•°~°Capítulo 57°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Los días festivos representaban un merecido descanso o oportunidad para hacer algo productivo aprovechando el día libre, pero para Bennett eran todo lo contrario: de esos días aburridos en donde siquiera podía tomar su celular o salir con sus perros, dónde se perdía en el ocio y no era capaz de ni siquiera levantarse a comer algo.

El frío que gradualmente se iba apoderando del ambiente, traía consigo mezclas perfectas para agendar un día en cama, bebiendo chocolate caliente y con unas de esas películas repetidas que tanto le gustaban. Pensando de esa manera, el pelimora pretendía tomar su día de ese modo, aburrido y mecánico sin gastar las energías que sentía no tendría para hoy; pero había tenido una visita de Jeremy quien le hizo levantarse y medio vestirse, de lo cual no se quejaba en realidad, ya que tampoco tenía ganas de estar acostado sin hacer nada.

Acarició con atención las cuerdas de su guitarra, creando un sonido limpio y delgado, mismo que flotó en el silencio de la sala y se perdió poco después tras otra nota dulce y mucho más clara. Su vista iba y venía de vez en cuando de entre sus perros recostados en la sala, hasta las cortinas iluminadas por el claro del sol proveniente de fuera; esperando con ello que las horas pasaran y pudiera de ese modo, ver a Ben, porque si él le invitara salir, lo haría sin dudarlo, sin pensarlo.

Bennett volvió a hacer una mueca de desánimo y cansancio pasados los minutos, mientras se concentraba en las notas de una de esas melodías que se sabía de memoria, como forma de distracción.

Jeremy le había estado hablando desde hace un rato, acerca de que debía cuidar mejor la forma escandalosa en como se portaba en público: lo mismo de siempre, algo que Bennett estaba tan acostumbrado a escuchar, y que de todos modos, aún sabiéndolo, decidía ignorar gran parte de ello; no era que fuese rebeldía, sino más bien fastidio.

Usualmente cuando recibía ese tipo de charlas, que venían siendo comunes en estos últimos días, significaba que había hecho alguna tontería de la que no se acordaba, o quizá estaba por hacerla y no se estaba enterando hasta que lo persuadían para guardar mejor las apariencias en público, o corregir alguna mala postura que afectaba sus relaciones sociales.

—Amigo, deberías tener más cuidado, sobre todo si vas a salir por ahí con tres perros enormes. —Jeremy continuaba hablándole, sorprendido de lo relajado que estaba el guitarrista recostado sobre la alfombra, con sus dos fieles mascotas a cada lado, cómodamente dormidos a pesar de los ruidos y tildes sonoros de la guitarra del menor.

—Lo sé, Jeremy, no hace falta que tú también me lo digas. —recitó Bennett en respuesta, demostrando con su tono agotado, que no estaba prestando mucha atención.

Un tanto cansado de apretar los labios ante el desinterés común en su compañero, Jeremy bufó y miró a un lado, en búsqueda de deshacerse de ese aburrimiento propio al no ser escuchado. Se levantó para estirar su brazo hasta la mal acomodada mesa de centro y tomó de allí el bol con frituras medio acabado, esperando que del ruido en cualquier momento Bennett se hartara de ignorar lo que estaba diciendo y ya le prestara más atención.

—Ah pues sí, pero curiosamente cuando tu jefe y yo coincidimos en regañarte, es por algo ¿no lo crees? —Jeremy reintegró la charla, masticando ruidosamente las papitas crujientes, obteniendo antes que la atención de Bennett, una mirada curiosa de una de los perros que removía con dificultad una oreja al oírlo.

—Cuando ustedes coinciden, no me gusta. Es un poco extraño para mi. —bufó Bennett, deslizando sin cuidado su mano por el mástil del instrumento y detener aquella mecánica secuencia de notas improvisadas.

—Sí, a mi tampoco; aunque alguien debe cuidarte, y ya casi a cambio de evitar que hagas más escándalos y con mantenerte vigilado, ese hombre me suena a que es capaz hasta de pagarme. —suspiró el peli-cobrizo, encogiendo los hombros— Pero es tan tacaño, sabes tú.

—Ahá, pero no me gusta cuando me vigilan, y tampoco quiero que me regañes por cosas que no me importan. —siseó el menor presionando los labios, un poco más relajado, deslizando con lentitud sus dedos por los trastos de la guitarra.

—Ya, mi amigo, sabes que incluso si no me lo pidieras, bien que me preocupo por ti. —Jeremy del mismo modo, se relajó, aunque seguía un tanto inquieto tras ver lo distraído y perezoso que se notaba el peli-púrpura de nuevo—. Es difícil ver que el chico que he tenido que cuidar de siempre sigue haciendo tonterías sin cuidarse bien, si es que nunca piensas las cosas antes de hacerlas...

En respuesta a ello, el peli-cobrizo obtuvo otro par de limpias notas ruidosas en sincronía, seguido de un suspiro largo y agotado por parte del guitarrista. Tras unos segundos de silencio, fue el pelimora quien alzó la vista y se sentó echando su cabeza hacia atrás, para acostarla sobre el borde del sofá y dedicarle una larga mirada al pecoso; ahí Bennett vió al mayor con el celular en mano, esperando talvez a reprocharle algo que él no entendía.

—Es que aún no sé qué hice. —siseó por fin con bastante duda y confusión, e hizo un puchero cuando Jeremy también le volvió a responder con una mueca de regaño.

—¿Ah no? Mi amigo Bennett... —suspiró, llevándose una mano hasta la frente mientras deslizaba el pulgar sobre la pantalla de su móvil, buscando—. A ver, es que has estado saliendo mucho estos días ¿cierto?

—Mmh, sí... —dudoso por la pregunta, asintió.

—Y ahora como que hay confianza, arrastras al amargado Benjamín contigo ¿cierto? —siguió, pero fue allí en que el guitarrista suspiró y reposó la base de la guitarra entre sus piernas, mirándolo con duda.

—Jeremy, no hacen falta las preguntas tontas. Has estado quedándote en mi departamento todos esos días también, ¿por qué preguntas algo que ya sabes? No entiendo... —dijo Bennett con un aniñado y agotado tono de voz, arrastrando su mano por todo el mástil del instrumento, para abrazarlo y dedicarse a mirar a su amigo en tanto— ¿Ahora qué hice mal?

Cuando preguntó eso, vio que el mayor le miró con un gracioso reproche, sin dejar ese lado característico y agraciado suyo, que solía hacer que Bennett nunca se tomase demasiado en serio las cosas que este hacía o decía, como estaba ocurriendo en ese momento. Así que para disipar todo rastro de duda y confusión en su siempre despistado amigo, Jeremy se desplazó por los artículos que registraba en su móvil, y giró el aparato para enseñarselo: «¡Esto! Amigo, mira». dijo, sólo para dejarle a la vista un par de títulos tontos pero llamativos, que venían seguidos de un par de imágenes, algunas borrosas y otras lo suficientemente interesantes.

—¿Sólo tontos chismes? —, dudativo, el menor sólo ladeó la cabeza, acercándose para echar un mejor vistazo—. Pero esto... —mencionó bastante curioso, Bennett recostó mejor el instrumento en sus piernas y estiró las manos para sujetar el celular que el mayor le tendía, sólo para desplazarse con agrado por algunas de las lindas imágenes; imágenes suyas, por supuesto—. Oh, vaya...

—Sí; «oh, vaya».

—¿Y esto?

—¡Te dije! —replicó Jeremy, alzando los brazos, aún confundido por la reacción tan tranquila de Bennett, que continuaba ojeando el móvil, con una media y nerviosa sonrisa.

—Es que va tiempo que no me había visto en una foto así...

—¿Qué...?

—¡Jeremy, mira esto! ¡me veo bien! —Bennett giró el móvil de vuelta, mostrando allí una de las tantas fotos en donde se veía a si mismo, con ropajes poco coloridos pero favorables; su característica bufanda y una gran sonrisa en los labios, sujetando a su lado el brazo de un siempre fotogénico Ben, que ni siquiera estaba mirando al frente, pero lucía tan vistoso como acostumbraba.

—¿Siquiera estás prestando atención?

—Mira, si él... siempre luce genial. —Bennett continuaba hablando, arrastrando las palabras en tonalidades agudas y sosas. Volvió la vista al móvil, y ensanchó su sonrisa—. Él se ve... tan bonito.

—¡No mames! No estás prestando atención a lo importante... —apresurado a liberar de su ensimismamiento al despistado Bennett, Jeremy meneó su mano sobre la vista de este, pero le quitó el móvil cuando lo primero no funcionó— ¡Hola, te estoy hablando!

—¿Y cuándo tomaste estas fotos, Jeremy? —el peli-violeta ladeó la cabeza mientras se ponía de pie, sosteniendo su guitarra, para luego sentarse en el sofá, junto al mayor.

—Pues si a eso iba, te digo que yo no las tomé, no estarían en internet y obvio, hubieran salido mejor de ser así, huh. —decía el mayor, encogida de hombros.

—Oh...

Por supuesto que, después de un rato de calmarse y pensarlo mejor, entendía que era obvio lo tonto que fue no haber puesto atención a lo que había estado hablando su amigo, sobre la imagen pública y demás derivados relacionados con su comportamiento. Entonces su única preocupación terminó siendo el hecho de que los títulos de cada tonto artículo eran muy aburridos, y que probablemente Ben iba a molestarse por todo esto, «Espero... que esto no se convierta en un problema».

—Vi un par de estas hace unos dos días y pensé automáticamente que ya habías metido la pata de nuevo, pero hasta hace poco que los comentarios no habían sido tan constantes —explicaba el más alto—, por eso estoy aquí.

—Entiendo...

—Algunas son tomas muy malas, pero ya que investigué sé que fueron publicadas por fanaticos y chismosos, obvio —le dijo Jeremy—, nada raro ya que fotos de ustedes hay en todas partes; así que me había despreocupado muy rápido. Hasta que llegaron esas últimas, donde eres un chicle.

—¿En cuál soy un chicle?

—Me refiero a que ya andabas de pegajoso.

—Ya veo, pero son sólo fotos ¿no? —Bennett se encogió de hombros, ladeando la cabeza— Fotos lindas y raras, pero son sólo fotos, y los chismes son sólo eso. Me ha pasado muchas veces...

—No sé tú, pero cualquier persona que tenga ojos puede notar la química que hay entre ustedes dos ahora, sobre todo si te vas a colgar del brazo de tu hombre en plena calle... —mencionó, volviendo a su postura mejor sentado a un lado del menor— Es que se te ocurre ser pegajoso justo cuando estás fuera.

—Bueno, lamento ser una persona cariñosa. —Bennett se encogió de hombros.

—Ya, cariñosa ¿lo eres de veras?

—Claro que lo soy, pero... sólo con él. —suspiró Bennett haciendo un puchero— Y con mis bebés.

—Ya, no podía estar más claro... —Jeremy suspiró al hacer una mueca llena de gracia, echándose para atrás para reposar su espalda en el sofá; con la vista en el bol lleno de frituras que estaba tratando de comerse hace rato.

—Bien, pero mira, ha pasado rato y esto no es un problema. —le dijo, estirando su mano para tomar un par de papitas y llevárselas a la boca— Aunque ya tiene sentido que William haya estado dándome la misma charla hace días, vive pegado como a dos décadas atrás... llorando por fotos que no dicen nada.

—Lo sé, pero cuando se trata de ti, hay que ser más pesado. —Jeremy le miró fijo— Si te sacamos de una y te metes en otra muy rápido. Tienes que dejar de ignorar las cosas ¿bien?

—Bien, bien, lo haré. Supongo que gracias por la preocupación ¿si? —sonrió el más bajito, unos momentos después de encogerse de hombros, apenado pero mucho más tranquilo y animado.

—Ahá, pero mi servicio no es gratis ¿sabías? —carcajeó Jeremy— Tienes que dejarme las papitas que quedan como recompensa...

—Heh bien, son tuyas...

Por unos segundos, sin saber exactamente de qué preocuparse con el repentino tema, Bennett acarició con detenimiento la base de su guitarra. De ese modo, comenzó a recordar todas y cada una de aquellas salidas frecuentes qué había tenido junto a Ben este último tiempo; muchas de ellas eran simples y muy amenas, casuales en la tarde, usualmente acompañados por los perros y cuando no, se encontraban reviviendo aquellos momentos en que una salida a comer era casi tan entretenida como todas las demás.

Bennett ya se había estado acostumbrando tanto a tenerlo cerca y a disfrutar sin pena de ello que, la idea de que una tontería de estas frenara el ritmo con el que se encontraban, lo empezó a molestar, ¿qué haría si se convertía en un problema? Tampoco pretendía que un tropezón les hiciera retroceder algunos de esos pasos complicados que habían estado dando y superando, no cuando les había costado y agradado a ambos por igual.

Absorto en lo suyo, de pronto fue interrumpido por ese sonido característico de un mensaje a su celular, lo que le hizo levantar la vista tratando de localizar su celular, que siempre solía estar perdido y desatendido en la misma sala. Una vez lo halló, se levantó tan pronto como pudo, con la idea esperanzada de que se tratase de Ben. Lo había sido, por supuesto, pero en lugar de un: «Hola», o un: «buenos días», como había estado esperando, recibió un: ❝Mierda, Bennett❞. Lo cual le hizo agachar las cejas, quizás apenado y asustado, pero ciertamente, lleno de gracia ante lo extraño que le sonaba leerlo.

Tras un par de mensajes suyos en respuesta: llenos de emoticonos y saludos en un intento por disipar la inquietud, luego llegaron otros mensajes de Ben, tan secos y simples como siempre, que fueron lo suficientemente certeros para hacerle saber que no eran mensajes cortantes al azar.

«Vale, parece que talvez ya se convirtió en un problema». Pensó, preocupado por no saber qué contestar con exactitud. Así que envió un rápido: ❝Voy...❞. y se apresuró a buscar sus zapatos, junto a un abrigo, para correr hasta la puerta de entrada.

—Amigo ¿a dónde con tanta prisa? —le cuestionó el peli-cobrizo en cuanto vio a su compañero, que se iba dirigiendo hasta la puerta, dando saltos con medio zapato bien puesto y el abrigo delgado y largo sobre lo que aún conservaba casi como ropa de dormir.

—Vuelvo enseguida, ¿puedes quedarte un rato con mis perros?

—No sé ni para qué pregunto, si eres tan obvio. —carcajeó, llevándose un par de papitas a la boca— De todos modos no iré a ningún lado, tú ve.

Asintiendo, Bennett terminó de alistarse, si podía llamar así a su atuendo tan mal acomodado, y salió apresurado hasta el departamento del pelicían. Después de un rato dolido por no haber podido usar el ascensor, se detuvo cansado esperando que luego de llamar débilmente un par de veces, Ben abriese la puerta.

—Vaya, tardaste más esta... vez. —. La voz del pelicían, que acababa de abrir la puerta, fue disminuyendo ante la imagen desaliñada que tenía en frente. No hizo más que formular una mueca, cruzar los brazos y esperar a que el chico terminase de jadear y quitarse el pelo de la cara— Cielos, ¿de qué pelea vienes?

—¿Pelea...? No, yo... —Ansioso, el pelimora se llevó una mano al pecho mientras apretaba los labios luego de recuperar la compostura y el aire. Incluso luego de haberse calmado, su estómago se revolvía ante la mirada analítica del mayor, haciéndole sentir todavía más intranquilo y tembloroso que antes—. Vine a verte, digo... ya sabes.

—Ahá, no es necesario saberlo. —contestó Ben, moviéndose a un lado para indicarle al contrario que podía entrar, cosa que por supuesto, tenía que especificar o lo tendría mirando a la entrada con esa cara de confusión todo el rato; como si tuviera pena de pedir permiso— Anda, respira. Sí puedes pasar.

—Oh sí, gracias...

No hizo falta decir más para que el nervioso oji-rojo se adentrase a la vivienda, con una idea poco agradable de lo que recibiría en respuesta; pues que llevasen una relación menos distante y más comunicativa estas semanas, no significaba que actitudes inciertas como estas no fuesen algo visto y recurrente, que en el fondo no es que le agradasen a cualquiera.

A Bennett no le importaba qué fuese a pasar, o si Ben no quería verse envuelto en escándalos tontos por su culpa y decidía alejarlo un poco por eso; tampoco temía que terminasen algo que «aún no había empezado», quizá era que la idea no era difícil de asimilar, pues tenía montones de pensamientos para afrontarlo de todos modos; aunque estaba más que seguro de que moriría de nervios encontrándose cara a cara con un escenario similar.

Sin embargo... lo que le preocupaba más, era que el peli-calipso no se sintiera cómodo con todo esto. Él sabía que Ben era bastante débil ante las críticas de ese estilo, y que era un impulsivo arrogante que no dudaría en hacer lo que sea por caer de pie; porque así era él, y así le gustaba por mucho que ese fuese un punto en contra.

«Pero esto es diferente ¿no?». Pensó Bennett todavía un tanto ansioso por el silencio que se había formado. Se sentó en el sofá esperando encontrarse con la cachorra y distraerse dándole mimos, pero la vio completamente dormida bajo un montón de cobijas, sobre el sofá contiguo que en ocasiones la nena tenía para ella sola. Eso le resultaba... una imagen tan bonita de ver, por mucho que estuviese más inquieto ahora.

—Me sorprende un poco notar que de verdad viniste sin necesidad de decirte nada. —Le dijo Ben, con ese tono tan ambiguo que no dejaba espacio para notar amabilidad o indiferencia, salvo por los gestos poco expresivos en su rostro.

—Bueno... n-no es como qué fueses muy claro. —murmuró un tanto intranquilo, observando la calma con la que Ben le dedicaba a ratos una mirada inquisitiva.

—¿Quieres algo?

—¿Algo? Yo... hum, n-no, estoy bien...

Esperando algún tipo de regaño o una queja sin más rodeo, Bennett ya se había sobresaltado cuando el moreno se le acercó lo suficiente sin decir o avisar, por lo que cerró los ojos esperando no ver alguna mueca de molestia. Mas tras los segundos, al volver a abrirlos, sólo notó una mirada confusa a su dirección y al pelicían curvando los labios, dejando paso a una expresión... agradable.

—Hey ¿qué pasa? —preguntó, alzando una ceja.

—¿No estás enojado conmigo?

