ʀᴏᴀʀ.

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Tranquilo, Jin. Debes calmarte o te puedes ahogar.

Eran las súplicas del alfa Tigre al ver al Omega llorar tan amargamente, estaba asustado, el rubio tenía la cara rojita, empapada y sollozaba sin que él pudiera hacer algo. No quería que el hombre terminara desmayado, entendía que era una ruptura fuerte pero ya llevaban casi cuarenta minutos en la misma posición.

Jin. ¿Por qué no sacas a tu Tigre? Creo que lo necesitas, necesitas liberarte. -Aconsejó suavemente.

Entonces el Omega lo miró. Sus ojos inyectados en sangre e hinchados, su naricita de botón estaba roja en la punta y a pesar de su estado deplorable, lucía sumamente tierno.

No respondió. Pero se puso de pie y caminó unos cuantos pasos recibiendo en su rostro el aire fresco. El ocaso era precioso en las profundidades de aquel bosque solitario y le daba a SeokJin una imagen tan etérea que el alfa quedó maravillado nuevamente de su belleza.

Jin cerró sus ojos y respiró profundo, estaba mostrándole a un casi extraño su forma animal, ni siquiera JungKook la conocía.

JungKook...

El Omega derramó algunas lágrimas cuando una luz blanca lo rodeó, segundos después, un imponente y hermoso Tigre Albino estaba parado en sus cuatro patas.

Sus grandes y brillantes ojos azules miraban hacia el cielo, elevó su hocico y aspiró... Aspiró tanto que pudo sentir el aroma de aquel que se llevaba en sus manos su corazón.

Un potente rugido abandonó su pecho, un rugido lleno de sentimientos y dolor.

TaeHyung lo sintió.

Sintió sus emociones en aquel rugido y no pudo evitar transformarse y darle a aquel Tigre que rogaba en silencio, un consuelo sincero.

Era unos cuantos centímetros más grande y al llegar hacia aquel delicado y precioso ser, con su hocico acarició las orejas del Omega y con su áspera lengua dejó pequeñas lamidas por toda su cara.

Jin se aferró a aquella muestra de afecto típica en su especie.

Pasaba su cabeza por la garganta del alfa y recibía pequeñas mordidas de cariño.

No tenía idea de cuánto necesitaba ser consolado por otro Tigre, y se sentía mejor ya que aquel no lo conocía. No del todo.





















































Hiciste lo correcto, JungKook. -Dijo el abuelo Jeon al ver a su nieto tan destruido.

Lo perdí abuelo... Lo perdí. -Kook también lloraba, pero este lo hacía completamente en silencio.

Cariño, recuerda que tu padre atentó contra él, si seguían juntos, tarde o temprano acabaría con su vida. -La abuela Jeon tenía sobre su pecho a su nieto, acariciaba sus hebras negras con cariño. —Pero al dejarlo en libertad, también haz aportado a que él sobreviva sin ser acechado... Tú debes tomar tu lugar como futuro líder, en cuanto lo creas conveniente, puedes crear tu propio Ejército, ese que irá contra aquellos que aún tienen mente cerrada y creen que la unión entre diferentes especies, es aberrante.

Debes ser fuerte, alfa. -Siguió su abuelo apretando suavemente su hombro. —El destino de nuestro clan está en tus manos, y si quieres que todo mejore, si quieres que ese Omega vuelva a ti, demuestra tu capacidad y derroca a aquellos que han llevado a la destrucción un clan que fue creado con fines de proteger a las especies débiles, no de extinguirlas.

JungKook sabía aquella oscura historia, sus abuelos se lo contaron. Desde que su padre tomó el poder y se convirtió en tirano, él se encargó de destruir territorios enteros de diferentes especies, entre ellos, los Tigres...

JungKook los vengaría, vengaría a aquellos clanes que fueron desaparecidos por las endemoniadas manos de sus padres.

Los mataré. -Afirmó. —Y no me importa que sean mis padres.

Sus abuelos estaban de acuerdo, con dolor en su corazón, pero así tenía que ser.

«Todo sea por recuperarte mi Omega... Por darte esa felicidad que tanto mereces... Protegerte y amarte con mi vida.» Era la resolución a la que el alfa llegó mientras se montaba en su auto y volvía a la ciudad.

No importaba el tiempo, no importaba si para llegar a eso tenía que matarlos a todos...

JungKook cerraría su corazón.

Si SeokJin no estaba con él, entonces él podría demostrar el asesino natural que era...

«Perdóname Jin, pero mis manos estarán manchadas la próxima vez que nos veamos...»

Lágrimas de furia cayeron por sus mejillas al escuchar aquel lejano rugido...

Era Jin.

Era Jin en su forma de Tigre gritándole a la vida lo injusta que era.

Pero más injusto había sido él al no querer mostrarle algo tan íntimo como lo era su forma animal.

— ¿Se la mostraste a él, SeokJin? ¿Tan miserable soy que no merecía ser yo el primero en verte así?

Preguntó en medio de la oscuridad, con su corazón dolido.

— ¿También le entregarás tu corazón?

Y sinceramente agradeció que el silencio no pudiera responder.

No estaba seguro si la respuesta le gustaría.

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