•°~°Capítulo 25°~°•

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Margaret al salir, esperando su transporte, se encontró pensando en cuan rápido había ocurrido todo, en cada gesto de confusión de Bennett, en cada acción y los nervios que se presentaron en su rostro. Peinando su cabello y levantando el cuello de su gabardina oscura de polar, trataba de ocultar su rostro de nervios, sus frustrantes ganas de recriminarse a si misma lo tonta que había sido.

Se apresuró demasiado ¿fue acaso muy directa con Bennett? Al tener grabada en la mente esa expresión acongojada, sus mejillas ardiendo, el como el pobre temblaba, como trataba de... rechazarla sutilmente. Pensaba que hasta para eso el pelimorado era gentil. Se sentía tan estúpida ahora mismo.

Por lo visto Ben no le había mencionado nada tampoco, y ella como idiota creyó que al confesar su atracción por el oji-rubí Ben sería igual de inmaduro que ella, al venir a aclarar todo con Bennett, pero se dio cuenta de que no. Ella era la única sintiéndose perseguida, que creía y el mundo giraba a su alrededor, pero no era así, y estaba empezando a arrepentirse de haber sido impulsiva.

¿Estuvo bien lo que hizo? Dañó a Ben al ocultarle esto, al acercar a Bennett a ellos dos sabiendo que sólo causaría problemas, y lo peor... había decidido acabar con esta farsa justamente en momentos así, justo en estos tiempos tan ajetreados, tan estresantes y tan tensos. Por como veía las cosas, una ligera duda florecía en su mente, sabía que estaba siendo exagerada y torpe al pensar en eso pero, no podía evitar creer que la influencia de Ben en Bennett y viceversa tenía mucho que ver... demasiado.

Al encontrarse en el asiento trasero del coche, visualizando a estos a su chofer, pensaba en qué hacer después... darle espacio al pobre y confundido Bennett era razonable, pero estaba demasiado ganosa a saber qué pensaba él.

Recordar la firmeza y la seriedad con el que Ben la había mirado al enterarse de esto, sólo hacía que aquella duda aumentase, su curiosidad por saber que pasaba entre su ex pareja y Bennett crecía conforme recordaba cada reacción del mismo, cada respuesta nerviosa y animosa a preguntas relacionadas con Ben.

No soportaba pensar en eso, quería creer que sólo eran suposiciones suyas, escucharlo decir que Ben no tenía nada que ver, que era sólo el respeto a su amistad con él y que no quería traicionarlo o algo así. Pero estaba al tanto que era mucho pedir, ella era necia pero no estaba ciega.

Creyó estar segura de que Bennett la miraba a ella... pero ya no sabía que pensar. Había sido un golpe de intuición devero.

•[▪]•

A la vez, Bennett estaba hecho un total poema de emociones revueltas, en su mayoría muy negativas y frustrantes. Mucha tensión no lo dejaba respirar en calma. Tenía unas enormes y cobardes ganas de llorar como el chico sensible que era por dentro, pero no quería alterarse demasiado, estaba teniendo un montón de sensaciones distintas que lo tomaban desprevenido. No lograba ni suspirar con calma que la sangre ya se le subía a la cabeza, donde sus manos fueron hasta sus cabello, tratando de peinarlo.

Él no era así, pero de sólo pensar en cómo Ben estaría al saber que la mujer que quería estaba interesada en alguien como él, que hizo mucho para lograr ser su amigo, alguien importante y especial ¿y para qué? Para que encima haya hecho todo mal. Si bien a él no le interesaba Margaret de forma romantica, el hecho de que sin hacer nada ella se haya fijado en él lo ponía molesto.

¿Por qué él? Pensaba Bennett, nunca hizo nada para llamar la atención de Margaret, talvez fue amable y amigable con ella, pero era nuevo en el elenco y ella muy simpática que lo incluía en todo para hacerlo sentir bien. Más tarde se convirtieron en amigos y de entonces, Ben... de a poco fue abriéndole un huequecito en ese testarudo corazón orgulloso que tenía, hasta que llegaron al punto de ser amigos, pero... Bennett siempre intentó ser sutil y no muy visible al tratar de demostrarse su cariño y...

Oh Cielos... ¿será que al tratar de conseguir la atención del Ben acabó por, indirectamente, llamar la de Margaret? No, no podía tener tan mala suerte «¿por qué siempre todo me sale así de mal?».

Se sentía culpable por ser justamente él quien terminó causando muchos problemas y desilusiones a Ben. Sonaba duro pero ella jamás le interesó de ese modo; no negaba de que era una mujer muy guapa y simpática, que tenía un montón de cualidades que a cualquier hombre tendrían encantado, pero es que él no era cualquier hombre. Y se sintió tan mala persona porque si se veía de otro punto, Bennett se interesó en Ben estando en una relación, se puso inclusive contento para sus adentros al ver al mayor libre pero, por fuera seguía sintiendo vacío.

Una vez relajado tras darle un baño a la cachorra y sentarse en el suelo sobre la alfombra con sus perros, Bennett los acarició con cariño, a medida que iba pasando el cepillo por el pelaje azabache de los dos mayores. Miraba también a la cachorra enfrente tratar de mordisquear la cola de Matthiew, ver como el can de ojos azulados le seguía el juego en lo que le cepillaba el lomo, le hacía sentir tanta tranquilidad «Ah ¿qué sería de mi sin mis perros?». Se dijo, suspirando. Pensando en que sin sus compañeros sólo sería un chico solitario y estresado.

