•°~°Capítulo 53°~°•

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No es como si Bennett no estuviese enterado de todo aquello que se solía mencionar sobre él, y que era muy ajeno a su trabajo. Habían tonterías muy ingeniosas persistiendo aún, pero eran de inmediato opacadas por los buenos comentarios que recibía en cada parada y publicación, así que no se preocupaba mucho en realidad.

Lo cierto, era que al menos para él, nada era distinto a lo habitual, y agradecía, sin duda, que la pasión que sentía por su carrera musical era suficiente para hacer que cada semana, pareciera convertirse en un sólo día.

No era la primera vez que debía viajar bastante, aunque pareciera que siempre fuera su primera vez pisando un escenario nuevo; en realidad estaba más que acoplado a los cambios de ambiente, y a cada nuevo desafío fuera de su zona de confort. Sin embargo, había algo más que novedoso; y era que estaba mucho más emocionado por el hecho de poder comunicarse con Ben, de poder oír que tal iba su día y saber que todo ya marchaba mejor que antes.

Le costó como nunca, no era fácil lidiar con la distancia y la presión que se generaba al no poder estar allí del todo. Ben era reacio y poco cariñoso para hablar, divagando de manera constante al tratar de expresarle confianza; mientras disfrazaba emociones con dejes de orgullo y se limitaba a sólo responder. No estaba mal, al menos, ninguno de los dos se agotaba al tratar de adivinar que pensaba el otro, cuando los tonos de voz eran más que obviados y recibidos.

Bennett estaba muy al tanto de que era un chico insistente, pues si él ansiaba afecto, quería recibirlo, aún más si después de todo sabía con certeza que el sentimiento recíproco no había disminuido ni flaqueado. Por lo que la mayor muestra de aprecio que podía recibir del peli-cían, -generalmente cuando este estaba bastante aburrido de sus múltiples intentos de «obligarlo» a expresarse-, eran palabras suaves y afectivas bañadas con apatía, que comparadas con un «Deja de joder», no se quedaban atrás.

Sus problemas tampoco estaban de más, eran los mismo de siempre, nada le molestaba y nada era relevante para ser notado. Tenía una forma de lidiar con ello, y si funcionaba, estaba bien para él.

Jeremy se portaba bastante distinto a lo habitual y lo mantenía alegre cuidando de sus perros. Pues el mayor era la clase de persona que se reía fuera cual fuera la situación; mantenía su vibra socarrona y su gracia burlesca y floja en todo momento, lo que ayudaba bastante en ocasiones. Y tenerlo a su lado manteniéndolo informado, aprovechando ciertamente la oportunidad para colarse en sus fotos, era mucho más relajante de lo que parecía ser.

Después de todo, era el único con quien podía hablar abiertamente de su vida personal sin sentir pena de ello. El peli-cobrizo estaba ahí para detener los nervios que se aferraban a él, cada que leía artículos que señalaban a la ex pareja con emoción tras el desmentir de los ya pasados rumores.

Jeremy estaba ahí cuando no podía dormir esperando un mensaje de Ben, y estaba ahí incluso cuando lo hacía. Porque Bennett era capaz de llevárselas muy bien solo en su área laboral, pero era un desastre sosteniendo sus emociones cuando eran tan fuertes e inestables.

—Jeremy, no sabía que podías hablar alemán. —. Curioseaba Bennett tras mirar como el aludido se había detenido a charlar con un montón de personas, en búsqueda de distracción mientras se dirigían a la salida de la residencia del sector.

—¿Cómo que no? —inquirió soltando un ruidoso suspiro de relajo cuando pudo acomodarse con confianza en el asiento del vehículo donde se encontraban los demás integrantes—. ¿No recuerdas que me fui a estudiar a Suiza antes? Si era obvio que tenía que aprender a fuerzas al menos un idioma o me hubieran hecho bullying.

—Oh, verdad. Aunque no sabía que en Suiza se hablaba alemán. —Bennett ladeó la cabeza, causando que con ello el peli-naranja asintiera y a un lado, uno de sus compañeros dejara escapar una risa.

—Pues sí. Te hace falta prestarle más atención a las cosas... te hará bien saber tantito más. —en una risita, se apuntó a si mismo con orgullo—. Te lo dice tu amigo Jeremy, el bilingüe.

—Pero si hablas más de dos idiomas no eres bilingüe. —continuó el peli-malva aun más confundido.

—Ya, como sea que se diga, déjalo así. —dijo Jeremy, achicando los hombros—. Quiero sentirme superior.

—Bueno, es cierto, yo aquí apenas puedo dominar el español... eres superior en eso. —le dijo Bennett con calma, rebuscando su celular entre sus cosas.

—Aun siguen en pie mis clases todos los jueves. —animó el contrario.

—Me gustaría, pero generalmente sólo me enseñas a maldecir primero. —respondía con gracia, consiguiendo otra de esas sonoras carcajadas del peli-cobrizo a su lado. Miró la hora, y mientras paseaba su vista por los demás integrantes de la banda charlando entre sí, apretó los labios.

—Es que necesitas saber maldecir primero, sino no vas a sobrevivir en el mundo. —contestaba, palpando la espalda de un ahora ansioso Bennett, que pegaba la vista al celular.

—No creo... que necesite hacer eso.

Jeremy hizo una mueca llena de gracia, queriendo agregar más cosas para relajar al guitarrista; pero en cuanto lo escuchó jadear de las ansías y sonreírle al teléfono luego de un: «¡Sí, respuesta!», que Bennett soltó con ánimos, Jeremy no se sintió con el coraje de interrumpir al peli-violáceo en su momento de charla textual con su querido y amado hombre.

A este paso iba a terminar teniendo el trabajo más agotador de todos, siendo que su idea principal había sido colarse en el tour y tomar foto de todo lo que pudiera. Aunque al final, había terminado haciéndolo muy poco y se dedicó a acompañar a Bennett en todo momento. Pues este chico tendía a ser demasiado revoltoso: llamaba la atención y causaba problemas siempre que se vieran obligados a darle en el gusto, casi tanto como a los dos perros de este, aunque los animales resultaban portarse mucho mejor que su dueño; pues estos estaban más que acoplados a los viajes y a las multitudes, y eran muy tranquilos.

❝Acabo de terminar de darle un baño a este bicho, estaba ocupado, así que deja de ensuciar mi pantalla con tus caracteres sin sentido❞. a las 7:21 pm.

❝Son caritas llorando :'(❞. a las 7:22 pm.

❝¿Lo son?❞. a las 7:22 pm.

❝¡Sí! Se nota que casi no usas tu celular, lloro porque no me respondías desde hace dos días❞. a las 7:23 pm.

❝Tengo cosas que hacer también ¿sabes?❞. a las 7:24 pm.

❝¿Y ahora estás libre para hablar conmigo? :>❞. a las 7:24 pm.

❝Sí, eso creo❞. a las 7:26 pm.

La mirada de Bennett se suavizó en cuanto pudo leer otro mensaje, seguido de otro, y otro más; siempre cortos y en palabras fijas que parecían no requerir el tiempo entre cada notificación.

Ben se tardaba siempre en responder, incluso si estaba en línea. Al pelimora le causaba gracia imaginárselo peleándose consigo mismo, mientras pensaba en qué contestar para no sonar tan cortante.

Porque sí, Bennett se había quejado acerca de eso, y al parecer había funcionado de algún modo. Ya no recibía un ❝Bien❞, cada par de segundos, en signo de que la conversación terminaría allí.

Como consecuente, a Bennett le resultaba gracioso como el peliceleste parecía tomarse su tiempo entre cada mensaje, como si pensara demasiado en ello; generalmente le hacía creer que el «escribiendo», traería como resultado algún mensaje largo, pero no, tendría que tener suerte para recibir un monólogo como respuesta. Debido a que los mensajes cortísimos y los vistos, ya no formaban parte de su desgracia.

Bueno, fuese el tiempo que fuese, la sonrisa en su rostro no se iba a ir por un par de minutos de espera; un par de interminables minutos de espera. Bien, eran muchos minutos. Estaban siendo demasiados, se desesperaba, no podía con ello.

—Te aconsejo que te sientes derechito y dejes de hacer caras extrañas. Te va a contestar, déjalo ser un rato y espera, mi amigo. —aconsejó su siempre tranquilo y agraciado amigo Jeremy a un lado, dejando caer su mano sobre la cabellera despeinada del guitarrista.

—Yo sólo... ¡Ah, se desconectó, ¿por qué?! —chilló Bennett alzando el móvil, volviendo a mirar a un lado. Sin importar las miradas fijas y agotadas del resto de los integrantes.

—Bennett, no estamos tan interesados en tu romance con Benjamín. Guárdalo para ti, que penoso es mirarte ahora. —voceó el baterista, con la vista pegada a la ventana.

—¿No estamos interesados? —dudó el cantante.

—No, no, esperen... parece que ya le contestó. —el bajista se acomodaba las gafas, girando su vista hasta el pelivioleta que sonrió y casi saltó de su sitio al mirar su celular.

—Sí, a mi también me interesa.

—Oh hombre, Bennett es muy expresivo, mira, parece que le enviaron algo bonito.

—Uh qué suerte... creí que era el único que estaba de chismoso. Como me alivian tus compañeros, amigo. —con sumo relajo, Jeremy sonrió haciéndole un gesto positivo al resto de la banda, mientras bajaba la vista a la pantalla del celular del muy distraído y emocionado Bennett.

«Oh...». Tras un silencio y una sonrisa que ciertamente nadie quería seguir viendo, Bennett apretó los labios llevando una mano a su pecho. Soltó un reprimido sollozo, deslizando su vista iluminada por la ternura, hasta la imagen que tenía en la pantalla.

No había creído que tras hablar -si es que podía llamarlo así-, de tonterías sobre lo mucho que ansiaba verlos a ambos, iba a recibir alguna respuesta que no fuese evitada como siempre, pero no.

Allí en la pantalla tenía una reciente e iluminada fotografía, en donde se podía apreciar a una contenta cachorra sentada con gracia sobre la alfombra; se notaba su alegría y el movimiento eufórico que estaba haciendo con la cola: pues el enfoque borroso en esa área demostraba que no paraba de crear movimiento. También podía notar su brillante pelaje adornado por un collar púrpura sosteniendo una placa plateada en forma de hueso, que se dejaba ver debido al curioso orden más corto del pelaje color miel de la canina.

Bennett ansío poder estar allí por unos instantes, para acariciar a ese pequeña y preciosa cachorra. Quiso estar allí, pero la sensación de alegría le recorrió aún más cuando obtuvo un mensaje a parte, que decía: ❝Ya la puedes ver, no dejaba de fastidiarme y no iba a tomarle una foto estando despeinada❞. Y ese mensaje, terminó haciéndole sentir que el tiempo se hacía más pesado cuando se ponía a pensar en ello.

Él quería estar allí, se imaginaba a Ben rabiando por tener que asear a la canina; recordaba algunas oportunidades donde lo escuchaba maldecir al tener que cambiarse de ropa, cada vez que debía atender a la pequeña cachorra. Lo recordaba decir tonterías y ser frío para hablarle, pero mientras eso ocurría, la acariciaba y le entregaba algún juguete, podía ver sus ojos verdes brillar con atención, y con cariño.

Ben quería mucho a esa cachorra, y él estaba feliz de saber que el pelicían estuviera dispuesto a alivianarse con ella; porque Bennett en realidad no era indiferente ante la similitud que el oji-jade solía ver entre la Retriever y él. Era algo que le alegraba saber.

