Las ventajas de la poesía

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Me desperté de la cama y me pregunté porque razón había invitado a Ray al club. La última reunión del club de lectura había sido incómoda y no podía sacarme de la cabeza la poesía espantosa que escribí junto a Ray. Yo sé que él tiene un pensamiento intelectual y que puede hallar la conexión necesaria para escribir poesía.

Pero desde que empezó a recibir más atención en la aplicación por sus poemas, parecía haber cambiado. Ya no era el mismo Ray que conocía, el que buscaba mejorar y aprender. Ahora, todo lo que hacía parecía estar asociado a la agresión y la frustración en sus versos.

Llegué a la casa de Montserrat, donde habíamos decidido reunirnos nuevamente,  sin embargo sentía una extraña tensión en el aire. Los demás miembros del club ya estaban allí, y Ray estaba en una esquina, hablando en voz alta sobre su poesía con el gordo Beto.

—Mi poesía es un reflejo de mi agresión interna, de mi frustración con el mundo —decía Ray, agitando las manos con énfasis—. Si estas personas no pueden entender eso, entonces no entienden la verdadera poesía.

Fabri y su hermano Ángel estaban cerca, murmurando entre ellos. Pude ver de reojo como se reían de Ray.

—Ese tipo no es de nuestro palo —dijo Ángel, frunciendo el ceño—. Es un rockero, no entiende lo que hacemos aquí, no sabe nada... solo improvisa.

Fabri asintió.

—Temo que va a romper con los esquemas del club. No puedo soportar su actitud arrogante.

Me acerqué a ellos, tratando de mantener la calma.

—Chicos, todos tenemos diferentes formas de expresarnos. Tal vez deberíamos darle una oportunidad, para que pueda leer sus nuevas creaciones.

Fabri me miró con la mirada torcida, su expresión parecía estar llena de escepticismo.

—Génesis, no puedes negar que sus actos no parecen ser genuinos. Está aquí solo para impresionar y hacerse notar. ¿Cómo es que no te das cuenta?

Antes de que pudiera responder, Beto se unió a nosotros, defendiendo a Ray.

—A mí me cae bien el muchacho —dijo Beto—. Lee los fanfics de Queen que publico en la app y siempre los recomienda. Gracias a su apoyo, mis lectores han aumentado. ¡Qué buena onda!

Suspiré y puse mis ojos en blanco, sintiéndome atrapada entre dos bandos. Ray no era perfecto, pero también tenía sus méritos, claramente estaba mejorando.

—Beto, entiendo tu punto —dije—. Pero debemos considerar como su actitud afecta al grupo en general. No sé porque no les cae bien.

Nos dirigimos al comedor donde Montserrat nos esperaba para comenzar la reunión. Ella notó la tensión y trató de suavizarla con su habitual amabilidad.

—Bienvenidos, todos. Hoy tenemos una agenda interesante, pero primero, ¿alguien quiere compartir algo nuevo? ¿Alguien tiene algún escrito?

Ray inmediatamente levantó la mano y se puso de pie.

—Bueno, yo he estado trabajando en algunos nuevos poemas y me gustaría compartirlos con ustedes.

«La ira es más negra que el moho negro
y la paz que encuentro en la violencia,
es la más noble que he visto hasta ahora.

Las pendejas siempre acaparan al
más lindo. ¿Les gustan los chetos? Habrá que romperles sus cabezas hasta ver su materia gris flotando sobre mi inodoro»

El silencio era inevitable después de oír los versos estrambóticos del pelirrojo.
Sus poemas estaban cargados de violencia y resentimiento, más intensos que antes. Cuando terminó, miró a todos a su alrededor, buscando aprobación.

—¿Qué les parece? —preguntó, con un aire desafiante.

Hubo un murmullo incómodo entre los miembros del club. Montserrat fue la primera en hablar.

—Es… intenso, Ray. Se nota que hay mucha emoción detrás de tus palabras.

Fabri no pudo contenerse más.

—Ray, entiendo que la poesía puede ser una salida para la agresión y la frustración, pero también debe haber un equilibrio. No todo puede ser gritos y violencia.

Ray frunció el ceño y puso cara de culo.

—¿Y vos que carajo sabés de mis emociones, Fabri? No todos escribimos sobre flores rosadas y mariposas que vuelan sobre un prado.

La tensión aumentó. Sentí la necesidad de intervenir antes de que las cosas se salieran de control.

—Ray, todos aquí valoramos tus letras,  pero necesitamos encontrar una manera de integrarlo al grupo sin causar tanta fricción. Quizás podríamos trabajar juntos para equilibrar las emociones en tus poemas.

Ray me miró con los ojos encendidos.

—¿Y vos, Génesis? ¿También piensas que solo estoy aquí para impresionar?