Pasó un buen rato así, hasta que decidió llamar a su amigo Jeremy. Él era la única persona que estaba totalmente al tanto de todo, que lo apoyaba y no era doble moral como muchos de sus compañeros, él no iba a juzgarlo e iba a comprenderlo aunque saque a veces comentarios tan raros. En momento así era cuando necesitaba de sus consejos creativos, de esos que le hacían olvidar cosas tontas y le sacaban algunas que otra sonrisa.

—Ya veo... —. Conestó Jeremy luego de un rato al otro lado de la línea, tras escuchar la nerviosa explicación de Bennett— ¿quieres que vaya a verte entonces para que me hables de tus dilemas amorosos y esas cosas raras tuyas?

—Uhum... b-bueno sí, es que no me gusta hablar de cosas así por teléfono. —suspiró nervioso Bennett, haciendo un puchero con el móvil pegado a la oreja.

—Dale... voy para allá, pero me voy a demorar un poco que, por si no sabías, hay gente pobre que no tiene ni para la gasolina, mi amigo. —bromeó— Hah ya, espérame y cálmate.

—Está bien... gracias.

•[▪]•

—Hah, eres todo un rompecorazones, Bennett. —comentó Jeremy que pasaba su brazo por encima de los hombros del más bajito, sonriendo ante la historia más aclarada— Tienes a una preciosidad de mujer detrás de ti ahora. Uhuy, si con tu carita de bebé fuiste capaz de enamorar a una mujer así ¿qué crees que me podría agarrar yo con esta hermoso rostro todo guapo? —le dijo, haciendo una mueca y acentuando los labios luego de echar un besito al aire.

Jeremy trataba de hablar de cualquier cosa, de rebajar el tema a una simple broma para relajar el ambiente y al tenso chico pelimorado a su lado en el sofá, que casi seguía lloriqueando internamente, y siquiera por su propia situación. Bennett andaba pensando en el pobrecito de Ben que seguro estar solo e igual de nervioso que él.

—¿Por qué no dejas de hablar cosas que nada que ver? —Bennert hacía morritos, cruzándose de brazos ante esos comentarios— Yo no tengo ganas de cosas tontas ahora, esto es muy difícil para mi ¿te das cuenta? M-Margaret me besó y... lo peor de todo es que me dijo que yo le gusto ¡Yo! ¿Pero qué le pasa a esa mujer? —dijo estirando los brazos con cierta exasperación— O sea... n-no digo que yo no sea lindo o atractivo, pero... ¿dejarlo a él por mi?

—A ver, a ver... tampoco exageres que el único que ve a ese morenito como si fuera todo un Dios guapo y perfecto eres tú, mi niño. Eh, que hay gente mucho mejor y con mejor carácter además —Jeremy rodaba los ojos al ver así de alterado a su jovencito amigo. Normalmente Bennett era negativo pero carismático, ahora hasta se mordía las uñas, y siquiera sabía que el menor había agarrado ese hábito— pero... si me pides opinión, tú quédate tranquilo, si Margaret no te hace sentir nada le dices; «no eres tú, ah no, si eres tú y no me gustas, mujer. De verdad qué pena». Y ya, que si no la detienes aquí, se te va a complicar la cosa.

—No creo... q-que sea así de fácil.

—Nah, te lo digo de veras. Ya luego respiras y si tu amigo Benjamín te habla... pues no sé. Ese si es un tema aparte porque no tengo idea de como van ustedes dos. Tú tienes maneras muy inusuales de resolver tus problemas.

—No lo sé, creo que me cuesta ser grosero con ella, no está en lo que hago, sabes que soy algo... tonto y distraído. —Bennett soltó todo un suspiró largo y sonoro, echándose para adelante para bajar un poco la vista.

—Mm, veo que si andas algo alterado todavía. —el mayor suspiró— Será mejor que agarres a tus perros y los acuestes contigo para que te calmes...  tú también necesitas tu tiempo a solas.

—¿Y no crees que debería ir a verlo? Digo... él sabe que Margaret lo dejó por mi culpa y... no me gustaría verlo mal. Tengo que intentar que no me vea feo y que me crea cuando le vaya a decir que no sería capaz de interesarme en Margaret... —Bennett se llevó una mano a la cabeza, inspirando hondo— y yo no... ya no soy un miedoso, estoy dispuesto a ir a hablar con él para afrontarlo.

—Niño ¿tú tienes idea de como debe de estar ese hombre ahora? ¿Enserio aún eres tan terco como para correr a su puerta? —le dijo Jeremy, cruznado los brazos— Seguro que él todavía no quiere verte, digo... si yo fuera él, necesitaría tiempo para mi aunque se que tú nunca hiciste nada para que ella se fije en ti ¿entiendes eso? No es algo tan fácil de digerir.

—P-Pero...

—No empieces. Esto es muy diferente a lo que pasó entre ustedes, ahora él no anda de caliente como para recibirte con un beso. Créeme que es mejor que te quedes aquí o salgas con tus perros... —mencionó Jeremy— aunque... no, no querrás salir feo y frustrado en una foto de casualidad hah.

—Sí, pero es que todo estaba tan bien entre nosotros, Jeremy... —Bennett seguía hablando, llevando sus manos hasta sus mejillas sonrosadas, en lo que sentía lo calientes que estas estaban— él ya empezaba a mirarme como un amigo y alguien con quien se siente cómodo, hasta empezaba a ablandar lo cortante que es y ¿para qué? No puedo creer que ella haya sido capaz de pretender ser mi amiga todo este tiempo... ¿para qué tanto misterio? De haberme dicho antes me ahorro todo este dilema a estas alturas uhhf. Yo la hubiera rechazado y todo estaría mejor desde antes.

—Lo que yo no puedo creer es que tú no hayas notado que ella hablaba de ti todo el tiempo, Bennett. Digo, hasta salió en internet que le gustaban los tipos blanditos y delicados como tú... nada más faltó que pusieran tu foto hah —dijo el peli-cobrizo al verlo voltear, pudo observar los ojos brillosos de Bennett, y sus labios temblando. Vaya que enserio al de tez clara le interesaba más lo que pudiera pasar con su crush que el dilema que tenía consigo mismo— Oh amigo, estás en medio de todo un tornado.

—¿Por qué me pasan estás cosas a mi? No puedo imaginar como debe de sentirse él por esto... aún le cuesta superar a Margaret, lo sé y... bueno, digo, lo peor que puede pasar es que me dejé de hablar para... —Bennett se detuvo, jadeando— ¡oye! ¿y si me deja de hablar para siempre?

—No te voy a decir nada. Debes de saber lo que pienso, y escucha, no es por ser mal amigo o un aguafiestas pero, hazme caso... no vayas a verlo, primero consúltalo con tu almohada y luego decide lo que tú crees que está bien para ti ¿me harás caso? —Jeremy le sonrió de forma amable, dándole unas palmaditas en la espalda al pelivioleta.

—Suenas como su fueras mi papá... —Bennett sonrió un poco, y luego de buscar con la vista algo con que distraerse, terminó por asentir— Está bien, voy a... pensarlo mejor...

—Qué bueno.

—... y luego iré a hablar con él.

—No mames, Bennett... —espetó al final Jeremy con aquel acento latino, terminando por hacer una mueca y rodar los ojos. Bueno, no había mucho caso pero al menos Bennett estaba siendo más maduro que antes.

•[▪]•

Los próximos días Bennett se la pasó meditando sobre todo esto, porque si bien fue un trabajo totalmente complicado el ir a entregarle la cachorra a Ben, sin que este le diga nada, sin que lo mire y siendo tan sólo unos segundos de cercanía, ambos tenían aun más cosas ajenas a la situación que hacer, al menos había en que distraerse un poco y no resultó algo desastroso de hacer.

Aun así, con todo lo que había pasado, Bennett estaba al tanto que mientras se calmaba un poco de la explosión de emociones para nada gustosas, debía de ir a trabajar, debía de coger su guitarra y usarla como siempre hacía, porque él ya no era un niño berrinchudo y porque ahora si no se concentraba, su vida se veía comprometida.

Era una suerte que después de varias escenas anteriores con Ben, ahora ellos dos no tuvieran que grabar juntos al menos hasta siguientes semanas. Mas el otro tema estaba centrado en... Margaret. Era a ella a quien trataba de evitar a toda costa. Verla solo iba a hacer que se sintiera un completo tonto y necesitaba no mirarla a la cara o se molestaría mucho consigo mismo.

Era sábado por la tarde, recién terminaban de grabar y en lo que él se acomodaba mejor el pelo, observaba a Ben terminar una de sus escenas junto al intérprete del personaje de Joy.

Bennett adoraba ver esas expresiones suaves en el rostro del moreno, el como su voz de ser cruda y distante pasaba a ser nerviosa, calmada y suave. A sabiedas de que este al igual que él, pasaba por momentos tensos, cuando lo veía bajo los reflectores, era otra persona, era alguien suave e impulsivo, pero... quizá sólo eran ideas suyas, mas podía sentir que él también luchaba por bajar la tensión. Tensión que Margaret había provocado y que lo tenía alejado del mismo modo.

Como le molestaba que hubiera una brecha creciente separándole de Ben, justo cuando pensaba antes que ellos dos no podían estar mejor...

Pero lo que no sabía era que, mientras él se calentaba la cabeza, cierto moreno que ahora bebía algo de agua en una botella, lo veía peinarse el cabello con los dedos. Alzaba una ceja en lo que apretaba los labios. Ben inhaló hondo y trató de apartar su vista la cual tenía insistentemente sobre Bennett. Mirando su expresión y la forma en infantil en que trataba de no mirarlo a la cara. Entonces supo que Margaret lo había vuelto a hacer... esa mujer cada vez más le producía molestias y eliminaba aquel sentimiento de vacío que antes había dejado en su pecho, solo para reemplazarlo por amargura.

El golpe fuerte a su subconsciente no era por el daño a su orgullo al saber que no fue suficiente para ella, para complacer lo que era el tipo de hombre que ahora le llamaba la atención a Margaret, sino que ahora había algo más, un algo que lo estaba irritando desde que pudo hablar con ella.

Ben se dio cuenta de que, talvez, empezaba a entender que de repulsión a cariño había un paso largo, un riesgo a sí mismo que decidió tomar al permitir a Bennett tomarse libertades con él... con su cercanía.

Pero se sentía tan atrapado, bien, aun consideraba que era estúpido para él mismo admitir que Bennett le importaba más de lo debido. Aún así, el deje de orgullo que tuvo para aceptar al oji-bermellón cerca de él se iban cayendo al notar que encima Margaret también había puesto sus ojos en él...

«¿También? Oh mierda... no de nuevo». Se dijo Ben entre pensamientos, queriendo alejar esa idea horrible de su cabeza.

Ya estaba empezando con esas tonterías otra vez, le... le molestaban. Se estaba desviando del tema, totalmente.

Talvez Ben en verdad que quería ir a saludar a ese chico que andaba nervioso. Hacer como que le valía completamente y fingir que nada de esto lo afectaba considerablemente, cosa que, aunque le cuestaba aceptar, no era así. No se sentía capaz de hablarle ni devolverle justo la mirada una vez ambos se encontraron en la lejanía. Joder como lo ponía de molesto y tenso ese tipo.

No, más le jodia la razón ver a Margaret volver a acercársele a Bennett, y el muy distraído, se le quedaba viendo a sabiendas de que ella era una mujer insistente. La conocía. Ben... la conocía tanto.

