•°~°Capítulo 27°~°•

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Por supuesto que trabajar juntos era incómodo a pesar de haber arreglado la mayoría de las cosas. Para Bennett era difícil mantenerse tranquilo al ver a Margaret, era claro que se sentía mal ante la incomodidad, él no era indiferente, pero no podía hacer nada ante su escudo de egoísmo; si no hubiese puesto un alto desde antes, posiblemente el tema hubiera no sólo provocado un escándalo entre los tres, sino que tarde o temprano temía que se supiera públicamente.

No podía imaginar que pasaría con él si eso llegase a pasar. No podría soportar que todos sus problemas se acumulasen y sobre todo que Ben sea parte de eso.

Seguía agradeciendo que su papel no tuviera mayor relación con la contraria, porque era bueno actuando pero... no fingiendo. Eran cosas distintas; él no sabía fingir, sabía actuar y claramente eso no era de ayudar al momento de los cortes y de tener que sacar todo el aire contenido, tratando de no parecer torpe en frente de los demás. Si tenía que, por obligación y profesionalismo guardar sus cosas personales y tragarse cualquier problema hasta que pudiera llegar a casa, eso trataba de hacer.

Por suerte sus topes con Ben tampoco eran muchos, tan sólo interacciones a larga distancia y palabras sueltas de aquí y allá. Podía con eso, otro tipo de cercanía lo iba a poner muy nervioso, no porque no quisiera, sino que le era complicado no emocionarse de más, cuando se emocionaba era bastante sincero, y eso era un problema.

—Muy bien, es todo... está perfecto. —dijo Mike dando un chasquido con sus dedos antes de hacer un gesto con la mano.

—Heh, bien. —Bennett se aproximó a tomar su celular, enfocando la hora en el mismo antes de responder un par de mensajes.

En realidad, por menos atareado que estuviese últimamente, no quería terminar en medio sintiendo incomodidad con Ben y Margaret tan cerca de él.

—Hey, ustedes tres. —llamó Mike haciendo un gesto a los tres restantes; Bennett quien trataba de calmarse, Ben a su lado cruzado de brazos y Margaret un poco más lejos mirando su celular; y los mismos alzaron la vista con duda. Mike sonrió— Sí, ustedes. Por favor acérquense, quiero hablar de algunas cosas antes de que se marchen. No les quitaré más de cinco minutos.

—Oh, bueno ¿de qué cosas, Mike? —le preguntó Bennett mostrándose un poco más incómodo al hallarse a un lado de Ben y Margaret, aquello lo ponía muy nervioso.

—Primero que nada, disculpen mi impertinencia, no sé que está ocurriendo con ustedes tres, pero si no es serio podemos resolverlo hablando en otra ocasión, porque los noto... ¿cómo decirlo? Inquietos... veo chispas, y no de las buenas. Así que me gustaría que no mezclen lo que sea que suceda con sus vidas personales y el trabajo bien ¿si? —Mike procedió a hablar muy calmado y directo— Si no es necesario hablar, bien, sólo espero que lo que sea que pase no afecte nuestro trabajo, no me agrada verlos tan distraídos.

—Discúlpame, pero no necesito que me digas qué hacer. —bufó Ben mostrándose esquivo, a pesar de haber sonado muy propio y tranquilo.

—Hey... —se quejó Bennett apretando los labios tras mirar a Ben con cierto regaño

—Y tú tampoco. —respondió Ben devolviendo el gesto.

—Oh, cielos... —murmuró la fémina a un lado, apartando la vista.

—Bien, bien, no seas gruñón, Fritzgerald. —dijo Mike suspirando hondo.

—Sólo... díganos qué sucede, debo ir a atender a mis perros. —dijo el pelimorado, buscando apartar la vista y relajarse.

—Claro. Ya me he enterado de lo de su unión musical, estoy contento por ustedes... —continuó Mike— Y no se preocupen que William, Fritz y yo hemos acordado todo al respecto. Así que tendrán libre el resto de la semana y si nos surge algo les llamaré ¿vale? —suspiró juntando sus mano y enseñado ánimos— Eso si, como no podemos perder tanto tiempo, talvez los llame entre horarios, a estás alturas conseguir extras es complicado ¿bien?

—Ugh, como sea —Ben se mantuvo quieto, poniendo una mano en su cintura.

—Bueno ¿y cuál encuentro dice? —Bennett levantó una ceja, confundido, y mucho más al darse cuenta de que era casi el único que andaba fuera de página. Debía de verse medio torpe.

