9.-

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Las calles de la ciudad estaban realmente vacías, Soobin aún se preguntaba porque demonios había aceptado cumplirle ese favor a Yeonjun de ser el encargado de comprar las cosas para su hogar, pero bueno, tampoco era que tuviera elección con las casi cincuenta llamadas que tuvo de su mejor amigo en un solo día, explicándole que no podía dejar solo a Beomgyu por distintas razones, las cuales sinceramente Soobin no había escuchado.

La curiosidad de saber que se sentía tener a otro como Beomgyu causaba que muchas imágenes pasaran por su mente, por que bueno, a pesar de solo haber visto al gatito un día y otros pocos cuando iba a entregar las bolsas, no sabía hasta qué punto esa clase de mininos aguantaban el mantenerse al lado de un humano, y tampoco le entraba en la cabeza como pudieron hacer una mutación a tal grado de hacer que algo realmente fantasioso, friki y raro se convirtiera en esos niños que cualquier hombre tanto hetero como gay desearía follárselos hasta partirlos en dos, si era posible.

Cuando el pelinegro pasó por una calle oscura, escuchó claramente un fuerte golpe seguido por una maldición, y dejándose llevar por la curiosidad, inclinó un poco la cabeza dentro de esa pequeña calle, para intentar divisar al menos que estaba ocurriendo. Le sorprendió ver a un señor grande, gordo y con una gran gorra blanca que parecía un rectángulo con un algodón gigante en la punta. ㅡUn cocineroㅡ. Mejor dicho.

Pero eso no era todo, detrás de este o más bien siendo arrastrado por aquel sujeto venía un cuerpo, un pequeño niño que se removía intentando escapar del tacto del tipo jalándolo desde la parte trasera de su playera.

Soobin no se inmutó, quedándose observando la escena con la mirada más fría que podía tener, no le gustaban esos tipos de maltratos, pero tampoco comprendía el por qué de este, es decir, quizás aquel pequeño castaño había intentado robarle al sujeto y por ello esa reacción. Aunque de igual forma, se estaba pasando un poco.

POV SOOBIN.

- Como te vuelva a ver queriendo robar en mi cocina te juro que no la cuentas, fenómeno. - La voz de aquel tipo enorme resonó en mis oídos, observándolo lanzar el delgado cuerpo de aquel chico fuera del callejón y a la calle, justo al frente de donde yo estaba, pero muy por el contrario de lo que esperaba, el sujeto ni se inmutó cuando me vio. - A ver si te mueres de hambre de una vez.

Ahí fue cuando pude verlo, por unos instantes, me perdí en los dos bultos castaños que sobresalían de su cabello, igual que una cola que meneaba a un lado, mientras el chico se intentaba incorporar un poco, con una notable mueca de dolor, no sé si debido a la cantidad de golpes que había recibido o al último cuando lo estrelló prácticamente contra el suelo. Me quedé aún más sorprendido cuando lo escuché decir.

- Jódete, viejo estúpido. - Bueno vaya, el gato sabía hablar.

Vi al enorme hombre que cada vez se me hacía mas desagradable voltear, al parecer queriendo continuar con su trabajo, pero ya podía reaccionar de una mejor forma después de observar y analizar toda la situación.

Me acerqué al niño y me coloqué delante de este, tratando de retar al tipo con la mirada. Maldito yo ¿Cómo iba ganarle en una pelea a este? Él me miró como esperando que dijera algo y tras un suspiro de resignación, voltee un poco para mirar al pequeño, observando unos hermosos ojos oscuros igual de sorprendidos que los del otro sujeto.

- Ya déjelo, yo me encargo de que no vuelva a entrar a robarle nada.

☆☆☆

Caminaba con las bolsas en las manos y sentía claramente a ese niño cogiendo mi playera de los beatles, la verdad no comprendía, yo lo invité a mi casa ¿Por qué la inseguridad de que lo fuera a dejar a medio camino?

En lo poco que había logrado observarlo, ya que se mantenía atrás mío, pude ver que tenía un rostro de un niño de a lo mucho quince años, pero a la vez tenía tantas heridas en sus brazos que me hizo cuestionarme cuantas más traería en todo su cuerpo. Y aunque ya lo había escuchado hablar, ahora ese castaño se empeñaba en no decirme palabra alguna, aunque por como suelo ser, yo ya había intentado sacarle un tema de conversación al menos unas cinco veces.

- Bueno, esta es. Sé que no es la gran cosa pero vivo solo. - Le expliqué, abriendo la puerta de mi apartamento, dejé las odiosas bolsas de Yeonjun al lado de la puerta adentro y bufé, de no ser porque ese niño las había mirado con tanta emoción, las hubiera dejado tiradas en el mismo lugar donde me quedé observando toda la escandalosa escena.

Él entró del mismo modo detrás mío, podía ver su nariz olfateando cada zona por lo mucho que se movía y de hecho me causó un poco de ternura. Si bien no era tan tierno como Beomgyu, podía notar que su apariencia era como la de esos mocosos que no respetaban a nadie, que veías robando en la calle, esos mismos normales, solo que en este caso le agregabas un par de orejas y una cola larga y mucho más felpuda que la del chiquillo de mi mejor amigo.

No era que me gustara comparar, pero Beomgyu era lo más cercano que había estado a uno de esos niños y bueno, ahora empezaba a cuestionarme cómo es que un niño gato puede estar libre en las calles como lo está él ¿Qué no costaban una mina de oro como salía en los periódicos y noticieros? Un momento, tampoco sabía otra cosa importante.

- Oye, ¿Cómo te llamas? - Le pregunté en el mismo instante en que lo vi observar los cuadros de mi pared, todos habían sido pintados por mi y me sentía orgulloso de ser la persona dueña de cada una de las decoraciones de mi casa.

- Son bonitos. - Dijo, al parecer ignorando completamente mi pregunta. Ahora se le veía un poco mejor, porque lo observaba parado algo alejado de mi y tuve la oportunidad de observar cada detalle de su cuerpo, como esas delgadas piernas, esos shorts que no podían estar más gastados y sucios y luego una simple remera con las mangas cortadas, quizás lo hizo él mismo, los tejidos de la prenda se notaban y parecía más como que hubieran sido arrancados. Otro detalle era que la playera traía una especie de gorra colgando, no se le veía muy abrigadora pero al menos supongo le servía para ocultar uno de sus dos detalles "sobrantes". Cuando volteó a verme, sentí una especie de corriente, era la segunda vez que esos ojos almendrados se encontraban con los míos. Y no era el color, Yeonjun tenía los ojos también de esa tonalidad, pero en este caso, los de este chico eran diferentes, me mostraban emociones que no podía descifrar, unas que jamás había logrado captar en los ojos de mi mejor amigo.

- Gracias. - Le mostré una media sonrisa y me senté en el sofá, relajando todos los músculos, escuchando tronar mi cuello, bueno, no era para menos, aunque no soy una persona demasiado floja y no cualquier trabajo físico hace que me canse, pero me imagino que es algo más mental que otra cosa. Cerré los ojos para descansarlos un poco, cuando los abrí de golpe al sentir un peso sobre mis piernas, y luego unas suaves manos en mis hombros.

El cuerpo de ese niño estaba sobre el mío, con una de sus piernas a cada lado de las mías mientras me miraba con una traviesa media sonrisa. - ¿Pero qué...? - En realidad, la pregunta quedó al aire en el mismo momento en que sus labios se estrecharon contra mi boca, provocando que un torpe beso diera lugar, logrando sentir como se movía sobre mis piernas, intentando que su cuerpo golpee más contra el mío.

- Espera, espera. Pausa. Stop. No sé, como mierda quieras decirle. Alto. - Hablaba tan rápido como podía cuando mis manos se colocaron en su cintura y lo alejé de mi cuerpo, no lo suficiente como para tirarlo pero sí lograr que sus labios se alejaran de los míos, observándolo con total sorpresa. Eso no me estaba pasando, no a mí, no ahora. Joder.

- ¿Qué? - Me preguntó, sorprendentemente de mala gana, soltando un gruñido cuando relamió sus labios, al parecer muy malhumorado. - ¿Quieres algo más? ¿Primero tengo que mamártela o cómo?

- Espera ¿Qué? - Pregunté de nuevo, sin entenderlo.

- Oh, vamos. ¿Eres o te haces? ¿Cuánto me costará quedarme a dormir aquí esta noche? Prefiero ahorrarme las pláticas estúpidas y acabar con esto si al menos quiero mi trasero en tu mueble hoy, así que dime ¿Qué quieres que haga?

Todo en mi cabeza hizo click y pude soltar un: - Oh, Jesús. - Mientras estiraba mi cuerpo. No era porque no me hubiera gustado que me besara o que se intentara frotar contra mi miembro, quizás si no hubiera estado tan malditamente sorprendido hasta me hubiera puesto duro o algo así.

Vamos, nunca he sido del tipo que juzga por si eres gay o algo y si se me presentaba lo oportunidad la tomaría pero ¿En serio era eso lo que tenía que hacer este chico para poder dormir en una casa decente? ¿Desde cuándo venía haciéndolo? ¿Por cuántas cosas habría tenido que pasar?

- No tienes que hacer nada de esto ¿Sabes? - Al fin volví mi vista hacia él, observando un pequeño puchero en sus labios, logrando que una leve sonrisa se formara en los míos. - Quiero decir, no te avergüences, no es que no me parezcas adorable, cogible y todos los adjetivos que se le parezcan, pero no te traje a mi casa para follarte, solo quería darte un techo por una noche, quién sabe si más. No todos somos personas como las que sea que te haya tocado conocer ¿Comprendes eso?

Observé su rostro algo sorprendido, pero al instante su expresión volvió a la de amargura que tenía un poco antes, incluso se intentó bajar de mis piernas, pero no lo permití, manteniéndolo en ese mismo lugar.

Era curioso, pero hasta podía observar con más detalle como su mente procesaba cada cosa que le había dicho.

- ¿Por qué? - Preguntó, en un hilo de voz, al parecer realmente asustado.

- Le dije a ese cerdo gigante que ya no molestarías su tienda, y creo que para encargarme de que no lo hagas tengo que vigilarte de cerca ¿Está bien? - Observé sus hermosos ojos volverse más cristalinos hasta el mismo momento en que unas pequeñas lágrimas se empezaron a formar en las esquinas, para luego derramarse por su pequeño rostro.

Mi corazón se encogió de una manera increíble y llevé una de mis manos a su mejilla, acariciándola con total ternura. - No tienes que llorar, niño. - Él no dijo nada, solo se inclinó y se acercó un poco, logrando que su nariz se roce con la mía, mientras esas pequeñas lagrimitas salían y salían. ¿Quién era yo para privarlo de llorar? Ni siquiera imaginaba cuando había sido la última vez que aquel pequeño había soltado lágrimas, así que si deseaba liberarse, aquí me tenía, para asegurarme de que ahora todo esté bien. - Puedes empezar por decirme tu nombre si gustas.

Lo observé temblar un poco, seguro debido al llanto, pero después de un rato, meneando un poco las orejitas rubias de su cabeza, murmuró un suave: - Hueningkai. - Empezando con unos sollozos mucho más fuertes y ruidosos, acercándose lo suficiente como para rodearme en un fuerte abrazo por el cuello, llorando contra este, casi gritándome en el oído.

Pero estaba bien, no me importaba. Y puede que si Yeonjun o Taehyun incluso me ven en esta situación, no se sorprendan mucho de mi actitud pero les podría asegurar que no habría nadie más sorprendido que yo. Y quién lo diría, al final parece que hacerle las compras a Yeonjun podía traer buenas cosas, como un pequeño gatito castaño de ojos almendrados llamado Hueningkai.

☆☆☆
si les gusta el Yeonbin, les aviso que una historia de aquel shipp ya está disponible en mi perfil.
pásense por Un Esposo de Mentira, merece más apoyo:(

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro