante para conseguir días libres, los cuales, no estaba seguro si había aprovechado lo suficiente.

•[▪]•

Por otro lado Bennett más tranquilo con su guitarra a cuestas y una radiante sonrisa en el rostro, escuchaba atento como a su lado Jeremy le comentaba una que otra cosilla mientras subían escaleras a paso calmado. Jeremy rió un poco, cuando pudo ver como el contrario se fundía de pronto en esa conversación que, ambos tuvieron anteriormente.

Por alguna razón, estaba segurísimo de que Bennett no le haría el menor caso y al cabo de que él se retirase de dejarle sano y salvo en su departamento, este correría hasta el doce avo piso para saber algo de Ben.

―¿Tienes algún plan para hoy? Es un día bastante bonito, y aunque no se ve el sol, el cielo está clarísimo.

—No lo creo heh.

—Cierto, cierto... ―recordó el más alto, entrando al departamento de Bennett, quien a su vez cambió su mirada pacífica a una mortífera en cuestión de segundos― Ah... fueron los perros ―anticipó, ansioso― obviamente cuando salí no... estaba así, te lo... te lo juro, de veras.

―Por Dios Jeremy, mira este basurero. ―Bennett llevó su mano derecha hasta su cien, rodando los ojos para luego mirar hacia la alfombra, donde yacían dormidos los dos perros de pastor mallorquín uno sobre el otro―. Mis angelitos no pudieron haber hecho esto, ellos se portan bien ¡hasta me avisan cuando algo está sucio para limpiarlo!

―¡Está bien, si fui yo pero te juro que iba a limpiarlo! ―Jeremy juntó sus manos sobre las ajenas doblando un poco sus rodillas― Hah lo siento, amigo~ ―se abrazó al menor.

―Uhg Jeremy... ―este miró hacia un lado― sólo ayúdame a limpiar y luego podemos hacer cualquier cosa aquí, no quiero dejar a mis bebés solos ¿bueno?

―¡Ya! ―Sonreía Jeremy ya sin ningún tipo de preocupación.

Después de todo fue el quién terminó de limpiar todo, hasta la cocina mientras el dueño jugaba con sus cachorros que tanto le extrañaban. De todas formas, aun era bastante temprano y a Bennett no le agradaría dejar a sus perros en la vivienda solos, porque al parecer tampoco querían salir.

Aunque había algo que no dejaba a Bennett tranquilo, y era que a pesar de no tener contacto con el peli-calipso, sentía que algo extraño sucedía, incluso antes desde ese día. Quería ir a verle aún así, pero esperaba después de que Jeremy se fuera, porque sabía que él no lo dejaría; su ex tutor parecía leerlo con facilidad, y le había aconsejado que guardase paciencia y esperase a que sea Ben quien le quisiera hablar para arreglar la situación, pero Bennett estaba impaciente.

Conocía tanto a su Ben, y sabía lo terco que era; si le costaba tanto disculparse por cosas como un enojo injustificado, por algo como un beso sería peor.

No podía esperar... y vaya que estaba intentando no impacientarse ¡es que no se podía! Quizá el terco era él, pero quería al menos saber si no estaba enojado, o al menos no verle con ese semblante descuidado con el que le veía a menudo últimamente gracias a Margaret. Sabiendo que incluso siendo alguien muy destacado, Ben se estaba esforzando por siquiera mostrarse a si mismo que estaba sintiéndose mal o que necesitaba algo de compañía. Lo sabía... bastante bien. Bennett soltó un largo y profundo suspiró, mirando a un lado.

―Tengo sed, voy por un vaso de agua. Ni se te ocurra moverme una pieza o... me... me pondré muy triste. ―dijo el más alto levantándose del suelo. Bennett y él estaban jugando ajedrez en el suelo, con los perros de por medio, como siempre― Ya vuelvo.

―Sí... ―contestó el pelimorado de forma cansada que hasta parecía somnolienta. Se estiró de estómago sobre la alfombra y usó de almohada a Alan, apoyando su mentón sobre el lomo del perro, mientras dejaba sus brazos estirados hacia adelante, al igual que sus piernas hacia atrás, buscando acomodarse.

Pensaba en todo lo que le debe estar pasando a Ben, y en como se sentía. Independiente de lo del beso, pero no ajeno al tema de su ex. El veía la televisión, y se enteraba de cosas que no le importaban mucho. A su cabeza llegaban pensamientos en donde se planteaba que seguro el pobrecito de Ben estaba solo en su departamento, carecente de alguna emoción de regocijo, quizás tomando o sólo saliendo sin parar, y en cierto modo también sentía una gran preocupación por su estado y por el de la pequeña cachorra que residía allí con él.

Al igual que él, que su rostro mostraba una ostensible gama de emociones relacionadas con Ben, y es que, cada día sentía como que algo le faltaba cuando no charlaba siquiera con el moreno. Y no le gustaba sentirse dependiente de esa sonrisa superior, o de esa mirada que decía y mostraba mucho, a la vez que no mostraba una emoción que se pudiera connotar perfectamente.

Pero la verdad es que si estaba seguro de que no era lo mejor estar como un idiota detrás de él sabiando que no tenía una oportunidad aunque quisiera, pero... se conformaba con ser solo su amigo, desde que recordaba sabía que era mucho mejor que exponerse. Por ahora él podría soportar el desprecio de Ben que de un segundo a otro pasaba a una mirada amistosa para luego no ser nada. Podía estar ahí para él, sin que esto pasase a ser algo dañino para su persona ¿qué importaba? Llebaba un par de años teniendo sentimientos por él y llevando su vida con normalidad; un tiempo más no era la gran cosa.

―Te toca mover a ti. ―. La voz del contrario le sacó de sus pensamientos, a su lado estaba Jeremy, con los codos sobre la cómoda alfombra y el mentón en la palma de sus manos. Dirigiéndome una mirada preocupada y amable― ¿qué pasa, Bennett? Puedes decirme.

―Heh no, no es nada. Estaba pensando un poco en... ―mordió su labio, y es que en la mirada de Jeremy se notaba que estaba siendo muy obvio, pero daba igual. Se encogió de hombros utilizando sus brazos para levantarse un poco y sentarse más a gusto― Bien, incluso con todo esto... siento que al menos debo ir a hablar con él. Mike dijo que hoy no trabajó y su asistente indicó que se había tomado unos días. Talvez... está enfermo o algo. ―hizo un puchero cerrando los ojos con un aura de sufrimiento alrededor, cosa que más que preocupar al peli-naranja le causó gracia, y cierto grado de ternura.

—Escucha, no soy el mejor consejero del mundo, pero intento. —habló Jeremy llevando su dedo índice hasta la frente de Bennett— No tengo idea de qué está pasando en esa cabecita tuya ahora mismo. Pero ese Ben es un adulto, no un niño. No puede ser que lo primero que hagas luego de mimar a tus perros sea el ir a tratar de acompañar a ese hombre incluso después de todo o de la manera tan rara en que se porta. Amigo, debes pensar primero en ti mismo, y luego piensa en qué harás. Así sabrás si es realmente bueno que seas tú quien vaya.

