03❜ - Hyung, ¿Qué se siente cansarse?

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- Ya no eran aquellos niños de dieciséis y diecisiete años. Ahora vivían juntos, pero se seguían amando con la intensidad de aquellos primeros años.

Ambos eran unos hombres de bien. Jay trabajaba, mientras que Jake estaba en su último año de universidad.

A pesar de tener poco tiempo para ellos, lo poco que tenían lo aprovechaban de la mejor manera; ya sea mirar una película, compartir una cena, o tan solo dormir abrazados por las noches; ambos estaban bien con aquello.

Jake estudiaba de lunes a viernes, desde las ocho de la mañana hasta la una de la tarde. Mientras que Jay trabajaba en un puesto administrativo en la empresa de su mejor amigo, desde las doce del medio día hasta las nueve de la noche, con solo un día libre en la semana.

Hoy era ese día libre del mayor y también era domingo para Jake. Era ese día que siempre esperaban con ansias que llegara, sin embargo no salían a comer ni nada parecido; preferían quedarse acurrucados en el sofá, mirando alguna película, hablando, o simplemente apreciando el silencio y el calor corporal ajeno.

Pero Jake tenía otros planes.

Se separó bruscamente del mayor asustándolo y lo miró a los ojos.

—Oiga hyung.

—¿Qué, cariño?

—¿Qué se siente casarse? — preguntó de forma inocente.

—No puedo creer que tengas veinticinco años y seas siendo igual de curioso.— sonrió y le dió un costo beso. Jake solo se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa.

—Bueno, casarse es un acto sumamente valiente, y no todas las personas se atreven a hacerlo. Casarse, aparte de ser una simple ceremonia, lleva la relación a otro nivel. Ambas personas están seguras de que se aman y de que quieren pasar el resto de sus días juntos. —hizo una pausa. —Pueden desear criar a sus propios hijos, o no. El casamiento es el momento en el que se unen en cuerpo y alma, dispuestos a todo por el otro y por la relación. Sin dejar que les afecten los malos comentarios que pueda darles la gente.

»Si bien no es necesario casarse para darse cuenta de que quieren estar juntos por el resto de sus vidas, las personas aman la sensación de ver una sortija dorada o plateada, diseñada con pequeños diamantes, o simplemente lisa. Te hacen sentir que todo lo que pasó valió la pena, y todo lo que pasará será aún mejor. Las personas aman la calidez que les genera ver un papel firmado por ambos con un título como "Acta de casamiento" o "Acta de matrimonio". Son pequeñas cosas que te hacen feliz.

»Aun así, como sabes, no todos los matrimonios son perfectos; hay gente que se arrepiente, personas que se divorcian, personas y parejas que cambian luego del matrimonio y se vuelven irreconocibles. —suspiró. —El matrimonio no te hace dueño de la otra persona. El matrimonio te hace igual jefe de la relación que a tu pareja, la igualdad siempre tiene que ir ante todo. El matrimonio no te puede obligar a estar atado a tu pareja todo el tiempo, y se basa en eso; amar y respetar a tu pareja, acompañarla en la salud y enfermedad, en el bien y en el mal. Perdonar, perdonar es la principal forma de mantener un matrimonio unido. La sinceridad y la confianza también son de las cosas que más influyen en la relación. Si tú y tu pareja no pueden contar con esto, la relación no evolucionará, se estancará o se romperá.

»Aun así la relación puede terminar en buenos términos, y recordarás con nostalgia lo vivido, o puede terminar en malos términos, puede incluirse la violencia, las infidelidades y muchas veces hasta en la muerte. —el menor lo miró atemorizado. —Lamentablemente así esta la sociedad mi pequeño Yoonnie.

»De todas formas, casarte con la persona indicada es lo mejor que podría pasarte.

El menor asintió ante las palabras del mayor, aún procesandolas.

—Hyung, ¿usted se casaría? —preguntó reprimiendo una sonrisa.

Jay arqueó una ceja sin entender.

—Me refiero a si le gustaría casarse algún día. —intento explicar nuevamente. Pero al ver que su mayor seguía con la misma cara de imbécil sin entender, rodó los ojos y se levantó haciendo que Jay pensara que se iría de la sala.

Pero lo que hizo fue todo lo contrario.

Se paró frente a él y sacó algo que tenía en el bolsillo trasero de su pantalón, lo que JongSeong identificó como una cajita rojo oscuro aterciopelada.

Entonces Shim se arrodilló.

Oh santa mierda. Pensó Jay estupefacto.

— Jay... —llamó, pero el mencionado parecía de piedra. —Hyung...— intentó nuevamente, pero el mayor seguía con la boca abierta sin siquiera pestañear. —Jodida mierda... —susurró para sí mismo. —¡Park JongSeong! —gritó y entonces el contrario reaccionó.

—¡Ah! ¡¿Qué?!

¿Cómo que, qué?, ¡JaeYoon estaba perdiendo la poca dignidad que le quedaba haciendo eso!

— Jay tú quieres, ya sabes... —suspiró —¿casarte conmigo?— el mayor quedó de piedra nuevamente. — Dios, ¡JongSeong!— gritó queriendo que la tierra se lo trague.

—Diablos JaeYoon, ¡claro que quiero! ¡Por supuesto que sí! —sonrió. —Mierda Jake, ¡acepto!

El menor se sonrojó a la vez que era abrazado por su novio, el cual lo lleno de besos en un instante.

—Dios hyung casi muero de los nervios, ¡es un tonto!— golpeó débilmente su hombro.

—Lo siento, te amo, te amo, te amo. —sonrió separándose de él para tomar sus labios en un lento beso lleno de sentimientos.

—Tambien lo amo hyung. —y lágrimas cayeron por las mejillas de ambos.

Se amaban, se amaban mucho.

Jay amaba lo curioso e inocente que era su novio y Jake amaba lo inteligente y cariñoso que era su hyung.

Ambos estaban dispuestos a romper las reglas y los estereotipos que les brindaba la sociedad.

Ambos estaban dispuestos a enfrentar los problemas que les traerían las personas.

Ambos estaban dispuestos a sonreír y amarse aún cuando la sociedad los aplaste.

Jake jamás se arrepentiría de preguntar.

Y Jay jamás se arrepentiría de responder.

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