«Ella es revoltosa y gritona igual que tú. Así que tampoco estoy descansado de ti, o lo que sea». Recordó a Ben decirle, cuando hablaban en una llamada; siempre tarde y con mucho sueño, pero nunca olvidaba una sola de esas conversaciones. «Cuándo la veas acuérdate de mi entonces». Y Bennett sonrió al responder. No se enorgullecía de su tono meloso y acentuado de voz, mismo tono que parecía gritar: “¡acuérdate de mi, no me olvides!”. Tan dramático, que sabía que el suspiro que obtuvo como respuesta, en realidad era más de sorpresa que de fastidio.

—Usualmente no es expresivo con nosotros, pero mírenlo ahí, actuando como niñita. —risoteó el cantante, que colaba una de sus manos por su cabello, peinándose.

—Déjenlo, él trabajó mucho esta semana. Vamos a aprovechar el descanso también. —como siempre, solía ser el bajista quien sonreía atento, buscando distraer la atención del resto de la banda hacia el más joven del grupo.

—Vale, tan sólo espero que deje de ignorarnos por su teléfono después.

—No, compañeros, les digo que eso no se va a poder... —.Dando repetidas palmadas en el hombro y espalda del peli-mora a su lado, Jeremy sonrió un tanto agotado, y continuó—, no por ahora.

Bennett volvió a lloriquear para sus adentros. Todo lo que estuvo a su alrededor dejó de ser relevante durante el rato que se quedó con la vista al teléfono. Hubieron unos momentos en que se pasó por su galería mirando algunas imágenes y extrañando tener un descanso para jugar con sus perros, y hubieron otros momentos en que le hubiera gustado poder oír la voz orgullosa de Ben diciendo que no se emocionara por pequeñeces.

•[▪]•

Los días no se vinieron con cambios significativos. Sin embargo, para Ben la idea de tener que lidiar con la misma mierda una y otra vez, usualmente aprovechando sus respiros como personaje y como artista, se estaba volviendo algo tan rutinario de nuevo; pero con distintas experiencias y sensaciones que ahora lo tenían pisando con firmeza y la mirada confiada.

Talvez no muchas cosas eran distintas, él seguía entrando y saliendo del estudio, como si su importancia fuera la más relevante. Peleaba con los mismos compañeros de elenco que pretendían vacilarle. Se reía internamente de las tonterías que hacía Fabian cuando agregaba sus toques improvisados a las tomas, y solía alejarse de los comentarios que traían al presente ciertos nombres y situaciones que prefería ignorar.

Sí, ese era él; no habían muchas cosas diferentes a lo habitual, lo cual era un alivio y un fastidio a partes iguales.

Él era una persona recelosa, no dejaba pasar algo que le molesta y que tenía que ver con o algo que le importase. Se consideraba alguien muy firme, siempre, le importaba bien poco lo que se dijese de él mientras no fuese algo que afectase su imagen, y de ser así, sabía como manejarse con ello y como manejar la causa de su situación. Por eso mismo, en su momento no pensó en hacer algo, ni siquiera lo tomaría en importancia, pues no era que no pudiera manejarlo con algo de serenidad, si lograba calmarse.

Pero aun recordaba los artículos, se veía a si mismo enojado por la precisión de los comentarios y lo bien sostenidas que estaban las divulgaciones. Bennett no había estado equivocado con respecto a su actitud ante los medios, y a pesar de que este se notaba un chico negativo y despreocupado, el tiempo antes de marcharse, se había quedado a su lado y le había hecho olvidar lo molesto que se sentía consigo mismo y con todo aquello que abrumaba sus sensaciones.

—¿Por qué? ¿en qué estabas pensando? ¿qué sucede contigo? —. Recordó a Margaret, que con la mirada incrédula sobre una apenada mujer de llamativa cabellera rosada, se había atrevido a hablar antes que él, una vez encontraron la fuente que se involucraba externamente con ciertas divulgaciones e imágenes.

—No es lo que crees, yo... sólo tenía que... de algún modo debía ayudarte ¿no? Estoy harta de seguir esperando a que reacciones. —, y ella balbuceó. Siempre adoptando una postura defensiva y recta.

Ben sabía que incluso si podía hacer algo, Margaret ya lo estaba haciendo. Y debía de hacerlo, no estaba dispuesto a pasar por otro escándalo estúpido, aún más, por un par de mujeres que ya lo habían estado fastidiando tanto.

—¿Qué, tenías qué? ¡No te pedí nada! ¡no es una ayuda! ¿cómo pudiste creer que yo...? Huh Melisa. Esto... oh cielos, ¿sabes lo complicado que nos ha sido todo esto? Tú...—. Recordaba que la pelimiel se había mostrado enfadada y decepcionada, en un intento por aún mantener la postura, pero encarándola a la entrada de una editorial de revista, mientras llamaba a su agente.

Ben a un lado, fruncía el ceño, presenciando a dos mujeres que parecían discutir frente a un espejo. Él ya no notaba alguna diferencia entre el carácter de ambas, ni en las excusas que se daban la una a la otra buscando explicarse.

No había sido tan difícil encontrar la raíz de varias de sus inquietudes, Ben no se sintió asombrado de conocer la motivación de aquella mujer. Aun si ambos seguían confundidos por las razones y los medios que habían traído varios de los chismes que, incluiso viéndose muy reales, no habían sido y no eran del todo ciertos. Pero ya no eran un problema y poco le iba a importar si nada pasó a más escándalos de los que ya.

No había más excusa y el proceso fue todo un lío cuando llegaron los días posteriores a todo el embrollo; pero no había salido nada mal, Margaret era buena para salir en público, y Ben siempre sabía que hacer cuando debía evadir preguntas.

—No me extraña, esa mujer tan bruta nunca fue de mi agrado... —Había dicho Ben, a los días en que todo rastro de malos comentarios había sido disipado— y sinceramente también me es complicado poner algo de confianza en ti aún. Después de todo, ustedes dos eran amigas.

—Ella no... —dijo Margaret. Ben hizo una mueca, y ella le había seguido cuando ambos se detuvieron, frente a la puerta del departamento donde residía el mayor— Lo sé, también fue mi culpa y no debí. No pretendo que esto termine creando más malos entendidos... ya es bastante difícil haber tenido que actuar contra una persona que quise mucho.

—Ya sabes lo que se siente.

—Bien, s-sé que estuvo mal, pero no sabía que podría llegar a este punto...

—Me recuerda a cierta mujer despechada que no entiende un «no» por respuesta.

—Benjamín...

—Vamos, es cierto. No creas que no me di cuenta lo resbalosa que eras y que te salvaste de no ser parte de lo que pasó. Porque ella siempre hacía lo que te convenía. «Oh, tú no sabes, Ben es tan malo, no es bueno para Bennett, sé que debo hacer algo». —había citado Ben, rodando los ojos con disgusto. Sin un sólo gesto más que un chasquido seguido. Tras entrar al departamento, hizo pasar a la mujer junto a él, como si la indiferencia entre ambos fuese mucho menor. Una vez dentro, continuó—. Es bastante desagradable enterarme de que estuve en una relación con una mujer que me despreciaba tanto.

—No es de ese modo, nunca te he despreciado. Eso estuvo fuera de contexto ¿bien? —dijo ella, encogiéndose de hombros— Pero también sabes que no estoy equivocada.

—Equivocada o no, no es asunto tuyo. —No recordaba si había sido poco hospitalario o no, pero Ben había pasado de ella y sólo la dejó sentarse en el sofá con una postura apenada. Mientras iba a atender a aquella canina risueña que le había esperado durante la tarde—. Si quieres seguir lastimándote con tonterías, hazlo, pero deja de meterte en la vida de otros.

—No es lo que intento. Yo sólo esperaré... lo suficiente, supongo.

—Ahá. —chasqueando la lengua, Ben por un momento, sólo tuvo ojos para su compañera canina, que no podía esperar por que llenara su plato con comida.

—Es sólo... que muchas veces te olvidas de que tienes a alguien a tu lado, no deberías ser tan indiferente con él tampoco. —Ella había suspirado, dejando que la imagen irreconocible de Ben acariciando el lomo y cabeza de una cachorra de mediado tamaño, le hiciera temblar ligeramente en sus palabras—. Y si... si algo va mal, yo seré una buena amiga.

—Oportunista y cínica. —refutó Ben devolviéndole la mirada con molestia. Margaret presionó sus labios, frunciendo el ceño— ¿Qué? No es una mentira, dejaste de actuar como yo quería, según tú, pero hay cosas que tampoco han cambiado.

—Bien... talvez, pero...

—Como sea, ya no me importa.

—Oh, esto es tan extraño. —Margaret suspiró. Ben rodó los ojos y al final, se había sentado frente a ella, ofreciéndole un té— ¿No estamos ya en buenos términos?

—Lo estamos —asintió, con la mirada impasible—, pero no somos amigos, porque yo no tengo amigos, Margaret.

—Ya veo... pues te hacen falta.

Recordaba que las cosas habían continuado siendo muy distintas, complicadas, pero no se sintió con el disgusto inmaduro de no tener que lidiar con lo que le molestaba. Por supuesto, no intercambió demasiadas palabras con la peli-miel después de ello, aunque tampoco hicieron falta cuando ya habían dicho lo necesario.

Muchas de sus sensaciones hoy en día eran desatinos absurdos, que poco a poco acomodaban su personalidad y lo tenían reconstruyendo varias de sus emociones.

La lejanía lo tenía ansioso, pero había sido capaz de aprender de ello durante el tiempo que pasó, y logró reforzar varios de esos aspectos que antes creyó, eran debilidades.

Por ello, era que pronto, sus emociones lo tenían plagado de inciertas costumbres propias, cuando aún estando físicamente solo era capaz de sentirse pleno poco a poco. Cuando el silencio del departamento era sepulcral y una cachorra se encontraba recostada sobre su cama canina cerca de los ventales. Ben se dedicó toda una nueva noche, a replantearse los estragos que tenía en la cabeza; a sacar de estos la imagen incómoda de su yo inusual para recrear un bonito marco en el cuál había puesto a Bennett.

Cometiendo faltas y faltas, se hallaba entre inadvertidas emociones, sabía lo que estaba haciendo, y de algún modo el desacierto entre sus acciones refiriéndose a lo independiente de sus pensamientos, lo tenía jodiéndole los sentidos y de la misma forma, sabía que Bennett se llevaba una parte difícil consigo. Pues él estaba tratando de demostrar que estaba allí, y que podía poner de su parte ya que la distancia había mejorado la forma en que se comunicaban.

Todo esto lo tenía repleto de incógnitas, y tratar de remediar equivocaciones con palabras y miradas no servía cuando notaba en esos ojos profundos, una ilusión que iba más allá que el vacío entre el hombre genuino que podía ser, y el hombre que le estaba presentando al menor.

Porque lo hizo, prometió cambiar, trató de cambiar. Algo en él era distinto últimamente. Joder, si que era muy distinto. Como el sentir esa fuerte necesidad de mirarlo a los ojos, como si le pidiera permiso por algo. Cielos, es que en verdad extrañaba esa presencia tan energética, su risa y su voz tonta, o la forma en la que de pronto parecía dejar de tener miedo y era el decidido chico que podía hacerle sentir cómodo. Era una experiencia tan abundante en emoción, que lo tenía subiendo en calma y a la vez parado en un terreno endeble que le jodía pisar.

Posiblemente aún peleaba consigo mismo, negociando racionalidad con su orgullo y amaestrando esa altanería cada que el pelivioláceo era parte de su radar cercano. Pero las razones eran diferentes, y sus metas también.

—¿Estás ahí...? —inquirió la voz de Bennett a través de la línea telefónica. Esta sonaba cansada, pero alegre— ¿te... te dormiste? —Hubo silencio, Bennett suspiró— ¿Tengo que desearte buenas noches? Si te digo buenas noches m-mientras estás dormido ¿me escucharás? No quiero... no poder despedirme entonces ¿tengo que enviarte un mensaje y lo lees mañana? Hey... hey, ¿hola?

«Tan insistente...». Pensó Ben cuando a penas había notado que se encontraba al teléfono aún.

Había estado escuchando a Bennett platicarle acerca de lo que había hecho en su última parada, sobre sus perros y lo muy entretenido que había sido participar en los eventos recientes de música. Luego empezó el silencio y Bennett se entretuvo contándole el itinerario próximo y que estaría en el festival musical de la capital el mes próximo. Y fue entonces, en que la idea de pronto estar bastante cerca lo hizo divagar.

Cielos, era mejor que contestara o el menor iba a seguir titubeando. Era una molestia enorme escuchar a Bennett enredarse sólo sin saber que decir, con la voz temblorosa y apenada. Podía tenerle mucha estima, pero era insoportable...

—No estoy dormido. —contestó sereno— Me quedé pensando...

—¡Ah, sí! ¿Y en qué...?

—En nada, no preguntes.

—Uh, bueno, no pregunto. —jadeó inquieto— Vaya, qué suerte... creí que te había aburrido. No es tan tarde, m-me asustaría mucho si durmieras a esta hora heh. Yo... mmh yo... ¿dónde... me había quedado?

—Vale, escucha; llevamos al menos media hora, has hablado sin parar y aún pareces no saber que decir. Me has repetido lo mismo al menos tres veces. —dijo Ben, subiendo la vista al techo en búsqueda de distracción.

—¿En serio? Lo siento, yo... sólo queria hablarte, y que me hablaras. —la voz de Bennett disminuyó un momento, y tras un silencio, volvió a hablar— Es que extraño... te extraño, sí.

Ya habían pasado por eso, el pelimora estuvo un buen tiempo acentuando que daba igual si eran algo o fuese lo que fuesen, pues él sólo quería escuchar algo lindo de vuelta, y a Ben le costaba demasiado, porque no sabía que otra cosa decir. Responder de vuelta hacía de Bennett un manojo de nervios, pero tras un rato, volvía a insistir y se transformaba en un chico cursi que tendía a fastidiarlo, pues parecía saber exactamente qué era lo que le molestaba.

—Sí, Bennett, supongo que yo también te extraño ¿bien?

—¿Supones?

—Joder, voy a cortar.

—¡N-No, no! Heh lo siento, es que... aún es sorprendente, es todo. Estoy c-contento de oírte decirlo sin tardar tanto, se siente... tan lindo. —Bennett inspiró, y luego dejó escapar una suave carcajada— Significa mucho para mi, en serio. Te quiero...

Ben se quedó en silencio después. No le costaba nada responder, él sentía lo mismo y no era algo nuevo que Bennett fuese quien terminaba alguna frase con palabras cariñosas, siempre esperando que él no evadiera responder. No es que no pudiera hacerlo, pero ¿cómo iba a lidiar con la consecuencia de ello? Era tan... extraño.

—Lo sé, yo... —hizo una pausa. El aire se sintió pesado, pero en cuanto su vista volvió a recorrer la sala iluminada únicamente por la luz que atravesaba el ventanal, respiró profundo— yo también.

Si que complicarse la vida más de lo que ya estaba, era lo suyo, sin duda. Eso no le había costado tanto como las últimas veinticuatro veces que lo intentó.

—¡Oh~!

•[▪]•

Entre el verano y el otoño, los festivales eran eventos recurrentes en varios sectores renombrados. Ben detestaba tener que participar en algo que no le gustaba, pero era un hombre tradicional y fácil de convencer cuando el área pública le traía beneficios a su carrera artística. Por supuesto, debido a que su papel tenía muchas más apariciones llegada la fase final de la temporada, no había tenido demasiado tiempo para prepararse mentalmente antes de ser invadido por la sobrecargada en su agenda.

Y estaba en verdad, abrumado por el poco tiempo que podía dedicarle a la canina que lo esperaba en casa.

«No puedo apreciarla en la foto, pero seguro que ha crecido un montón ¡ya quiero verla!». Recordó a Bennett, cuando se veía obligado a enseñarle el bienestar de la Retriever, recibiendo chillidos y palabras tontas en respuesta. Pensando en ello, el oji-jade ya no estaba seguro de si debía dejar de atender llamadas. Tenía noticias y reseñas constantes de Bennett, y usualmente este estaba muy ocupado, pero no quería admitir que se le complicaba hacerse un espacio para gastar sus noches de descanso en llamadas sinsentido.

«Espérame, le pediré a Jeremy que me cubra con William...», de nuevo la voz de Bennett estaba en su cabeza, y por experiencia, había sabido que ese tono de voz tan seguro y ansioso, no traería buenos resultado para él, al menos, no de esos que podía manejar, «¡bien! entonces estaré allí en... al menos una semana para el festival. Tienes que estar ahí».

No faltaba mucho para eso. Carajo, no faltaban ni dos días. No, ya no faltaba casi nada, porque había llegado el fin de semana y él no pudo concentrarse en nada.

Ben había pasado por bastantes cosas a lo largo de su carrera, era capaz de aprender de cada papel y de manejar sus tiempos para no perderse en si mismo cada vez que debía ser alguien ante el público. Pero, vaya que este último año, contando desde que todo lo que creyó «perfecto» se fue al carajo, había sido la cosa más caótica en su vida. Ni dejar varios de sus intereses por una mujer, ni tener que enfrentar la mala postura familiar, ni siquiera haber tenido que aceptar su atracción por otro hombre, nada de eso había sido tan complicado como el hecho de tener que esperar por algo que quería...

Si le había costado tanto aprender a encontrarse a si mismo, aun si no podía ser sincero del todo, cuanto menos quería lograr ser capaz de disfrutar del lado bueno que las consecuencias de sus sensaciones le habían traído. Podría funcionar, el estigma social y la conciencia personal le habían estado pesando y jugando en contra miles de veces, y ya lo tenían asfixiado.

Hizo demasiado por algo que en su momento nunca fue necesario ni valió la pena en su actualidad, pero quería poder hacer lo suficiente por lo que podía y quería tener, no por una razón egoísta, sino por una razón mucho más sincera.

—Oh, en serio no puedo esperar para verte, llegamos hace unas horas. —Bennett, emocionado hablaba a traves de la línea telefónica de nuevo. Ben estaba tan acostumbrado a ello, que ya no se hacía problema en continuar con sus labores mientras lo escuchaba hablar—. William estuvo toda la mañana platicando con los patrocinadores y los organizadores. Hah, es un charlatán y sólo soy su favorito cuando tiene que alardear... hasta nos tomamos fotos juntos, es un tipo tan raro. Me trata como una reliquia cuando le conviene.

—Sí, pues... eso no es nada nuevo. —respondió Ben. Estaba tratando de sostener el teléfono cerca de su oído mientras se esforzaba por sujetar a una eufórica cachorra a la vez, por lo que su voz sonaba un tanto presionado— Eres una molestia revoltosa, pero eres bastante bueno y tienes que sacarle provecho ¿no?

Suspiró, el día lucía precioso, un sol luminoso inundaba de tonos cremosos la sala del departamento, gracias a los rayos que atravesaban el ventanal, podía notarse el viento soplando con insistencia, las hojas de las altas plantaciones se mecían. Era de esos pocos días en que el ambiente llamaba a estar fuera, y era exactamente lo que quería hacer; sin embargo, la complicada Labrador le dificulta todo más, no dejándose sujetar para poder acomodar su pelaje.

—Vaya, pues si lo dices así me gusta más como suena. —decía Bennett, su voz sonaba más alegre—. Hey... yo... sabes que estaremos al menos unos días antes del festival y... tu dijiste... Bueno, yo tengo un espacio estos días.

—Genial, no lo gastes estando al teléfono. Con lo mucho que hablas y lo gritón que eres, te lastimarás la garganta antes de tiempo. —recomendó el pelicalipso, soltando un ligero chasquido cuando tras lograr sostener a la canina, esta se removió pegándole en el abdomen con la cola.

—Mmh... yo pensaba que...

—Lo sé, Bennett. —. Ben decidió sostener el móvil entre su hombro y oído, difícilmente alcanzó a atrer a la canina, quien se sentó enseñando la lengua. Suspiró, y cuando se relajó, decidió dejar de hacer a Bennett jadear de los nervios en espera de una respuesta—. Sabes que estaré allí.

—¿E-En serio? Oh yo... no puedo esperar, es que...

—Sí, sí. Sólo deja que me encargue de esta pequeña molestia antes, no puedo dejarla sola, y necesita un paseo. —anunció el mayor, apretando los labios, con la vista rígida sobre la Retriever, que se ponía en una posición juguetona al verlo tomar el cepillo para perro— Ugh, ven aquí, mocosa, no vas a salir si no te peinas antes...

Mientras se ocupaba de ello, esperando quizá algún monólogo nuevo de Bennett, Ben se aseguró de sostenerla bien, terminando por sentarse sobre la alfombra de la sala para conseguir que la canina se acercara a sentarse con él. Esta soltó un ladrido cuando se acercó meneando la cola. Entonces, cuando por fin la tuvo un poco más tranquila, escuchó un par de ruidos agudos al teléfono, seguido de balbuceos extraños.

—¡Basta, quiero vídeo...! —voceó Bennett, que estaba atento oyendo por el teléfono aún.

—¿Vídeo, de qué?

—Vamos, no puedes juguetear con ella al teléfono y esperar q-que yo no quiera mirar. —farfulló con un tono de voz caprichoso y lleno de ansías. Ante el ruido que estaba haciendo, consiguió luego, que la cachorra ladrara—. Nooo su ladrido cambió ¿es porque se escucha mal? Aah, la quiero ver~

—No voy a hacer eso. —bufó Ben, suficiente tenía ya con lo revoltosa que era el animal, para que encima Bennett se pusiera a hablar arrastrando las palabras— No la vas a ver estando tan desastrosa...

—La quiero ver ahora, no me puedes no dejar verla. —volvió a decir, esta vez con cierta gracia en lugar de estar impaciente— También es mi pequeña, la quiero ver en serio ¡manda foto!

—Joder, esto suena tan ridículo. —murmuró, llevando una mano hasta su frente cuando se decidió por calmar un poco su inquietud— Bien, espera primero. Que tú no tengas buen ojo no significa que yo tampoco, y no le tomaré una foto viéndose tan desaliñada.

—Qué importa, ella es bonita así. —siseó el pelimora—. Ponme en altavoz.

—Eso es todavía peor, no tiene sentido.

—Ponme ¡quiero hablarle!

—¿Puedes dejar de ser escandaloso? Tengo suficiente con esta gritona aquí.

—Pero, hey... —lloriqueó.

—Okey, okey... —.No era algo nuevo, Ben estaba acostumbrado a lidiar con la insistencia de Bennett y su forma tan tonta para hacerlo ceder; no podía molestarse por eso, porque ya era peor que él cediera ante esas tonterías al final. Bufó, y alejó el móvil para presionar el altavoz—. Ya, estás en altavoz, procura no gritar.

—¡Pequeña, pequeñita Isabella! ¿Me escuchas? Soy Bennett, heh sí, soy yo... —. Y fue lo primero que hizo. El oji-verde se cubrió la cara, reprimiendo un quejido.

—¡Guaaw, guaaww! —. La pequeña Isabella, que usualmente ya parecía responder bien ante ese apodo de parte del peli-violeta, se puso a saltar, ladrando en respuesta, pero de paso quedándose quieta en frente del celular que ahora estaba reposado en la mesita de centro de la sala.

—Oh, pequeña pulga traicionera, ahora si te quedas quieta. —dijo Ben frunciendo el ceño ligeramente, aunque no dijo mucho, pues le dio tiempo de tomar el cepillo y mantener a la canina sentada frente a él.

—¿Qué te digo? Ella me quiere más a mi... —alardeó Bennett, que había alcanzado a oír eso a pesar de la distancia que estaba el teléfono de Ben.

—Sí, sí, eso parece. —Ben rodó los ojos, cuidando no presionar demasiado cuando se encontró entretenido deslizando el cepillo por todo el pelaje de la cachorra, quien tras sentirse más a gusto se alzó frotando su cabeza contra el pecho del moreno de piel— Oh claro, ahora te acuerdas que tienes un dueño.

—Hah, estoy haciendo lo que puedo por imaginarlo, ella debe verse linda si tú la peinas ¿y si mejor me mandas un vídeo?

—Te estás poniendo muy exigente, comienzo a arrepentirme de haber contestado.

—Bien, entonces me conformo con una foto.

—Como sea... vas a tener que esperar de todos modos. —cuando acabó de peinarla, la sostuvo y le colocó el collar, seguido del arnés que le costó un poco más, pero gracias a los murmullos de Bennett al teléfono, la cachorra se mantenía entretenida en otra cosa— Bien, necesito mi celular.

—¿Se viene foto? A ver, a ver, a ver... —seguía hablando. Ben se arrepintió de no haber sacado el altavoz antes de ingresar directamente a la cámara— ¡oh, ya escuché el ruido de la cámara! ¡mándamela!

—Cállate, Bennett.

—Hey, pero es que... ha pasado tiempo desde que me enviaste una foto, ¡la quie-

No fue con intención al principio, pero el peliceleste se relajó bastante cuando cortó la llamada y se sentó un tanto menos incómodo en la alfombra, reposando su espalda en el borde del sofá cercano, soltando un suspiro.

Sabiendo que obtendría montañas de mensajes, o quizá una llamada de vuelta, se dispuso a buscar la imagen y entrar al chat. ❝Me cortaste :(❞. Un mensaje de Bennett apareció casi al instante, haciéndole rodar los ojos. Y envió la foto: ❝Ya está, no necesitas seguir haciendo escándalo❞. Contestó, pero fue para peor, porque le llegaron como cinco mensajes mal escritos llenos de las «caritas llorando» que Bennett solía enviar.

—¿Qué me estás mirando? —inquirió, viendo en dirección al can, alzando las cejas cuando esta le vio de la misma forma, girando la cabeza, con una pata alzada— Bien, si eres buena chica y te portas bien, te dejaré hablar con él cuando salgamos... —mencionó, pero luego de ponerse de pie teniendo a una mucho más emocionada cachorra saltando, apretó los labios «¿te dejaré hablar con él», pensó confundido «Hah suena tan tonto». Suspiró— Como sea, vámonos ya.

•[▪]•

Todo se sentía diferente para Bennett, el viento chocando contra su rostro y el agrado de poder darse ciertos gustos mientras se relajaba sin tener que pensar más. Estaba contento, sabía que no se quedaría por mucho tiempo dentro del país, pero no eran demasiadas las próximas paradas programadas en que iba a encontrarse. Así que quería aprovechar los días que estaría en el sector; porque no es que estuviera siendo innecesariamente meloso, ni insistente. Él en verdad extrañaba a Ben, bastante, y quería verlo.

—Ella es preciosa y muy linda. Miren, se nota que porfin está creciendo un poco. Empieza a tener carita de chica grande. —comentaba a sus dos fieles perros, que se hallaban sentados a su lado, estaba enseñándoles algunas de las fotos que había logrado conseguir de la cachorra los últimos días—. Voy a hacer lo que pueda para que la puedan ver más, es que... es tan bonita, ¿cierto? —Los perros ladraron en respuesta, olisqueando cerca de la pantalla— Seguro que la pequeña Isabella también los extraña mucho, bebés.

—Ya deberían casarse y así nomás companten custodia.

Bennett se sobresaltó ante la interrupción, volteando para ver al peli-cobrizo parado a unos cuantos pasos de la aislada banca en la que se encontraba sentado.

—Jeremy...

—Sé que te lo dije como cinco veces, pero vestirte modo incógnito definitivamente hace que llames más la atención... —dijo el más alto encogiendo los hombros mientras volvía a echarle una mirada curiosa a la vestimenta siempre tan mal acomodada del más joven, que encima, agregaba un abrigo abierto y gris sobre una capucha— todavía más si tienes dos perros grandes al lado y parece que hablas solo. Y el gorro... es que... ¿cuál era la necesidad?

—¿Crees que el sombrero es demasiado? —Bennett se llevó una mano a la cabeza, donde descansaba un sombrero delgado y oscuro que tapaba algunos de los rayos del sol que pretendían llegar a su rostro.

—Obvio, eso y que encima es feísimo. Con el gorro de la capucha estarías mejor, o sin nada, es que el parque es grande y nadie te está viendo.

—Bien, bien... —el pelimora apretó los labios, mientras quitaba el accesorio de su cabeza reemplazando este por el gorro de la capucha, al instante. Se tocó las puntas de los mechones de pelo que se escapaban del moño improvisado que tenía, y pensó en que ya debía volver a ponerle atención a su cabello— se siente algo caluroso, no me gusta. —bufó, y luego dirigió la vista a Jeremy— Hey, ¿y mis cosas? Tardaste mucho, moriré de sed...

—¡Ah si, es cierto! Ya disculpa, que este no es mi trabajo, ¿por qué debo atender los caprichos de un guitarrista desobediente? Amigo, es tan agotador... —suspiraba Jeremy, sólo alzando uno de sus brazos para enseñarle al menor la lata grande que traía, junto a una bolsita más pequeña que dejaba ver un envoltorio y una servilleta— Ten, te traje la soda de limón de tu marca disque específica y el sándwich que pediste.

—Qué lindo, si me pediste el pancito tostado. —sonrió Bennett en cuanto guardó el movil y pudo tener entre sus manos el sándwich, que se notaba aún estaba caliente— Heh, pues para ser sólo tú tienes experiencia cuidándome. —mencionó, sintiendo como a su lado Jeremy bufaba ante uno de sus perros que no le dejaba sentarse en la banca— Espera ¿y la comida de mis perros?

—Aquí la traigo, calmado. —alzó la bolsa mucho más grande, mientras se sentaba con calma y meneaba la misma bolsa consiguiendo que el perro que antes le siseaba se quedara más tranquilo—. Huh, habiendo montones de locales por aquí, tú tienes que escoger uno que está bien lejos y es súper caro. Es que esto ya es abuso.

—Lo siento, pero mis bebés no pueden comer algo de baja calidad cuando quieren comida, no quiero que se enfermen. Y la comida de época del restorán en tan buena. —dijo Bennett, desenvolviendo un pedazo del sándwich para sostenerlo con la servilleta— Tienen un menú especial con porciones específicas para cuidados de salud y dieta.

—Ya, si tu eres el millonario, seguro unas porciones de comida especial que cuestan mi sueldo entero no son nada.

—Qué dramático, no son tan caras. —Bennett dio un mordisco a su pan, hambriento— Mmh igual, la tercera porción era para ti, pero si te duele comerla, la puedo repartir entre mis perros.

—¿En serio? No no, pues así yo sí le entro. Gracias, gracias.

—De nada, tú me has estado acompañando. Seré un buen amigo.

—Olvida todo lo que dije antes, eres tan considerado. —carcajeó el contrario, viendo a Bennett arreglarselas para comer y de paso ir repartiendo porciones pequeñas en los platitos de cartón a sus dos perros. Olió el rico aroma a carne y verduras, y su mirada se relajó mientras parecía que le estaba echando carrera a los perros para comer— No, esto sabe super rico. Eres genial, y soy afortunado de poder acompañarte, mi amigo.

—Eww, eso es raro. —Bennett hizo una mueca, viendo al mayor sonreírle a ratos, mientras murmuraba y le decía lo afortunado que era por ser su amigo— No me halages.

Iba a agregar alguna otra cosa, pero fue interrumpido por la vibración de su propio celular, el cual, casi sin pensarlo, le hizo dejar la lata reposada a un lado para sostenerlo mejor con su mano libre. Su mirada volvió a iluminarse al encontrar un par de mensajes de Ben, siempre tan breves y directos, tal cual como un ❝Te veré allí❞, que bastaba para hacerlo sentir mucho más satisfecho, completando su mañana de ánimos.

Al final no fue Jeremy el único en pedirle que no se fuese por ahí llamando la atención si pretendía salir solo, pero Bennett contestaba siempre lo mismo, limitándose a asentir como un niño antes de, con el dolor de su corazón, tener que despedirse de sus dos perros antes de irse.

Cuando ya estuvo cerca del lugar, decidió bajarse del vehiculo y usar ese pequeño lapso para respirar adecuadamente. Así el viento fresco lograba calmar sus pensamientos; podía sentir la calidez del ambiente, el brillo de los rayos del sol bañando la acera y en las hojas que se mecían en la copa de los bonitos árboles del sector, y en donde lograba verse a si mismo disfrutando de usar un abrigo largo que le cubriese lo suficiente y no lo matara de calor en el proceso.

Incluso habiendo siempre disfrutado de volver a ver a cierto moreno de ojos verdes, montones de veces desde que lo conocía, la sensación que se estaba formando en su estómago, esparciéndose por todo su cuerpo creando olas de nervios y adrenalina, era completamente diferente a como solía sentirse.

Al principio estaba asustado de su propia reacción, como si estuviera apenado por encontrarse con él, como si todo el tiempo que esperó de pronto no fuese nada, llenándolo de una cobardía extraña que se transformaba rápidamente en ansías abundantes.

«Estoy tan nervioso». Pensó, apretando con fuerza las mangas del cardigan largo que le cubría los dedos, en búsqueda de distracción.

Entonces, ignorando todo a su alrededor, a penas Bennett alzó la vista de nuevo, para darse los ánimos de continuar con sus pasos, su mirada se topó con una figura llamativa y una distintiva cabellera celestina a un par de metros de él, que distinto a lo que esperó, le estaba sonriendo.

—Hey...

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Hola! Oficialmente han vuelto los lunes de Detrás de cámaras sisi :>

Tengo que decir que la dinámica se ha vuelto mucho más concisa que antes y me agrada mucho la forma en que empiezan a ir las cosas, espero que el ligero cambio en la narrativa no sea extraño de leer :^

¿Cómo ven el paso del tiempo en estos últimos capítulos? Traté de que no fuesen muy evidentes pero tampoco que no se supiera qué tanto ha pasado. Ya que no solía dar saltos tan grandes en esta historia, pero pues... pasaron muchas cosas y la estructura lo fue requiriendo ah :>

Había planeado darle más desarrollo a ciertas escenas, pero no lo creí tan necesario y siento que se explican por si solas de todos modos. En todo caso, saben que si algo no se entendió, puedo contestar dudas sisi(¿

Nada que ver, pero me gusta mucho ponerle diálogos a los perros, idk, sé que es incorrecto y así, podría ponerlos entre comillas, en comillas angulares, entre paréntesis, en cursiva o simplemente no ponerlos, pero me agrada mucho imagimar cómo se leen los diálogos de los perros en la narración, así que siento si se leen raritos u^u

Cada una de las escenas de Ben y Bennett, y las de Ben y la cachorra me ponen muy ahsgsjsg<3

En fin, se vienen momentos lindos más adelante, y si todo sigue saliendo bien, van a haber más lunes bonitos de Detrás de cámaras UvU

Ya saben, espero les haya gustado, no olviden dejar su voto y comentarios, los leo sjhd
Nos estamos leyendo muy pronto, aquí y en mis otras historias c:

Bye☆

              「NiakuTan」

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