•°~°Capítulo 39°~°•

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El resto del día se la pasó de lo más normal, con la comodidad de cada situación que iba acorde a como Ben se planteaba al llevar sus emociones. Que mientras sus dedos transitaban por el pelaje amielado de su mascota, iba calmandose y regresando a sentir una frescura mental tan liberadora.

Bennett a su lado se encargaba de hacerle una compañía tan distinta; sin palabras, sin gestos ni incomodidades. Sus sonrisitas perfectas y su mirada animosa a veces ya era para ponerlo nervioso, pero no hacía nada más que apartar la mirada sin mostrarse enteramente con indicios de que estaba en el borde de cada lado de su propia barrera.

La noche no tardaba en llegar y la iluminación tenue en la sala estaba siendo cada vez más acogedora. La imagen de los perros sentados a un lado del tranquilo pelivioleta en el suelo con un costado reposando sobre el cristal, mientras los mismos a cada lado recostaban la cabeza en sus piernas y la otra canina se ponía en medio. Era una jodida imagen tan linda a simple vista, que se tornaba más agradable y relajante para mirar mientras la seguía contemplando.

Al parecer él aún no notaba su atención, pero no quería de todas formas que se diera cuenta que estaba con la vista pegada a su persona y en como sus emociones tratando de ordenarse dudaban tanto al mirarlo.

—Hay... una noche bonita. Muy bonita. —mencionaba el menor en edad pegando su mejilla en el cristal mientras formaba una débil y tranquila sonrisita, observando el paisaje que se apreciaba desde ese punto y de la altura del lugar— Se siente tan relajante ¿no? —regresaba a mirar al mayor, que al instante parecía apartar la vista de forma rápida— Has... estado muy callado. —agachaba las cejas, haciendo un puchero— ¿Aún estás... complicado?

—No sé de que me hablas... no estoy complicado. Es simplemente que no necesito hablarte ahora. No tengo nada... que decir. —admitió Ben sosteniendo su teléfono entre sus manos. La pantalla apagada de este reflejaba su rostro sereno pero allí mismo en sus ojos notaba el caos en su interior que trataba de apagarse, poco a poco.

—Está bien, no digas nada... si no quieres. —le dijo Bennett tras mirarle con la mayor de las calmas. Esta vez se sentía muy gratificante el silencio, el ambiente tranquilo y la luz baja.

Miró a un lado, observando a la canina entre sus piernas y a sus dos mallorquines a ambos costados. Sus pelajes cortos y firmes eran caricias suaves a sus dedos, en lo que suspiraba intantando disipar esa sonrisa boba de su cara; si que era complicado para él mantenerse tranquilo, cuando ya había logrado asimilar gran parte de esto tan rápido, y sabía que Ben tenía más problemas para entenderse a si mismo que a todo lo que acababa de pasar de un momento a otro.

Con cuidado logró levantarse sintiendo sus piernas algo dormidas por la posición en que se hallaba. Los perros cansados sólo le miraron abriendo sus ojitos un rato y moviendo sus colas hasta que volvieron a quedarse acostados entre los tres. Se estiró un poco haciendo sonar sus dedos y espalda, terminó arreglando su pelo y palpando su pantalón para seguido aproximarse hasta donde se encontraba el de mayor edad, con una expresión tan inmutable. Eso le causaba tanta curiosidad y nervios, pero más dudas al fin y al cabo, y él, no podía con las dudas.

—¿Qué? —interrogó el moreno al verlo sentado a un lado suyo, con su sonrisa tranquila y su mirada animosa que le causaban remolinos internos de sensaciones que antes le desagradaban tanto. Terminó apartando la vista una vez más hasta que sintió los brazos de Bennett tocar su torso y empezar a rodearlo con confianza— ¿Qué demonios haces? Necesito mi... espacio.

Ben bufó, quería apartarlo pero al final la calidez de esa estúpida acción al menos le hizo ceder hasta dejar de resistirse y, aunque no correspondía al gesto, parecía ser que el menor se conformaba con que le dejase hacerlo sin reprocharle nada.

—Lo siento, en serio, pero... iba rato que quería. — Bennett hundió su rostro en el pecho del contrario, ignorando sus quejidos y su forma particular de forzarse a casi nunca corresponder sus abrazos en un principio hasta que finalmente se aburría y aunque sea, por unos momentos, le rodeaba de la misma forma sin decir nada. Ese calor rodeándolo se sentía muy bien.

Ben suspiró dejándose llevar por aquel gesto. Apretujó a Bennett en su pecho, sin importarle pensar por unos momentos. El contacto se tornaba tan relajante, tan simple y acogedor. Volvió a sentir que el pecho le apretaba, mientras mejor se sentía, más le costaba aceptar que le gustaba. Carraspeó la garganta y tomó mayor postura, mirando al menor y tomándole de los hombros para separarse, dejándolo a una distancia considerable de su cuerpo.

—Bien, en suficiente. —sentenció Ben aclarando su garganta.

—¿Qué? Pero... —Bennett desvió la vista a un lado, aunque le decepcionaba que fuera tan seco todavía, estaba bien, lo entendía— Bien... ¿no quieres comer algo?

—No... —. Ben le soltó, regresando a sentarse más cómodo.

—¿Y no tienes sed? —volvióa ofrecer el menor.

—No, que estoy bien así. —repitió Ben.

—Vale... —.Ahora era cuando el menor volvía a concentrarse en la mirada tan borde del mayor, escarbando entre el color verde de sus ojos a ver si encontraba aunque sea un pequeño indicio de que todo iba bien y que talvez tendría permitido otro acercamiento más, pero vaya que era difícil, es que Ben era super complicado a veces— Hey ¿puedo...? ¿puedes...? ¿P-Podemos...? Esto... —Bennett pretó los labios, mientras le miraba a los ojos.

Aunque trataba de guardarse los ánimos y las ansías. Era algo difícil no emocionarse, sentirse atraído por esa mirada ambigua y su postura tan sencilla, era algo con lo que no iba en contra, ni desconociendo sus sentimientos.

Vio como el peli-turquesa iba a decirle algo, pero no estaba listo para recibir otra fea reprimenda, como si en verdad él creyera que era un niño, no estaba muy alejado de eso pero no iba a tocar ese tema ahora. Así que simplemente, con la respiración a full, Bennett se impulsó hacia adelante, tratando de alcanzar los labios ajenos de una sola vez y separarse rápidamente.

Pero no lo consiguió, se detuvó frenéticamente, asustado, nervioso y con el calor en las mejillas. Quedó rozando entre su boca, a ojos cerrados, temblando. ¿Tanto era pedir un poquito más de valor? Apretó la boca y a ojos cerrados bajó la vista, qué difícil le era siquiera tomarse una confianza como esta cuando ya había tenido muchas más antes. Su respiración iba cortada, y sus manos luchaban por aferrarse a él o simplemente no hacerlo.

—Oh carajo... —murmuró Ben sintiendo que al final terminaba cediendo de todas formas.

Agarrándolo de la nuca luego de acariciar su mejilla de una forma suave pero sigilosa. Aunque Ben era brusco al acercarlo hasta su boca para juntas labios con labios, al moverse trataba de mostrar la calma con que se relajaba al disfrutar del contacto, sosteniéndolo de los costados y conjugando sus labios con firmeza. Ya poco le importaba contenerse tras este paso, uniendo sus labios, presionándolos y chupeteandolos. Siendo brusco al alterarse, profundizando con ganas ese roce. Incluso si intentaba guardarse la tensión, sus cejas fruncidas y sus manos firmes, era difícil hacerlo de otra forma.

Bennett tomó esto con alegría, aunque por dentro se le derrumbaba la voluntad de los nervios. Terminó abrazándolo, como si al separarse ya no pudiera volver a tomar cercanía otra vez; aunque en realidad solía ser así, la gran mayoría de veces. Jadeó al separarse, y sin esparar demasiado por parte de Ben, tras regular parte de su respiración, lo volvió a besar con una necesidad dolorosa.

No tenía siempre para esto, talvez el mañana llegue y en lugar de avanzar ambos se quedasen estancados en esta fosa grande emociones, hundiéndose en un pantanoso suelo, y no quería, ya no. Dispuesto a esperar si estaba, pero a alejarse para lograrlo, no. No podía.

Se abrazó al pelicían con fuerza, rodeando su cuello y girando su cabeza, quería que el contacto entre sus labios no acabase más. Y que esas manos en su cintura no le soltaran de ninguna manera; siempre anhelaba poder estar así un par de veces, muchas veces. Hasta cansarse. Incluso si nunca había sido alguien a quien el contacto afectuoso físico le gustara, porque si eso le hacía sentir tan bien, podía... sólo con Ben.

—Haah... ahh l-lo siento... no pude aguantar. —murmuró sobre los labios del de mayor edad, tras separarse bajando la vista. Sólo pudo oír un ronco sonido de respuesta antes de que las manos que lo sostenían de los costados pasaran a rodearlo por la espalda. Y la cabeza del mayor se reposó de un momento a otro sobre su hombro, seguido de una dolorosa y bastante presionada risa de frustración ¿podía contagiarse de emociones fuertes y cortantes? Porque se estaba sintiendo exactamente igual— Ah ¿qué pasa? ¿P-Por qué te ríes? —cuestionó confundido. Y en eso, sintió una caricia en el pelo, seguido de esa risa grave pasando a ser suave y sutil, cerca de su oído— ¡¿Ehh?!

—Cállate... no lo sé... —Ben lo abrazó con más fuerza. Si lo soltaba, después volver a abarzarlo sería una complicada y larga tarea. Pero de pronto, se sentía jodidamente contento, aunque por fuera no lo demostraba, por dentro había una calidez tan extraña.

—Mmh... vas a... —.De todas formas, Bennett tampoco ansiaba cortar ese abrazo tan raro. Después de todo, no lo quería lejos— ¿vas a quedarte conmigo hoy también?

—Voy a quedarme aquí. —contestó el peli-turquesa.

—¿En serio? ¿conmigo? —sonrió Bennett mirándole a la cara.

—Sí, contigo. —repitió Ben.

—Oh ¿d-de verdad? ¿En serio?... —La radiante sonrisa de Bennett terminó siendo una mueca bastante brillante a la vista, pero mucho más vivaz, haciendo que la sonrisa del moreno aumentase con ello, aunque en menor grado— Entonces... ¿no piensas irte otra vez?

—Es que a veces eres un raro, hombre. —Ben le miraba a los ojos, mostrándose tan tranquilo, observando a Bennett abrazarle por los hombros— si tuviera intenciones de irme y no mirar tu estúpida cara, lo hubiera hecho, pero no quiero. —sonrió— Sabes que me quedaré, pero te empeñas en joderme con lo mismo.

—Heh lo sé, lo siento. —Bennett le regresó aquel gesto, sonriendo, dejando sus manos quietas en los hombros del pelician, guardando un tranquilo silencio luego de eso.

Talvez el ambiente era más relajado ya, esperaba no perderse entre tantas confusiones para el día de mañana. Saber que esperar y esperar le traía buenas cosas aunque en el camino se tropezaba todo el tiempo, era suficiente para encerrar esa negatividad por un buen rato, aunque trataba de no ser demasiado iluso, parecía notar que Ben tenía un lado bastante peculiar; uno que le gustaba molestarlo, arrugando sus ilusiones para después reírse de ello.

Era lindo en cierto punto, pero a veces creía que no entendía si él bromeaba o hablaba en serio; es que era complicado distinguir la burla en su voz, la ironía o la molestia, que por lo general eran tonos tan bajos y neutros, llenos de modiscos que lo confundían y gestos que lo aturdían. Aunque todo eso ya eran cosas que de no conocerlo le parecerían todas iguales.

Si tan sólo no le asustase tanto cuando Ben le hablaba con relajo en la voz, sonando sereno y amable, en lugar de sentirse cómodo cuando le hablaba con ese tono ronco y atractivo cuando era el hombre borde de siempre. Se sentía ido al verlo sonreír como un hombre tranquilo.

Suponía que si empezaba a ponerle más atención, podría entender aunque sea una cuarta parte de quien realmente era Ben. Seguramente no... no se decepcionaría al escarbar ese otro lado del mayor, si ya conocía más cosas malas que buenas. O eso quería creer, nunca terminaría de conocer a ese hombre tan complicado.

•[▪]•

Nuevamente el sol hacía una aparicion temprana marcando el comienzo de una jornada larga. Bennett se levantó notando a Ben ya despierto viendo el celular, con una expresión neutral, mientras reposaba su espalda en el respaldar de la cama.

Inspiró hondo aquel ambiente mañanero, la frescura del día y la luz poca entrando por la ventana, traslúcido por la cortina de la ventana. Era lindo despertar así, en serio que lo era.

