•CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO•

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"Ups..."

No puedo explicar como corto las verduras a velocidad luz luego de que fuimos sorprendidos por el timbre repentino del acceso al departamento de mi novio.

¡O vinieron demasiado temprano! O se  nos fue la noción del tiempo entre tanto calor. Es más... Creo que hasta algunos incipientes aromas a demasiado dorado rondan en el ambiente ahora que me percato.

La cuestión es que no me daban las manos para acomodar mi ropa y tratar de ayudar al supuesto chef de reacomodarle la suya, mientras en el pasillo exterior, mi querido apa estaba a los gritos de que le abramos la puerta de una buena vez.

Y no puedo creer que mi impoluto, entre tropiezos agitados a medida que se acercaba al acceso, gritara una y otra vez "¡Que ya voy querido suegro!" "¡Que en bolas no le voy a abrir!" "¡Que espere que le visto el nene!" Y no me quiero imaginar lo que no logré escuchar.

"Dios mío trágame tierra" se cruza en mi cabeza porque una cuestión es ser yo el promotor de la jugada y otra bien distinta es ser el receptor de la picardía junta de estos dos, porque pareciera que de toda la vida se conocieran y solo falta el "hijo" que se escape de los labios de mi apa hacia su denominación.

"Lamento cortarles la faena yerno querido pero necesito usar con urgencia el baño" Se escucha al otro lado del ambiente y no sé si sentirme asqueado por el modo que se refirió al baño mi apa o prepararme para lo que se viene.

Me dedico a decorar la supuesta ensalada, que de los nervios que me ingresaron le di forma de un Julián bien grandote más que de juliana.

—Pero cariño, deben ser rodajas finas —comenta mi futuro al ingreso de la cocina.

—Finas te dejaré las pelotas jefecito ¿Cómo se te ocurre decirle a mi apa que estoy en bolas? —lanzo sin reparo de recibir el rebote que se me viene.

—¡Ahh! Pero bien que el señorito con su padre puede gastarme una que otra cargada... —se acerca por detrás besando mi nuca suavemente —. Pero ya no más, Jeon se las cobrará una a una y con creces... —se aferra a mi hombro entre mordiscos mientras aprieta con intensidad mi cadera —. ¿Te dije que me calienta verte entre morritos?

—¿Qué no te calienta a ti, cariño? —replico a medida que me dejo acariciar con toda la intensión sin dejar de ocuparme de la ensalada.

—Bueno hijo, tal parece que lo suyo es la exposición ¿Cómo era que se llama? ¡Exposicionismo creo que era! ¿No? —emite mi progenitor a las risas al ingreso de la cocina atrapando las manos de mi amor sobre la masa bien amasada según las lenguas.

Entonces, velozmente, se aleja de mí siendo receptor de las palmadas de mi apa en el camino a medida que su nerviosismo latente reaparece. Cuestión de la cual me aprovecho...

—¿No era qué estabas todo guapo ahora cariño? ¿A qué se debe lo rojito? —digo logrando incomodar aún más a mi sexi jefecito.

Jeon, solo agacha la cabeza por ser atrapado infraganti de nuevo, pero esta vez por el suegro que en estos momentos ha sacado la carne para trozarse una porción a la espera de dos panes en el mesón.

—¡Apa!¡Deja de hacer eso, que la carne tiene su tiempo! —reclamo lavando mis manos.

&A esta carne se le pasó el tiempo, y tengo una leve duda del por qué —dice mientras engulle.

Escucho a mis espaldas como mi impoluto carraspea su garganta indicando que coma todo lo que quiera que hay más que suficiente para después.

Entonces me acerco a mi acalorado y colorado novio para besar efímero sus labios e indicar que prepararé la mesa porque estamos sobre la hora que acordamos el encuentro.

Me regresa el beso con algo de resquemor al encontrarse mi padre presente en la habitación, hasta que unos vocablos nos llaman la atención.

—Apriete nomas Jeon que el nene no se quiebra —articula risueño mi apa mientras engulle un montón de pequeños trozos de comida ante la mirada atónita de mi novio y mi pícara sonrisa.

—Apriete que al nene le gusta... —le susurro desvergonzado erizando cada vello de su piel.

En eso suena el portero y le indico a mi amor que iré a abrir luego de dejarlo en conmoción. Mejor si se encarga de la comida, porque mi padre con el cuento de uno pequeño, se come más de media carne.

—D-debes m-mantener pulsado para que ingresen a-amor —escucho mientras me alejo hasta el acceso del departamento y apretando el pulsador emito: —Residencia de los doctores Jeon... —esperando mi regreso.

"¡Pero que se hace el casado! Que para eso le falta el papel" escucho la inigualable voz del enfermero Jin al otro lado y de fondo, la voz de las risueñas enfermeras del cotilleo en cuestión.

—Ingresen antes de que me arrepienta Jin —les digo a las risas abriendo el acceso al exterior. Y como no pienso estar toda la noche esperando para abrir, tomo la libreta y escribo el nombre de todos los posibles invitados al fiestón, tomando mi saco a continuación, para bajar y darle a mi conserje salvador la lista de los supuestos.

En la cocina, el padre del residente pelea contra su yerno quien quiere resguardar el alimento para iniciar con la salsa de acompañamiento en cuestión.

—¿Puede ayudarme con la cebolla y el verdeo por favor? Pero... ¿Puede dejar de comer por un momento? Se va a atragantar y Jimin nos va a matar.

—¡Pero qué miedo le tienes a mi pequeño Jeon! Y lo haces bien, porque enojado, es de más bravo —finaliza el padre del residente ante la expectante mirada de Jeon que señala lo necesario para que lo ayude.

—Si quiere podemos utilizar la procesadora que compro recientemente mi amigo —le dice señalando el lugar donde se encuentra el  electrodoméstico.

—¡Nada de eso Jeon! Tú indícame que verdura necesitas y te lo pico como todo un señor chef.

El neurocirujano busca la sartén que utilizará para la realización de su acompañamiento bajo la atenta mirada de su suegro.

—Jeon... —recibe el llamado del padre de su novio con firme voz y pasando la saliva lentamente se incorpora virándose ante el.

—¿S-sí?

—¡No pongas esa cara hijo! ¡Si mi nene dejo de ser virgen hace tiempo! —comenta risueño su suegro —. Solo quería decirte que me hacen muy feliz. Eres un gran hombre Jeon y se que mi pequeño, que de pequeño tiene el apodo solamente, es otro gran hombre como tú. Así que solo deseo que este nuevo camino que emprenderan juntos esté lleno de paciencia, comprensión y sobre todo amor ¡Todavía no puedo creer que me darán un nieto! Ese enano es un campeón como el abuelo.

A Jeon, se le infla el pecho de orgullo al ser la mejor opción, de saberse el indicado y de tener la certeza de que tomó la mejor decisión, tanto del casamiento como de la adopción.

La comida que se encuentra dispuesta en varios lugares (hasta en la mesa ratona del living) transcurre de amena manera.

Entre risas y ocurrencias de mi apa que a todo el mundo le fascinan, entre besos y arrumacos de las diferentes parejas reunidas y entre amigos o conocidos que la vida puso en mí camino. Así me encuentro sorbiendo, poco a poco, una copa de vino tinto mientras rememoro cada instante vivido contigo.

Desde aquel bar bien entrada la noche, en donde te bailé todo sensual mientras nervios te consumían. Y sin poder olvidarme de tu cara ante mi huida sobre el final.

¿Quién hubiera dicho que serías esa persona elegida por un corazón que no sabe de razones más que amarte eternamente?

Yo, el hombre sin nombre de aquella vez, aquel que no quería una relación estable más que disfrutar del amor de mi apa y mi Caracha.

Ahora, te observo reír sin pesar, resuelto a tu designio y disfrutando de cada una de las incomodidades a las cuales te expone el suegro querido, como sueles decirle tú.

Y no puedo más que agradecerle a la vida por toparme contigo amor mío, mi impoluto, el hacedor de mis deseos más profundos y el dueño de mi desaforado corazón.

—¡Bueno, a ver si se nos une el novio que aquí tenemos una función que debe continuar! —agrega a lo lejos Min mientras Nam le pasa, nada disimulado, una pequeña caja de terciopelo rojo por lo bajo.

Entonces, me incorporo de mi sitio para contornear mis caderas en dirección hacia mi menester, con toda la intensión de provocar su ceguera parcial del mundo alrededor (algo que le sucede muy a menudo en cuanto me ve).

—Pero si será atrevido mi pequeño, mira como me lo dejas al yerno. ¡Y cierre la boca Jeon, que si tuviera postizos, se le caen todos los dientes.

El estruendoso sonido de las risas a nuestro alrededor parece mermar a medida que me acerco hasta mi amor. Como un imán receptor de sentimientos que solo nos capta a nosotros dos. Pasando a segundo plano el mundo alrededor, ya que solo existimos aquí, tú y yo.

—Te amo... —murmuro casi encima tuyo sin despegar mi visión de tus brillosos y renegridos ojos.

—Te amo... —susurras sin dejar de observar cada movimiento que realizo hasta lograr acomodar mi codicioso cuerpo sobre tu fiel regazo.



















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