✴️C⃟apítulo 1✴️

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"No, no soy ella
No soy quien despertó en ti cosas tan bellas
Dime que te da el derecho para compararme
No busques en mi lo que perdiste en otra parte"

No_Soy_Ella
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Capítulo 1: La joven que cruzó la barrera del tiempo.

Aquel fue un domingo diferente y ella lo sabía mejor que nadie. Fue citada a la bodega principal de su casa por su abuelo y para su sorpresa la reunión solamente trataba sobre relatos ficticios que él siempre le contaba a menudo, en fin, a pesar del aburrimiento que le causaba se quedó.

—¿La Shikon no Tama?— debía admitirlo, esa parte de la leyenda captó un poco su atención aunque no demasiado. Observó con detenimiento el objeto que su abuelo le entregó— ¿Quieres que venda ésta pequeña esfera? Pero ésta clase de llaveros ya no se usan.

—La mayoría lo ve como un llavero, pero la verdad es que se convertirá en el amuleto de éste templo y por lo tanto...— el gato de la familia comienza a jugar con el llavero— ¡Ejem! Escúchame, Kagome, la legendaria Shikon no Tama guarda la historia de nuestro templo.

—Por cierto, abuelo ¿Sabes qué se celebra mañana?— sonríe emocionada.

—¿Cómo podría olvidar el cumpleaños de mi nieta?

—¿Y mi regalo?

La expresión de emoción en su rostro cambió a decepción al recibir un obsequio bastante singular e inesperado.

—Es la garra disecada de una criatura acuática, trae buena suerte. Te contaré su historia.

—Cómetela, Buyo— le dio la extremidad al gato.

—¡No te la lleves!— grita el abuelo pero ya fue tarde.

Su nombre es Kagome Higurashi, desde siempre vivió en un sagrado templo repleto de secretos y leyendas por contar. Por ejemplo, en el templo existe un árbol, más conocido como Goshimboku, mismo que contaba con miles de años de antigüedad, incluso se cuenta sobre un pozo antiguo oculto. En realidad existen muchos elementos que conforman su hogar, pero nunca les prestó atención hasta el día en que finalmente cumplió quince años.

✴️✴️✴️

—¡Me voy a la escuela!— avisó desde la entrada animadamente y emprendió camino, pero en medio de su trayecto pudo ver a su hermano menor parado afuera de uno de los templos y supo que debía ir a ver que ocurría— Sota ¿Qué pasa? Sabes que está prohibido jugar en los templos.

—Buyo es el desobediente...— intentó justificarse.

—¿Entró de nuevo al templo?— ambos se ponen en cuclillas en la entrada del escalofriante sitio— ¿Y por qué no bajas? ¿Qué no eres hombresito?

—Es que... Éste lugar me da mucho miedo, hermana.

Kagome dejó escapar un suspiro y avanzó lentamente hacia abajo por los escalones de madera hasta llegar a la oscura y vacía parte donde había huido el gato. Le era difícil encontrarlo por la falta de luz, hasta que repentinamente sintió algo peludo rozar su pierna y pegó un grito, asustando también a Sota. El susto terminó al ver que por suerte solo era Buyo y no dudó en tomarlo en brazos sintiéndose más aliviada.

—Por favor n-no vuelvas a asustarme de esa manera, hermana— pidió.

—¡No me reclames! ¡Yo fui quien bajó para buscar al gato!— exclama molesta.

La colegiala no tenía idea de que a sus espaldas el sello purificador que mantenía cerrado por completo el pozo se rompió y las puertas se abrieron de golpe. Una gran luz y humo aparecieron, seguido de eso una mujer con características sobrenaturales la sujetó con fuerza de sus ropas y la arrastró junto con ella al interior del pozo.

—¡Hermana!— gritaba Sota estupefacto, pero ya no pudo escucharlo más al verse envuelta por un escenario oscuro y rodeada por el esquelético cuerpo de su secuestradora.

—Ah, soy feliz ¡Siento como mi poder se regenera! Mi cuerpo está regresando a la normalidad— su cuerpo ya restaurado era idéntico al de un ciempiés y no se dignaba a dejarla ir, incluso lamió su cara con su larga lengua— ya entiendo, tú eres quien la posee.

—¡No, suéltame! ¡No, noooo!— colocó su mano sobre la cara de aquella criatura e inesperadamente un resplandor violeta aparece y le arrebata un brazo a la mujer, así consiguió quedar en libertar pero su sorpresa por lo sucedido no se desvanecía.

