Capitulo 24

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―¡Sin duda alguna! ―dijo acariciando la mesa, admirado por el trabajo de artesanía―. ¡Perdone mis modales, aún no me he presentado! Soy Marco Regino Wu III ―comentó como si tal cosa tendiendo la mano hacia sus invitados.

―Yo soy Sasha Waybrith, y éste es mi amigo, Polly Boonchuy ―tendió su mano brevemente mientras presentaba a su amigo.

―Usted es el nuevo médico, ¿no es cierto? ―añadió Marco dirigiéndose a Polly―. Me han hablado estupendamente de sus servicios.

―¿Ah sí? ¿Y quién le ha hablado de mí? ―preguntó Polly, curioso.

Mi tío, Matt Edison, el alcalde. Es un bromista. Me contó historias asombrosas de su hermana y una chica a la que apodan la Salvaje.

―Yo soy a la que apodan la Salvaje ―gruñó Sasha al saber que le habían hablado de Anne y sentía interés por ella.

―¡Perdón! No pretendía ofenderla; de hecho, la admiro. Yo de niño era tan formal y serio que mis padres en ocasiones se preguntaban si no me habrían cambiado en el hospital.

―Bien, ¿y qué le trae por aquí, señor Wu? ―preguntó Polly evitando que Sasha lo acosara con sus rudas preguntas.

―He venido para quedarme a vivir aquí. Mi tío me ha dicho que este pueblo es perfecto para mí. Por ahora todos los habitantes que he conocido me han recibido con los brazos abiertos y les estoy muy agradecido.

―¿Y a qué se dedica, si puede saberse? ―preguntó la oji escarlata con brusquedad, ante lo que Marco sólo reaccionó abriendo profundamente los ojos al sentirse ofendido, para en unos segundos volver a recuperar su compostura y contestar con cortesía.

―Me dedico a hacer movimientos en la Bolsa; es algo estresante, pero, como puede observar, en poco tiempo he amasado una gran fortuna. Ahora sólo quiero descansar, dejar que mi dinero se mueva solo y buscar a alguien con quien compartirlo, tal vez una buena esposa. Pero no hay prisa, la mujer perfecta puede tardar años en aparecer.

―O te puede dar una lista... ―susurró Polly, que fue interrumpido por el codazo de la oji escarlata.

Bueno, gracias por la información de su vida ―cortó Sasha―. ¿Es lo que buscaba? ―inquirió señalando el escritorio con impaciencia.

―Sí, es perfecto ―contestó Marco sin mostrar emoción alguna.

―Entonces, ¿dónde lo colocamos? ―se apresuró Polly a preguntar antes de que Sasha le gruñera alguna grosería.

―Siento comunicarles que mi despacho está en la planta de arriba ―comentó señalando las enormes escaleras principales y, por unos momentos, Polly habría jurado que sus fríos ojos verdes brillaron llenos de satisfacción.

Tras colocar el escritorio en el despacho de la segunda planta, Sasha le pidió por él un precio desorbitado que Marco pagó como si fuera calderilla. Se despidieron amablemente hasta que al señor Don Perfecto se le ocurrió preguntar por Anne. Fue en ese instante en el que Polly tuvo que alejar a su amiga del magnate para que no lo mordiera o algo peor.

Me alegro mucho de haberles conocido. Por cierto, me han dicho que dentro de poco llegará al pueblo su hermana Anne, quien es una entendida en arte. Tal vez podría hablar con ella para que me hiciera una visita y me recomendara alguna obra para invertir.

Polly no contestó, cogió rápidamente a su amiga del hombro y la dirigió hacia el camión mientras ésta gruñía y apretaba los puños con fuerza, aguantándose las ganas de golpear a ese idiota pedante.

Cuando al final consiguió meter a la oji escarlata en el camión y cerrarlo con llave, contestó alegremente:

―Se lo comentaré ―a la vez que se alejaba de allí tan rápido como podía para que la Salvaje no apaleara a Don Perfecto.

Tienes un problema, amiga ―comentó Polly señalando su violento temperamento.

Lo sé ―gruñó Sasha fijando su vista en la esplendorosa mansión. Días después de conocer a Marco Regino Wu III, Sasha obligó a sus amigos a acompañarla al bar de Wally, donde sentados en la barra disfrutaban de una cerveza a la vez que recopilaban información.

―¡Venga ya! No puede ser tan perfecto ―se quejó Sprig porque lo obligaran a escuchar cotilleos de viejas.

―Tú no lo viste, Sasha es una mierdecilla a su lado ―señaló Polly a su hermano.

―¡Gracias! ―contestó Sasha, irónica.

―No es por ofenderte, pero hay que ser realista: esa lista describe a un hombre imposible que tú nunca llegarás a ser.

―Dibujas fatal... ―apuntó Sprig.

―Y cantas como el culo ―añadió Polly dando un sorbo a su cerveza. ―Tienes un genio de mil demonios y... ―continuó Sprig, que fue interrumpido por el gruñido de su amiga.

―Bueno, ¿venís a ayudarme o a hundirme un poquito más en la miseria?

―¡A ayudarte! ―repusieron al unísono los hermanos.

Bien. Quiero que escuchéis los rumores que hay sobre él en el pueblo. A ver si averiguáis que no es tan perfecto como parece, y si cumple todos los requisitos de la puñetera lista ―expuso Sasha entregándoles una copia a cada uno.

Dos horas después, Sasha planeaba cómo deshacerse del Wu III de las narices entre las quejas de sus dos amigos.

―¡Tía, canta en un coro en la Fundación Ayuda para los Niños Desamparados! ―contaba Sprig emocionado.

―¡Y dibuja óleos que luego vende en subastas a favor de los pobres! ―añadio Polly con alegría.

―Además, el lema de su organización benéfica es "Defender al que no puede".

―Las mujeres del pueblo dicen que es sensible y romántico, y los niños, que les encantan sus regalos.

―¿Le vais a hacer una estatua? ―gruñó Sasha a sus amigos, furiosa con las cualidades de Don Perfecto.

―Nosotros no, pero el pueblo... ―señaló Sprig impasible.

Lo siento Sash, pero éste es el hombre de la lista de Annie, lo ha clavado en todo. ¿Qué vas a hacer? ―preguntó Polly preocupado.

Hacerlo desaparecer: le prenderé fuego, o lo espantaré con una de mis jugarretas, lo que sea. Pero lo importante es que nunca conozca a Anne, porque, si no, ya sé a quién va a terminar eligiendo Doña Perfecta.

Tal vez la deberías dejar elegir... ―comentó Sprig despreocupadamente.

―¿Quieres tener de cuñado a Don Perfecto? ―repuso Polly.

―¡Ni de coña! Bastante tengo con una remilgada en la familia, como para tener un clon suyo en masculino. ¿Os imagináis cómo serían sus hijos? Totalmente perfectos.

―¡Aquí nadie va a tener hijos con Anne a no ser que sea yo! ―gritó Sasha enfurecida.

―¡Vale! Mejor será que pensemos en algo ―calmó Polly, que era la voz de la conciencia. 

Después de varias horas en las que descartaron ahogarlo en el lago, enterrarlo vivo, mandarlo al Congo con los niños que pasan hambre u obligarlo a salir del pueblo a punta de escopeta, todas ellas espléndidas ideas aportadas por Sasha la Salvaje, llegaron a la conclusión de que lo mejor era ocultarle a Anne la presencia de su tan esperado príncipe azul.

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