•°~°Capítulo 54°~°•

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Por unos momentos, Bennett sintió el ruido de alrededor hacerse más y más lejano. Su respiración se agitó. Podía escuchar el golpeteo de sus latidos abrumarle la audición; y de pronto, no se había sentido capaz de reaccionar sino hasta que lo tuvo parado cerca suyo, viéndole directo a los ojos.

Se quedó embelesado con la imagen que tenía en frente, como si lo estuviera viendo por primera vez, queriendo recorrer cada uno de sus rasgos y expresiones. Desde su corte de cabello corto y parejo, su flequillo largo y abierto, marcando una más fuerte raya en medio que tildaba algunos pelos desordenados sobre su frente. El tono azulino de su cabello celeste perdiéndose en el brillo del sol posado sobre él, hizo de Bennett otro manojo de nervios, cuando se perdió también en el tono acanelado de su piel, y en sus ojos verdes fijos sobre su persona.

—Hola... —saludó, o más bien balbuceó, pues su voz salió golpeada y temblorosa, en un intento por no dejar que el caos en su cabeza se exponga al exterior. Pero sabía que no había funcionado, pues consiguió una mirada burlesca en respuesta.

—Vamos, no necesitas mirarme así. —dijo Ben, causando que su tono de voz hiciera jadear de la emoción al chico, que reemplazaba la línea temblorosa que formaban sus labios por una amplia sonrisa.

—Lo siento... —Bennett no dejaba de mirarlo, aunque sintiese que estaba siendo insistente, en cuanto a la forma invasiva en que se acercaba hasta quedar parado a centímetros de él.

Desde esta distancia lograba apreciar con más detalle cada pequeña cosa en el peli-calipso, su mirada mucho más amable de lo que recordaba, sus cejas gruesas, y la forma en la que parecía estar reprimiendo una mueca de gracia. Ese semblante siempre firme que lograba hacerle sentir que aún debía calmarse, pero la manera inesperada en la que pronto sintió la mano ajena sobre su hombro, lo obligó a hacer mucho más esfuerzo por reprimir sus ansias de brincarle encima y rodearlo con los brazos.

—Puedes hacer un mejor esfuerzo, siendo que no nos vemos haces meses ¿no te parece? —Ben le palpó el hombro una vez más, deslizando sin pena su mirada por la un tanto más larga melena rebelde del menor. Se fijaba en como el color que cobraba el rostro ajeno se acercaba al tono de sus ojos brillantes, y sobre todo, en esa sonrisa insistente que en verdad quería arrepentirse de extrañar.

—Yo... sí, sólo estoy... algo nervioso. Extrañaba... de verdad te extrañé mucho. —Bennett se esforzó por mantenerse tranquilo. Estaba seguro de que algo se notaba distinto en Ben, y quería creer que esa amabilidad que veía en su forma menos torca de mirarlo, era parte de ellas.

O quizá es que no lo había visto hace tanto tiempo, que comprendía al mismo Ben de siempre como alguien más tranquilo, siendo que estaba actuando normal. Lo que sea que fuese, ninguna de las dos era una mala opción.

—Me doy cuenta de eso. —. No queriendo dejar a relucir la atención que le había estado dirgiendo al peli-violáceo, Ben aprovechó el momento en que Bennett apartó la vista con notoria pena, para recorrer con la vista la silueta del menor, deteniéndose en la forma desacomodada en que un horrible gorro de lana oscura tapaba su cabeza, o en la manera tan simple en que el cardigan gris se desparramaba sobre su cuerpo, cubriendole hasta arriba de las rodillas. Y pensó en que admiraba la capacidad del más bajo para verse bien con algo que ni siquiera combinaba—. Hey, ¿te vas a quedar parado ahí o qué? Parece que tienes calor. Vamos.

—Ah, sí, claro.

«Él de verdad... se porta distinto a como recuerdo, ¿será que en serio hay algo distinto?». Se decía Bennett, nervioso a más no poder. No lo sentía como aquellas veces en que acordaban verse o salir, ya sea por una u otra razón, de cualquier forma o en el lugar que fuese. Al principio había pensado que era en verdad el tiempo, que era cierto, habían pasado cosas y ambos sólo se comunicaban por mensajes o llamadas, así que el modo en que hayan estado progresando no era algo que Bennett pudiera detallar con precisión.

—Hey, estás un poco callado ¿te pasa algo? —preguntó Ben, observándolo con cierta atención. Bennett apretó los labios, viéndolo con pena y negó con la cabeza, mientras picaba con el tenedor el apetitoso plato frente suyo— ¿No piensas contarme todo lo que has hecho? Es un poco aterrador.

—¿Tú... en serio quieres? —incluso la sorpresa no evitaba que Bennett dejara escapar una sonrisa. Todo eso también era aterrador para él, o quizá era que en verdad había olvidado algunas de las actitudes normales en Ben, que acostumbraba al silencio mientras sólo lo escuchaba.

—¿Por qué no? —dijo, y alzó una ceja— Es mejor así a que me invadas el móvil con tanto mensaje.

—Oh... bien. —. Y para este punto, el pelivioláceo no podía reprimir su sonrisa. Este era un tipo de atención tan agradable, un tono de voz tan firme y una mirada tan serena. Ben quería escucharlo, y le encantaba— ¡Bien! Pues...

Mientras hablaba, no podía evitar dedicarle largas miradas al moreno de piel, que no parecía incómodo con ello. Todo esto era algo extraño aún, por lo que seguía un poco apenado por hablar, así que no quiso excederse.

Es que, vaya que esto era nuevo: un Ben que mostraba interés, un Ben menos con miedo a caminar junto a él; un Ben que le sonreía y le miraba a los ojos con atención. Un Ben que parecía estar haciendo un esfuerzo por dedicarle tiempo aunque se notaba siempre tan rígido y exigente a como lo recordaba.

Bennett no podía esperar a saber qué tanto había cambiado su relación con el mayor desde que no podían verse seguido. Debía admitir que al principio estaba muy asustado por como iban a mirarse, pues el peliceleste era una persona ocupada, y él lo sabía, Ben estaba haciendo algo todo el tiempo y cuando no, sabía que repartía el tiempo con algunos conocidos y con la cachorra; fuera de todo lo que le había dicho, Bennett de algún modo no dejaba de sentirse intrigado acerca de qué cosas pudieron pasar como para hacer que Ben no se limitara a guardar demasiado las apariencias como solía hacer con insistencia.

—Estoy empezando a dudar de si eres tú en realidad. —dijo Ben, que miraba con duda al peli-violáceo, justo cuando se encontraron saliendo del acogedor y reservado restaurante.

—¿De qué hablas? —Bennett se sobresaltó al escucharlo, pero le miró confundido.

—Es de las primeras veces en que puedo pasar un rato contigo sin que te la pases chillando. Incluso cuando te dije que no importaba si lo hacías. —explicó Ben, consiguiendo que del mismo modo, Bennett volviera a mirarlo con nervios.

Ben lo vio llevarse una mano hasta el brazo, jugueteando con la tela delgada de la prenda que lo cubría, mientras se encogía ligeramente de hombros en lo que buscaba algo que decir. Era ese mismo comportamiento menos invasivo y tranquilo el que le resultaba muy curioso.

—Bueno, yo... n-no sabía que más decir. —este se encogió de hombros. Pensó en ello y supo que era cierto; él quiso cumplir con todas las metas que se había impuesto cuando se encontró con Ben. Sin embargo, al verlo y escucharlo, se sintió tan apenado, que todo su cuerpo se sentía rígido y tembloroso, como si en verdad fuese la primera vez que interactuaban.

—¿Tú no sabías de qué hablar? —inquirió Ben con cierta gracia en su tono. Aquello era aún más incierto que antes. Desvió la vista a Bennett de nuevo, quien seguía actuando tan apenado que le era inevitable no ponerle atención, incluso si con ello debía dejar de lado las incertidumbres propias—. De acuerdo ¿te quieres subir ya al coche?

Abrió la puerta del copiloto y se detuvo un momento, apartando la vista en un intento por aliviar lo que fuese que estuviese pensando el menor. Bennett hizo una mueca, que fue un intento de formar una sonrisa y acabó en un apenado gesto de asentimiendo.

«Vamos, no me puedes hacer esto más difícil también». Se dijo Ben. Él lo entendía, pues no estaba sintiéndose para nada distinto a como se sentía Bennett; también se encontraba inquieto, queriendo hacer que el hecho de verse de nuevo después de tanto tiempo no se viese opacado por la falta de comunicación, ni de interacción. Ben no se consideraba muy bueno en referente a estos últimos -hablando en el tema personal-, pero comprendía que la forma en la que ambos solían relacionarse era particular, ya que ninguno necesitaba algo tan ostentoso, ni charlas comunes como parecía ser...

Sin embargo, notaba que era su turno de hacer algo al respecto. No estaba acostumbrado a lidiar principalmente con lo ajeno antes que lo propio, pero sabía bien, que ya había tenido el tiempo suficiente para ponerse de acuerdo con ese Ben interno que se ponía a pelear con todo lo que le causara conflicto. Pensaba que ya tenía dominada esa parte suya que lo hacía propenso a provocaciones y disgusto, o la parte que lo volvía vulnerable e indiferente.

Pero vaya que, de sólo verlo, todo esto le estaba costando un poco más de lo esperado. Bennett podía hacer que con una simple mueca de gracia, sintiera que todo lo que acababa de pensar se había ido al carajo.

