•CAPITULO CINCUENTA Y TRES•

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"La pre-cena"

—Debo sazonar bien esta carne para que quede de lujo —me digo a medida que me concentro en mi labor.

Al final, decidimos durante el desayuno en la casa de mi pequeño, que realizaríamos la cena en mi hogar dado el tamaño del lugar y que según mi querido suegro: necesito estar cómodo para darle una buena comida ya que de seguro en su departamento no encontraría lo que necesito.

Pero eso, a mí no me hubiera molestado para nada. Si hace falta algo, lo compro y punto. Si al fin y al cabo quedaría para el disfrute de ellos.
Igual estamos en mi departamento al final... Y digo estamos, porque arrastré a Nam conmigo luego de la joyería porque a una mano medio difícil se me haría el picar y trozar.

Pero al cabo de unos minutos, el infeliz de mi amigo salió como un rayo del departamento escapando de mis pedidos y regresando luego con una procesadora "listo para la acción", según él.

Ahora lo observo armar una y otra vez el electrodoméstico, y provoca mi risa aunque no quiera.

—Mucho título, seminarios y posgrados para que te pueda una simple procesadora amigo, eso sí que es triste...

—¡Cállate manco! ¿Que si no venía yo que ibas a hacer? —contesta concentrado en su labor.

—Te aviso que a las verduras las quiero en julianas finas y eso es imposible con una máquina que desarma todo lo que incluyas ahí —le señalo el aparato y me observa de regreso ceñudo y preguntando.

—¡No me digas que lo compré sin fin porque me muero! ¡Ésta porquería me salió lo que no sabía!

—Eso te pasa por no preguntar y querer hacer fácil lo que te lleva tiempo y dedicación. Ven aquí que te explico, no es tan difícil como parece.

Lo observo refutar dejando el aparato a un costado mientras se arrima con impresión.

—¿No estarás pensando en que use alguna de esas cuchillas de carnicero que tienes por ahí no? —señala Nam a los diferentes tamaños de cuchillos cebolleros pegados en un largo imán a su costado.

—Elige el pequeño si quieres, aunque cuanto más grande, más fácil será picar —le comento.

—¡Tú estás demente si crees que voy a agarrar eso filoso y descomunal! —dice horrorizado ante mis gestos risueños.

—Bueno, pero agarra uno de una buena vez, necesito preparar las verduras que dentro de un rato llega mi pequeño y recién ahí, te puedo soltar.

—¡Más te vale abusador! Quiero conservar mis lindos deditos que tanto hacen gritar a Jin.

—Demasiada información... Gracias —le comento elevando mi mano sin cabestrillo.

Le señaló que se ubique y le comento cómo tomar la cuchilla y de qué manera colocar sus dedos para evitar cortarse.

Luego de varios intentos nulos de que le salga fino o derecho (en último caso) suena el timbre del acceso y le comento que siga intentando, que solo es cuestión de práctica.

Con el delantal puesto me dirijo hacia el acceso y simplemente abro porque debe ser mi pequeño. Solo a él sin consultar, dejaría subir el conserje.

—¡Cariño es hora de qu...

No puedo emitir más habla porque soy atrapado por un pequeño y rubio tornado que se franelea descaradamente sobre mi cadera.

Sus toques desesperados y sin piedad nublan mi razón en cuestión de segundos, y en vez de pensar en detener esta ola de impresión que sobrepasa cada uno de mis sentidos. Solo puedo imaginarme profanándolo profundo.

De ese modo me traslada entre caricias acentuadas al sofa. Y sobre que caigo en él, sube a horcajadas provocando una exquisita fricción que trato de contener con todas mis fuerzas.

—P-pe... que... ño —emito entre sus dulces succiones a mis labios mientras lo observo perderme en la infinita lujuria de sus ojos.

—¡Shh! —pausa mis palabras apoyando su dedo índice sobre mis labios —. Solo... déjame disfrutarte —susurra sobre mi oído y de inmediato, me empalmo.

El calor efervescente que nos rodea subleva cualquier intento de razón. Y sobre que quiero separarlo en una luz de cordura, los obscenos sonidos provenientes de los chasquidos de nuestra fusión, dictaminan el cese inmediato de mi propósito.

Y sobre que alzo mi brazo sano para ejercer presión sobre su cuero cabelludo a medida que elevo mi cadera perdido en nuestro menester, escucho una burlona voz de fondo que me trae a la realidad de inmediato.

—Ejem... si no es molestia, me retiro.  Pero, no sé que harás con la carne del horno Jeon —comenta mi risueño amigo ante nuestros desorbitados ojos —¡Hola doctor Park! —replica jocoso.

Mi pequeño se contrae de inmediato sobre mi cuerpo, escondiendo su rostro en mi cuello mientras susurra: —Jeon, te voy a matar ¿Cómo no me vas a avisar que había alguien más?

Y solo puedo reírme de la situación porque no me dio tiempo a meter bocado que de un solo bocado me calló.

Entonces, observo a Nam y le comento: —Dale amigo, yo me ocupo luego de ese asunto, ponlo en mínimo antes de retirarte y los espero luego... Eso sí, dile a Min que ni se le ocurra faltar porque se las verá conmigo.

Mi amigo hace un gesto afirmativo y mientras desaparece por el umbral de la cocina, mi pequeño se incorpora a toda velocidad, acomodándose la ropa.

—Vamos que te ayudo —dice entre morritos y rojo a punto de ebullición.

Sacudo mi mente y mis pantalones acomodando mi creciente erección para verificar la cena, luego me cobraré la interrupción. Pero al ingresar a la cocina, observo a Nam deliberando frente al horno como si no supiera manejarse con el panel.

—Dejá amigo, que yo me ocupo de la cena con Jimin.

—Menos mal que viniste porque ésto, está peor que mi letra en la receta —objeta Nam buscando su abrigo —. Eso sí —me susurra de frente —espero que no se te atrase mucho la cena por querer comer el postre primero.

—Ya calla y vete, que me lo espantas a mi pequeño —le respondo en baja voz mientras observo a mi amor lavar nuevamente las verduras que estaban listas para su corte, ajeno a los dichos de Nam.

Reviso la carne y bajo unos grados su punto de cocción para arrimarme a la espalda de mi pequeño torbellino.

—Aleja esa carita que ni tiempo de hablar me diste y eso, lo sabes perfectamente —murmuro besando su hombro mientras lo rodeo con mi brazo.

—¡No sé de qué hablas! —pseudo ofendido me contesta y sin reaccionar ante mi toque.

—¿Realmente no sabes? —le susurro.

Y de inmediato, se me ocurre una manera de hacerlo reaccionar. Apresando su níveo cuello con mi mano, me refriego sin descaro con mi despierta entrepierna mientras lamo y beso cada porción exquisita de su piel a mi alcance.

—Eso no vale, se te quemará la carne —dice entre pronunciados jadeos mientras acompaña el movimiento de mi inquieta pelvis con su grandiosa cadera.

Entonces, lo beso con más ahínco, retirando mi mano de su cuello para luego descenderla entre toques firmes hasta su prominente trasero. Trasero al cual amaso a mi antojo mientras -a toda velocidad- retiro su pantalón de mezclilla y arrastrando consigo a su culote de encaje. Termino dando una firme nalgada sobre su sensible piel que se enrojece al instante.

—Eso, es por no dejarme hablar pequeño —le susurro sobre su estremecido oído.

Y no lo dejo emitir opinión, ya que regreso mi mano a su cuello y lo sorprendo con dos dedos exigiendo lubricación sobre sus belfos.

Y sin decir una sola palabra, se dedica entre roces nada inquietos a succionar como un maldito poseso cada milímetro de mis dedos que ingresan sin pudor sobre su caliente cavidad.

—Echa la verduras y cuchilla a la pileta, te quiero sobre el mesón y bien abierto para mí, cariño —le exijo.

Y en cuestión de minutos, me encuentro alternando mis dedos con mi juguetona lengua sobre los pliegues de su obscuridad, mientras me grita desesperado que no puede aguantar ni un segundo más sin ser duramente follado...




































DIOS MEO CON ESTE PAR😱

COMEREMOS A TIEMPO?😏🤣

MIREN QUÉ LINDO COMO RANQUEA NUEVAMENTE!

GRACIAS POR LEER, COMENTAR Y VOTAR 😍














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