❁Cαρíтυℓσ 4❁

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¿Aún sientes algo por mí?

Inuyasha desvío su mirada y ambos permanecieron en silencio por un corto lapso de tiempo, iba hablar cuando él se acerca un par de pasos y le dice:

-¿Esos malditos no te hacieron nada?- él seguía sin verla a la cara ¿Por qué no le veía directamente? La azabache se quedó callada ante la pregunta por unos segundos para después contestar tratando de ocultar todo ese dolor que sentía.

-Tranquilo... Yo estoy bien... Pero no entiendo, no comprendo que sucede, no logró entender porqué te compartas así conmigo. Primero me dice que me aleje de ti y después vienes aquí y me salvas... Yo...- no pudo continuar al sintir como Inuyasha le tomaba de las manos acercándola hacia él, apricionándola entre sus brazos con ternura. Ella se congeló ante la acción del peliplateado y no supo cómo responder o cómo reaccionar, muy pocas veces él se mostraba así con ella, esto era demasiado confuso.

-Ven... Te llevaré a tu casa- dice de nuevo con ese tono frío alejándose de ella, Aome decidió seguirlo ya que quizás así podría preguntarle todo lo que necesitaba saber y aclarar sus dudas.

Salieron del oscuro callejón y a un lado de la vereda se encontraba parqueo un Ferrari el cual sin duda debío costar una enorme cantidad de dinero. Inuyasha le abrió la puerta para que entrará y así lo hizo, después él entró por el otro lado, le regresó a ver un instante de forma disimulada y para después poner en marcha el lujoso automóvil.

-Te lo prometí Aome... ¿Lo recuerdas? Que te protegería a costa de mi propia vida- le recuerda sin apartar la vista del frente.- cumpliré con mi promesa, eso no lo dudes pero...

-¿Pero...?- pregunta interrogante, sabía que algo malo sucedía y él no tenía la intención de contarle pero ¿Por qué tenía que alejarla? Jamás lo hizo cuando estuvieron en la batalla contra Naraku ¿Por qué ahora si?

-... Tienes que alejarte de mí... No quiero que me busques más- vuelve a repetirle lo que ya antes le había dicho provocando que su corazón doliera más y sus ojos se volvieran cristalinos ¿Por qué era tan cruel con ella? Acaso no sabía que todas esas palabras que decía eran como sientas de puñaladas en el corazón.

-Inuyasha... Dime que está sucediendo, yo quiero permanecer a tu lado... Y... Y nos entiendo porque me alejas de ti ¿Acaso me he convertido solo en una simple promesa?- habló dejando que las lágrimas salieran, ya no podía con ésto, era demasiado, recién se encuentran y el echo de saber que ya no podría ver más a Inuyasha era doloroso y mucho. Sintió como él frena de golpe ante el semáforo en rojo tomándola por sorpresa.

-¿Acaso no lo entiendes? ¡Intentó protegerte! ¡Si estás a mi lado solo arriesgarías tu vida!- le responde dejándola sin palabras ¿Arriesgar su vida? ¿Acaso Naraku había vuelto a la vida o algo parecido?

El semáforo se puso en verde y continuó manejando estando a sólo un par de calles cerca del templo Higurashi.

-¿Pero que sucede? ¡Dime Inuyasha!- insistió sin obtener respuesta, así pasaron el restó del camino, al llegar al templo ambos se bajaron y ella se paró frente a él, al menos tenía que saber si aún tiene sentimientos por ella o si ya la había dejado en el olvido. Necesitaba saberlo.- Inuyasha ¿Aún... Sientes algo por mí?

El mencionada desvió instantaneamente su mirada de la suya. Aome entonces se acercó más a su amado hanyou, notó tristeza provenir de los ojos de Inuyasha, algo malo sucede entre todo ésto pero no sabía que. Llevó su mano hacia el rostro del peliplateado acariciandolo con dulzura. Inuyasha le sujetó de la muñeca pero antes de que pudiera reaccionar, la acercó con rapidez hacia él uniendo sus labios. Ella se petrificó ante la acción pero no tardó mucho en corresponder, lo amaba y eso no iba a cambiar.

Pasaron así por un largo tiempo sin importarles nada, solo ellos dos aunque solo fuese por ese pequeño instante que pasara ellos fue una eternidad. Después se separaron por faltar de oxígeno, se miraron fijamente por unos segundos y después Inuyasha la abrazó contra él, respirando profundamente en su cabello y le dijo muy cerca de su oído.

-Yo estaré siempre cerca para protegerte- y sin más se alejó de ella subiendo a su auto alejándose del sitio. Ella lo miró irse y por instinto llevó su mano a sus labios, aún podía sentir la pasión y la intensidad con la que la beso como aquella vez en que Inuyasha le rescató cuando fue llevada al inframundo. Lo amaba sin importar cuanto pase el tiempo, ella lo amaba cada vez más.

Era Sengoku

Las gotas de lluvia se hacían presentes en medio de la noche, las hojas de los árboles se movían con el viento y las estrellas brillaban con gran intensidad en el cielo nocturno. Él no se dio ni por enterado de lo que sucedía a su alrededor, ignorando el frío de esta noche acompañado por lluvia.

<<Aome>>

Pensó el peliplateado sin dejar de ver fijamente el interior del pozo, no se había movido de ahí desde la tarde y tampoco mostraba señales que querer irse. Ya sus amigos anteriormente le habían dicho que se cuidara y que dejara de ponerse en peligro sin embargo Inuyasha no les escuchaba y al contrario pasaba gran parte del día sentado a lado del pozo u observando fijamente el Goshimboku.

No tenía deseos de hacer nada desde que ella se fue, sentía como si su vida ya no tuviera sentido, se sentía incompleto y vacío sin su amada azabache. Transcurrieron dos semanas desde que el pozo se selló, los demás le dijeron que tuviera paciencia pero con cada día que pasaba se desesperaba aún más. Extrañaba a Aome, le necesitaba a su lado y sabía cuando más podría resistir sin ella, tenía miedo de no volver a verla.

Los días transcurrían, nunca dejó de ir al pozo, uno de esos días se había puesto muy grave de salud a causa de que no había comido casi nada desde hace varias semanas. Sus amigos estuvieron con él y lo ayudaron a recuperarse, pero eso no lo detuvo, continuó yendo a aquel sitio y pasaba horas ahí, sentado mirando fijamente el interior de éste.

Pasaron hasta meses, nada, en ese tiempo muchas cosas habían cambiado, Miroku y Sango se habían casado como prometieron y ya hasta habían construido una cabaña para ellos dos y su futura familia. Shippo comenzó a asistir más seguido a los entrenamientos de zorro mágico y tenía que irse de la aldea por varios días. Todos tenían una vida, algo que hacer, un motivo, menos él.

Pasaron cinco meses, para él fueron siglos, Miroku lo convenció de acompañarlo a exterminar youkais en las aldeas lejanas. Les pagaban muy bien, ahora sobretodo era algo esencial ya que Sango estaba embarazada de a penas un mes y necesitaba todos los cuidados posibles. Ellos le daban animos a seguir adelante y eso hizo, sin perder la esperanza de que su amada Aome algún día regresara.

Tiempo después, tres años exactamente, iba al pozo cada tres días sin darse por vencido. Soñaba con ella muy seguido, la pensaba muy a menudo, casi todo el día. Sentía muchas ganas de volver a verla, de estrechar la entre sus brazos y decirle lo mucho que la extrañó y cuanto la amaba. Jamás tuvo el valor para expresarle sus verdadero sentimientos pero ahora más que nunca estaba seguro de lo que sentía por ella. La amaba más que nada en el mundo.

Año tras año, jamás pensó que la espera sería tan larga. Con cada año que transcurría el mundo como un vez conoció cambiaba lentamente, Miroku y Sango habían construido una enorme familia, sus hijos ya se habían casado y tuvieron hijos también, Shippo acabó con su entrenamiento y le había pedido a Totosai que le forgara una alabarda para defenderse en caso de algún ataque youkai.

Más de 70 años habían pasado, sus amigos habían envejecido y después de unos años fallecieron, fueron días muy duros y tristes para el hanyou y el kitsune. Fueron enterrados cerca del Goshimboku, en la aldea ya no les quedaba a nadie más, con los años la gente se había vuelto más fría y todos odiaban a los youkai, por esa razón ellos no tuvieron más opción que irse.

Aome ya no volvería y era un hecho, pero esperaría los años que fueran necesarios para volverla a ver.

Cien años... Pasaron cien largos años ya, las guerras entre humanos se había vuelto algo común, pero ahora nada era como antes. Los imperios del Oeste, Sur, Norte y Este estaban en guerra, pero sobretodo los clanes Oeste y Este; los Inu Youkai y los Ryū o más conocidos como los dragón-serpiente. Su nuevo líder había tomado el mando, Ryūkamanari, el hijo de Ryūkotsusei.

Ya era costumbre que los sirvientes de Ryūkamanari los atacarán, no siempre el hanyou y el kitsune salieron bien librados, ubo ocasiones en las que ambos tuvieron que huir y ocultarse. Así fue como tiempo después conocieron en persona al amo de las tierras del Este, tuvieron una larga batalla y casi pierden la vida en ella. Otros cien años después, cumpliéndose así doscientos años desde que Aome se fue, se enfrentaron a él de nuevo con la esperanza de darle fin después de tantos años a esta guerra,

-¡Ya no tienes donde esconderte! ¡Hanyou!- lo vuelve a atacar destrusando un par de árboles, tomandole por sorpresa. De la nada se vio rodeado por cuatro de esos youkai los cuales seguramente fueron enviados por ese sujeto.

-¡Los voy a destruir malditos!- empuña su katana, su brazo derecho aún no paraba de sangrar, esos malditos lo habían atacado sin previo aviso con la intención de matarlo.- ¡Viento cortante!

-Eres muy estúpido hanyou, ahora por revelarte ante nosotros y ante el señor Ryūkamanari ¡Te destruiremos hasta que no quede rastro de ti!- dice otro de los youkai alistando sus filosas garras para atacarlo, el peliplateado frunce el ceño y mira hacia todos lados buscando alguna salida pero nada. 

Los youkai fueron hacia él con la intención de atacarlo cuando de la nada varias bolas de fuego azul comenzaron a caer desde el cielo dándoles directamente a ellos, quienes comenzaron a arder en llamas hasta convertirse en cuestión de segundos en ceniza. Frente a él aterriza su amigo kitsune quién fue el responsable de la destrucción de esos youkai.

-¿Alguna noticia sobre Ryūkamanari?- pregunta Inuyasha sabiendo que muy pronto él se haría presente para tratar de aniquilarlos.

-Esta muy cerca... Nos tiene rodeados por miles de esas cosas- responde Shippo con cierta preocupación en sus palabras.

-Hay que ponerle fin a esta guerra cuanto antes- dice el hanyou con determinación y el kitsune asiente con la cabeza para después ambos correr hacia donde se encontraba él, Ryūkamanari.

Así fue como en medio de la batalla aparece Sesshomaru, decidieron unir fuerzas y así tras una sangrienta batalla lograron derrotar al líder del clan dragón. La líder del clan del Fénix y el líder del clan Kitsune prometieron unir fuerzas con los Inu para acabar con Ryūkamanari, Sesshomaru les permitió quedarse en el palacio, así cincuenta años más transcurrieron, Inuyasha entrenó sin descanso en todo ese tiempo para la próxima y definitiva guerra. La que definirá el futuro de los cuatro imperios de los puntos cardinales.

En medio de todo, una nueva recluta había llegado al clan Inu, su nombre era Yukanna y para sorpresa de todos ella era la hija legítima de Sesshomaru y su difunta esposa Rin. Ella también era alguien fuerte y como Inuyasha, también era una hanyou por cual se llevaron bien. Así con una nueva aliada ellos enfrentan a Ryūkamanari y su ejército dragón-serpiente en el monte Takao con ayuda de los líderes del clan Fénix y Kitsune con sus ejércitos.

Al final todos terminaron muy heridos, habían perdido casi a la mitad de su ejército al igual que los Ryū. El líder del clan Este tomó la decisión de retirarse, huyendo con los sobrevivientes de su ejército jurando volver para vengarse de los Taisho y acabar con los humanos. Nadie comprendía por qué tanto odio hacia los humanos, ese era uno de los misterios de Ryūkamanari.

Se habían cumplido ya trescientos años de la derrota de Naraku, en esta fecha se dió una gran guerra entre humanos y youkai dragón. Batalla la cual dió lugar en cerca del monte Takao, parte de los dominios que Ryūkamanari tomó a la fuerza. Ahí fue donde todo terminó, la sacerdotisa Kagayaki perdió la vida al sellar al líder y ejército del Este en el Yomi con sus poderes espirituales. Lugar en donde se construyó una gran torre de piedra para evitar que las energías malignas del sitio abrieran nuevamente el vórtice que conecta este mundo con el Yomi.

A aquel lugar Yukanna fue enviada por Sesshomaru para vigilar cualquier movimiento extraño, todos sabían que aquella barrera que impedía el escape de Ryūkamanari no duraría mucho tiempo y cuando esto sucediera tendrían que enfrentarlo nuevamente para detenerlo. Así la hija de Sesshomaru emprendió el viaje al monte Takao para proteger la torre de piedra.

Inuyasha desde ese momento siempre estuvo preparándose para la llegada de aquel día pero también, para el día en que Aome y él se vuelvan a ver. Presenciando como la humanidad evolucionaba con cada año, con cada siglo y su preocupación aumentaba ¿Cuándo llegará el inevitable despertar de Ryūkamanari?

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Inuyasha trata de proteger a Aome del gran enemigo que se avecina ¿Aome aceptará estar lejos de él?

¿Inuyasha le contará la verdad?

¿El despertar de Ryūkamanari llegará pronto?

¿Podremos saber más sobre la hija de Sesshomaru y Rin llamada Yukanna?

Esto y más en "Inuyasha |Sentimientos a través del tiempo" 😃

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