—Gracias... —suspiró Bennett— pero ya lo hice.

—¿En serio?

—Sí, y creo que es mejor ir a verlo.

―¿Hah? Pero Bennett... razona un poco. No debieras ir, al menos no hoy. Déjalo ser, eres extraño.

—Sí, pero pasaron días. No importa lo que pasó, si yo no estoy molesto po el incidente estoy seguro de que él tampoco. Y si no es así, da igual ¿verdad? —buscó ganar una afirmación usando una expresión de cachorrito tal y como sus dos perros le habían enseñado. Y reiteró con un tono suave— ¿Verdad?

—Huh bien, tú ganas. —suspiró— Yo apoyo el BxB ficticio y el real. Nunca me interpondría aunque sea el intento de relación más raro que hayas querido tener. —mencionó Jeremy, y le sonrió amanble al menor, temrinando por señalar el tablero después— Pero antes terminemos está partida, y luego irás ¿dale?

—¡Gracias! —Bennett asintió y se inclinó para abrazarle por encima de los hombros. Es que el mayor era tan comprensivo, como un hermano mayor, pensaba para sus adentros con emoción.

―No es nada, compa, para eso estoy ahora. ―rió correspondiendo al abrazo del oji-rubí, y luego le separó― Anda, te toca mover.

—¡Va! —Bennett rápidamente movió el caballo, fijándose en el movimiendo del otro antes de atacar ciegamente con un alfil y según su criterio encerrar el ataque contrario— ¡Jaque mate! —gritó al levantarse, tomando sus cosas— Cuida a mis bebés y a ti por supuesto. Iré un rato y volveré. Hasta luego.

—¿Cómo? Mmh... es un tramposo. —murmuró Jeremy de pronto viendo al de melena salir con rapidez, y luego bajó la vista al tablero— El alfil no se mueve en línea recta, eso ni siquiera fue un jaque.

Se quejó en silencio, pues tampoco tenía nada que reclamar. El pelimorado estaba prácticamente desesperado por ver a ese compañero suyo, era como el mechero de su llama, sin él no podía llevarse a cabo un día alegre y feliz. Por lo que Jeremy podía notar con tan solo observar calladito las actitudes de un aun muy inmaduro Bennett. Eran unas acciones muy extrañas, pero no veía que aceptaran demasiado la vida de su amigo, así que no podía decir mucho al respecto.

A la vez... Bennett había corrido hasta el ascensor a penas salió. Se detuvo frente a la puerta del departamento del contrario, tragando saliva a la vez que acomodaba su desordenada ropa e inspirando hondo, buscando relajarse.

No había avisado ni preguntado si no había problema en venir, no estaba seguro de si estaba o si lo encontraría en buen momento, a pesar de haberse informado antes de los días de descanso del mayor. Tenía ese tipo de miedos absurdos de los cuales estaba acostumbrado a escapar como hacía comúnmente. Pero ya estaba aquí...

Su respiración comenzó a salir un poco más acelerada, y su pecho se calentaba con el paso de la lentitud del tiempo a su alrededor. Mordió su labio inferior, y por dentro de su boca apretaba ambas palas, esperando que los eternos segundos que le tomó oír que alguien abría la puerta no fueran en vano y terminara yéndose a causa de una heladora y tosca mirada esmeralda.

Sus preocupaciones acabaron cuando la puerta por fin se abrió, dejando que Bennett pudiera visualizar al cansado Ben que tocaba su cabeza con los ojos cerrados y una mueca de frustración.

―Te dije que ya no vinieras a... ―Ben no acabó de reclamar cuando delante de él vio al joven pelimorado con ambas manos entrelazadas y la mirada retraída― Oh Bennett... ¿qué estás... haciendo aquí? ―frunció el entrecejo, pero al instante suspiró.

—Yo... hola —saludó, tratando de aclarar su garganta— Vengo a verte. —. En cuanto habló, se dedicó a observar las muecas adoloridas del otro, y aquello le hizo preocupar al instante— Hey ¿estás bien? ¿Te duele algo? ¿La cabeza? ¿Te duele la cabeza? Cielos, yo... ahm...

―Deje de balbucear, no me pasa nada. ―articuló el oji-verdoso, tocando con dos dedos su frente. Le dolía la cabeza desde hace un rato, pero peor le hacía sentir esa amabilidad tan torpe que traía consigo el contrario; otra razón de sus problemas emocionales, en especial esa emoción confusa que tenía sobre su compañero. Y le molestaba―. ¿Qué quieres?

―Verte... d-digo, ver como estás... ―Bennett rió nervioso, llevando una mano hasta detrás de su nuca― es que... bueno, no hablábamos desde... desde hace días. ―mencionó desviando la mirada y con las mejillas ligeramente enrojecidas por la vergüenza.

―¿Y eso para qué? ―Ben apretó los labios. Pasando su mano, con la que anteriormente tocaba su cabeza, por el lado de la puerta para llevarla hasta la manija.

―Bueno porque... ¿porque si? Me preocupo... por ti.

―Pues no es necesario, estoy bien. Puedes irte... si quieres. ―Ben se achicó de hombros, como dando a considerar la posibilidad de poder charlar con Bennett quizá, pero la verdad no sabía como decirle de una forma no obvia aquello.

―No estás bien... ―el rostro de Bennett ya estaba empezando a mostrar esa preocupación tan evidente que hasta sus ojos parecían cristalizarse junto a esa preocupada mirada inmadura en estos― quiero decir que... no se te ve tan bien, porque t-tu cara... se nota que estás como más pálido y... ―Sin permiso, como solía hacer siempre, puso su mano en la frente del moreno, dándose cuenta de que como pensaba; tenía fiebre― estás muy caliente.

―Me duele un poco la cabeza nada más, no tengo fiebre. Deja de tocarme. ―se quejó el oji-verdoso retirando la mano ajena de su rostro.

―P-Pero...

—No tengo nada. No soy un niño, no necesito ayuda. Ni creas que por preocuparte vas a hacer que yo... —se detuvo, serio. Viendo la cara de su colega, la cual demostraba cierta preocupación, y le resulataba... adorable: con las mejillas rojas y los ojos tintineantes. Había olvidado ese pequeña gran problema—. Bien, pasa. De igual forma pensaba hablar contigo.

—¿Qué?

—Sólo entra.

Abrió la puerta un poco más, dejando ver el plano interior de su vivienda. En el fondo se podía distinguir a la cachorra dormidita sobre un sillón, echa bolita y bastante mejor que antes; pudiéndose notar al brillo de su pelaje, y el relajo con el que estaba durmiendo. Bennett tuvo una sensación de agrado en el momento en el que notó a la cachorra sobre una chaqueta de interior de polar, sinónimo de que Ben se preocupaba bastante por ella.