—Tú nunca contestas tu celular ¿cierto? —interrogó el Ben alzando una ceja— Bueno, a mi del mismo modo se me olvidó mencionar algo de eso.

—¿De qué hablas?

—¿Te acuerdas que habiamos programado un encuentro musical? El que... Margaret propuso. Sólo teníamos que esperar a que nuestro representante regresara para ponernos de acuerdo. —explicó Ben lo más rápido y simple que pudo. Aunque no estaba muy de humor por la situación, no podía hacer drama sólo por una tontería ajena a lo laboral.

—Es cierto —el menor llevó una mano hasta su boca— lo había olvidado.

Bennett sentía que todo conspiraba para que de tanta tensión terminase por asfixiarse, cuando pretendía relajarse excluyendo su vida privada de la laboral, tenía que verlos seguido en su área musical ¡encima los tres juntos! No iban a estar los tres solos pero, eso no quitaba que fuera... tenso.

El guitarrista se mordió las uñas, justo al momento de mirar en donde Margaret se acariciaba el brazo evitando hacer contacto visual con cualquiera de los dos. A su otro lado, Ben se encargaba de hablar con el azabache mostrándose serio. Pensó en que esto sólo iba a conseguir que entre los tres se formase otra brecha que, con el tiempo podría agravarse. Notaba lo incómodo del ambiente en medio de los dos, se sentía pequeño, nervioso y algo tonto.

Vaya que olvidaban también que todo eso no pasaba desapercibido por Mike, claro estaba. Ese hombre veía la situación que se presentaba ante sus ojos con curiosidad e intriga.

•[▪]•

Bennett en todo el camino a su departamento, se halló a si mismo dudativo acerca de lo discutido antes. Por supuesto, había aceptado antes y siempre cumplía con su palabra sobre todo cuando se trataba de trabajo pero, si ya de por si era complicado en el estudio estar cerca de Ben o de Margaret, estar los tres juntos iba a ser un colapso a lo relativamente bien que le había costado mantenerse después de todo.

Estaba claro que echarse para atrás no era una opción, apreciaba su carrera como artista musical, además su representante estaba más que contento con el arreglo. Y Bennett extrañaba estar en un escenario, tocar su guitarra, esa otra vibra suya llena de energía y rebeldía que tanto lo caracterizaba al tocar. Estar en la misma línea junto a la voz de Ben a su lado sonaba demasiado tentador que no quería desapeovechar.

«Bien, debo calmarme». Se dijo, pues este nuevo Bennett, en un nuevo año con nuevas metas, iría haciendo las cosas bien, sin miedos ni aferrándose a tonterías del pasado. No dejaría que algo así le deje atado. Inspiró con tranquilidad al desplomarse en el sofá y acariciar a sus dos grandes perros una vez entró al departamento.

Los mallorquines le ladraron animosos, saltando y sentándose a un lado del sofá, Bennett podía oír el sonido de sus colas alegres chocar contra el suelo.

—Lo siento, ya está muy oscuro afuera y estoy muy cansado como para sacarlos a pasear. —Bennett se disculpó y sentó de forma correcta en el sofá. Acarició a sus dos perros negros a cada lado, ambos se alzaban para restregarse con él sacando sus lenguas— Sé que quieren jugar más, pero esperen a mañana, estaré como nuevo y saldremos juntos todo el día ¿vale?

—Wuaau~ —. Ladró el perro de ojitos amarillentos, Alan, subiendo y frotándose contra su pecho, casi aplastándolo con sus patas robustas, mientras que el otro perro le lamió la mano y se enrosca a los pies de su dueño.

—No~ ya bájate... —Bennett acarició al mismo de los costados y luego lo bajó de encima. A veces no sabía si era él quien no tenía tanta fuerza o sus perro era muy rudo; aunque quizá eran ambas, sus perros eran altos, fuertes y protectores. Recordaba que parados en dos patas casi eran de su porte— Heh ya ¿qué haría yo sin ustedes, bebés?

Suspiró y bajó a sentarse en el suelo apoyando la espalda en la base del sofá para hacerles cariñito en el lomo a ambos perros. Ya con todo el ajetreo y el estrés que pasaba era agradable estar con ellos, porque juntar a Margaret y Ben en estas circunstancias era como colocarse entre dos imanes que se repelen, y él andaba en medio llevándose toda la tensión de ambos.

Para relajarse, necesitaba un ratito para él mismo, apagando el móvil, tirándose al suelo y acostándose allí mismo a pierna suelta con sus dos fieles amigos. Igual a como haría su yo libre de problemas y ansioso por otro día sin reglas.

Estaba teniendo en claro que de un momento a otro, el haber rechazado a la mayor hizo que ella entendiera y guardase algo de distancia, aunque se sentía mala persona por hacerle eso a ella, pero ya estaba hecho.

Por el mismo lado, sabía que para Ben saber que la mujer que amó, de pronto se interesaba en su colega, posiblemente le había hecho tenerle un resentimiento a la chica. No sabía que había pasado entre la ex pareja, pero ellos dos, tal como dijo Mike, chocaban peor que una colisión en plena carretera, tan intensa e imprevista. Eso hasta Bennett pudo verlo al momento en que esos dos se acercaron.

Bueno, daba igual, al menos Ben ya no la estaba pasando mal, es más, habían vuelto a hablarse, ya no con la misma confianza ni los momentos divertidos entre los dos, pero apreciaba que Ben pudiera ser sincero con él y admitirle de frente que era un... amigo importante.

Iban por un buen camino, porque si habían sido capaces de entenderse y volverse a hablar como antes luego de algo como esto, significaba que su amistad era un lazo fuerte. Saber que Ben se sentía aburrido y solo sin él, le llenaba de emoción, en verdad que era un logro.

De pronto sus dos perros empezaran a ladrar a la puerta y a lo lejos, que unos ladridos mucho más bajos y agudos lo siguieran, hizo a Bennett jadear inquieto reconociendo ese agradable ladrido canino. Y le afirmaron que efectivamente... era Ben quien estaba parado en la puerta sosteniendo en brazos a una cachorrita inquieta, que enseñaba su lengua con ansias.

—Hey... —Al abrir la puerta Bennett trató de arreglarse un poco el nido de pájaros en que se había convertido su cabello al estar jugueteando con los perros. Después de un largo silencio que se formó al quedársele viendo con cara de idiota al oji-jade y a la cachorra, hizo un gesto cansado para saludarlo— Qué... sorpresa.

—Sí, claro. No sería una sorpresa si contestaras tu celular. —respondió Ben y le miró enarcando una ceja, mientras despegaba a la Retriever de su pecho para alzarla de los costados— ¿Quieres sostenerla?

—¿Eh? Sí... —Bennett acató a ello, confundido pero emocionado a la vez— ¿La traes porque quieres que... la cuide o algo así?

—Esa cosa... digo, el perro está intranquilo, me estresan sus ladridos. Y como no estaré en la jodida calle con este frío y a esta hora, pensé en traértela. Creo que la criatura extraña a tus dos... perros. —le dijo Ben encogiéndose de hombros.

Ben vio que Bennett ladeó la cabeza ante su comentario, pero cuando lo vio asentir con emoción eso mismo hizo que un sentimiento dudoso volviera a tomar posesión de todo su sistema nervioso, haciéndolo sentir... extraño frente al menor.

—Entiendo. Yo puedo entreterla un rato. —Bennett bajó la vista a la cachorra, en lo que acariciaba la cabecita de la misma, que a la vez se restregó contra él una y otra vez— ¿sólo viniste a dejármela o... te vas a quedar? —le preguntó Ben, quien no pareció prestarle mucha atención— No digo que necesariamente tengas qué hacerlo pero, s-sólo si quieres... yo de todas formas puedo cuidarla para que juegue con Alan y Matthiew, ellos también están aburridos.

—Mmh sí. —respondió Ben en tono quedo.

—¿Te... pasa algo? —Bennett agachó las cejas, esperando algún comentario seco y orgulloso de esos que el siempre distinguible Ben sabía decir, pero sólo obtuvo una negación facial, una muy rara— Oh de acuerdo. Entonces, n-no te preocupes que yo dejaré tan satisfecha a la cachorrita que la tendrás bien portada por todo un día, generalmente eso pasa con mis perros cuando juegan demasiado heh. —comentó, ya no hallaba demasiada vergüenza en pensarse que decir, estaba intentando dejar atrás ese miedo frente del mayor.

—En realidad... —Ben le miró y recibió instantáneamente los ojitos expectantes de Bennett hacer contacto con los suyos. Se relajó y colocó sus manos a sus costados como tratando de parecer que le restaba importancia, no, realmente era algo sin importancia que de pronto, le pareció tan pesado de decir— no vine sólo por el perro.