—Lo siento, esto es algo raro. —habló Bennett, picoteando el cinturón de seguridad con las puntas de sus dedos. Mantenía la vista centrada en la escena del bonito paisaje que veía con atención, aún en búsqueda de ese algo que revolvía su estómago y lo tenía queriendo soltar una carcajada de los nervios— Yo... estoy tan ansioso —continuó, girando su vista al peliceleste—. Todavía no puedo creer que seas el mismo Ben...

—¿A qué te refieres con «el mismo Ben»? —Ben alzó una ceja.

—B-Bueno, no quiero decir que no seas tú, digo, si eres tú, pero distinto. —Al decir eso, de inmediato se giró a ver al contrario, que Ben seguía viendo al frente. Esto era tan extraño, Bennett estaba cada vez más confundido. Apretó los labios, jugando con sus dedos— Usualmente te recuerdo evitando contacto y siendo menos amable conmigo.

—Cielos, no puedo creer que tú percepción de mi sea tan mala. —el peli-calipso suspiró en cuanto se detuvo por un semáforo. Aprovechó ese mismo momento, para relajarse mientras se giraba a ver a Bennett.

—No, no, eso no es... —dijo lleno de nervios, agitando sus manos.

—Calma, entiendo. —contestó Ben con prisa. Dudando por unos momentos, llevó su mano hasta el rostro colorado del menor. Se quitó con relajo el cinturón y se inclinó del mismo modo para tenerlo cerca— Supongo que no he sido... muy cercano contigo. Así que puedo intentarlo.

«¡¿Eh?!». Bennett no pudo siquiera darse el tiempo de pensar en lo que estaba sucediendo, cuando la proximidad se le hizo eterna y el calor lo envolvió tanto al punto de sofocarlo. Sólo supo que en cuanto lo pudo tener casi rozando sus narices, todo su cuerpo volvió a agitarse, y de ese modo, comprendió que todos los nervios que tenía no revelaban nada más las ansias, mismas que lo consumían desde hace un rato.

Había sido tan rápido, pero no podría quitarse de encima la sensación de los imponentes labios de Ben presionando los suyos. De ese agarre en su mejilla que parecía rudo pero que era más que amable, mismo que se desplazó hasta su mejilla y pronto descendió por uno de sus mechones de pelo hasta perderse en la lejanía.

Sin embargo, cuando Ben conectó su mirada con la suya, el destello tan vivaz que vio en ellos, lo tuvieron nuevamente lleno de ansias. Lo extraña, en verdad. Y creyó que necesitaba seguir diciéndolo para obtener alguna respuesta certera, pero cuando iba a abrir la boca para decirlo, o quizá balbucearlo, esta volvió a ser recibida por otro beso profundo y sereno. Mismo que respondió su duda y lo mantuvo ausente por un rato.

En ese lapso en que se encontró satisfecho y mucho más tranquilo, Ben ya había tenido que alejarse volviendo a la postura inicial para seguir el trayecto cuando el semáforo cambió de color. De no ser por el ruido de fuera y los pequeños sonidos que causaban los movimientos de Ben al volante, Bennett pensaría que se había perdido bastante, pero ahí estaba, con una sonrisa boba y la sensación de plenitud que recorría cada parte de su cuerpo.

Durante el transcurso, que en realidad no había sido demasiado, el ambiente entre ambos había amainado mucho, Los dos se encontraron a ratos compartiendo alguna trivia inevitable, que buscaba llenar los huecos que mensajes y llamadas recurrentes no podían responder.

Como el día se notaba bastante ocupado, no había muchos sitios a los cuales ir, y por mucho que hayan disfrutado de la compañía del otro en un área natural y tranquila, debido a esto consecuentemente el día se hacía corto y Bennett sabía que no podría despedirse sin antes aprovechar su agradable compañía todo lo que pudiera.

—¡Estoy aquí, pequeña Isabella! —. Lleno de emoción, Bennett ni esperó a que se abriera la puerta del cuarto de hotel que alquilaba Ben, para alzar sus brazos buscando que la dueña del ladrido viniese a saludarlo— Oh, estás tan grande. En serio creciste bien, me había asustado mucho ver que no ver que no crecías nada, me alegro tanto. —se agachó, rodeando a la canina que le había saltado encima, restregando su cuerpo, dejando lamidas y golpecitos con sus patas, cerca de su pecho— ¡También te extrañé mucho!

—Al menos entra primero antes de hacer escándalo. —dijo Ben, que se encontraba en el marco de la entrada, cruzando los brazos, con la vista fija sobre el menor, que continuaba repartiendo caricias en el lomo y cabeza del perro.