Sonrió unos segundos antes de pasar a un lado del moreno, miró hacia el sillón una vez más, doblando la mirada hacia el sofá esta vez, que estaba casi al lado, en donde habían unos papeles que parecían contener cuentas y letras. Dedujo en un segundo al enfocar su vista, que Ben estaba ocupado incluso aún pareciendo muy cansado. Hasta veía, por otros papeles que estaban ahí, que se centraba en todas sus actividades laborales cuando tenía este, y el día siguiente de descanso, por lo que sabía.

―Bueno ¿de qué quieres hablar conmigo? ―Preguntó Bennett, realmente intuyendo de que sería la charla, pero esperaba en realidad que no hablasen de eso pronto. Tomó aire girandose sorpresivamente, causando que el moreno casi chocara contra él luego de cerrar la puerta y mirar al frente―. P-Perdona... ―se echó para atrás.

―Como sea... ―Ben encogió los hombros.

Bennett pasó a sentarse a la orilla del sofá, observando al lado al perrito dormir tan tranquilito. Ver al can así le daba ese aire de relajo haciéndole calmar su ansiedad y el fuerte palpitar acelerado de su pecho, provocado por el miedo a que Ben saque ese tema de conversación y terminé por ser tan breve cortando su amistad de una vez. Respiró hondo.

Decidió dejar de pensar cuando el peli-turquesa se sentó a su lado tomando su distancia, corrió los papeles de la mesa hacía un lado, para tomar un vaso y servir algo de cerveza en él, ofreció algo de beber a parte, pero Bennett negó quedándose quieto en su lugar. Simplemente esperando que el silencio entre los dos no siguiera haciéndose más largo.

—Escucha... quería pedirte una disculpa por lo que pasó esa vez, por mi impertinencia. —Habló Ben apretando los labios— Fue una falta de respeto para los dos.

El tema en si no era algo alarmante, no lo sería en caso de haber sido un simple desliz con alguna de sus compañeras o algo que pudiera disfrazar con el alcohol, pensaba Ben. Era por eso que en realidad estaba bastante presionado con ello también, por que no era una mujer, y no había estado borracho; era un golpe duro cuando se daba cuenta de eso.

Sin embargo, una ligera y extraña emoción de alivio se instaló en su sistema al ver como Bennett no parecía mostrar desagrado por lo dicho, es más, se notaba igual de aliviado que él. Le escuchó suspirar enseñando relajo como si se hubiera quitado un gran peso de encima; al menos esa era su forma de interpretarlo.

Bennett no hallaba que más decir, aunque si que tenía un comentario con respecto a la forma constante de beber de Ben, pero se calló. Volvió a suspirar, se calmó y dispuso a hablar. Pensó en una buena forma de justificar lo antes dicho y hecho por Ben, aunque a veces era difícil porque él tampoco estaba entiendo mucho.

—Entiendo... esa noche se te notaba abrumado, los dos e-estabamos un poco cansados también y... no te preocupes. —Bennett se esforzó por no decir nada extraño, haciendo pausas— Haré... c-como que nada pasó...

«Talvez ahí está el problema». Pensó Ben, porque una parte de él le decía que era algo más, mucho más extraño. Más bien algo en esa rara actitud tan tonta que tenía, y esas sonrisas que trataban de justificar su mal comportamiento le hacían pensarse las cosas más de lo habitual. Apretó los labios frunciendo el entrecejo, lo que le llevó a dejar el vaso reposado sobre la mesita de centro en la cual estaban arrinconados los papeles y la botella abierta.

Por otro lado, también estaban esas ganas de mandar todo a la mierda y buscar satisfacer su conciencia eliminando lo que no le gustaba. Pero no iba a decir nada, no le importaba y suponía que había sido por culpa de la presión del momento. Bennett tampoco parecía cómodo, y no pretendía echarle la culpa.

Pensar que las actitudes de Bennett eran adorables desde su punto de vista, y también inmaduras y tontas en si, no tenía nada que ver con lo que trataba de decir; que era nada más y nada menos que una simple disculpa por asechar en los labios ajenos como si se tratase de una mujer a la que besaba, y lo peor de todo, como si se tratase de algo que podía hacer por mero gusto cuando quisiera. Ben creía que el pelimorado no le había hablado por eso, por la molestia de sentirse afectado.

—Algo así. Quiero decir, no lo mal entiendas. Tu apariencia, el momento... no, digo que no lo sé, fue un accidente o lo que sea. —Ben trató de corregirse, inspirando hondo— Sólo quería disculparme por eso.

Su voz ya no estaba siguiendo las ordenes potentes que le entregaba su mente. El dolor de cabeza no era una razón tan fuerte como para hacerle nublar de la nada, y reaparecer en frente de Bennett le provocaba cambiar de rumbo lo que trataba de decir ¡que maldita sea, eso solo una disculpa y nada más! No costaría tanto decirle «perdona por eso de la otra vez» y listo. Suspiró. Ya daba igual.

Bennett sentía como sus ojos se calentaban, más por el desconcerto que por algo que a él le pareció obvio. Le parecía curioso y agradable que Ben se esté disculpando, y también saber que pensaban lo mismo, solo que de diferente manera. Le sorprendía aún más que... esto hubiese sido tomado con tanta ligereza, que Ben no hubiera hecho un escándalo o culpado de ello, conociendo bastante la forma en como este pensaba.

―Está bien, no pasa nada. P-por eso pensé que... si te llamaba o algo, te molestarias conmigo por ser tan.. ¿eh.. imprudente? ―admitió Bennett algo nervioso. Sabía que Ben le estaba mirando tan fríamente, pero con ese toque cálido que contrarrestaba a esa fachada, un interior muy grato que era difícil de encontrar a simple vista- Suelo... creer que la mayoría de cosas son mi culpa, así que...

―Hah pues casi todo siempre es tu culpa. ―sonrió.

―Entonces... ¿está todo bien entre nosotros? ―levantó las cejas, alegrandose por si solo, cayendo en la posibilidad de que su amistad no se vería afectada― No estás enojado conmigo ni nada ¿verdad? ―dijo, y cual perro regañado por su dueño, se hizo para atrás antes de tratar de abalancearse sobre el oji-verdoso en el momento que este dijo que sí con un movimiento de cabeza y esa misma sonrisa fatigada.

―Necesitaba disculparme contigo sobre todo. Eres una gran persona, muy estúpida y diferente, pero me agradas. Y no me gustaría perder parte de esa... amistad. —dijo el de acanelada piel, pasando sus dedos por sus despeinados cabellos claros, echandolos hacia atrás— Así que sí, estamos bien.

―Me.. me alegro. —sonrió Bennett, aliviado— ¿Eso significa que te importo tantito? ¿seguimos siendo amigos? ―inquirió inquieto, y se sintió más alegre al ver Ben asentir seriamente y con tranquilidad― No sabes... lo mucho que me alivia que no haya n-ningún tipo de malentendido entre los dos y...