—Argh ¡No escaparás, Shikon no Tama!— la criatura sobrenatural cayó lentamente hacia abajo, desvaneciéndose en medio de la oscuridad.

—¿Shikon no Tama?— pronto dejó de flotar y terminó de rollidas sobre una superficie de tierra seca y huesos antiguos, todo fue tan rápido que se sentía confundida— ¿Fue un sueño?— a su lado descansaba el brazo arrancado de esa criatura— no, no fue un sueño. Debo salir de aquí y rápido ¡Sota! ¿¡Éstas ahí?! ¡Llama al abuelo!

Para su desgracia no obtuvo respuesta, poder salir de aquí dependía totalmente de ella y determinada a no quedarse por más tiempo en ese aterrador lugar, se aferró a las lianas y raíces que sobresalen de las paredes del pozo para luego intentar escalar.

—Ese niño cobarde me abandonó...— algo que captó su atención fue una pequeña mariposa blanca y luminosa que voló cerca suyo, jamás había visto una igual antes. En fin, la subida fue cansada pero finalmente alcanzó la superficie, aunque de inmediato notó que algo andaba mal aquí.

Nada más se podía visualizar espacios verdes, un bosque a su izquierda y más vegetación a su derecha acompañado por colinas y muchas montañas, nada que ver con su hogar. Definitivamente algo malo sucedió, nerviosa avanzó y se adentró en lo profundo del bosque, todo lucía tan pacífico, pero no era el momento para admirar la belleza de la naturaleza, tenía que volver a casa.

Sus ojos chocolates se iluminaron al reconocer al Goshimboku al fondo, detrás de varios árboles comunes más y esbozó una sonrisa de alivio, parece que estaba cerca. Corrió tan rápido como pudo, sin embargo, su sonrisa se esfumó al no ver su templo o a su familia, solo estaba el árbol. Aunque se percató que tenía algo clavado en su tronco y con curiosidad se acerca para ver mejor.

Era una flecha.

—¡Oye! ¿¡Qué estás haciendo ahí?!— gritaron en unanismo un grupo de hombres corpulentos y le apuntaban con sus arcos, seguido de eso varias flechas llegaron hasta ella pero ninguna la hirió por suerte.

La amarraron de las muñecas y la condujeron por todo el bosque hasta salir de ahí y llegar a un poblado pequeño. Una vez ahí ataron sus pies también y la depositaron sobre una manta delgada, todos los lugareños se reunieron y la observaban con desconfianza. Pudo notar que todos vestían y se peinaban de una forma rara, todo aquí luce tan antiguo, las cabañas, las personas ¡Todo! ¿Dónde terminó?

—¡Que fea forma de tratar a los visitantes!— reclamó.

Los demás solo murmuraban entre ellos.

—Viste con ropa muy extraña ¿Habrá otra guerra?

—Tal vez sea un animal que se transformó en humano.

—Pues prefiero eso a que haya otra guerra.

—¡Habrán paso, aquí viene la miko Kaede!— alertan y la multitud hizo un espacio para que una mujer de avanzada edad y con un parche en uno de sus ojos pasara. De un tazón tomó un poco de cenizas e inesperadamente ella le lanzó varias veces eso a la cara.

—¡No, basta! ¿¡Pero qué está haciendo?!— objetó indignada y frunció el ceño, entonces la anciana se detuvo y la miró con detenimiento poniéndola más nerviosa.

—Niña, muéstranos tu cara...— bruscamente la sujeta de la barbilla y mueve su rostro a un lado— ¡Haz una cara llena de astucia!— al cabo de unos segundos la soltó y mostraba una expresión de sorpresa— se parece... A mi querida hermana Kikyo.

Todo era cada vez más confuso.

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Para el anochecer todos los habitantes de la aldea entraron a sus respectivas cabañas y las afueras estaban casi vacías. En una de esas humildes cabañas fue guiada Kagome por Kaede, el cálido fuego de la vivienda la ayudó a entrar fácilmente en calor y disfrutaba de un pequeño estofado de vegetales en compañía de la anciana.

—Disculpa, como estamos en época de guerras estamos algo nerviosos y tenemos miedo de que nos estén espiando. Aunque, no debes preocuparte, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos han atacado.

—Ya veo...— voltea a verla— disculpe, pero ¿Ésta región es Tokyo?

—¿Tokyo dices? Jamás había escuchado ese nombre ¿Ese es el lugar del que vienes?

Kagome sintió.

—Así es, ya estaba pensando en regresar pronto— afirmó, aunque no tenía la más mínima idea de cómo hacerlo, estaba varada en una tierra desconocida y totalmente desorientada.

La conversación fue interrumpida por un fuerte estruendo proveniente de la parte de afuera, inclusive se podían escuchar los gritos de los aldeanos y la campana que alertaba sobre el peligro inminente. La anciana y la estudiante salieron a toda prisa y lo que vieron fue impactante, sobretodo para Kagome.

Del techo del establo aparece la misma mujer ciempiés que la atacó hace unas horas y con sus grandes colmillos mantenía sujeto a un caballo por el cuello, pero al verla de inmediato dejó caer al animal al suelo.

—¡Entrégame la Shikon no Tama!— amenazaba de forma hostil, pero al no obtener respuesta se enfureció y con su largo cuerpo destruyó un par de cabañas y golpeó a varios aldeanos—¡Entrégamela, entrégamela!

—¿La Shikon no Tama?— Kaede regresa a verla atónita— ¿¡Acaso tú la tienes?!

—¡Yo no la tengo! Seguramente me está confundiendo con alguien más...— la mujer con cuerpo de ciempiés avanzó hacia ella e intentó atacarla pero a tiempo se arrojó al suelo y la esquivó.

Esa criatura la quería exclusivamente a ella, si quería evitar que éste desastre se prolongara más debía alejarla de aquí cuanto antes. Entonces tuvo una idea, intentaría regresar a casa por el medio que inició todo ¡El pozo!

—¡¿Por dónde está el pozo?!— detectó un sendero que se le hacia conocido y al mirar hacia el horizonte logró visualizar unas luces ¡Sí, era por ahí!— ¡Es por donde está ese resplandor!

—¿Qué dijiste?— Kaede no pudo preguntarle algo más ya que la muchacha ya había comenzado a correr lejos de la aldea y siendo perseguida por la youkai ciempiés— ¿¡Ella puede ver las luces espirituales que un humano ordinario no ve?!

—¡Señora Kaede!— los hombres de la villa no tardaron en aparecer montados en sus respectivos caballos y traían uno para ella también. La mujer mayor subió rápidamente y cabalgaron siguiendo el rastro de la misteriosa chica.

—¿Ustedes han podido localizar a Inuyasha?

—Por desgracia no, señora Kaede— respondió el más corpulento y además el responsable de liderar a los demás hombres— lo último que supimos es que se fue hace dos días y aún no ha vuelto.

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Kagome apresuró más su andar, sus piernas le dolían pero no debía detenerse por nada del mundo en su huida o de lo contrario la criatura que iba tras ella la descuartizaría en segundos. Tenía demasiado miedo, las imágenes de su madre, abuelo y hermano cruzaron por su mente y solo pedía constantemente que ellos la salvaran.

—¡Ayúdenme! ¡Por favor que alguien me ayude!— exclama a todo volumen sin parar de correr, estaba cerca del pozo, solo tenía que aguantar un poco más y se salvaría.

Aparentemente nadie escuchó sus súplicas por ayuda, pero la realidad es que no muy lejos de donde se encontraba la adolescente en peligro y todo ese alboroto, alguien más se aproximaba. Desde lo profundo del bosque, una silueta humanoide era posible divisar y se abría paso entre los árboles lentamente, hasta que sus orejas caninas dieron un tirón al captar los gritos de una mujer a varios metros de ahí y su olor tenía un inmenso parecido con el de cierta persona.

¿Será posible que...?

No le dio más vueltas al tema y aceleró su caminar siguiendo ese conocido olor. Sumado a eso también estaba presente el olor de humo y fuego y... El de la Shikon no Tama. Maldijo por lo bajo, nada de ésto tenía sentido, debía descubrir lo que estaba pasando y ya.

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—¡Dame la Shikon no Tama!

Kagome subió una colina más o menos empinada a toda velocidad, sin embargo, la mujer ciempiés estaba a centímetros de alcanzarla. No importa lo que le dijera, era imposible razonar con ella.

—¡No, yo no tengo ese objeto!— finalmente la alcanzó y la empujó bruscamente por la espada, enviándola varios metros hacia adelante tras impactarse contra el suelo. Terminó frente al Goshimboku nuevamente, pero antes de que pudiera pensar siquiera en seguir huyendo, otra vez su atacante arremetió contra ella y la mordió dolorosamente cerca de su vientre y la lanzó con brusquedad hacia arriba.

Parte de su piel fue rasgada y sangraba, mientras caía pudo ver algo salir de su cuerpo, era una pequeña esfera púrpura y brillante, eso estaba todo el tiempo en el interior de su cuerpo. Cerró los ojos esperando el impacto contra el piso, aunque eso no sucedió, fue atrapada en brazos por alguien que llegó una velocidad casi imperceptible y para cuando alzó la cabeza, logró visualizar a un hombre de características igualmente sobrenaturales, portaba una gran armadura, su cabello era de color plateado, sus ojos eran dorados y poseía unas singulares orejas perrunas.

—Oye ¿Para qué desafías a esa mujer ciempiés?— el desconocido la observó de reojo antes de depositarla sobre el pasto y volver su vista al frente— pero que tonta.

—¿Me llamaste tonta?— frunció el ceño— y dime ¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí?

—¡Todo eso debería preguntarlo yo! ¿¡Quién diablos eres tú y cómo obtuviste la Shikon no Tama?!— en las últimas palabras alzó la voz considerablemente y Kagome se molestó más.

—¿¡Por qué me gritas?!

La pequeña discusión no pudo seguir ante la presencia del otro ser sobrenatural.

—Por fin ¡Siento como corre en mí todo éste poder sobrenatural!— la youkai hace poco aprovechó para tragarse la Shikon no Tama y a causa de eso su cuerpo había sufrido una nueva transformación. En medio del problema que se suscitaba Kaede y los hombres del poblado no tardaron en hacer acto de presencia también.

—Anciana Kaede, Inuyasha está aquí...— pronunció uno de los aldeanos y todos parecían un poco más tranquilos ante la presencia del mencionado. De pronto la youkai ciempiés avanzó inmediatamente contra el daiyoukai con la intención de atacarlo, acción que claramente fue un error.

—Prepárate para morir...— al igual que su oponente, él se aproximó velozmente y alistó sus garras— ¡Recibe mis Garras de Acero!— de sus mismas garras apareció un látigo de energía de color rojo brillante y haciendo uso de esa técnica, sin problemas cortó a su contrincante por la mitad, destruyéndola en segundos.

<<Es muy fuerte...>> pensó Kagome asombrada por lo recién presenciando, apenas partes de la mujer ciempiés estaban regadas por todo el suelo, parece que todo había finalizado, aunque aún quedaba algo por resolver para dar por terminado con la peligrosa situación.

—¡Todavía se mueve!— exclamó al acercarse, eso definitivamente no era normal.

—¿Puedes ver alguna parte con luz? Esa es la esfera— indicó la miko mayor— la única forma de terminar con ésto es quitarle la Shikon no Tama de su cuerpo o si no se convertirá en una batalla eterna.

—¡Ay, no, no, no, señora! Déjese de bromas— lo último que quería era que se repitiera lo mismo y tuviera que lidiar con esa criatura amenazadora de nuevo, fue mucho peligro por un día.

Al final la Shikon no Tama fue recuperada intacta del cuerpo inerte de la youkai ciempiés y sus huesos fueron llevados de vuelta al antiguo pozo. Kagome tomó la decisión de ir con ellos a la aldea, a fin de cuentas no tenía otro lugar al que ir, aunque constantemente en todo el camino pudo sentir la mirada de aquel daiyoukai sobre ella, eso la tenía desconcertada y nerviosa al no entender el motivo.

¿Por qué?

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Kagome llegó a la era Sengoku y terminó envuelta en una sería en embrollos. La Shikon no Tama siempre estuvo en su cuerpo y en medio de los ataques de la mujer ciempiés, Inuyasha llegó justo a tiempo y la ayudó, aunque parece que tiene su mirada fija en ella por alguna razón ¿Kagome descubrirá el motivo?

¿Kagome podrá regresar a casa?

¿Por qué Inuyasha la mira de esa forma?

¿Qué pasará ahora que la perla salió del cuerpo de Kagome?

¿Habrán más seres en búsqueda de la Shikon no Tama?

¿Cómo es posible que la Shikon no Tama, misma que alguna vez fue destruida por Inuyasha hace tiempo, éste de vuelta?

Esto y más en "Inuyasha: El deseo correcto" ❤️😄

NOTA: ¿Lo notaron? Así es, decidí emplear el ya conocido látigo de energía de Sesshomaru en los nuevos poderes de Inuyasha, con la diferencia de que el látigo es de color rojo 😁😌

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