—¿Para que más entonces? —cuestionó Bennett.

—Nada en especial. —dijo Ben— Pero, podría quedarme un rato. Ya todo está... arreglado y no tengo nada que hacer ahora...

Y al decirlo, sonrió, era una bendita sonrisa pequeña, de esas que escapaban por casualidad y era difícil evitar, luciendo invlusive más amable de lo normal ante los orbes de Bennett. Este último creía que Ben también había logrado superar ese obstáculo, porque no lo veía tenso, ni molesto, algo distinto a lo usual, pero el hecho de que regresaran a como era antes, era un paso que deseaba no volver a retroceder de nuevo.

—P-para mi... sería.. ah lo sería... un es... sería... —balbuceó Bennett sintiendose tonto y mordiendo su labio tras callarse.

Tan rígido como un piedra, seguramente con la cara tan bañada en vergüenza, farfulló otra vez, sin despegarse de esas gemas verdes que lo hacían portarse como el hombre inmaduro y nervioso. No extraña eso, pero era algo con lo que acostumbraba a vivir y que le apenaba demostrar.

—Sí, sí, lo que sea. Siempre es un honor tenerme de invitado ¿no? —Ben espondió sin prisa alguna.

—C-Cla... Claro hah.

•[▪]•

Hubo unos momentos de silencio cuando cerró las cortinas del ventanal en la sala. No pasó mucho para que, como solía suceder, Matthiew se acercase al moreno a saludar ecaramándose encima de él mientras que Alan le gruñía, sentado en el suelo. Al cerrarse la puerta y encender un poco más la luz de pared que ilumanaba la espaciosa sala, la cachorra comenzó a saltar de un lado a otro, jugueteando en el sillón sobre Ben o corriendo alrededor de los dos perros negros tratando de buscar compañero de juegos.

—Mírala, es adorable. —comentó el menor enternecito de la energía de aquella canina. De paso reordenaba algunas cosas para que, entre tanta inquietud la cachorra no las tire por accidente al jugar— Hey... ¿no quieres algo? —ofreció al ver a Ben algo perdido mirando a los perros, a su juicio el mayor había estado... muy raro. Le hacía pensar que tenía que ver con él o con Margaret, así que... trataba de no sacar un tema que tenga que ver con ello.

—No, no... te dije que estoy bien así.

—Bueno, si tú lo dices. —Bennett se sentó a su lado, casi muriendo de nervios en ello. Ya no tenía que decir y aunque a lo que es respecta, estar en silencio era agradable, mas en momentos así en donde se hallaba nervioso y el oji-verde algo extraño, eso no pasaba y ansiaba abrir la boca para decir cualquier cosa, lo que sea.

Aunque no halló caso en insistir, considerando lo muy impropio que Ben estaba, no quería molestarlo más, sobre todo si después de tanto tiempo podían estar los dos así, en un silencio suave acompañado de los pequeños gruñidos de los perros mordisqueandose entre si.

—Hey... —. Habló Ben, el pelivioláceo lo oía farfullar ligeramente, pensar demasiado para decir las cosas, alzando la vista hacía la luz del techo apagada, ese no era el Ben de siempre—. Con todo lo que he tenido que solucionar, había olvidado ponerte al tanto de eso... hablo del tema musical. Nuestro patrocinador acaba de regresar y ya que hemos perdido mucho tiempo, quiere que a partir de mañana... bueno, ya sabes. El trabajo es trabajo.

—Oh sí, no te preocupes. Soy yo el que nunca contesta los mensajes, así que es obvio no enterarme a tiempo. —dijo Bennett— Lo entiendo y... entonces ¿mañana empezaremos con las primeras prácticas o algo así? ¿Cómo le hacen ustedes?

—Nada fuera de lo usual.

—Está bien para mi. La idea de sólo tocar junto a ustedes es... emocionante sin importar los asuntos... personales. —mencionó Bennett girando su vista hasta el contrario— Aunque ¿tú en serio estás bien con eso? Yo te veo raro e incómodo. Yo estoy contento de tocar junto a ti... tan sólo, p-pero... ah, podemos retrasarlo, no importa como. Yo puedo adaptarme fácil en poquito tiempo y...

—Puedo guardarme cualquier asunto personal, más si esto nos pone en tendencias. En lo que esto nos va a beneficiar, es todo lo que me importa por ahora. —mencionó Ben— Dejemos los problemas personales de lado, además, si quieres... creo que a estas alturas la idea de un dúo tampoco me parece tan desagrable. Podríamos programar uno para otra ocasión.

—¿Un dúo? —Bennett alzó las cejas interesado y con ánimos— ¿o sea... tú y yo?

—No ¿cómo crees? —Ben rodó los ojos con sarcasmo.

—Bien, ya entendí. —el menor se encogió de hombros— Pero, ¿lo dices en serio? Creía que no te agradaba mi... forma rebelde de hacer música, según tú. Junto a todo el género musical al que me dedico heh.

—Sí, eso era antes, Bonnie. Ahora las cosas son muy distintas.

—¿Lo son? —se dignó a preguntar Bennett. Estaba agradecido que las cosas entre los dos estuviesen mejores, pero el ambiente en que se hallaban seguía siendo tan inestable— Yo pienso que.. no, no, olvídalo, eso está bien. Gracias.

—¿Por qué me agradeces? No es como si hubiera hecho algo. —dijo Ben— Es sólo... una propuesta. Tú la habías hecho hece mucho y... considerarla ahora no me suena tan mal.

—Lo se, p-pero nunca me habías tomado en cuenta en ese sentido y... un dúo me parece mucho mejor.

Le dijo Bennett mirando por un momento a la interesante mesita de café. Pero al cabo de un rato se volteó para sonreír al mayor, de esas sonrisas que formaba por mero gusto y que por lo general escapaban por si solas.

Ante eso Ben lo observó alzando una ceja, evitando parecer muy obvio al contemplar lo suave que era Bennett, lo fácil y menos complejo que le era mostrarse tal cual es; era algo que necesitaba sinceramente. Pero no podía aceptarse a si mismo, o mejor dicho, tenía un ligero temor a aceptar gestos sencillos, a decirse a si mismo que no estaba mal desviar un poco su casi bien planeado y perfecto camino para ir hacia donde sus sentidos le guiaban.

Atrapado entre una condición de distracción total, Ben se halló a si mismo luego de un par de segundos, obligándose a reprimir una sonrisa como respuesta a las muecas de amabilidad de Bennett. En como este volteando a animarse con los perros, enseñaba una frágil expresión de dulzura ¿por qué era tan... cautivante ese hombre? Lo exaltaba demasiado verlo así, jugando con sus sentidos inconcientemente. Era desagradable siquiera hacerse una idea de que podía se sentía bien verlo.

Pero no hizo nada ni apartó la vista, ahorrando las palabras, hundiéndose en sus pensamientos, creyendo que las cosas no podían ir peor para si mismo al darse cuenta, no, al empezar a aceptar a Bennett en su vida cotidiana. Talvez no era tan malo algo de compañía sincera y desinteresada a decir verdad.

Talvez no era tan malo dejarse arrastrar por la corriente de vez en cuando. Tomar riesgos y seguir cambios no podría de ser tan malo ¿o si?

•[▪]•

—Estás muy callado ¿sucede algo? —inquirió el pelimalva observando al mayor a su lado, calmado pero cansado.

—Estoy bien... pero creo que ya es tarde. —contestó Ben, viendo la hora en su celular.

—Ya veo... fue agradable que estuvieras aquí. —Bennett sonrió leve, dirigiendo su vista a la canina— Mmh si gustas yo puedo quedarme con la cachorra, a mi no me molestaría y...

—No, se irá conmigo. No es necesario que tú te molestes.

Ben sujetó al pequeño animal, poniéndose de pie. No pasó demasiado para que el de menor altura asintiera en un movimiento de cabeza frágil y una casta sonrisita de medio lado. Este le acompañó a la puerta y allí, en un calmo silencio se despidió de Ben, tratando de no hacer o decir alguna tontería.

Más tarde el menor volvía a meterse en su propio mundo, abrazando a sus perros y riendo de lo tonto e infantil que era. No sólo eso, de lo renovado que lo dejaban las charlas con el mayor aunque no fuese la gran cosa. A pesar de que no llevaban ni una semana de volver a hablarse, Bennett ya creía que podían empezar a mejorar desde ahora al notar que, el apreció y afecto que antes vio en los ojos del moreno hacia la albina había desaparecido considerablemente.

¿Qué había pasado con exactitud? Aun no lo sabía, pero a Ben debió de dejarlo molesto en verdad, más molesto que toda la situación anterior. Bennett lo notaba libre de decir cosas sin pensar demasiado, más relajado, lo veía... extraño y un poco mejor en partes iguales. Distinto a como creyó que se vería.

«No quiero pensar en eso, mejor me iré a dormir». Se dijo, eran pasadas de las doce de la media noche y andaba dormitando en el sofá, mirando a sus perros enrollarse en el suelo sobre esas camitas que nunca usaban y prestando atención al silencio que había quedado alrededor.

Si, no había sido... un mal día y se sentía mejor.

•[▪]•

La mañana era relajada, un pelimorado ansioso se emocionaba por conocer en persona a los integrantes de producción artista del mayor, después del trabajo, el tiempo y el esfuerzo anterior al primer encuentro, finalmente lo que le quitó esa radiante sonrisa de la cara no fueron ni más ni menos que cierta mujer bastante distante que evitaba el contacto visual, y para su sorpresa, Ben también estaba distinto a ayer por la noche; lo vio molesto, cansado, evasivo y muy lejano.

Según este «el trabajo es trabajo y dejaría sus problemas personales fuera». Parecia que de la nada, eso ya no era importante para ese hombre que enseñaba ante sus ojos a una pequeña parte de él, una algo... distinta.

Habían cosas que, por lo general era más fácil evitar y hacer como si no hubieran pasado, pero en cambio habían otras cosas que no llegaban a su alcance y para Bennett eran terriblemente difíciles de evitar.

Situaciones incómodas, sobre todo a dos personas adultas creando una barrera de repulsión justo al lado de él; en silencio, se mantenían discretos pero parecían dos pequeños niños mirándose feo, para terminar de mostrar que esto estaba fuera de lugar. Era demasiado raro para Bennett en verdad, Ben nunca había mostrado esa actitud frente a él y por lo que llegaba a mirar, la dulce Margaret también se hallaba seria, olvidando por completo su postura.

¡Cielos! Era el único intranquilo en medio de los dos, abrazando su guitarra y mordiéndose el labio. Descontando que estaba soportando los errores de esos dos al micrófono, sacando jadeos fuera de ritmo, suspirando.

—¿Pueden dejar de hacer eso... p-por favor? —Bennett acabó por decir, ya en la gran sala de audio, terminando de afinar nuevamente su guitarra, un poco más apartado de ambos cantantes que no hacían más que refutar—. Llevamos todo el rato así, no puedo ser de ayuda si ustedes no paran de actuar tan raro. N-N lo puedo creer... llevamos en serio mucho y a penas he terminado las primeras notas.

—El compañero Bennett tiene razón... no sé cuantas veces he empezado con el ritmo para que encima, ustedes dos se den el lujo de estar en las nubes. —comentó el de sonido— Nunca, pero nunca han dado un problema ¿qué sucede?

—Lo que sea que pase, resuelvanlo luego ¿bien? —. Habló esta vez una voz fresca, madura y carismática con un tono serio, quien les interrumpió. Un hombre pecoso cruzado de brazos apreciaba toda la tensión entre sus dos contantes líderes— Benjamín, lo que sea que pase nunca ha afectado tu desempeño, espero que no te estés dejando consumir por eso. Y qué hablar de Margaret, me sorprende verla así. Gente, hasta ahora esto es horrible.

—Carajo, lo que sea... —murmuró Ben mirando a un lado.

—No creas que no escuché eso. Claro está, el compañero Bennett está bastante bien, el jovencito es genial, pero ustedes ¿cómo pretenden hacer esto un live antes, si ni en cinco segundos de pista logran progresar? Harán sufrir a mis pobres oídos si no se guardan cualquier tema fuera de esta canción.

El pelivioleta inclinó su cabeza al oír eso. Vaya, si que era curioso ver a un hombre tan amable como el rellenito maganer, regañando a Ben al igual que a Margaret, como si fueran un par de niños, eso si que era una de las cosas que nunca había visto excepción de si mismo.

Veía que Ben gruñó cruzado de brazos y Margaret sólo ocultaba su vergüenza. Pero aun siendo de ese modo, seguía sin entender qué demonios pasaba entre esos dos. Bien, si ya no se querían como antes ¿por qué razón se odiaban a ese punto tan... infantil? Ni él solía portarse de esa forma porque las discusiones de gente adulta actuando como niños le resultaban lo más estúpido que podía ver.

Claro, Ben y Margaret no se decían con palabras que estaban raspando y que había algo molesto que gritaba «No te me acerques». Desde lejos, pero jamás algo así fue tan notorio en Ben. No había visto tanta tensión incluso de antes.

—B-Bueno... ya no importa. Ensayemos más ¿bien? —propuso Bennett agarrando un poco más cómodo su guitarra y deslizando esos mechones de su flequillo, que no alcanzaban a atarse, hasta detrás de su oreja— Yo siempre estoy listo mientras ustedes estén listos... supongo. He practicado mis notas lo suficiente,y c-creo... que tocar y cantar es la parte menos difícil.

—Mmh... bien. Tienes razón. —bufó en respuesta el de cabellera celestina, volviendo a comprobar el audio del micrófono, una vez hecho, junto a Margaret, se escuchó un suave sonido del suspiro de resigno que sacaron cerca del campo de audio.

Bennett se dedicó a observar en lo que se adaptaba al estilo de música combinados una vez el ambiente se disipó un poco. Iniciando con una base suave y su guitarra, creía que sonaban bonito, junto con el extra que generalmente eran sonidos artificiales de computadora no se hallaba... nada mal en verdad.

No era mucho de ritmos suaves y canciones que parecían sencillas, con temas tan profundos y significativos de forma serena pero, sentía que lo capturaban demasiado ese tipo de canciones así, música con contenido y para nada repetitiva. Cuando mezclaban tantas cosas distintas en un sólo encuentro, que en un principio le pareció interesante saber como lograrían hacerlo; pero acabaron con un rock alternativo, suave y después rápido, con sus solos de guitarra siempre impertinentes luego de su voz, que por lo general era su estilo. Oía que eso había sonado genial. Le gustaba para ser el primer encuentro en ensayo.

Con Margaret recordando la letra y alzando su voz tras las primeras líneas suyas, seguida de la voz de Ben, hicieron que Bennett sonriera al oír la voz del amyor, que sonaba tan... distinta, tan grave y limpia, en un baritono adaptado sencillo que se adaptaba muy bien al ritmo.

Bennett lo intentaba, pero se giraba para mirarlo en la práctica repetidas veces, con la letra de la canción cerca y los ojos semi cerrados. No era un problema, nunca lo fue el no poner una atención totalmente a su instrumento cuando sus manos, luego de memorizar las notas, ritmo y acordes, se movían por si solas. Pues nunca se esperaba que las cosas le salieran bien a la primera, sus manos igual de tembloras que sus labios y piernas comenzaron a fallarle y entre tanto y tanto ensayo, aun así trató de no dejarse llevar por el nerviosismo ni por el perfil atractivo de Ben frunciendo el ceño y poniendo de su parte para que su voz sonase tan atrayente como  recordaba.

Para ser el primer encuentro en la práctica oficial buscanso ponerse de acuerdo, estuvo bien. Lo que no, había sido la manera dudativa en que se topaba a la chica, quien arreglándose su cabello se mordía la boca y lo miraba, lo estaba volviendo a mirar demasiado. Bennett solía ser un poco torpe y despistado, pero que una persona se le quedase viendo con cariño, luego con nervios para después voltear la vista hacia la persona a su lado, Ben, mientras hacía muecas preocupadas, era muy raro. Todo era muy raro.

Margaret lo estaba alterando y no de buena manera, le estaba haciendo creer que la paranoia podía empezar a consumirlo en cualquier momento. Y esa era una de las sensaciones que había perdido desde hace mucho, porque vivir perseguido le quitaba lo divertido a la vida aunque fuese alguien con cierto perfil público.

Por otro lado Ben siendo amable y serio a la vez conseguía que toda la adrenalina antes consumida empezara a revolverse en el estómago de Bennett, llenándolo de sensaciones nuevas, no era sólo la sangre subiéndole a la cara, o su pulso acelerando, era algo que borraba todas sus preocupaciones de un segundo a otro. Ese algo que lo obligaba a actuar como un idiota con una cualidad que no era propia de sí, la impulsividad.

¿Eso era una buena o mala señal? Estaba conciente de que su afecto hacia el mayor había aumentado considerablemente conforme iba conociéndolo mejor, pero... ¿por qué a la vez tenía la misma inquietud con él? Lo desconocía de la misma forma en que lo quería; y eso era muy extraño.

Al igual que con Margaret creía que Ben le ocultaba cosas tan importantes, pretendía hablarle pero simplemente tomaba más silencio que el de costumbre, ya no lo miraba con molestia o le decía cosas netamente hirientes disfrazadas de pequeñas bromas ¡pues hasta se disculpaba, muy a su manera! Y eso... era lo más impropio que le había tocado ver del pelicían.

—¿Quieres que te acompañe? —. De la nada, esa pregunta hizo que el de melena violeta casi escupiera el agua mineral que bebía. Al girarse al contemplar la neutral mirada verdosa del mayor, se quedó tieso. Ben alzó una ceja.

—Heh claro ¿por qué no? —Bennett agarró un pañuelo para secarse la cara. Se puso en postura y tomó la banda del estuche de su guitarra. Se puso derechito, y... allí se quedó.

Caminaron un buen rato juntos. Para Bennett sin duda la forma en que Ben lo estaba tratando le hacía creer que aun guardaba algo de molestia dentro, un resentimiento que quizá no sabía como afrontar así que de ese modo sólo atinaba a tratarlo de una manera amable y calma para no parecer que le importa.

Esperaba estar equivocándose y que esa actitud sólo se debía a que ya estaban mucho mejor los dos, sin momentos tensos, sin silencios incómodos y lo mejor, sin mentiras, sin tratos ambiguos entre ambos. Ben ya no jugaba al tipo borde y que de la nada era un poco considerado, no, ya Ben simplemente hablaba y lo que salía de su boca era toda una respuesta final, muy seca a veces, pero era su ¿nuevo cambio? ¿Eso contaba como un cambio o sólo como muestra de más... sinceridad? No estaba seguro.

Entre sonrisitas tontas y comentarios al aire, el fresco del ambiente que se formó entre los dos era de demostrar que se podía mejorar un poco. Y la calma con que llegó con Ben hasta la puerta de su departamento, fue suficiente para al momento de entrar y observar a sus perros dormidos junto al vacío lleno de frescura que le hicieron sentirse muy tranquilo. Se tiró al sofá apoyando su guitarra a un lado y se dedicó a mirar el techo. El día de hoy, como otros, había estado relativamente bueno... había sido agradable.

•[▪]•

Más tarde, Margaret quería evitar sus pensamientos irracionales, tratando de quitar de su mente las sonrisitas afectivas de cierto pelimorado, sus ojos brillante con emoción y admiración palpable, esa alegría en su forma de hacer las cosas, y con una negatividad hacia si mismo que vaya que le sorprendía y no obstaculizase sus metas.

Fuera de todo eso había algo que no la dejaba tranquila, que la obligaba a indagar e insistir un poco más. Había llegado a este punto y no pensaba ceder aunque tenga que esperar más tiempo para ello. Pero antes de creerse que sus ilusiones podían florecer, necesitaba...

Necesitaba saber qué pasaba con Bennett, y lo que más desesperaba a parte, era saber el porqué de la forma de actuar tan autoritaria en Ben ¿por qué de pasar a mirarla con cariño parecía que de pronto eran dos niños detectándose entre si?

—¿Por qué de pronto quieres que me aleje de él, Ben...? —Se preguntó a si misma entre un susurro, en la pequeña terraza de su vivienda— En verdad que... han estado pasando cosas muy raras.

Apretó los labios una vez desató su cabello claro dejándolo caer por sus hombros. Recopilando todos aquellos acontecimientos en que creyó que esa atontada mirada roceada de un rubor suave era para ella, esa forma de mirar que cualquiera podría interpretar de otra forma, sino era para ella, entonces ¿para quién? ¿Quién podría haber captado la atención del sencillo y simpático Bennett? Nadie era tan amable y afectuoso con él, ¿era acaso alguien que no conocía o...?

No quería, no podía aceptar una idea tan descabellada, era insólito siquiera intentar pensar en algo como eso, con alguien como él.

Bajó la vista, arrugando el entrecejo y oprimiendo sus manos en la baranda gruesa, en lo que apreciaba el suelo asfaltado y las fatolas tenues iluminar los senderos de la noche. Entonces recordó lo muy contento que se notaba Bennett antes de marcharse, esa sonrisa de esperanza en sus labios, la forma en que parecía no poder evitar inclinar su cabeza, atento al perfil de Ben.

«Por supuesto que no, claro que no». Se dijo, inquieta. Al caer realmente en cuenta que no había notado el... afecto especial dirigido hacia cierta persona de cabellera celetina. Eso era raro, inaceptable.

Oh no, lo era más el empezar a formarse ideas absurdas de pronto. Ella no era así, pero estaba... celosa.

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