—Sí, sí, pero no te me pongas cariñoso. —se quejó Ben, casi regañando a Bennett mientras buscaba reclamar distancia entre los dos- Si me atreví a disculparme es porque no quiero un mal entendido entre los dos. Somos amigos, y hasta ahora eres el mejor que he tenido.

―Hah sí, no te preocupes. Está todo en orden. Me basta con que todo esté bien entre los dos. ―dijo Bennett con una leve sonrisa―. Además... déjame decirte que si te duele la cabeza, que por cierto, se te nota mucho más ahora, no deberías de beber, te va a hacer mal y no me gustaría que te de un dolor más fuerte.

«Se toma confianza muy rápido». Ben suspiró, parecía sentir que si esa voz tan pegadiza le seguía habla y habla a cada rato no sólo el alcohol le haría incrementar el dolor de cabeza. Aunque le agradaba saber que su colega no estaba asqueado por lo ocurrido, y por lo bien que se lo había tomado a pesar de que eso era algo un tanto grave, según creía él. Llevó una mano su cabeza.

―¿Me harías un favor, Bonnie? ―Ben le interrumpió de peonto, mirándolo y causando que el aludido se quedase quito devolviendo el gesto.

―Oh sí, por supuesto, lo que sea.

—Cállate, hazme ese favor.

Al cabo de unos minutos Ben se había sentido obligado a aceptar la preocupación ajena, porque reconocía que quizá si estaba un poco agotado. Observó todas las caras graciosas que ponía Bennett con cada mueca que producía debido al dolor de cabeza que iba en incremento y, esto a su vez combinado con la fieble y el cansancio le hacían sentir una corriente fría que a su paso debilitaba sus ganas de levantarse.

Los toques en su frente a cada cinco segundos le estaban mareando, la voz chillona del pelimorado empezaba a desesperarle tanto que trataba de reprimirse para no descontrolar las ganas de reclamarle espacio al menor.

—¡Te está subiendo la fiebre! —Bennett mordía sus uñas mostrando una expresión de preocupación exagerada— ¿Qué hago? ¿te llevo a un hospital? ¿Llamó a un doctor ahorita? ¡Cielos! ¡Cielos! ¿Qué puedo hacer? ¿y si te sube más, te enfermas y... ¡mueres!? —puso preocupado las palmas de sus manos sobre el sofá, cerca del moreno, observándolo de cerca.

—Tus actitudes más que desagradarme, a veces me frustran. Deja de comportarte como una mujer histérica. —bramó Ben desganado. Tapaba sus oídos para evitar escuchar los chillidos del otro y las posibles ridiculeces que decía— En serio ¿por qué no te callas? A éstas alturas el perro me cuidaría mejor; que no se estaría ladra que ladra molestando.

―P-Perdona... ―se disculpó el menor, frotando su mano izquierda sobre su nuca otra vez avergonzado― es que... bueno... ―juntó sus dedos índice haciendo morritos.

―Ni te molestes en buscarte justificativos. Con una pastilla estaré mejor ―Ben utilizó sus brazos para levantarse, quedando medio sentado en el sofá. Bennett a su lado sólo se dedicó a cumplir con el espacio que requería Ben, aunque más que nada luchaba por acercarse aun si es un poquito.

―No, no. ―negó con la cabeza― la pastilla va a quitarte el dolor por un rato y luego te va a volver peor. ―dijo el pelivioleta, soltando un suspiro― Mejor te traigo un vaso con agua. También podrías comer una sopa. —aconsejo— Cuando yo estuve así de enfermo una vez, mi mamá me preparaba sopas y me obligaba a tomar mucha agua. Creo que eso es mejor que una pastilla inservible.

―Pero yo no soy como tú.

―Pues nunca me he enfermado desde entonces, odio las pastillas. —Bennett apretó los labios— Tú no deberías de tomarlas, en realidad no ayudan mucho. Mejor te traigo un poco de agua...

―No es necesario. Me voy a acostar y ya, tengo sueño ―se levantó Ben quitando de al lado al pelimorado, para poder mirar al cachorro que ahora despierto movía su colita a un lado del menor―. Puedes irte si quieres, no quiero que molestes. Digo que... no te tomes tantas molestias.

―Pero... ―apretó los labios, formando una fina linea recta y cuveada, mientras sus ojos trataban de convencer al contrario.

―Si quieres llévate al perro contigo, y me lo traes después. Dentro de poco le va a dar hambre y va a empezar a ladrar, se pone tan odiosa después. —propuso, observando como casi al instante Bennett sonreía.

―Mmh ¡Bueno! ―asintió el menor. No era lo que quería, pero la cachorra le resultana un amor. Por lo que la sostuvo en sus brazos como si se tratase de una pequeña niña, mientras brindaba una cálida sonrisa al moreno― Sólo porque no puedo resistirme a esta cosita linda. —suspiró— Entonces nos vemos luego.

Ben se quedó mirando como Bennett se iba con el perro en brazos. Tocó su cabeza con dos dedos, soltando un quejido y mostrando desagrado por el dolor. El calor de la fiebre lo obligó a desabrochar parte de la camisa, ventilando con su mano a ratos. Cuando escuchó la puerta en señal de que Bennett se había marchado, y pudo respirar más aliviado.

•[▪]•

Bennett entró a su departamento, algo nervioso mientras abrazaba a la cachorrita. En la puerta para recibirlo estaba el peli-naranja, sujetando la perilla con una ceja alzada mientras lo veía de arriba a abajo y suspiraba haciéndole pasar.

—Tus ratitos si que son largos, casi me duermo esperando. —comentó Jeremy cerrando la puerta luego de que Bennett llegase, observando con detenimiento al cachorro en brazos de este, al cual acarició con facilidad— ¿Y bien, cómo te fue? ¿Hicieron las pases y son amigos de nuevo? ¿O acaso fuiste directo y le dijiste como te sentías para que te lo hiciera?

―Jeremy, por favor... ―el pelimorado rodó los ojos― te dije que él no estaba enojado conmigo, fue un error. No hubo tanto problema... me siento aliviado.

―¿Entonces qué? Creí que tu crush era una especie de homófobo o algo. ―dijo sentándose en el sofá, para continuar viendo la tele― ¿Te bateo o fingió que no pasó nada?

―Bueno, fue algo así como un malentendido. ―confesó Bennett encogiendo los hombros― Sabía que él estaba algo consternado y confundido. ―infló las mejillas.

—No me digas, fue algo así en plan; «Hey disculpa por lo del beso». Y el otro ahí como; «Nah no importa, perdona tú, no soy gay y como que me salí de onda». Y tú como; «¿somos amigos entonces?». Y ahí mataste todo el ambiente. Fin. Empezaste de nuevo. —citó Jeremy con cierta gracia, cruzando los brazos.

—Oh vaya heh... —rió el menor mirando a un lado— y-ya sabes.. es que...