—Oh eso. —suspiró Ben, comprendiendo la razón principal de ese comportamiento tan nervioso— Bennett, para el punto en el que estamos, ¿qué ganaría con enojarme contigo? —contestó nuevamente el oji-verde, llevándose una mano hasta la nuca tras la reacción nerviosa del menor.

—Entonces... ¿por qué me hablaste así de la nada? —Bennett ladeó la cabeza, más no estaba tan inquieto como antes.

—Sólo te saludé...

—Tienes maneras muy... extrañas para saludarme ¿no?

—Quería que vinieras ¿bien? ¿por qué te espantas por todo? —suspiró en derrota, y a pesar de su tono rudo y exasperado, la expresión siempre neutral de Ben no dejó espacio para más indagaciones que no fueran lo mismo de siempre.

Del mismo modo, el peli-violeta aún no asimiliba del todo bien que, contrario a todo lo que estaba esperando recibir al venir aquí, había obtenido una mirada suave, regida por una postura ruda. Al cabo de unos momentos, Ben volvió a acercarse y le miró con detenimiento, antes de sentarse a su lado, dejando escapar un suspiro.

—Esto se siente un poco lindo... —murmuró el pelimora, cuando ya se había puesto mucho más cómodo ante la cercania del mayor, al momento en que lo tuvo al lado y pudo sentirse calmado.

—Sí, sí, pero más te vale bajar los pies de mi jodido sofá o ahora si voy a estar molesto ¿bien?

—E-Entendido... —asintió, con duda. Se había inquietado tanto que a penas fue conciente de que tenía los pies sobre el sofá y la espalda lo más presionada posible contra el mismo. Al bajarlos, presionó los labios, queriendo distraer la vista en otro sitio—. Mmh lo siento.

—Como sea. —suspiró Ben.

Tras centrar la vista en el chico que tenía al lado, Ben pensó en lo mal que debía de estar su juicio en ese momento, como para creer que ese horrible desorden de ropa de dormir, podía llegar a ver bien; un conjunto de ropa ligera, junto a un abrigo beige haciendo de bata, que mal arreglada hacían ver ese desastre debajo como algo espantoso. «No puede ser». Pensó. Porque es que no se veían ni podían verse bien, de ninguna forma.

Era tan doloroso que su estándar haya bajado tanto, encontrando tan lindo a un chico que era capaz de salir luciendo una revoltosa maraña de pelo y de andar con esa expresión atontada, como si no hubiera dormido en toda la noche.

—¿Por qué... me estás mirando así? —farfulló Bennett, ante la atenta y constante mirada verdosa que tenía sobre él, misma que lo había obligado a inclinarse un poco en búsqueda de calma, antes de que los nervios delatasen su estado ansioso.

—Me dueles mucho... —dijo Ben a penas, y sólo rodeó con su brazo los hombros del menor.

—¿Doler? —inquirió; sin embargo, aún estando confundido por la repentina acción ajena, Bennett no desaprovechó para nada el momento de cercanía y se abrazó al mayor, dejando caer su cabeza cerca del pecho de Ben.

—Nada, no importa.

—De acuerdo...

«Él no está enojado conmigo, así que no tengo de que preocuparme». Se dijo Bennett, cerrando los ojos una vez encontró aquella postura cómoda entre los brazos y el pecho del peli-calipso. Ben podía no estar muy consciente de ello, pero para Bennett, cada pequeño gesto tal cual como el de un abrazo, significaban bastante considerando lo difícil que era Ben, y estaba agradecido de poder disfrutarlo, por muy repentino que sea.

«Me quiero quedar así siempre». Siseó de nuevo, deslizando sus brazos por el torso del moreno de piel, hasta cerrarlos en uno de los costados de este, haciendo que el contacto terminase siendo más agradable y cercano.

Había venido esperando recibir con suerte una mirada distante o de reproche dentro de algún intento de charla acerca del tema, pero obtuvo algo mucho mejor que eso, y le bastaba. Podía olvidarse de cualquier tontería por el momento, si a Ben no le importaba, menos iba a importarle a él en ese caso.

•[▪]•

«Bien, esto es lo más extraño que me ha tocado ver hoy». Se dijo Bennett, justo en el momento en que se encontró con aquella sección “pegajosa” en los artículos, de la que Jeremy tanto le había estado hablando antes, y aunque quiso fruncir el ceño por lo aburrido que solía estar de estas tomas a escondidas, en realidad no podía molestarse cuando para él, este tipo de imágenes le resultaban de lo más lindo que podía ver.

En algunas de ellas se podía apreciar a Ben a su lado, muchas veces en lugares concurridos o cerca de varios de sus compañeros; habían unas en donde se encontraban con sus perros acompañándolos, y otras donde estaban sólo los dos. Él sujetaba el brazo de Ben y se abrazaba a este como si esas muestras de afecto fuesen de lo más común que podía hacer en plena acera, y es que, para él lo eran, pero ya sabía que siempre debía de haber un límite, y era justo este: donde un par de fotos de simples abrazos, pasaban a unas donde podía ver gestos y acciones que de sólo mirarlas, gritaban: «¡no somos sólo amigos! ¡es algo mas! ¡sí, así es!». Algo que resultaba tan obvio hasta para él mismo.

¿Cómo es que Ben no podía molestarse con esto? Se preguntaba, pensando en que quizá el mayor debía de estar haciendo un enorme esfuerzo por no demostrar que esto le importaba; era la única explicación que el guitarrista encontraba para la forma tan serena en que el mayor lidiaba con todo esto.

«Déjalo, son sólo fotos ¿bien?». Recordó decir a Ben, mientras ignoraba por completo su inquietud y se aproximaba al armario para tomar un par de prendas. Bennett había estado completamente inquieto ante esa seguridad e indiferencia, pero quiso creer en él; pues si Ben no pretendía dejar que algo como esto le afectara, o no quería mostrarse agitado tampoco, estaba bien, él iba a quedarse a su lado hasta que el mayor le diga que es suficiente.

—Me basta con lo jodidas que están siendo mis redes sociales ahora, así que no necesito que también me vengas a joder tú.

Escuchó farfullar al peli-calipso otra vez. Hace un rato, ambos se habían decidido por salir unos momentos, no sin antes pasar por su departamento, para que la pequeña Isabella tuviera la buena compañía de los perros de Bennett; sin embargo, el sorprendido no fue únicamente el mayor, al encontrarse al buen «niñero Jeremy», charlando de lo más tranquilo con cierta mujer que había venido de visita, por supuesto, sin éxito al no encontrar a la persona a la que venía a ver.

Esto de igual modo, no le desagradaba a Bennett en lo absoluto, pues la función de «hacerles compañía y cuidar a sus perros», estaba hecha de todos modos, y lo que fuese que el peli-cobrizo quisiera hacer, no le era un gran problema desde que este dejaba todo tal cual estaba.

Pero claro, no podía decir que no habría problema cuando se trataba de Ben, ya sabía de sobra que él y la chica estaban tratando de limar asperezas, aunque eso no quitase esa rivalidad infantil que dejaban escapar a veces cuando el otro hacía algún comentario que disgustaba a la otra persona, ocasionando que por consecuencia se iniciara una serie de comentarios sarcásticos e irónicos, que con el paso de los minutos se convertían mayormente en palabras frías con cierto deje de aburrimiento que no llegaban a ningún sitio.

—Oh, pero si no he dicho nada extraño. —contestó la chica, presionando los labios tras cruzarse de brazos— Estás siendo muy infantil de nuevo.

—Ahá, sí, claro... ¿yo soy el infantil?

Al menor, Margaret le parecía una persona de lo más tranquila, era serena y no alzaba la voz en la mayoría de casos, aunque ya teniendo tiempo de conocerla, Bennett sabía que la timidez se le iba únicamente cuando desafiaba a Ben; y así, la veía como una persona analítica y certera, que sabía cómo mirar y qué decir cuando tenía el objetivo claro. Y a él le encantaría parar esa «pelea», que ambos tenían en su sala, pero le gustaba mucho la forma en que Ben se irritaba por cosas tan absurdas e inmaduras; y le gustaba más, cuando al acabar de desquitarse, Ben lo tomaba de los hombros y se mantenía a su lado, como una forma de buscar propiedad y consuelo en él.

—No es justo... yo estoy aquí muriendo solo y a ti se te junta el ganado cada par de días. —siseó Jeremy entre lloriqueos mal fingidos, dejándose caer en el sofá, a un lado del un aburrido Bennett que luego acariciaba a los perros a su lado.

—Heh Jeremy, no entiendo qué es eso. —suspiró, dejando escapar una sonrisa en cuanto su vista volvió desde el rostro fastidiado del moreno, hasta sus perros y seguido ante su acompañante.

—Ya, ya, lo sé... —Jeremy rodó los ojos con gracia— ¿no piensas decirles que paren de nuevo? Llevan así al menos cinco minutos. Me está dando algo de cosa.

—Déjalos un rato más, es un poco gracioso... —suspiró Bennett, con la mirada totalmente anclada a la mezcla de gestos en el rostro del peli-calipso, mismos que lo tenían tan nervioso como fascinado.

—También me estás dando algo de cosa tú ahora...

•[▪]•

Debido a aquel ligero contratiempo, Bennett no pudo apreciar mucho sus momentos junto a Ben en su día feriado, en donde originalmente había planeado no hacer nada, y luego atesorar cada segundo junto al mayor; sin embargo, nada había salido de buena o mala forma. Margaret se quedó un tiempo más hasta que llegó la tarde, y Jeremy se ofreció a hacer de buena distracción para sacarle plática a la chica cuando Bennett ya no podía aguantar las peleas o lo muy aprisionado que se sentía por los dos cantantes, que juntos eran peor que separados.

Bennett pudo entender con ello, que a una parte suya le disgustaba mucho estar en medio de los dos; no sabía que hacer con Margaret, pero era agotador. Y ella parecía sacar un lado tan agobiante de Ben, que ya de por si le había demostrado ser un celoso de primera, ocultando muy bien su enojo pero a la vez guardando cierta distancia cuando mantener la compostura se le tornada difícil. Su problema no era Ben, ni Margaret, su problema era que ellos peleaban y eso era gracioso, pero siempre terminaba en medio, recibiendo tonterías y alterando sus nervios a un punto en que no se sentía capaz de reaccionar a tiempo.

La ambigüedad que rodeaba al peli-calipso era una interminable niebla de curiosidad, Bennett disfrutaba de inmiscuirse en la densidad de esa personalidad contradictoria y orgullosa. Estaba tomándole atención a eso también, así que tras acabar el día, no dudó en detener a Ben frente a la puerta y sólo presionarle el rostro contra el pecho, rodearle el torso, y quedándose así, hasta calmarlo.

Bennett no estaba del todo consciente de cómo sus acciones tan imprevisibles y entregadas, podían no sólo ablandar a Ben, sino también transformar todo lo que pareció un día irritable, en algo que pudo valer la pena. Cuando el mayor respondía difícilmente a esas muestras de afecto, Bennett sólo podía recobrar el aliento y relajarse, sabiendo que no se había precipitado y que, como compensación, también obtendría algo de atención del cansado y «amable Ben» antes de que el mismo se fuera.

Por ello su día en realidad fue muy bien, y cuando Jeremy fingió toser para hacerle saber al chico que aún se encontraba en la sala, Bennett suspiró, entendiendo que era muy difícil cuidar de una buena amistad además de su intento de relación con Ben; porque no podía echar a Jeremy para llorarle al pelicían quedarse, ni tampoco podía dejar solitos a sus bebés cuando ya era costumbre aprovechar la «buena voluntad» del pecoso, para salir y pasar días y noches enteras junto al moreno.

Por supuesto, lo pensó, pero ya veía que Ben no se llevaba del todo bien con su amigo peli-cobrizo, así que Bennett estaba al tanto de lo incómodo que iba a ser para ambos que el mayor se quedara con él. Sobre todo porque Jeremy era muy charlatán, y no dudaba en expresar sin pena la opinión propia que tenía del pelicían y de la relación de ambos en general; y a Bennett le apenaba mucho oír lo sincero y directo que era Jeremy para hablarle de las cosas.

—Mira, mientras hagan sus cosas para callado, a mi no me habría molestado acampar aquí en tu sala. —sonrió Jeremy, dejando caer una gran almohada sobre el sofá más grande de la sala, echándose de lleno sobre el mismo y llevando los brazos hasta su cabeza.

—No me importas tanto tú... sino él. A las personas les cuesta un poco acostumbrarse a ti, y él es alguien más difícil.

—Auch, gracias por tanto cariño. —fingió dolor, sonriendo cuando el pelimora se encogió de hombros— Bien, mi amigo, si en realidad es cuestión de saber captar mi estilo. —se apuntó a si mismo, soltando una risa— Estoy seguro de que en realidad el problema que tu hombre tiene conmigo, es que yo soy chido porque te puedo decir cosas bonitas así de compas, pero él no.

—¿En serio? —dudó Bennett, ladeando la cabeza.

—Claro, si el Benjamín es bien celoso, sino era esa mujer tan bonita, era yo porque es que estoy re guapo y cualquiera me envidia. —carcajeó, consiguiendo que el menor alzara una ceja.

—Bueno, para mi él es muy atractivo. —contestó el peli-púrpura un tanto confundido, aunque algo relajado ante la imagen fugaz que tuvo de Ben al momento de responder— Así que no creo que sea por eso...

—Amigo, me dueles, ¿acaso no te parecto altísimo galán? —hizo un gesto con sus manos, cerca de su rostro, poniendo su mejor cara.

—Supongo, no lo sé. —Bennett ni siquiera pestañeó al responder, casi sin inmutarse, pero con mucha duda y lentitud.

—¡Qué mal ojo, qué mal ojo! —risoteó el peli-cobrizo ante lo muy rígido que estaba el menor ante todo el ambiente y sus intentos pobretones de no hacerlo sentir mal, cuando bien era sabido lo muy enganchado y dedicado que era Bennett a su compañero— Ya, si estoy jugando. La conclusión está en que no necesitas llorarle a nadie, ya mero me comporto y de a poquito tu hombre me aprende a aguantar.

—Espero... pero está bien, al menos la pequeña Isabella se divirtió jugando con mis perros hoy, y Ben no está molesto porque ella se durmió rápido al volver.

—Ay, qué lindo. Me preocupa un poco el hecho de que hayas tenido otro hijo con él sin ser nada. Con lo bien tradicional que es el Benjamín...

—No entiendo...

—Ya, ya, no me prestes atención. —suspiró, en medio de una sonrisa— ¿Me pasas el cobertor para taparme?

—Ah sí, a eso venía. —Bennett suspiró, tomando la gran manta que había traído de antes, para desdoblarla y esparcirla sin cuidado sobre el mal acomodado pelinaranja en el sillón— Matthiew va a quedarse para hacerte compañía un rato, si me duermo antes le abres la puerta para que se acueste conmigo ¿bien?

—Bien, lo tengo fichado de siempre. Tú ve tranquilo...

•[▪]•

Los días productivos eran el resultado de las ganas y el esfuerzo, Bennett decidió dejar de pensar en todo lo que le molestaba de momento y centrarse en disfrutar del buen humor que rodeaba al elenco, con compañeros charlando entre los descansos en las tomas, riendo ante los errores comunes en escena y siendo partícipe de toda esa armonía que inundaba el estudio, haciendo que del mismo modo, el peli-violáceo se sintiera muy a gusto aún si no tendría espacios libres lo que restaba de la semana.

De cierto modo, lo que más inquieto lo tenía, era que tras bastante tiempo, volvían a aquella fase en donde la historia principal marcaba un break y despeje entre las subtramas, donde por supuesto, se presentaba como protagonista, a su personaje, que ya de por si pasaba por momentos que dejaban a Bennett muy agotado, porque muy bueno podría ser interpretándolo, pero solía dejarse llevar muy rápido cuando entraba en personaje, sintiendo empatía por el mismo, cuando los diálogos al aire y las emociones desganadas ya de por si eran algo que como persona estaba acostumbrado a reguardar para si mismo.

─▪「En escena se mostraba como el tiempo había parecido no pasar tan rápido, cuando en realidad lo hizo, dándole a Bonnie poco tiempo para siquiera pensar en lo que en verdad necesitaba. Se encontraba con la vista fija y perdida en un pasillo poco concurrido de un sitio que no creyó tener que visitar; él presionó con fuerza los puños sobre sus muslos, mostrándose ansioso y apenado.

Su rostro se deformó de inquietud a molestia mientras la espera se volvía eterna sentado en esa misma silla por más de diez minutos. Se esforzaba por no mostrar lo nervioso que estaba, y por mucho que le costara admitirlo, asustado también, pues su rostro rígido y tímido expresaba lo suficiente en ese tipo de situaciones. Sabiendo que tuvo tanto tiempo para entrar en razón tras todo eso que antes le pareció lo mejor para si mismo. Odiaba tener que estar aquí, porque estaba tan molesto consigo mismo...

Bonnie se detestaba tanto por no comprender ese lado suyo reacio a afecto, ese que no entendía porque esas emociones extrañas lo asustaban tanto, orillandolo a lastimar a otros, por no saber cómo reaccionar a lo desconocido. Ligado a cometer errores y a esconderse defensivo ante todo aquello que él creía que lo había fastidiado y lastimado.

—Lo odio... tanto. —suspiró Bonnie a ojos cerrados, presionando los dientes y los labios. Empujó los puños contra sus piernas, queriendo imposibilitar esa sensación de hormigueo en su rostro y el picor en sus ojos.

Tras un par de segundos, escuchó su nombre, después en que la puerta, no muy lejana a donde se hallaba esperando, se abrió con calma enseñando a un amable y aparentemente muy agradable hombre, quien sin ignorar el temblor en el cuerpo del joven, le saludó con total atención.

—Bien, adelante. —anunció, tranquilo. Bonnie sin embargo, con pasos mecánicos a penas pudo entrar, frunciendo el ceño, torciendo los labios; acongojado—. Por favor, puedes tomar asiento.

Bonnie tomó un largo respiro, calmando todo ese agobio mientras asentía y se sentaba con rigidez sobre el cómodo sillón. Se mostraba confundido e inseguro, sus labios temblaron y sus manos inquietas se encontraron presionándome entre si, cuando el analítico hombre comenzó a hablarle buscando apaciguar sus nervios, cosa que, empeoraba su molestia.

Supo que era tan tonto, y estaba tan enojado por eso. No había soportado tanto él sólo, para que luego de un poco de lejanía y soledad, se encontrase tan disconforme y marginado, porque estaba estorbando y le dolía bastante; lo hacía sentir tan débil.

