•°~°Capítulo 45°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

De alguna manera, la forma en la que el moreno de ojos esmeralda lo estaba mirando ahora terminó haciéndolo sentir que debía de hacer algo, quizá no decir cualquier tontería porque nunca era bueno eligiendo las palabras correctas para una situación así, en donde veía a ese hombre seguro y arrogante verse así de vulnerable mientras se esforzaba por mantener una burbuja de repulsión a su alrededor, tratando de que eso no se note, de camuflarlo en su círculo de miradas y barreras fuertes que evitaban pensar antes de ver. Pero el pelivioláceo sabía que no importaba que hiciera ahora, ya había notado aquella grieta en su barrera, en esa burbuja de intolerancia tan gruesa que a veces se le hacía repulsiva, y quería, como muchas veces, entrar por ese espacio para estar más cerca y demostrarle que lograba comprenderlo. Que no importaba como fuera, él iba a estar ahí.

Quería que supiera que su atracción no era superficial y que no importaba que hiciera, no iba a dejarlo por más idiota que fuera. Sentía que si agudizaba los sentidos, Ben en el fondo era un hombre tan curioso y sensible. Después de todo era sólo un adulto joven con éxito en la vida, tanto éxito y altura que creía y olvidaba quien realmente era. Incapaz de decir un te quiero sin después morderse la lengua. Eso era lindo a su parecer, lindo y curioso.

Él poseía como parte de sus defectos y sus virtudes, esa misma característica que no creía y una sola persona pudiera tener, tanto peso en cima. Con un ego gigantesco, uno que en cierto punto le causaba tanta gracia y admiración a la vez, pues en verdad que el peli-turquesa siempre había sido su centro, nunca le quitaba los ojos de encima para saber que amarse a si mismo era un arma de doble filo, porque Ben era demasiado excesivo a veces. Trayendo de paso una arrogancia que ahora mismo le hacía poco posible acercarse a abrazarlo para consolarlo y decirle que no debía preocuparse, porque seguramente el otro por más mal que se encuentre no iba a aceptar su «lastima» o que llegara a creer que estaba viendo a través de él, pero se conformaba con estar a un lado suyo y sonreírle. Con escucharlo y asentir ante sus afirmaciones raras y su altanera forma de mantenerlo callado sin decir absolutamente nada.

Finalmente sabía que ese orgullo suyo era una de las causas que hacían del peli-turquesa un tipo distinto, un tipo a veces irritante y muy negativo, un tipo que quería siempre ser fijo, penetrante ante su presencia, que disfrutaba de la satisfacción de sus propios logros y palabras, que si pudiera cambiar todo lo que había dicho lo haría y se reiría de eso. Pero que ahora notaba mejor que era como un animalito asustado, uno que lo amenazaba con gruñidos pero que sólo tenía una parte lastimada que al sanar lo haría más dócil y agradable. Si lo pensaba así, era bastante tierno aunque algo tenebroso por el simple hecho de ver una mueca de esas lastimeras sin estar bajo una cámara.

Y tomando impulso, el de orbes rojizos con sólo mirarlo de frente le quiso decir así que él se iba a encargar de que no volviera a repetir esos errores que tan agitado lo tenían. Definitivamente él no haría que esas vivencias volvieran. Quizá nunca había tenido una relación duradera como esa, de hecho, nunca había tenido realmente una relación romántica verdaderamente seria para empezar, pero si sabía por tanto que veía, que cosas existían en ellos y que cosas no. Ahora, con proximidad, ya comenzaba a ser el turno de empezar a dejar la teoría y adentrarse a la práctica.

Sería una larga, agotadora y extenuante práctica, porque ese camino lleno de baches y enredaderas sería tan doloroso pero valdría la pena sin duda.

En el fondo bien sabía que nunca se pensó para si mismo el llegar incluso hasta el punto de siquiera besarse, así que, de igual modo estaba casi igual de asustado a la vez. Pero no era momento de eso, ahora debía concentrarse en no tensar al otro más de lo que estaba. Suspiró y palpó sus mejillas, antes de dar un paso al frente, bueno, a un lado, deslizándose por el sofá, en donde estaba el otro frunciendo levemente el ceño, y puso su mano sobre el hombro del mayor, llamando su atención de un sobresalto.

— Ignóralo. Bórralo, yo no dije nada. —espetó, bajando el volumen de su voz ante la proximidad del menor, que no podría planear nada lindo poniendo esa mueca tan empática, torciendo los labios y agachando las cejas.

— Bon... yo no voy a dejar que nada de eso se repita. —pero al momento de decir algo con el fin de tranquilizar esa mueca dolida, todo en él hizo cortocircuito al momento en que el otro ladeó la boca, de esa forma en que sus comisuras se movían hacía abajo mientras sus labios delgados y morenos se oprimían entre si— Mmh... digo que... ahh que podemos, que los dos.. —vocalizó, entre tropiezos hasta que simplemente obtuvo esa misma mueca en el otro; queriéndole reprochar por siempre empezar a hablar sin pensárselo antes. Sonrió, inhalando firme y exhalando antes de ahora poner sus dos manos en ambos hombros del otro, que se volteaba a su dirección— Quiero decir, no tiene que ser difícil si ambos ponemos tratamos. Y al menos, en mi caso, yo pondré todo de mi parte. Para que esto funcione.

Él no dijo nada, al menos, no al momento, pero juró haberlo visto tratando de ocultar una leve mueca, alzando la comisura de sus labios. Rodó los ojos, y el de cabellera más corta suspiró.

— Créeme, no lo estoy dudando.

— ¿En serio? Entonces, lo que dijiste... —mencionó, pero al instante, Ben frunció el ceño, mirando a un lado— d-digo, ah... podríamos, hablar de otra cosita. ¿Nosotros? Digo, no de nosotros, hablo de que los dos... hablemos.

Su voz sonaba temblorosa, y creía siquiera entenderse bien a si mismo, pero allí estaba otra vez esa mirada tan superior. Era linda, y cuando Ben alzó levemente el gesto en su boca, sintió a la vez como la mano cálida y morena del otro rozaba una de las suyas, que estaba sobre el hombro ajeno. En cuanto el tacto en su izquierda se efectuó, no evitó confundirse pero a la vez creer que eso había al menos alivianado un poco más el ambiente entre los dos, que poco a poco iban conectando miradas y notando que aunque el aire era pesado al respirar, también era tan suave la sensación que les producía estar así. Un envolvente agridulce, un fresco y suave vacío entre la distancia en medio de los dos.

— Elige mejor lo que vas a decir. Realmente terminas por ponerme nervioso con sólo trabarte al hablar. —contestó, tocando con cierta dedicación impropia los dedos ajenos, tan delgados y suaves. Recordaba que Bennett le decía que se cuidaba las manos, y vaya que ese tacto no decía casi nada que esas suaves manos que aplastaban sus hombros eran de un guitarrista, sobre todo que la voz ajena soltando una leve carcajada en el fondo entonaban una calidad de sonido bastante bueno a su debido tiempo. Negó con la cabeza, y volvió a hablar—: Pero creo que ha sido un buen momento, no me apetecia salirme del tema.

— Uhm si, seguro que si. —sonrió, mientras Bon en frente de él, seguía mirándolo a los ojos. Pretender empezar a hablar una y otra vez de lo mismo solía ser algo tedioso, bien sabía por la experiencia que había adquirido entre tanta charla, estúpida o seria, que al final siempre iniciaban en una partida y luego acababan en el mismo punto, con más dudas desde el comienzo, pero de algún modo, terminaban siempre un poco mejor, entendiéndose una pizquita más— Pero aún así, lo que digo va en serio. Sabes... s-sabes que yo estoy dispuesto a esperar, y a entenderte, incluso a adaptarme al modo en que quieras llevar las cosas. Estoy tratando... de ser sincero con lo que digo.

