•°~°Capítulo 65°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Al despertar sintió suaves caricias recorriendo desde su cuero cabelludo, peinándolo con los dedos, hasta su nuca, donde se repartían ligeros toquecitos de arriba a abajo. La sensación de profunda conformidad le hizo mantener los ojos cerrados, dormitando absorto en el calor que lo envolvía.

Disfrutó de aquel gesto cariñoso aun cuando su calma se vio ligeramente interrimpida al tomar en cuenta que ambos seguían desnudos. Mantuvo su cabeza reposada en el cálido pecho moreno, oyendo el zumbido de los latidos de Ben acelerando su propio pulso; aquellos latidos sincronizados con los suyos lo tuvieron enternecido, conforme enfocaba su vista. Sus piernas estaban entrelazadas con las ajenas, allí podía sentir con lujo de detalle lo cálido que era el tacto piel con piel en esa misma área. Se sentía totalmente vulnerable y a salvo.

Compartir el calor bajo las sábanas se le había hecho algo habitual, y despertar anclado al cuerpo del otro, se había convertido en la forma más agradable de iniciar su día, como un momento personal e intimo del que podía disfrutar con sumo cariño. Encontrarse así de juntos, incluso si no había ropa de por medio, aumentaba su satisfacción al tener en cuenta lo real que había sido todo: la sensación de las manos de Ben apretándose en su cuerpo y recorriendo su piel desnuda, con tanto afecto y anhelo, aún se encontraba palpable en su cuerpo, tan fresca y latente, pudiendo sentir el hormigueo en su piel cada que se removía entre las sábanas.

Enfocó su vista en la imagen del pecho de Ben, su piel tersa y brillante contrastaba perfecto con el tono de su piel clara, rodeando el torso del mayor; acarició con lentitud el abdomen del pelicían, hasta detener su mano en medio de su pecho. Inspiró hondo, tras el tacto suave de la mano de Ben, repartiendo un aplicado toque desde su espalda hasta un costado de su abdomen. Queriendo encontrar la mirada de Ben, pasó saliva con dificultad en el momento en que sus ojos se toparon y vio a Ben esbozar una pequeña sonrisa.

—B-Buenos días... —susurró, un tanto avergonzado ante la bonita visión de Ben despeinado y desnudo, recostado a su lado.

—Buenos días —respondió Ben, sostuvo la mano del menor, sintiéndolo temblar sobre él, y acarició su frente, recibiendo un gratificante beso en respuesta—. ¿Qué tal dormiste?

—Mh, bien... —Bennett se dejó abrazar; las series de caricias en su cabello y hombros, le hicieron sonreír—... muy bien.

Mientras se envolvían en uno de esos abrazos mañaneros, plagados de toques ligeros, Ben le había preguntado acerca de cómo se sentía o si tenía alguna incomodidad estando desnudo, desplazando sus dedos por los trazos expuestos de su piel, mientras repartía uno que otro beso por el rostro del menor.

Distraído con las palmas de Ben bajando y subiendo por su espalda, Bennett siquiera sabía qué responder más que decir que estaba bien, pues estaba ensimismado en el recuerdo de todos esos cuidados y caricias que el mayor le proporcionó una vez se encontraron acostados juntos.

Recordaba con claridad como Ben se esforzó en arroparlo y abrazarlo, masajeando correctamente su espalda y el resto de lugares que dolieron a los pocos minutos, en un intento por acomodarlo lo mejor posible una vez él se recostó sobre Ben y hundió su rostro en su cuello. Ben había sido tan cálido y amable con él, que si pudiera se quedaría de esta manera el resto del día.

—¿Y esto...? ¿tienes alguna molestia aquí? —inquirió, aplastando sus palmas con delicadeza en los costados del cuerpo ajeno, ayudándolo a levantarse, aún sobre él.

—N-No... —musitó, a penas consiente de que su cuerpo se sentía más pesado de lo normal, notando que tal y cómo lo había suponido, sus piernas se vieron más resentidas que el resto de las zonas sensibles de su cuerpo, siendo atrapadas por un entumecimiento que le impidió moverse bien—. Sólo... m-me siento un poco cansado...

Un tanto relentizado por la fatiga, junto al extraño punzón en su espalda baja y lo raros que se sentían los lugares que Ben había presionado fervientemente en su cuerpo la noche anterior, Bennett se recostó en el pecho del moreno, ajeno a lo vergonzoso que le había resultado pensar en su desnudez o en lo juntos que estaban. Estaba cómodo de ese modo, sintiendo que habían perdido algo más de distancia. Al pensar en ello, se encontró pasando por un montón de emociones nuevas que lo hacían sentir más confiado de lo que imaginaba.

—De acuerdo, podemos quedarnos así un rato más. —Medio sentado en la cama, con las cobijas cubriendo hasta la mitad de sus cuerpos, Ben le sostuvo y mantuvo cerca, chocando sus pechos, asegurando que Bennett no perdiese temperatura comporal, mientras lo hacía recostarse sobre él—. ¿Está bien de esta forma?

—¡Mmh! Sí, sí...

Bennett asintió, sonriente; empujó sus brazos contra el colchón y se alzó hasta quedar cara a cara con él, su cara enrojecida y sus ojos cansados no sólo lucieron sumamente lindos a la vista de Ben, sino que todo ese desastre en su cabello revuelto y sus labios hinchados, hicieron que su pecho saltase eufórico, demostrando lo mucho que le gustaba verlo, de esta o de cualquier forma, sobre todo si podía mirarse reflejado en los ansiosos ojos carmín, incapaces de apartarse.

—Bennett... —llamó, notando como el aludida apretaba los labios cuando trataba de acomodarse, en un intento por no sobre esforzarse ni reposar todo su peso sobre él; sin embargo, desde hace bastante, no había parado de acariciar los hombros enrojecidos y el abdomen ajeno, repletos de ligeros tonos rosas. Sustuvo su rostro, y desplazó su mano hasta su brazo—. ¿me permites revisar?

Bennett no respondió de inmediato, pero era tan legible como siempre, después de soltar una risa nerviosa y encogerse de hombros, asintió. Ben no necesitó de más esfuerzo, Bennett podría mostrarse tímido, pero aún estaba pasando por una ola de emoción que lo mantenía dispuesto a mostrarse sin pena alguna, permitiendo que él lo tocara y respondiendo con simpatía cuando Ben no contuvo una risa tras la expresión abochornada que el menor le mostró, cuando lo sentó en sus piernas.

Ben había puesto suma dedicación al tocarlo, mientras recorría su cuerpo con la vista y acariciaba las zonas de esa piel visiblemente enrojecida en el pecho, hombros y cuello de Bennett. Incluso sin preguntar, Bennett parecía encontrase más enternecido de lo que había estado, mirándolo con la misma atención.

A medida que se encargaba de revisar su cuerpo, intentando mostrarse calmado con toda su voluntad, sus dedos y palmas buscaron que el tacto fuese lo más sutil que podía ser. Una parte suya se sentía tan satisfecha y realizada, cuando veía lo contento que se mostraba Bennett ante su toque, incluso cuando estaba seguro de que había ciertas áreas marcadas que él no había querido maltratar de esa manera: sus hombros lucían bastante bien, aunque podía vislumbrar con facilidad las franjas sonrosadas en la piel de su cadera. El debate que le trajo reaccionar de distintas maneras, buenas y más buenas, le hizo fruncir el ceño, consiente de que debía de verse muy inquieto en este momento.

—¿Qué pasa...? —siseó Bennett en un tono bajo, sintiendo que su voz se veía obligada a disminuir un par de tonos. Ben le miró, y acarició su cabello.

—Mmh, no hablamos sobre esto. —Ben le observó, disculpándose luego de notar las numerosas succiones en el cuello antes paliducho de Bennett, los distintos tonos de carmín se mezclaban con las ligeras marcas que se conectaban en los hombros ajenos, desplazándose hasta su pecho—. Lo siento, ¿te incomoda?

Bennett estuvo tan inmerso en lo reconfortante que era el tacto y sobre todo en aquella faceta afectuosa de Ben, que no prestó suficiente atención a todo lo que Ben había estado haciendo, más que disfrutar del cariño proporciondo; no fue sino hasta que sintió más y más caricias, en su cuello, hombros y cadera, que entendió vagamente.

—¡Ah! E-Esto... —sonrió casi por inercia, bajando la vista, se topó con el abdomen de Ben, y luego con su propia desnudez, pero reprimió un jadeo en cuanto llegó a esa zona. No estaban remarcadas, pero allí era fácilmente reconocible la forma de unos dedos, impresos en su piel. Asumió que no era el único lugar, pero eso no le pareció incómodo en absoluto—. No, no me disgusta... no te preocupes.

—Ya veo... —Ben se mostró un poco más relajado ante su respuesta anterior, y paseó su mano por esos sectores. Bennett se removió al tacto, pero negó y sonrió, totalmente ruborizado.

—E-En realidad... —la voz de Bennett siguió saliendo errática, y su pulso hizo zumbar sus oídos. Había querido buscar la oportunidad para decirlo, así que estaba muy nervioso—... m-me gustó mucho que me tocaras... de esa forma.

—Mm, bien. —Ben no ocultó su sorpresa, ni la prominente curvatura en sus labios, una vez consiguió que el menor lo mirase y dejara de temblar—. Es bueno saberlo.

Eso había sido interesante, y aunque no consideró tener un gusto por dejar esa clase de rastro, sintió que el hecho de que Bennett se sintiera cómodo y dispuesto, era suficiente para alegrarlo. No siempre conseguía que el chico expresara lo que pensaba de forma directa, sobre todo cuando aún no tenía sus gustos definidos; y ese sentimiento cálido que brotaba en él cada vez que Bennett le sonreía menos tímido a su tacto, era demasiado bueno.

—Yo... yo tampoco p-pregunté... —. Le dijo Bennett, luciendo inmerso en el tema. Subió las manos y empujó sus palmas en el pecho ajeno, rozando con sus dedos la piel del cuello moreno— ¿A ti t-tampoco te molesta?

Si bien su espacio seguía siendo limitado y respetado desde un inicio, Bennett se sorprendió de lo nuevo que era todo esto y de lo rápido que se había adecuado a mostrarse y mirar un poco más de lo que estaba acostumbrado: recorrió el pecho desnudo de su novio sin esa pena que lo ponía nervioso y agitado. Ben le permitió apreciar la piel de su cuello y hombros, luciendo levemente sorprendido al mencionar que había marcas que él había dejado allí, y cuendo él sonrió, negando a su pregunta, Bennett se sintió orgulloso de lo bonito que Ben podía verse con un poco más de color allí.

Cuando la desnudez pasó a segundo plano, las platicas espontáneas ligadas a preguntas tontas y comunes, a Ben se le hicieron mucho más agradables de lo que habían sido antes. Cuando Bennett no pudo seguir ignorando la posición en que estaban, sin evitar recordar parte de anoche, Ben no tuvo molestia alguna en arroparlo un rato más. Hasta que pensaron que ya era bueno darse un baño.

•[▪]•

Tras un baño dificultoso y agotador, con su cuerpo inquieto y sus músculos tensos por el sobre esfuerzo, los escalofríos repentinos y leves marcas de distintos tonos rojos, adornando desde bajo su cuello y por sobre su cadera, hicieron que Bennett sintiera curiosidad por lo peculiar que era verse a si mismo en ese estado: desordenado pero a la vez tan satisfecho.

Y cielos, aunque ya lo había dicho sin temblar en el intento, Bennett pensó que un simple «me gustó mucho», no le hacía justicia a como le había hecho sentir el tacto y los múltiples puntos rosados que estaban trazados en su cuerpo.

Incluso si nada más se sentía diferente, aún se encontraba pasando por una extensa sensación de calor y emoción; ese algo se sentía saciado y apaciguado, pero seguía allí, igual de latente que antes.

Al terminar de secarse, Bennett se sintió menos nervioso de enrrollarse en la toalla y caminar hacia la alcoba. Sus piernas temblaban nerviosas y no paraba de tomar respiros, pero definitivamente era diferente cuando se había hecho la idea de que no moriría de pena si Ben lo veía.

—Iré a darles de comer a esos tres. —anunció Ben, ya vestido y con el cabello secó, dejando una pila de ropa sobre la cama, ya tendida y limpia—. Ten, está bien si usas algo más cómodo ahora.

—Gracias. No hacía falta... —le sonrió, no se sintió intimidado en absoluto cuando Ben se acercó, con la mirada fija en sus pecho y hombros, acariciando antes de dejar un beso en sus labios.

Ya de por si se sintió enternecido al ver que ya había preparado ropa para él, y se sintió más consentido al oírlo dispuesto a hacer el desayuno, abierto a aceptar sus sugerencias.

Él desde luego que lloriqueó cosas relacionadas a lo bonito que era esa clase de atención, sobre todo cuando en verdad su cuerpo no se sentía muy dispuesto a iniciar su día sin antes tomar un descanso un poco más prolongado, así que no desaprovechó para nada las ofertas. Estuvo bastante sorprendido por la poca resistencia que puso Ben al tratar de negarle su propuesta de desayunar algo «poco saludable», pero Bennett supo que incluso si pidiese un sándwich lleno de carne, aderezo y especias, Ben se lo prepararía de la forma más liviana posible.

Podía decir que ya se había adecuado a esto, pues Ben era, para su gusto, alguien con un estilo de alimentación demasiado rígido y balanceado para lo que esperaba. Pero bien, Bennett comería saludable si Ben cocinaba así para él.

•[▪]•

—¿Cómo te sientes ahora? —Ben tendió una taza de té al menor, y le observó sentado en el sofá de la sala, muy cómodo con una manta sobre las piernas.

Bennett remojó sus labios y sostuvo con fuerza la humeante taza entre sus palmas, antes de regresar la vista al moreno y sonreírle. De cualquier modo, sentía que ya había tenido suficiente pena y emoción, como para mantener la compostura en este instante porterior al cuidado y la atención melosa de la que pudo disfrutar al iniciar su día.

Después de todo lo que habían hecho antes y después de levantarse, Bennett creía haber perdido un poco de timidez debido a la atención.

—Mejor, estoy bien... —respondió al volver a mirarlo; allí Bennett sintió un ligero picor en su garganta. Encogió los hombros, pues su voz rasposa le hacía sonar cansado—. Uh bueno... quizá aún me duele un poquito la garganta.

—De acuerdo; intenta tomar un poco de té ahora. La próxima vez no debería dejarte dormir sin que al menos te pongas algo encima. —Ben depositó un rápido beso en la frente del menor, para seguido pasar su mano por su cabello púrpura, obteniendo un siseo en respuesta—. Quédate aquí, yo me haré cargo de esas molestias.

Bennett quiso refutar acerca de que a sus bebés nadie les llamaba «molestias», incluso si sabía que Ben no lo decía de manera despectiva, sino tratando de ocultar lo contrario. Pero en definitiva no se sintió capaz de pensar mucho en eso, ni en decir una palabra, en cuanto aquella «próxima vez» se repitió en su cabeza. No tenía idea de lo nuevo que era sentir que podía emocionarse así por pensar en esa posibilidad, quizás porque ya no se sentía tan reprimido y nervioso. La búsqueda de emociones nuevas y el agrado por compartir todas y cada una de sus experiencias con Ben, le hacieron sentir más cómodo y confiado que antes.

—Mmh, no tienes que preocuparte, mis bebés talvez pueden esperar. —Bennett carraspeó su garganta y le dio un sorbo al té. Dirigió su vista a un lado de la puerta de entrada, desde donde Matthiew e Isabella les hacían ojitos esperando que los llevaran a pasear. Apretó los labios—. Ok, no creo que quieran esperar; puedo... ponerme una bufanda y un abrigo enorme encima. Así... así vamos todos.

—Sé que te dije que saldríamos juntos la próxima vez, pero no es necesario que te esfuerces, deberías cuidar tu garganta: salir temprano no te hará bien. —espetó Ben, palpando la cabeza del menor antes de escuchar un ladrido ligero a un lado. Rodó los ojos en cuanto se topó con la mirada fija del perro a un lado de Bennett, al desviarla, encontró también a los dos restantes ladeando la cabeza con los ojitos brillosos—. Carajo, dejen de mirarme así o no iremos a ningún lado.

—Heh, lindo, lindo. —Bennett observó con gracia como los dos perros entendieron al instante y dejaron de mirar de forma lastimera, para volver a sentarse con la vista fija en la puerta—. Bueno... mis bebés son bien portados cuando salen, sólo tienes que dejaros decidir a dónde ir.

—Entiendo, lo tomaré en cuenta... —Ben se encogió de hombros. Oyó a los perros agitarse mientras el pelimora hablaba, suponiendo que habían entendido y él no tendría escapatoria a llevarlos a donde quisieran. Al voltearse, observó cómo el menor le miraba oprimiendo los labios y jugando con las manos alrededor de la taza, dándole pequeños sorbos—. Hey ¿por qué tienes esa expresión?

—Es que... quisiera que vayamos juntos —mencionó, moviendo ligeramente las piernas y estirándolas fuera del sofá—, pero sé que podemos ir juntos otro día. Y también m-me agrada mucho que estés dispuesto a llevarlos a pasear, pareces más acostumbrado —finalizó, esbozando a penas una sonrisa nerviosa, en el momento en que recibió una mirada curiosa del mayor.

—Con esa pulga queriendo salir a cada rato, supongo que me acostumbré a esto. —suspiró, volviendo a deslizar su mano por la cabellera violácea del chico, hasta posarla en su hombro—. Tus... perros no serán un gran problema, no te preocupes. Aún es temprano, tienes el resto del día para mejorar.

—¡Sí! Es cierto, mejoró rápido así que va a estar bien. —Bennett asintió, extendiendo su sonrisa al ver a los perros alinearse a un lado de la puerta, con el can azabache ya sosteniendo su correa en el hocico y la pequeña Isabella meneando la cola. A su lado Alan siseó y al acariciarlo, este ladró enseñando su lengua—. Ve a buscar tu correa también, y pórtense bonito los dos ¿bueno?

—¡Guaaw! —. La respuesta fue inmediata, el perro ladró y se paseó por la sala hasta tomar la correa sobre la mesa auxiliar cerca de la entrada. Alineado junto a los otros dos perros, los tres se sentaron frente a la puerta a esperar.

Ben se mostró relajado para lo sorprendido que solía estar ante el comportamiento bien portado de los perros de Bennett. Aunque en gran parte se debía a que él no tenía idea de cómo debía de comportarse un perro, la Retriever estaba con él desde que era una cachorra, y la tarea más difícil había sido no perder la compostura cuando el perro no dejaba de ser un dolor de trasero, jugando más de lo que ladraba; hasta que comenzó a «educarla» y está adoptó un comportamiento disciplinado y complaciente, lo suficiente como para que la convivencia con la cachorra se le hiciera agradable y le agarrara más afecto del que le gustaría.

Al mirarla poner atención y mantenerse tranquila ante las palabras del pelimora, Ben sonrió. Ella era una nena inteligente y se había adaptado bien a la rutina, tanto como para no haber hecho un sólo ruido hasta que él aceptó llevarlos a pasear y ella ladró en festejo.

Peinándose el cabello con los dedos, Ben se dispuso a caminar hasta los perros para poner sus correas, tomar su abrigo y sacarlos antes de que perdiera la paciencia; sin embargo, un ligero tirón en la manga de su suéter le hizo alzar una ceja y voltear a ver al impaciente pelimora, quien mordiendo su labio inferior le miró de la misma forma lastimera que bien conocía, haciéndolo resoplar.

—Oh, bien. —Una vez se acercó, Bennett le sonrió sosteniendo con más fuerza la taza, se inclinó hacia arriba y cerró los ojos. Al verlo, Ben bufó para si mismo, se agachó y tomó el rostro del chico para dejar un beso largo en sus labios—. De acuerdo, me voy antes de arrepentirme.

—Espera... —Bennett volvió a detenerlo, se movió al frente para dejar la taza en la mesita de centro.

—¿Qué pasa ahora? —suspiró Ben.

—Dame otro... —alzándose sobre el sofá, Bennett apuntó sus propios labios, sintiendo menos pena al notar un pequeño deje de rubor acentuarse en el rostro del moreno—... por si acaso.

—Bennett, ugh...

•[▪]•

Bennett se sintió notablemente mejor pasada la tarde, su cuerpo entero estaba más repuesto y su voz no salía de su garganta sonando entrecortada. Ya de por si su voz habitual tenía un timbre bajo y tembloroso, escapando como un susurro que le permitía hablar cuánto quisiera sin agotarse ni esforzarse; era por ello que tener que limitar su habla por la ligera presión que se producía en su garganta, era tan extraño como beneficioso.

—¿Por qué no puedo usar este? Es calentito, afuera hace frío. —Bennett tomaba un enorme abrigo grueso de lana, obteniendo una mirada de desaprobación proveniente del moreno a su lado.

—Es enorme, inadecuado y muy pesado. —Ben suspiró, tomó el abrigo de entre las manos del menor y dejó la prenda a un lado. Llevó sus manos hasta el cuello desordenado del suéter gris, bajo el abrigo beige, y lo acomodó con cuidado, mientras Bennett le miraba expectante—. Ya tienes un abrigo encima, no necesitas algo más. No te vas a sentir cómodo así.

—Mmm sí, pero me va a dar frío... —siseó tras el contacto directo y suave sobre su cuello, a veces rodeándolo y otras sólo tocándolo por mero gusto. Bennett solía sentir cosquillas, pero se había acostumbrado mucho al tacto ajeno como para que eso ya no sucediera.

—Cubre bien tu garganta, no vas a exponerte directamente al frío. No te preocupes por eso, ya no está tan helado fuera —le respondió Ben al tomar la bufanda, que el chico cuidaba con tanto ánimo, y la deslizó por los hombros del pelimora, enrrollando la misma sobre el cuello del menor y anudándola en frente.

El pelimalva había querido sonreír al notar cómo Ben de forma inconsciente ya se había adecuado a encargarse de su ropa, mientras le pasaba las manos por los brazos y el pecho, como si fuese la cosa más común entre los dos, pero en definitiva, Bennett no se quejaba del gesto. Se ahorraba la molestia de pensar demasiado y de paso podía apreciar lo creativo que se ponía Ben tratando de halagarlo sin halagarlo a la vez, bajo la excusa de que su forma de combinar la ropa era horrible, y que tenía suerte de no verse mal con prendas inadecuadas y desfavorables para su cuerpo.

Bennett era alguien que disfrutada de usar mucha ropa encima, estaba acostumbrado al frío y a soportar tres capaz de ropa enorme cubriendo desde su cuello hasta sus rodillas, sólo por comodidad. Usualmente bajo las primeras dos capas de abrigos externos, la ropa no le sentaba tan mal incluso con una mala elección de colores y prendas; su imagen de por si era prolija y llamativa, que bastaba peinarse un poco más de lo habitual y se veía muy bien parecido.

—No me molestaría... q-que me vistieras todos los días, de cualquier forma soy muy flojo para elegir —mencionó en medio de un suspiro largo y gracioso, casi rió, con la cara ardiendo, cuando las manos de Ben se detuvieron en los costados de su chaqueta abierta y este le miró a los ojos, alzando una ceja.

—No te mal acostumbres. —Ben se achicó de hombros y apartó la vista a un lado.

—Heh, ¿cómo me puedes decir eso? —Bennett se inclinó hacia adelante y rodeó el torso de Ben; el bochorno en su rostro no le impidió sonreír y empujar su mentón cerca del pecho ajeno—. Yo creo que es muy lindo que seas amable; de todos modos, eres tú q-quien ha hecho más por mi hoy que yo mismo.

—No veo porqué no, tampoco es como que parecieras muy dispuesto a vestirte por tu cuenta. —comentó Ben, y dejó una pequeña caricia en la espalda del menor.

—Heh, t-talvez noté que querías ayudarme... —dijo en un tono animado, inspirando hondo antes de inclinar la cabeza a un lado. Sintió el cuerpo del moreno tensarse por un segundo, aquello le causó tanta gracia que no dudó en extender su sonrisa—. Sólo faltó que me ayudaras a peinarme...

—Uhm, hablando de eso... —habló en un tono bajo; una de sus manos ascendió desde la espalda del menor, hasta tocar las hebras que chocaban en sus hombros.

Escuchó un par de nerviosas carcajadas en respuesta, y notó la emoción en el chico ante su clara intención por acariciar sobre su cabello. No se molestó en ocultarlo y acarició de a poco los costados de ese rostro paliducho teñido de rubor, acomodando los mechones del lado derecho del fleco tras la oreja enrojecida de Bennett; continuó recorriendo con las yemas para distribuir el resto del cabello con sus dedos, enterrándose con cuidado entre esas brillantes hebras púrpuras.

Lo supo desde el primer momento, repartir caricias y toques superficiales en la melena del chico le inspiraba mucha calma, y poder ver la transparencia con la que el menor contestaba al tacto, sólo lo hacía mejor.

Su dedicación se vio interrumpida cuando se encontró atrapado en la expresión atenta de Bennett, entregado al tacto como un cachorro encantado por la atención. Presionó los labios al sonreír, y recorrió la silueta de la cabellera larga del chico cayendo hasta los hombros. Se quedó allí, sosteniéndolo muy pendiente de cada gesto que obtenía.

Cuando sus palmas se posaron en las mejillas ardientes del más bajo, fue que Bennett se alzó aprovechando la postura, para encontrar sus labios con más rapidez de la que esperó, atrapando su boca en un pequeño y sonoro beso.

El contacto no tardó en ser respondido por un beso más largo y presente, acomodando sus labios sobre los ajenos y permitiendo que estos se acoplasen en un tacto lento y profundo. Bennett siempre respondía a esto con un sobresalto y un apretón tembloroso en la ropa de Ben, para sujetarse más cerca; allí se permitió succionar los labios del más alto con mayor facilidad, inclinando su cabeza y empujando su lengua hasta ser recibido, ágil e instantamente, por la contraria.

Bennett nunca antes hubiese pensado que le pudiese gustar tanto un contacto así de desastroso e intenso, mismo que terminaba enviando corrientes de agrado y calor por todo su cuerpo, hasta hacerlo temblar. Muy curioso por cómo los besos húmedos se habían vuelto de sus besos favoritos: no necesitaban ser sucios ni largos, bastaba con sentir la lengua ajena tocando la suya y deslizándose por sus costados, hasta alejarse y lamer sus labios, para ya tenerlo completamente deshecho y recompuesto al mismo tiempo.

Podía quedarse perdido en lo fácil que Ben le distraía y calmaba al mismo tiempo, recorriendo con sus palmas, pequeñas áreas de sus brazos para luego acunar sus mejillas acaloradas, con cariño; así al separarse y respirar mejor, él podía mirarlo a los ojos y evitar avergonzarse cuando el ruido húmedo que escapaba al despegar sus bocas, lo obligaba a chupar el exceso de saliva mezclada en sus labios.

—Uh, d-dame un momento... —suspiró y dejó un último besito sobre los labios de Ben, para después empujar su frente contra el hombro del mismo—. Esto... esto me gusta mucho.

—Bien... —asintió Ben, ya estaba más acostumbrado a las reacciones peculiares de Bennett, que no iba a molestarse en preguntar cuando era obvio que el chico aún ocupaba tiempo para tomar esto como algo ya muy común entre los dos.

Una vez Bennett volvió a alzar la vista y le sonrió queriendo disimular el calor en su rostro, Ben rodó los ojos y plantó otro beso rápido en los labios del chico. Claro estaba, si el menor no moría de nervios la primera vez, no lo haría a la segunda; después de responderle con otro beso fugaz, Bennett se relajó lo suficiente para continuar en lo que estaban.

Al poco rato fueron interrumpidos por los ladridos de los perros, junto a algunos toquecitos en la puerta de la habitación. Prontamente un llamado a la puerta principal hizo que el pelimora suspirase al tener que dejar la cercanía en la que estaban; aunque con sólo ver la expresión indiferente y el chasquido de fastidio que Ben había dejado escapar, al saber de quién se trataba, hizo que Bennett caminase riendo hasta la puerta, donde por supuesto halló a un sonriente Jeremy alzando la mano al saludar.

—¡Hey! Hola, hola ¿cómo está mi pequeño, pequeñito, amigo Bennett? —saludó el peli-cobrizo, palpando la cabeza del más bajito, de forma amistosa. Recibió un monótono: «Bien», en respuesta, y rodeó al pelimora por los hombros, riendo—. ¡Me alegro! Se ve qué estás bien, te notó distinto ¡qué bonito!

—También me alegro de verte, Jeremy... —dijo Bennett, inclinado a un lado para impedir que Jeremy frotase su mejilla contra su rostro.

—Ay, eres muy malo fingiendo; yo que te extrañé tanto y tú que me recibes así sin ánimo. —Jeremy fingió llorar, haciendo una lastimosa mueca antes de apartarse, unicamente para poder sostenerlo de los hombros— ¿No me extrañaste?

—Eso creo... —Bennett alzó los hombros e inclinó la vista a un lado, sonriendo ante la expresión graciosa del mayor.

—Mira tú, eres tan distante conmigo ahora. Siento que sólo estoy aquí para ser tu niñera. —Jeremy palpó ligeramente las mejillas del más bajito, y pudo notar con rapidez cómo cierto pelicían, que se hallaba cerca de la sala, apretaba los labios con una ceja alzada.

—Bueno, no es muy diferente de antes... —le dijo, tomando sus manos para apartarlas de su rostro. Jeremy le sonrió, frotándole el pelo y extendiendo sus manos para llamar a uno de los perros—. Dijiste que no había problema en venir a cuidar a mis perros siempre que puedas.

—Talvez, talvez... —voceó, mientras dejaba toquecitos en las patas de uno de los perros azabache. Cuando ya no pudo aguantar la presión encima, dirigió la vista hacia el indiferente pelicían—. ¡Oh, mira! Si tú hombre está aquí contigo, cómo no me di cuenta. —A penas lo mencionó, el moreno le miró con menos interés que antes. Jeremy se carcajeó—. ¿Nos vamos a saludar bonito hoy, hermano?

—No lo creo... —contestaba cruzado de brazos. No hacía falta que dijera que le desagradaba ese apelativo, aunque no es como que pudiese refutar al respecto, cuando Bennett sonrió al escucharlo.

—Mira, hemos estado progresando muchísimo.

Ben simplemente rodó los ojos restándole importancia al pelirrojo, pero se mantuvo al márgen mientras el pelimora charlaba con el pecoso, antes de irse. Ya Bennett había expresado anteriormente que le agradaría que tratara de llevarse mejor con su amigo Jeremy, después de todo, ese hombre también era una parte importante de su vida, y entre el mismo tema, el chico le había platicado acerca de que el fotógrafo era lo más cercano que Bennett tenía a un hermano mayor.

Haberle «prometido» que lo intentaría, había costado demasiado, mas al notar que la idea no dejaba de emocionar al oji-carmín, Ben no tuvo otra opción que aprender a llevar la personalidad tan extraña del pecoso, que hablaba sin parar y tendía a utilizar jergas tontas que el sujeto creía que él no podía entender.

De cualquier modo, Ben ya no podía retractarse, aunque tampoco es que le desagradase en absoluto; sólo que entre «llevarse mejor» y «ser amigos», había una gran diferencia, la cual estaba dispuesto a mantener intacta.

—Qué bueno que se lleven un poco mejor. —dijo Bennett, refiriéndose a lo poco y nada que ambos mayores habían hablado, pero era un comienzo.

—Como sea. —Ben se encogió de hombros, mientras terminaba de ajustarse el cinturón de seguridad, y a su lado Bennett no dejaba de verlo, lleno de ánimos.

—Jeremy es simpático y sé que a veces parece que no dice nada en serio, pero él de verdad quiere agradarte. —trataba de animar el menor, sabiendo que aunque Ben había dicho que trataría, su interés seguía siendo muy poco.

—No es que no me agrade, pero no creo que sea necesario hablarnos. —respondió, pero Bennett a su lado no se vio muy convencido.

—¿Cómo van a conocerse si no se hablan? —inquirió el menor, confundido.

—No te lo tomes literal; me refiero a que no necesito llevarme mejor con ese amigo tuyo. —aclaró Ben, encendiendo el coche y dirigiendo su vista al frente—. Es suficiente con esforzarme en saludarlo.

Bennett alzó las cejas ante lo dicho y sonrió. Saber que Ben intentaba verlo de esa forma, y que se estaba esforzando a su manera, le aliviaba un poco más. Después de todo Ben no se caracterizaba por tener largas conversaciones con personas que no consideraba parte de su círculo social. Así que Bennett estaba seguro de que ellos podrían entenderse más adelante, incluso si no llegaban a ser cercanos.

—Qué lindo... —finalizó, asintiendo—. Entonces está bien, me gusta mucho que ustedes se puedan llevar bien así.

—Sí, sí, no hablemos más de ese sujeto.

—Bueno, ¿entonces de qué podemos hablar?

—No, no necesitamos...

Ben había querido disfrutar del silencio durante el camino, pero no pudo hacer nada para que la mirada ilusa del menor lo obligara a retractactarse y apretar los labios. Él no era una persona habladora, mucho menos cuando no tenía idea de qué decir, cuando no quería decir nada; así que asumiendo que estaría bien oír a Bennett comentar sobre cualquier cosa en medio del trayecto, comentó algo tan simple como un: «Es una linda tarde», y al instante pudo vislumbrar, por el rabillo del ojo, al pelivioleta ensanchar su sonrisa y mirar hacia afuera.

Gracias a ello, su camino se vio repleto de comentarios casuales acerca de lo bonitas que estaban las calles adornadas con aquel aire festivo; la opinión personal de Bennett sobre lo mucho que le gustaba que oscureciera temprano para poder ver las luces y las guirnaldas de navidad, lo tuvo mareado por un par de minutos, pero fue suficiente para que él también haya notado que había cosas acerca de Bennett y su forma de ver las fiestas, que le parecían curiosas y llamativas.

Ben sabía que aún no conocía al Bennett que disfrutaba de las festividades: ellos sólo habían podido convivir en medio del trabajo y los días libres, por lo que Ben no tenía idea alguna de cómo era Bennett cuando no actuaba como un mojigato que se iba a dormir antes de las doce, y que sólo tenía ojos para sus perros o para mirarlo como un acosador.

Aunque, incluso si el chico no hacía más que tomarle fotos a sus perros, Ben ya estaba tan encariñado con cada tontería que este hacía, que iba a ser interesante verlo de cualquier manera.

•[▪]•

Mike se caracterizaba por ser un hombre al que le gustaban los ambientes llenos de armonía y gran chispa, a Bennett se le hacía un hombre a quien podía pedirle una plática casual o confiarle un pequeño secreto, no por nada había disfrutado de iniciar sus primeros años en la actuación bajo la guía de un ditector tan cercano a su elenco, como lo era Mike. El mayor nunca se quedaba corto con un tema de conversación, y tendía a dar indirectas tan directas por medio de escenas que casi no salían en la revisión final, así que Bennett aprendió a quererlo como a un tutor.

Por eso le emocionaba cada vez que podía hablar con él fuera del trabajo, Mike no cambiaba casi nada, era tan hablador y ocurrente como su amigo Jeremy, quizá por esa razón se llevaba bastante bien con el mayor.

El azabache había sido el primero en haber notado su fijación por Ben, talvez en la misma audición o desde el primer momento en que comenzaron a trabajar juntos; y Mike como el amante de los dramas juveniles que era, no dudó en darles un empujoncito, aprovechando los huecos que dejaba el producto original y la serie que lo acercó un poco más a Ben. Bennett no podía negar que disfrutó genuinamente de esos momentos, desde el primer día hasta el último.

—El equipo también va a extrañarte mucho, niño Thompson. Me encargaré de contactarte personalmente si llego a tomar otro proyecto. —. Le había dicho finalmente el mayor; una vez pudieron platicar a gusto por un buen rato, a una distancia prudente del resto.

—Mmh sí, también me gustaría. —Bennett asintió tras darle un sorbo a la bebida que traía en la mano.

—Va para ti también, Benjamín. —Mike se dirigió al pelicían a un lado del menor, quien alzó una ceja—. Ustedes juntos tienen un muy buen recibimiento y en cualquier caso, puedo contactarlos a ambos otra vez.

—Lo que sea, si van a ofrecerme un buen acuerdo, lo pensaré. —Ben se encogió de hombros, a su lado, la mirada de Bennett se hizo suave.

—Me importa más que no se olviden de mi, trabajé con ustedes casi desde que empezaron, debo ser ya el director favorito de ambos ¿cierto? —bromeó el mayor.

—No —respondió Ben, torciendo los labios.

—Seguro, me agrada mucho, y sabe que le voy a hablar cada que pueda. —. En cambio Bennett volvió a asentir, esbozando una sonrisa, sin dejar su postura a un lado del moreno.

El azabache casi soltó una carcajada ante la evidente diferencia de opinión, viéndola venir desde el inicio; ya sintiendo que, aunque había sido un tanto entrometido desde el primer momento, sus dos actores jóvenes habían crecido y cambiado mucho en tan poco tiempo. Verlos juntos y llevándose más bien de lo que podría disfrutar, era fácilmente una recompensa, no sólo al arduo esfuerzo de todos, sino al empeño que puso para poder trabajar con ambos y obtener en el camino muchas experiencias que él no pasó para nada desapercibidas.

—¡Bien! Mientras se acuerden de mi, me basta y sobra. —el azabache palpó el hombro del pelicían, pero no quiso prestar atención a la mueca que obtuvo—. Pero bien, dejemos de hablarnos con tantas formalidades, no estamos aquí como desconocidos. Vamos, vamos...

Bennett sonrió, cuando ya encontrarse con todos sus compañeros y poder disfrutar con ellos la gratitud de acabar con el rodaje, se le hacía un poco más gustoso a comparación de antes; no solía socializar mucho con el resto del elenco, a veces se tomaban fotos y compartían momentos genuinamente divertidos durante el rodaje, y cómo tenía pleno conocimiento de las personalidades accesibles de cada uno de ellos, siendo Ben junto a algunos de sus mayores, los que menos hablaban y con quienes más había costado entablar una relación agradable de trabajo, pero lo había hecho y le gustaba despedirse sabiendo que no había generado malas relaciones.

Bennett se consideraba alguien distraído y poco interesado, pero disfrutaba de pasar tiempo con sus compañeros. A veces rehuía de las fiestas y reuniones, sólo porque tendía a atraer la atención sin hacer nada y él no sabía como responder a ello sin parecer más tímido de lo que en realidad era. Los demás disfrutaban de hablarle, y él tenía demasiada pena en negarse a escuchar, que al final acababa enterándose de la mitad de la vida de sus colegas...

El recuerdo le formaba una sonrisa, pues había sido debido a una situación similar, en que Margaret se le acercó y le incluyó como un amigo, presentándolo a Ben para que pudiesen acercarse más, con el ánimo de que mejorar su relación era una buena tarea para eliminar la tensión entre ellos al interpretar sus personajes. Lo cual no estaba de más, Ben era un hombre difícil de tratar y él podía acercarse con más confianza, bajo pretextos simples y genuinos.

Recordaba que Ben no hablaba mucho, más que para ser ciertamente despectivo e indiferente, Bennett se impacientaba mucho cuando no entendía el sarcasmo y durante el principio, él no podía evitar sentirse mal a veces por interesarse en sus platicas con Margaret, sólo porque podía oírla hablar sobre Ben, y no tuvo pena por decirle que quería conocer al pelicían hasta que pudieran ser amigos.

Con el tiempo Bennett se recordaba un tanto celoso de que ella fuese casi la única persona importante para el oji-verde, cuando a sus ojos no parecían una pareja tan cercana. Pronto sus sentimientos se vieron superpuestos por sobre el trabajo y la amistad que tenían, Bennett en el fondo sentía pena ante esa parte suya que se alegraba al enterarse de que la relación entre Ben y Margaret se hacía monótona y que ambos ya no se frecuentaban como antes.

Sin embargo, ese pensamiento se hizo pasajero en el instante en que notó lo dedicado que Ben era a la chica, así que Bennett deseaba que ellos siguieran con una buena relación, porque Ben era su amigo y aunque este aparentaba ser un hombre distante, siempre ponía a su relación por encima del trabajo.

Y eso era suficiente para que Bennett supiera que Ben merecía tener a un amigo que lo apoyara hasta en los malos momentos, incluso si no era bien recibido.

Bennett no pudo evitar apretar los labios ante ese desvío en sus pensamientos. Debía admitir que no le había gustado mucho esa época, por muy poco que le costó aceptar sus sentimientos por Ben o acercarse a él sin parecer extraño. Pues Ben había sido la primera persona que le gustaba tanto como para no importarle si no llegaban a tener otro tipo de relación, con tal de seguir viéndolo.

Bien, a Bennett ya no le importaban los tropezones que lo habían traído hasta aquí. Lo había superado, y ya no tenía que poner todos sus esfuerzos en ocultar sus nervios o su muy evidente adoración por la persona que estaba a su lado, tan lindo e igual de antipático como lo recordaba. Sólo que esta vez él podía ver a través de esa expresión, de esos ojos fijos en los suyos...

«Me gusta», pensó. Muchas cosas habían cambiado, él había cambiado, talvez un poco, pero Bennett estaba satisfecho.

—¿En qué estás pensando?

La voz de Ben resonó en los oídos de Bennett, reemplazando todo el ruido exterior que traía y distraía su atención, con ello esa sensación invasora se volvía un poco más tolerable, a sabiendas de que no importaba del todo que tantas cosas extrañas habían pasado, Ben seguía siendo ese Ben incapaz de mostrar una expresión blanda en público, el que no necesitaba la aprobación ajena para comportarse como quería, y en definitiva, ese Ben que recordaba entregado, de una forma muy particular, a la persona que estaba viendo...

Bennett podría olvidar que estaban compartiendo con el resto del reparto, y se lanzaría sobre el moreno, solo para celebrar que él era la persona que se reflejaba con cariño en los ojos de Ben.

Su pulso se elevó con rapidez y aunque el calor ya había amenazado su rostro al instante, sabía que no estaba de más tomar un respiro; podía relajarse, estaba seguro de que la compostura no iba a fallarle esta vez, sólo debía dejar de pensar en lo acompañado que se sentía con el pelicían cerca de él, guiándolo a conversar, tocando su hombro, rozando su mejilla, acariciándolo...

—¡Uh, heh! N-no es... importante... —siseó en medio de un sobresalto, incapaz de controlar los pequeños temblores de su cuerpo, cuando ya estaba ligeramente apartado del resto, con la mano tibiecita de Ben tomando su rostro, mientras le apartaba el vaso de las manos y lo miraba con atención.

Si pensaba en esto también, era gracioso como desde que se habían «visto» con más «curiosidad», tendían a alejarse del resto en las reuniones, talvez querían rehuir de la incomodidad o estar lejos del bullicio; luego se miraban de cierta manera, hablaban o no hablaban, pero al final terminaban besándose. Eso había ocurrido con su primer beso juntos, igual luego de que se confesaran, pasó un par de veces en el estudio y estaba seguro de que pasaría si se alejaban demasiado del resto.

Aunque a Bennett no le molestaba que terminasen haciéndolo, pero no quería perderse en medio del tacto, cuando ya había aprendido a disfrutarlo con más libertad de la que debería. Sin contar, que seguía imponiéndose un esfuerzo para portarse mejor frente al resto... pues «que todos ya lo supieran no era un pretexto para besuquearse donde sea», le había dicho Jeremy.

A él no le hacía mucha gracia, pero intentaría ser un poco más discreto, o algo así.

—Bennett... —le llamó otra vez, al mismo tiempo en que su pulgar no dejaba de dibujar pequeños círculos en el mentón del chico, sus ojos continuaban fijos en las muecas de Bennett—... no tienes idea de cómo te ves cuando estás nervioso.

—Lo siento... —murmuró, encogiendo los hombros— digo, n-no lo estoy, sólo recordaba cosas... de los viejos tiempos, ya sabes, antes... cuando comenzamos a grabar juntos.

Ben continuó observándolo, queriendo saber a qué se refería exactamente con eso, como para mostrarle ese tipo de expresión lastimera y distraída; por más expresivo que Bennett pudiera ser, aún sentía que le era dificultoso poder descifrar todo lo que podía pasar en la mente del chico, alguien que era capaz de olvidarse de todo sólo por una caricia en el labio.

Bennett se estremeció por el tacto, pero le sonrió al instante, igual de tembloroso y pensativo que hace un rato, vagando entre encontrar su mirada, y el perderse por un momento en el resto del lugar. Ben alzó una ceja, la sonrisita pensativa que le siguió a esa mueca melancólica, al sonrojo lleno de pena, y que luego iba dirigida hacia sus labios, hizo a Ben darse cuenta de lo interesantes que podían ser los detalles en los gestos de Bennett.

—¿Quieres saber algo? —preguntó, avanzando hacia el menor, acortando la distancia. Su vista buscó una superficie para dejar el vaso y tras tener sus dos manos libres, llevó sus palmas hasta los pómulos calientes y tomó su rostro.

—¿Uhmm?

—También creo que las cosas han cambiado, aún más entre nosotros.

Dijo en un tono calmo, talvez lo había suponido antes por la reacción que obtuvo al preguntar, y la mirada que recibió en este instante, confirmó esa duda. No había sido el único que sentía que esta reunión le traía recuerdos y emociones que se alejaban mucho con el presente, con el pensamiento de que desde el primer momento, cuando se conocieron, algo muy importante había cambiado en él, y en todo lo que creía era su realidad.

—Mmh... —. Bennett lo había entendido también, su sonrisa se hizo más grande, antes de estirarse y presionar sus brazos alrededor del torso de Ben—. ¿y todo es un cambio bonito, no?

—Vamos, hiciste un lío completo conmigo y con mi vida —respondió casi rodando los ojos. El menor carcajeó, empujándose contra su cuerpo—. Te lo agradezco. —Agregó; para antes de que Bennett pudiese mirarlo con duda, no le importó si aún eran visibles para el resto, y besó los labios del más bajo, dejando un simple y duradero beso en su boca—. ¿Quieres ir afuera?

—Mmh... —Bennett estaba aturdido y emocionado, asintiendo rápido ante lo dicho—. Sí, está bien.

•[▪]•

Estuvieron en el balcón de la terraza por bastante tiempo, charlando... Bennett al principio había creído que iban a besarse por un rato más, bueno, lo habían hecho, en medio de alguna platica tonta donde Ben «no tenía opción para callarlo», esos eran toques superficiales y fugaces, con los cuales era fácil mantenerlo tranquilo y aturdido, debido a la sorpresa, hasta que volvía a estar nervioso.

El lugar era muy tranquilo y podía estar seguro de que tendrían el suficiente tiempo para estar solos. Le gustaba esto, oír las voces de sus compañeros en la lejanía, en medio de los silencios que se formaban entre ambos. No había mucho de qué platicar, al menos no sin antes tener una charla tonta sinsentido más que para amainar la seriedad que Ben mantenía con él, por pura costumbre; aunque era lo de menos, pues él no dudaba en hablar por ambos, y menos se quedaba sin preguntas por hacer.

—... Y después de esto ¿tienes planes para más adelante? —Bennett reposaba sus brazos sobre la baranda. Su vista, que antes había estado inmersa en los colores azulados de la noche, se giró hasta encontrar los ojos verdosos del otro.

—Aún no estoy seguro —Ben le miró, su vista había estado inmersa en el rostro del otro, y sonrió ante la evidente pena que aún rondaba a Bennett, incluso para preguntar algo tan simple— ¿que te gustaría hacer?

—¿A mi? ¿Por qué me...? Oh... —balbuceó, su rostro se ilumnó a penas entendió lo dicho, incluido, ¿estaba incluido en los planes de Ben? Oh, eso era tan lindo. Sobre todo porque lo quiera o no, él ya tenía a Ben como parte de sus deseos a futuro. Desvió la vista, para evitar que Ben lo viese sonrojar, y tomó un respiro—: B-Bueno yo pensaba que al terminar de organizarme con la banda, podría tomar un descanso pequeñito con mis bebés, para así... pasar tiempo contigo... y uhm, bueno...

—De acuerdo, podemos pasar juntos el tiempo que quieras. —Se apresuró a decir Ben en cuanto notó que Bennett se pondría a balbucear, y verlo apenarse así, solía ponerlo demasiado inquieto para su gusto.

—¿D-De verdad? ¿El tiempo que yo quiera? —Bennett rápidamente volteó a verlo, como si no hubiese esperado una respuesta diferente, pues a pesar de que su cara era más rojo que piel, seguía sonriéndole a Ben, lleno de emoción.

—Sí, lo que sea está bien. —asintió.

—¿No estás sólo siendo amable? —Inclinó su cabeza a un lado, interrogante. Ben rodó los ojos, negando, y aquello le hizo aplastar los labios manteniendo su sonrisa—. ¿En serio? ¿En serio, en serio?

—Bennett, no voy a caer en eso. —dijo al final, muy al tanto de que esas preguntas reiteradas y generalmente torpes, sólo traían como consecuencia un Bennett penoso que buscaba oírlo responder a la mala, para luego acercarse fingiendo confusión.

—Oww, pero... —. Y eso hizo, Bennett se colgó del cuello del moreno y se acercó, girando la cabeza al otro lado para encogerse de hombros— ¿n-no vas a responder con sarcasmo? —siseó. Ben alzó una ceja, pero siguió en silencio— ¿n-ni con un besito?

—¿Quieres un beso? —preguntó, llevando sus manos hasta los costados del menor, en respuesta a la proximidad.

—Mmh... —. Allí, toda la valentía que había reunido anteriormente, se vio dispersada por un escalofrío que lo llevó a apartar la vista a nueva cuenta. Consiente de las manos de Ben en su cintura y de lo seguro que este estaba, mirando sus labios.

—¿Qué pasa? —. Lo escuhó decir de nuevo, Bennett apretó los labios y cerró los ojos, eso era trampa, Ben era bueno para ponerlo nervioso y él lo sabía bien—. ¿Ya no quieres?

—Siempre quiero. —Bennett asintió, con muchas ganas, y remojó sus labios.

Bennett disfrutaba tanto del momento en que los labios suaves y habilidosos de Ben se juntaban con los suyos; el simple tacto superficial era lo suficientemente poderoso como para desconectar sus sentidos y reavivar las emociones más explosivas en su interior.

Podría hacerlo siempre, donde sea, y aún seguiría amando la manera en que podía sentirse con tan sólo besar a Ben, y ser recompensado con los toquecitos que el mayor le propinaba en los costados de su cuerpo. Los labios del mayor dejaban lamidas por encima de los suyos, junto a sus manos siempre prudentes y bien presionadas, bajando a su cadera, señal que activaba la emoción de Bennett, al saber que ese recorrido cariñoso hasta abrazarle el rostro con las manos, era el permiso de la boca de Ben pesionando la suya, dispuesto a terminar e iniciar besos profundos y prolongados.

Talvez era un problema habitual en los dos, Bennett ya se había dado cuenta de que Ben tenía un autocontrol enorme, pero también tendía a olvidarse de todo lo irrelevante al momento en que le ponía las manos encima. Donde los besos cortos se hacían húmedos y los dedos ajenos, que generalmente dejaban toques suaves en su rostro, se internan en los costados de su cabello y lo empujan hasta que Bennett no podía hacer otra cosa que no sea pensar en que quería aferrarse a esto hasta que dejara de mantenerse en pie.

Pero lo sabía, su eterno beso sólo duró unos momentos y tuvieron que mantener distancia al oír los ruidos y las voces del resto, dejando en claro que no estaban solos ni en el mejor lugar. Bennett mordió su labio, ordenando su cabello y observó el ventanal, donde lograba divisar a algunos de sus compañeros. Entonces, se sintió más apenado, aunque no le importaba lo que dijeran, seguía muriendo de los nervios por dentro.

—Hey... —Ben le llamó, en respuesta Bennett soltó un suspiró y acortó la distancia entre ambos, reposando la cabeza sobre su hombro.

—Esto va a sonar raro... p-pero me gusta mucho cuando nos besamos así —murmuró, sabía que ya de por si era vergonzoso pensarlo, pero no podría pasar más pena de las que ya había pasado. Inspiró hondo, cuando un siseo suave en respuesta—, q-quiero decir, así como ahora, c-como si no fuera importante si nos vieran o no...

—Ya veo...

—¡Ah, pero...! —Bennett se apresuró a explicar, se apartó lo suficiente y observó al moreno, de frente—. No trato de decir que me gusta que p-puedan vernos, solo... solo trato de decir que... e-esto es lindo, así como es...

—Bien, lo entiendo. —Ben llevó una mano hasta el hombro del menor.

—Sólo... sólo me gusta que nos besemos donde sea —chilló finalmente, apretando los labios. Su cara se había tornado más roja que antes, pero fue capaz de mirar la expresión serena del mayor, quien le apretó el rostro entre sus manos.

—Bennett, tranquilo. —Ben suspiró, presionando suavemente sus palmas en las mejillas acaloradas del pelimora—. Supuse que era así. —aclaró, achicando los hombros, Bennett agachó las cejas, en cuanto Ben se acercó más a él—. Te gusta ser pegajoso en cualquier momento y en cualquier lugar; ya me habitué a esto y de hecho, no me quejo. —besó por encima, los labios de Bennett—. También me gusta besarte donde sea, no me importa.

—Mmh ¿es así...? —Bennett sonrió, un tanto inquieto, pero ciertamente mucho más relajado que hace un momento. Aquel sentimiento cálido que le hacía estar a gusto, confiando en cada cosa que decía el moreno, se extendió desde su pecho, hasta el resto de su cuerpo.

—Bennett, nada me impide pasar tiempo contigo. El resto no es importante... son temas totalmente distintos. —contestó, acarició el labio inferior del pelimora, y depositó un beso allí.

Enseguida el menor le rodeó la cintura con los brazos, empujándose contra Ben en busca de intensificar aquel pequeño besito. Sus labios se acoplaron con facilidad a la presión en su boca, succionando los ajenos y repartiendo ligeros toques por encima, hasta que el tacto le permitió esbozar una sonrisa, balanceándose hacia adelante, cuando buscó la mirada de Ben y obtuvo una linda vista de su rostro levemente marcado con rubor.

—Entiendo... ¡entiendo! —chilló alegre, empujando su boca contra la ajena en un rápido beso—. Entonces me estuve preocupando por nada, bueno, no es nada... pero no es importante. Debiste decírmelo antes, yo me había estado tratando de portar mejor...

—No, sí deberías comportarte. —Ben palpó la cabellera ajena, consiguiendo que el oji-carmín apretase los labios—. Es bueno que seas consciente de lo que haces en público.

—Bueno, pero entonces...

—Se llama sentido común, Bennett —le dijo, y dejó un beso en su frente—. Es suficiente con eso ¿bien?

—¡Oh, bien!

Bennett asintió, sonriente y mucho más relajado que hace un momento. Ben tenía razón, cuando hablaba menos temeroso de cómo iba a ser recibido en respuesta, se sentía mejor y menos angustiado. Sólo debía aprender a leer el ambiente o algo así; no había nada de malo en estar juntos, ni en besarse, ni en hablar cuanto quisiera, sólo tenía que moderarse. Podía estar seguro, de que le iba a ir bien con esa clase de motivación que lo incluía a él siendo consentido por un inexpresivo pero cariñoso Ben.

Cada vez estaba más y más seguro, de que ambos se encontraban en la misma página, tanto en su relación, como en su visión de la posición pública que querían tener. Sólo faltaba cruzar ciertas líneas, sus vidas personales y lo que involucraba el resto de quiénes eran, pero Bennett podía esperar, seguir conociéndose era algo que le gustaba mucho.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ligero ruido de fondo, seguido del sonido distintivo que hacía un par de tacones. Incluso si no lo había querido, el pelimora retrocedió un paso, por mera costumbre.

—Benjamín, Bennett... —. Mencionó la recién llegada Margaret, obteniendo una mirada amable y sorprendida, seguida de otra totalmente indiferente. Ella suspiró, encogida de hombros—. Me alegra verlos, supuse que estarían por aquí. No pudimos saludarnos de manera adecuada antes, yo... mmh.

—¡Heh, no importa! —Bennett se apresuró a responder, quizá era porque tenía un poco más de ojo ante las expresiones ajenas, pero podía distinguir con claridad, lo incómodo y molesto que Ben estaba, aun si no parecía mirarla con recelo—. No tuvimos tiempo de vernos allá dentro.

Era sorprendente como Bennett podía sentirse tan nervioso con algo simple, pero no en momentos donde en verdad podría estarlo. Una parte de él confiaba en que todo lo que habían pasado ya no era parte del presente, quizá habían unas que otras miradas extrañas o situaciones incómodas, sin embargo, no eran tan importantes. Él sólo sentía que por respeto, estaba bien si era amable con ella, al igual que estaba bien si él mostraba que se sentía cómodo tomando la mano de Ben en su presencia.

—Lamento interrumpir, yo... me gustaría que pudiésemos hablar. —Ella se encogió de hombros, dirigiéndose a ambos. Su expresión seguía siendo igual de nerviosa que antes, sólo que esta vez, podía sonreír sin sentirse obligada a hacerlo.

—No. —contestó rápidamente el moreno.

—Bueno... está bien ¿no? —Bennett ya había respondido, así que le miró, buscando la opinión de Ben al respecto— ¿no está bien?

Sin embargo, era obvio para Ben, que Bennett era demasiado amable y torpe, incapaz de decir que no de forma severa, aun si parecía confundido e inquieto ante la idea de separarse por unos momentos, incluso si Margaret había llegado en el momento después en que ambos se alejaron lo suficiente. Resopló, casi con infantilismo, era estúpido y lo sabía, pero no iba a esforzarse en ocultarlo; su compostura era algo totalmente ajeno a su desagrado y a las relaciones que no le interesaba mantener.

Incluso si ella ya no era parte de las vidas de ambos, seguiría manteniéndola a raya, sobre todo si Bennett era muy blando y «educado» como para no poder decirle que no directamente, o apartarla, ni cuando esta lo tocaba por casualidad.

Frunció el ceño, no podía con esto... le molestaba, y aquello era tan frustrante, pues no ser capaz de calmarse, aun si era consciente de ello, lo ponía más inquieto de lo que pensó.

—Lo que sea, está bien —suspiró, encogiéndose de hombros. Estaba en todo su derecho a estar molesto y a querer mantener su distancia, pero también sabía que no tenía porqué hacer sentir nervioso a Bennett, sobre todo cuando no era su intención ser demasiado amable.

Bennett apretó los labios en el instante en que, como solía pasar, se encontró atrapado en medio de aquellas miradas fijas y distantes; si bien ya no eran tan intimidantes como recordaba, seguía resultando extraño para él. Tomó un respiro, apretando suavemente la mano de Ben, consiguiendo que le mirase a los ojos; él podría lucir lindo e imponente con esa expresión, pero a Bennett no le gustaba mucho que Ben se sintiera irritado por ello.

•[▪]•

—Mike llama fiestas a las reuniones y reuniones a las fiestas, es gracioso —comentaba el pelimora, una vez se encontraron juntos en el coche—. Me alegra mucho que está vez haya sido una mezcla agradable de las dos. En serio fue... mmh, entretenido, sí.

—Eso creo...

—¿Ya no estás molesto por lo de hace rato? —Bennett se encogió desde el asiento del copiloto, con su vista titubeante, fija en la mirada poco interesada del pelicían.

Ben no había estado muy de humor, después de aquella pequeña charla, pero había hecho lo posible para que eso no fuese un impedimento para estar juntos con el resto, incluida ella. Tampoco había sido una sorpresa escuchar algunos buenos deseos casuales de parte de sus compañeros, y gracias a ello, Bennett se sintió con la confianza de sostener la mano de Ben en todo momento. No parecía ser novedad para nadie y Bennett sacó provecho de eso, por supuesto.

—No, no lo estoy, pero no hablemos de eso ¿si? —suspiró, con la mirada fija en el camino.

—Bueno, entonces ¿de qué podemos hablar? —preguntó, jugueteando con el cinturón de seguridad. Sabía que Ben no podía girarse a verlo en cada momento, pero bastaba verlo fruncir los labios, para que él se sintiera encaprichado con obtener más atención.

—No lo sé. —En cuanto se detuvieron en un semáforo, Ben volteó a verlo—. ¿Por qué no mejor le hablas a ese amigo tuyo? Sería bueno saber de antemano si no volverá a dejarte fuera ¿no?

—Oh, eso... —Bennett carcajeó ante el tono sarcástico del mayor, sobre todo, porque su mirada intuía que él no había sacado llaves antes de salir—. Tienes razón, voy a enviarle un mensaje.

En el momento en que Ben redirigió su vista al frente ante el cambio de señal, Bennett tomó su celular y buscó el contacto del peli-cobrizo; envió un montón de mensajes cortos buscando llamar su atención y leerlo en línea, pero pasados los cinco minutos, apretó los labios y presionó el botón de llamar.

Sonó un par de veces, intentó de nuevo, pero no contestó. Bennett había olvidado por completo que uno de los hábitos en común con Jeremy, era dormirse temprano y olvidar el celular en el proceso. Habían quedado en no tardar más de la medianoche, aunque no era con intención olvidarse de avisar, el pelimora sólo sentía no poder darles un mimo de buenas noches a sus perros, pues el resto era cuanto menos importante. Sus bebés estarían dormidos ya, así que con eso bastaba para él.

—Lo supuse: esto ya es costumbre —dijo Ben, al notar la postura cohibida y nerviosa del menor, quien le sonrió en cuanto se miraron—. Como sea, más le vale que haya hecho que esa pulga se duerma temprano.

—Heh, no te preocupes. —Bennett trató de no verse enternecido ante lo divertido que le había sonado eso—. Si Jeremy ya se durmió, ellos también lo harán —explicó, guardó el móvil y trató de mantenerse recto en el asiento.

—Eso espero...

—Mmh yo también tengo sueño. —Bennett suspiró, inclinándose hacia adelante con las palmas sobre sus piernas, en busca de entretenerse con la vista del camino.

—Lo sé, sueles verte bastante adorable a esta hora. —Ben esperó la luz roja, se giró nuevamente y deslizó su palma por la cabellera ajena.

—Sí, a penas van a ser las dos, pero siento que moriré de sue- —Siquiera terminó de hablar, cuando su rostro enrojeció de golpe y su mirada no pudo mantenerse el suficiente tiempo sobre la de Ben, sin sentir su pulso acelerarse—. ¡Oh! P-Pero...

—Y también eres más lento. —Ben lo miró apenarse, y acunó su mejilla, sin poder reprimir una pequeña sonrisa ante su expresión.

En cuanto lo vio, Bennett concluyó que su día había sido muy, muy bueno.

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
¡Hola! ¿qué tal? ^^

Otro capi largo para compensar la ausencia anterior! Debo admitir que lo sentí corto pero lo suficientemente conciso como para evitar sobre explicar demasiado qvq

Para este punto, es seguro que se viene notando que la historia ya está llegando a su punto. Y me tardé casi todo un año, en llegar realmente a lo que mencioné: los últimos -cuanto más- 10 caps de la historia TvT)9

Admito que a pesar de tener una estructura narrativa, no suelo escribir a guion ni seguir el propio orden que pongo respecto a la trama, así que aunque planeé algo en un principio (tomando en cuenta la idea inicial de la historia) los personajes fueron desarrollándose de otra manera y todo la historia cambió *^*

So, ahora que he vuelto a este punto, espero ir cerrando de a poco los temas sueltos en estos próximos capítulos, e incluso si no llego a tocar algunos, aún tengo cositas planeadas al cerrar la historia principal!

Es todo, espero que hayan disfrutado mucho de este capítulo! No olviden votar y comentar qué tal, cualquier cosita, siempre los estoy leyendo ;)

Y nos estamos leyendo pronto!
Bye☆

                  「NiakuTan」

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro