•°~°Capítulo 52°~°•

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Esa madrugada fue bastante cálida, pues el ambiente fresco y abrazador seguía presente desde la noche. Ben fue el primero en decir que detestaba levantarse temprano cuando tenía los días libres, sobre todo si se veía en la obligación de supervisar a un adormilado Bennett que, esta vez no había sido testarudo intentando preparar algún desayuno que no podría terminar con decencia.

Finalmente acabaron pidiendo servicio, y cuando había llegado la hora en que los perros despertaban, el moreno sólo pudo respirar hondo y concentrarse en contar hasta diez en búsqueda de calma; ya que tanta alegría y alboroto a plena mañana, eran demasiado para él y lo que podía manejar.

—Deja de lloriquear. —habló Ben luego de un buen rato en que el pelimora lo había acorralado cerca de la entrada del pasillo, restregando la cara sobre su pecho.

—Es que... ahora que eres más amable, seguro cuando vuelva vas a regresar a ser el distante de siempre. No quiero. —dijo Bennett, rodeando el torso del más alto con sus brazos, mientras a un lado, sus dos perros se hallaban sentados y la cachorra a penas meneando la cola, empujaba a ratos su cabeza contra la pierta del moreno—. No quiero que vuelvas a ser enojón, con lo q-que me costó; voy a perder todo mi progreso mmh.

—Cállate, no soy enojón. —el peli-calipso rodó los ojos, soltando un chasquido cuando Bennett sólo lo volvía a mirar con ojos de cachorro— Y no te portes como un mocoso, no te irás a vivir para siempre al otro lado del mundo ¿sabes? ¿Por qué estás portándote tan insistente ahora?

—Sí, pero es que... no nos veremos ¡Hn!

—Eres un gritón. —Ben chasqueó la lengua al mismo tiempo en que apartaba por unos momentos la mirada— Casi siempre nos vemos, dame un respiro. E incliso así, seguro no dejarás de joderme con tus mensajes igual. No hagas escándalo por nada.

—¡E-Es porque que te extrañaré! —gimoteó Bennett apretando los labios.

—Ya, ya, eres el primero que incluso estando lejos no deja de ser una molestia que está en todas partes. Son unos cuantos meses ¿no? seguro ni se sentirá que haya pasado tiempo cuando vuelvas. —Ben se encogió de hombros, subiendo sus manos hasta los hombros del pelimora— Sabes que también me haría bien un buen descanso de tanto ruido tuyo.

Ante lo dicho, Bennett infló las mejillas tras ladear la cabeza, con duda.

—¿Eso es un reclamo o una muestra de aliento? —, el oji-carmín a penas frunció el ceño, notando que Ben había apartado la vista apretando los labios, al mismo tiempo en que él sólo se le acercó buscando verle bien a la cara.

—Mierda, no lo sé. —bufó el ojiverde, llevando una mano a su nuca— Seguro que ambas; contigo ya ni sé qué es lo que trato de decir. —suspiró, subiendo una de sus manos hasta la cabellera púrpura del contrario, para dejar una pequeña caricia allí antes de apartarse un poco—. Es mejor que dejes de portarte como un rarito y contestes tu celular: ese aparato no deja de sonar y está acabando con mi paciencia.

—Heh, okey, de acuerdo... lo tomaré como algo bueno entonces. —Bennett hizo una mueca.

Aunque se había sentido inquieto por la forma siempre evasiva de Ben, en realidad seguía satisfecho por el «buen ánimo» que el mayor seguía teniendo. Les dedicó una sonrisa a sus perros y una caricia en la cabeza a Retriever, para luego ir hasta la sala donde su móvil volvía a vibrar con el anuncio de un nuevo mensaje. «Mmh qué sorpresa que Jeremy esté despierto antes de las ocho de la mañana». Pensó, curioso antes los mensajes y caritas raras que le mandaba el aludido.

Con la próxima llamada de Jeremy anunciando que se encontraba muy despierto, y que cumpliría con su palabra de ayudarle con sus perros antes de irse, Bennett se sorprendió de que en realidad el inicio de su día no haya sido tan caótico, ni mucho menos opresivo como solía recordar. Pues siempre terminaba sintiendo que era demasiado para él, que estaba acostumbrado a hacer lo que quería y a cumplir con su trabajo de todos modos, incluso si no lo hacía como estaba previsto y acababa siendo reprendido, como si fuese un niño portándose mal en la escuela.

Aprovechando el poco tiempo que le quedaba, Bennett volvió a aproximarse hasta el de melena celestina, apegándose a él con energía y emoción. Sabía lo complicado que era Ben y lo muy calmado que estaba en esos momentos, por lo que, sin duda para el menor poder disfrutar de una distancia corta con el moreno de piel era lo más satisfactorio que podía llegar a tener en su día, casi compartiendo lugar estrechamente con lo bien que se sentía un momento de paz con sus perros.

—¡Hola, hola! Buenos días, mi pequeño y precioso amigo, Bennett~

Con el paso del rato, cuando el pelimora había ido a abrir la puerta, al instante un peli-cobrizo con una curiosa expresión llena de energía, que ocultaba el tono mas oscuro bajo sus ojos, le saltó casi encima estrujándolo entre sus brazos como si no lo hubiera visto en toda la vida, y peor, como si se alegrase más que nada de verlo.

—Sí, Jeremy, b-buenos días. —contestaba el menor un tanto nervioso por el exceso de tacto, sobre todo si el de cabellera alborotada era algo brusco— Ya, ya suéltame.

—Oww, compañero, ¿qué tal estás? —le sonrió Jeremy palmeando su cabeza, enterrando sus dedos en el cabello de Bennett mientras lo despeinaba en el proceso— ¿Cómo te ha tratado la vida? Espero que bien, por lo que noto a pesar de todo te ves de ánimos, que hasta te vestiste como una persona decente. —bromeó, bajando la vista hasta las ropas oscuras del menor, que no eran como trapos dos tallas más grandes que de costumbre—. Huh, mi amigo, qué sueño tengo. Ha pasado una eternidad desde que no te veo tan temprano, ni te digo.

—Nos vimos el viernes en la mañana, no es para tanto, sabes cómo he estado. —Bennett cerró un ojo cuando el contrario le desordenó aun más el pelo, creando un nido encima— Ah, deja eso.

—Nah, lo sentí como una eternidad; sobre todo porque eres un tema últimamente. —,se alejó un momento disculpándose con la mirada tras ver a Bennett pucherear y peinarse el pelo con los dedos—. Es que veo tu cara en todos lados, y seguro que después de volver a un escenario me vas a tapar en fotos tuyas. Pero calmado, que eso en realidad es bueno, para mi.