—Bennett, hola... ¿no tienes un momento? —Margaret se acercaba gentilmente al menor, agarrando sutilmente su brazo. Ante esto el nombrado se sobresaltó, mirando para los lados para ver si es que sus compañeros no lo habían visto. Bennett andaba bastante paranoico sabiendo que ella era una mujer propensa a demasiaso material.

—Lo siento... y-yo ya me voy yendo. —Bennett la apartó, tratando de no sonar mal. De solo verla sentía que no podía con esto y más, al ver a Ben a lo lejos del estudio, apretando los labios, mostrándose ajeno a ello pero sin despegar la vista de ¿de él? ¿de Margaret? No le gustaba la forma en que miraba a su dirección. Se sentía... tan feo en su pecho.

—Puedo acompañarte y hablar sobre... lo que te dije. —. Ella le tomó de la mano, y Cielos que para cualquiera era difícil ver la cara de nervios del pobre chico que no hallaba de que forma sacar un No de su garganta. Al menos así lo veía ella, sentía que haberse confesado abrió una brecha en la confianza que hubo alguna vez entre ambos— Necesito sólo un momento... o si quieres hablemos, hoy... podemos hablar de esto en otro sitio y...

—N-No... lo siento, no puedo, por favor, Margaret ¿si? Esto si que es difícil para mi... —dijo Bennett, y mordió su labio inferior, tras meditar un poco, acabó por soltarse del agarre de la chica para tomar sus cosas, despedirse como normalmente hacía con algunos colegas y su director para irse rápidamente.

Era una de las primeras veces que sentía nervios de encarar a alguien, de hablar sobre algo tan... extraño para él. Claro, no era un idiota, sabía lo que era el amor y esas cosas, pero nunca una mujer como Margaret se había interesado en alguien como él y peor aun, la ex de la persona de la que estaba enamorado hasta el cuello ¡por favor! ¿Qué tanto tenía que hacer para pasar desapercibido ahora como había hecho durante todos estos años?

Qué fresco se sentía salir a la calle a esta hora, con el sonido frágil de los automóviles pasando por la calle y el viento danzando con rapidez, moviéndole el pelo. Era justo eso... lo que necesitaba. Talvez deba de ir a dar una vuelta a la plaza, taparse la mitad de la cara con aquella bufanda y un gorro suave de lana solo para pasar un rato. Como acostumbraba a hacer antes...

No fue tan malo, podría sobrellevar unos cuantos días así, sin hablarle a Ben en absoluto, evitando a toda costa a la chica y por supuesto, manteniendo su postura cuando iba por la calle, sobre todo cuando se encontraba a Ben de causalidad y en su cara se podían notar las ganas que tenía de ir a saludarlo. De decirle cualquier cosa aun si estaba al tanto de que Brn podría mandarlo a la mismísima mierda si es que se lo topaba de mal humor.

Siempre estuvo dispuesto a correr riesgos con él, porque era divertido ver su cara tratando de aguantarse la risa por sus ocurrencias, o sus gestos temblar cuando se le iba la compostura, era... Ben era demasiado importante para él y ahora sentía que había un campo invisible de incomodidad cada que trataba de acercársele.

No sabía si era una suerte o un terrible infortunio que, al hallarse ya en la noche del sábado, terminase de guardar algunas cosas y organizar otras. Mañana tendría que tomar un vuelo y por supuesto, sus perros también iban a ir con él... no había conseguido de ningún modo el pasar esta semana con el peli-calipso, no habían hablado mucho; tan solo la típica formalidad del saludo y algunas líneas por fuera en las grabaciones. Estaba estresado...

Mañana acabaría yéndose con un horrible sabor de boca pero, no lo haría sin antes intercambiar unas cuantas palabras con la mayor. No podía seguir aguantando la tensión transmitirse en el aire al tenerla cerca.

—Ya duermanse, mañana tenemos que salir y no quiero que se porte  mal. Yo... tengo unas cosas que hacer, bebés. —dijo Bennett dándoles una amorosa caricia a ambos perros antes de levantarse con una determinación que si no usaba ahora lo haría quedar temblando miedoso a mitad de camino.

Tomó su celular y buscó el contacto de Margaret, sabía que hablar en un lugar que no sea su departamento o como mínimo el de la chica lo hacía sentir algo despreotegido pero, si tanto quería hablar, pues bien... iban a hablar.

Aceptó su propuesta de charlar y le preguntó si es que pensaba en venir o para su descontento tendrían que encontrase tontamente en algún lugar público. Daba lo mismo, el resultado por lo que esperaba, debiera de ser el mismo. Trataría de no sonar feo al rechazarla otra vez y decirle que ya no quería verla, al menos no por ahora.

Porque si a causa de esto su relación con Ben se perdía totalmente, ella podía estar segura de que ni como amigo lo iba a tener. No iba a ser capaz de que ella se encuentre en medio de ambos otra vez... era muy molesto para él, que no sabía ni como actuar ante una situación netamente personal.

Esperaba poder ser maduro para esto, y no parecer torpe al momento en que a penas estaba seguro de lo que hacía.

•[▪]•

En su departamento, Ben se planteaba la situación, preguntándose una y otra vez el porqué de su comportamiento de estos días. Sintiéndose tan dolido por el hecho de que Bennett esté metido en esto y Margaret había sido tan fría.

No podía sacar de su cabeza al tonto del pelimorado, que parecía tan confundido como él. Si todo esto hubiese pasado meses atrás, quizás podría superarlo rápidamente, sería el mismo hombre egocéntrico y por cual trataría de recuperar a la que antes fue su pareja, pero ahora no se sentía ni con ganas de ir a esparcirle en su delicada cara que la comenzaba a detestar de una manera muy extraña. Que con ello la miraba y no sabía a que persona estaba viendo, ella ya no era la misma mujer risueña, sutil y educada que antes quiso. Se pregunta si Margaret lo tenía previsto, que tanto daño le había hecho en tan poco tiempo, que si no le parecía poco no solo destruir su antes relación de pareja sino ahora una amistad. Su amistad con Bennett.

Nunca se consideró a si mismo un hombre gruñón, talvez era amargado y firme, pero en realidad siempre se mantuvo a raya de como lucir neutral, calmado y aunque algo rasposo en cuanto a personalidad, nunca había sentido que le fallaba la forma de disimular. Ver a Margaret no contenta con haber hecho todo esto, atreviéndose a ir tras el pelivioleta, insistiendo, no era muy agradable.

Ella siempre era tan... persistente. Recordaba que casi siempre conseguía hacerlo cambiar de opinión.

Ben eataba molesto de muchas maneras. Se cansaba de solo pensar en las emociones tan irritantes que le hacían sentir débil, y diablos que detestaba verse débil delante de quien sea.

Persistía esa emoción estúpida, al recordar lo idiota que debió de haberse visto al tratar de ¿de qué? ¿De poner en su lugar a la mujer que amó y que ahora de a poco se estaba convirtiendo en una amenaza para él? Siquiera tenía claro que tipo de sensación era la que lo llevaba siempre al mismo punto... superar a la menor era menos difícil que superar esto; aceptar que ella se había fijado justamente en Bennett y que por esa misma razón él... andaba demasiado alterado, era lo más jodido que podía pasarle.

Entre un sinfin de cosas para nada gustosas que le costaba aceptar, se hallaba un algo que, ni loco pensaba en admitir, tan sólo debía de ser una confusión, una estupidez, por supuesto...

¿Tanto le costaba aceptar que todo este drama que pasaba por su cabeza ya no era por Margaret sino por Bennett? Sí, le costaba... daría lo que fuera para sacarse esta envoltura del hombre serio y derecho para sentirse libre consigo mismo de estampar la cara en la mesa de centro y repetirlo hasta que la idea deje de parecerle descabellada. Quien estaba mucho más mal aquí era él, ¿cómo iba a afrontar cualquier cosa si siquiera era capaz de entenderse a si mismo sin contradecirse hasta en sus pensamientos?

Entonces se dio cuenta de que todo empezó el día en que Bennett de a poco se fue incrustando en su vida. Cuando empezó a notar que las cosas ya no marchaban como él tenía premeditado, y él odiaba no tener todo resuelto, hecho y realizado incluso antes de hacerlo.

Bennett había llegado justo para desordenar todo su programa, para hacerlo dudar de si mismo y... con ello a la vez fue Margaret quien empezó a alejarse, pero estaba entendiendo que, todos esos momentos en que se sintió una miseria por perderla no habían sido en vano. Junto con esto había acabado por superar a esa mujer... solo necesitaba cortar esa liga que lo ataba a ella y tratar de reparar unas que otras cosas. Tratar de aprender a no engañarse a si mismo o pasaría su vida viviendo entre apariencias y mentiras que él mismo se metía encima.

Había estado viviendo toda su vida engañándose a ai mismo al pretender mostrar ante los demás algo que no era, porque eso lo hacía ser débil y propenso a ser pisoteado. Lo habían criado de una forma tan materialista, machista y superficial que se sorprendía de lo vien que logró tomar muchas cosas desde el momento en que su relación acabó. Lo muy «calmado» que se hallaba al saber que una mujer tan atractiva como su ex se fijó en alguien que ni le llegaba a los talones...

Lo peor era que en cierto punto Bennett podía sobrepasarlo porque no tenía miedo de demostrar ser débil, de mostrarle a todos su malhumor, su nerviosismo en frente del mundo y decía lo que pensaba en el momento que quería sin importarle lo que digan de él.

Recordaba que Bennett una vez le había dicho: «No tengo miedo a demostrar quien soy... supongo que no me afectan los falsos que digan sobre mi o lo que puedan usar de mis días normales para molestarme. No tengo... nada que esconder ¿sabes? Y por eso si a la gente le gusté por esta persona inmadura que soy, es porque ya conocen al niñito que empezó tocando la guitarra en un concurso de talentos después de intentar tocar en la calle hah. A-Aunque... siempre me ha importado lo que tú pienses de mi, te considero... muy importante y eres... junto a mis padres, la única persona de la cual tomo en cuenta una opinión así».

Esas palabras aunque algo atontadas debido a que Bennett se trababa a cada rato, le resultaron muy sorprendentes, pues el chico antes no se interesaba en absoluto por él mismo, diciendo que le daba igual, últimamente había destacado en ello... y lo había ayudado a cambiar considerablemente.

En verdad que ese pelivioleta, con sus miradas suaves, sus sonrisitas sinsentido y sus gestos pérfidos de perfección lo logró cambiar bastante. Ya tenía una pequeña cachorra que se hallaba a su lado, sacando la lengua y saltandole en las piernas una y otra vez. Lo peor, era que ya adoraba a la pequeña, como la quería y eso que nunca le gustaron los animales, mucho menos los perros.

Ese hombre tan honesto lo tenía confundido, incansablemente le había demostrado que iba a estar ahí siempre, y le parecía tan prudente que siendo él con su actitud sorpresiva e inmadura no se haya aparecido ya en su puerta buscándolo como el torpe espontáneo que era.

Se sentía tan cobarde por esperar en lugar de hacer algo para cortar con esta tensión bochornosa. Le dolía la cabeza y ya ni el licor conseguía calmarlo.

Su departamento se sentía terriblemente vacío, la cachorra igualmente parecía aburrirse sin jugar con los perros de Bennett. Y él sólo la tenía a ella para acompañarse.

•[▪]•

Mientras tanto ya en una cafetería de cerca, Bennett golpeaba sus dedos en la pequeña mesa circular, evitando ver a la cara de su acompañante que lo ponía muy, pero muy nervioso. Ella estaba sonriendo de una manera suave que le produjo una leve culpabilidad porque seguramente se le iba a borrar luego de decirle todo lo que se tenía guardado para acabar de una vez con sus días tediosos.

—Gracias por venir. Aprecio que, cuanto menos pudieras tener el tiempo de que hablemos frente a frente, Bennett. —Margaret colocó su mano sobre la ajena, que estaba quieta en la mesa. Al hacer esto, consiguió que el menor diera un respingo y la apartase— Oh si, lo lamento... es un lugar público, lo sé.

—Está bien... —Bennett suspiró, tenía que estar calmado o iba a ponerse nervioso. Miró a los lados, era una suerte que no hallase mucha gente en una cafetería tan común o estaría peor de los nervios— Escucha yo... t-tú sabes que no estoy aquí porque quiera, yo necesito aclarar que nunca... que... nu-nunca yo... —respiró hondo— ya sabes, de lo que sientes por mi y... no tenía idea de eso
Hubieramos resuelto esto antes y yo no me sentiría tan atrapado ahora mismo...

—Entiendo... y lo siento mucho, yo estaba... muy asustada de lo que pudiera pasar con Ben o contigo y... me precipité al decírtelo de la nada, Bennett. No quería causar tantos problemas. —mencionó Margaret apenada.

—Pero lo hiciste... —contestó Bennett de forma seria, pero su tono de voz no parecía serlo, aun así, le hizo sentir mal la mueca nerviosa de la contraria— D-Digo no es que sea tu culpa pero, cuanto menos debiste pensar en que esto no sólo nos afectaría a nosotros... a él, debe estar mal también ¿no?

—Mmh eso creo... —Ella alzó ambas cejas. Vaya que siempre si no era Bennett quien estaba entre las conversaciones de su ex y ella, era Ben quien estaba siempre, ¿por qué no podía sacarse esa idea tan rara en la cabeza?— Pero no hablemos de eso. Yo sé que muy en el fondo, tú y yo no somos tan diferentes... —le sonrió amable, volviendo a poner sus manos sobre la del menor, con calidez— Bennett, me gustas.

—¡¿Ehh?! No... no lo digas así de repente, Margaret, por favor. —Bennett se crispó, pegando sus brazos a su torso en lo que disimulaba al mirar a los lados con exasperación. Cielos, si que era una mala idea haber aceptado hablar en un lugar público, se sentía menos seguro, pero ya estaba aquí, debía de calmarse— Verás... tú no me... n-no me interesas. No es que no seas linda, tú eres hermosa pero, p-pero... —decidió callarse ese detalle suyo, y guardó silencio por unos momentos— simplemente no puedo hacerle esto a él ¿si me entiendes? Es... mi amigo y me importa mucho.

—¿Entonces no...?

—No me gustas, n-no me interesas de esa forma. —contestó Bennett ocultando su mirada en el pequeño aperitivo que tenía enfrente— Si hice algo para que creyeras eso, pe-perdona, pero no te veo más que a una amiga... —apretó los labios— aunque ya no sé que pensar de esto. Así que... te voy a pedir que mantengamos distancia, tenerte cerca sólo me incomoda y... n-no quiero sonar mal pero, yo... no puedo. Esto no me hace sentir muy bien que digamos.

Si que le había costado decirlo, naturalmente Bennett no solía ser tan directo, mucho menos con una mujer, pero estaba seguro de que sino lo hacía, Margaret con esa miradita, le haría entrar pena y no soportaba la pena.

Ante eso Margaret asintió, apretando sus labios pintados de un color rojo manzana. Acomodó su cabello hacía atrás, bajando las cejas tras notar como Bennett enfrente de ella jugaba con sus manos. No halló mucho que decir, no podía hablar demasiado, tal parecía que Bennett tenía nervios de mirarla al momento de confesarle sus sentimientos. No fue sutil y sólo lo asustó, y vaya que Bennett no podía ser más tierno a sus ojos.

Nada perdía con tratar... quizá más adelante descubriría que es eso que hacía al oji-carmesí tan apegado a la idea de que, al igual que Ben, arruinarían la amistad de que tenían...

Eso no podía ser, por la forma en que Bennett hablaba con admiración y aprecio de Ben, no le parecía que sólo fuesen amigos, es más... los veía juntos siempre, la forma en que se trataban no era la dos hombres adultos teniendo una relación de colegas normal, más bien siquiera parecían amigos, sino dos personas que se conocían y se hablaban de forma amigable a veces.

Pero había... algo. Quería ser seria, tener un sentido común natural pero ver a Ben tan furioso por esto la alteraba mucho, ver a Bennett tan preocupado por lo que el pelicalipso pudiera pensar también. ¿Y ella en qué parte de la historia iba a quedar? Se sentía tan apartada y rechazada, al menos hasta el momento el único que fue sutil era Bennett, que vaya que lo notaba nervioso mientras apartaba la vista.

—De acuerdo... no puedo molestarte y tampoco quiero eso, Bennett. No me gusta ver que te presionas... —Margaret colocaba sus codos en la mesa y juntaba sus manos, para posar su mentón en estas y mirar de reojo al nombrado. Ya no necesitaba aparentar que no le gustaba, le encantaba mirarlo, era tan lindo. Sonrió.

—Sí, pero... ¿podrías no mirarme así?

—Oh sí, discúlpame. —ella apartó la vista por unos segundos, para luego, volver a alzarla y capturar con ella la ajena— Dime una cosa, Bennett... quiero saber ¿que tan importante es Benjamín para ti?

—¿Por qué me preguntas lo mismo a cada rato? Ya te dije que él... y yo somos... amigos. Por supuesto que me importa lo necesario y...

Oh no, de nuevo no le gustaba que ella lo mire así como si estuviera tratando de leerle la mente por cada respuesta. Bennett quería cruzar los dedos y pensar que ella no veía la obviedad en sus palabras, o talvez que fuese tantito más distraída para que no vea lo rojo que se ponía con solo hablar de Ben.

—Mmm... claro. —ella alzó una ceja, haciendo de Bennett paralizarse por los nervios.

«Que deje de mirarme así». Los dedos de Bennett ya temblaban en el material de la mesa, quería irse a su casa, marcharse y dormir, era todo lo que quería. Claro, su otro lado era ir a ver al de tez morena pero, eso ya era un tema aparte que pensaba tratar con profundidad y decisión.

—¡Bi-Bien! Como sea... ya he aclarado lo que pienso, no... siento lo mismo y no creo que eso cambie. Discúlpame. —Bennett se levantaba, torpemente iniciando un contanto visual, solo para verla asentir con amabilidad ¿por qué ella era así con él? Le hacía el trabajo mucho más difícil— Yo... ya me voy, hemos estado mucho rato aquí... —metió su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un poco de dinero para dejarlo en la mesa. Ya se sentía pesado, nervioso, no podía seguir aquí.

—Una cosa más, no te vayas... —la de iris ambarinq le sostuvo de la muñeca al ponerse de pie al igual que él— ¿No te intereso ni un poco enserio o... acaso...?

—No estés... tan cerca. —Bennett no quería que preguntara lo que creía y estaba pensando, no sabría como responder si se tratase de... eso.

—¿Acaso hay alguien que ya te interesa? Por favor... respóndeme. ¿Es por eso?

Oh, si era eso ¿por qué tenía que pasar todo tan junto? Era demasiado peso del que aguantaba, no iba a durar mucho actuando con seguridad y determinación, si no acababa ya iba a ponerse inquieto y nervioso, muy nervioso.

«No seas tonto, no seas tonto. Niegate. Pero si le digo que no, creerá que estoy libre y... cielos. Me siento paralizado». Se recriminó Bennett tragando saliva, al verla agachar las cejas y sostenerle sin fuerza dándole la oportunidad de irse ¿por qué no se iba y ya?

Claro, porque tenía principios, no le gustaba dejar a una mujer con la palabra en la boca, no le gustaba tratar mal a nadie, incluso si quería hacerlo. Tomó aire, y negó, sutilmente, de un lado a otro, pero... luego asintió, mordiéndose la boca.

—A-Ah... sí.

•[▪]•

Al llegar la mañana del domingo, Bennett somnoliento abría los ojos, encontrándose con el techo de su habitación fría. Se tallaba los ojos para comprobar por la casi nula iluminación y el fresco que se hallaba en el ambiente que, al menos no se había pasado y despertó temprano.

Se levantó lento y allí abajo en el piso, a un lado de la cama vio a uno de sus perros recostado allí. Sonrió un poco para agacharse y acariciarle el lomo, moviéndose un poco para tomar su celular del velador de al lado y echar un ojo a la hora. Iba bien en eso.

Disminuyó su sonrisa al ver que desde que todo esto había pasado, ya Ben ni le mandaba mensajes, el último que llegaron a mandarse fue sólo una tonta carita que él puso y Ben siquiera lo había leído. Chilló al morderse el labio, viendo su barra de notificación tan vacía y triste, bueno, aunque vacía en si no estaba pero, los emojis raros de Jeremy y los «Ok» tan comunes de Mike no eran lo mismo.

Empezó a alistarse para irse. En lo que acababa de peinarse el pelo y ponerse una chaqueta oscura de tono verdoso. Le costó mucho despertar a sus perros que se notaban tan calmos durmiendo hechos bolita, pero tenía que hacerlo. Antes de irse, se puso a pensar en si debiera ir a despedirse de Ben, porque... sentía que debía, no, más que eso, él quería hacerlo.

Mas su pequeño momento de valentía se había ido al ya encontrarse fuera de su departamento, agarrando fuertemente las correas de sus dos perros con una mano y con la otra una maleta de mano con ruedas de un tamaño considerable. Bueno, ya de todas formas se le hacía tarde y no estaría muchos días fuera, serían sólo...

Bueno, casi dos semanas si era mucho, pero talvez si había aguntado una semana sin hablarle, podía aguantar otras dos.

—Muy bien... parece que no está, es raro ya que es muy temprano pero... supongo que no importa. Vámonos bebés. —suspiró luego de un rato en que se hallaba frente a la puerta del departamento ajeno. Miró la hora, cielos, ya debía de irse pues su transporte estaría esperando por él. Caminó al ascensor y en eso, pensando bastante, se sintió mal talvez al creer que Ben si estaba y no quiso abrir—. Es... ah es una pena ¿no lo creen?

Miró a sus perros tratando de restarle importancia o se iría peor de lo que ya se encontraba. Inhaló cerrando bien los ojos antes de salir del elevador al llegar al primer piso. Como pensó, su transporte ya estaba allí y una sensación amarga se alojó de pronto en su garganta.

Entonces, como si su mañana se hubiera iluminado, a la entrada de la recepción vio recién entrando por las puertas de cristal, al de cabellera peli-celeste, quien al igual que él, se le quedó viendo tratando de disimular bien que aquel encuentro no le importaba. Vaya que era una casualidad encontrarlo al salir del edificio, y empezó a dudar si hablarle, dudó demasiado justo cuando inevitablemente tuvo que pasar a su lado.

—Ah... Bo- Bennett. —lo llamó Ben en un susurro, esto hizo que el contrario volteara a verlo con curiosidad y una expresión de sorpresa en el rostro. La misma expresión no sólo se alojó en el pálido rostro ajeno, sino en el propio al mismo momento en que decidió llamarlo.

—Ben... —dijo Bennett de la misma forma, deteniéndose justo al verlo a un lado suyo. Una mezcla de emociones contrarias se instaló en su pecho; estaba contento de verlo de frente pero, a la vez asustado observando su rostro tan... rígido y neutral.

En verdad que, en el momento en que se le acercó un poquito más al punto en que uno de sus perros, Matthiew en especial, saltase de alegría al reconocerlo y que contrario al otro can, Alan ladró por lo bajo quedándose en su sitio. Rayos, los perros no eran los únicos que andaban entre un poco alegres e incómodos, sino los dos, mirándose entre si con la tensión impidiéndoles hablar por unos segundos.

—Vaya, así que ¿ya te vas? —Ben lo observaba por unos segundos, el menor andaba con una maleta y con los perros al costado y mejor vestido a comparación de lo habitual, se veía bonito a su parecer. Apretó los labios y se mantuvo firme y quieto... quizás demasiado quieto.

—Heh sí, ¿no es obvio? —carcajeó un poco Bennett tratando de ocultar con ello su nerviosismo al verlo tan cerca después de, lo que para él, fue mucho— Yo, esto... ya me tengo que ir... hasta ¿hasta luego? —se despidió tímido moviendo su mano de un lado a otro con torpeza. Ante eso hizo a Ben alzar una ceja, Bennett lo vio tratando de mantenerse tranquilo, pero una parte de él ya lo conocía; esa mueca le decía que talvez quería sonreír pero, como siempre el mayor se reprimió.

Una sonrisa de parte del moreno no le hubiera venido mal antes de irse, pero bueno. No siempre se podía tener lo que quería y esperar a que Ben, con lo orgulloso que era, se mostrase más calmo frente a él era pedir mucho a decir verdad.

—Ahá... hasta luego, Bennett.

Y entonces el nombrado, asintiendo con una leve sonrisa en los labios se despidió y salió para ir a meterse al auto que lo espera para llevarlo al aeropuerto. Abrazó a sus dos perros, al mirar a un lado como aún podía ver al pelicalipso de espaldas dentro del edificio. Al arrancar vio a Ben un rato más, él parecía haberse quedado quieto hasta que a los segundos dejó de verlo.

Suspiró agitado y abrió un poco la ventana no sólo para tomar el aire frío y fresco de la mañana, sino también para que, en el camino el entusiasmo de los perros por mirar afuera mientras sacaban la lengua lo anime un poco.

Mientras...

Luego de aquel encuentro, Ben se encontraba ya en su departamento, jugueteando sin ganas con la perra que venía a traerle uno de sus juguetes de goma para que lo volviese a lanzar cerca. Miraba el móvil con la pantalla apagada, a veces la prendía para ver la hora y comprobar que al estar solo y sin ocupaciones hacía que cada minuto fuese un fastidio de aburrimiento. Joder, como iba a pasarla de frustrado aun más ahora.

Seguía preguntándose, luego de ver al pobre del pelimorado tan asustado por verlo hace poco, cielos ¿qué iba a hacer con todo esto? Justo cuando el sueño no le dio para levantarse más temprano y quiso salir a caminar para pensar bien. Justamente cuando ya había decidido que era mejor tragarse su ego y orgullo para ir a hablarle al torpe de Bennett, tuvo que verlo ahí a punto de irse. Había olvidado eso por completo.

Hablar con Margaret ya dejó de ser parte de sus planes, sus temas personales por supuesto, no iban a afectar en su carrera como cantante ni como actor. Aunque ella era su compañera vocalista, tenerla cerca siempre y cuando sea por trabajo y manteniendo la imagen sobre todo, era algo que no le resultaba más complicado a comparación del tema que ahora quería tratar con Bennett...

En eso, creyendo que esto no podía irle peor, su celular se enciendió al recibir una llamada, y al ver de quien se trataba, abrió considerablemente los ojos. Pensó en que sus planes de estar tranquilo y mantenerse solo sin charlar de cerca con el pelimorado o su ex, se arruinarían al ver que la llamada era de su patrocinador y manager: Fritz, y esperaba que no sea por la propuesta, que no sea lo que estaba pensando ahora.

—¡Benjamín! Hombre, cuánto tiempo, ha. —le habló un hombre carismático con voz simpática al otro lado de la línea— ¿Tienes tiempo? Quiero intercambiar algunas palabras contigo antes...

—Bien, lo escucho. —contestó Ben, sin interés en sus palabras.

—No será mucho, tan sólo quiero avisarte que ahora que vamos a volver del pequeño corte que hemos tenido por los inconvenientes que nos pasaron. A partir de la próxima semana o la siguiente podremos reunirnos con William para programar todo con respecto al cruce musical... nos parece una idea excelente y mucho más ahora que las cosas no habían estado muy bien en la industria.

—¿Cruce... musical? —Ben repitió con duda, sin oír lo demás que el mayor tenía para decirle. Luego de pensarlo un par de veces se dio cuenta de lo que estaba hablando. Entonces, si era lo que estaba pensando... demonios. Había creído que ese tema había sido rechazado cuando al final no obtuvo muchas respuesta de Fritz por todo el trabajo que se le juntó en el estudio y demás—. Oh mierda... —murmuró al apartar el móvil de su oído.

Ben se sentía jodido en ese preciso momento.

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