Con ese mismo sentimiento de vulnerabilidad, apático, Bonnie jadeó con pesadumbre, dejando salir con ello parte de sus nervios y valentía. Antes de hablar:

—Yo... tengo un problema」▪─

Al momento en que escuchó la voz fuerte del azabache dar la misma indicación de siempre, Bennett se sentó más derecho y tranquilo, palpando sus piernas y tomando un respiro, sólo para dejar escapar una sonrisa ansiosa como acto reflejo a ese ambiente tan pesado en que había estado. Cuando se vió siempre contento de tomar un descanso mientras esperaba toparse con Ben en algún momento, el peli-mora sólo se levantó encontrando primeramente a su tan recurrente amigo Jeremy, a quien como siempre le tocó entretenerlo hasta que los minutos pasasen.

—Tengo hambre... —voceó estirando los brazos y la mitad del torso por sobre una larga mesa al otro lado de la puesta de escena, suspirando con aburrimiento mientras meneaba una lata vacía de soda, en una de sus manos.

—Ya, mira, si te traje uno de tus pancitos justo con lo que pediste y está vez un agüita mirenal porque es que mucha de esa soda no te hace bien, mi amigo. —mencionada el ya frecuente Jeremy, dejando a un lado del menor una botella mediana y un pequeño sándwich a un lado de la misma.

—Mmh bien, lo que digas, gracias. —suspiró Bennett, volviendo poco a poco a compostura mientras desenvolvía el papel del aperitivo antes de darle una gran y ansiosa mordida— ¡Mmm! Así está super rico~

—Oh por favor, no hables con la boca llena.

Escuchó de pronto a su lado, tras oírlo Bennett instintivamente se puso de pie terminando su bocado, sólo para girarse y encontrar a un par de pasos de él, al pelicían cruzado de brazos con una expresión bastante serena para lo que esperaba, tras haberlo visto hace un rato tan rabioso como acostumbraba a ser en días donde debía de socializar con bastantes de los presentes.

—Hhm, lo siento. —se disculpó Bennett tras relamer sus labios y sonreír ante la proximidad del peli-calipso.

—Bien, bien, no necesitas disculparte...

—Heh sí, ahm... ¿no quieres un poco? Esta vez mi pancito es más sanito, ve... —ofreció de pronto, enseñando el mismo al mayor, quien reprimiento un gesto, suspiró haciendo un gesto—... tiene lechuguita, tomatito, verduritas, quesito... ¡Mmh! mira, ten...

—No, hombre, está bien. No tienes que... —se apresuró a costestar Ben, pero para cuando había sido más claro para negarse, Bennett ya había dividido el pan previamente cortado, extendiéndole la mitad junto a la servilleta— Huh, tú...

A Ben le pareció innecesario repetir lo mismo de siempre, cuando Bennett olvidaba toda la compostura y sólo se dedicaba a mirarlo con suma dedicación, extendiendo apenado la mano y esperando paciente a cual sea su reacción, sabiendo de antemano que tenía más probabilidades de ser rechazado de todas formas. Ben entendió que no tenía caso negarse después de todo, sobre todo, porque parecía que Bennett esperaba verlo.

Atento a las acciones ajenas, Bennett sonrió expectante cuando la mirada del mayor se suavizó al sostener la mitad del sándwich y tras un leve asentamiento a su dirección, Ben le dio una mordida prolija y lenta, siempre dándose el tiempo a disfrutar de lo que probaba.

—Entonces... —curioseó el pelimora, tras recibir una reprimenda silenciosa por parte de Ben, ante su invasión visual; entonces sólo suspiró más tranquilo y se acercó sin pena al mayor, volviendo a dejar escapar una sonrisa— ¿está bueno?

A Bennett no le importaba ser muy obvio, cuando la forma distinta en la que se trataban el uno al otro comenzaba a ser evidente para la mayoría de sus compañeros, y a pesar de que sintió mucho pena al enterarse de que varios de sus colegas cercanos conocían de su atracción por Ben desde que entró al elenco, no es como si hiciese mucha diferencia que especulasen al respecto o sólo ignorasen el hecho de que ambos se encontraban muy cerca del otro en varias ocasiones.

—Supongo... que sí.

Por su lado, Jeremy no pudo evitar respirar hondo mientras sonreía con gracia; ya estaba acostumbrado a volverse medio invisible e innecesario a penas esos dos se hablaban, por lo que sólo dio por terminado su trabajo y se fue a hacer vida social mientras de fondo podía oír los balbuceos del pelivioleta respondiendo al moreno que bien fingia desinterés y por ahí oía la voz de Mike dando las mismas ordenes programadas que, hasta él mismo se había aprendido.

─▪「Bon y Bonnie no se habían visto en mucho tiempo, al menos no de forma directa, no tan cerca. Bonnie torció los labios, incapaz de hablar o de siquiera moverse, con las manos empuñadas y presionadas cerca de su pecho, adoptando una postura defensiva y desconfiada.

Desde que habían decidido no volver a encontrarse, Bon parecía pasarla mucho mejor, y Bonnie sabía que desde un principio todo aquello que había pasado entre ambos no debió pasar, Bonnie estaba enojado con él y consigo mismo; lo culpó para evitar seguir detestándose a si mismo, pero ya no podía hacerlo. Bon era un imbécil por no haberse sabido rendir antes, pero él era mucho peor por permitirse esa clase de relación cuando estaba tan asustado de ser débil, queriendo creer que no merecía recibir tanto cariño de alguien a quien llegó a tratar con tanto desprecio desde hace tiempo.

Un recuerdo de su yo de dieciséis, era de un chico tranquilo y alocado a la vez. Ese Bonnie de cabello enmarañado que quería refugiarse en esa persona tan cercana que siempre le tendió la mano y siempre estaba allí sin juzgarle por nada...

«—Parece que en serio te gusta...

—Me gustan las rosas... son bonitas».

Recordaba aquello de pronto, a si mismo en un escenario hogareño junto al menor, sosteniendo una preciosa y gran rosa entre sus manos, tras preparar un pequeño florero alto y delgado para la misma.

«—Si te gusta tanto, pudimos... mmh traer el ramo completo, iban a verse bien, digo, yo...».

Para Bonnie esa voz nunca dejaba de sonar igual: tan clara y dedicada, en medio de un recuerdo que le sonaba tan cálido; mas era horroroso recordarlo de ese modo. Porque aún recordaba las sonrisas del moreno que nunca dejó de permitirle esos gustos tan ligeros y bonitos, sin importar lo tonto que lucía de ese modo.

«—Ya, no necesito el ramo, estoy bien con una sola».

Bonnie se sobresaltó cuando volvió a recordarlo, asustado de ello, enojado por saber que lo detestó tanto porque siempre le recordaba a lo mismo.

Bonnie se mostraba apenado, resentido y arrepentido: Bon fue culpable de ser insistente y confundirlo, pero él fue culpable por no entenderlo a tiempo, escondiéndose como un cobarde y ofendiendo aquello que lo hacía sentir inseguro, desechando todos esos años de amistad, por roces que ninguno de los dos fue capaz de sobrellevar en su momento.

Bonnie no entendía que un par de manos tomadas significaban alguna otra cosa para ellos, no por ser ignorante ante las relaciones sentimentales, sino porque no se creía digno de merecer o provocar esa clase de sentimiento, menos de que algo como eso fuese a pasarle a su tan cariñosamente apodado Maestro; pues Bon siempre fue alguien muy amable y sensible, pero lleno de seguridad, siempre decidido y perseverante, y a él le había encantado eso.

—Disculpa, no sabía que estaba ocupado. —se disculpó Bon, con una mano sobre el filo de la puerta entreabierta del auditorio de música, con la vista sobre un pelimorado enroscado a un rincón junto a la ventana, abrazando su guitarra.

La voz de Bon pareció resonar en los oídos de Bonnie, quien a penas podía asumir que aún se encontraba en esa posición, agitado ante los recuerdos.

—Uh, no... no importa. —masculló Bonnie a penas conciente de su tono tan ameno, pero sin embargo decaído de voz. Su expresión cambió de insegura a agitada, se levantó, y caminó hasta la salida, topándose de cerca con el aún inmóvil peli-turquesa— ¿permiso?

Frunciendo el ceño, Bonnie retrocedió un par de pasos, mostrándose desconfiado y nervioso al tener la mirada del contrario sobre él, ya que Bon ponía una expresión preocupada y curiosa. Bonnie siseó, rodeando el estuche del instrumento con sus brazos, queriedo agachar la vista y apartarla.

—Sí, yo... —murmuró Bon, que a penas se movió, alzando las cejas— Esto, estás... algo diferente.

—¿Qué te importa? ¿Me vas a dejar pasar o no? —gruñó Bonnie frunciendo el ceño. Adoptando una mirada más ofensiva e inquieta.

Ante un asentimiento, Bon se movió hacia un lado, a penas notando como las manos de Bonnie temblaron una vez este le miró de reojo, antes de salir, procurando siquiera tocarlo al pasar a su lado.

«Extraño». Bon sin embargo, para todo el tiempo en que no lo había tenido así de cerca, pensó, con una sonrisa, que esa sóla acción era curiosa.