—Mmh, bueno... —el pelimora ladeó la cabeza. Le parecía curioso que su amigo estuviese tan entusiasmado, sobre todo, porque era una persona bastante comprometida con su trabajo aunque pareciera un holgazán— entonces ¿oficialmente vas a venir conmigo? —Jeremy asintió—. ¿cómo es que... eso es posible? Si cada que William te ve te echa, mucho más después de que tratarás de colarte un montón de veces.

—Ya, mi amigo, me encargué de eso, el que persevera alcanza. Es que soy muy agradable, ¿cómo decirme que no? —dijo el más alto apuntándose a si mismo con una sonrisa juguetona. Mas Bennett sólo alzó una ceja—. Bien, lo molesté un poco, ¿qué poco? Un montón, es un sujeto difícil, sigo pensando que no es tan pesado como lo hacen ver. Así que prometí ser invisable y me voy a portar bien, así se aburrió de mi luego y me dejó con una advertencia.

—Oh, vaya.

—Pero ¡ya! Igual te vine a acompañar con tus perros antes de irnos, como dije... tuve que poner como cuarenta alarmas y todo, fue todo un problema levantarse de la cama, más para un flojo como yo. Siento que podría morir, es una tortura, me arden los ojos. —mencionó Jeremy con gracia, pasándose la mano por el pelo y luego por la cara, dando un par de golpecitos en sus mejillas antes de reposar uno de sus brazos tras los hombros de Bennett—. Ay amigo, abrázame, me voy a dormir en cualquier momento.

—Ehhw, Jeremy, eres pesado, quítate. —chilló el ojirojo y ladeó la cabeza al sentir al mayor reposarse levemente sobre él.

Mientras el mayor se encargaba de molestar al peli-púrpura quien a penas se movía quejándose a ratos. Los ojos castaños del más alto detectaron, a unos pasos de la entrada del departamento, una mirada cortante suavizada por los ladridos amistosos de una cachorra que saltaba constantemente. Entonces, sonrío, separándose lo suficiente para alzar su mano a manera de saludo al entender el porqué del humor reprimido de Bennett, y la forma nerviosa en que lo apartaba.

—¡Oh, pero si es el Benjamín! Buenas, ¿qué tal? —Jeremy sonrió con simpatía, aunque no obtuvo una sola reacción más que un ligero asentimiento y un suspiro tras la insistencia de la Labrador a un lado de su dueño. Sonrió tranquilo, sabía que el de cabellera celestina no era alguien de palabras, aun si parecía siempre mirarlo con molestia—. Mmh, ya iba rato que no los veía juntos... —agregó, dirigiendo su vista hasta Bennett, quien apretó los labios asintiendo de la misma forma, con una mirada tranquila pero curiosa— Me alegro por ti, mi amigo. Es que... se entiende que estés contento ahora ¡hah!

—Cielos, qué escandaloso. —bufó Ben en un murmullo encogiéndose de hombros.

—Uh, qué amargado es tu hombre, Bennett. —murmuró el peli-anaranjado a un lado del menor, y luego enseñó su cara más amistoda al recobrar la postura— Yo no lo recordaba así, para mi es un logro que utilice palabras en lugar de muecas cuando me dice algo. Seguro ya lo ablandaste, me alegro por ti, bien hecho.

—Mmh. —Bennett el miró alzando una ceja al apretar la boca— Jeremy, a veces eres extraño.

—Y molesto. —agregó Ben cruzando de brazos.

—¡Ou! Ya, entendí. —el aludido parpadeó confundido, poniendo sus manos en frente— Cielos, voy a callar, bien.

Al terminar de mimar a sus perros y asegurarse de que tuvieran todo lo necesario, Bennett agradeció la en realidad bastante buena ayuda que obtuvo de Jeremy al momento de alistarse, porque incluso si no era alguien que se retrasaba mucho, siempre invertía tiempo en sus perros, aun más cuando se trataba de viajar con ellos constantemente.

Así que luego de tener todo en orden, de lloriquearle al peliturquesa que halaba la correa de la cachorra con una neutra expresión en el rostro, y de volver a agradecer a Jeremy que en realidad era quien más trabajo había hecho -pues en realidad, era aquel trabajo ejecutivo y de tiempo que a Bennett no le gustaba-, finalmente, cuando Ben le palpó la cabeza, acarició sus hombros y le dedicó a penas una sonrisa tras algo que pretendió ser un abrazo, el pelivioláceo asintió un poco mejor.

No había sido la despedida que esperó, y aunque se molestó con Jeremy por eso, pues según la vista de Bennett: «su beso nunca llegó porque él estaba mirando». en realidad tampoco había recibido menos de lo que creyó.

Y el enojo se le pasó cuando sus perros se emocionaron al hablarles de viaje, por lo que luego de encapricharse con algo de comida callejera y una soda, «generosamente» invitadas por Jeremy, por fin se sintió listo para entrar su mentalidad de libertad.

—•—

Pasaron un par de semanas desde entonces, las noticias tanto en televisión como en internet, sobre todo en redes, mostrando a Bennett arrasando con su interpretación vocal y sus tan conocidos solos de guitarra improvisados, habían cambiado drásticamente creando buenas reseñas sobre su trabajo y los emocionantes encuentros de la banda en distintos puntos ya lejanos al país. Esos mismos encuentros tenían las redes de Ben plagadas de los regresos de presencia física de los artistas, de las transmisiones digitales y de los lives por streaming que sólo lo tenían concentrándose en el rostro del guitarrista, quien se animaba a hablar con frecuencia en las entrevistas.

Con ello de algún modo Ben se sentía contento al verlo, era más fácil no fingir desinterés frente a una imagen, que esforzarse por mantener la postura frente a un rostro tan animoso como ese. Aunque no es como si fuese lo mismo, pero le servía para acostumbrarse. Aliviaba su estrés y lo mantenía centrado a ratos cuando comenzaba a hallarse frustrado.

Sin embargo por su parte, su situación no era muy buena ni había mejorado en el ámbito personal, a pesar de que todo marchaba como siempre, y de que su imagen no se encontraba tan en medio del torbellino de rumores y tonterías. Pero seguía siendo molesto, pues si no era con uno, era con el otro; avanzar consigo mismo para después retroceder por la inquietud de chismes absurdos, le resultaba tan desagradable.

De ese modo, se sentía un tanto extraño, aquello era algo que trataba de disimular y reprimir con actitudes propias suyas, no sólo por la presión interna, sino porque ya que podía mirar a un lado y notar de pronto que estaba bastante acostumbrado a ese «ruido», era muy curioso pero entendible sentir cierto vacío.

Estaba al tanto de que necesitaba ordenar muchas ideas. Era alguien que acostumbraba a organizar bien la mayoría de cosas, y más si una parte de sí consideraba un problema no saber que decir ante cosas que tontamente sólo le afectaban a él.

Pretendiendo que nada le afectaba y que sin duda no le importaba en absoluto, como bien estaba acostumbrado a hacer, a la vez no se enorgullecía demasiado de su comportamiento altanero y arrogante, pues a fin de cuentas, por muy borde que sea, el transcurso de los últimos meses junto a los cambios, le trajo pequeñas lecciones, entre ellas: a no abusar de la falsa simpatía y a aprender que tampoco iba a morir si admitía sus errores -muy a regañadientes y casi como si tuviera una soga al cuello-, incluso si la parte difícil venía cuando sabía que lo siguiente era una disculpa, y cuando llegaba a esa parte, se bloqueaba.

—Es una mierda total... —murmuró, reposando la espalda en la pared, con la vista hacia arriba.

—Gracias, Benjamin. Me alegra que estés prestando atención.

Una voz a su lado le hizo reaccionar con cierto desinterés. Al bajar la vista, se encontró con una mirada ambarina que reprochaba a su dirección, la cual, incluso si le hacía regresar a donde estaba y lo que encontraba haciendo, le hizo fruncir el ceño por la proximidad.

—Carajo... —bufó Ben rodando los ojos, a penas dirigiendo la vista a la pelimiel que, bien arreglada y cercana a él, soltaba un suspiro, haciendo gesto.

—Entiendo que entre nosotros ya no hay nada bueno, menos con tu enojo sobre los rumores aún, pero sería muy útil que te liberes de tu mundo personal y pongas algo de atención. —le dijo Margaret, volviendo a su postura en cuanto la indicación de la producción lo requirió— Hemos retomado esta parte como tres veces. No tenemos todos estos días para amoldar nuestros horarios ¿sabes? —murmuró esta vez buscando no moverse demasiado una vez se comenzó a grabar.

—Santo cielo, sí, lo sé. —bufó— Si dejaras de ser detestable, grabar este jodido trozo no me sería tan molesto, pareciera que lo haces a propósito. —gruñó apartando la vista, regresando a moverse ante otra indicación de corte.

A penas era algo corto, donde Margaret era tan coqueta y cercana como siempre, con la letra del tema grabada encima y la luz del flash sobre ambos. Generalmente nunca cometía faltas ante pequeños escenarios e indicaciones, recordaba incluso como en su tiempo solía sentir agrado al grabar videoclips complementarios junto a su compañía, concentrándose en el argumento y en el ambiente.

Pero incluso si estaba tratando, los pequeños momentos en que divagaba y tenía a la fémina encima siempre corrigiendo y alineando su atención, ya no eran lo mismo que antes, y tampoco soportaba desconcentrarse ante dilemas personales, los cuales, no solían estar presentes en su área de trabajo.

—¡Ben! uh, no es necesario que te portes así conmigo, no mezcles las cosas. Ya me disculpé. —la contraria frunció el ceño, dejando sus brazos rígidos a cada lado de su brillante y ceñido vestido— He tratado de que nos llevemos bien y sólo actúas como un insensato.

—Después de todos los problemas en que me metes, vaya, ahora quieres que nos llevemos bien. —Ben chasqueó la lengua, desviando la vista.

—No he hecho nada, por dios. —Margaret frunció el entrecejo llevando una mano hasta su cabello, notando como incluso habiendo alzado ligeramente la voz, el mayor seguía mostrándose indiferente— Ya te dije que nunca haría algo para causarle algún lío a Bennett, sólo hablé de ello y fui agradable, sólo ha sido eso. Nada más.

—Oh claro ¿y con qué intención? —Ben se apartó, con los brazos cruzados. Su mirada seguía estando fija a un lado, con el ceño rígido y una mueca de ligero disgusto, la cual estaba tratando de reprimir incluso sin importarle que fuese notoria.

—Simplemente me gustó la idea de que se nos vea bien juntos —ella apretó los labios—, pero sin embargo, soy conciente de los sentimientos de los demás y tampoco soy una persona insensible; no haría algo como meter a Bennett en rumores absurdos sólo por celos. Mucho menos cuando conozco lo problemático que se vuelve todo una vez se convierte en algo grande.

—Es difícil creerle a una buena actriz, ya no sé si tragarme tus teatritos. —espetó Ben, chasqueando la lengua cuando ella se le había acercado, buscando verlo a la cara.

—Oh cariño, por favor ¿por qué eres tan terco? —la pelimiel soltó un largo suspiro, llevando sus manos hasta su cintura, dejando de lado su postura para a penas fruncir el ceño— Te vuelto a repetir que prefiero aceptar que pierdo, como quieras llamarlo, a orillar que Bennett deje de hablarme. —aclaró, causando tras eso, que el contrario reaccionara, lo cual la sorprendió a un inicio— Porque incluso si intentara algo con él a penas vuelva, no lo haría así, no con una tontería pública. No soy esa clase de persona.

De cierta manera para Ben la forma en que la contraria se estaba mostrando, a comparación de aquellas veces en que solía irritarse por su tono tan insinuante, ahora se sentía muy distinto. No podía decir que lo convencía, pero los días en que había estado teniéndola cerca por obligación laboral, eran la cosa más molesta e incómoda de todas, como si ambos tratasen de demostrarse que la presencia del contrario no era un reto ni algo significativo.

Volvió a mirarla, dedicando un par de segundos a leer esos ojos ambarinos adornados de un bonito maquillaje ligero que buscaba parecer natural y colorido. Encontró en ellos esa misma molestia, inquietud e incomodidad, y supo que en verdad el tiempo, aun si no llegó a ser demasiado, había hecho con él tantos cambios que no llegó a notar; cuando el recuerdo de haber amado tanto ver ese rostro y esa mirada dorada, se le hizo increíble, lejano y absurdo. Casi logrando que considerase todas sus actitudes algo que debía aprender a superar.

El silenco entre los dos no se hizo largo, y pareció que la conversación había llegado hasta allí, algo que el peliturquesa en verdad quería que pasara. Sin embargo estaba al tanto de a quien tenía en frente con las manos en la cintura y los labios apretados.

Bien, no iba a admitirlo, pero si que la conocía, era ella quien siempre terminaba sermoneando su conducta, era dulce para criticar, y fría para afilar las palabras a pesar de mostrarse siempre tan tímida a la vista. Y aquella actitud en definitiva le jodía, porque detestaba perder ante su presencia.

—Mierda, estoy molesto... —resopló el moreno de piel, llevando dos de sus dedos hasta su frente, sólo para terminar pasando la palma por la misma, acomodando mejor el flejo para atrás.

—Me estoy dando cuenta de eso, Benjamín, discúlpame, pero... estás siendo un idiota. —habló la contraria, notando como la postura ajena indicaba que sería aun más complicado tratar con Ben, sobre todo, estando en medio de una grabación— Escucha, eres el único que se preocupa por tonterías y se abruma por algo que se va a pasar pronto, deja de hacerlo. Si sólo sigues avivando esa llama, no esperes que las cosas salgan bien. Nadie se beneficia con esto, ni con tu actitud necia, ni con nada ¿bien?

—No intentes hablarme como si en realidad tú no fueses quien se aprovecha de la situación.

Ben acabó regresando a su posición, dejando paso a un silencio claro cuando la indicación requirió otra toma al otro extremo. Tuvieron que tragarse sus palabras cuando la concentración pasó a ser casi exclusiva de la toma, la cual durando a penas unos momentos antes de un nuevo corte y otra indicación para acomodar los elementos entre descansos, los terminó dejando juntos otra vez, con las miradas filosas entre ambos, mientras fácilmente podían completar los ángulos sin parecer que en lugar de coquetear, estaban a punto de matarse con la vista.

—Definitivamente la palabra «tregua» no sirve contigo, aunque lo intente. —murmuró ella, estando tan cerca, removiendose junto a la toma lenta, donde Ben sólo parecía esforzarse por seguirla, sostenerla y mostrarse tranquilo— Te he dicho que no soy esa clase de persona, no me trates como si todo este tiempo no me hubieras conocido, sabes que no usaría algo tan bajo para aprovecharme de eso.

—No estoy seguro de si en realidad te conoz-

—No sigas repitiendo eso, qué testarudo eres, cielos. —suspiró Margaret, tratando de no alzar su tono de voz, ni de hacerlo tan pesado sabiendo que obtendría casi el mismo tono en Ben de ser así— Yo sólo deje de actuar como tú querías, pero no me he vuelto otra persona ¿de acuerdo?

—Ya veo, así que siempre estuviste actuando. —él rodó los ojos, apartando sus manos ante la expresión que había formado Margaret con cierta indignación.

—Eso no es lo que trataba de decir... oh dios mío, Benjamín. —ella se tapó los labios con la mano, marcando la distancia entre los dos ante el tenso ambiente que insistía en quedarse entre los dos, aun si eso les complicaba para mantener el profesionalismo.

Era tan incómodo tenerse frente al otro, lo cual seguía siendo curioso para la última vez en que estuvieron así de juntos en un clip parecido. La pelimiel frunció el ceño y mordió ligeramente su labio inferior tras la tosca forma en que Ben se manifestó junto a ella, casi como si ya no fueran a seguir la conversación sabiendo que sólo les llevaría a más pleito en un momento así, pero a la vez, como si no pudieran dejar todo de ese modo.

—Benjamín, Margaret ¿podrían dejar sus problemas de lado? —.Fueron reprendidos por el equipo productivo cuando la toma volvió a dar corte y el director se cruzó de brazos— No podemos continuar si siguen faltando de esta manera. El equipo está muy atrasado.

—Hmm sí, por favor discúlpanos. —sonríe la pelimiel, consiguiendo que a su lado Ben se mostrase más inquieto.

Definitivamente los días en que les había tocado dejar de verse en el estudio, pareciendo que podrían tomar un respiro de discusiones silenciosas o encuentros cercanos, sólo habían sido parte del cambio de área, donde en lugar de tener que evitarse a lo lejos, debían de evitarse de cerca buscando no frustrar el desempeño musical en el cual trabajaban.

Era sorprendente como cada que se topaban, las cosas acababan de esa misma forma, con un silencio incómodo y tensión, no importaba si iniciaban hablando de lo mucho que se detestaban, de los problemas entre los dos, de la situación en la que se encontraban, de trabajo, o incluso si todo parecía marchar bien cuando mencionaban a Bennett. Al final, terminaban como si nunca hubiera habido nada entre los dos, como si no pudieran siquiera mirarse, y como si uno estuviera siempre intentado llevarle la contraria al otro constantemente.

—No hablemos más de esto, es estresante... —Ben hundió sus dedos en su cabellera una vez su vista se topó con los colores anaranjados del ocaso— odio trabajar así.

—Lo sé, no me gusta estar hablando con una pared. No quiero discutir. —suspiró ella, presionando sus manos en la correa de su bolso, tras encontrarse a un lado del mayor, casi a la salida, en silencio con la vista cansada.

—Detesto que me estén regañando como si fuera un maldito mocoso, así que te agradecería que no vuelvas a reprenderme.

—Bien, no lo haré. —miraba al frente, cuidando que la presión que ejercía en sus labios no arruinase el color de su labial— No es como si ya pudiera lidiar con esa actitud insoportable tuya, Benjamín.

—Me temo que tengo que decir lo mismo de ti, Margaret. —siseó Ben, rodando los ojos.

—Está bien, de verdad... no quiero pelear.

•[▪]•

A pesar de todo lo ocurrido, los malentendidos y las advertencias previsoras a algún tipo de tonto escándalo, Margaret buscaba hacer algo al respecto con la situación, que si bien comenzaba paulativamente a dejar de ser tan insistente, seguía causando ciertos comentarios que si no fuese porque cierta persona no los ignoraba, sería más fácil deshacerse de ellos.

Incluso actuando imprudente y pretenciosa, o aun si Ben seguía teniéndola en la mira, sin creerle ni una sola palabra, la pelimiel no podía soportar esa filosa mirada en su espalda, las sonrisas forzadas y las palabras amargas que mostraba el peli-calipso al encontrarse juntos. Aunque no quisiera demostrarlo, la frialdad y la indiferencia que había entre los dos cuando no se hallaban peleando, de algún modo aún la afectaban.

Por más que pareciese que podía beneficiarse de la distancia pública -claramente contando la distancia física- que producía un artículo llamativo lleno de rumores entre Ben y Bennett, no buscaba degradar de esa manera ni manchar la imagen de este último, ni con Ben, ni con ella misma. Una parte de si le decía que era curiosa la forma en que Ben se encerraba en si mismo buscando evitar ser afectado, en como negaba todo y en como mostraba ese «yo» caprichoso que actuaba como un joven testarudo y complicado.

Quizá en el fondo también le resultaba divertido jugar con la paciencia del contrario, notando como para Ben más que sentir que era una mancha para si mismo, también era una mancha entre aquel «algo» que una vez le mencionó tener con el guitarrista. E incluso sonando insinuante y calculadora, no podían negar que se conocían bien, tan bien como para saber que ya había sido bastante y que seguir con la misma rutina de odio entre los dos sólo iba a ocasionar mal desempeño y malos comentarios.

Cuando buscaba a Ben, logrando entablar una charla que no dependía sólo de demostrar lo olvidado que estaba su compañerismo, el oji-verde se cerraba, a penas la dejaba hablar y acababan ambos siendo reprendidos, con la guardia baja quedando como dos adultos infantiles mezclando tanto asunto personal que acababan retrasando toda la producción y llamando cada vez más la atención.

En verdad no quería seguir de esa manera, con esto. Ni ella, ni Ben, eso estaba más que claro...

—No puedo creerlo... esto es desastroso y humillante. —masculló Ben apagando la televisión tras dejar caer el móvil a un lado suyo en el sofá. Con la vista ahora al techo, llevó su brazos hasta su frente buscando relajarse mediante un suspiro.

Verse a si mismo perdiendo la seriedad y dejando su postura frente a una mujer en plena vía pública, y encima siendo capturado en ello, había terminado con toda su paciencia. No sólo lidiaba consigo mismo o con tonterías acerca de lo que era su vida personal, relacionado con su ex y con aquel renombrado pelimorado, sino que también, su actitud había llegado a un punto en que su desempeño como actor se había transformado en faltas, donde a penas lograba pensar y donde sobre todo, al iniciar tras un día nuevo, se quedaba en blanco con un humor que borraba todas sus ideas.

Obligado a desmentir montones de dichos rumores como si en verdad fuese algo importante, colaborando con la fémina tras la petición de sus gerentes, el intento por recuperar la concentración no había dado resultado y sentía que era estúpido no haber hecho algo antes.

Porque el mayor problema no era no saber que hacer con respecto a las faltas y a los murmullos, su peor problema venía cuando pensaba acerca de Bennett y su muy renombrada «amistad». Porque quería verlo para si como si fuese algo apropiado, y no algo que le afectaba más que nada porque la presión comenzaba a ir en esa dirección.

Deteniendo sus pensamientos, gruñó cuando el ruido de la puerta había conseguido despertar a la cachorra y hacerla ladrar ligeramente. Tras chasquear la lengua y respirar profundo para no desquitar parte del dolor de cabeza que tenía, con la canina escandalosa. Ben se levantó dirigiéndole una mirada inquieta a su mascota, ordenándole callarse.

Después fue a asegurarse de a quien iba a abrirle o no la puerta, lo cual le siguió sorprendiendo poco, de hecho, se lo veía venir aunque tuviera una ganas enormes de fingir que no estaba, volverse a sentar y terminarse la botella de cerveza que tenía en la sala. Frunció el ceño, apretando su entrecejo con los dedos, antes de a penas respirar profundo, llevando su mano a la manija.

—Es bueno que al menos me hayas abierto la puerta. —dijo la tranquila y bien vestida mujer acomodando las mangas de su abrigo largo, sin quitarte la vista de encima— Buenas tardes.

—¿Ahora que quieres? —preguntó el mayor en un bufido ignorando ese tono suave y esa formalidad tan propia de la chica.

—Quiero que hablemos. —Margaret encogió a penas los hombros, obteniendo una mirada llena de seriedad— Está bien, Benjamin, el único que siempre parece querer pelear eres tú; no vengo a discutir.

—Como siempre... —Ben rodó los ojos, cruzado de brazos.

—¿Me dejarías pasar?

—No puedes joder mi paciencia más de lo que ya... —dijo el más alto, dejando escapar una gran cantidad de aire en búsqueda de su propia estabilidad. Al conseguirlo, volvió a respirar, más tranquilo, y se movió a un lado—. Adelante, y qué sea rápido.

—Te lo agradezco. —la oji-ámbar suspiró, llevando una mano hasta el fleco de su cabello y buscó a penas acomodarlo a un lado. Dio un paso dentro y al momento, ya se encontraba a un lado de la puerta cerrada y de Ben, que la veía con la vista menos irritada que hace unos segundos— Es bueno ver que al menos te has calmado un poco.

—Si aumentas mi dolor de cabeza, me olvidaré de esa misma calma y te echaré de aquí. —.Curiosamente aquello no había sonado amenazante aun si el tono de su voz denotaba algo parecido, Ben arrastró a penas las palabras y las hizo sonar más como una frase mecánica llena de cansancio—. Ya estás advertida.

—Muy bien, no estés a la defensiva —Margaret notó aquello, por lo que suspiró aptetando los labios— En verdad estoy cansada de pelear contigo, no quiero que esto siga así. Quiero que hagamos algo.

Evitando el contacto visual, se dispuso a adentrarse en la luminosa sala y buscar asiendo en uno de los sillones principales; allí cierta cachorra se mantuvo ladeando la cabeza y moviendo la cola a la espera de la proximidad de su dueño, pero Ben a penas se movió de su sitio sino hasta que pudo relajarse y dedicarle a penas una mirada menos ruda de lo normal.

La plática no fue para nada tranquila, a pesar de que ninguno de los dos hizo algún comentario negativo con respecto a la situación. Ben y Margaret a penas se dedicaron unos pares de miradas entre tanto, con la duda encima y la defensiva como escudo. Era el mayor quien, siempre terco y orgulloso, no quería mirar más allá de lo que podía entender de todo; donde era ella quien disfrutaba de su incertidumbre y de los comentarios. Pero incluso si era así, sus pensamientos estaban tan disparatados que nunca se puso a pensar realmente en las palabras y en las explicaciones que no fueran algo que él creía saber.

—Tsk, entiendo, bien... —bufó llevando una mano hasta su frente, dedicando tiempo de serenidad a la cariñosa canina que se alzaba reposando las patas en sus muslos— ninguno de los dos quiere otra tontería más. No vale la pena hacer escándalo.

—Es lo que te estuve diciendo, no haría algo tan estúpido y bajo como estar repartiendo rumores sobre nosotros, y sabiendo las consecuencias que esto nos trae —espetó la contraria, mordiendo su labio—, mucho menos si es sobre Bennett... lo estimo demasiado, no podría sentirme bien al respecto.

Ben a penas le dedicaba vagas miradas, pero cuando lo hacía, una parte de si se dedicaba a pelearse con su recelo y con su terquedad; pues en el fondo no quería admitir que conocerla era la misma razón que lo tenía dudando. Ella podía ser cualquier cosa que pensara, podía tener carácter y ser tan impulsiva al igual que fría, como él, cuando así lo quería; pero del mismo modo, ninguno disfrutaba exponerse de manera indeseable y negativa, incluso si era para obtener algo con desesperación.

Lo sabía, pero a pesar de saberlo, le costaba confiarse de ello y creer.

—Huh, vale, suponiendo que estoy de acuerdo y en verdad te creo, entonces... —Ben frotó su sien— ¿cómo o de dónde se supone que salen todas esas capturas tan certeras sobre nosotros? —cuestionó, dedicando luego a mirar la pantalla de su celular— Porque definitivamente no soy yo a quien le gusta exponerse y sonreírle a medio mundo.

—Bien, creí que seguramente ya habías...

—He hecho algo al respecto, por supuesto que sí. —interrumpió chasqueando la lengua— Pero no quiero que siga pareciendo que me importa ocultar algo. He hablado de esto, y me jode.

—Sigues siendo muy obstinado. —, y ella se cruzó de brazos, notando como Ben parecía concentrado viendo la pantalla de su celular, sin dejar de a penas mover con suavidad su otra mano sobre la cabeza de la curiosa cachorra a su lado—. Mmh, está bien, he tratado de disipar las cosas. Bennett está lejos y nosotros estamos mejor, así que...

—Ugh, como sea...

—Ben, cielo ¿podrías dejar de ser un niño y dejarme hablar esta vez?

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Habiéndolo pensado mejor, y aun cuando Ben no confiaba del todo en la «amabilidad» de la fémina, una parte era segura; ambos eran esclavos de su popularidad y no querían que sus peleas personales terminasen por frenar nuevamente el trabajo de los dos. Ben se mostraba a ratos un tanto asombrado e irritado, no parecía que ella lo disfrutaba en serio, pero de que en cierto punto parecía saber algo, lo sabía.

Intentar hablar había solucionado un montón de cosas. Volver a casa tras una tarde de estrés y presión; recibiendo a una canina alegre, sentándose a leer la montaña de mensajes de Bennett que parecía estar llorando porque creía ser ignorado, era sin duda una calma bastante necesaria.

Haber creído que librarse por el momento de una de las fuentes de su distracción iba a ayudarlo a centrarse más en su imagen y en las producciones, en realidad no había sido una buena idea y tampoco de ayuda. Pues bien, le jodía darse cuenta que de a no ser porque tenía a la cachorra a su lado, entregándole lapsos de entretenimiento, Ben hubiese pasado el fin de semana bebiendo de nuevo, con un humor horrible encima y una barrera de apatía a su alrededor.

Con pereza se giró a mirar la siempre ignorada televisión cada que paraba en algún canal de programación nocturna sobre tonterías, torciendo los ojos ante el silencio que se había formado segundos después. Sin embargo, un punzón extraño que instaló una breve ola de nervios en su sistema, llevó a Ben a reaccionar por sobresalto ante la vibración de su móvil, casi al instante en que la antes calmada canina había saltado meneando la cola con la vista a su dirección.

No fue sorpresa que la sensación viniera de cierto mensaje en su tableto de notificación, a la misma hora, con él perdiendo el tiempo en la sala y de paso arrastrando a la somnolienta pero siempre enérgica cachorra a sus malos hábitos de sueño.

❝Hola, sé que es algo tarde, a penas voy a descansar, tengo mucho sueño pero sé que seguramente lo leerás ^^❞. a las 2:25 am.

Su vista se relajó y la mueca en su rostro dejó de mostrarse torcida, pero sabía ya, por bastante experiencia en las últimas semanas, que no debía ni tocar el teclado; pues Bennett era demasiado rápido escribiendo como para dejarlo contestar a sus mensajes de manera lineal. Por ello no se quejaba, de paso le ayudaba a pensar en algo que no sea responder una sola palabra.

❝¿Me has estado viendo? Soy famoso, salgo en la tele también B)❞. a las 2:25 am.

El oji-verde rodó los ojos con cierta gracia, ignorando los menos de diez segundos que le tomó llegar a otro mensaje, que tapó la pantalla de su móvil. «Bennett escribe demasiado rápido», se dijo Ben. De algún modo, era agradable leerlo a sabiendas de que el chico era alguien con muy mala concentración pasadas las dos de la mañana.

❝Ok, te va mi historia de hoy, porque fue un día extraño, hizo mucho frío y se sintió más mecánico de lo normal para mi gusto, pero me divertí un montón si. Jeremy lloró mucho porque hizo de asistente y tuvo que cuidar a mis bebés mientras ensayaba. Y Alan y Matthiew parecen sentirse inquietos con el clima de la ciudad, ladraron todo el día y estuvieron haciendo caritas de aburrimiento❞. a las 2:25 am.

❝Talvez es que empiezan a echar de menos a la pequeña Isabella, ellos no jugan mucho solos❞. a las 2:26 am.

❝Yo también la echo de menos, es muy linda❞. a las 2:26 am.

Ante lo leído, Ben hizo una mueca, sintiendo a la canina a su lado alborotarse y saltar a su lado, donde se reposó golpeando el sofá con la cola, levantó la vista con la cabeza encima de sus piernas y ladró.

❝Y a ti también❞.
❝Te echo de menos ><❞. a las 2:27 am.

«Oh, vaya». Leer algo que al inicio le pareció una tontería tan simple, de pronto le había hecho sentir bastante bien. En verdad, no estaba mal.

❝Hehe ¿y cómo estuvo tu día?❞. a las 2:28 am.

Su vista se detuvo en el último mensaje, donde Ben se encontró sufriendo una presión de nervios y ansías. Había esperado leer alguna tontería común en Bennett, quizá otro par de estupideces innecesarias que taparan su pantalla creando la sensación de abundancia; como diariamente había estado sucediendo estas semanas. Pero no pensó que la simpleza absurda y en menor medida, habrían bastado para despejar esas sensaciones que lo tenían abrumado.

❝Nada fuera de lo habitual❞. a las 2:30 am.

Respondió Ben, haciéndose los ánimos para continuar con la vista al teclado.

❝Y sí, he sabido sobre ti, tendría que estar muy desinformado para no hacerlo❞. a las 2:30 am.

❝Además, supongo que este bicho también te extraña, y a tu cosas esas igual❞. a las 2:31 am.

Al instante luego de haber dejado de presionar el teclado, recibió un ❝hey >:(❞. en respuesta, lo que lo obligó a torcer los ojos resoplando con cierta gracia; pues tuvo que enviar un nuevo mensaje corrigiéndose con el nombre respectivo de los perros de Bennett.

Ni siquiera consiguió continuar escribiendo cuando sólo se topó con esas tonterías provenientes de Bennett, mismas que creyó suprimidas por hoy. Poco a poco iban pasando de largos mensajes llenos de emoción, a discordantes frases y palabras que comenzaban a indicar el sueño que se apoderaba del menor. ❝Como sea, es tarde❞. Envió por último, buscando concluir el intento de charla entre ambos. Al hacerlo, Ben se apresuró a cerrar la App y apartar el móvil, pero por supuesto, Bennett era bastante persistente y él ya sabía lo que se venía.

Llamada entrante. Bennett.

«Por favor». Suspiró con fuerza, porque sabía que no era buena idea hablar con un somnoliento pelivioleta que usualmente no controlaba lo que decía.

—¡Hey! ¡hola!

Escuchar la voz agotada del mismo aludido chillar al teléfono, fue más que suficiente para hacer que Ben se recriminara no haber pensado siquiera cuándo es que levantó el móvil y contestó a la llamada. «No puede ser...». Pensó pellizcando su entrecejo, con la vista fija al frente y la mirada insistente de su mascota a un lado; que lo miraba con atención.

—Hombre, suenas horrible. No me llames... —voceó Ben, encogiendo los hombros. En respuesta obtuvo un jadeo sonoro del chico y un lloriqueo tan habitual que obligó al moreno de piel a morderse la lengua para evitar decir otra cosa—. Huh, bien, ¿qué pasa?

—¡Es que quería hablar contigo! ¿P-Por qué eres tan cortante siempre? —. El tono de voz de Bennett al otro lado de la línea seguía sonando lastimero, agregando cierto toque ansioso a la forma rápida en que además arrastraba las palabras—. Y yo... yo que te extraño mucho.

En respuesta a ello, Ben sólo pudo apretar los labios reprimiendo una reacción sobresaliente, aunque sabía que Bennett no podría verlo, seguro que podía esperar algo. Pues de tantas veces que tenía la voz ajena susurrando, llorando y riendo en su oído, había aprendido que el oji-escarlata era bastante bueno interpretando ciertos silencios y quejidos; y le hacía sentir tan expuesto que el menor lograse comprender cuando podía seguir hablando y cuando debía callar hasta obtener una contestación.

—Vamos, no es para tanto. —dijo Ben, buscando restar importancia con su tono de voz.

—¿Cómo que no? —. Y para el peliceleste que, aunque no quisiera demostrarlo, estaba poniendo atención, en realidad el tono de voz tan caprichoso y agotado de Bennett le resultaba bastante curioso, eso, y también extraño—. He estado genial, sí, p-pero sin verte a diario estos han sido los quince días más largos de mi vida, hum.

—Bennett, han pasado tres semanas y media.

—¡Eso es peor! S-Significa que entonces... no nos hemos visto por muchos más días; es tan difícil. —suspiró el menor, resoplando y volviendo a hacer ruidos que delataban su estado de agotamiento— ¿Cómo es que no te has olvidado de mi aún?

—Me molestas todos los días, y para mi pesar, te escucho casi a diario. —. Se encogió de hombros, deslizándose por el respaldar del sofá, manteniendo con ello a la canina tranquila a su lado al darle espacio para acostarse y exigir atención por igual—. Es como si nunca te hubieras ido, lamentablemente.

—¿En serio? —. Y aunque Ben no podía verlo, de algún modo sabía que Bennett se había animado un poco más tras hablar—. Mmh ¿y me has extrañado?

Otra vez esa misma pregunta; a lo largo de la charla y en múltiples mensajes, se había estado notando la insistencia del pelipúrpura por conseguir una respuesta afirmativa. Pero el pelicían no lograba reaccionar a tiempo cuando Bennett usaba ese tono de voz apacible y dudativo, creando un silencio prolongado que eliminaba todo rastro de confusión en su voz.

En el fondo Ben también sabía que Bennett esperaba oír una respuesta pronto o seguiría insistiendo. Pero le estaba costando más de lo habitual, pues había momentos en que envidiaba la facilidad del oji-carmín para decir o hacer lo que sentía y se le venía a la mente, sin pena alguna y sin restricciones. De alguna manera le gustaría tener esa facilidad para estar de acuerdo consigo mismo y expresar sin reproche lo que sentía; porque las emociones las tenía, y las ganas, también.

—Talvez... lo he hecho. —musitó, sintiendo el peso del silencio que le siguió a su voz, apretarle el estómago.

—¿Hacer... qué? —preguntó Bennett con curiosidad, luego de un tropezón de voz debido a la sorpresa al oír al mayor. Sin embargo, la ligera carcajada que escapó de sus labios obtuvo como respuesta un chasquito por parte de Ben— ¿Me extrañas también?

—Carajo... sí, lo hago. —masculló, con el móvil fuertemente presionado junto a su oreja.

«Está jugando conmigo». Pensó con cierta molestia, más que nada por lo fácil que se le hacía a Bennett tomarse confianzas y vacilar con él. Lo peor era que terminaba sintiendo tanta gracia, que agradecía que el menor no pudiese verlo ahora mismo.

—¿L-Lo haces? —. Y continuaba, soltando su emoción con tanta evidencia que terminaba por hacer a Ben olvidar de qué estaban hablando antes de todo esto.

—Bennett, no me lo hagas más difícil ¿quieres? —, inclinando la cabeza a un lado, buscando independizar sus emociones del ambiente que se había formado al teléfono, sólo para poder respirar con más calma sin sentirse abrumado por sus emociones—. ¿Qué más preciso quieres que sea?

—¿P-Por qué te cuesta tanto? Yo sólo... digo, no lo sé. —balbuceó, dejando escapar un ligero sonido, que Ben pudo interpretar fácilmente como un bostezo— Estoy algo cansado. Escucharte es agradable, t-tienes una voz... bonita.

—Gracias, no puedo decir lo mismo de ti.

—¡Mmh! A eso si lo respondes bien.

—Hah, es más fácil. —continuó, y finalmente, cuando su vista pasó del final de un programa aburrido al que no le había prestado atención, hasta la cachorra tranquila que le hacía ojitos dejando pequeñas lamitas sobre la tela de su pantalón. Pensó en que cada que la veía, ella le recordaba bastante a Bennett, sí—. Hey...

—¿Mmh...?

—Te extraño ¿bien? —dijo en un suspiro, entrecerrando los ojos al llevar una mano a la cabeza de la canina a su lado. Esbozó una sonrisa, y el jadeó lleno de ansías que escapó al otro lado de la línea, le hizo aligerar esa carga que presionaba su garganta—. En verdad que lo hago... es distinto oír de ti casi a diario, en lugar de poder verte.

—Yo... heh, esto... se sintió bastante lindo... —.la risita del pelivioleta inundó la línea, logrando amainar esos nervios que parecían envolverlos a los dos— bueno yo... también te extraño.

—Lo sé... —mencionó, con voz amena— Como sea, no es broma que suenas muy cansado. Deberías ir a dormir.

—No tengo tanto sueño... bueno, quizá sí, pero es que... quería que hablaramos un poco más.

—Bennett, hablemos mañana si tienes libre. —insistió Ben, no sólo por buscar una forma de acabar con la charla y la sensación tan abundante que le producía oír al menor, sino porque también era agotador escucharlo bostezar a ratos— Tu voz cansada suena realmente mal, es doloroso escucharte soplar al micrófono. Si no cortas, lo haré yo.

—Mmh bien, voy. Buenas noches, también deberías dormir —fue interrumpido por otro bostezo— y dale un beso... a la pequeña Isabella de mi parte ¿bueno?

—Ugh, no se si pueda, pero veré que hago. —contestó, fijando su vista en la alegre cachorra a su lado, que miraba como si supiera que hablaba de ella—. Buenas noches.

—Te quiero. —expresó con rapidez, consiguiendo un ligero silencio adicional, que acentuaba su respiración agitada y nerviosa—. L-Lo siento, ya voy a...

—Yo también, Bennett.

Terminó la llamada de una sola vez. No quiso alargar esto más de lo que ya... ni esperar la respuesta predecible y melosa de Bennett a ello o terminaría por sentirse más sofocado con sus emociones de lo que ya estaba. Ninguno de los dos podía verse directamente a la cara, pero Ben sabía que de lo penoso del oji-carmín que su mente reproducía, él debía de acercarse a eso.

Entonces, cuando pudo divisar el reflejo ansioso de su rostro en la pantalla apagada del móvil, presionó los labios con las cejas agachadas; era absurdo, era extraño y se sentía lejano. «Yo también... ¿yo también te quiero?». Oh, no sabía que era peor ahora. Talvez era muy tarde y estaba somnoliento, que decía cosas sin pensarlas tanto, o quizá, era que en realidad lo que le molestaba más era lo incompleta y ambigua de esa frase.

Lo quería, sí, pero no simplemente lo quería o le gustaba. Talvez era molesto no sólo haber peleado bastante por darle un nombre y ordenar sus sentimientos por Bennett, sino que ahora sentirse más incapaz de ser conciso con el chico, le resultaba mucho peor. Ya de por si la distancia estaba haciendo el resto, cuando el progreso que habían tenido no había sido suficiente.

—Mira, pulga, él también te extraña. —suspiró, pasando con pesar sus dedos por su revoltoso fleco, dejando escapar un sonoro respiro al acomodarse a largo del sofá cubriéndose parte del rostro con el brazo. La cachorra se había subido sobre él, y le miraba con atención mientras recostaba la cabeza sobre sus patas—. Y no, no esperes un beso. —agregó, palpando la cabeza suave de la canina con su mano libre.

Por otro lado. Del mismo modo cuando el sonido del tono de llamada finalizado cruzó por los oídos de Bennett, su vista pasó de incrédula a enternecida.

Ignoró que no pudo responder a eso, pero su rostro se había ruborizado al instante, dejando que una ola de calor aliviara todo su cuerpo, reemplazando el sueño con regocijo y sofocación. «Yo también, Bennett», recordó, y no evitó dejar escapar una sonrisa de conformidad, dirigiendo su vista a un lado, tras llevar el móvil a su pecho sintiéndose relajado por esas palabras.

Estaba oscuro y en verdad era tarde para él. Se encontraba en la sala de la residencia donde se estaban hospedando en la ciudad. A pesar de ser el unico despierto a esta hora, sin siquiera tener la intencion de levantarse hasta ir a la cama, se sentía acompañado por sus dos fieles mallorquines, y Jeremy, que se había acostado en el sofá contiguo en un intento por protestar hasta que él se fuera a dormir a la habitación.

Vaya, cuando lo pensaba mejor... sonaba tan penoso de su parte. Usualmente el tiempo pasaba con rapidez cuando tenía bastante que hacer en su carrera como artista musical, por lo que no le preocupaba de lo que pudiese perderse o no cuando estaba lejos. Sentir que algo faltaba ahora, le indicaba que estaba muy acostumbrado a ese hombre tan borde al que tuvo que presionar para conseguir el afecto que ansiaba. Le apenaba un poco más, pero el resultado era el mismo y el proceso era menos tardío.

—Heh, me quiere... —sonrió amplamente, acomodándose al lado, hasta conseguir que uno de sus perros se acercara a olisqurar a su dirección. Así que aprovechó y dejó un beso en la cabeza del perro adormilado que terminó por acostarse junto a él—. Es muy lindo, en serio... yo también lo quiero mucho.

—Amigo, lo sé. —Le interrumpió Jeremy a un lado— Pero quiero dormir...

—Oh, Jeremy... perdona.

•~•~•~•~•~•~•~•~•
¡Hola, he vuelto, está vez si que sí!☆

Lo había dicho en el tablero, pero lo digo aquí; lamento haberme desaparecido sin anunciar nada por aquí ni en ningún otro lado. Pero ya estoy aquí, oh sisi!

Recientemente tuve que cambiar de celular, así que si notan un cambio un tanto abrupto en la forma de la narración o algo así, es porque me estoy acostumbrando al nuevo teclado gg

Siendo sincero, este aire nuevo hizo que la historia volviera a emocionarme, siento que traer capítulos más concisos y con más interacción, hará que la historia comience a avanzar mejor ahora que se estarán resolviendo muchas cositas👀

Soñar no cuesta nada, pero una de mis metas es lograr terminar esta historia al menos este año QvQ)9

Lo sé, se me hará muy difícil despegarse de estos personajes tan bellos, de mi Bennett todo risueño y mi Ben orgulloso; pero el tiempo en que no he escrito (el cuel fue demasiado), me hizo darme cuenta de que no puedo seguir evadiendo el tema de la historia y haciendo sufrir a Ben y Bennett en un bucle donde no llegan a nada x'd

Así que, incluso si no lo logro, que sepan que como en todas mis historias, no forzaré nada que no le quede y haré lo posible por darles la mejor calidad que pueda TvT<3

En fin, creanlo o no, tenía la mitad del cap escrita desde hace muchisimos meses jsj, así que seguro el cambio se va notando en el cap!

La parte del final, fue la que más amé, me costó un montón acabarla sin emocionarme yo sola x'D!

Va, eso es todo, ya saben como era esto;
No olviden votar y comentar que tal les pareció y eso, los estaré leyendo.

Nos vamos a estar leyendo super pronto en más actualizaciones de esta y mis otras historias uvu★

Nos leemos!
Bye;

       「NiakuTan」

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