—Heh perdona, ya me quito. Es que estoy tan feliz de poder verla, en serio pensé que no la traerías contigo. —explicó Bennett, se puso de pie y cuando Ben pudo entrar cerrando la puerta detrás de él, la cachorra salió disparada a correr alrededor del peli-celeste rascando con sus pequeñas garras, los bordes del pantalón y el blazer beige que llevaba—. Aww hasta se nota que está más feliz.

—Deberías dejar de asumir que soy un insensible. —suspiró, con la mirada a un lado, mientras se encorvaba un poco para sostener a la canina un momento, dejando algunas caricias en su cabeza— No confío en que esté segura en otro lado, así que prefiero mil veces que esté conmigo.

—Oh basta, eso es tan lindo. Me gusta que la quieras tanto. —voceó Bennett, con la vista fija sobre el peli-cían y su mascota, donde este continuaba haciendo muecas, quejándose de su ropa toqueteada por el can, pero al final la acariciaba de todos modos, reprimiendo una sonrisa. Quería atesorar esa imagen en sus recuerdos.

—Bueno... es seguro que sí. —Ben esbozó con dificultad una sonrisa, dirigió su vista a la labrador, y la acarició en la cabeza una vez mas— Es una molestia agradable, la quiero bastante. —continuo, aquello le había sido igual de complicado de decir, a pesar de que era verdad por completo. La perra ladró en respuesta y volvió a brincar frotando su cabeza contra sus piernas. Esta alzó las patas, lamiendo cerca del saco que llevaba puesto, mirándolo con esos ojitos de cachorro, a los cuales Ben no podía resistirse—. Vamos, sabes que sí.

—Ya... y-ya veo.

Observando toda la interacción entre mascota y dueño, Bennett a penas podía con la impresión. Primero veía a un Ben siempre tan pulcro y amable, el mismo que le acompañaba sin pena incluso si trataba de mostrarse indiferente. Y luego lo tenía aquí, sonriéndole con sinceridad a la pequeña canina, con un cariño poco cotidiano y una dedicacion más que evidente.

Aquello podía con él, sin duda; le gustaba un montón admirar ese lado tierno de Ben.

—¿Qué sucede? —preguntó el mayor, que al despegar la vista de la revoltosa perrita, había notado a Bennett viéndole tan ensimismado con una sonrisa apenada y las mejillas acentuando el tono colorido de su piel.

—Te extrañé... demasiado.

Aquella frase dejó a Ben en silencio por unos segundos, mismos segundos que se le hacían eternos, como siempre que Bennett dejaba escapar una que otra frase con alguna connotación afectuosa. El peliceleste sabía que no era un momento muy afectuoso, y que su posición lo hacía ver como alguien blando que jugueteaba con su mascota -cosa que era así-, pero no le importó demasiado cuando se puso de pie dando toquecitos en la cabeza de la Labrador, que siguió saltanto y se fue olisqueando el suelo, descubriendo el ambiente nuevo del cuarto de hotel.

Reprimiendo una nueva sonrisa, Ben no dejó de dirigir una mirada furtiva y calma hacia su acompañante, para caminar sin prisa hasta él, alzando las cejas.

Bennett mismo le miró con anhelo, había estado esperando el acercamiento, aunque no confiaba en que el contrario lo haría. Ya teniéndolo en frente, y con el pasar de los segundos, su cuerpo fue acostumbrándose a la cercanía a nueva cuenta. El miedo por no saber que hacer ni que decir, se fue disipando poco a poco.

De un momento a otro, se encontró envuelto entre los brazos del más alto, con la cabeza hundida en el blazer beige de Ben, a la altura del hombro. No se dio tiempo ni para sorprenderse, y cerró sus brazos en el torso del moreno de piel. Inhaló aquel característico perfume, esa fragancia fuerte y fresca que se mezclaba con ese calor corporal que, lo tenía embobado completamente.

—También te extrañé, Bennett.

«¡Ya, esto me encanta!». Bennett siseó. Gradualmente fue aumentando el agarre de sus brazos unidos tras la espalda de Ben, provocando que del mismo modo el peli-cían lo sostuviera con fuerza contra su cuerpo, mientras subía las manos hasta llegar a sus hombros. Levantó la mirada, encontrando esa misma firmeza en los verdosos ojos de Ben. Ahí estaba, era el mismo Ben, su Ben de acciones distantes, que dejaban entrever la cercanía que trataba de reprimir.

«No preguntes». Se recordó Bennett, mientras soplaba en busca de liberar la tensión interna. Dando un salto, ansioso y decidido, aferró sus brazos altededor del cuello de Ben, aplastando su boca contra la ajena. En un instante, jadeó sorprendido por lo rápido que recibió una respuesta, una succión poderosa en su labio inferior y la humedad cálida de la boca de Ben entregándose a la suya.

Olvidó todo lo que le preocupaba, los nervios haciendo revuelo en su estómago se fueron, reemplazados de inmediato por un calor bochornoso en su rostro y por el regocijo que se instalaba en cada parte de su cuerpo.

Pocas veces podía disfrutar de este tipo de afecto, de esos besos potentes y profundos que Ben le daba, como si buscase no perderse de nada, sin pedir permiso, sin permitirse parar sino era para volver a estampar con fiereza sus labios sobre los contrarios.

Una mano firme se posó tras la nuca de Bennett, empujándolo con precisión para que el contacto se hiciera mayor, mientras la otra descendía por su brazo derecho hasta aferrarse en la cadera, colándose bajo esas prendas torpemente acomodadas.

El chapoteo de sus bocas juntándose y volviéndose a separar, a penas lograba regresar por unos momentos la mente de Ben, lo traía a la realidad y lo hacía respirar con dificultad cuando se enteraba de lo que estaba ocurriendo. Mas de un momento a otro, era Bennett, que anhelante se le echaba encima, con los ojos insistentemente cerrados y la cara teñida manchada en rubor. Las manos tímidas del más bajo se colaban por la cabellera celestina del mayor, despeinando y bajando a nueva cuenta hasta terminar por enterrarse en la tela del saco ligero de Ben, en búsqueda de evitar que el contacto se terminara. No podía, no quería que terminara, lo extraba tanto.

Se sentía tan bien, le encantaba poder encontrarse así, no necesitaban palabras, y tampoco acciones concretas. El cuerpo de Bennett se inclinó hacia adelante en búsqueda de tacto, pero Ben acabó sosteniéndolo con más fuerza, fundiéndose en su boca mientras elevaba las manos acariciando el trazo de piel desnuda entre su cuello, que se dejaba expuesta por las prendas superiores del peli-violáceo; llegó hasta sus mejillas, y sus pulgares sintieron lo cálidas que estaban. Sus dedos rozaban los cabellos despeinados que le llegaban al rostro, consiguiendo que la curiosidad por admirar esa imagen imaginaría trazada por sus manos, le hiciera abrir los ojos.

«Santo cielo». Ben dejó de hacer presión en sus labios. Sus ojos captaban un rostro tan entregado, con una expresión de dulzura bañado en rubor y adornado por los cabellos sueltos y despeinado a cada lado, casi pegándose cerca de su paliducha piel, debido al calor que se concentraba allí. Dudó, pero continuó unos momentos, impidiéndose pensar sino hasta que por fin pudo separarse, escuchando el sonido húmedo que provocaron sus labios cuando se alejaron.

Bennett, atontado por el golpe de emociones, parpadeó enfocando el rostro cercano de Ben, reintegrándose de la misma forma. Su vista con desesperación buscó aliviar el calor agotador que lo envolvía, desviando la atención a cualquier sitio. No importaba donde, terminaba centrándose en su cuerpo encarcelado entre Ben y la pared, en sus brazos rodeando el cuello y aferrándose a la ropa del moreno. En su propia respiración delatora, que se podía oír perfectamente debido al silencio del lugar. Notó su ropa aún más desaliñada que antes, su pelo estorbando cerca de su rostro y sus piernas temblorosas rozando las contrarias.

—P-Parece que... en serio me extrañabas. —suspiró, cuando una inevitable sonrisa se dibujó en su rostro.

Aún queriendo controlar adecuadamente su respiración, continuó abrazándose a Ben, sin pena alguna. No tenía caso seguir avergonzado de ese modo, cuando estaba claro, que esto era lo que quería, y que desde luego el moreno no se quedaba atrás.

—Mierda, no pensé que terminaría de esta manera. —suspiró Ben, sin apartar las palmas de las mejillas calientes de Bennett. Con el ceño fruncido, quería evitar que el tono de rubor se notara en su rostro, el calor era sofocante y la idea de verse tan ansioso lo estaba intranquilizando todavía más—. Sólo quería...

—¿Sólo un abrazo? —inquirió, en un intento por completar la evidente frase incompleta del mayor. No fue extraño ni sorpresivo ver que no obtuvo respuesta con palabras, pues Ben apartó rapidamente las manos y las aterrizó cerca de su cintura, cerrándolas tras su espalda. Esa acción, tan simple y concisa, le hizo sonreír—. Esta clase de abrazos, la anterior, o la que sea... no están mal, me gustan todas.

Murmuró Bennett, queriendo apartar la vista, su rostro volvía a adoptar cierto calor, sus piernas se inquietaron y sus brazos, desesperados, se adherieron al contrario, respondiendo al contacto. El abrazo se mantuvo firme, tranquilo, cálido y lleno de emoción, y eso era todo lo que necesitaba por el momento.

—Eres muy tranquilo cuando quieres, eh. —Ben chasqueó la lengua, queriendo acabar con ese ambiente tan íntimo; pero no podía ni se sentía capaz de hacerlo. Hundió su rostro cerca del cuello de Bennett, y apretujó su cuerpo para atraerlo al suyo, completando la principal razón por la que estaban tan cerca—. Como sea, olvídalo. No está mal.

—¿N-No lo está? ¿De verdad que no?

—No, Bennett. —se apresuró a contestar, escuchando de muevo, a Bennett balbucear para si mismo—. Por lo que más quieras, sólo... cállate ahora ¿bien?

—Lo siento...

Ben frunció el ceño por un momento. No hacía falta repetir lo mismo de siempre, qué importaba, ya no le importaba. En realidad podía escucharlo hablar por un montón de rato, pues cuando lo tenía así de cerca de pronto esa voz raposa se convertía en una cálida y fresca, sin importar lo que dijera. Carajo... estaba tan jodido.

No es que parecía que en serio lo extrañaba; es que Ben de verdad, sí que lo extrañaba.

Llegó la tarde, oscurecía y la forma en la que ambos habían estado llevándose se volvió mucho más amena. Sin embargo Bennett no pudo seguir ignorando las llamadas y mensajes durante el par de horas en que se encontró junto a Ben y la canina. Le había costado mucho despegarse de Ben y despedirse de la pequeña Isabella, e incluso de ese modo, no se había dispuesto a irse sino hasta media hora después.

—Vamos, te veré el fin de semana de todos modos. —Ben se encontraba a la entrada del edificio, de brazos cruzados mientras Bennett se removía de un lado a otro jugueteando con las mangas de su ropa— Ya vete. Haces esperar a tu asistente.

—Da igual, no es mi asistente, sólo es Jeremy. —Bennett apretaba los labios, sin moverse de donde estaba— Yo... sólo quiero un último abrazo.

—Parece que te cuesta mucho ¿no? —mencionó el peliceleste rodando los ojos, observando como el más bajo aún se negaba a moverse mientras, como un niño, jugueteaba con sus dedos y le miraba ansioso— Vale, mira, quítate ese horrible gorro y puede que lo piense.

—¿El gorro? —el pelimora se encogió de hombros, llevándose una mano a la cabeza— no hace falta, es sólo un abrazo. —agregó, pero la mirada interrogativa de Ben lo hizo inspirar profundo— Es que me creció mucho el pelo. Mi cita para la peluquería es mañana, así que... la raíz se ve fea.

—¿Estás bromeando?

—No... es una raíz enorme, no me gusta. —explicó, tocando su cabeza, por sobre el gorro.

—Carajo, Bennett. —suspiró el mayor, esforzándose por no dejar escapar una carcajada— Luego yo soy el que exagera. —continuó, ignorando todo lo anterior. Sólo se acercó y tomó a Bennett por los hombros, bajando los brazos y sosteniéndolo contra su cuerpo.

En seguida Bennett sonrió y le devolvió el abrazo, presionó su rostro contra el pecho del más alto y disfrutó del contacto todo lo que pudo. Ni siquiera el ruido de la bocina a lo lejos o los murmullos de Ben diciendo que ya se apartara le harían dejarlo, necesitaba un tiempo más.

Incluso habiéndolo tenido pasados unos dos o tres minutos, sintió que no era suficiente, pero ya debía irse. Sabiendo que no podría hacerlo con un beso, sólo volvió a inclinarse hacia adelante y le abrazó otra vez, su respiración se agitó un momento, pero no vio negación en los ojos de Ben, por lo que pudo estar más tranquilo al marcharse.

—Pues parece ser que te estuvo yendo muy bien con tu hombre, amigo. —decía Jeremy justo al momento en que echó a andar el coche, alejándose lentamente del sector— Tienes suerte de que me mandaron a mi a buscarte, cualquiera ya se hubiera aburrido de esperar.

—Lo siento, estaba contento. —Bennett miraba el camino, con la cabeza reposada cerca de la ventana. Su sonrisa continuaba presente y después de un rato, en cansancio comenzó a notarse en él— Él fue... muy amable conmigo.

—¿Se viene un capítulo nuevo de mi telenovela? —preguntó Jeremy con gracia al mirar a un lado, notando al pelivioleta hacer un puchero, suspirando tras sonreír apenado— A ver, déjame le bajo a la radio. Tenemos al menos diez minutos de camino.

—¿En serio?

—Sí, sí, dale y cuéntame.

•[▪]•

Los festivales no eran cosa de Ben, él prefería asistir a celebraciones mucho menos ruidosas y más tranquilas. Pero se encontraba allí de todos modos, ocupando una cercanía considerable y con la vista tan fija como podía en el show que se presentaba ese día, cerrando la jornada junto a otras tres bandas seguidas.

Esta vez era muy distinta a la primera vez que se vio obligado a asistir a un concierto en el que Bennett se presentó. Él habría venido incluso si no se lo pedía, sólo porque ansiaba admirar que tanto había mejorado, con sus propios ojos. Y vaya, al parecer se había perdido de mucho.

Allí lo tenía, tan contento como se podía, mostrando esa otra cara suya tan segura y despreocupada. Bennett podía lucirse si así lo quería, consiguiendo toda la atención cuando se lo proponía sin pensarlo. Ben no dudaba en que era un artista muy talentoso con carisma y energía; podía ser potente y cautivar la atención no sólo por su apariencia agradable a primera impresión, sino por la fuerza que ponía en cada paso, cada nota y cada palabra, mereciendo realmente la ola de ovaciones que iban dirigidas a él una vez se encontró en un característico solo tras el puente de la canción.

En algunos momentos de transición, su vista verdosa se deslizaba de lo bien coordinado que estaba el cantante de la banda, de la firmeza de su voz gruesa y del contraste de su tono furioso junto al tono lírico que poseía Bennett, creando una entonación ruidosa y atractiva. Aún si no era muy partidario del estilo tan estorboso de música, de las letras largas contando una historia que rozaba la realidad tosca, o del tono pegajoso del rock clásico, en realidad lo estaba disfrutando mucho.

Estaba tan lejos de su zona de confort, pero aun así se sentía como en casa. Rodeado de gente y con la vista agotada al frente, los gritos de la gente, el olor a bebidas y algunas porquerías baratas tanto dulces y saladas; nada de eso era importante, y su imagen aprisionada entre gente se perdía casi por completo.

Las luces pronto adornaban todo el sector, coloridas en todos altos y bajos, el cielo oscurecía abriendo paso a variedades de tonos en el escenarios que hacían del ambiente uno muy atractivo.

Hubieron varios momentos de descanso entre una serie de canciones que parecían ser tan efímeras y rápidas. Ben se perdía en la forma intrépida que tenía el guitarrista para moverse sin pena, siempre sonriente y lleno de emoción, acoplandose a los tonos del cantante principal y a los ánimos del público reconociendo los coros y cantando con ellos. Gritando ante los espacios del puente entre solos llamativos en cada canción, con la presentación de la batería o el incansable tono rítmico del bajo, marcando el fin junto a una nota larga y amplia de guitarra.

Los animadores se presentaron tras el fin de la rutina, seguidos de algunas palabras de los integrantes de la banda, que se mostraban bastante modestos y amables para el estilo tan rudo del que habían salido. Hubieron agradecimientos de por medio y emoción entre el público, ansioso por la adrenalina que aún recorría los sectores, persistente.

Entonces fue allí cuando lo vio conteniendo la respiración, con la vista tan centrada entre el público, buscando hasta que por fin se encontraron. Pudo apreciar una sonrisa formarse en su rostro agitado, justo viendo a su dirección; no había que ponerle tanta atención, para notar que el chico estaba muriéndose por alzar la mano en un intento de decir: «¡hey, mírame!», que en verdad no hacía falta en absoluto. Pero cielos, sí que lo había hecho; alzando la mano tímidamente, de una forma que era imposible no notar que iba dirigida a un pequeño sector del público en especial.

Pensó que Bennett era tan tonto a veces, pues en serio no se preocupaba por lo extraño que se veía ignorar la mirada curiosa de la presentadora y los llamados del público, sólo para saludar a un sector que pronto se juntó, torpemente, buscando recibir esa mirada ansiosa de uno de los integrantes.

«Esto es tan penoso». Se dijo Ben, con una mano en la frente una vez pudo alejarse de la multitud por unos momentos. Necesitaba una bebida y algo de aire fresco, fuera del bullicio y del incontrolable ambiente eufórico que lo tenía tan mareado. Pasado el rato se encontró cerca del pub reservado un tanto más alejado del ruido, pudiendo respirar con mayor calma mientras se dejaba reposar en la barra del bar, con un vaso entre las manos.

Había reconocido un par de caras durante el camino, algunas personas importantes y otras no tanto. Le sorprendía siempre lo muy tranquilo que era encontrarse en un área tan grande, ausente de si mismo y mezclado entre todos, agradecido por tener algo de tiempo libre incluso si no lo podía aprovechar del todo como quería.

—Sabía que podía encontrarte... por en uno de estos sectores reservados.

Esa voz, irrumpiendo en la calma que esperaba volver a obtener, no podía ser. Ben se llevó una mano a la cara, sus dedos estaban presionados sobre el grueso vaso de cristal medio vacío, con la esperanza de que fuese ilusión suya, aunque eso no lo hacía sentir mejor, ciertamente.

—Cielos, ¿qué haces aquí? —preguntó, bajando su mano para ver a un desordenado chico a su lado, que agotado le mostraba su mejor sonrisa, con el codo reposado torpemente sobre la barra. No fue capaz de decir algo más, ni molesto ni contento y sólo suspiró ladeando la cabeza. El lugar no estaba tan concurrido, y la gente en el sector importante no se mostraba del todo interesada en la dirección en que estaban ambos.

—Te estaba... buscando, desde luego. —suspiró él. Se acomodaba el pelo a ratos, y todo indicaba a que había estado un buen rato por ahí buscando, lo que hizo a Ben apretar los labios— No sabes lo difícil que fue escaparme, hay tanta gente y hasta no me dio tiempo de cambiarme la chaqueta. —jadeó, con la vista fija sobre el moreno— Pero de verdad estoy tan contento de verte.

—No necesitas ser tan obvio. —reprimiendo una pequeña sonrisa, Ben llevó el vaso hasta sus labios, en búsqueda de aliviar las sensaciones que lo complicaba con algo de distracción.

—Si pudiera, me encantaría tanto abrazarte... —comentó Bennett con cierta pena, deslizando a ratos sus dedos cansados por su cabellera despeinada y ya casi suelta a comparación de la coleta alta y firme que traía antes.

—¿Y si no?

—P-Pues... yo...

—Estoy bromeando. Nada te está deteniendo ahora ¿o si? —dijo el moreno, encogiéndose de hombros mientras fruncía el ceño ante lo rápido que se había acabado el contenido de su vaso. Su vista pasó del vacío del cristral al brillo deslumbrante que se instaló en los ojos bermellón de Bennett, que le veía con cierta incredulidad, sin dejar de sonreír con ligereza.

—¿No estás jugando? ¿En serio puedo?

—No hay mucha gente por aquí, tengo la esperanza de que no morirás si te doy algo de atención. —voceó, con una ceja alzada ante la incógnita en el rostro del menor, pero inconscientemente quiso retroceder un paso cuando, contrario al baño de nervios en que esperó ver al guitarrista, notó más emoción en sus ojos.

—Eres... tan amable. —lloriqueó, sin pensar en absoluto cuando se impulsó, aterrizando casi sobre el cuerpo del peliturquesa, para rodear con los brazos, hundiéndose entre el cuello y el hombro de este, sin esperar que realmente fuese a conseguir un abrazo esperado, pero sucedió.

Bennett podía sentirse mucho más satisfecho cuando los minutos siguientes se encontraron los dos, como dos personas comunes, disfrutando de alguna que otra charla. Con saludos eufóricos de algunos fanáticos entre la gente, con aquellos conocidos que pasaban por allí entregándoles palabras de admiración y con la mirada atenta del otro, allí acompañando ese ambiente abrasador que los envolvía.

Consecuente a esto, las semanas restantes se hicieron tan cortas, que siquiera notó cuando se encontraba en su viaje de regreso. Disfrutando de lo lindo que era el apoyo de sus admiradores, la convivencia con sus compañeros de banda, ver su rostro feliz cuando se miraba en distintos artículos públicos, y sobre todo, cuando podía leer en la pantalla de su móvil, algún mensaje de Ben, que poco a poco eran menos toscos de lo habitual.

Lo esperaba, él ya estaba aquí y sabía que Ben estaba atento a verlo. Un tanto lejos y ocupado aún, pero eso era lo de menos, si sentía que podría nivelar su vida y su pasión por primera vez en tanto tiempo.

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Holaaa! ¿Qué tal? ^^

Sinceramente aún siento que algo le está faltando a este cap, pero me convence bastante y lo sentí agradable de leer. De todos modos, espero les haya gustado mucho <:

Estoy tratando de no hacer caps tan largos y concentrarme más en las situaciones. La verdad es que me acomoda bastante escribir de este modo y así poder tener un cap sencillo y certero para cada lunes.

Aunque seguramente no me dure mucho y venga un momento en que escriba testamentos donde el cap se resuma casi entero en la emoción de un personaje, no sé jsjs (la verdad me gusta y extraño bastante ese tipo de narración jsj)

Me sabe bien raro el Ben amable, pero es algo que tarde o temprano vendría pasando (lo podemos notar por el Ben ameno de los primeros caps kdhs)

Pregunta, con este nuevo orden de caps, ¿qué tanto se demoran en leerlo ahora? Espero que sean más cómodos kshsi<3

Algo que quiero decir sólo porque si las dudas, es que ha pasado mucho más tiempo en estos últimos 3 caps, que en todo el resto de la historia (tipo, en 40 caps pasaron al menos 4 a 5 meses, y ahorita ya han pasado como 6 a 7 meses en un rato ah) lo que significa que Ben y Bennett ya tienen 24 y 21 años ;)

En fin, espero que lo hayan disfrutado y demás; no olviden votar y comentar que tal, y cualquier duda, puedo contestar ^^

Nos estaremos leyendo ya en próximas actualizaciones de este y las demás historias, esperenlas C=
Nos leemos pronto!

Bye☆

            「NiakuTan」

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