•°~°Capítulo 41°~°•

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Faltó poco para que ya hubiese sol alumbrando la sala, a cortinas abiertas Bennett terminaba de ponerse un chaleco de lana de cuello alto color verde mar, mientras, como era de costumbre debatía entre una coleta baja o el cabello suelto tan sólo con el fin de sentirme más cómodo. Pero al final ni tiempo tuvo para buscar con que atarlo así que salió cerciorándose antes de llevar el celular, la llave y en dejar lo necesario a sus perros. A ellos no podía descuidarlos ni por el trabajo, y era, uno de sus contra a veces, porque se quedaba más de diez minutos hablándoles o jugando con ellos antes de irse.

—Ya me voy... seguramente llegue un poco más temprano y me quede hasta más o menos las siete, luego... tendré que salir... de nuevo. —se agachó a la entrada, cerca de la puerta casi abierta, empezó a hacerle caritas a sus perros al ver que ambos se sentaron frente a él mostrándose animosos pero poniendo ojotos tristes que sólo le hacían tener ganas de quedarse con ellos— Pero... ¡Hey! Voy a pasar más tiempo con ustedes una vez termine el mes, así tendré libre para quedarme a ver tele y darnos un gusto comiendo tonterías ¿si? ¿Si~?

Acarició a sus perros un buen rato, mientras se daba un tiempo de relajarse lo suficiente con esto. Les besó en la cabeza antes de marcharse. Que ya iba tarde de nuevo en verdad. Fue allí que en medio del pasillo camino al ascensor, se encontró de vista a Ben rabiando con venga a saber quien, con el móvil pegado al oído y una expresión algo inquieta. Dudaba de si acercarse o no, quedándose parado a una distancia considerable, mientras lo observaba, apretando la boca y sosteniendo con fuerza su celular, en lo que miraba la hora de vez en cuando. Pero al final lo hizo, justo cuando lo vio suspirar y arreglarse el pelo de esa tan característica forma que terminaba por hacerlo ponerse nervioso de un momento a otro.

Camino hasta él empezó a morderse ligeramente el labio inferior, estaba algo nervioso al verlo rígido pero aparentando estar tranquilo, sobre todo, cuando al notar su presencia este volteó a verlo, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón de mezclilla oscura.

—Buenos días. —saludó el menor en estatura, levantando su mano con ánimos, mientras sonreía mostrándose simpático, pero sólo recibió el típico gesto de fastidio del mayor. Genial.

—Buenos días... —espetó este, apretando los labios.

—Um... ¿estás enojado? —Bennett inclinó la cabeza a un lado, notando que el mayor suspiraba sonoramente, mirando a otro sitio. ¿Por qué siempre era así? Terminó haciendo una mueca al ser que Ben siempre evitaba mirarlo, aunque cuando lo hacía, sentía que lo sometía con esa fría mueca y los labios torcidos, que era capaz de ponerlo de rodillas con tanta facilidad, y ahora no sabía si agradacer o extrañarse de que sus ojos verdes se encuentren con los suyos. Nítidos, duros pero rebuscados de amabilidad.

—No lo estoy, deja de sacar siempre conclusiones sobre mi. —Bon rodó los ojos, cuando sentía la mirada ajena encima suyo, era tan cálida, lo adulaba sin palabras y aunque eso le hacía mantener una jodida postura recta y alimentaba su bien orgulloso egocentrismo, a veces, era demasiado, se excedía— bueno, y ¿qué haces aquí todavía? Mike ha estado insoportable llama y llama porque hace media hora teníamos que empezar a grabar. —habló, tratando de quebrar con ganas ese ambiente tranquilo y animoso que rodeaba a Bennett, y que insistentemente quería rodearlo a él ahora.

—Si... —este se encogió de hombros, observando al mayor alzar una ceja— Es que me entretuve y recién voy, aunque no le he contestado las llamadas. Ahm... y... ¿tú también vas tarde?

—No, fíjate. —le hizo una mueca, dando a entender que había sido estúpido de su parte preguntar— ¿cuál es tu manía por hacer preguntas innecesariamente estúpidas? Hombre, en verdad me irritas...

—Ah... si, lo siento. Se me salen. —Bennett acarició su brazo, y oprimiendo los labios dio un par de pasos hasta ponerse a un lado del moreno— Oye y... ¿no quieres que vayamos juntos?

—Si te digo que no, te importará una mierda y andarás a un lado de todas formas. Mejor ya ni preguntes. —puso una mano en el hombro del menor en edad, el pelivioleta se sobresaltó de la nada, mirándolo extrañado— ¿ahora qué te pasa? No voy a hacerte nada. Empieza a caminar.

Habló, callándolo cuando el menor abría la boca dispuesto a, seguramente, expresar otra de sus absurdad boberías extrañas, y no podría aguantar empezar el día con tanta emoción contradictoria que termine por alterarlo. Lo tomó del brazo, sin importarle que hubieran una o dos personas más a medio pasillo, y simplemente se echó en caminar hasta entrar al ascensor directo al primer piso, por él no se molestaría en ir caminando, pero si ya iba tarde no iba a apresurarse de todos modos.

—Entonces si querías que te acompañara y me estabas esperando... ¿no? —habló Bennett a mitad de camino, iba al lado de Ben, tranquilo, relajándose al sentirse desapercibido en la calle, mirando al frente y luego dándose cuenta de que otra vez estaba hablando de más.