—Llevo cuatro años sabiendo como lo idolatras y nada de nada, cada día es igual y a penas hay aunque sea un avance normal. —el mayor suspiró, entrando al menú de subtítulos en español de la TV—. Ya tu teleserie está lenta con tantas vueltas que le das al mismo tema y no has avanzado casi nada. Te hubieras ido por la trama rápida, al menos así llegas al drama en segundos y a los cinco capítulos ya estamos al otro lado. Luego lo demás no importa mucho. Aunque como eres tú, seguro y te le arrancas. —se quejó divertido.

—¡Hey! Dices cosas extrañas, no soy yo. —Bennett hizo morritos— También cuesta acercarse a alguien como él.

Jeremy alzó las cejas sonriendo, la verdad es que le gustaba provocar así a su compañero, era una de las pocas maneras de quitarle lo cabeza hueca a veces. Y Bennett sabía eso, la confianza entre los dos era bastante a pesar del tiempo que había pasado desde que no se veían.

—Eres tú el que se la pasa atrasado y con miedo a que te diga que no.

―Obvio que tengo miedo a que me diga que no. Prefiero quedarme siendo su amigo a que me diga que le doy asco. ―se sentó a su lado, poniendo el cachorro sobre su regazo para acariciarla lentamente― Sabes que soy cobarde.

―Y a mucha honra. Desde que te conozco que le haces honor a la cobardía. ―bromeó el peli-cobrizo subiendo tantito el volumen del televisor. Escuchó un refunfuño por parte de su contrario, lo que le obligó a sonreír rodeando con su brazo izquierdo a Bennett, abrazándole con cariño; era como una mezcla de hermandad y afecto paternal a la vez―. Está bien, mejor díselo cuando te sientas cómodo, o ya si quieres dejar de ser su amigo lo sueltas y ya. Aquí voy a estar yo ahorita para abrazarte si algo sale mal.

―A mi todo me sale mal y no has estado ahí conmigo. Te fuiste mucho tiempo a estudiar para al final volver como un fotógrafo nada más. ―le sonrió Bennett, un tanto melancólico ante eso.

―Tampoco voy a aparecer así super rápido si me llamas. No soy instantáneo. Además te dije que todo me pasó tan rápido. Igual ni quería ser doctor hah.

―Sí... ―dijo Bennett con algo más de ánimos, miró la tv― Oh, déjala ahí.

―¿De veras? ¿apoco te gusta esta porquería? ―le dijo el otro. En la pantalla se veía uno de esos tantos programas de televisión en donde la comedia era la dominante, donde sacaban temas estúpidos que a él le resultaban desagradables. Más porque no entendía un carajo el Inglés tan cotidiano de aquel programa- Pues para eso mejor te pongo una serie de las mías.

—El programa es horrible, lo sé, pero me agrada verlo. —carcajeó.

Al final Jeremy tuvo que soportar las estupideces que Bennett miraba en la tele, abrazando a la cachorra que se había quedado dormida sobre él. Tenía su cabeza en el regazo del oji-marrón, el cabello atado en una coleta alta otra vez y una bufanda que estaba por ahí haciéndole de cojín para estar más cómodo. Miraba relajado la televisión, casi no prestando mucha atención a los movimientos de los personajes o el diálogo en sí.

―Bennett ¿ya puedo cambiarla? Ya se pusieron bien raros, no le entiendo ni una. ―hablaba bajando el volumen de la tele, para evitar escuchar las tonterías que al menos si entendía él―. Te daré lo que quieras pero no me hagas ver esta cosa. Tu programita ya terminó y no quiero ver esto, de veras como que me hace sufrir.

―Bien, cambiala si quieres. ―bostezó el contrario acomodándose lo mejor que podía con el perro encima― Tampoco me gusta ese...

—Si tienes sueño duerme al otro lado del sofá un rato, mi amigo. Y si te da frío te pongo a otro perro encima para que te agarre el calor. —bromeó Jeremy, pero Bennett si le hizo caso y se fue a poner cómodo al otro lado, acomodando su cabeza en el reposabrazos— Va, te dejaré dormir sólo un rato eso, sino no podrás dormir en la noche.

―Bueno... me despiertas en una media hora ¿vale? ―volvió a bostezar, esta vez más lento, sintiendo las ganas de cerrar los ojos por un momento.

Jeremy respondió con un sonidito a boca cerrada. Más cómodo en donde estaba, cambió por fin ese canal, porque la transmisión en si, era muy buena en las mañanas y noches. Entonces sólo entró a una App de series y puso algo en español.

•[▪]•

Paró sus pasos en seco, pensando en si, incluso después de su siesta y de los asuntos que tuvo que resolver, estaba bien haber vuelto otra vez a la vivienda de Ben. Llamó un buen rato, hasha que consiguió que este abriese. Pidió permiso antes de empujar leve la puerta hacia adentro, donde ya un poco más lejos, Ben apreasaba la punta de un cigarrillo en los labios.

¿Ahora qué? Pensaba Bennett arrugando entre ambas cejas. Se percibía en el aire ese aroma a tabaco, aunque muy poco y en realidad no era molesto. Ben parecía estar frustrado como siempre, pues sus muecas corporales cuando estaba molesto por algo eran muy comunes de ver. Bennett siempre le veía así, la mayoría de veces.

Ahora por sobre el puente de su nariz se notaba un rubor al igual que en sus mejillas, ambos provocados por el calor que desprendía a causa del dolor de cabeza y el aumento de la temperarura. Eso lo podía notar de lejos.

—Hola, heh dije que volvería ¿cómo... te encuentras ahora? —Bennett cerró con cuidado la puerta y se giró a ver al mayor, quien trató de evadirle la mirada— No deberías fumar ni beber. —mencionó.

Ben tenía las mejillas sonrosadas, el pelo revuelto y la camisa desabrochada. Esa imagen por un instante le causó estragos y nervios, causando que sostuviera con más cercanía a la cachorra, que jugaba con sus patas rascando su chaqueta, y a la cual traía de vuelta luego de haberla entretenido en su departamento.

―No me digas que hacer y que no. ―escupió con desgano el contrario. Su garganta estaba seca y luego de hablar suspiró, bebiendo algo de vino.

―Lo siento. Vengo a traerte a la pequeña, creo que te extraña. ―Bennett se fijaba en como la perrita rascaba con sus garritas su chaqueta, mirando al igual que él, en dirección al peli-turquesa― si quieres... me voy.

―Y si tú quieres también te puedes quedar. ―Ben dio la opción, sintiéndose amable de un momento a otro- No es necesario que vengas ya después de todo este tiempo y sigas como un imbécil pidiendo permiso para todo.

Bennett no se ofendió por lo que el mayor había dicho; sabía que un Ben amable siempre venía acompañado de una réplica totalmente contraria, lo que provocó que formulara un gesto que parecía ser una sonrisa torcida; reflejaba de entre extrañera y gratitud, porque al menos el pelicían no le estaba echando.

Esta vez se concentró en enderezar su caída sonrisa, extendiendo sus labios para dejar ver sus cuidados dientes parejos y blancos. Se agachó sólo un poco, permitiendo que la cachorra diera un brinco para correr hasta donde estaba su dueño, moviendo su colita de un lado a otro mientras se paseaba por encima de las piernas del oji-verdoso. A Bennett le resultaba tan lindo observar a la pequeña tan contenta por ver a su dueño otra vez, se notaba que lo quería mucho, y eso era bueno, significaba que Ben no era tan mal dueño.

Se acercó también para mirar al moreno, preguntando otra vez si es que se encontraba bien. Como siempre, el mayor le miraba fijamente asintiendo con la cabeza, aunque por muy de lejos no lo parecía. Y le sorprendía que estuviese tan tranquilo incluso viéndose tan agitado.

―Mmm... a ver. ―dijo Bennett estirando su brazo de pronto, para llevar la palma de su mano hasta la frente acanelada de Ben, removiendo sus cabellos cortos que le hacían de flequillo― Ya no tienes tanta fiebre, pero en serio... te aconsejo que mejor no tomes, mucho menos que empieces a fumar. Eso te hará mal ¿qué tu manager no te lo tiene prohibido?

―Sí. Y ya lo sé, pero no me importa.

―¿Y entonces por qué sigues fumando? Deberías al menos tomar en cuenta que es muy dañino. ―volvió a mencionar el menor, mostrándose genuinamente preocupado.

―Porque no me importa.

«¿Qué acaso no le importaba sentirse mal?». Inquirió el menor mientras veía como Ben botaba grandes cantidades de humo por sus labios, y volvía a aspirar el tubo blanco al cabo de unos segundos, como si el cigallo pudiera quitarle cualquier problema de la cabeza, no estana seguro porque Bennett en realidad nunca había probado un cigarro, siquiera sabía como sostenerlo. Pero no quería que Ben se sintiera mal, pero claramente no era una autoridad, o por menos, alguien serio para imponerle algo a él. Era Ben después de todo, siempre se mandaba solo.

―P-Pero... a mi si me importa. No es que me moleste que fumes, está bien, pero no lo hagas ahora ¿bien? ―apretaba sus labios, como temiendo a algún reproche por siempre estar metiéndose en las cosas ajenas como si le pertenecieran o tuviera alguna relación con ellas. No podía dejar que Ben fuese terco, y termine enfermo o algo― Te ves cansado, no tanto como antes, pero se nota bastante. Tampoco tienes que beber.

―¿Y tú quién te crees para estar dándome ordenes? Encima me dices que es lo que puedo y no puedo hacer. ―gruñó Ben alzando una ceja. Dio unos toquecitos al cenicero, y luego aplastó el cigarrillo en medio de las otras tres colillas del mismo acabadas dentro de esta- Sabes que esa es la razón por la que mi asistente casi no está aquí hah.

—Pues si yo lo fuera no dejaría que te portes... como un niño. Tu salud es importante.

—Sí bien, pues no lo eres. Estoy bien...

—Yo sólo... me preocupo por ti. —Bennett suspiró, sentándose a un lado del mayor, mientras apartaba el cenicero y la botella de vino de la mesita de centro.

―Eso es molesto —suspiró—. Gracias...

Dijo Ben y sonrió tan repentinamente acompañando aquella extraña sonrisas cálida con una ligera risa. Ahora el que estaba perdido era el pelimorado, que para entendía en qué está pensando Ben, era tan difícil de entender a veces.

―Perdón... yo ¿por qué me agradeces? ―Bennett acabó por acercarse un poco al contrario, acariciando el lomo de la pequeña cachorroa que se restregraba haciéndose cariñitos entre ambos, sobre el sofá.

―Es sólo que... me da mucha gracia como te comportas. Pareces un niño. ―Ben acarició la cabeza del menor, refiriéndose con ello a lo que acababa de decir, que tal cual como la pequeña perrita, parecía emocionarse por ese pequeño toque. Le resultaba divertido, por no decir extraño y ver el lado positivo de esa actitud tan Bennett―. No te preocupes por mi, yo siempre estoy bien. Mejor vete preocupando por ti y que seas tú el que no se enferme.

Apuntó a su cuello descubierto, y a la chaqueta azulada de tela delgada que estaba sin cerrar, dejando ver el polar de la polera verdosa pastel de cuello redondo amplio que no llegaba hasta a cubrir más arriba de sus hombros.

―¿Qué, por qué? Aquí adentro hace algo de calor. Igual el edificio es calentito, no me gusta taparme tanto en el departamento. ―dijo juntando las lados de su chaqueta para cerrarla un poco de esa forma. Subir la cremallera y unir los botones era molesto, por lo que sólo la dejó de esa manera―. A veces no entiendo lo que quieres decir. Creí que te habías enojado conmigo por andar de entrometido.

―Sí, me molestas, es raro que te metas en todo lo que hago. —mencionó Ben— Aunque creo que es tonto que te preocupes por mi, me gusta. ―admitió, no había tenido las ganas de decirlo, pero le divertía en cierto punto ver las muecas que ponía el oji-rubí cuando hablaba de cosas así. Eran tan lindas que hasta le resultabab afeminadas y delicadas como para un hombre; empezando desde su notorio rubor corporal y sus facciones bastante endebles que estaban bastante definidas.

―Pareciera como... si nadie en la vida se hubiera preocupado por ti ―carcajeó el pelimorado calmoso llevando su mano hasta sus labios mientras sonreía― Heh es broma, no te molestes.

―¿Por qué crees que voy a molestarme por cualquier cosa que digas o hagas? ―Ben estaba pasmado en la desatenta mirada bermejo de su colega, que pestañeaba a cada rato esperando respuesta. Apartaba la vista para mirar a la cachorra bulliciosa que masticaba las ropas de Bennett y saltaba por encima de ambos juguetona, causándole cierta ternura a la vez.

―No lo sé... ―el menor se achicó de hombros acariciendo la cabecita de la perra, que al instante se quedó quieta levantando el cuello para pegar la mano calientita del pelimorado a ella.

En ese momento Ben analizó bien a ambos, tan tranquilos y a la vez tan inquietos como siempre. Bennett era como esa cachorra, tan juerguista y cuando les convenía se portaban bien. Y así como le fastidiaban ambos, en un comienzo les fue de su agrado, pero luego empezó a quererles hasta sentirse cómodo y familiarizado con los dos. Lo desestabilizan por completo, pero ese mismo cambio era el que necesitaba para relajarse.

―No sé ni para qué te pregunto si nunca sabes nada. ―.Espetó, lo que Ben tenía de hiriente a veces lo tenía de cariñoso y calmado cuando quería. Pero ahora no quería, sin embargo habían unas pequeñas ganas.

―Sí...

―Qué negativo eres, no lo decía en serio. ―Aunque eso fue con buena intención. La suave palmada en el hombro de Bennett y su mirada tan neutral que parecía asustar al menor contradecían mucho sus buenas intenciones.