Tragué saliva, sintiendo los ojos de todos sobre mí.

—No, caray, Ray. Creo que tienes mucho talento, pero también creo que debemos encontrar un equilibrio. Este club tiene que ser un espacio seguro para todos, y necesitamos asegurarnos de que todos se sientan cómodos. Esto no es un ring de boxeo.

Ray se sentó, todavía con el ceño fruncido, pero no dijo nada más. Montserrat aprovechó el momento para cambiar de tema.

—Bueno, ¿alguien más quiere compartir algo? ¡Hablen, mierda!

Beto levantó la mano.

—Yo he estado trabajando en un nuevo fanfic de Queen y me gustaría leer un cachito.

Mientras Beto leía, sentí un alivio en mi pecho. Su entusiasmo y pasión por la música era fenomenal, y por un momento, todos nos olvidamos de la tensión con Ray. Cuando terminó, recibió un aplauso de todos.

Después de la reunión, me quedé atrás para hablar con Ray. Lo encontré en la cocina, sirviéndose un vaso de coñac.

—Ray, ¿podemos hablar? —pregunté.

Él movió su cabeza, aunque su expresión seguía siendo hosca.

—Perdoname si te hice sentir que no eres valorado. Solo quiero lo mejor para el grupo y para vos. Lo digo de verdad. Me gusta tu progreso.

Ray suspiró, bajando la mirada.

—Es solo que… siento que nadie me entiende aquí. Mi poesía es mi manera de lidiar con mi propia oscuridad y parece que eso incomoda.

Puse una mano en su hombro tratando de reconfortarlo.

—No estamos aquí para juzgarte, Ray. Solo queremos ayudarte a encontrar una manera de expresar tus emociones sin alienar a los demás. Creo que la tu poesía es buena y es liberadora para vos.

Ray asintió lentamente, y por un momento tomó mi cuello para besarme.

—¿Puedo besarte ahora?

—Ahora no —dije y ladeé mi cabeza.

—Gracias, Génesis. Sé que aún me amas.

Montserrat comenzó a juntar las latitas de cerveza que habían tomado los demás.

—¿Qué te ocurre? —preguntó mi mamá.

—Nada, Ray está delirante....

—¿Por?

—Piensa que aún estoy enamorada de él.

—No le des cabida. Angel es mejor partido para vos, créeme.

Nos despedimos y salí de la casa de Montserrat con una sensación rara, una vez en la calle crucé un par de palabritas con el hermano de Fabri. Me invitó a una cita, pero yo sabía que las cosas no se resolverían de la noche a la mañana, pero al menos podría salir un poco de casa para charlar con alguien más.

En los días siguientes, intenté encontrar un equilibrio entre apoyar a Ray y mantener la armonía en el grupo. Hablé con Fabri y Ángel, tratando de que vieran el lado positivo de tener a alguien tan apasionado en el club. Fue una tarea difícil, ya que su desconfianza hacia Ray era profunda. Fabri alentaba a su hermano para que lo deteste.

Llegó la noche de la cita y Angel me llevó a una fiesta, era el cumpleaños de una amiga del trabajo. Me senté en un sillón y me quedé hablando de política con un pelado medio boludo, hablaba ofuscado sobre la economía del país. Cuando regresó Angel me dijo:

—Génesis, sigo pensando que Ray no es una buena influencia para el club. Su arrogancia y actitud destructiva pueden arruinar todo lo que hemos construido.

Suspiré y no supe cómo decirle que se deje de romper las pelotas con Ray.

—Angel, entiendo tus preocupaciones, pero creo que todos merecen una oportunidad. Si seguimos rechazando a quienes son diferentes, nunca aprenderemos a entendernos realmente.

—Está bien, linda. Le daré una oportunidad más, pero si sigue comportándose así, tendremos que hablar seriamente.

Agradecí que se callara de una puta vez.

La siguiente cita fue mejor.
Ángel llegó tarde, pero me llevó a comer sushi a un restaurante japonés del centro. Parecía haber reflexionado sobre nuestras conversaciones anteriores. Parecía que su aire estaba renovado, lucía apuesto y hacía chistes a cada rato.

—Gracias por aceptar esta nueva cita —dijo, tomando mi mano.

Empezamos a comer y para mi sorpresa Angel me leyó un poema en su celular que era diferente a todo lo que había compartido antes. Tenía un tono muy romántico, con una vulnerabilidad que no había visto antes en él. Realmente llamó mí atención.

«El amor que veo en tus ojos
son como dos gotas de rocío.
Siento la energía de tu aura,
puedo percibir tu dulzura
en la forma de tus hermosos labios»

—Eso fue encantador, Ray. Se nota que has puesto mucho amor en estas palabras...

—¿Ray?

Desde ese instante mis ojos quedaron hipnotizados. No sabía que decir.

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