—...No.

—Bueno...

—¿Te das cuenta de que a penas hablas el noventa por cierto de lo que dices son estupideces? —lo cuestionó con fastidio, haciendo alusión a lo torpe que se estaba comportando, pero como siempre, era capaz de soportarlo, aunque no por mucho.

—Realmente sí. Ah... lo siento. Ya no diré nada más. —miró a un lado. Se encogió de hombros, apretando la boca.

—Eso me gustaría. Gracias.

—Oh, no es nada... soy bueno en eso, supongo. Me quedaré callado. —contestó el pelimalva, que juntaba sus manos por detrás de su espalda, sosteniendo una sonrisa en el rostro, porque si sonreía, creía que podía ponerle color al camino gris que se le formaba encima, suspiró tratando de centrar su vista en el camino en lugar de al piso o inevitablemente sobre el perfil de Ben, que era... perfecto a su vista. Se mantuvo en silencio, disfrutando de él y de la caminata que ahora empezaba a hacerse interminable— ¿lo estoy haciendo bien? Creo que lo hago bien hehe. Pero siento que te estoy molestando... aunque no sé si soy yo, es que te veo molesto desde hace rato.

—Oh maldita sea, cállate. —se giró a verlo, acomodándose el pelo para un lado en lo que torcía la boca y fruncía el ceño. Al ver como el oji-rojizo dejaba esa mueca tranquila para pasar a mostrarse algo más neutral— Me gustas más cuando estás callado...

—Sí, claro, sólo porque te convi- espera ¿te gusto más así? —Bonnie sonrió, soltando una leve carcajada sin pena y con ánimos.

El pelician no hizo más que expresar su disgusto girando la vista a otro sitio, mientras iba cruzado de brazos todo lo que restaba de camino. Estuvo observando a Bennett, divisando muy disimuladamente como este ante un comentario tonto ahora irradiaba ánimos, mirando al frente y regresandole la mirada al segundo en que se dignó a verlo. Genial, ahora iba a tenerlo contento a su lado, y peor a no soportarlo, era que también detestaría tener que hacer algo para calmarle esa felicidad. Ah, ya ni idea tenía de lo que estaba pensando en realidad.

—No era eso... lo que quería decir. —murmuró algo irritado, mientras trataba de esconder esa extraña sensación agradable que transitaba por todo su cuerpo de sólo mirar lo lindo que el contrario se veía expresando sin miedo alguno su alegría espontánea.

—No importa. Sonó lindo para mi. Voy a intentar.—aclaró, tranquilo.

Durante todo el demoroso camino, Ben se dedicó a observar abiertamente al menor, cuando este iba tan distraído hundido en sus propios ánimos, que para colmo, terminó por sacarle una que otra sonrisa cuando lo veía extender los labios y devolverle el gesto. A la misma vez, que notaba lo distinto que últimamente estaba, y sabía, que su indudable alegría tenía que ver con lo que había pasado y aunque disfrutaba, muy internamente, de verlo así, se preguntaba porqué a él le costaba tanto mostrarse así de energético. Admitía que también le vino bien liberar tanta ansiedad, tanto estés, tanto deseo después de que se acumulaba demasiado peso sobre sus hombros. Y es que al menos podía dormir sin estarse torturando de tanta presión, pero le era... tan difícil rebosar de esa emoción de calma. Disfrutar lo que tenía y lo que podía tener era complicado, quería más, cuando ya ni lograba soportar lo que de por si montaba sobre él.

A veces creía que de tanto reprimirse, ya no sabía como se sentía la verdadera libertad, y terminaba, precisamente como ahora; queriendo demostrar que su humor se alzaba y abrillantaba de tenerlo cerca, pero que era incapaz de hacérselo saber a menos que sea de una forma... muy suya. Tan suya que era molesta. Tan suya que terminaba siendo una tortura dolorosa que por más que trataba, no iba a lograr dejarla. Era ya una parte de él, una muy poderosa parte suya.

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Para Bennett el tener un día lindo sin distraerse ni pensar en otras tonterías, era una tarea complicada ya que, de por si tener que soportar la extrañeza de muchos compañeros, sobre todo, de aquellos que estaban acostumbrado a verlo de bajos ánimos y con una cara de que la vida le trataba horrible. Pero estos días que su lucidez le permitía ser más positivo y andar tranquilo sin miedo ni rechazo, sentía que estaba tan ligero aquel feo peso en sus hombros, talvez aún conservaba esa sensación de que le faltaba algo, pero en menor medida y a tal punto que podía disfrutar de un día cálido y un cielo blanquecino con la mayor de las sonrisas. Sentía que ese vivaz adulto joven regresaba, ese que no tenía miedo a ser grosero, que no tenía miedo a ser torpemente amable, el que era capaz de encerrarse o de hacer el ridículo para después reírse de si mismo. Eran lindos tiempos, aunque después al recordarlo se moría de vergüenza.

—Thompson, te estoy hablando. —le llamó el azabache a cierto veinteañero que estaba distraído acomodándose una camisa morada a cuadros mientras sostenía con los dientes un paquete de galletas y agarraba con el brazo una soda de lata verdosa— Niño, deja eso ahí. En la siguiente escena entras tú. Hablamos de esto, tú sabes como quiero que salga y que todo este cambio en el rumbl no debe afectar tu desempeño.

—Sí, lo sé, ya voy... —se acomodó el pelo y arremangó sus mangas, antes de comer una que otra galleta para empezar a caminar. Sonrió, calmado buscando a un lado a cierto pelician, que estaba cerca de una mesa mirando el guión— Bon, ¿me puedes sostener esto? Que si lo dejo por ahí va a desaparecer, y si alguien toca mis galletas o mi bebidita sin mi consentimiento voy a demandarlos.

—Como sea, no puedo. Estoy ocupado.

—Sólo un rato. No te cuesta nada cuidar mis cosas, tardaré super porquito. Siento que la mitad del personal está ausente y no confío en nadie más, la última vez perdí mi pancito.

—Uh qué pena. Te dije que no, hombre. Tengo cosas que hacer.

—Bueno, si quieres te doy mis galletas... pero cuida mi bebida. —ofreció, sonriente, haciendo que de pronto la atención de Ben se fijara en él. Vaya que era... lindo verlo alzar una ceja tan orgullosamente mientras torcía la boca. Mirándolo directamente.

—Ah bien, como sea. Dame eso. —le arrebató lo que traía encima, suspirando.

El de melena violeta sonrió, obteniendo una débil mueca por parte del mayor en edad. Sólo se quedó unos breves momentos admirando lo bien que se veía Ben con una parte de fleco peinada para atrás y la otra tan despeinada y revoltosa, le hacía ver tan atractivo de esa forma, con su penetrante mirada clara y brillante, y sus gestos serios. Pestañeó un par de veces, grabando lo bien que se veía con esa bufanda de tela negra que le cubría parte del mentón y casi todo el hombro.

Decidió ya terminar de perderse en él, que a lo lejos oía al azabache llamarlo y llamarlo, tanto que terminó riendo algo avergonzado al ser que sólo faltaba él. Terminó de acomodarse el cabello y dejó que corrigieran parte de su vestuario, era un trabajo el cerrar los ojos y relajarse mientras sentía tanta gente encima, exponiendo mechones de cabello, cuadrando el cuello de su camisa y acentuando esas ojeras que ya de por si se esforzaba en ocultar. Se levantó, rígido y como siempre, con una emoción sencilla antes de oír los múltiples buenos y a veces raros consejos del adulto azabache que le palmeó el hombro. Indicándole lo de siempre, con dedicación y decisión.

Minutos después, de hacer lo mismo de siempre; presentar la miserable vida de su personaje, de expresar sin palabras el como este soportaba la monotonía y reaccionaba a la defensiva y con agresividad. Ahh, aunque esté pasando por momentos lindos y algo extraños, esa escencia que tanto le gustaba, no se iba. Descargaba toda su negatividad en ese papel, y los residuos de esta se los dejaba para si mismo y para hacer menos suave su vida cotidiana.

Su rostro cobró penumbra por unos instantes, interpretando la soledad dolorosa, mientras se acomodaba el pelo. Una escena corta, una escena sencilla a simple vista, pero su fuerte era, sin palabras llegar a decir demasiadas cosas, sentir y hacer sentir. Al oír el corte junto a la voz de Mike, suspiró, alivianando su vista. Se peinó los cabellos para atrás, consiguiendo que estos se desordenaran al regresar hacía adelante. Hasta que su rostro volvió a iluminarse cuando observó a Ben, distraído llevando una de esas cremosas galletas suaves a su boca. Centraba su vista en su linda expresión pensativa, en como se movían divertidos sus labios al masticar, sus ojos fijos, sus cejas siempre torcidas de tal modo que se veía tan serio.

—¿Están ricas? —preguntó cuando ya estaba en frente del mayor, sonriendo como bobo al verlo girar la vista a su dirección, a punto de llevarse otra galleta a la boca. Simplemente tomó su lata de refresco y trató de abrirla sin hacer el mayor ruido— Se ve que te gustan mucho, a mi igual me encantan. También tienen cremita de limón. —mencionó, viéndolo a los ojos, hasta que este rodó los mismos formando una extraña mueca, talvez era una sonrisa o algo así, no lo sabía bien, pero era suficiente para hacerlo sentir contento.

—Sí, están... buenas. —se encogió de hombros, escuchando a un lado ese débil sonido del menor ingiriendo aquella gaseosa. No quiso voltear a ver, pero al final lo hizo, topándose justamente con el contrario relamiendo sus labios mientras expresaba con un gesto anímico en sus ojos, lo mucho que parecía agradarle ese refresco.

—¿Quieres? —invitó, aproximando su lata de bebida al mayor en edad, quien no hizo más que torcer los labios en un extraño gesto de negación—. De acuerdo... tú te lo pierdes.

Bennett seguía a un lado, bebiendose la soda con tranquilidad, agarró una silla de a un costado, para sentarse allí cerquita del mayor, mostrando una calmada sonrisa en los labios. Estaba contento, si, y es que sus buenos ánimos se derivaban de Ben y sus actitudes, de que a pesar de haber buenos, regulares, y hasta malos ratos, también podían existir esos momentos en que deseaba mandar todo al carajo y quedarse así; compartiendo un raro y minúsculo momento de silencio, un silencio gris, un silencio dentro de una burbuja aislante a todos los demás que estaban alrededor haciendo lo suyo.

Recordaba de pronto a la lejanía, que eran buenos momentos esos en los cuales parecían dos desconocidos chocando entre si, con una barrera invisible y gruesa que los separaba, que impedía siquiera un contacto visual, y ahora, que podía tener esas miradas para él solito, creía ser genuinamente afortunado, y eso era demasiado para él. Como que le resultaba muy bueno, y eso que recién empezaba, cuando recordaba que el moreno de piel era de esas personas impacientes y directas, porque al par de minutos, sin decir siquiera una sola palabra, el peliceleste terminó por apartarlo con sólo torcer la boca y desviar la vista. Había aprendido a leer entre sus gestos, pero no a entenderlos del todo.

—Te ves... bien con eso puesto. —mencionó, después de mucho, pasando con frustración y tirante tensión sus manos por sus cabellos celestinos, terminando por volver a girarse con una extraña y algo cansada sonrisa. Bonnie pestañeó aunque incrédulo ante eso, pero no hizo nada más que levantarse luego de arrugar parte de la envoltura de las galletas para guardárselas en el bolsillo.

—Ah gracias... —le sonrió, tranquilo aunque ocultando con ello su extrañeza y ligeros nervios.

—Bien, sabes... yo... tengo algo que hacer.

—¿Ah? ¿Qué cosa? —se levantaba de igual forma, casi a los momentos en que el mayor lo hizo, sosteniendo su lata, algo inquieto ante su sobresaliente actuar.

—No es realmente... tan importante.

—Oh, está bien. —ladeó la cabeza, algo decepcionado ante la idea, pero tan sólo asintió con un suave y tranquilo movimiento de cabeza, antes de desviar la mirada a un lado, observando a todos los demás tan metidos en lo suyo. No había notado que, alrededor de todo el estudio la gente era demasiada últimamente.

—¿No quieres acompañarme? —esa pregunta hizo a Bennett saltar al momento preciso de haberlo oído. Su sonrisa reprimida fue un doloroso acto que no entendió, hasta que recordó su postura; era difícil. Era muy difícil mostrar complacencia al verlo, al observar sus gestos, el como había revuelto su pecho y sus pensamientos cuando de la nada, como si fuera un niño chiquito y contento, el menor asentía una y otra vez, agarrando a dos manos la lata de tamaño mediano.

—¿En serio puedo acompañarte? —el menor estaba algo emocionado ante la idea, no, más bien estaba realmente extrañado y contento a partes iguales, porque por ser Ben, pedirle acompañarlo sonaba a una pequeñez, una simple tontería, pero para él significaba mucho. Por lo general el pelicalipso evitaba a toda costa que lo acompañara, no al revés. Este le miró alzando una ceja, tan firme y serio como siempre, haciéndole sentir algo tonto ante eso, pero le restó importancia— Digo, que está bien... está muy bien... te acompaño.

Tras pronunciar aquello, vio que Ben se metió las manos en los bolsillos, desplazándose con tranquilidad en medio de todos, hasta llegar cerca de los camerinos, cerca del suyo, allí, sintió un ambiente distinto, era una tranquilidad tan abrasadora, mezclada con una angustiosa sensación de armonía, al menos, así creía estar percibiendo el lugar. El silencio sepulcral en el oji-Jade no era para nada ajeno a lo común, pero verlo desviar constantemente su vista fija era una cualidad algo curiosa para Bennett, más, porque se había detenido por un par de segundos frente a la puerta, hasta que la abrió y así ambos ingresaron; él se quedó a un lado, en la pared, observando a Ben al parecer ansioso por alguna cosa, una cosa inquietante para él ahora mismo.

—Esto luce muy raro... ¿estás molesto? —preguntó tras haberse aguantado por mucho el dudar y dudar en voz alta. Escuchó un raro suspiro por parte de Ben, uno de esos tensos y repletos de cargas extrañas. Hasta que volteó a verlo, haciendo crecer ese semblante estable frente suyo— Es algo... sospechoso hehe —se encogió de hombros, soltado una suave carcajada para alivianarse y a la vez calmar esa sensación estrujante y revoltosa en su pecho y estómago.

—Realmente quería hablar contigo. —Bon terminó soltando de una vez, girándose a verlo, tratando de forzar a calmarse y a sonreírle. Pero ¿cómo el menor podía estar tan tranquilo con esas sonrisitas tontas, diciendo y haciendo lo que pensaba tan fácilmente? Cuando él se empeñaba en hacer algo, tenía que consultarlo primero con esas multiples barreras encima de él. Suspiró, acercándose lo suficiente a Bennett antes de tomarlo por los hombros— No sé como lo haces...

—¿Hacer qué? —cuestionó entre tropiezos en el habla, sintiendo una ola de nerviosismo atacarlo tras la cercanía extraña y la mirada de Ben, era seria pero bañada en un algo que no comprendía bien. En una duda, en una presión, pasaba de mostrar esa frialdad y apatía casi característica para ahora mostrar una pizca de ¿de qué? Era complicado deducir que clase de mueca amable era— ¿de qué quieres hablar? ¿Es... algo malo? Porque siento que ahora estás... muy raro. No de la rareza así como la mía... sino, que te encuentro extraño desde la mañana, en serio. Espero no tener que ver en eso, aunque parecías inquieto desde antes de que nos vieramos así que... realmente no lo sé.

—Ah... Bonnie ¿cómo haces eso? —volvió a mirarlo, y aunque le costaba sincerarse, mucho en realidad, estaba tratando, porque quería decirle tantas cosas de pronto. Quería estrujarlo entre sus brazos, desatar esa presión y canalizar sus emociones, era un trabajo tan agotador para tan pocos resultados— Eres capaz de decir tontería tras otra, casi sin pensarlo. Parece que te es tan fácil hablar idioteces y no sentir vergüenza con eso... y joder, te adaptas tan rápido, que me pone nervioso. —bajó ambas manos hasta los brazos del menor, sosteniéndolo con una regular combinación de rudeza y tranquilidad— Me gustaría hacer como si nada, pero desde que puedo dormir mejor y tener tiempo para pensar, me es complicado aceptar muchas cosas... encima teniendo toda esta carga extra ahora mismo. Quiero... quiero acercarme, pero me es difícil. —buscaba apoyo en algún otro sitio al cual mirar, pero al final acababa atacando con la mirada el rostro algo confundido del menor.

—Bueno si es que... yo sólo hago las cosas y, no me preocupo demasiado por ellas ahm... A mi se me escapan solitas y... por lo general puedo lidiar con eso hehe. —sonrió, ablandando con ello la mirada centrada sobre si mismo— No sé qué o porqué me estás diciendo esto ahora así de la nada, pero si es por lo de esa vez... q-que sepas que yo puedo es... esperarte, te lo dije. No necesito que aceptes todo, y-yo aún estoy algo nervioso con respecto a eso, tanto que... me cuesta saber como comportarme también. —sentía una de esas rudas y morenas manos subir hasta tocar su rostro, acariciando con tanta vaguedad, que le hizo estremecer de pronto, al estar entendiendo el cambio rápido de percepción que Ben le trajo a esto— E-Escucha... no sé lo que está pasando, me pone super nervioso cuando eres más que impredecible, pero... si es difícil para ti, no es necesario que hables. Ya no digas nada. Sólo... —suspiró, mirando a otro sitio— ¿podrías abrazarme? Creo que un abrazo simple es mejor.

—No es... necesario.

—¿No lo es?

«Idiota. Detesto cuando se toma todo tan a la ligera... cuando tiene razón, cuando parece conocerme y cuando yo como estúpido le estoy haciendo caso». Pensó para sus adentros, cuando tras un largo silencio y unas miradas llenas de extrañeza y seriedad, terminó por rodearlo de la cintura y atraerlo a su cuerpo, chocando ambos en un abrazo ansioso y tranquilo, una mezcla de sensaciones inquietas pero acalladas. Colocó su mentón en el hombro del menor y sintió como este a su vez se acomodaba cerca del suyo, chocando su mejilla contra su pecho, rodeándolo por el torso y suspirando hondo al aumentar el agarre. ¿Cómo era capaz de hacerlo aún así? Ben no entendía como Bennett era tan bueno entregándose a sus sensaciones, de ponerse a disfrutar tan fácilmente. Si ahora parecía ser que ambos recorrían un camino repleto de espinas, lidiando con lo mismo, con el trabajo y cosas adicionales casi por igual. Porque al final, de algún modo, sabía que ambos estaban en esto, aunque quizá sólo era él quien se complicaba demasiado conforme avanzaba.

O talvez era que estaba muy estresado como para ponerse a pensar. Cuando no era suficiente con haber aclarado casi todo, porque al final; era él mismo quien no quería entenderse. Esa era una gran diferencia entre los dos. Que aunque quisiera, le costaba, sentía que ya no podía hacer nada, porque todo ya estaba hecho.

—Ah ¿qué pasa? —curioseó cuando se separó de esa forma tan delicadamente tosca, cuando lo agarró de los costados y forzó una mueca similar a una sonrisa. Amaba cuando era tan raro de un momento a otro, cuando se trataba de esforzar a su manera, aunque era rudo y frío, serio y a veces directo. Le gustaba cuando tenía que empezar a adivinar qué cosas estaba pensando, aunque al final la mayoría era una decepción ilusa de su parte— Hey... ¿me estás poniendo atención?

—Sí, cállate... —murmuró, un poco mejor recompuesto y más calmado que antes. Pero intrigado ante esa sensación asfixiante que recorría su cuerpo, ansioso, necesitaba liberarse o iba a seguir inquietandolo.

El pelimalva planeaba decir algo más, talvez agregar una cosita tonta para hacer fluir esa tensión que siempre, de algún modo u otro, acababa formándose entre los dos, pero no lo consiguió. Y a cambio, la leve desorientación de su espalda chocando contra la pared reemplazó todas sus dudas y le hizo formar una tranquila sonrisita, antes de sentir a Ben presionarse contra él y posar labios con labios, buscando un contacto, un ansiado y liberador contacto. Podía sentir en el toda esa vibra, y como poco a poco iban disipando esas emociones pesadas y densas, cambiandolas por unas mejores, unas llenas de sentimientos extraños y alocados, revoltosos y sin nombre.

Mientras unían sus bocas y ahora se presionaban uno contra el otro, Bennett hizo lo posible por subir sus brazos y abrazarlo, girando la cabeza y atrapando esos belfos con los suyos, no quería que terminara tan rápido como siempre, aunque sabía y anteriormente llevaban demasiaso tiempo en este sitio. Pronto el mayor se incorporó al separarse para vagamente mirarlo y recorrer su rostro con los ojos. Tras un rato de no decir mucho, y de sostenerlo con fuerza para regresar a descargar en pequeños pero profundos besos, todo lo que con palabras no lograba expresar muy bien, ambos empezaron a relajarse, lo suficiente. Ben, con un contacto, con una cercanía o un beso, podía decirle algunas cosas que no lograba ni él mismo entender. Podía hacerle saber que sin ser nada, él ya era una parte importante, aunque le costara admitirlo.

Sabía bien que un beso no lo hacía llegar a nada, pero lo acercaba bastante, le ayudaba a transmitir con la poca delicadeza que lograba mostrarle, que en verdad disfrutaba de tenerlo, de poder rozar sus labios y de deleitarse de la cercanía que eran capaces de tener.

—Espera... ah —se separó, sosteniendo de los hombros al mayor luego de desviar la vista a un lado. Sintiendo su rostro arder y su pecho con unos sobresaltos que lo hicieron temblar. Aunque lo disfrutaba, oh cielos, en verdad lo hacía. La emoción revoloteante en su estómago al saber que en verdad sería muy raro verlos salir a los dos tan agitados luego de esto, le causaba estragos y lo tenía tan nervioso. No más que la situación en si, pero lo hacía— Yo.. ahm... v-verás...

—Ya, no digas nada... lo sé. —murmuró Ben, tras notar como el menor constantemente observaba a la puerta, mientras a la misma vez trataba de ocultar el tono agresivo del rubor en su rostro. Terminó observándolo un rato, relamiendo sus labios en un intento por calmar ese hormigueo en ellos, que ansiaban seguir degustando de los ajenos— Necesito... sólo un momento. —admitió, cuando agachó la cabeza, estrellando levemente su frente contra el pecho del oji-rubí, de paso, absorbiendo ese perfume tan particular y fresco, sosteniendo su cuerpo, tratando de grabarse en la mente esta sensación tan distinta a la demás. Tan abrazadora.

A veces, creía que le costaba entender como debía de sentirse, porque una situación así, con Bennett, era algo que siempre lo alteraba, o lo relajaba; pero de algún modo ahora estaba haciendo ambas cosas, sin siquiera saberlo

—Me gustaría quedarme así contigo... t-todo el tiempo, pero... es que... yo estoy... —suspiró tratando de rodearlo con sus brazos, mientras esa emoción tan agradable se albergaba en su pecho, haciéndolo sentir tan contento, pero tan agitado a la vez— e-estoy muy nervioso ahora mismo, y... y no sé. Ahh no sé... —terminó por decir, sintiendo lo caliente que estaba su rostro, que además sus ojos se ponían acuosos y picaban.

No entendía porque de pronto Ben actuaba así, pero no quería entenderlo. Quería disfrutarlo pero el hecho de sentir una genuina emoción de alegría, estaba asustándolo un poco. Era demasiado bueno para ser verdad. Y cerraba los ojos, pero al abrirlos él seguía allí, siendo cariñoso, demostrando como se sentía de pronto, muy... muy a su modo. Si lo suficiente para él era una sonrisa correspondida por un gesto amistoso, que Ben se porte tan dócil y cariñoso era... demasiado, un exceso de sensaciones.

Ocuparon un buen rato allí, Bennett optó por mandar al diablo lo que sea que iba a hacer, claro que deshacerse de los nervios era complicado, pero de sólo tener los brazos morenos del mayor rodeándole el cuerpo y su respiración calmada ahora en el hombro, tenía la suficiente firmeza para lidiar con lo que sea.

—Te gusta estar así, eh. —la voz del mayor resonó de pronto, consiguiendo una adorable sonrisa del contrario.

—Me... me encanta. —lo abrazó aún más fuerte, claro, sin llegar a sofocarlo o excederse con eso, no pretendía arruinar el momento, aunque haya sido algo inoportuno parar casi veinte minutos encerrados. Y agradecía el "tiempo libre" y el hecho de que nadie los molestaba ahora.

Disfrutó un poco más de esta sensación abrazadora, liberando con ello los nervios, la presión y esa rara tensión que se notaba en el mayor. Quiso sellar ese momento de sentimentalismo con un beso, aunque al final no pudo; cuando Ben recobró la compostura le dio una caricia en la cabeza enseñando esa ambigua y orgullosa sonrisa, esa en la que ya no se esforzaba por tomarle significado, sino que le gustaba agradar de lo bien que lo hacía sentir.

Pronto el día iba pasando rápido, entre arduo trabajo y bromas tontas, Ben después de eso pareció casi recompuesto; firme y certero, se portaba como siempre cuidando de mantener la distancia para luego dedicarle unas raras pero cálidas miradas bañadas en una indiferencia fingida.

—¿No te gustaría que nos vayamos juntos como... siempre? —preguntó Bennett al final de la jornada, tomando su brazo. Ben ya estaba caminando en dirección a la salida.

—Ahora no puedo, tengo... algunas cosas que hacer. Nos vemos luego. —anunció, peinándose el pelo a un lado, mientras caminaba a la puerta.

—Hmm bueno, entonces nos vemos luego. —le sonrió despidiéndose con un algo nervioso movimiento de mano. Movió la boca algo inquieto, apretando los labios, pero suspiró— Supongo que no tiene caso irme caminando entonces, es aburrido. Van días que no me acompaña.

—Bennett, al fin. —llegaba a su lado tras un par de minutos, la de cabellera clara, poniendo una mano en el hombro del oji-carmín— ¿estás ocupado? Pensaba hablar algo chiquito contigo, si es que no soy inoportuna.

—Ah no, no lo eres. —se giró para verla— ¿de qué quieres hablar?

—Bueno, como nunca contestas con exactitud, pensé en venir a preguntar personalmente si estarás presente en la pequeña reunión que tendremos con los compañeros en mi casa. —colocó ahora su otra mano sosteniendo de los hombros al contrario, quien hizo una mueca confusa antes de inclinar la cabeza— ¿qué dices? ¿Si vas a venir?

—Cierto, supongo que... —desvió la vista de la chica por unos instantes, tenerla mirándolo fijo con esos ojos claros lo ponía algo nervioso—... si, si iré. Después de todo hace mucho que no tenemos una reunión con los compañeros y más con Frédéric, hace mucho que no lo vemos.

—¿En serio? Eso me alegra mucho. —le soltó, soltando una carcajada amable— ¿te irás solo? Podría acompañarte de camino a tu departamento. Igual voy a juntarme con... ah con una amiga por allí cerca así que me ahorraré el viaje.

—Ah... si, ¿por qué no? —se encogió de hombros mientras soltaba un sonroso suspiro, sonriendo para finalizar—. Algo de compañía no me vendría mal ¿Nos vamos?

—Sí. —asintió, caminando a un lado del pelimorado, quien miraba al frente, tranquilo— ¿sabes? Últimamente si te he visto muy contento y animado. Por lo general evitas que yo te acompañe... —Margaret se peinó el pelo a un lado— Sé que no lo haces con mala intención y que yo soy la insistente, pero en verdad siempre aprecio el esfuerzo por dejar de lado todas las cosas que pasaron entre nosotros. A veces hasta creía que te irritaba.

—Lo sé, lamento portarme raro a veces. Eres muy agradable ahora que no hay secretos ni ambientes tensos entre nosotros. En realidad siempre me has caído bien, sólo que... estaba...

—¿Celoso? —ella sonrió comprensiva, ese tema la inquietaba, pero no podía juzgarlo. Bennett se tensó, desviando la vista— Tranquilo, lo entiendo.

—Sí... —la miró un buen rato, sacando luego su celular para revisar los mensajes— No me apetece caminar ahora, así que me iré en auto ¿no te molesta?

—En absoluto.

Salieron del lugar mientras hablaban de algunas cosas, Bennett se sentía ligeramente más confiado respecto a la pelimiel, aunque si, su presencia solía intimidarlo un poco, siendo que era una mujer tan amable, pero de características admirables, era fuerte y algo temeraria cuando se lo proponía, y conforme a los celos que antes le tenía por el hecho de gustar de Ben, nunca se dio el tiempo de aceptarla como amiga. A pesar de que estaba al tanto de la atracción que ella sentía por él, de cierto modo, ir con la verdad por delante era liberador.

Aunque a veces era bueno guardarse un par de cosas.

Afuera ya les esperaba un coche negro, el menor se acercó por el asiento de copiloto para saludar, la de cabellera clara dudó un momento y así ambos entrado en la parte de atrás para charlar en el camino. Al llegar ambos se disponían a despedirse con naturalidad, hasta que Margaret en lugar de un típico gesto, se impulsó para besarlo en la mejilla, poniendo una mano en un hombro, en un principio el pelivioleta pensó en decir algo, pero agradeció que nadie estuviera allí, aún era algo incómodo.

—Bueno... hasta luego. —Bonnie aclaró su garganta, suspirando para poner distancia.

—Ten una linda tarde. Espero verte luego.

•[▪]•

La tarde se hacía fresca, y aunque Bonnie pensó en quedarse en su departamento, decidió tomarse el resto de la tarde para él solito, estuvo bastante rato disfrutando de lo limpio del aire y de la tranquilidad de ser sólo él. Ya estaba oscureciendo levemente, y aunque por fin después de tanto tiempo los rayos del sol calentaban un poco, Bennett se decidía a caminar tapado hasta el cuello, que a la sombra aún reinaba el helador frío y el viento le chocaba contra la cara haciéndolo temblar, además de que así podía taparse el pelo despeinado con el gorro de lana encima. Metió sus manos en los bolsillos de la gabardina y miró a un lado; como le gustaba esa sensación tan tranquila cuando en las calles no había casi nada de gente, que cada cinco minutos sólo se paseaba un coche por aquí y por allá, pero se sentía mucho más tranquilo cuando estar rodeado de un aire suave y caminando sin preocuparse, como si sólo fuese una persona común y corriente disfrutando de su tarde libre. Desde que se las arregló para no andar rodeado de gente y asistentes de aquí y allá, la gente solía mirarlo menos, aún más cuando la tintura púrpura en el cabello ya no era nada raro.

—Él no me ha hablado en todo el rato, ahh encima me dejó el visto. Qué malo es. —se dijo, tras entrar a la recepción y saludar a algunos conocidos y a la tan simpática recepcionista. Miraba su celular, observando sus mensajes, él que se esforzaba por escribirle atento y el otro que ni se dignaba a contestar, encima le dejaba el visto. Eso era muy feo— Siquiera nos vinimos juntos, aunque tampoco sé si es que está en su departamento...

—Óyeme, es extraño encontrarse a un tipo hablando sólo haha. —una vez detrás de él lo asustó. Allí estaba Jeremy, con su tan característica cámara colgando de su cuello— ¿no me extrañaste, amigo mío? Haha que anduve metido en un tumulto de gente haciendo noticia, o sea, sabes que no le voy a eso, pero me pagaron bonito por las fotos que ando tomando. Así que vengo a darme un gustito contigo ¿estás de ánimo para posar? Que tengo que aprovechar que hasta le caigo bien a la recepcionista que ya no me anda haciendo un largo interrogatorio para dejarme entrar. Pero bueno... ahorita estoy aquí para captar tu carita preciosa. —le apuntó con la cámara— Uhhff que hasta haciendo caras infantiles tus fotos me valen oro.

—Uy... hola también, Jeremy. —el otro ignoró todo lo demás, rodando los ojos— Si, estoy bien, gracias por preguntar.

—Ah si perdón, hola. —bajó la cámara, sonriendo— Bueno, ¿qué te tiene haciendo esas caras? ¿No me digas que es por tu hombre?

—Mmh no exactamente. —dijo, luego de empezar a caminar hasta el ascensor, sabiendo que atrás tendría de acompañante al otro— Sólo estoy algo ansioso, supongo...

—¿Por eso de lo de tu pretendienta? Ella es una mujer verdaderamente encantadora, tiene su manera de hacer las cosas, supongo. —dijo, poniendo una mano en el hombro del más bajito, mientras soltaba uno de esos suspiros dramáticos y volvía sonreír, ganándose una mirada extrañada y confundida del pelilavanda ante lo dicho.

—No es por ella ¿por qué lo dices? Si... creo que Margaret es buena mujer, me... supongo que me agrada, no quiero sólo juzgarla por todo lo que pasó y por lo que yo me vi comprometido. —dijo algo incómodo ante la confianza y la cercanía, no le molestaba, pero a veces, era inquietante tener al mayor a un lado, sacando la cámara y apuntándole con ella— Jeremy, baja eso.

—Sonríe para mi, creo que no tenemos fotos juntos. Esta me la quedaré. Saliendo yo ahora vale menos de un peso haha. —mencionaba el de cabellos ondulados, subiendo su mano hasta la mejilla del otro, corriendo un poco de su cabello y volviendo a sostener con firmeza la cámara— Anda, que no vine sólo por las fotos, no quiero que borres tu sonrisa, así que primero un par de fotitos para tu buen amigo Jeremy y luego, hay algo que quiero comentarte.

—¿De qué estás hablando? Si tiene que ver conmigo y con que volviste a perder fotos mías te voy a despedir.

—Siquiera estoy contrarado por ti.

—Pero si lo hago, te despediré.

—¡Ahh! No, no lo harías.

—Uh talvez... —sonrió, mientras suspiraba y empezaba a relajarse— Bien, toma esa foto. Podemos hablar en mi departamento si es importante, de todos modos, tengo que hacerle compañía a mis perros y gastaré el poco rato libre del día así que... como sea.

—¡Genial! Qué lindo eres, amigo mío. —Jeremy sonrió como un niño emocionado, aunque sus facciones más robustas no le permitían mucho. Subió la cámara, ajustó el lente y sabiendo donde posicionarla bien para salir bien de frente, apretó el botón. Cuando el leve sonido se hizo presente en el silencio del elevador, la miró contento— Qué bien, igual salí bien bonito... y tú también.

—Si... se ve bien.

—Aprovecho para anticipar que no soy un paparazzi, un acosador o algo por el estilo, fue una casualidad que pasara por ahí a esa hora. Yo sólo vi, apunté, tomé foto, sabes que así es esto, es más fácil pedir perdón que permiso. Las traigo en la cámara, pero se ven más nítidas en mi celular. Pude ajustarlas mejor.

—¿De qué estás hablando?

—Vamos a tu departamento, necesitas relajarte igual. Ahí te muestro mis fotitos lindas y las no tan lindas.

—Bien, como tú quieras. Ya me estoy acostumbrando a que me muestres las tantas cosas que fotografías. —en eso, una idea vino a su mente— ¿Tienes... fotos de Bon?

—Ahhaha ya esperaba que preguntaras... —lo abrazó por encima de los hombros con un brazo, casi de la misma forma en que lo tenía antes— La cosa está... en que no estaba solo cuando las tomé.

—¿Es malo? ¿Tiene que ver conmigo? Porque si no es así... no entiendo el misterio. —habló algo nervioso, cuando ya estaban en el pasillo, llegando a la puerta de la vivienda del menor.

—Ah... no tiene que ver contigo en si, directamente no.

—Bien... espera, antes voy a atender a mis perros.

—Si... no te apures.

•~•~•~•~•~•~•~•
Hola! :D

Luego de editar esto y esto otro a lo loco antes, ahorita por fin está aquí el libro con sus dos partes juntitas y bien corregidas. Yo ya le vengo con ganas a esta historia!

Va, agradezco a quienes siempre leen esta historia a pesar de los períodos largos e irregulares entre actuaciones! Así que espero disfruten de leer!

No olviden votar y comentar que tal, aprecio sus comentarios o que de plano, simplemente les guste ^^

Nos estamos leyendo pronto, aquí siempre los lunes y en las demás entre semana!
Nos leemos pronto!
Bye.

                     「NiakuTan

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