Sin decir nada, se levantó con pereza alzando los brazos y bostazando para eliminar los rastros de sueño. Se sentó a un lado de la cama contemplando sus pies descalzos y sintiendo el frío atacarlo de pronto. Tenía escalofríos de pronto y algo de nervios. Después de todo compartir cama con el moreno era demasiado para él desde antes, sobre todo si ahora sabía que muy en el fondo de esa mirada cortante y sus labios oprimidos existía un cariño, un cariño que tanto le había costado ganarse, aunque siquiera obtenía demasiado de él.

¿Cómo mantener la calma de ese modo? Terminaba de secarse el pelo y de vestirse una vez salió del cuarto de baño tras una breve pero relajante ducha de agua tibia.

Ben ya estaba sentado en la sala, al final terminó marchándose un par de minutos para cambiarse de ropa y de paso regresar luciendo más recompuesto que cualquier cosa; con su mirada penetrante y firme, su cabello bien peinado y una postura rígida, como si por ese hombre no hubieran pasado cosas suaves y pensamientos amorosos de pronto.

Tragó saliva, y se dedicó exclusivamente a atender a sus perros antes de irse. Al final, no había podido permitir que Ben se llevara a la Retriever, después de todo aquí tenía compañía. Dejó todo listo, acarició a sus perros y salieron ambos ya, que casi dando las siete y veinte otra vez iba atrasado por estarse entreteniendo en el camino.

—Esta porquería está llena de mensajes de Mike, ni bloqueándolo se calma ese hombre, joder. —mencionó Ben mirando su teléfono otra vez, aunque bloqueó al azabache en WhatsApp, eso no evitaba que las llamadas entraran y los mensajes por SMS también. Es que era un hombre persistente.

—Sólo debiste responderle. A Mike no le gusta que le dejes el visto, creo que le da cosa, no hay que ignorarlo. Ignorar a las personas es feo. —dijo Bennett que iba ya a su lado caminando por el pasillo del edificio del estudio.

—Eso a mi no me interesa. Lo de ayer fue un pequeño desliz, no tenía ni cabeza para pensar siquiera en que día era... maldición. No sabes lo insistente que es ese hombre, siempre tratando de darnos lecciones estúpidas. No soy un puto niño, si falté, falté. Puedo hacer lo que quiero, un día no me hace perder nada. —suspiró Ben apartando la vista.

—El director Mike es bueno contigo, deberías ser menos gruñón con él. —dijo Bennett— Pero bueno, al menos ya estamos aquí... no necesitas quejarte tanto.

Mencionó el menor notando que con ello en lugar de dar ánimos terminó poniéndose nervioso, recordando ya y pensando en lo que haría ya ¿qué pasaría en el trabajo? ¿Iban a seguir portándose igual? No estaba seguro si cambiarían algunas cosas, sólo conocían sus sentimientos y se respondían en cierto punto de forma positiva, pero no eran nada aún.

Cielos, sabiendo lo muy evidente que era no podía dejar de sonreír, sintiendo el éxtasis anterior invadir su mente ¡es que no podía! Estaba contento, ¿cómo no? Si se sentía tan bien... tanto.

Al llegar allí al primero en ver fue al director azabache, quien soltaba un suspiro de alivio al verlos llegar a ambos, pero alzaba una ceja porque era de notar la alegría extraña del menor, y sobre todo, que Ben estando neutral y saludando con un grato «hola» seguido de un curioso «buenos días» a los presentes era algo que no pasaba muy seguido, en primera porque el hombre siquiera se dignaba a saludar a veces.

—Ya era hora, santo cielo. Justo ayer se me escaparon los dos, y eso si que es un altercado muy curioso viniendo precisamente de ustedes. —el pelinegro les recibió con un apretón de manos y un educado saludo familiar— Ni un aviso, ni un mensaje, ni una llamada. Siquiera se dignaron a contestarme el teléfono sino hasta la décimo octava vez que intenté hablarles a los dos, por favor.

—Ehh sí, lo sentimos. Pero ya estamos aquí, Mike. Tengo muchas ganas de estar aquí, estoy bastante contento. Así que no se exalte, llegamos. —Bennett le sonrió juntando sus manos tras su espalda, tal cual como un alumno bien portado.

—¿Ah si? —inquirió Mike viendo aquella imagen del pelimora irradiando energías, era extraña pero vaya que le sorprendía inclusive notar al oji-verde a un lado de una forma tan serena— ¿Y a qué se debe que estés tan contento como para faltarme al trabajo y encima cortarme la llamada así de la nada? La verdad, es que si es una novedad verte tan contento aquí, Thompson. Mucho más si vienes junto a Benjamín.

—Bueno... es que... heh —Bennett apartó la vista sin saber que contestar exactamente.

—Sí, sí, eso a nadie le importa, Mike. No querrás perder tiempo en charlas tontas ¿o si? Porque yo no vine a perder el tiempo. —interrumpió Ben cruzando los brazos.

—Y tú también te encuentras diferente. Bueno, ignorando lo extraños que están... prepárense. Repasen un rato que el equipo de escenificación está en trabajo ya. —suspiró Mike— No soy el padre de ustedes, pero bien saben que tampoco me gusta perder el tiempo.

—¡Si! Claro. —Bennett corrió tranquilo tomando su lugar y el libreto del guión, que ya venían siendo en su mayoría monólogos propios y contactos leves con el moreno. Ah, estaba emocionado por grabar con él, no quería olvidar sus líneas ni cometer errores— Bien, calma ahh —se dijo palmeando sus mejillas en un intento de concentrarse. Como siempre; no debía de mezclar el trabajo con sus temas personales, eso no. Lo sabía.

Sonrió, mirando aquel cuadernillo en sus manos y desviando su vista hasta donde estaba el peliturquesa charlando con Mike, extrañamente parecían tranquilos, y Ben sin hacer muecas altas se dedicaba a escuchar lo que sea que el mayor estuviese diciendo, y es que desde donde estaba podía ver que era Mike quien más hablaba.

Bennett regresó la vista al cuaderno, ojeando un par de veces, y recordando los consejos del azabache, tratando de impregnarse de emociones, como siempre, le gustaba sentir que podía llevar la personalidad de su personaje, aquella personalidad más arisca pero en el fondo muy sensible. Como dejar salir al chico negativo e imponente en su interior.

—Hola... —. Una voz femenina y sutil le hizo levantar un poco la mirada observando allí a una sonriente y animosa mujer, que le sonreía amable y tranquila—. Bennett, buenos días. Se te nota muy contento ¿ha ocurrido algo?

—Buenos días, Margaret. Mmh supongo que sí... aunque sólo estoy contento, es todo. Tuve un buen día, me hizo bien relajarme un poco. —contestó Bennett, aunque sentía una leve confianza al tener a aquella chica de mechón rosa a un lado, no estaba segudo de si decir algo respecto a ello, conociendo su relación con Ben.

No quería ser idiota diciendo algo como eso. De todas formas, tampoco le gustaba ser interrogado, ni hablar de sus asuntos incluso si quería.

—Oh... ya veo. Se te ve muy lindo estando de buen humor. —la oji-ámbar rió haciendo que Bennett se confundiera un poco, ladrando la cabeza— Me alegra verte contento, Bennett.

—Eh eso... creo.

Ello lo miró por un rato, Bennett a veces no sabía como era que tanta amabilidad lo asustaba en cierto grado. Claro, la amabilidad de Margaret no era en absoluto igual a la de Ben, esta le producía extrañeza, y no era demasiado grata incluso si era cómoda para él.

Entendía que Margaret no dejaba de gustar de él, podía... notarlo, pero parecía hacer el esfuerzo por ser su amiga o algo cercano a eso, y aquello le tranquilizaba un poco. Porque él hubiese hecho lo mismo estando en su lugar y poniendo a Ben en el de él.

Sin embargo, de algún modo sabía que era peligroso tenerla tan cerca, así que sólo iba a mantener cuando menos la distancia. No quería arruinar más las cosas, sobre todo cuando ya sabía que el moreno no la veía a ella de la misma forma.

Oh, de pronto entendía algo, era tan enredado si lo veía de ese modo. Eso explicaba las miradas fuertes y tensas entre la mayor y Ben, cielos... estuvo en medio de esa tensión tanto tiempo y a penas lo notaba con claridad. A penas entendía que se hizo ideas equivocadas todo este tiempo. «Qué horror». Pensó, oprimiendo los labios.

Fijó su vista al frente, donde estaba Ben concentrado en lo que hacía, de fondo escuchaba la voz fuerte de Mike dejando indicaciones e instruyendo con firmeza. Oh, y tenía la sensación rara de que Margaret no le despegaba el ojo de encima, no sabía si alterarse o tratar de calmarse, que no era nada del otro mundo. Aun así, volvía a perderse en el atractivo perfil del pelicalipso, que torcía los labios, arreglándose el pelo en lo que tomaba el cuadernillo sin mirar a otro lado. Incluso se le notaba rígido, su postura firme y su expresión neutral le resultaba tan curioso. Le gustaba tanto.

Mas la mujer a un lado de este ya no se encontraba muy convencida. Al ver como el pelimorado a un lado se olvidaba en donde estaba, que prácticamente el chico se recostaba sobre esa mesa de escenario, mirando con una atontada mueca en su rostro, a cierto hombre de cabellos celestes. Entendía de pronto esa felicidad extraña, esa cara ruborizada. Un sentimiento pesado se albergó en su pecho, y apretó los labios, carraspeó la garganta hasta que logró llamar su atención.

—Hey, Bennett ¿estás bien? ¿Qué tanto miras? —habló ella intrigada, buscando sacar al nombrado de ese ensimismamiento tan extraño.

—¡Ah! Eh... sí, sí. Lo estoy, y no... no es nada. —Bennett le sonrió reponiendo su compostura.

—¿Tiene que ver con él? —inquirió ella sonando calmda, aunque no lo era, ni lo estaba.

—¿Qué cosa? —el pelimora tragó saliva.

—Con Benjamín, —aclaró la pelimiel— ¿es por él que estás tan contento? ¿Pasó algo entre ustedes?

—Bueno... no es nada de eso. —el menor desvió la vista— e-eso no importa. No es como que necesariamente tenga que pasar algo. No te preocupes. Ahora sólo tengo que aprovechar mis ánimos ¿no? Heh.

—Hah si... como digas. —ella le tomó del hombro, sonriendo— Bueno yo... tengo que prepararme, ya sabes. Te dejo para que te concentres.

—Sí, está bien. —respondió el menor, suspirando.

Restándole importancia, el menor se dedicó a lo suyo luego de asentir con la cabeza y ver como la chica se iba ya con el resto del elenco. Sonrió y miró otra vez donde estaba Ben, dirigiéndole... la mirada de vuelta. Los latidos en su pecho se aceleraron al verlo, el mayor parecía hacer su esfuerzo por sonreírle de vuelta, aunque se mostraba algo serio de tanto en tanto.

Tragó saliva de los nervios y no pudo evitar ocultarse bajo estos, degradando sus ánimos a una vergüenza cotidiana por estar viéndole tanto tiempo, lo suficiente para hacer que este le regrese la mirada alzando una ceja. Suspiró, y desvió la vista, ya estaba... sintiendo pesado el calor en su rostro.

—¡Muy bien! Benjamín, Bennett, los necesito a los dos en diez minutos. Margaret, tú entras antes. —hablaba el mayor llamando la atención de los nombrados. La fémina se acercó y asintió arreglando el rodete en su cabeza, mientras se colocaba unos aros perlados— Recuerda, firme y segura, aquí estas tú mostrando tu confianza.

—Lo sé... —ella asintió. Dirigió su vista a cierto moreno de ojos verdes a un lado, a quien sonrió con confianza a pesar de que le miraba de forma amable, calmada. Torció los labios, algo nerviosa, pero volvió a recobrar la compostura, y ensanchó su suave sonrisa— Creo que es algo en lo que soy buena.

Cierto pelimorado agachaba las cejas, curioso, mordiéndose la boca al notar esa línea tensa que unía a Ben y a Matgaret, cielos, lo peor era que el relajo del peliceleste se veía afectado de un momento a otro por esto, poniendo sus muecas serias y sus acciones bastante peculiares.

Pronto vio a Margaret bajo los reflectores, su sonrisa tan firme, ella dejaba de ser la mujer amable y tímida de siempre al estar frente a las cámaras, pasando a ser aquella mujer de mirada peligrosa y voz alta, tan segura de si misma. Ladeó la cabeza y desvió la vista, suspirando ante el escalofrío que le producía verla de ese modo.

Miró el guión, notando que se hallaba enmarcado el nombre de ella en varias escenas posteriores, a penas rozando con él. «Ah, esto va a ser muy largo». Se dijo Bennett tragando saliva.

—No tiene que ser incómodo. —se dijo esta vez en un murmullo, respirando profundo— Wólo tiene que ser. Es todo n-no es difícil heh.

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