Tras un largo lapso, en otra escena, Bonnie se recordaba a si mismo a finales de la secundaria, en ese entonces, su apariencia lucía menos oscura y más tranquila, dejando crecer su cabello tanto como quisiera. Sin embargo, muchas cosas eran distintas...

«—Esto es... un poco extraño.

Recordó Bonnie, en una escena un tanto borrosa, donde con la vista fija sobre los ojos verdes de Bon, quien sentado a su lado, miraba curioso las manos de ambos entrelazadas. Para esos momentos, el tomar la mano del otro no solía ser un dilema: lo habían hecho la primera vez que se vieron, lo hicieron al conocerse, lo hicieron cuando se convirtieron en buenos amigos, y solían hacerlo siempre que querían apoyar al otro.

Pero Bonnie recordaba ese sentimiento de incertidumbre, donde poco a poco ese Bon de quince años iba perdiendo los nervios y era aquel competitivo chico seguro de si mismo. Uno que no se apenaba de sostenerle por los hombros y decirle cosas lindas sin medio morir en el intento, que podía mirarlo y estar siempre tan cerca...

—Sí, lo siento...».

Bonnie odió esos recuerdos, no porque fuesen infelices y extraños, sino porque siempre le traían sensaciones de nostalgia que apretujaban su estómago. Porque no importaba todo lo que había hecho para olvidarlo, siempre lo recordaba cuando volvía a ver a Bon; y no quería atesorar algo que lo hacía sentir tan débil.

Al final, ya había aceptado que no importaba que más hiciera, disculparse había dejado de ser una opción, no porque fuese incapaz de admitir sus errores o de hacer algo al respecto, sino porque veía que Bon estaba llevando su vida con tanta calma, que acercarse simpre terminaba en algo desastrozo.

Iban en la misma facultad y coincidían en bastante materias en las áreas extra, y cada vez que se topaban, Bon lo miraba como si fuese cualquier compañero al que amablemente prestaba atención, y Bonnie no podía evitar ser altanero cuando las palabras defensivas escapaban de su boca por mucho que su intención no fuese esa.

—¿Puedes dejar de ser un jodido raro? Nadie te pidió tu ayuda. —espetó Bonnie, sin siquiera dedicar una mirada a quien tenía en frente y le ayudaba a recoger varias de las carpetas que llevaba en mano.

—Bien, sólo... me pone un poco molesto ver que las tiras cada par de pasos ¿bien? —mencionó Bon, apilando a penas unos tres folios de gran tamaño junto a otras carpetas cerradas con partituras—, son muchas, deberías sostenerlas mejor si no quieres que...

—No necesito sermones, puedo sólo. —interrumpió Bonnie en medio de un bufido, tomando todo el montón junto para presionarlo bajo su brazo y contra el pecho, poniéndose de pie— No me molestes.

—De acuerdo, bien. Pero... al menos podría... —contestó el moreno, viendo como el siempre arisco Bonnie caminaba entre tropezones afirmando las carpetas.

—No, yo puedo. Maldita sea... —chilló Bonnie, chasqueando la lengua cuando ya se encontró frente al otro, y se giró de forma brusca para marcharse a paso acelerado.

A Bon le bastaba con haberlo visto sin recibir algún comentario cruel de vuelta, y sonrió un tanto divertido por la forma huraña que el pelimora tenía para esquivar a la gente que entre tanto lo miraban o se interponían en su camino.

Pronto su rostro pasó de calma a gracia, entendiendo que Bonnie pasaba por buenos momentos, y que a pesar de que no podía formar parte de eso, le bastaba. Bon lo escuchó maldecir al aire cuando al final del pasillo el par de hojas que había acomodado sin cuidado sobre las carpetas, se había caído. Y casi río al momento en que Bonnie siseó e insultó a un pobre chico que había pasado a su lado sin mirar los papeles en el suelo.

—Parece estar mucho mejor que antes... —se dijo Bon, con la vista llena de gracia」▪─

Cuando Mike le palmeó el hombro, Bennett sólo tomó un respiro tras la serie sin descansos de tomas consecuentes. Al relajarse, buscó con la vista a cierto pelicían que usualmente no se hallaba muy lejos una vez cada quien iba por su lado al terminar de grabar. Ya llevaban bastante en producción y él intentaba mantener sus mejores ánimos siempre que pudiese volver a compartir escenas con el mayor, así que estaba entusiasmado de que las tomas pasasen y él pudiera sentirse ligeramente libre de reponder gestos sin medio morir de paso.

—¿Por qué parece que estás muy emocionado hoy? —cuestionó Ben, a su lado, no podía evitar mirar al menor con atención, pues este no era muy bueno para disimular una vez se acostumbraba a dejarse llevar, sobre todo cuando ya tenía la libertad de hacerlo.

—¿Yo? —inquirió Bennett, llevando sus manos hasta su cabello para atarlo en una coleta baja, mientras sostenía la botellita con agua que hace un rato su compañero le había facilitado.

—Por favor, no empieces...

—No, digo, es que... bueno, talvez, ah... —el menor presionó los labios tras hablar, y luego de un suspiró, sólo se encogió de hombros— Es que hace bastante no grabamos juntos...

—Lo hacemos, regularmente. —contestó Ben, como si fuese lo más obvio, casi sin quitar la vista del rostro animado y apenado del menor.

—B-Bueno... sí, pero me refiero a que, no solemos estar... tan juntos. —mencionó, destapando la botella y concentrando su vista en algún punto fijo, queriendo expiar la pena.

Ben quiso decir algo al respecto, pero prefirió guardar silencio unos momentos en lo que buscaba distraerse de la gracia que le producía la obviedad de Bennett; odiando que de pronto la forma que adoptaban los labios del menor succionando la botella, le llamase tanto la atención.

—Bien, no es la primera vez... —Ben tomó un respiró, colocándose una mano en la cintura— pero ya veo que es algo que te emocionada bastante.

—Hmm, bueno... heh, supongo que sí...

Atendiendo al llamado de Mike para volver a escena, Bennett pensó en que algo que no le agradaba del todo, era el cambio de vestuario tan rápido y agotador, que iniciaba tras un corte y terminaba al completar escenas en flashbacks donde ocasionalmente debía de vestirse de forma casual, arreglando su cabello tantas veces que lo desesperaba, pues eran tantos cambios en un lapso tan corto de tiempo que se cansaba más de ir y venir, en lugar de actuar.

Admitía no tener una idea tan general acerca de cómo vestía su pesonaje en si, más que la interpretación personal que le daba, y de la cual era corregido varias veces, porque según Mike: «Su personaje era una persona que no se preocupaba por la ropa, pero tenía un buen estilo y no debía vestir como un vago igual que él», lo cual Bennett no tomó en sorpresa, a decir verdad.

Preparado esta vez con algo más fresco y suelto, Bennett respiró profundo mientras acababan de arreglarle el pelo y otras cosas de las cuales no se preocupaba como tal.

Estando seguro de que esta vez los cambios largos y los cortes seguidos entre escenas, iban a valer la pena, y estaba más nervioso por el hecho de tener libertad, que por el hecho de que fuese a verse muy obvia la razón del porqué se encontraba... tan emocionado.

—Carajo, Bennett...

—¿Qué, qué hice? —. Asustado, el aludido se encogió de hombros, apretando los labios cuando el pelicían se llevó una mano hasta el rostro.

—Deja de ser tan obvio, es tan... extraño.

—¿Obvio yo? —inquirió, apenado, mas simplemente sonrió como acto reflejo— Heh, n-no lo soy, no...

•[▪]•

─▪「Algo que Bonnie siempre quiso bloquear de sus recuerdos, eran aquellas escenas en donde las manos entrelazadas eran la menor de sus preocupaciones. Cuando de un abrazo sus brazos no sabían donde reposarse; cuando no estaba entendiendo que se había vuelto natural, y cuando eso se había transformado en algo espontáneo.

«El recuerdo de esa escena era tedioso y sofocante, porque Bonnie no recordaba con claridad las cosas, porque sólo se acordaba de que las manos de Bon sobre las suyas lo hacían sentir encarcelado pero muy a gusto a la vez.

—Bon, esto... —siseó Bonnie, ansioso por lo permisivo que estaba siendo, con los labios de Bon casi sobre los suyos...

Ya con las manos propias apretando los hombros del peli-turquesa, Bonnie inspiró muy inquieto, porque no estaba bien, y porque a pesar de la extrañeza, no podía dejar de mirarlo a los ojos, expectante.

No hacían falta palabras, Bon tenía una expresión tan cálida y tan atenta, que Bonnie ignoraba que ya se encontraban muy cerca, e ignoró incluso cuando el impulso se transformó en necesidad.

Recordaba cómo habían iniciado un beso torpe y lento, que se mostraba lleno de nervios y ansiedad. Bonnie respondió sin duda en los primeros segundos, y cuando se separaron, ninguno quiso decir algo sino hasta que la cercanía se hizo peligrosa y asfixiante.

Sin embargo, el calor de esos momentos no permitió que la curiosidad se extinguiera, porque volvieron a besarse y mientras era Bon quien se empujaba con cariño, Bonnie lo hacía lleno de confusión.

Tanta confusión que pronto comenzó a ignorar lo que sea que significase seguir besándolo, por mucho que estaba al tanto de que dos amigos no se besaban de la nada, pero cuando se besaban, nada era extraño al principio. Porque él quiso tanto a Bon, que la lógica en ese momento no le dictaba ponerse a pensar, lo hacía sin importar lo que fuese. Sus labios se topaban fundiéndose entre ellos y los abrazos se convertían en caricias, hasta que la costumbre hizo que le restaran importancia a algo que había dejado de ser amistad».

El recuerdo se detuvo y Bonnie jadeó avergonzado de ello, enojado y lleno de molestia. No negaba que en ese tiempo si llegó a disfrutar del contacto, que llegó a sentir algo por Bon que fácilmente podía confundir la admiración y el cariño, con sentimientos románticos. Y era esa idea la que tanto le irritaba.

«—Bon, no volvamos a hablar de esas cosas... es tonto y vergonzoso. Lo siento ¿si?

—Bonnie, es que yo...

—No, no me quiero acordar».

Aquello si bien fue dicho con pena y calma, Bonnie recordaba que su intención nunca fue hacer sentir mal a Bon, porque creía, como siempre, que la responsabilidad era suya y que su confusión sinsentido había orillado a su amigo a acercarse y besarlo. Porque creyó que había estado siendo muy invasivo con Bon, abrazándole y acercándose a zonas de su rostro que sus manos y sus labios no debían acariciar.

Bonnie gruñó, con la vista fija en el techo de su cuarto, con las manos sobre el pecho, con los labios temblorosos.

Quería convencerse de que no fue culpable de nada, de que era normal estar tan asustado e inseguro; de que Bon no debió confesarse en el peor momento y de que él no debió de intentar justificar y desacreditar los sentimientos de Bon, queriendo salvar esa amistad y desahogar su frustración en él cuando el problema erradicó en su comportamiento y en el rechazo de sus padres.

«—¡No! Deja de hacerlo. ¿Por qué piensas que esto me haría sentir bien? Fue tu culpa, lo nuestro... no pasó ¿bien?. No soy cómo tú, no puedo... no me gustan los hombres.

—Sólo quiero que sepas que estoy aquí para ti, a pesar de que negar lo que estuvimos teniendo... s-sea más fácil... para ti.

—¡No pasó nada entre nosotros! S-Sólo fueron tonterías, no hubo... nada ¿sí? Nada, no me gustas... no te veo de esa forma.

—Bonnie, yo tampoco puedo con esto... en verdad te extraño.

—No quiero que dejemos de ser amigos, pero no quiero tenerte cerca después de todo lo que me ha pasado por tu culpa».

Bonnie sabía que su reacción no fue la mejor. Torció los labios, y llevó sus manos temblorosas hasta su rostro, enojado. En el fondo Bonnie era una persona asustadiza y confundida, y era ese mismo miedo el que lo obligaba a ser indiferente, mas los recuerdos no dejaban de refrescarse en su memoria cuando, después de tanto, estaba aprendiendo a entenderse a si mismo.

Quizá no habían vuelto a encontrarse, pero se hablaban a ratos, se topaban por ahí y toda esa rabia acumulada en su pecho, iba calmando a medida que pasaba el tiempo」▪─

El momento en que Bennett pudo dejar de fruncir el ceño tras acabar con una larga serie de tomas y cortes de escena entre producción, fue un alivio bastante agradable, como penoso. Había pasado varias veces haciéndose la idea de que recrear varias escenas pasadas que en su momento no fueron directamente mostradas, sería algo vergonzoso de hacer, sobre todo porque las interacciones no eran tan agresivas como en un inicio; pero había otras veces en que se preguntaba de qué manera tomaba Ben cada gesto que, a medida que pasaban las tomas, se volvía cada vez más cariñoso y resentido.

Lo había pensado en su momento, cuando en verdad la vergüenza lo había atacado desde la primera vez que sus labios chocaron cerca de los ajenos, desde que supo que Ben estaba dispuesto a seguir con el personaje y a aceptar las escenas «personales» con cierto tipo de condiciones que no afectasen su desempeño.

Sin embargo las cosas ya no eran como antes, donde debían fingir y en donde, por lo general, siempre escuchaba a Ben quejarse acerca de lo incómodo que era cuando las actuación sobrepasaba algún punto, y Bennett había estado acostumbrado a que su compañero de escena hiciera algún gesto despectivo o le restase importancia al hecho de que las escenas de caricias eran más íntimas entre besos.

—¿Pu-Puedo... hacerte una pregunta? —curioseó Bennett tras un momento de descanso, terminando de peinarse el pelo con los dedos, mientras acompañaba al mayor a terminar de arreglar su ropa.

La intriga que su anterior cuestionamiento le había provocado, no fue capaz de dejarlo calmar los nervios que ya de por si le provocoban aquellos acercamentos tan íntimos y directos frente a la cámara. Como solía pasarle algunas veces, el sentimiento de incertidumbre se instalaba en él siempre que veía ese cambio tan drástico en las expresiones de Ben: que de actuar como un chico bobo y cariñoso bastante bien representado, de la nada sólo suspiraba y le palpaba el hombro, torciendo los labios y encogiendo los hombros tras el corte de escena; algo no muy distinto a lo habitual, a ese Ben indiferente de antes, que se quejaba en silencio ante esos roces.

Alarmado ante un silencio que a Bennett siempre le parecía eterno ante sus dudas, alzó la vista buscando ver el rostro tranquilo del mayor, quien le regresó la mirada en cuanto acabó de acomodarse el cabello frente al espejo del camerino. El peli-violáceo no pudo evitar pensar en lo lindo que le resultaba ver lo dedicado que era Ben en cuanto a su apariencia, tardando tanto tiempo en cuidar de su fleco y de la forma en que estaba arreglado el cuello de su camisa.

—Bien, hazla... —asintió el pelicían, llevándose una mano hasta la frente. A través del espejo, pudo ver al chico sisear y temblar cuando sus ojos se conectaron, no pudiendo evitar presionar los labios en una sonrisa al verlo actuar tan nervioso otra vez.

—Ah sí, es que... —Bennett farfulló con duda, presionando la pala superior de sus dientes contra su labio inferior, inquieto. Tomó otro respiro cuando el pelicalipso se giró para mirarlo directamente, con una ceja alzada; esperando—. ¿Qué piensas... de los besos? —inquirió, achicando los hombros— Quiero decir... d-de las escenas de besos, besos entre nosotros, ya sabes...

—¿Qué? Hah, no lo sé, están bien, supongo... —Ben ocultó la sorpresa tras esas preguntas; había esperado desde hace rato oír a Bennett hablar desde que habían dejado de grabar, pues este no era muy bueno ocultando sus dudas y se notaba inquieto al respecto, mas no pensó que en realidad lo haría—. No es nada... del otro mundo. Ni tan molesto en realidad.

—¿No lo es? —indagó un tanto menos convencido, llenos de nervios y confusión ¿no era extraño para Ben? Suspiró, desviando la vista hasta sus manos apenadas chocando entre si. Suponía que era natural, el mayor era muy dedicado a su trabajo, y llevando tiempo, en realidad su duda era un poco ambigua—. Bueno, entiendo, sí, debes... estar acostumbrado ahora heh. —concluyó, un poco menos agitado. Levantó la vista, y encontró la mirada del moreno— ¿Puedo hacerte otra pregunta?

—Sólo hazla ¿bien? —dijo Ben acabando por reposarse cerca de la superficie de la mesa, cruzado de brazos—. No necesitas balbucear tanto.

—Sí, sí... es que, verás; n-no es un secreto que yo siempre... he estado muy emocionado por actuar contigo —mencionó Bennett—, sobre todo... sabiendo que en algún momento podía abrazarte o besarte ¡no quiero decir que... q-que lo haya aceptado sólo por eso! —se apresuró a explicar, agitado las manos cuando ya el calor de su rostro comenzó a subir— Pero yo...

—Bien, bien. Lo sé, no te agites. —Ben habló con total calma, cuando ya tenía clara la razón del nerviosismo ajeno y del porqué de pronto se encontraba tan curioso por el tema— Ya entiendo, escucha, yo principalmente acepté continuar porque me pagarían bien ¿de acuerdo? —aclaró, logrando que el oji-carmín se calmase un poco y le viera con menos pena— Las razones en realidad no son importantes; lo sigo haciendo sin quejarme de todos modos.

—Claro... yo... —Bennett suspiró dejando escapar una leve carcajada cuando los nervios bajaron un poco, cuando la calma de Ben le hacía sentir menos avergonzado.

—Tampoco es una sorpresa que siempre hayas sido un rarito —continuó informando, esta vez con bastante gracia mientras llevaba sus manos hasta los hombros de Bennett—, muchas veces noté como te ponías a temblar y te avergonzabas a pesar de que no nos besamos en serio ¿sabes?

Al oírlo de ese modo, Bennett tembló a nueva cuenta tras la proximidad de Ben, con muchos más nervios que pena en si. Era gracioso si recordaba su comportamiento las primeras veces, pues a diferencia de Ben, él era mucho más reservado para las escenas cercanas en un inicio, y siempre sentía mucha pena cuando debía de abrazar a alguien de forma poco amistosa, o fingir un beso que por lo general era complementado por los ángulos de la toma. Mas, luego de haber aceptado el papel, y tras avanzar con la misma relación ficticia entre ambos, nunca habían llegado a besarse directamente en los labios, sino hasta que pasó el tiempo entre temporada y las escenas eran directas.

Entonces cerró los ojos al recordarse hasta hace unos largos momentos atrás, donde lo que debía de verse como un beso tímido y recíproco, se transformó en un sentimiento real que lo mantuvo toda la toma disfrutando de la cercanía sin pena alguna; perdiéndose por unos instantes y siendo traído de vuelta a la realidad cuando Ben le dio un toquecito en la frente, y se alejó luego de oír a Mike llorarles a ambos por lo mucho que le había encantado esa toma.

Bennett tomó un respiro para evitar la pena y darse fuerzas, justo cuando soltó una pequeña risa tras ir adaptándose a su tan común sentimiento nervioso y avergonzado.

—Una vez, un par... —habló, ladeando la cabeza y encogiéndose de hombros, curioso ante la mirada amena y expectante del otro— algunas veces yo... te besé en serio.

—Oh... entiendo. —respondió Ben casi al momento, casi con un tono lleno de burla y obviedad— Me alivia saber que no me lo estaba imaginando.

El peli-calipso paseó la vista por alrededor durante un par de segundos en busca de distracción, y la regresó hasta el de melena sólo para observar como este aún se encontraba confundido y muy interesado en su reacción.

—¿No estás enojado? —, la mano de Bennett subió sin cuidado hasta una de las contrarias que se posaban sobre sus hombros. Presionó los labios y agachó las cejas, dejando que su tono ruborizado se viera más prominente en su rostro.

—Con el sólo hecho de que presiones tu boca cerca de la mía, ya es un beso. —argumentó el pelicían, deslizando la vista por la expresión de Bennett, y en la forma tan llamativa en que juntaba los labios, respingando la nariz y agachando la mirada, aún sin dejar de verlo. Resopló, decidiendo fijar la mirada en la mano ligeramente más pequeña y fría del menor, sobre la suya—. Mira, en su momento me molestó, sí; pero sinceramente llegó a preocuparme más el hecho de besarte fuera de escena, que dentro de ella ¿si comprendes?

Bennett no pudo mostrarse menos nervioso ante ello, comprendiendo que ya de por si la relación laboral de ambos era bastante paricular desde el primer momento. Mas su duda siempre venía ligada al mismo punto: Ben era muy profesional pero a la vez era bastante arrogante y difícil de convencer, por lo que tendía a poner condiciones o simplemente rechazaba hacerlo. Era que, en verdad le sorprendía tanto que Ben nunca se hubiera mostrado apático luego de actuar con él, incluso para el punto en que ambos progresivamente comenzaron a llevarse bien en lo personal.

—¿E-Eso significa... que no has estado incómodo? —Bennett dudó, un poco más tranquilo cuando la mirada tan amena que tenía enfrente se tornó cálida y amable.

—¿Estás jugando conmigo? —inquirió Ben alzando una ceja cuando todo esto se había convertido en algo bastante repetitivo, pero agradable de ver, con un Bennett apenado y sonrosado sonriendo a su dirección—. No, no me importa, no es molesto ¿bien?

Asintiendo satisfecho, el pelivioleta presionó los labios y mantuvo silencio un par de segundos, hasta que finalmente inspiró hondo. Enseñándole una sonria más animada al moreno, Bennett estiró los brazos y los deslizó temblorosos, por los costados del más alto, dando un certero pero penoso paso al frente en búsqueda de acostar la distancia.

—¿No te molesta... si te beso ahora?

Ben frunció el ceño en respuesta, detestando que la obviedad y el valor de Bennett aún le resultasen tan lindos, y que con ello, toda esa postura suya que se esforzaba por adquirir frente al menor, se viese afectada por lo mucho que este parecía no pensarse las cosas y apenarse luego de obtener valor para hacer gestos o decir tonterías, que a él todavía le seguían costando en algunos momentos.

—Cielos, no necesitas ponerte así. —habló, recorriendo con sus manos desde los hombros ajenos, hasta su cuello y presionarse en las acaloradas mejillas del menor, entre un suspiro lento y prolongado, que le dio el tiempo suficiente al más bajo, para sonreír en respuesta, lleno de ánimos.

Bennett murmuró un par de boberías antes de responder a la proximidad contraria y aplastar sus labios sobre los ajenos. Sus manos que antes habían temblado tanto al presionar los costados del torso de Ben, pronto se sujetaron de la camisa de este y le rodearon por la espalda hasta conseguir presionar sus cuerpos. Esta misma nula distancia, hizo que el pelicían le sostuviera con necesidad, succionando sus labios y recorriendo a ratos con sus dedos, desde el rostro y cuello del menor, hasta su nuca, donde constamente dejaba caricias a medida que empujaba al menor contra su boca.

Con el paso de los segundos, Ben pudo volver a entender aquello que estimulaba la curiosidad de Bennett, eso que siempre tendía a frenarlos pero que a la misma vez, los acercaba con insistencia. Consciente de esto, dejó que el momento continuase, a medida que el oji-carmín se volvía a presionar contra él, terminando e iniciando un nuevo beso cada par de segundos, buscando encajar sus labios a la perfección y profundizar el contacto lo más que podía, por mucho que a ratos el cuerpo de éste se estremeciera y acalorase cuando avanzaba cada vez más pasos.

Cuando el peli-turquesa se encontró completamente presionado contra la pared, por el cuerpo ajeno, se dio el tiempo de volver a apreciar lo entregado y cariñoso que podía llegar a ser el menor, dejando expuesto con ello, mucho de lo que a simple vista parecía no notarse; aquello que hacía a Ben fruncir el ceño a ratos, queriendo aliviar la ansiedad que rodeaba al pelivioláceo, cuyo principal catalizador eran los gestos impulsivos y sentimentales como estos.

Frente a un resonante jadeo por parte de ambos, sus labios se separaron, dejando espacio para un descanso que pronto se convirtió en calma y agrado. El oji-verdoso respiró profundo logrando sentir el pecho de Bennett saltar con agitación, mientras el rostro del mismo poco a poco se acomodaba desde su hombro, hasta su cuello, descansado allí por un buen rato. Lo rodeó con los brazos, y esperó paciente a que el avergonzado pelivioleta se relajase.

—¿No te molesta... s-si me quedo así un rato más? —murmuró Bennett, tímido ante el silencio ajeno.

—No, está bien. —respondió Ben, apacible— ¿Qué es lo que te molesta a ti?

—¿A mi? —Bennett se sobresaltó por un instante, alzando por reflejo la vista, buscando la ajena, misma que le entregó una sensación de calma y le hizo ruborizar a nueva cuenta, obligándolo a apartarse y presionar su mejilla en el pecho ajeno— Ah, no... n-nada, está bien así.

—Sabes a lo que me refiero...

El aludido mordió su labio inferior, vacilante ante las repentinas y afectuosas caricias en su cabello, mismas que le hicieron suspirar al momento de empujarse más contra el cuerpo contrario, queriendo que ese extraño intento de abrazo lo envolviese por otro par de momentos.

—Bueno, ¿no te molesta si...?

—No, Bennett, lo que sea, no me molesta. —Ben se apresuró a responder, obteniendo un siseo y un sentimiento en respuesta— ¿Qué sucede?

—Yo sólo... estoy un poco nervioso...

—Puedo notarlo.

—Yo de verdad, estoy muy nervioso...

«Oh cielos». Ben resopló, limitándose a asentir y continuar con aquella atmósfera envuelta en calma, esperando que el chico que tenía envuelto en los brazos, dejase de temblar con cada gesto, esperando que pudiese decirle la razón de esa evidente duda que tenía encima.

Había estado topándose con esos comportamieos resonantes bastante últimamente, y Ben sabía que cuando Bennett no lograba decirle algo directamente, siempre era porque le apenaba oír alguna respuesta que lo dejara insatisfecho, así que estaba haciendo su intento, por comprenderlo mejor.

•~•~•~•~•~•~•~•~•
¡Hola! He vuelto en serio, si si qvq)9

Sé que ha pasado un montón desde la última actualización (ah re noverdad sjhs) pero ya me voy poniendo ánimos para continuar con actualizaciones que espero no sean ni tan lentas, ni tan rapidas :>

No es lunes, pero de todos modos lo vale, así que espero que el cap haya sido lo suficientemente fresco y contundente para aliviar la espera (en realidad, había tenido escrito el cap hace algún tiempo, sin embargo terminé quitando varias cosas y reescribiendo otras, por tanto, espero se pueda leer bien)

Algo que siempre me gusta acotar, es que las escenas BxB como tal, suelen salir de la nada en base a una línea narrativa feísima bien simple escrita en mis notas, tipo: «y aquí Bonnie va a terapia xd». O en plan: «una escena donde Bonnie recuerda sus besos con Bon y ambos están llevando mejor sus vidas», así que por lo general la historia no sigue un curso tan profundo, más que ser fragmentos de una historia más grande en si, algo así¿

Me gustaría mucho decir que se vienen cositas lindas y suaves, pero ya sé bien que con esta historia nunca me sale bien lo que planeo, so, sólo puedo garantizar que se vendrán cosas buenas C=

En fin, no tengo mucho que decir, así que espero hagan disfrutado bien del cap!
No olviden votar y comentar que tal, y ya nos estaremos leyendo aquí y en otras actualizaciones de historias uvu

Nos leemos pronto!
Bye☆

                        「NiakuTan」

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro