A veces sentimos esa lúgubre sensación de que debemos descartar y rechazar, a todo aquello que no nos dé satisfacción.
Por instinto sabemos que cuando todo esta en perfecta calma y armonía, aparecen sin previo aviso, los famosos demonios de la complicación, que suelen atacarte cuando eres estúpido, pretencioso y arrogante.
Cabe destacar que no existe la perfección, porque todos tenemos un muerto en el placard, sin desviarnos ni un ápice de la realidad.
Hasta las más magníficas obras de arte, tiene algo de insólito y algo de ultrajante. Siempre hay gente que hace aspavientos, en cuanto lee una novela que tiene escenarios o escenas malsonantes.
Pero hay que adaptarse a todas las abominaciones de los tiempos actuales.
Lo ético, también puede tornarse inmoral, pero todo depende de la perspectiva de cada uno. La dignidad literaria, es la que llevamos dentro.