―¡Uh, es... raro! ―se estremeció el pelimorado regresando su vista al frente al momento de erizarse. Como si eso lo hubiera asustado.

—Cálmate. No iba a reclamarte nada, cielos. —se quejó el peli-cian poniendo una mano sobre la cabeza del pelimorado, volviendo a asustarlo por lo que parecía. Rodó los ojos.

—Sí, sí... —En ese momento Bennett ya sentía el ambiente incómodo, pero no del malo, se sentía más tranquilo de habitual. Pero nervioso, tragó saliva, y se abrazó a la cachorra, desviando la vista.

―Ah carajo, Bennett.

―¡Está bien, está bien! ¡Si capté el mensaje! No me asusto, abrazaba a la pequeña. ―le regresó a mirar el pelimorado dejando de abrazar a la cachorra, para mostrarse un tanto exasperado.

—Como sea, cállate. Me agradas más si te callas.

Pasó un rato, ambos estaban sentados uno al lado del otro. La cachorra dormía en medio y la mano calentita de Bennett pasaba con cariño sobre el lomo de esta, peinando su pelaje y acariciando su cabecita. A Bennett le era tan relajante hacer eso que no importaba si estaba muy molesto, triste, alegre o cual fuese su estado de ánimo, tener a una compañía como un animalito y encima con Ben al lado resultaba ser regocijante.

Formó una sonrisa ladina mientras desviava la vista hacía la televisión, su mirada no se alimentaba con las imágenes en movimiento transmitidos en la pantalla, pero quizá la información subliminal quede en su cabeza, claro, si es que había espacio en donde tenerla y que no moleste, porque solo tenía cabeza para el trabajo, sus perros y amigos, y otro gran espacio para Ben.

El perro se removió acurrucandose más en su posición, disfrutando del calor corporal de su dueño y Bennett juntos. Este último se detuvo un momento, para acomodar su pelo hacía un lado, mirando al pequeño cachorro con ternura, luego levantando la mirada, para llamar a Ben con la vista.

—Hey... ―musitó peinando el pelaje miel amarillento de la perra, utilizando la yema para pasar por el pequeño animal, tocando sus orejitas caídas con lentitud. Ya no recordaba como era sentir las orejitas pequeñas de sus perritos, aunque no eran iguales, le brindaba tanta ternura haciendo que sus mejillas se pintasen de un rojo tenue, además del poco calor que rodeaba su cuerpo.

—¿Qué quieres? —Ben fingió no interesarle, ya que la verdad estaba desde hace un buen rato observando las acciones y movimientos gesticulares que hacía.

—¿Cómo se llama la pequeña? —pesteañeó curioso y sonriente— Porque le has puesto un nombre ¿cierto? Me gustaría saber como decirle... —comentó, algo en él le hacía pensar que Ben ni se ha molestado en ponerle un nombre, ya le conocía, no iba a extrañarle que la respuesta fuera un «no tiene nombre» o una simple negación. Aunque esperaba que no.

—Ah no. No le he puesto un nombre.

—¿Y por qué no le pones un nombre? Debieras de llamarla por algún nombre bonito. Así te será más fácil enseñarle muchas cosas y ayudarla a entenderte también.

—¿Eso crees? Uhm... no sé, no necesito ponerle un nombre.

—Pero... —Bennett ladeó la cabeza— es que tampoco puedes estarle llamando «la cosa esa» a cada rato. La pequeña es muy linda, necesita un nombre tan lindo como ella. Le vendría bien un nombre simple...

—No necesita un nombre, así está bien para mi. —dijo el moreno indiferente pegando su atención a la tele mientras se encogía de hombros— Y más le vale no crecer más, que ya así me causa problemas grandes.

—Oh vaya. Pues por la raza que veo que es, va a crecer de todos modos hah —rió el pelimorado. Ya no le daría más vueltas a un asunto tan corto que empezó por una simple preguntita— Pero está bien, piensa en un nombre más adelante.

—Te dije que no me importa. —Ben bufó— Suficiente tengo con su raza tan tosca y corriente como para encima ponerle nombre, si lo hago, será definitivamente mía y es molesto.

—Es una Labrador, no es corriente, es linda. —Bennett formó un mohín, frunciendo ligeramente el ceño— Además... ya es tuya, ella te considera su dueño. Al menos... no seas tan despectivo, es pequeña y te quiere.

—Bien, bien... cielos. —Ben soltó un largo suspiró, revolviéndose el pelo a la par que se acomodaba mejor sobre el sofá.

—¿Sabes? Tengo hambre.

—¿Qué? ¿Y para qué me dices a mi? ¿qué quieres que le haga?

«Heh es bastante amable». Se dijo Bennett con cierta gracia.

•[▪]•

Tras otro largo rato, Ben se encontraba sentado a un costado de su cama, con la cachorra en las manos. Le elevaba hasta la altura de su rostro, mirándola a la vez que esta sacaba su lengua respirando extrovertida. La observaba de un lado a otro, mirando entre ese limpio color de pelaje miel, como movía su colita complementando la alegría que tenía. Era un cachorro adorable, pero irritante a la vez.

A su vez los constantes ruidos en la cocina provocados por el contrario que trataba de preparar algo le estaban desconcentrando de lo que intentaba hacer; que era nada más y nada menos que pensar en qué nombre podía ponerle a la perrita. Uno acorde a como él guste de llamarla, pero que no escuche mal al nombrar al nombrarlo.

—¿Cómo puedo llamarte? No hay un nombre que me guste...

Se dijo a si mismo, la cachorra tenía unos oscuros ojos grandes y brillantes, como un tierno peluche. Unas pestañas largas que se mezclaban con el tono de su pelaje, dándole un aspecto tan bonito y agradable. Los animales eran lindos, y la cachorra lo era realmente, pero de allí a adueñarse y cuidar de uno le resultaba molesto. No entendía por qué había aceptado al perro, pero aquí estaba, con él, viéndole como si pudiera entenderlo y ladrando a ratos como si estuviese contestando a sus preguntas.

«Talvez pueda llamarte Isabella». Pensó mirando al can con detenimiento, sonriendo ante un recuerdo que le llegó con ese nombre.

—¡Hey Bon! ¿sabes dónde está la sal, siquiera hay sal aquí? —inquirió Bennett alzando la voz desde la cocina.

—No lo sé. Por ahí seguro.

—Mmm bien... —atinó a decir ante la inservible respuesta, regresando a lo suyo.

Unos momentos más tarde se encontraban sentados con un plato de sopa enfrente. Ben al igual que el pelimorado, fijó su vista hacia la cachorra, que ladeaba su cabeza haciendo un sonidito ligero de indagación. Mirándolos y empezando a rugir seguido de otros cortos y nada desagradables ladridos; indicando que tenía hambre.

—Ow pequeña ¿tienes más hambre? ¿quieres sopa sin caldo? —ofreció Bennett a la canina con una sonrisa mientras comía de su plato de sopa con papas cortadas en cuadritos.

—¿Cómo es eso de sopa sin caldo? ¿qué es eso? —Ben levantó una ceja dejando la cuchara con sopa a medio camino antes de llegar a su boca—. Por cierto, esto no está tan mal, está bastante aceptable. Gracias por tomarte la molestia de preparar algo. Hace mucho... no comía algo casero. —suspiró cansado, por fin llevando la cuchara con una sopa hasta su boca, disfrutando de el sabor suave y agradable.

—Está bien, no es nada. Gracias... —sonrió Bennett. Giró la mirada hacia el cachorro, que rasguñaba con sus patitas su pantalón pidiendo algo de atención y alimento. Suspiró mordiendo su labio; el atender al perro y a la vez prestar una discreta atención a Ben eran cosas algo complicadas si se mezclaban—. Disculpa, ya... ya vengo.

El peli celeste le miró algo divertido al verlo ir a darle de comer a la perrita. Algo extrañamente se revolvió en su estomago, pero no podía culpar a la sopa, que le devolvía toda la buena vibra en realidad. Trató de concentrarse en el sabor, que era realmente bueno, recordándole a aquellas comidas de su mamá que comía de pequeño, que aunque fueran sólo agua y sal, estaban hechas en su momento con amor. Se sintió reconfortante probarla, Bennett a pesar de haber mencionado que no sabía cocinar, no era lo que había demostrado.

Volvió a sentir un frío recorrer su espina dorsal, cuando el recién aparecido pelimorado le sonrió sentándose frente suya, mirándolo con atención.

—¿Qué?

—¿Sucese algo, Bon? —pestañeó. Llevó la cuchara hasta su boca y comió tranquilo— ¿Aún te duele la cabeza? ¿te... sientes mal?

—No, estoy bien.

Ahora es cuando empezaba a sentirse tranquilo, porque al parecer su Ben estaba mucho mejor que hace un rato.

Más tarde...

Se encontraba Bennett jugando con la cachorra, sentado en la alfombra mientras esta se paseaba por encima de él como si fuera el mismo piso. Le mordía leve los ropajes y jugueteaba con su cabello, de vez en cuando se metía en medio de su chaqueta abierta hasta pasar debajo de su polera y llegar a su cuello. Era bastante divertido jugar con un animalito tan mono como ella. No entendía porqué a Ben no le gustaba si era lo mejor del mundo.

—Hey mira, se está parando con sus dos patitas —dijo animado el pelivioleta, como si se tratase de una madre viendo los pasos de su primogénito—. Me acuerdo cuando Alan y Matthiew eran unos cachorritos y siempre se ponían a levantarse de sus patas traseras ¡es tan lindo! ¡mira, vela! —rió Bennett.

—Uh sí, que bien. —el moreno ni prestó atención, se encontraba con el móvil en mano mientras estaba desparramado en el sillón, como un holgazán. Era un gusto que pocas veces podía darse.

—Uhm pequeña ve a molestar a tu dueño. —Bennett ánimo a la cachorra, dándole un toquecito para empujarla y que fuese donde estaba Ben.

El can ladró saltando al sofá con emoción mientras le pisaba el torso al moreno y saltaba de lado a lado evitando que este pudiese seguir usando el móvil con tranquilidad.

—¿Y ahora qué? —Alegó Ben.

—No lo sé, estaba aburrido. —sonrió Bennett—. Deja que ella juegue contigo, está ansiosa, eres su dueño, debes ponerle atención.

—No quiero que el perro esté cerca de mi ahora.

—¿Por qué no? —Bennett hizo un mohín inflando las mejillas.

—¿Qué te importa? Sólo porque no quiero ugh.

―Oh... entiendo. ―Bennett fingió estar molesto. Con una sonrisa oculta bajo la manga de su chaqueta miraba a Ben levantar una ceja indagando en sus gestos. La cachorra saltó sobre el rostro del moreno, haciendo que de pronto soltase una risa larga.

―No te rías.

―Es gracioso, ella quiere jugar contigo. ―reía enseñando su lengua amistosamente, a su vista el cachorro daba vueltitas en círculos sobre el rostro ladeado de Ben, que trataba de quitársela de encina sólo logrando que la misma mordiese algunos de sus mechones de cabello en un acto de inercia, creyendo que era un juego.

―Hey, no. Déjame, anda... ―se quejaba Ben tras las lamiditas y mordiscos del can sobre y cerca de su rostro. Qué asco le daba, y Bennett no hacía más que sentarse cómodo de piernas cruzadas sobre la alfombra―. Dile algo, maldición. Ayúdame, quítame al perro de encina, cielos... va a dejarme lleno de gérmenes.

―¿Y eso no lo puedes hacer tú? Sólo dile que se detenga. ―propusó el menor.

―¿Qué crees que intentó hacer? Por supuesto que trato de sacarla de encima, pero me está agarrando el pelo con los dientes y hasta las patas las tiene al lado, como me rasguñe ya va a ver. ―reclamaba a regañadientes.

A pesar de que sus quejidos no eran para nada en buena onda, la voz del mayor sonaba bastante divertida, con un tono agudo por las quejas y ese tono grave tan característico de él al acabar con una frase.

El pelimorado sonreía divertido, echándose para atrás siendo sostenido por sus brazos y palmas de sus manos apoyadas en la suavesita alfombra. Miraba a Ben, y luego levantó ambas cejas pensando un poco.

—¿Qué me darás a cambio si te ayudo?

Minutos después la cachorra dormía plácida sobre su camita, que tan solo era una almohada con una mantita encima, donde Bennett se aseguraba de que estuviese bien relajada para que después no le siga cuando salga de la habitación. Acarició la cabeza de la canina y la cubrió con otra pequeña mantita, antes de levantarse e ir a la sala donde se encontraba Ben, que al verle y al percatarse de su mirada botó todo el aire para volver a retomarlo.

—¿Y bien?

—Creo que ya no va a molestarte. —sonrió Bennett.

—¿Y qué hiciste, le pegaste?

—¡¿Qué?! ¿cómo le voy a pegar? ¡claro que no! Sólo la arropé y la llevé a dormir.

—Como si fuera una niña.

—Ella es una niña, sí.

—Ya veo... —Ben extendió sus brazos desde el sofá donde estaba sentado— Ven.

—¿Qué... q-qué haces?

—¿Lo que querías no era un tonto abrazo?

El rostro de Bennett se iluminó de sopresa, y sus ojos irradiaban una emoción repentina. Asintió y se acercó despacio hasta donde estaba Ben, quien le miraba con una sonrisa ladina, y una ceja inclinada para lanzarse luego a abrazarlo. Qué bien se sentía.

Ben sólo rodó los ojos como si esto ya fuera común; que Bennett le abrazase tan fuerte estrechándole entre sus delgados brazos, como si fuera algo muy importante que quería retener.

Sonrió abarcando al menor, rodeándolo con sus brazos como Bennett le rodeaba a él. Esperando no fuese una mala idea.

•~•~•~•~•~•~•~•~•

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro