Tres

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La búsqueda de la descendiente de Mahidevran Gülbahar llevo varias semanas, pero todo ese esfuerzo dio frutos cuando Raziye Kalfa encontró a la mujer que tanto dolor de cabeza le provocó.

La Kalfa miró detenidamente a la joven que estaba a su lado y se preguntaba mentalmente como una simple muchachita problemática era descendiente de Mahidevran Hatun.

«Ojalá está niña sea más inteligente que su antepasada» pensó Raziye mientras dejaba unos papeles encima de su escritorio.

—Hatice —llamó la encargada del harén a la joven.

—Estoy a sus órdenes Raziye Kalfa —murmurró la Hatun, acercándose a su superior.

—Por fin encontramos a la señorita que hemos estado buscando.

—¿Y quién es?

—Primero debo informarselo a Handan Sultán, ya después iré con la muchacha para prepararla.

—¿Prepararla? —preguntó Hatice.

—Si niña tonta, esa joven irá a la cama del sultán.

«Ojalá yo fuera esa mujer» musitó Hatice para si misma.

Raziye Kalfa le indico a Hatice Hatun que la siguiera, que en este mismo momento le darían la noticia a la Valide Sultán.

Un nuevo grupo de mujeres provenientes del mercado de esclavos llegó al palacio imperial; todas ellas lucían asustadas y eso se entendía. Solo un tonto no sentiría miedo.

Las recién llegadas se movían torpemente porque la mayoría de ellas tenían sus pies lastimados por la larga caminata que tuvieron que dar. Sin embargo, eso no les importo a Berrak Kalfa y Yahya Ağa.

La mujer les ordenó a las nuevas que hicieran una sola fila; les entrego una tela para que cubrieran sus cuerpos desnudos, y las envio al Hammam para que se bañaran y fueran revisadas por la doctora.

—¿Crees que alguna de ellas le guste al sultán? —preguntó Yahya a Berrak.

—Esperemos que si Ağa; ya tenemos suficiente con que solo pida la presencia de Fahriye Hatun —respomdió Berrak Kalfa mientras tomaba apuntes.

—No sería la primera vez que pasa, no olvides al Sultán Süleyman y a Hürrem Sultán.

—Eso nadie lo olvidará, pero este sultán es joven. No conoce el riesgo de sus acciones. —La mujer le entregó a su compañero la libreta y se fue al Hammam a paso elegante.

«Alá nos libre de tantas desgracias» pensó Yahya Ağa, dando órdenes a las otras muchachas.

—¿Qué pasó Raziye? ¿Haz encontrado a la muchacha? —preguntó Handan Sultán a su Kalfa.

—La joven llegó al harén poco antes de la muerte del Sultán Mehmet —informó Raziye mientras cruzaba sus manos a la altura de su abdomen.

—¿Entonces ya no es virgen la muchacha? —Handan se alarmó al escuchar las palabras de su ayudante.

—Una de las doctoras está con ella, pronto recibiremos noticias.

La Valide Sultán asintió no muy convencida y tomó asiento mientras soltaba un suspiro.

Handan miró la carta que tenía entre sus manos y recordó aquellos días en los que aún era una simple Hatun. Las peleas con su rival Halime eran constantes, incluso estuvo a punto de morir en manos de Safiye Sultán.

Tampoco olvidaría el dolor de perder sus hijos Selim y Süleyman; de igual manera, tampoco olvidaría como fue alejada de sus hijas Ceren y Eren. Y todo eso fue culpa de la bruja albanesa.

Tan sólo susurró unas cuantas palabras al oído de su hijo y eso fue suficiente para quitarle a sus hijas. Sus pequeñas fueron enviadas con Gevherhan Sultán, la misma mujer que la entrenó para acabar con Safiye.

Le reclamó a Mehmet ese hecho, pero solo recibió una amenaza de parte de él. Handan tuvo que callar si no quería que le quitaran a Ahmed.

—¿Sultana?

—¿Qué sucede Raziye? —preguntó Handan, distraída.

—Le estaba diciendo que si quería saber el nombre de la joven.

—Cierto. —La sultana salió de su ensoñación y se acomodo en su asiento—. Dime quién es la afortunada.

—Hatice Hatun —informó Raziye Kalfa.

—¿Hatice? —cuestionó Handan Sultán—. ¿La insolente de Hatice es descendiente de Mahidevran Hatun?

—Si mi sultana, tristemente si.

Handan bufó molesta.

—Educala bien, enséñale nuestras costumbres y envíala a la Hasoda la próxima semana —ordenó la Valide Sultán a Raziye Kalfa.

—Como usted ordene sultana.

Handan Sultán asintió y sonrió complacida.

—Por cierto, hoy envía a Leyla Hatun con mi hijo.

—Sultana, nuestro señor solo tiene ojos para Fahriye Hatun.

—Esa Hatun no puede ir, está indispuesta desde esta mañana.

—¿Qué le sucede a la Hatun? —preguntó la Kalfa con cierto interés.

—No lo sé, hoy mando a llamar a la doctora. Tal vez nos informe de que está embarazada —murmurró Handan.

—Alá Mediante así sea sultana.

—Y si es así, pobre niño. Le tocará una madre que se da muchos aires de grandeza —dijo Handan mientras se llevaba un dulce a la boca.

Hatice Hatun

Raziye Kalfa me dejó en su cuarto en compañía de una doctora que no hizo más que tocar mis partes privadas. Yo me negué a que lo hiciera, pero ella no me escucho y lo hizo. Se sintió extraño ese procedimiento.

—Bien, ya he terminando —informó la doctora y yo me pare mientras acomodaba mi caftán.

—¿Por qué me hiciste esto? —pregunté, pero la doctora solo me ignoro y se fue.

Me quedé sola en el lugar sin saber que hacer, tan sólo debía esperar a que alguien llegara.

Me sentía triste y sola, ya no tenía familia alguna y las muchachas de aquí me dicen muchas cosas. Supongo que en parte en mi culpa, yo soy muy altanera y eso es algo que no siempre puedo evitar.

Le di una mirada rápida a los aposentos de Raziye y un objeto de singular belleza captó mi atención. Lo tomé entre mis manos y vi que era un hermosa joyero.

—Mi hermana Firuze solía tener uno así —susurré admirando la belleza del joyero para después dejarlo en su lugar.

Seguí explorando el lugar, hasta que una persona ajena al mismo me interrumpió.

—Aquí estás Hatun —habló la dueña del lugar, Raziye Kalfa.

—¿A dónde más iría Kalfa? —pregunté con ironía.

—Eres virgen y eso es bueno. Esto debe saberlo Handan Sultán.

—¿Y para que ella querría saber eso?

—Muchachita tonta, pronto irás a la cama del sultán y para eso debes ser virgen.

Me quedé petrificada en mi lugar, no sabía que decir o hacer. Nunca creí que mi antepasada fuera la madre de un príncipe y no cualquier príncipe, ella fue la madre del mismísimo Şehzade Mustafa.

Eso ya era ventaja para mí, tendría más privilegios que las demás chicas del harén las cuales morirían de envidia.

—¿Me estás escuchando Hatice?

—No, perdón. ¿Qué decías Raziye? —pregunté.

Raziye Kalfa rodó los ojos.

—Te decía que irás la próxima semana con nuestro señor.

—¿Y por qué debo esperar tanto?

—Primero debemos educarte bien y enseñarte nuestras costumbres.

—Bueno, está bien —respondí con cierta desilusión—. Me esforzaré para complacer a nuestro señor y su madre.

—Muy bien Hatun, esa idea me agrada. —Raziye hizo un intento de sonrisa, pero sólo salió una fea mueca.

«No confía en mí» pensé.

Si tan sólo me permitieran demostrarles que puedo ser mejor de lo que soy, otra cosa sería.

Antiguo Palacio

El Antiguo Palacio o Palacio de Lágrimas es el lugar de aquellas mujeres que pierden sus estatus y poder, también es el lugar de aquellas que son exiliadas por sus pecados.

Safiye Sultán se encuentra en ese palacio por órdenes de su nieto, pero esta en espera de la oportunidad perfecta para retornar al poder que tanto ama.

Halime Hatun esta en ese lugar porque su hijo Mustafa está encerrado en la jaula de oro; su hija Dilruba Sultán la acompaña.

Ellas no son las únicas en estar ahí, hay más mujeres, pero ninguna de ellas son importantes. Sin embargo, algo siniestro está tomando forma y amenaza con destruir el sultanato de Ahmed I.

—¿Cómo va nuestro plan? —preguntó una mujer a su criada.

—Todo marcha bien sultana, la mujer que envío al sultán es muy efectiva —respondió Rukiye Hatun.

—¡Perfecto! —respondió la misteriosa mujer—. Envía más brebajes a Fahriye Hatun, debe quedar embarazada cuando antes.

—Como usted ordene sultana.

—Mi era, la era de Safiye Sultán aún no termina. Tengo muchas sorpresas en espera de ver la luz —dijo Safiye mientras retomaba su lectura, pero la sonrisa maliciosa jamás abandonó su rostro.

«Esto no fue lo que le pidió Mihrimah Sultán» pensó Rukiye.

1 semana después

—No olvides lo que se te enseño Hatun —dijo Yahya Ağa a Hatice—. Entrarás y harás reverencia, después te meterás entre sus ropas desde abajo. No te rías o sonrías.

—He entendido Yahya Ağa, se muy bien lo que hay que hacer. Raziye y Berrak Kalfa se encargaron de mí —respondió Hatice Hatun con nerviosismo.

—No causes problemas o tu cabeza rodará.

El nerviosismo de Hatice Hatun aumentó más cuando los guardias la dejaron pasar a los aposentos del sultán.

La joven besó el dobladillo del caftán del sultán, y cuando estaba a punto de meterse entre sus ropas, Ahmed la detuvo y tomó una de sus manos para ayudarla a levantarse.

—¿Cuál es tu nombre mujer? —preguntó Ahmed mientras desnudaba a Hatice.

—Hatice, su majestad —respondió ella.

—Eres muy hermosa y ese nombre no te hace justicia —respondió él, dejando completamente desnuda a la Hatun.

Hatice quería llorar, quería salir corriendo del lugar y alejarse de todo y todos. Sin embargo, no podía hacer eso; su destino ya estaba sellado.

Ahmed se deleitó con la exquisita figura de Hatice antes de tomarla por la cintura y besarla salvajemente, pero antes de llevarla a la cama dijo:

—Ahora tu nombre es Mahfiruz.





¡Spoiler Alert!

En el primer capítulo les mencioné que Ahmed tuvo una hija antes de Osman (dudo mucho que esto sea cierto), pues pondré un guiño relacionado a ese hecho.

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