Capitulo II

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Stephen despertó temprano, después de darse una ducha y cambiarse la ropa fue a preparar el desayuno, unas tostadas y un par de huevos revueltos. Fue a buscar a Stark a su cuarto pero se sorprendió al no hallarlo.

Ya de vuelta en la cocina, empezó a comer su desayuno, masticaba las tostadas con parsimonía mientras se preguntaba donde podía estar Tony.

No tuvo que cavilar mucho ya que unos bramidos afuera lo hicieron salir, buscando quién pudiera estar haciendo ese ruido se encontró con el castaño dándole bayas a una alpaca.

—¿Tony?

—¡Stephen! —Stark dejó al animal y se acercó al azabache—: Fui a la granja temprano a explorar y un señor me regaló esta alpaca como paga por arreglarle su tractor. —comentó como si hubiera ganado la lotería. —Saluda Gerald.

El animal volteó a otro lado, buscando alimento. Tony rió y fue con ella, abrazándola. —¿Se puede quedar?

Stephen no salía de su asombro, ¿también tendría que cobrarle renta por la llama? De ninguna manera dejaría al animal quedarse.

Pero cuando vio la cara que Tony le hacía, no pudo decirle que no, esos ojos lo debilitaban, que va, todo el lo hacía, sus mejillas, su incipiente barba, empezaba a ver a su inquilino más que a un niño bonito.

—Esta bien, puedes tenerla. —declaró.

Tony le sonrió. —¿Ya está el desayuno? —inquirió mientras ataba a Gerald a un árbol y le daba más bayas.

—¿Disculpa? Ve a preparartelo tú. —le aclaró.

—Que pésimo servicio. —expresó antes de entrar a la casa.

Stephen soltó una pequeña risa, ahora debía hacer sus labores, como limpiar las canaletas, así que fue por una escalera y guantes y comenzó a limpiar.

Detuvo su quehacer cuando vió a Tony salir con solo unos diminutos shorts puestos que le quedaban muy bien. ¿A dónde iba vestido de esa forma? Tuvo su respuesta cuando lo miró sumergirse en el agua del lago y fue cuando volteó rápidamente para seguir su trabajo.

—¡Stephen! ¡Ven! —le gritaba Tony.

Strange ya había terminado de limpiar hace rato, pero no quería bajar de ahí así que solo fingía. Stark le seguía insistiendo, así que bajó.

—Ven, Strange. El agua está tibia. —invitó el ojimiel.

Stephen negó con la cabeza, aún no podía hacerlo, evitaba salir al lago desde hace un año, el agua tranquila lo atormentaba solo con verla. Y ver a Stark nadar tan calmado lo hacía pensar en lo peor.

—¡Sal de ahí! —le gritó, tenía miedo de que le pudiera pasar algo.

Mientras tanto Tony no entendía nada ¿Porque Stephen le tenía tanto miedo al lago? ¿No sabía nadar, acaso? Vió al azabache entrar corriendo a la casa y supo que algo estaba mal, salió del agua y fue detrás de él pero este ya se había encerrado en su habitación.

—Strange, abre la puerta. —ordenó Tony.

Stephen abrió la puerta, Tony se desconcertó al verlo llorar, fue hacia el y lo abrazó, Strange se aferró a él, importandole poco que se fuera a mojar, desde hace tiempo no sentía esa seguridad que encontraba en los brazos del castaño, posó su cabeza en los hombros del otro y soltó un sollozo.

Tony lo tuvo así hasta que se calmó, secó una lágrima que bajaba por su mejilla con su dedo. Stephen se dirigió a su cama, sentándose en la orilla de ella, Tony lo siguió y se sentó junto a él.

—¿Qué te pasa? —preguntó Tony dándole pequeños toques en su hombro.

Strange suspiró: —Antes no vivía solo, esta era la casa de mi familia. Un día mi hermana Donna me pidió que fuéramos a bañar al lago, yo acepté. —Stephen bajó la mirada y sollozó—: Le pedí que se quedara en la orilla, pues no sabía nadar. Solo me distraje un segundo, un segundo, Tony. —se mordió el labio tratando de reprimir el llanto—; Cuando voltee, la ví en la parte más profunda, se estaba ahogando. Nadé lo más rápido que pude, pero ya era tarde y cuando llegué su vida se había esfumado ante mis ojos. Mi padre y mi hermano me culparon por ello, cada día me lo recordaban y mi madre no es la misma desde entonces. Ellos se mudaron a Boston y yo decidí quedarme aquí.

Tony estaba conmovido, volvió a abrazar al otro, le acarició sus cabellos, susurrándole que no había sido su culpa. El otro agradecía el gesto, no había tenido esa clase de contacto desde hace mucho y en verdad lo necesitaba.

—Lamento haberte invitado al agua, Stephen.

Strange sonrió triste. —No lo sabías.

Tony lo estuvo tranquilizando un buen rato, tanto que su ropa ya se había secado.

—¿Estás mejor? —le preguntó en un susurro.

Stephen frotó su cabeza contra el cuello del otro y cerró los ojos.—Ahora lo estoy.

†††

Notas de la  autora:

Gracias por leer. nwn

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