•°~°Capítulo 43°~°•

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La mañana se hizo presente de una forma rápida y fugaz que le confundió tanto que no pudo ni notar cuando era que se había dormido. No había bebido ni se había agotado tanto, pero al despertar, realizando un estiramiento para despertar a su cuerpo del cansancio, su cabeza estaba algo confundida y su visión algo adormilada aún. Poco le faltó para ver que se encontraba casi en el suelo con la mitad superior sobre el sofá cercano. Su respiración se agitó de los nervios al ver que entraba un poco cálido sol desde un hilito de las cortinas, y si había sol, significaba que eran más de las siete. Se mordió la boca, poniéndose de pie al segundo, se mareó, estabilizó su vista y se acomodó el pelo, que para colmo, se le había enredado.

—Igual te dormiste en el otro sofá haha. —le dijo una voz al lado, allí, en el sofá de enfrente estaba el pelianaranjado acostado a lo largo del sofá, mirando el celular— Pude tomar la cama, pero no sería justo. Es que soy muy bueno. Lo sé. Merezco el cielo.

—Mm.. ¿qué hora es? —preguntó, frotándose con cuidado la cara antes de mirar a su alrededor, viendo la manta con la que estaba cubierto casi en el suelo, sus perros estaban enroscados sobre ella, con sus ojos coloridos abiertos observándolo con cuidado. Oh, eso le sacó una sonrisa, sus perros estaban contentos y al parecer, tranquilos.

—Van a ser las ocho, ¿qué te digo? No sabía que una cena podría hacerte llegar a las dos y media, amigo.

—Ah si, fue... mucho más tranquilo y entretenido que a todas las celebraciones que he ido. —dijo, agachándose para acariciar a sus dos perros, quienes se sentaron al instante en el suelo, golpeteando este mismo con sus colas— Espera, espera.. dijiste ¿las ocho?

—Sip, ahorita si, las ocho justas ¿por qué?

—¿Cómo que «por qué»? ¡Tengo que irme! Mike... ah ¿Mike no me ha llamado? —empezó a buscar su celular bajo la manta que estaba en el suelo.

—El hombre ese si llamó, pero le contesté y uhh tiene una voz gruesa cuando se enoja. Parece tu papá en lugar que tu director. Aunque no está mal haha. —mencionó de manera tranquila y bromista, mientras sonreía al menor, quien lucía algo apurado ahora, y bueno, entendía eso.

—Uy... —Bennett suspiró, tratando de relajarse. Aunque luego le fue difícil junto a las incontables tonterías que Jeremy le sacaba a decir.

—Ya, hombre. No te apures tanto, ve con calma. —le dijo, al ver que hasta se apuraba en vestirse mientras checaba el celular un par de veces.

—¡Ah! Es que... le prometí a Mike adelantar varias partes, mañana y pasado no podré hacerlo ya que tengo cita en el estudio y el ensayo de voz para el próximo disco y... —se mordió el labio en cuanto acabó otra vez en la sala, con el cabello despeinado— ¿Por qué no me despertaste, Jeremy? Me hubieras dicho, cuando despierto tarde me entra la flojera...

—¿Y yo por qué? No soy tu vieja, ponle alarma a tu celular, yo cumplí con mi parte. Además... a mi las ocho de la mañana me parecen lo más temprano haha. —comentó, mientras se sentaba a un lado del sillón, donde los perros jugueteaban entre si.

—Mmh... si, lo sé. —Bonnie de relajó de a poco observando a sus perros contentos y energéticos el día de hoy, y esperaba que eso no los inquiete al momento de irse— Ya me tengo que ir... voy tarde, supongo que da lo mismo ya. —se acomodó el cabello y luego suspiró— ¿Te quedarás un rato o te irás?

—No he desayunado así que... pues me quedó un rato. Tengo un par de cosas que hacer hoy. Pero vete con calma, amigo mío. —le hizo un gesto amistoso, mientras se relajaba donde estaba.

—Uhh eso es bueno, gracias.

•[▪]•

Pero ciertamente, un peliazul de tez morena no podría ni estar tranquilo, y aunque poco le importaba si cometía un retraso o si no contestaba el celular, verdaderamente, si había algo que andaba rondando desde hace rato. La mañana se le hizo helada cuando abrió los ojos a las cinco y cuarenta de la mañana, sin poder volver a conciliar el sueño después, con los ojos ardiendo y sus sentidos tan frescos como siempre, sólo tuvo una cosa en mente; ya no había noche en la que pudiera sentirse tranquilo de cerrar los ojos y pensar que mañana otro día de mierda en el que podía hacer lo que le da la gana le esperaba como todos, que haría lo suyo, liberándose entre un personaje y rehaciendo su fachada ante una peligrosa salida a pasarla bien, sin importarle mostrarse en público y sentir que estaba sobre una torre que él mismo puso.

Para haber pasado tan poco tiempo, sentía que mucho era el cambio, se sentía como un soltero aburrido y sin nada importante que le esperase, como un idiota orgulloso que dudaba de todo con tal de no sentir que le apuntarían con el dedo luego, se sentía estúpido y si pudiera hacer regresar a ese infeliz que era anteriormente lo haría, dudaría, pero la libertad le dolía casi tanto como estar cautivo dentro de sus propias rejas ¿qué más le esperaba así? Todos sus sentidos y emociones le agradecían cuando dejaba a flor de piel aunque sea una mínima parte suya para ser amable y atento, pero otro parte de él le renegaba que se vería bastante estúpido haciéndolo.

Por supuesto, darse cuenta de que ahora actuaba y se sentía peor que un adolescente inestable encantado por una chica en la escuela era algo que lo ponía bastante irritado, notar que ya no era completamente capaz de liderar entre sus emociones y sus acciones era algo verdaderamente curioso. La primera vez que se halló haciéndolo fue... hace más de cinco años, cuando la conoció a ella y ciego, iluso y estúpido, terminó alejándose de todo y de todos, acabó aquí siendo un hombre materialista y ególatra. No negaba que aún lo era, pero, mierda, ya se daba cuenta que lo que quedaba de ese hombre ahora era el puro frente, su semblante bien puesto, su voz rígida y su mirada fría que se encargaba de dar a su postura encanto y estabilidad.

Y esa estabilidad era la misma que ahora sentía tan lejana y perdida, se peinaba el pelo, una y otra vez, descargando en la rigidez de su postura el estrés que le subía. Tomó su celular, el jodido aparato no dejaba de vibrar y sabiendo de quien se trataba, contestar le parecía una idiotez, sabía que cosas habían quedado claras y aún así, no evitaba sentir que esto era una pelea entre niños egoístas. Su vista pasó del vacío del ascensor en que ahora se encontraba, hasta la pantalla del móvil, torciendo la boca al ver su nombre allí, sólo aclaró su garganta antes de llevarlo cerca de su oído, metiendo su otra mano en el bolsillo del pantalón oscuro que traía.

—¿Qué quieres? —contestó tajante, no pretendía mostrarse molesto, pero lo estaba. Algo se revolvía en su estómago antes de que eso se tranformase en desagrado y enojo. Un enojo algo justificado y un recelo infantil que le hacía apretar levemente el móvil con la mano.

—Ahm lo siento, cielo. No te oyes bien ¿llamé en mal momento? —preguntó ella, con su voz sutil y tranquila, mostrándose serena, como si entre los dos no hubiera una barrera de molestia en medio, y aunque sonaba directa y despreocupada, también sonaba inquieta, con esa forma suave que terminaba haciéndolo sentir a él culpable de no medirse. Tras no decir nada, la contraria tomó palabra soltando un leve respingo— Ben, quiero que aclaremos bien las cosas, tú y yo sabemos que-

—No. Tú y yo no vamos a aclarar nada, ni ahora, ni nunca. —arrugó el entrecejo, dando un paso al frente cuando la puerta del elevador se abrió y se halló frente a varia gente queriendo entrar, conocidos de postura firme y miradas tranquilas. Cuando se zafó de allí, se encargó de relajar su respiración, el estrés era aplastanto y sumando eso a que su ser se encontraba queriendo luchar consigo mismo, no lo tenía tan fácil en verdad— Margaret, he tenido suficiente. Creí que ayer te lo había dejado bien en claro. Y no quiero volver a tener esta conversación contigo, ya no quiero... nada de ti. Si vienes a joderme de nuevo no esperes que sea pacífico.

—Ah Ben, te portas como un niño. —le dijo en un tono tranquilo y risueño, lo que hizo bufar y gruñir al otro ante lo dicho— Ayer lo único que hiciste fue actuar como un impulsivo y repetir algo que ya sé... por favor, no voy... no voy a aceptar que esto siga así. Yo en verdad quiero intentar, y tú sabes mejor que nadie que yo... realmente puedo. Lo quiero, Ben, en verdad. —apretó los labios— Lo único que me habías dejado en claro es que él no te importaba y que preferías seguir así, y realmente... eso no resulta muy conveniente viniendo de ti. Y yo...

—¿Ah si? —volvió a interrumpirla sonando más irritado ahora mientras torcía la boca de una forma desagradable— Mujer, ya te dije que eso no te incumbe, lo que yo haga con mi vida personal o no, ya no te concierne. Tú quisiste hacer que las cosas fueran así entre nosotros, ya no puedes engañarme. Tú no paras hasta conseguirlo y no me harás parecer un insensible a mi. —murmuró, agachando las cejas tras decir eso, mirando a un lado— Y llámalo como quieras, tú no tienes nada que hacer aquí entre nosotros. Hasta luego.

—Ben, esto no puede... ah no puede seguir así. Escucha, esto no es una competencia. Yo vi qu-

—Dije, hasta luego.

Finalizó la llamada sin siquiera dejarla hablar, ahora sentía que una molestia volvió a internarse en sus pensamientos, a medida que ya luego, de todo el camino hasta el trabajo. Se peinaba el pelo, ahora pareciendo que lo despeinada más con cada pasada. Joder, no recordaba ya desde que momento podía sentirse tan imbécil, discutiendo con una mujer, aquella mujer que tanto quiso y a la cual tanto le costó superar. Sonaba bastante tonto, rivalizando precisamente con una antes dulce y provocativa mujer, su ex, y lo peor es que ella en parte tenía razón; eran como un par de niños, egoístas y mentirosos que sólo se irritaban al querer lo mismo ahora. Y de algún modo, sabía bien que su impulsividad y su falta de control se debían a que, justamente, a ella la conocía como a ninguna otra persona, sabía a que tanto podría llegar, que tan amable y encantadora era, pero también, que tan peligrosa y perseverante podía llegar a ser. No por nada juntos habían sido los mejores como compañeros y como pareja.

Esto lo tenía demasiado inquieto, descolocado de sus emociones y alterado a un punto en que la soledad empezaba a sobresaltarlo entre cada pequeño estímulo. No era él mismo, pero a la vez, estaba mostrando partes sensibles y débiles de él que no quería que siguieran avanzando, esto lo tenía tan extrañado como molesto consigo mismo. Mierda, quería culparlo a él, por él era el tipo de ahora, se sentía tan distinto a lo normal, tan estúpido. Eran tantas las cosas que le hacía experimentar, pero de todas ellas, estaba su capacidad para mostrarse firme y mantenerse tranquilo. Siempre quiso culparlo a él, pero nunca pudo hacerlo, en todo este tiempo, ese idiota sólo se esforzó por sacarlo de ese ambiente y de ese terreno peligroso en que él con tanta insistencia se metió. Bennett era un tipo bastante extraño, un tipo que sin darse cuenta lo tenía como quería, de aquí y allá, como un idiota enamorado.

Todo esto había pasado, él se había dado cuenta de todo y no pudo entenderlo hasta que las cosas cambiaron y se vio envuelto en la burbuja de encanto del otro, un encanto que ponía en peligro todo su sistema y lo hacía actuar como un completo estúpido.

•[▪]•

Por lo general al comienzo de un día, Bennett dejaba de pensar que esto era levantarse a un trabajo arduo como tal, pues era, casi como ir a la escuela, socializando con gente que nunca conoció y familiarizandose a medida que avanzaban entre sus papeles, se conocían y agradaban. Al tener descanso de ocupaciones, recordaba que en un principio de su carrera como actor estaba asutado y nervioso por casi la mayoría de las cosas, cosas extrañas y verdaderamente estúpidas a veces. Solía decir que no a todo y no podía ni salir a comprarse un paquete de galletas a la esquina sin tener a alguien que lo cuidara al lado. Ya cuando se pudo mantener a si mismo y ser su propio archivador de ocupaciones, se fue de su país natal para empezar luego un contraro como guitarrista con una banda auropea famosa. Oh en verdad extraña esos tiempos en que cada mínima cosa lo asustaba y emocionaba a partes iguales, como si todo fuera nuevo y le provocara nervios que le hacían revolotear el estómago.

Encontrándose ahora en su camerino, terminando de repasar su ambiente protagónico otra vez, recordaba que todos sus días eran novedosos pero que se esforzaba demasiado por seguir estancado aquí, siguiendo con sus contratos y disfrutando de las multiples acciones del día. Mirando a un lado el guión que tuvo que leer y releer hasta memorizarselo por completo, se daba cuenta de cuantas cosas dejó atrás sólo por seguir su pasión y disfrutar de su independencia casi total. Si se ponía a pensar, ahora mismo estaría retrasando su personaje y sus prácticas con otras propuestas para actuar o relucirse ahora como guitarrista cantante, posiblemente fuera de la ciudad disfrutando de multiples oportunidades, de no ser, porque estaba centrado en una cosa, una cosa que estaba por delante de todo, a la par de su pasión como guitarrista, a la par de todo su esfuerzo y sus deseos. Y si, era por él.

Peinándose el pelo sólo para notar que empezaba a notarse la raíz oscura, se mordió la boca algo inquieto. Checó su celular un par de veces más. Mientras esperaba paciente su turno y se inclinaba en la silla tratando de distraer su mente de todos esos disturbios en sus pensamientos. Cada vez que se sentía contento, animado y positivo, algo venía a arruinar ese todo, sino era una inseguridad y su propia cabeza diciéndole que no debía ilusionarse mucho, era Ben, con sus actitudes cortantes y su indiferencia ante él, pareciendo que una vez era un lindo tipo cariñoso, y luego, era otra persona que fingía que él no existía.

—No puede ser... así mi pelo se ve horrible. Espero que no sé note con el vertuario. —Bonnie se miraba al espejo, dejando que la luz alrededor iluminase todo su rostro. Se inclinó un poco, notando un poco perceptible color azabache colarse entre el púrpura de su cabello. Bueno, al menos se tranquilizaba al saber que el pelo le seguía creciendo y que no se había quedado estancado en un tope, aunque torció la boca de sólo ver lo raro que se mostraba si le ponía atención a esa raíz— Uh bueno, voy a reservar una cita para hoy si es posible.

Estaba a punto de coger el móvil para marcar un número en sus registros, hasta que la puerta se abrió, asustandolo al creer que era demasiado pronto para entrar en escena. Sin embargo, no sabía si relajarse o seguir a la defensiva al ver parada allí a la ahora albina de ojos ambarinos, peinándose el mechón rosado que tapaba la mitad de su rostro, mientras sonreía enseñando sus labios con un brillo notable de color claro en ellos.

—Hola. —ella levantó su mano, mostrándose pasiva y tranquila, como si fuera la misma anterior mujer temerosa y amable a simple vista. Bennett no dijo mucho, sólo copió su gesto— ¿puedo... venir a hacerte algo de compañía?

—Ah claro, seguro... ¿por qué? —Bennett seguía sentado, inclinando a un lado su cabeza con duda y extrañeza al percibir la vibra y la tranquilidad de Margaret ser tan... suave, pero a la vez, tan desconocida.

—Porque quiero. Me gusta... acompañarte, Bennett.

—Mmm bueno. —sentía que esto era bastante curioso, y no entendía porqué ahora no podía sentirse intranquilo al verla ¿tan rápido le perdió el miedo? No lo tenía claro, talvez era porque dejaba de verla como una enemiga, pero tampoco podía verla completamente como una aliada sabiendo, él mejor que todo, que no era bueno tener una amistad y fingir que nada pasaba cuando ella le había confesado tantas cosas, y que su mirada amistosa ocultaba una atracción que él no podía ni quería corresponder— ¿Sabes? Ahora eres tú... la que parece portarse rara hehe. Creí que ese era mi papel. —sonrió, algo nervioso al ver a la chica sonreírle con una ternura que le incomodaba un poco.

—Talvez lo es... —ella cerró la puerta, apartándose el mechón colorido de la cara, para dejar al descubierto sus dos brillantes ojos dorados a la vista— Pero ¿cómo no estarlo cuando... es complicado para mi acercarme a ti... como una amiga tan sólo? —admitió, encogiéndose de hombros. La impresión en la cara del menor sólo la hizo notar que debió medirse antes de hablar y mencionar algo tan tonto en un momento así, pero suspiró— Pero, oye, no me quejaré. Adoro poder ser tu amiga y que ahora no haya barreras entre nosotros. No digo que sea... fácil para mi, pero con tal de que estés bien y me aceptes como compañera, estoy contenta.

Admito, acercándose y poniendo una mano en el hombro de Bonnie, quien, tratando de peinarse el fleco largo tras las orejas, desviaba su aparente incómoda mirada a un lado, oprimiendo los labios en un intento por no decir nada. Margaret entendió aquello, no era fácil, y no pretendía poner en duda a Bennett, conociéndolo, habían cosas y más cosas, y sus actitudes sencillas fueron precisamente las que la hicieron sentir más que curiosidad por él. Ella sabía que confiar era difícil, y no pedía eso. No era una mala mujer, pero si, había tomado y seguía tomando malas decisiones sólo por tratar de sentirse contenta y bien consigo misma. Estaba aburrida de ser tan liviana, de ser aquella mujer poderosa ante todos, pero en el fondo, una persona débil y caprichosa. Poco a poco, mientras seguía mirándolo, notaba que él era todo lo que ahora quería; era agradable, simple y verdadero, era él mismo todo el tiempo.

—Margaret... esto es algo incomodo. —con cuidado y bastantes nervios, sin decir más, consiguió que la de ojos amarillentos apartase su mano asintiendo sin más. Se levantó, mirando a otro sitio y sintiéndose bastante mal ante el ambiente— Yo no quiero ah n-no quiero que pienses que... ahm bueno, ya sabes... que no me importa o algo así. Pero prefiero un poco de espacio la verdad, no es que no piense en lo que sientes y esas cosas... y-yo... ah yo lo sé. —acarició su nuca, inquieto, regresando su vista a la contraria.

—Hey, está bien. Tranquilo. No pretendo que recuerdes eso. Pero me gustaría, que supieras que de todas formas eres importante para mi, no importa lo demás. —puso una mano sobre sus labios, sonriendo tras retroceder un paso para dar espacio al nervioso y agitado joven frente a ella. Su expresión inquieta y su mirada de esfuerzo le resultaban demasiado llamativas— Somos amigos ¿no? Olvídate de todas esas cosas, no te pongas nervioso. No voy a hablar de nada más ¿está mejor así?

—Ah sí... sí, bien. —Bonnie se inquietó a un más, no por lo que ella decía, sino por como se mostraba frente suya.

Era bastante difícil saber como sentirse ante la ex del hombre por el cual estaba totalmente colgado, era aún peor saber que esa misma mujer estaba enamorada de él y a la vez al tanto de que gustaba de su ex. El revoltijo de pensamientos lo atacó prontamente, al ser que este triángulo extraño ahora era simplemente un esquema mal hecho con opiniones y vivencias bastante mal puestas. Se sentía más horrible darse cuenta de que se sentía realmente intimidado y nervioso por una mujer, se sentía acorralado y culpable ante la mirada cariñosa de la chica en frente, pero a la vez, sentía que podía entenderla y a la vez envidiarla. No sabía si el problema aquí era él, o el hecho de que todo el mundo sabía como ponerlo nervioso y hacerlo sentir chiquito con sólo una mirada de confianza.

—Bennett. —lo llamó, obteniendo lentamente su atención otra vez.

—Mmm. —la observó al instante, mientras agachaba las cejas y oprimía los labios. En cierto modo, no podía evitar sentir que podía relajarse y al segundo tensarse defensivo.

—No me mires de esa forma. —sentenció, acariciando con lentitud su propio brazo— No quiero que te sientas mal cuando estoy presente, o que pienses que soy una amenaza para ti. Yo no quiero eso, Bennett. No me agrada que te sientas así por mi culpa...

—No... no es eso. Es sólo que aún me es difícil portarme tranquilo como si nada, pero... ya no te veo así. En verdad ahm... me agradas. Si, se podría decir que me agradas y hago el intento por... ahm ya sabes... —rascó su nuca— que seamos buenos amigos.

—Lo sé. Pero ¡mira! Aprecio tanto la transparencia con la que siempre hablas, no necesito que finjas que nada pasó o que lo olvidas. Amo cuando eres tú, y que no importe decirme cuando algo te molesta, adoro que puedas decir como te sientes y seas tan verdadero como puedas ser ¿bueno? —volvió a acercarse, tomándolo por los hombros. Sus alturas eran casi similares, así que no había problema en mirarse a los ojos— Bennett, me haría muy feliz que sepas que puedes confiar en mi y que creas que te comprenderé.

—Eh... s-si, seguro...

—Ya cambia esa cara. No vine a intimidarte, hombre. Anda... relájate. —sonrió, amable y tranquila, sabiendo que tras esto, poco a poco la mirada intranquila del pelivioláceo cambiaba a una más apacible— ¡Eso! Te ves muy guapo sonriendo... eso brinda más confianza.

—Sí... gracias. —esto extraño, Bennett realmente sentía que lo era, pero no podía hacer demasiado sin que le temblaran los brazos.

—Eres... verdaderamente curioso. —ella desvió la vista, apartándose otra vez, notando que ahora era ella quien estaba inquieta ante la sonrida del otro. Era una sonrisa tan linda, que no entendía. Eso sólo la hizo tener más claro su objetivo, quería seguir viendo esa sonrisa avergonzada y los gestos firmes y nerviosos de Bennett. Él era un hombre, que llamaba la atención por donde sea que miraba, y quería, empezar a ser ella quien le quería provocar al otro tantas emociones, aunque cueste— Ahm... yo, talvez deba irme.

—Hmm... —Bennett sólo se la quedó mirando, mirando ahora que en verdad era ella la avergonzada. Y por un segundo, se vio a si mismo estando en su lugar— Oye...

—Dime.

—Gracias... por alguna razón, creo que me siento un poco mejor ahora. Aunque no puedo acostumbrarme aún. Pero, tú tampoco te sientas mal, créeme que puedo entenderte... nos vemos en un rato, supongo. Ahora creo que.. necesito espacio realmente, para pensar.

—Bennett. —ella lo nombró, apretando los labios. Amando esa mirada firme en él y sintiéndose incapaz de quedarse tranquila sabiendo que perdía la oportunidad. Sin pensarlo tanto, pero manteniéndose segura de si misma, detuvo sus pasos hasta la puerta, aprovechando la tranquilidad que el oji-carmín desprendía para sólo, con lentitud, acercársele y rodearlo por encima de los hombros. Las facciones de Bennett en verdad era finas, pero masculinas y firmes, eran suaves y a la vez poderosas. Sonrió, mirándolo fijamente a los ojos, diciéndole así, que lo sentía— No quiero que cambie nada entre... nosotros. Seamos amigos... pero ¿te digo algo? —se detuvo sólo para observar las expresiones del menor— Yo... no dejaré... —se acercó más, el pelimora se tensó, se tensó tanto que logró hacerla dudar— no dejaré de intentarlo.

En ese momento Bennett no supo como reaccionar, estaba paralizado e inquieto, el shock volvió a hacerlo dudar tanto. Cuando Margaret, sin siquiera dar indicios de bromear, se impulsó y persuasiva como siempre, logró alcanzar su boca, sin mayor esfuerzo. Todo su ser se desconectó y su mente viajó de la incertidumbre. ¿Qué demonios? ¿Cómo se supone que debía...? Bien, ahora si, estaba más que nervioso y asustado de todo, y la irritación lo atacó al notar que esa suavidad en sus labios, a pesar de ser contagiosa y cómoda, no le hacía sentir nada, nada más que un rechazo extraño en el cual no pretendía indagar.

Quiso empujarla, si, como un chico asustado de algo que, en realidad, no era para nada nuevo, pero antes de hacerlo, se sintió incluso culpable de no poder corresponderle. Otra vez su cabeza se encargó de decirle que era un mal tipo por no ser sincero con ella, siendo que es una mujer buena, correcta y amable mujer. Pero ¡Cielos! ¡Es que no! Siquiera le interesaba, aunque era guapa y una persona con la que cualquiera quisiera estar. Pero la veía, y al separarse, se daba cuenta de que el vacío era exactamente lo que los distanciaba. Ella nunca le provocó nada, al igual que todas las mujeres que alguna vez intentaron algo con él o con las que tuvo que practicar besos a lo largo de su carrera.

Pero ella no era cualquier mujer, tenía un historial y una influencia en su vida, una mala y a la vez buena influencia. Y luego pensaba que ella merece a alguien que pueda mirarla de la misma forma en que ella lo mira. Porque ni esforzándose podía verla como mujer, como una compañera amorosa o algo parecido, la miró tanto como pudo, aun atrapado en la parálisis ante los nervios, y no sentía nada, más que susto e inquietud. De sólo sentir ese peso fantasma en su boca, más ganas tenía de borrar esa marca, y ahora ansiaba estar sólo y verlo a él. Oh, otra vez, después de mucho, se sentía atrapado en si mismo y tan negativo como podía, egoísta y molesto.

—¿Puedes irte? —al decir eso, Margaret lo miró, y asintió, volteando a verlo varias veces, pero su sonrisa fue lo que más lo hizo sentir raro. Es que ella lo trataba de alguna forma, como él esperaba, pero, es que era ella quien no le gustaba— Q-Quiero... estar sólo...

—Yo... lo entiendo, hasta luego. Permiso.

Ella se fue, y por fin el de hebras púrpura pudo respirar tranquilo, volviendo a sentarse y apartándose el pelo de la cara. Eso fue... horrible, y eso... ¿eso qué? ¿Qué intentaría? Cielos ¿cómo decirle que haga lo que haga, no la podía ver de otra forma?

Hizo lo posible al mirarse al espejo, tratando de cambiar su expresión y de mostrarse ante sus propios ojos, que esto no debía afectarlo. Peor no pudo ni esperar a que pasara un minuto, se levantó y salió, cerrando la puerta tras de si mismo. Se quedó allí, mirando sus pies, peinándose incómodo el cabello, hasta que, tocó sus labios. No quería tener esa sensación allí, no le gustaba.

—Esto es horrible... —murmuró, limpiándose los labios con el dorso del brazo, tantas veces hasta que el sabor dulce del brillo de la chica desapareció por completo. La primera vez que ella se acercó así, no se sintió tan mal, pero ahora hasta su estómago estaba revuelto y a pesar de que su cara estaba caliente, no se sentía con ánimos siquiera para nada.

Pensó, que lo mejor era ignorarlo todo, y como bien sabía hacer, fingiría que nada sucedió, al menos hasta calmarse.

—Thompson, en unos minutos entras ¿estamos? Ve a prepararte.

Llegó uno de sus colegas a llamarlo, y él, sin más, sólo asintió. Se acomodó la ropa y el pelo, y sólo se fue de allí, respirando correctamente en el camino.

Pero eso, ahora no era lo que cierto moreno podía decir o hacer ahora. Él, de brazos cruzados miró detenidamente a Bennett, inquieto y nervioso ¿tocaba sus labios? Vaya qué curioso, pensó, tras fruncir el ceño, apretando los labios. De sólo recordar que antes de él, cierta chica oji amarillo lo miró a los ojos luego de salir precisamente del camerino del de melena morada. Pero ese otro idiota no notó su presencia, y de sólo interpretar certeramente su actuar, se sintió tan irritado y si ¿qué ganaba negándolo? Estaba celoso y molesto ¡Si, lo estaba! Y eso lo enojaba más que sus sensaciones confusas y su inestabilidad emocional. Soltó un largo y tedioso suspiro, no dice nada, no lo haría de momento. Su fuerte era, ser bueno ocultando lo que le sucede.

—Maldición.

Pero siendo así, esta clase de celos era los más extraños que había sentido antes. ¿Él? ¿Celoso por un hombre? ¿Celoso de una mujer? ¡era una tontería absoluta! Sin embargo se hallaba allí queriendo ir tras el y sólo deslizar con firmeza sus brazos por los costados y atraerlo, hasta sentir que con esa cercanía podría sentirlo tranquilo, con él. Mientras se tomaba la frente y enredaba sus dedos en el fleco de su pelo. Le latía fuerte el pecho y sentía que no aguantaba la impulsividad. Cielos... esto ya no era agradable.

•[▪]•

La salida y el final se la jornada, tal cual como siempre, terminó dejando inquieto a Bonnie, nervioso y muy extrañado. Acabó sintiendo que ese beso lo perseguía y que cada que la ojiamarillo lo miraba, no podía evitar sentir que debía esconderse, como un niño pequeño y asustado, pero ¿qué más podría hacer? Ella era extraña, y le hacia sentir nervioso. Sin embargo lo que más intranquilo lo traía, era la actitud tan fría y borde de Ben, que si, era una forma de portarse tan curiosa y llamativa que le parecía realmente atractiva cuando estaba en ese plan serio y firme, tan rígido que parecía incitarlo a acercarse, es que sus facciones y sus ojos eran firmes, pero aún así, la manera en que lo miraba o en como evitaba responderle lo traía demasiado nervioso. Estaba verdaderamente confundido.

—¿Acaso hoy es el día de ignorarme? Ah no me gusta... al menos, no que él me ignore. —bufó, mirando su celular y tapándose la boca con la bufanda antes de salir del lugar. Al momento de bajar por el ascensor, vio a Ben cruzando la entrada del estudio. Eso le hizo sonreír, había creído que se fue sin él, o que no podría alcanzarlo. Se sentía algo estúpido pensar en adelantarse para hablarle, no, de hecho lo era el estar caminando para alcanzarlo— ¡Oye! —lo llamó, poniéndose a su lado, mostrándose algo contento— ¿puedo acomp-

—Tengo cosas que hacer, Bennett. Te veo al rato. —mencionó al instante en que lo vio, casi sobresaltadose por ello, pero luego sólo palpó el hombro del otro para despedirse sin más.

—Pero... oye ¿te sucede algo? —apretó los labios mientras hacía un extraño puchero, volviendo a ponerse a un lado del mayor, tratando de llamar su atención— ¿puedo preguntar si estás enojado?

—Ya lo hiciste. —suspiró, y tras ese largo y tedioso suspiro, se relajó un momento antes de verlo a la cara— Y no, no lo estoy. Cálmate y cambia esa cara estúpida. Si lo estuviera... ten por seguro que no es por ti ¿de acuerdo? ¿Eso te deja más tranquilo?

—Oh... sí, supongo que si.

—Bien, entonces... nos vemos luego ¿vale? —puso una mano en el hombro del más bajo, con insistencia y firmeza, torciendo la boca, sus comisuras se alzaron levemente en una algo dolorosa pero visiblemente tranquila sonrisa. Hasta que apartó la la vista, y se apartó un poco— Tengo cosas que hacer, hablamos en un rato.

—Ah... si, si... como digas. Hasta luego. —alzó su mano, aunque dudó de ello sólo de verlo irse en otra dirección, a paso firme pero regular.

Por alguna razón, le pareció extraño ver esa incertidumbre en Ben, su forma de hablar, que por lo general era tosca y tirando a matar siempre, y se veía molesto, realmente lo notaba de lejos. No tenía idea de que cosa lo tenía así, algo que no sea una tontería que él hizo. Pero teniendo esa duda en mente, tuvo que dejarlo y marcharse a su departamento. El camino en medio de algunas personas en la calle, terminando de fingir que no existía, fue bastante curioso, todos sus días solían ser iguales, pero desde que Bon y él habían aclarado algunas cosas y eran más «cercanos» y «sinceros» entre ellos dos, todo le resultaba tan raro, a veces le pasaban cosas, y otras veces simplemente era el mismo día de siempre.

Pero ya no quería seguir buscando excusas para si mismo, quien era el más extrañado y nervioso de todos en realidad. Se sentía insatisfecho aún, inclusive ansioso y curioso. Podría pensar que sus nervios y la ambiguedad de sus días se debían a lo alterado que estaba, a que de cierto modo no estaba que las cosas cambiaran a su favor, pero a la vez sentía que ahora que lo hicieron le encantaría descubrir más y más cosas. Quería ayudar a Ben, aún no eran nada y si había esperado bastante tiempo por una miradita, ahora que sentía su cariño a su manera, no le costaba nada esperar otro poco. Sin embargo, ahí estaba el problema. Ahora que lo logró y estaba infinitamente contento por eso, podía, pero le costaba pensar que quería esperar, él realmente anhelaba poder saber con certeza qué pasaba con el pelicalipso, el porqué de sus actitudes y el porqué tanto le costaba aceptarlo y demostrarse afecto sin parecer que le apuntaban con un arma a la cabeza.

Quería cambiar eso, sin rasgar su personalidad, sin quitarle ese amargo sentido del humor, sus ironías que nunca entendía, su forma de actuar tan orgullosa y todo lo que tenga. Simplemente, lo quería así mismo, pero menos presionado por aceptarlo al menos como algo más que a un amigo con el que intentaba algo.

Y si, sabía que a Ben le importaba de sobremanera su imagen pública, y que tener un romance o algo en su vida privada no afectaba demasiado, pero por lo general cuando él era un fanático novato de Ben, incluso llegó a saber cosas que no interesaban de su vida, pero que de alguna forma u otra se hacían públicas. Bien claro tenía que Ben y él no eran iguales, a él nada le importaba, su imagen pública era para adular y moldear, no le molestaba que inventaran tonterías de su vida si siempre fue transparente y sin nada que temer. Pero... a veces sentía que su exceso de indiferencia en su imagen y lo que pudieran hacer con ella, afectaba en cierto modo a Ben ahora. Si era imprudente pasaba lo que siempre; veía fotos de los dos en la calle en internet, leía y veía chismes sobre eso también. En cierto modo el agradaban un poco, en ellas salía lindo y Bon guapísimo, pero sabía lo mucho que eso irritaba al otro.

Talvez debía empezar primero por volver a guardar un poco de postura y, como siempre le recomendaban, a puertas cerradas podía hacer lo que quisiera. Iba a poner eso en práctica ahora.

—Es una sensación extraña... la verdad. —murmuró para si mismo al llegar a la recepción, con calma y algo de inquietud. Habia algo que no lo deja tranquilo desde hace un rato, y no era el tema que tenía en mente. Ya recordaba esa sensación, como la paranoia le sofocaba a veces, y era bueno siempre ser tan discreto en la calle cuando iba solo en realidad.

—Buenas noches, Bennett. —le saludó la recepcionista— Hace un rato vino tu amigo el fotógrafo a verte. Como ya me autorizaste a dejarlo pasar regularmente, no tuve problema en eso ¿está bien?

—Sí, gracias. Yo me encargaré de eso. Buenas noches. —contestó algo más contento, seguramente Jeremy pidió una copia de la llave y la verdad, ya venía tan seguido que no le extrañaba en absoluto. Y justo a tiempo, sentía que necesitaba hablar con alguien de confianza y aprovechando también así para que sus perros no estén solos. Subió por el ascensor y ql llegar, sólo esperó un momento para que el pelianaranjado le saludase— Hola... veo que te has ganado a la recepcionista en poco tiempo, tienes suerte de ser como mi mejor amigo.

—Soy también como tu hermano mayor. —lo abrazó cariñosamente, pasando sus brazos por los hombros del más bajo— Creí que llegarías temprano, pero no importa ¡tengo buena nueva! Y quiero un par de fotos tuyas... pero necesito un buen ambiente y hay un diseño en tu sala que es perfecto para eso. Ay, es que estoy contento, mi niño~ —sonrió emocionado, restregando su mejilla en la cabeza del otro.

—Agh Jeremy... no te me pegues tanto. —Bennett hizo una mueca, no es que le molestara pero a veces era jodido su compañero, seguía teniendo la misma sensación molesta de hace un rato, y eso sólo hizo revolver su estómago— Primero déjame entrar y luego me hablas...

—Dale, entra. Apúrate. —sonrió, y lo empujó dentro para luego cerrar la puerta y luego, se sentó en el sofá— Adivina...

—Mmm no lo sé, hay muchas cosas que te ponen así de contento. —Bennett empezó a reducir los abrigos que traía encima antes de sentarse en la alfombra esperando a que sus dos perros vinieran, que ya corrían desde la cocina a saludarlo— Aww mis bebés ¿qué tal estuvieron hoy? ¿Si vinieron a sacarlos a pasear? Los veo contentos~

—Whaau~ —ladró el más juguetón de los dos, sentándose a un lado del pelivioleta que les acariciaba la cabeza y el lomo a ambos, oyendo sus colas firme golpear y hacer ruido en la alfombra.

—Sí, si... ya falta poquito para que podamos salir los tres todos los días, en cuanto ande más desocupado. —sonrió, dejando un besito en el brilloso pelaje de ambos perros, hasta que miró  a un lado al mayor apuntándole con la cámara.

—Eres como un niño con tus perros. Estas fotos salieron requete bonitas, Bennett. —mencionó el otro, mientras miraba su cámara.

—Ay... si, pero bueno ¿me vas a decir que cosa grandiosa te pasó como para estar tan contento? —sonrió el ojirojo, mientras seguía dándole cariño a sus perros.

—Pues, llegaste tarde... ¡porque ya tengo empleo! —sonrió.

—¿En serio? —sonrió, bastante contento por eso, Jeremy llevaba rato sin empleo y le sorprendía que siguiera en pie luego de bastante tiempo— Wow, en ese caso... no lo dejes a un lado ahora.

—Sí, no lo haré. —rió divertido por eso— Me pagaron bien ancho por unas cuantas fotos y luego ¡pum! Tuve un contrato. Ahorita si voy a ponerle ganas a la cosa, que nunca me habían contratado en una empresa como tal y esas cosas. —mencionó— Ya ves que voy mejorando, y recuerdo que mi primera foto buena fuiste tú sacándote los mocos como a los nueve años haha.

—Haha si, qué vergüenza me dio. Recuerdo que le pudiste un cuatro... —Bennett se recostó en la alfombra, siendo acompañado por los dos mallorquines quienes se echaron a su lado— Creo que aún la tengo, debe estar en casa de mis padres.

—Ay, eso me hace sentir mejor haha. —Jeremy  volvió a apuntarlo con la cámara y luego avisó—: No cierres los ojos, quédate quietecito así como estás.

—Jeremy...

—Anda, una y ya está. —comentó, hasta que el otro asintió y el sonrió levemente. Luego de tomarla, se relajó un rato— ¡Es bellísima! Uhh... pero bueno. No me has hablado de hoy ¿qué tal te fue? Tienes esa cara de ansioso ¿quieres contarme?

—Oh si... esperaba que me preguntaras. Gracias.

Jeremy terminó quedándose en su departamento el resto de la noche, a Bonnie le hizo bien decirle sus preocupaciones a alguien que podía entenderlo bastante y hasta contestarle ciertas cosas. Y la verdad, últimamente se sentía algo solo con sus perros, estaba inqueito y nervioso. Llegaba a pensar en el porqué Bon estaba molesto por ahora, con quien o porqué fingía no estarlo. Pero ser muy metiche no era bueno ahora al menos. Y menos si la inseguridad era molesta, no quería recordarlo tampoco a decir verdad.

•[▪]•

En la mañana Bennett ya estaba despierto desde temprano, terminando de desayunar y aprovechando la poca luz para relajarse un poco y tomar algo de café. Desde donde estaba podía escuchar los ronquidos y las tonterías que murmuraba el otro desde la sala, dormido como piedra en realidad. Tratando de distraerse con el móvil en busca de algo bueno, ya que Ben no le respondía el mensaje, observó luego en la barra de noticias bastantes cosas tontas la verdad, posibles chismes, basura de tendencias, archivos adjuntos sobre música y otras cosas, aunque esta vez se detuvo al leer algo, sobre él, y luego, más abajo en otro punto marcado, sobre la ex pareja que componían Ben y Margaret.

Eso lo hizo fruncir el ceño, aunque no encontraba algo mejor que hacer, era estúpido creerle a las tonterías de la internet, pero estaba agitado y la verdad, no siempre le venía totalmente mal enterarse de algo a través de chismes. Pero no, sólo fue... la misma cosa absurda de siempre.

—Eso es una tontería, ¿por qué sigo mirando esto? —se preguntó, dándole un sorbo pequeño al café luego de casi recostarse sobre la encimera de la cocina, aburrido— Oh espera... si me contestó. —se dijo, en cuanto revisó los mensajes y notó que uno de era de Ben, hace casi diez minutos.

Sonrió, en cuanto ese simple y firme mensaje le levantó todo el ánimo, porque, la verdad, era bastante inusual que luego de un «como sea» Viniera un lindo «Buenos días». Así, tan simple como lo leía. Al menos, eso fue bueno para iniciar una torpe conversación por chat que le hizo sentir menor abrumado que antes, y estaba contento por eso.

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Hola UvU

Bueno, no es Lunes, como que me perdí en los días y no sabía donde estaba x'D pero recompenso esto con un cap algo "medianito" ahora jsjs pronto entre cambios y más iré haciéndolos casi tan extensos como siempre UvU

Aproveche de escribir bastante en la noche, y aprovechando (o no) el insomnio de estos días, pude avanzar en varias historias así que posiblemente vaya actualizando de a poco y luego volveré a desaparecer tantito xd(?

Hubo una parte algo rara y difícil de escribir, uhh seguro saben cual es hhs. Yo nomás digo que, se vienen cosas lindas y también algunas cositas raras, podrían ser entendibles o feitas, no lo sé OvO

En fin, espero que les haya gustado el capítulo y lo hayan disfrutado.
Recuerden votar y comentar para saber que tal, cualquier duda, tardaré un poquito, pero contestaré.

Nos leemos pronto, la próxima semana aquí y posiblemente en poco en otras actualizaciones de otras historias UvU
Bye.

                      「NiakuTan」

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