— Está bien. Es sólo... —se quedó allí, pensando en decir alguna estupidez, pero torpemente, la mueca que había puesto Bennett terminó inquietandolo, haciéndolo dudar hasta de sus propios pensamientos— ah maldición, no me agrada cuando me tomas desprevenido.

Fue lo único que dijo, antes de aproximarse al menor y sentir que esa sensación de vulnerabilidad recorría todo su ser, como sus manos se inquietaban, debilitando su habla. Dudó, se sentía tan doloroso dejarse llevar, mostrarse en este momento como si todos sus esfuerzos surgieran menos, y entonces, volvió a acortar la distancia, dirigiéndo sus brazos hasta el torso del otro, rodeándolo, y terminando por reposar su mentón en el hombro de este. De algún modo, le parecía bastante penoso, y demostrarlo de esta forma cuando aún no era capaz de superar sus propios pesares, encima frente al agraciado chico que últimamente tan encantado lo tenía.

Quería fingir que era fácil aceptar y que nada le costaba superar, pero aquí estaba, como tratando de remediar todo aquello que dijo y su forma de actuar ante el pelivioláceo. Quien le demostraba siempre, de esa forma forzosa que tenía de ser, que podía contar con él. Y venga a saber el porqué de su atracción, en qué momento ellos habían llegado a este punto cuando claramente recordaba que hace prácticamente un año, siquiera le interesaba aquel jovencito detrás de ese papel atado al suyo. Nunca le importó, pero ahora estaba aquí, haciéndolo sentir endeble, rígido y bastante vulnerable. No quería ni pensar en todo lo que le había ayudado a entender en este poco período de tiempo.

— Lo siento. —contesto Bennett, al notar la cercanía, pero fue aquello lo que le hizo trabarse al hablar. Sonrió sin embargo, cuando poco a poco, y al menos en este momento, tan clara estaba teniendo la razón del actuar del otro, esa forma algo indefensa que tenía de mostrarse, bajo esa cortina de firmeza y consistencia que trataba de poner por encima de toda su fachada— Si quieres me callaré.

Mencionó, soltando una pequeña carcajada ante eso. Poco a poco siguió subiendo sus brazos, respondiendo a ese simple pero significativo abrazo. No importaba cual sea el motivo, que tantos se hayan dado ya a este punto, de alguna forma disfrutaba sin duda cada contacto, como si fuera el primero. Adoraba ese tan firme perfume del otro, un aroma tan fresco, ese que siempre le gustaba convinar con el algo dulce perfume que él usaba. Y sonrió, cerrando los ojos, al ponerse cómodo junto al mayor,

— Hey.

— ¿Si?

— Finjamos que lo anterior no pasó. —habló, rompiendo, tan cortante como empezó, ese ambiente que poco a poco iba peligrosamente formándose entre ambos, envolviendolos con calma y serenidad. Y sin más, se separó, tomando una consirable distancia a lo que el aterciopelado sofá le permitía, mientras de peinaba el fleco con los dedos— O al menos, omitamos la parte en la que crees que soy un imbécil frágil que necesita de ti.

— ¿En serio? Bueno, ahora que lo aclaraste, supongo que puedo fingir que no pasó si es lo que quieres, me conformo con saberlo. —Bennett no evitó risotear ante esa leve afirmación y orden. Terminó inspirando hondo antes de sentarse correctamente y mirar de reojo a la cachorra en frente, que andaba mordisqueandose las patas. Le era curioso que estuviera tranquila, de hecho, todo lo que había pasado en este rato lo era.

— No tienes que saber nada. Fue un momento de debilidad. —se cruzó de brazos.

— ¿Tienes debilidades? —inquirió, mirándolo atentamente, aún con esa boba sonrisa en la cara, lo cual hizo que Ben formara un mohín y desviase la vista— Ya, bromeo. Lo sé.

Dijo, mientras alzaba una ceja ante esas reacciones. A veces le causaba gracia el como el peli-turquesa de la nada actuaba de una forma tan orgullasa, ligada a un infantilismo tan agraciado. Recordaba que siempre se hallaba fingiendo que era tan serio, pero la verdad, cada que lo veía acorralado, obtenía ese tipo de respuestas al menos tranquilas, sin pizca de molestia o irritación. Y en cuanto el pelician le devolvió la mirada, no evitó pensar en una pequeña cosita que tenía grabada en la mente desde hace rato.

— ¿Por qué me miras así? Cambia esa expresión. —bufó, mientras oprimía los labios. Sin embargo, Bennett se acercó aventurado hasta donde estaba, poniendo sus palmas en la colcha del sofá, mientras se impulsaba hasta adelante, con esa estúpida mueca, esa sonrisa amplia y esos ojos escarlata tan brillosos que terminaron haciendo menos tenso el cruce entre sus propios brazos. Debilitaba su postura, él sabía lo que le provocaba, maldición.

— Así que te encanto ¿no? —dijo, quedando lo más cerca posible, al menos, hasta donde sus sentidos le permitían seguir sonriendo y no fallar en cuanto la mirada del otro se hizo más dura al tener fijos esos verdosos ojos encima.

— Yo no dije eso.

— ¡Oh! Claro que si lo hiciste. Al principio no... no lo analicé tanto, pero ahora que lo noto. Creo que... en realidad... si te gusto mucho también. Te cuesta bastante decirlo. —afirmó, mientras ahora su sonrisa iba desvaneciéndose ante el inicio de ese calor acumulado en sus mejillas. Y la mirada sólida del mayor no ayudaba en nada ahora. Quien era encantador la mayoría de veces era el moreno en realidad, al menos a su juicio— Aunque, tú a mi no sólo me gustas... es... algo un poquito raro.

Murmuró eso último, con algo de nervios, en tanto bajó la vista. Ben en ese momento sólo puso una mano sobre su cabeza, brindándole más gravedad a su sentir, y supo por eso que también le divertía verlo actuar raro, cuando al subir la mirada sólo se lo encontró ahí con la misma expresión sencilla y rígida, pero con las comisuras de sus labios inclinadas hacia arriba, sonreía, pero lo hacía de esa forma satisfecha que acababa con todo ese pequeño caminito que había hecho ante la vulnerabilidad del de tez acanelada. Ahora el indefenso era él, pero eso no le importaba.

— ¿Mmh? —Ben lo observó con dedicación, dirigiendo su derecha hasta la cálida mejilla del menor, el sólo tacto le hizo querer sonreír con más libertad al ver el sobresalto y la mueca aniñada con la que Bennett ampliaba todavía más la mirada. Juraba verlo brillar tan suave, con la tenue iluminación de la gran sala resplandeciendo en esa melena desordenada y cayendo en sus mejillas suaves hasta sus ojos grandes y rojos— Uhm ¿cómo es que es tan fácil para ti decir ese tipo de cosas y a la vez poner esa cara de serenidad, pareciera que no te cuesta en lo más mínimo? Aunque ciertamente eres menos manso que de costumbre. Incluso... tomándome el positivismo a algo como esto.

— ¡Uhh! Eso, en realidad... es porque estoy contento. —el pelivioleta desvió la vista, mientras se afirmaba con una mano y la otra la subía hasta la ajena, sintiendo ese tacto sobre su mejilla— A parte, aún son sólo palabras ¿no? Y entre nosotros, quien es bueno en eso, creo que soy yo. Si, supongo que yo. Ahora mismo no has dicho demasiado, y parece que te piensas con gran esfuerzo lo que sea que vayas a decir, aunque sea para molestarme. —inspiró hondo, relajándose para tratar de llebar a cabo sus acciones, él no era demasiado bueno en ello, pero, realmente se quedaba encantado de ver que sus palabras, aunque rápidas y dichas sin tanta premeditación, hacían a Ben poner esa cara pensativa y tranquila— Pero, creo que eres bueno... cuando no dices nada. Talvez es más fácil tratar de saber que piensas.

— ¿Cómo así? No creas que puedes ver a través de mi.

— Bueno... —alzó la vista, nervioso y agitado, ahora el calor acumulado subía a su rostro, y la gratificante mirada del mejor en edad acababa relajando parte de él— La mayoría de veces no entiendo que tratas de decir, eres directo pero los resultados que me das son siempre equívocos. Dices algo, pero te contradices al mismo tiempo en que... —suspiró, la voz te temblaba y empezó a tirubear consigo mismo. Ahora eran sus dos manos, tomando su rostro—... actúas.

— Cuando te empeñas en conocerme, eres realmente una mortificación a todos mis nervios ¿sabes? Pero tienes razón, en realidad, no soy bueno con las palabras. —mencionó, cerrando los ojos, frunciendo las cejas ante un pesado jolgorio, un suspiro tan denso que hizo que el agarre sutil en sus manos, se tornaba débil— Al menos... —abrió los ojos, y esta vez, su sonrisa se hizo poderosa y abundante— no en este tipo de situaciones.

— ¿Y que... tipo de situación es esta? —bajó las manos, sólo para acomodarse mejor y sonreír más luminoso ante la cercanía del peli-celeste.

— Tsk silencio. —sentenció, y lo atrajo, girando el rostro para atrapar su boca, sin decir mucho, y sólo conectando sus labios, encajándolos a la perfección.

La emoción de Bennett se sintió tan exquisita, en cuanto sus labios chocaron con más fuerza y un pequeño movimiento de sorpresa lo atacó con rapidez, envolviéndolo totalmente. Cuando era así, tan suave y brusco, sorpresivo y tranquilo, acababa por encender y saciar momentáneamente aún más su curiosidad. Sus bocas se removieron lentamente, conectándose con fuerza, húmedo y jugoso, asfixiándole ante el súbito calor en sus mejillas. Y el pelimora buscó con desesperación la forma de recobrar la postura sin deshacer esa unión, que era tan efímera y cargada de emociones, siempre llenándolo de sensaciones que en un par de segundos, eran capaces de tenerlo temblando y a la vez agradeciendo el regocijo de esa calidez recorriendo todo su sistema.

Subió los brazos, y lo abrazó con insistencia, consiguiendo que con ello se separarsen y volvieran a besar. Bon lo sujetó de los costados y volvió a atraerlo, subiendo una de sus manos morenas hasta su cabello, enterrando con tranquilidad sus falanges en ese cabello suave y púrpura, que empezó a desordenarse más conforme iban dejándose ser.

Y de ese modo, no hicieron falta demasiadas palabras al momento después, quizá era muy pronto y la aceptación hacía el de ojos esmeralda lo hizo aturdirse por unos momentos, mientras que, con un simple silencio regido de un abrazo tan cercano y tranquilo, en realidad lograban que su acompañante pudiera de a poco comprender que clase de cosas le preocupaban al otro, que cosas lo forzaban a no dejarse ser libre por unos momentos. Entendió que uno de sus mayores preocupacione era él mismo y que no podía simplemente quedarse sentado a un lado esperando que esa barrera de repulsión ahora exclusivamente rodease al de tez morena. Trataría de poco a poco ir acercándose a él, como había estado haciendo, sólo que esta vez sin miedo. Él no tenía nada realmente valioso que perder en el intento, porque en el fondo, sabía que no era algo unilateral, y que si insistía un poco, lograría que Ben pusiera de su parte. Que dejara esas preocupaciones atrás, todo.

— ¡Ahh! Tanto que te cuesta. ¿Por qué te cuesta tanto? Estábamos super bien. —Bennett frotó su mejilla contra el pecho ajeno, con insistencia y nervios, mientras el otro fruncía el ceño, tratando de regresar el abrazo, reposando su mano sobre su hombro— Anda, no tienes que decir nada, no tenemos que empezar algo, pero podemos ir poniendo de nuestra parte ¿no? No iré a gritarlo para que todo el mundo lo sepa, sólo quiero que tú estés contento con eso.

— Es complicado, no pretendo explicártelo tanto. Intento ¿bien?

— Pero...

— Dijiste que ibas a quedarte callado.

— Yo no dije, tú dijiste.

— ¿Yo?

— Uhh este día a sido de los mejores que he tenido en el mes y ahora eres tú el que ha estado portándose tan raro conmigo. —Bennett se acomodó el pelo a un lado, tratando de llamar la atención del otro, quien bufó, desviando a un lado la vista— Claramente comprendo que es difícil, ¿por qué no dejas de hacerte el misterioso mientras sólo me abrazas? Hablemos, una vez más antes de que me vaya.

— Hablar contigo no sirve. —bufó, manso ante el tono rasposo de voz del menor, que siempre le producía calma y a la vez, lo alteraba— Siempre es una estúpida y aburrida espiral de esto y esto otro. Así de simple. Siempre vamos a llegar a lo mismo, al final ninguno de los dos llega a aclarar bien las cosas.

— Bueno, creo que con esto, yo si entendí que no soy el problema; eres tú. —mencionó, demasiado titubeante ente eso, aunque ya no lo miraba a la cara, se imaginaba que expresión estaba poniendo el otro— E-Es cierto. Yo soy bastante transparente, en general. Y no hay momento desde que nos vemos de la misma forma, en que yo no pueda sentirme tan tranquilo de expresarte que eres importante para mi, y que desde que recuerdo, eres más que un amigo o un compañero. Y te quiero, te quiero demasiado. Sin embargo, tú pocas veces, eres capaz de decir que es lo que realmente quieres. A veces me haces pensar que sólo te esfuerzas para mantenerme a raya.

— No esperes que me porte de la misma forma en que tú lo harías. Joder, esto es algo que a veces está completamente fuera de mi. —dijo, pero aún así, no lo soltaba, y seguía a un lado, disfrutando sin decir nada, de su cercanía, esa que alegraba su día y hacía que el gris al menos fuera un color opaco— Siento que... estoy traicionando una parte de mi mismo, y tenerte conmigo es un gusto que a veces me hace sentir distinto, en ocasiones no estoy seguro de siquiera intentarlo, porque al menos, de mi parte, me niego a fallar, y sobre todo me niego a que sigas creyendo que eres capaz de cambiarse y darme lecciones. —se tomó el pelo, notando que con ello, tras voltearse a verlo, todo su sistema temblaba y se ponía en defensa, queriendo alejarlo pero, a la misma vez, seguir mirándolo a los ojos. Vaya peculiaridad llamativa y natural, esos orbes conseguían transformar su negatividad en simplemente un deseo frustrado, por tomarlo de las mejillas y acercarlo otro poco, pero giró la vista, tapando sus sensaciones— No me conoces, y no te conozco de la misma forma, pero me doy cuenta de que me tienes como un imbécil cuando en serio quiero conocerte, y no quiero parar.

— ¿Y por qué te detienes? Oye...  yo, lo sé. No pretendo que tomes o veas las cosas de la misma forma que yo, pero, si realmente lo nuestro puede funcionar, y... t-te gusto, ¿por qué es tan difícil para ti? Sabes que puedes confiar en mi. Conozcamonos más y listo, es fácil. Tenemos lo necesario ¿no? —le miró, un largo rato, Ben no dijo nada— ¿no? ¿Ese silencio significa no? —lo desesperaba, el mayor hizo otro gesto— ¿es un no? Si es... ahm ¿por qué?

— Porque no me siento listo. —arrugó el entrecejo, entrecerrando los ojos, inspirando hondo. Esto lo hacía sentir tan débil, era él quien parecía apretar siempre ese botón de vulnerabilidad que lo ponía tan manso, con sólo quedarse a un lado suyo— Es algo... más complicado de lo que crees, y no puedo. Al menos no hasta primero resolver mis problemas, soy yo mismo el que lo impide. —suspiró, repasando sus palabras. Estaba aliviado de que el temblor en su tono de voz no se notase, o es que el otro era muy despistado— pero mientras tanto, te quiero cerca, conmigo.

— Ah... —el pelivioleta sonrió, de a poco, aplastando los labios ante eso. Hubo un leve silencio, de esos abrazadores y helados, pero simples y sin ningún tipo de vibra. De lejos, sólo se escuchó a la canina, que se hacía bolita a los pies del sofá, meneando leve la cola.

— No creas que sé lo que pretendes, deja de pegarte así. —habló de la nada el de ojos color esmeralda, apretando los labios, y de paso, aunque acababa de reclamar por ello, también acentuó el agarre de su mano, bajandola del brazo de Bennett hasta su cintura, tapada en esas capaz de ropa— Bien, lograste hacerme hablar. Mi idea era sólo tenerte aquí, te nece- —se detuvo allí, cerró los ojos— Estoy bastante acostumbrado a verte aunque sea una vez al día. Lo que consigues con andar de pegajoso a cada rato, me metes a la rutina.

— Hehe, vaya. Creo que entiendo, de a poco. —sonrió, soltando de paso una risotada frágil. Ben a veces era tan divertido sin tener la intención de serlo. Creía haberlo conocido un poco, siempre le ponía atención, y entendía, por lo que captaba, que lo que acababa de decir era tal cual como un "quería sólo verte." Y con eso se daba por pagado— Mmm ¿pero sabes una cosa? Yo... voy a esforzarme por ti, por mi, y por los dos, para que nos conozcamos realmente, fuera de lo de siempre. Ay, podrías responder mis preguntas, como antes, aprovechando la confianza ¡Si!

— Qué asco. Deja de usar ese tono afeminado y chillón, ahora es incómodo. —le desestimó el otro, rodando los ojos.

— Yo pienso que mi voz es lo menos incómodo de toda esta situación. —dijo, refiriéndose al abrazo, que ahora él se hallaba tan pegado a Ben sonriendo el olor de su fuerte y atractivo perfume. Y el moreno a su vez, lo sujetaba con firmeza, sosteniendo su cintura, encogiendo los hombros. En tanto el de hebras color turquesa notó eso, gruñó, arrugando el entrecejo y desviándose la vista al instante, repeliendo su gesto— A veces eres... tan inmaduro, a tu manera.

— Cállate. Cielos. Bien, sólo cierra la boca ¿quieres? —contestó, mirándolo a la cara, y aquello disparó esa misma sensación, tan impulsiva como llegó, y sea como sea, no dejaba de mirar con insistencia los labios del otro, siempre tan jodidos, que hacían revolotear todo su sistema y a sus pensamientos reprimidos, los hacía empezar a alterarse otro poco.

No quería que esto siguiera así, era un jodido y aplastante martirio, lo hacía inquietarse, mirar a un lado, decepcionarse. Y al final acababa como un niño que no obtenía lo que quería, tan quisquilloso, era orgulloso y arrogante. Pero ¿qué pasaba si cedía, si se permitía ese gusto por primera vez, pensando en si mismo? Oh, posiblemente era demasiado, todos sus "gustos" acababan en un desastre suyo como persona. Acababa floreciendo como artista, formando parloteo, alterando masas con su nombre, pero ese gusto decía y se transformaba en una gigantesca roca que le bloqueaba el camino. Pero a la misma vez, aprendió de esos errores, y había preferido esconderse hasta de si mismo. Se convirtió en lo que era ahora, y Bennett parecía ser el único en aceptarlo aún siendo así de jodido, aún teniendo en cuanta de que no era sincero con nadie. El pelimora no quería nada a cambio, pero ¿y él?

¿Qué era para él? Bennett siempre fue tan molesto, siempre encima, siempre siguiéndolo como un perro, sin buscar con ello crear un contacto beneficioso de manera pública. Simplemente, estaba ahí. Y si no lo hubiera notado hasta hace poco, ahora no estarían aquí. ¿Por qué... era tan difícil? ¿Por qué no podía aún? Cuando se trataba de tenerlo cerca, sin ponerle un nombre a ese «algo» entre los dos, todo estaba bien, podía mirarlo y sentir que quería meterlo en su cama, se visualizaba mirando sus ojos en la noche, antes de dormir, en la mañana. Pero no quería. Había un desconcierto extraño, un desconocido sentimiento de inquietud, que albergaba consigo el regocijo de una relación, y lo alejaba de él a la vez.

Y se quedó ahí otra vez. Tanta redundancia, le jodia todo, absolutamente todo. Giraba, se desviaba, pero acababa en el mismo punto; lo quería, le gustaba, le encantaba ¡cielos, lo deseaba consigo! Pero no tenía el valor para una relación más. Y era por ese fantasma, no podía empezar algo, sin haber terminado lo anterior.

Ella estaba jugando sucio, porque siempre conseguir hacerlo pensar, y lo tenía aquí mismo, sin poder asegurar sus palabras, sin poder confiarle a Bennett que no era un juego, y que quería en serio. Su trabajo le importaba una mierda, la actuación era algo que le salía a bruto, era capaz de lidiar con ello. Su carrera artística era como carbón, un poco de leña al fuego y conseguía erguir una gran llama, era capaz de muchas cosas. Pero siempre...

Siempre fue tan poco firme para su vida personal, esa que nunca mostarba, y de la cual montaba un espectáculo para disfrazar lo miserable que era estando sólo. Tenía veintitrés, claramente era un adulto firme, pero cuando estaba sólo, hasta el perro parecía tener más fijación en sus metas que él.

— Oye, ¿estás... bien? —inquirió Bennett, el peli-celeste llevaba casi dos minutos, mirando a un lado, sujetándolo de manera incierta, temblora e imprecisa— De pronto te pusiste ¿raro? ¿Tienes sueño? Mmh hablando de eso... ¿qué hora es?

— Espérame... un poco más. —dijo, delirando ante su mirada, justo antes de resolver ese pequeño desliz entre sus pensamientos. Para acercarlo, en lo que se ponía estable, forzando una tibia sonrisa de medio lado, de esas algo tiesas, pero que se sentían algo confiables— Bennett, quiero tener algo contigo. No... una relación, pero quiero dejarte en claro que me interesas.

— ¿Cómo? —parpadeó, ladeando la cabeza. Ben no dijo nada, pero apretó los labios.

— Es... algo difícil para mi. La idea de tenerte conmigo no me desagrada, es lo que quiero, pero siento que es muy pronto, cuando aún si quito tu imagen de este asunto, pensar que quiero algo con un hombre sigue parecimiendome algo difuso. Tengo... —sostuvo sus hombros, mirándolo a los ojos y luego desviando leve a un lado su mirada— hay algunas cosas que debo resolver, cosas en las que tú no tienes que estar. Sin embargo ¿crees ser capaz de querer algo aún así?

El menor lo observó. Su vista estaba fija en Bon, su expresión dolorosa, pero atractiva, le parecía muy curiosa. Pero no podía disfrutar de esta abundante emoción llena de mezclas de sensaciones, cuando poquito a poco, entendía a lo que el otro se refería. Y él lo sabía, no había pasado ni la mitad de un año, en donde cada día sentía una novedad, monótona pero llamativa, y ahora estaban aquí. Era mucha información de golpe, tantas cosas, y el de tez morena tenía tantas cosas encima. Sobre todos, esas particulares que debía de resolver, esas que él bien comprendía.

— Entiendo. No tienes que explicarme nada. Me conformo con esto, así como estamos. Yo quiero.

Hubieron un par se algo raras charlas, comentarios raros, inquietudes, momentos raros. Los minutos pasaron, y no hubiera recordado nada, de no haber sido por la hora ¡vaya! Sus pobres perros lo esperaban y él estaba aquí, dudando entre si despedirse con un beso o sólo tomar su guitarra y salir corriendo, moviendo su mano, sonriendo alterado.

Pero su sonrisa se transformó en una mueca, y luego simplemente se deformó a esa negatividad que acabó con la simpleza de su visión. Se conformaría, y haría lo que pudiera, siempre lo hacía.

¿Por qué él tenía que complicar todo más de lo que ya? Tenía que hacer algo al respecto, sentía que debía, pero... ¿qué?

•[▪]•

Regresó aquí, estaba frustrado, el sueño no le ganó, no pudo dormir, pero estaba tan lúcido como podía estar. Su trabajo era la única salida de su vida, y distinto a todo lo demás, sino fuera por sus dos perros, amaría pasar el día fuera de casa en lugar de en ella. Su inquitud iba a parar a las rasposas cuerdas de su intrumento, haciendo vibrar ese material rudo, primero con sus dedos, y ante la presión, con la uñeta. Solía empezar sin preguntar, generando un ritmo atrevido, sin esperar, y sólo creaba un sonido, esperando que la improvisación atraiga a la otra parte de la banda, quienes, poco a poco, iban cobrando confianza, familiarizando su propio sonido con el siempre insolente ritmo de la guitarra.

Estaba algo impaciente y ansioso, pensando en un par de asuntos que lo tenían muy confundido. Si, y pensando en eso, en ese «algo» que recordaba haber oído de Ben. Él realmente no necesita un «algo» no quería tener algo, siquiera ponerle un nombre a ese algo tan raro. Porque se conformaba, siempre se conformaba, y conformarse le iba bien. Y entonces le venía encima eso de que, Ben siquiera se estaba conformando, porque él no se conformaba, entonces ¿por qué? No parecía hacer algo al respecto, sin embargo lo veía con todas las intenciones de hacerlo.

Sostuvo la guitarra con más fuerza, pero siempre cuidando la forma en que lo hacía. La batería le seguía, era agradable, siempre profunda, firme y rítmica. Era lento, luego rápido, la habitación rebotaba en sonido y trataban de tener en mente que no era realmente una improvisación, era una práctica, era una estructura, y con ello. Bennett seguía inmerso, tratando de visualizar en frente el verso, luego el estribillo, luego el sólo, luego la base, más base, acababan enredando. Y volvió a dejar de tocar, talvez era porque no se sentía demasiado estructurado el día de hoy.

— Ah perdón. Me desvié. —se disculpó otra vez, acariciando su nuca, mientras sonreía de manera torpe, sosteniendo la guitarra, doblando las rodillas.

— Y de nuevo. —el segundo vocalista rodó los ojos, tirándose a la silla, con el instrumento en el regazo. Él era de pocas palabras.

— Bennett, Bennett. Ay el buen Bennett. —comentó cierto hombre de cabellos oscuros tirando a un azúl púrpura, quien se hallaba con el bajo, junto al castaño en la bateria, sonriendo algo cansado— Nos has hecho repetirlo más de cinco veces, decides calmarte al puente, cuando ahí es cuando le vas rápido, haciendo lo que se te de la gana, pero te detuviste al momento de la base. —dijo, y Bennett hizo un gesto, de esos aniñados— Yo creo, que tus manos no deberían estar en la guitarra, sino en tu cabeza, y tú estarías situado al rincón, porque te veo preocupado ¿tienes algo que resolver?

— No.

— Qué seco. —bufó otro, el castaño medio pecoso, encargándose del sonido tras dejar la bateria, apagando el amplificador de paso— Ya, mejor dejemos esto aquí, tienes esa habilidad de meternos el ánimo que tienes dándonos un golpe a los tímpanos. Debiste bajarle al tono de la guitarra. Todavía me rebota el chasco que me dejaste.

— No hice nada, sólo me distraje. ¿Qué es esto, una terapia o una práctica? —Bonnie bufó, mirando a un lado, acariciando con cuidado el mástil de la guitarra antes de bajar el tono, para subirle y abrazarla, como si fuera un objeto de refugio— Ya deberíamos mejor, concentrarnos en terminar esto, aún siento que sólo es una improvisación tan simple, es sólo una base plana... es tan redundante, y es todo... porque no puedo... —y miró a un lado, mordiendo su labio—.. concentrarme. —suspiró— Ah, lo siento.

— Oye, tranquilo. Parece que estás cansado, mejor dejemos la parte práctica y vayamos a comer algo. Cuando ya ves esto como tarea se vuelve pesado. —Michael, el de ojos amarillentos, dio un toquecito en las cuerdas del bajo, mostrándose impaciente.

— Es trabajo, básicamente es tarea. Sólo que no van a ponerte una nota por eso, al menos, no una que puedas esconder bajo la cama. —habló el contrario, un pelinaranja quien desmontaba el soporte del micrófono.

— Llevamos horas, y Benentt es un bebé al lado de nosotros, pobrecito. Carga tanto en sus hombros. —volvió a decir el de cabello oscuro, dando unos golpecitos con sus dedos en la base del bajo— Oye, pero en serio... si algo te pasa, nos va a afectar a todos, básicamente eres parte de nuestro núcleo, compañero. Relájate un poco.

— Ugh, que no tengo nada. He estado peor y ustedes siquiera se dan cuenta de que existo sino hasta que escuchan la guitarra. Ya, ya... aunque acepto eso, ya me dio hambre. Pidamos algo. —el pelimora suspiró, caminando a un lado para sostener la guitarra.

— Aún mejor ¿por qué no vamos a la residencia? Seguro de paso pensamos mejor que en un ambiente tan cuadrado en el trabajo.

— No tengo... ganas.

— Bennett, no seas así. Técnicamente eres el único de nosotros que anda separado, sabemos parte de tus razones, pero también somos un equipo. —comentó otra vez, alzando una ceja.

— Lo que sea que hagamos, que sea rápido. Estaré desocupado sólo dos horas más. —habló un pelinaranja, el más alto que ya estaba libre, con las manos en los costados.

— Bueno, y ¿qué dices?

Y pensando en eso, era cierto, tenía que centrarse, al menos en el trabajo, cuando hacía lo que le gustaba y que ni la mayor desgracia podía evitar que hiciera. Entonces asintió, a veces olvidaba lo relajante y algo raro que era estar en un ambiente así, tan simple, pero a la vez rudo y exigente. Tenía que distraerse, lo suficiente. Pero de algún modo, no entendía porque lo de ayer lo tenía tan preocupado, quizá era porque Ben actuó tan distinto a lo normal, lo vio tan dócil, pero a la vez tan alejado, y pudo entenderlo, quería hacerlo, pero al mimso tiempo, esa dificultad que lo frenaba se le inyectaba tan inquietante, lo hacía sentir nervioso.

Por lo general a él eso no le importaba, siempre estuvo, tanto tiempo esperando que el mayor lo notara, que llegar incluso a pasar el rato en el mismo círculo que él ya le parecía un logro bastante bueno, era una cercanía capaz de hacerlo sentirse bien. Y aunque ahora estaban bastante mejor, muy cerca, aproximados a una posible relación, no se sentía tan distinto a lo habitual. Ben siempre era incierto, siempre parecía ser su propia atadura y eso nunca le afectó, es más, aquello impulsaba con indagación y curiosidad a seguir a un lado, tendiendo su mano o haciendo presencia, quería saber y entender, pero también sólo ansiaba estar a su lado, con admiración y afecto.

Creyó que nunca le afectaría, no, de hecho no solían siquiera afectarle las situaciones ajenas, ni las propias. Era un negativo indiferente hasta de si mismo, quería ser realista pero se sumía ante la imaginación, era jodido y amargo, pero siempre lucía como un chico amigable y simpático, que conseguía caer bien a medio mundo sin hacer demasiado.

Parecía que nada le importaba, pero cuando realmente lo hacía no se notaba si así lo quería y ahora estaba realmente distraído, quería darle la atención necesaria a su preciado instrumendo, mientras, como un grupo de adolescentes revoltosos, sus compañeros sacaban comentarios y accionaban momentos extraños. Si olvidaba la obligación de todo esto, en verdad era divertido mirar las cosas con libertad, esa libertad que él creía reprimida por tratar de encajar ante la corriente que Ben solía imponer.

Y pensando en eso, se dijo a si mismo que, necesitaba centrarse, y quería intentar hacer algo, no pensaba en absoluto perder sus actitudes propias.

•[▪]•

Mientras tanto, al mismo tiempo, cierto pelician era inquietamente manoseado, bueno, al menos de donde él lo veía, trataba de mantenerse tranquilo, siempre rígido y firme, aunque claramente pensar con la cabeza fría se le hacía difícil, si parecían quererse burlar de él, y Margaret estaba a su lado, ella no decía nada mientras se mantenía calmada, sonriendo y acomodando unos brillantes aros de perla en sus orejas. No creía en las casualidades, y la ausencia de Bennett era algo peculiar, notaba que su presencia parecía no ser relevante, pero cuando no estaba, vaya que era de percibir, al menos se notaba que habían menos risas, que Mike era sencillo, que empezaba a hacer frío.

— Benjamín, quiero que cambies esa cara que tienes, sube la expresión. Anímate, pero no demasiado, recuerda, estás inquieto, pero te resignas. —le incitó el azabache, dedicándole una fugaz mirada alentadora, que ya era notorio y casi regular estos días notar tan consternado al pelician.

— Uh si, lo tendré en mente, déjamelo a mi, sé lo que hago. —Ben rodó los ojos, cruzando de brazos. Aún mantenía la inquietud encima, pero al menos, un ligero y más claro peso sobre los hombros, ese peso que se podía aguantar. En fin, ese no era su problema ahora.

Sino esto, aquí venía otra vez, él, ella; ellos. Parecían hacerlo a propósito, la vería todo el día, su personaje junto a la de mechón rosa, sus contactos, esos diálogos sacados de pasados firmes y ese ambiente que con sólo un guión lo ponía a pensar. Odiaba que las cosas que no le gustaban lo pusieran a divagar en su mente. Y ella sólo sonreía, siempre tranquila, siempre linda y confianda, luciendo amable, simpática y en postura, como la mujer fuerte pero pulcra que era. Sin embargo su mirada estaba titubeante, esos orbes ambarinos se posaron contra los suyos, y no pudo evitar fruncir las cejas, torcer la boca.

Ella era sus asuntos pendientes, su mirada, su sonrisa, su forma aplastante de portarse. Y la razón, esa razón de aquella lucha entre ex convivientes se hallaba lejos, era un punto contraproducente. Él era tan distinto a los dos, no sabía como los tenía peleando como niños, a veces tan serio, causando que pudieran intercambiar palabras firmes, aclarando lo que tuvieron, aclarando como querían que fueran las cosas. Y otras eran dos orgullosos infantiles, mirándose con desgaste, hablando sin sentido, mirándose a los ojos y quedándose en un silencio que el quería materializar y hacer mierda lo más rápido posible.

Era tan curioso, prefería verlo como algo irritante y curioso en lugar de algo a lo que lo enojaba tanto que hasta lo hacía inquietar, queriendo alejarse. Ambos, ex pareja, peleando, sin mirarse, en una guerra antes muda y ahora fría, llegando a la misma conclusión, los dos con un mismo objetivo y pareciendo tomarle menos o más peso acorde lo que sucedía. Y su rivalidad no era lo único que lo tenía molesto; era ella, en general. Pretender olvidar que era mujer, guapa, que era encantadora y capaz de lograr lo que sea si se lo proponía, sólo lo alteraba más. Porque podía confiar en él, podía talvez tratar de confiar en si mismo, pero no en lo que pasaría, no cuando estaba tan colgado de cosas, cuando necesitaba un descanso pero se negaba a recibir ayuda intencional, era idiota, pero no le importaba, a menos que le afecte.

— Querido ¿te sucede algo? Te noto bastante distraído, eso es muy impropio de ti, Ben. —parpadeó, y en frente la oji-amarillo ladeaba la cabeza, acomodando sus mechones sueltos de cabello. El peli-celeste la observó, pero no dijo nada— Ben...

— ¿Qué demonios quieres? ¿Cómo puedes ser tan descarada para preguntar que me sucede si sólo te la pasas jodiendo? —habló, y siquiera quiso seguir mirándole, al final ella acababa con su calma, y lo acababa poniendo ajeno a sus propios impulsos— Maldición. Sólo... no digas nada.

— No somos enemigos, al final los dos queremos lo mismo y nos conocemos tan bien para saber que no es una competencia, y que si lo fuera, ninguno de los dos merece a alguien así. Somos horribles. —ella caminó a su lado, acomodando el cuello de su camisa sin mangas, mientras le sonreía, poniendo una mano en su hombro— Pero tú eres peor que yo, cariño.

Directa, tan razonable, siempre atrevida y con una sonrisa en sus labios brillosos de un rosa claro. Su manos sobre el hombro del más alto, acariciando esa zona, como si nada hubiera pasado entre los dos. Ben bufó, y miró a un lado, esto ya lo tenía demasiado inquieto, y ella parecía disfrutar ver que él ya no era el mismo, desde que terminaron, desde que Bennett estuvo en medio y desde que los tenía a los dos pisándose los talones. Eso... ¿era una advertencia, un aviso? No, era más bien una declaración, una firme y concisa declaración de lo que realmente eran. A veces ella lo conocía mejor que él mismo, y eso lo irritaba aún más.

Porque ella lo tuvo como un perro leal a su lado, por años, años en los que fueron confidentes y en los que se tomaron de la mano para caminar por sobre la torre de alta consideración, sobre esa cima a la cual llegaron juntos. Y seguían juntos, pero a la vez separados, se veían pero no se tocaban, y si lo hacían, se encargaban de demostrarse que lo suyo seguía en pie, era un fantasma que los juntaba, para acabar peor que antes, detestándose tanto.

— Esos dos llevan semanas de ese modo. Me hubiera gustado que volvieran, separados son tan difíciles de tratar a veces. —comentó uno de sus compañeros, aquel rubio que se encargaba de repasar su entrada en acción, acomodando su peluca, hablando cercano a un pelirrojo que se encontraba sentado cercano al camarógrafo.

— Debieron separarse antes, déjalos ser. Eran una pareja funcional cuando estaban en la cima, prácticamente los veíamos en todos lados. Pero las cosas ya no funcionan así. —y él siguió con lo suyo, notando que el azabache de en medio les dedicó una curiosa mirada.

— Pienso que Thompson tuvo mucho que ver en eso, los separó sin darse cuenta, pero en el fondo no puedes deshacer más de cinco años de relación en menos de tres meses, Fabián.

— Siempre metiéndote carbón al fuego. Cállate.

— Sólo digo lo que veo, seríamos ciegos de no notarlo.

— Y somos cómplices por esconderlo, todos lo saben, pero nadie quiere darse cuenta de eso y tú deberías hacer lo mismo. —el pelirrojo rodó los ojos, observando ese imaginario fuego en medio de la actual ex pareja, a quienes, de manera chistosa les tocaría pasar mucho tiempo juntos el día de hoy.

— Eso se convertirá en un problema. —el de ojos azules colocó delicadamente una mano cerca de sus labios, mirando a un lado.

Definitivamente era un problema, cuando su profesionalismo era tan limpio, pero sus asuntos personales parecían meterse hasta en sus miradas, siempre con su ambiente encima, pero expresando esa desconfianza.

Sin embargo, empezaba a ser tedioso, la tenía en frente, tanto, se querían burlar de él. Se miraban a los ojos, ella con su papel y él con el suyo, sintiendo ese abrazador sector, con tantas miradas pegadas, con los diálogos filosos en mente, era un juego sucio, ese hombre siempre pretendía hacerlo recapacitar sólo con ponerlo a rondar de palabras, que el orgullo esto, que los celos, que hay que aprender a vivir cada cosa, que hay que olvidarse de esto, que la arrogancia. Bla, bla, era tan jodido, pero siempre lograba ponerlo a pensar, repasando pensamientos.

El día posiblemente pasó rápido, pero esos momentos en los que estuvieron solos y juntos, le pareció tan lento, tan tedioso, que acababa desgastando esa poca buena vibra que Bennett dejaba en él, para mantenerlo concentrado sin parecer un imbécil con la mente en las nubes.

— Benjamín, quiero... hablar contigo, esta vez, a solas. —Margaret, aprovechando aquel largo y prolongado corte ante la escenografía, se le acercó, ladeando la cabeza, apretando esos labios delgados y firmes, mostrando esa fija mirada ambigua.

— No lo creo. No ahora.

— No eres... sincero, y quiero que esta vez hablemos, sin rodeos.

— Vienes a hablarme a mi de sinceridad, qué hipócrita eres, mujer. —bufó, pasando de largo a su camerino, pero supo que ella le miraba aún, en cuando se sintió tan jodidamente observado.

Para antes de cerrar la puerta, escuchó el sonido de sus pisadas, esos zaparos bajos de plataforma dura resonaron detrás suya. Era una tontería, pero no cerró la puerta, hasta que la tuvo al lado, usando esa mirada, observándolo con paciencia, con esa súplica tan mal improvisaba, pero aún así lo convenció. Maldecía en que ella lo conociera tan bien, el no cerrar la puerta y el no hacer nada en cuanto le tomó del brazo.

— Ben...

•[▪]•

— ¡Adivinen quién llegó a casa temprano! —exclamaba un contento pelimorado, que entraba extendiendo los brazos a sus dos perros que al instante menearon la cola y se le tiraron encima, reposando sus patas en su pecho— Aw ¿también estás contentos de verme? Porque yo si.

— Waauuh~ —ladró uno, dando saltos a cada rato, a medida que el oji-rojo acariciaba en lomo y las orejas de ambos. En cuanto dejó su guitarra reposada a un lado de la puerta, se agachó, para sentarse tal cual en el suelo, dejando que el peso de los dos perros se propague por más rato.

— ¿Saben algo? Creo que me está yendo mejor que el año pasado, mi primer semestre y ando mejorando mucho para ser la primera vez en que decido hacerme cargo sólo de mis propios asuntos sin depender de alguien. Es que ya soy grando, si saben. —les dijo, como si se trataran de dos personas, y los perros ladraron despacio, Alan lamió su mano y el otro sólo reposó su cabeza sobre sus piernas— Por mientras tengo que resolver un par de cosas. A mediados de Marzo les prometo que tendremos más cosas que hacer y podremos estar juntos mucho rato ¿de acuerdo?

— Wauuh guau.

— ¿No quieren salir ahora? Tenía una sesión de canto esta tarde pero se canceló así que aprovecharé que nadie sabe que estoy libre. —mencionó, para dejar un beso en la cabeza de ambos y levatarse— Me voy a cambiar y de paso les doy algo para comer ¿si? Espérenme.

Rato después ya estaba en la calle, con un gorro de lana de un tono azul piedroso encima, una camisa celeste opaco y encima un jerser gris de cuello redondo, un pantalón de mezclilla azul oscuro. No solía hacerlo regularmente ahora, pero traía el cabello atado en una coleta baja de lado, el pelo le había crecido un poco, aunque seguía sin ser demasiado. Y las calles estaban no tan despejadas, pero si actuaba natural, no llamaba tanto la atención, aunque sus perros a cada lado si hacían difícil el trabajo, pues andaba saltando sobre todo, como si fueran dos cachorritos que a penas y descubrían lo que era salie a pasear, claro que no se quejaba, le encantaba que a pesar de ser dos adultos tuvieran tanta vida y energía para salir a darle vueltas en todos lados.

— Parecerá casualidad, pero justo iba a colarme a tu departamento otra vez ¿ya tomaste tecito? —en frente el mismo de siempre, ese tan juvenil y a veces algo despistado que saluda apuntándole con una cámara. Traía una gorra azul y sólo vestía tan casual que el pelimora sonrió de sólo verlo.

— Últimamente te veo en todos lados, a veces me asustas. —Bennett se encogió en su sitio— Baja eso, vas a llamar la atención y es lo que menos quiero. Y si, ya merendé, era obvio si ya es algo tarde.

— Ups, perdóneme señor. —este suspiró, mirando a un lado a los dos perros quedarse quietos, ladrandole— Vaya, a ellos si los sacas a pasear y a mi no, creo que lo merezco. —sonrió, notando que con ello el oji-rojo rodaba los ojos— Ya, vale, ¿te acompaño? Y tú luego me posas así de pura casualidad, fingiendo que no estoy apuntandote con la cámara. Te me pones al ladito de un árbol o apuntándole al poniente, pensando en nada ¿va? Ahha.

— Jeremy...

— Bromeo, bromeo. Ya me entero de que tu cara anda haciéndole competencia a la sección de tendencias de la semana. —le mencionó, sonriendo para bajar la dichosa cámara y acercarse a tratar de acariciar a los perros— Creo que les voy cayendo bien, ¿piensas llevarlos a la plaza?

— Mmm... eso creo, ellos aún no deciden a donde ir, sólo me arrastran por la acera.

— Claro, claro... —rió, para darle un abrazo.

— ¿Qué estás haciendo? Es raro que seas pegote de la nada sin ponerme una cámara en la cara. Además se vería muy raro en la calle.

— Si, bueno, considéralo una disculpa de mi parte. —dijo, encogiéndose de hombros. Bennett lo miró, y entonces él sólo pudo carcajear algo inquieto— Verás... había... ido al estudio, por lo de las fotos de las que te hablé para de paso pedirte unas más y, luego... me encontré a tu compañera esa llena de tatuajes, que por cierto, es guapísima, y creo que hablé demasiado. Si, hablé demasiado, pero tranquilo, nada frágil.

— ¿De qué... estás hablando?

— Bueno, además... no sé si notarás que no traigo la cámara de la otra vez... —se rascó la nuca, mirando a un lado, en cuento el más bajo soltó un jadeo, entendiendo eso— Si, se me perdió. No alcancé a...

— ¿Eran mías? —interrumpió Bonnie, notando que la preocupación del otro era una simpleza, al menos para él, y que si le importaba y se disculpaba por eso significaba que talvez tenía que ver justamente con las tantas fotos que el de cabello ondulado solía tomarle hasta cuando le decía hola a sus perros.

— Bueno, salías en ellas. Y un par de cosas más.

— ¿Es malo? —ladeó la cabeza, sus perros ya estaban inpacientes, y trató de sostener las correas.

— Creo que no, pero sólo digo por si acaso.

— Entonces está bien, son sólo fotos. Veo fotos mías en todos lados, y en internet hasta saben más de mi que yo mismo, pero no me importa así que no hay problema.

— Qué relajado. No sé si eso se considera positivismo o ser despreocupado.

— Ambas, supongo. ¿Vas a acompañarte entonces? Alan y Matthiew ya quieren caminar y a mi tampoco me agrada quedarme parado tanto rato en la calle.

— Si, ándale nomás, yo te sigo. —asintió, dándole una palmadita en el hombro— Oye y aprovechando la salida ¿qué te trae tan animado? Naturalmente incluso caminas mirando al suelo, porque realmente los perros te pasean a ti. Es curioso que los hayas educado tú solito y se porten tan bien.

— Ahá. En realidad... no es nada.

— Ese nada parece ser un «algo». ¿No quieres contarle a tu amigo Jeremy? ¿A tu consejero, tu casi hermano?

— No quiero, pero supongo que no tengo otra opción, sólo vamos a una plaza y no llames la atención ¿bueno?

— Oh por supuesto, ya andaba con ganas de escuchar tus novelas amorosas, además de que ya no es sólo uno y eres la cima del triangulito haha.

— No ayudas.

Pero de alguna forma, eso lo había hecho sentir bastante extraño, pues en cierto modo sentía que estaba en medio y a la vez apartado de esos dos. Con ella siendo tan sutil y atrevida, siempre asustandolo no por su comportamiento encantador, sino por como su presencia lo hacía sentir; ella era demasiado para lo que lograba tolerar. Y con él, siempre tan borde, inpreciso y orgulloso, pero que en lugar de ponerlo de rodillas ahora sólo lo tenía muy confundido, nervioso, le hacía sentir que trataba de apresurarse, como si fuera a perderlo de no hacerlo. No le gustaba eso, el que conociendo parte de sus orígenes, sus pensamientos o costumbres el pelician vaya a alterarse y acabar peor que al inicio, mandando todo al carajo, recayendo en esas actitudes que solían alejarlo.

Recordaba haber indagado en eso, en como ella se portaba, en como él era capaz de portarse estando seguro y firme ante su propósito, pero últimamente, los dos se portaban ajeno a todo eso. Los sentía tan cerca, a cada lado, y no estaba seguro de nada, pero trataba de hacerlo. Distintos a ellos, él no le hallaba nada de malo, tenía sus cosas claras, aunque le costaba hacer que se realizaran bien. Su objetivo laboral estaban en curso, siempre el mismo, le gustaba. El personal era Ben, siempre él, y los perros. A ambos los tenía, y los quería, uno más solucionado que el otro, pero podía esperar, intentar y realizar.

Sin embargo, él realmente no tenía idea de las razones reales por las cuales Ben y Margaret acababan tan irritados entre si, en como chocaban, en como lo tenían en medio y a veces lo apartaban para mirarse a los ojos y fruncir el ceño. No sabía que tan complejos eran los actos y pensamientos de esos dos, quienes acababan con su simpleza, deteniéndolo.

Ella lo detenía a él, y él detenía todo lo que podrían tener. Ben nunca parecía sentirse tranquilo, y Bennett sólo podía pensar en que talvez las cosas no estaban tan claras como parecían.

•~•~•~•~•~•~•~•~•
Bieeen hola :>
E Lunes, volvimos los Lunes sisi ¡Yes!

Como que desde que le amplié el horario llevo varios Lunes sin actualizar pues... los mismo Lunes u otros días xD pero ya no más, se vendrán las variedades ¡oh si!

Bien, un capítulo algo "largo" para compensar el mes sin actualización, la verdad es que había olvidado la idea principal del capítulo y no pude escribirlo, sin embargo, aunque poco avance, me encargo siempre de que la monotonía y los problemas de los personajes se mezclen entre si. Así que básicamente resuelvo esos pequeños cabos sueltos que poco a poco se irán conectando.

No olviden que distinta a mis demás historias, esta trama es simple, un tanto realista y se basa mayoritariamente de la mentalidad y actos de los protagonistas. En sus carreras, sus decisiones y en lo que viene siendo su vida personal y gris (siempre trato de mostrar bien el avance desde los primeros 10 caps hasta ahora) el tiempo es relativo y no todo es lo que parece(?

Ya saben que aunque las cosas estén a simple vista "claras" realmente el martirio personal de cada personaje es distinto, por lo que así como hay cosas buenas, también las hay malas y las cuales guiadas por ciertas emociones las hacen un nido de infortunios o calmas. Puede parecer fácil, pero para el otro es difícil y así, básicamente tienen visiones distintas y se hacen los muy experimentados y maduros (no olvidemos que la edad no siempre muestra la madurez, y los tres principales son veinteañeros con una buena vida que por lo general es resuelta de un chasquido debido a sus experiencias o simplemente con ser sencillo y claro(?))

(Y bueno, nomás digo, que básicamente Bennett es de esas personas que no tienen nada que perder, minimalistas que se conforman con poco y que suelen relajarse demasiado, de esas despreocupadas que pueden soportar hasta salir desnudos al público y reírse de eso luego, aún si siente vergüenza jsjs y ya saben que Ben es el más complicado de todos, ya Margaret es... bueno, creo que es la más estable de los tres por ahora.)

Creo que en este cap además han aparecido bastantes personajes incidentales que no solía meter seguido, como la banda de Bonnie, los compañeros de elenco e incluso la siempre implícita Melisa, que sino lo han notado, es básicamente muy recurrente por aquí en la historia desde capítulos básicos(??

En fin, espero que les haya gustado, no olviden votar y comentar que tal les pareció, cualquier duda, consulta o alguna anotación que quieran dar, yo leeré y trataré de responder a su tiempo para aclarar cualquier punto importante medio confuso UvU

Nos leemos proximamente aquí (esperando que la próxima sea un Lunes sjjs) y en otras actualizaciones de historias ;)
Bye.

                    「NiakuTan」

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro