28. Tres pasos atrás.

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Habían pasado semanas de trabajo, pero por fin estaban cerca de terminar el proyecto de pociones. Ninguna de las otras asignaturas había pedido algo que les tomara tanto tiempo, mientras que transformaciones, encantamientos e historia de la Magia solicitaron ensayos, pociones y herbología fueron los únicos con un deber práctico.

En cuanto a herbología fue sencillo puesto que compartieron la clase con los alumnos de Hufflepuff quienes eran conocidos por sus dotes en la asignatura. Su proyecto fue el cuidar de una peligrosa planta mágica, no recordaba el nombre, no lo consideraba importante debido a que la compañera que tuvo se encargo de hacer todo el trabajo.

Pasó los últimos días estudiando junto a Evans. Solo quedaba elaborar la poción para entregar sus resultados en clase y no tendría que volver a compartir palabra con ella por un buen tiempo.

Después de su arduo trabajo se encontraba recostado en uno de los sillones de la sala común, James y Remus se ubicaban sentados cerca, ambos charlando y discutiendo de algún tema aunque él no los escuchaba; su cuerpo físico estaba presente pero sus pensamientos recordando lo que había pasado en el pasillo con Severus hace unas noches, solo quería provocarlo, ponerlo celoso para conocer sus límites, no pensó que la cosa escalaría a ese nivel.

Todo lo que le había dicho era verdad, su historia con la Hufflepuff había sido cosa de una vez, unos besos y toqueteos en el armario de Filch.

—¿Qué tal estuvo, Sirius?— cuestionó el muchacho de lentes dirigiendo su mirada hacia él.

El mayor de los gryffindor se extrañó al escuchar su nombre en la pregunta. Inmediatamente se enderezó para prestarles atención.

—¿Qué cosa?— preguntó. Su boca seca, las manos frías y totalmente confundido, no tenía idea de que estaban hablando.

—Otra vez no nos prestas atención.— Se cruzó de brazos con molestia. —Estábamos hablando acerca de tus encuentros, queremos saber como estuvieron.

—¿Queremos?— cuestionó Remus. Estaba sentado en el suelo con su mirada en un libro. —Solo a ti te interesa saber sobre las citas de Sirius.

—¿De qué hablan? ¿Cómo supieron? No es lo que piensan.— habló el ojigris entre dudas. Agachó la mirada hacia el suelo sin poder procesar lo que sucedía.

El castaño notó lo nervioso que se había puesto ante la pregunta, por lo que intervino rápidamente. Dejando el libro de lado colocó una de sus manos en la rodilla de Sirius, el cual sintió la calma volver a su cuerpo cuando lo escuchó.

—Tus citas de estudio con Lily.— aclaró alzando la voz.

—Podrían aclararlo antes.— mencionó dejando escapar un suspiro de alivio. Todo su cuerpo perdió la tensión y enfocó sus pensamientos al presente con sus amigos, estar pensando en Severus no era lo ideal en ese lugar.

—Eres un atrevido.— James soltó una risa burlona, tardó un poco en darse cuenta de lo que su amigo había entendido. —No hablaba de esos encuentros.

—James quería saber como estuvieron tus citas con Lily.— rectificó el castaño.

—Ah, pésimas.— se encogió de hombros. —Es horrible estudiar con ella, es mandona e irritante.

—Tú no eres alguien con quien sea fácil estudiar.— afirmó Remus.

—Estoy seguro que es mejor compañero de estudio que el tuyo.— James podía molestar a Sirius y jugar con él, pero siempre defendería a su amigo. —Quejicus es un dolor en el culo, probablemente ni te dejo tocar sus ingredientes y su tonto jueguito de química.

—James tiene razón, debe ser un martirio estudiar con él.— su estómago se revolvió al decir ese comentario. Estaba mintiendo, pero debía encubrirse en todo momento.

—Como siempre los dos están equivocados.— aclaró Remus. —Es un buen compañero, terminamos con los deberes días atrás.

—Pero era muchísimo, a nosotros todavía nos faltan cosas por terminar.— refunfuñó James cruzándose de brazos.

—Cuando te reúnes con una persona a estudiar, y de verdad se dedican a estudiar, el resultado es un trabajo bien elaborado.

—Pues solo eso podías hacer si tu compañero era ese amargado.

—Severus no es un amargado, a pesar de todo lo que le hemos hecho me trató con amabilidad y respeto.— declaró. —Me agradó pasar tiempo con él.

—Nada de eso le quita el hecho de ser un insufrible que se cree superior, solo es una serpiente más.— James continuaba con su discurso en contra del slytherin.

—Pero es un gran pocionista, me enseñó algunos secretos de la preparación de pociones, es estudioso y responsable.

—¿Por qué hablas así de él?— interrumpió Sirius mostrándose incómodo. —No lo conoces.

—Lo he conocido estos días que pasamos horas juntos por el trabajo y nuestro castigo compartido.— espetó con molestia. —Castigo que les recuerdo, alguien aquí fue el culpable.

—¡Ya he dicho que lo siento!— aseguró James.

—¡Estuve semanas limpiando calderos!— insistió. —¿Sabes lo horrible que es estar rodeado de esos aromas con mi olfato?

—Te lo compensaré, Lunático, lo prometo.

—Lo que deberías hacer es disculparte con Severus.

—¡Me estás pidiendo una locura!— exclamó James alzando la voz.

—Estoy seguro que si dejan de ofenderlo podrías acercarte a Lily.— insistió el castaño.

—Lo pensaré.— Su tono sonó molesto ante las declaraciones de Lupin, era inconcebible que hablara bien de alguien como Snape.

La voz de Sirius parecía no estar casi presente en la conversación, no encontraba las palabras correctas. En su mente viajaban un sinfín de situaciones que había pasado con Severus qué le daban la razón a Remus, aunque todos esperarían que lo ofendiera, no quería hacerlo, por lo cual permaneció en silencio; extrañado por la insistencia de su amigo por defender al slytherin.

—Será mejor cambiar el tema, pregúntale a Sirius lo que querías.— comentó el castaño con un leve tono de inconformidad.

—¡Cierto! Oh amigo mío, mi otra mitad, mi media naranja, mi compañero de travesuras, el chico más guapo de todo gryffindor, único e inigualable, mi hermano de otra madre... necesito tu ayuda.

—¿Para qué?— cuestionó Sirius rompiendo su silencio aún con el estómago revuelto. Estaba ciertamente confundido por la cantidad de halagos de su amigo. —No te prestaré dinero.

Una sonrisa se formó en sus labios, claro que se lo prestaría, haría cualquier cosa que su amigo le pidiera. Lo amaba.

—Se acerca el baile de navidad y quiero invitar a Lily, pero no sé que hacer para llamar su atención o que volteé a mirarme sin desprecio.

—Dejar de acosarla podría ser un buen inicio.— agregó Remus.

—Por eso estoy preguntándole a Sirius, de esa forma ya no tengo que seguirla para investigar qué es lo que le gusta.— sus ojos evitaron la mirada juzgona de Remus para mirar a Sirius.

—Solo acércate y pregúntale directamente ella.— comentó Remus. —Es lo que una persona normal hace.

—Lo intenté pero no quiere ni hablar conmigo. Cuando me le acercó ella se aleja.

—¿Qué es lo que quieres saber?— interrogó el ojigris. Siendo sincero no recordaba nada destacable sobre la pelirroja.

—Que viste y que aprendiste.— respondió James.

El mayor lo meditó durante unos cuantos segundos, buscando entre sus recuerdos algo memorable sobre la pelirroja que pudiera ser útil.

—Escríbele.— indicó con seguridad. Los ojos de los dos se dirigieron a él intrigados por su propuesta. —Lo único que recuerdo es que le gusta leer, si no quiere escucharte que lea lo que quieres decirle.

—¿Algo cómo una carta?— preguntó James. —No lo sé, me parece muy simple, quiero demostrarle todo lo que siento por ella con algo grande.

—Escúchame amigo, entiendo tus planes, el querer hacer algo gigante para demostrar lo que sientes, pero hay momentos en que esa intensidad asusta a las personas.— pronunció con seriedad. —Sé que quieres gritarle que la amas pero inicia por algo pequeño, dale un detalle significativo.

—Sirius me estás asustando.— comentó su amigo retrocediendo un poco.

—Jamás en los años de conocerte te había escuchado decir algo sensato.— declaró Remus entre risas.

—Tarados.— rió sarcástico. —Siempre tengo buenas ideas.

—No dije lo contrario, pero tus buenas ideas usualmente no son sensatas.

—Pensé que dirías algo como lanzar fuegos artificiales con un mensaje de amor.— insistió James.

—Deja eso para cuando quieras pedirle matrimonio, vamos lento primero.— agregó Sirius con una sonrisa. Era verdad que no le agradaba Lily en lo absoluto, pero podía ver en los ojos de James que sentía algo especial por ella.

—Ve a la biblioteca a leer unos libros para que aprendas palabras que puedas usar en la carta.— profirió el castaño apoyando la idea de sus amigos.

—¿Me estás diciendo analfabeta?— contestó James poniendo la mano sobre su pecho en muestra de sentirse ofendido.

—Digamos que tu redacción y vocabulario podrían mejorar.— habló Remus en forma bromista.

—Que eres un tonto dice.— agregó Sirius burlón.

Los tres amigos soltaron una risa, y en ese momento fue que James se percató de algo: les faltaba una risa. Una que se escuchaba muy bajito.

—Esperen, ¿Y Peter?

—Lo vi esta mañana en el desayuno, pero no sé a dónde se fue después.— esclareció Remus con calma. —Tal vez se quedó dormido, vamos a buscarlo.

Remus se levantó inmediatamente del suelo, acompañado de James y Sirius. Los tres decididos a ir a buscar a Peter pero el rubio iba entrando a la sala común en ese momento.

—¡Peter!— gritaron los dos al unísono y corrieron hacia su amigo para abrazarlo.

—¿Estás bien?— preguntó James preocupado, sus manos viajaban por el cuerpo de Peter buscando alguna herida.

—¿Dónde estabas?— fue Sirius el siguiente en intervenir.

—¿No saben lo que es el espacio personal?— cuestionó Remus con desaprobación.

—Estoy bien.— respondió el más bajito entre pequeñas risas. —Solo estaba estudiando.

—Ay no.— James se deslizó hasta caer en el suelo de manera dramática. —¡Perdimos otro! ¡Sirius le estás enseñando tus mañas al niño!

—¡Oye!— Sirius soltó una carcajada. Tenía tiempo sin reírse de esa forma.

—¡Estás dando malos ejemplos a un pequeño inocente!

—De verdad estaba estudiando, falta poco para entregar el trabajo de pociones y quería investigar un poco.— volvió a reír.

—Al fin está pasando, mi niño está madurando.— Remus fingió limpiarse las lágrimas por lo emotivo del momento.

—¡Eso jamás! Debemos mantenernos jóvenes siempre, ahora mismo tenemos que hacer una broma.— intercedió James levantándose del suelo.

—Mejor vamos a la biblioteca a buscar libros para seguir con lo de la carta.— el castaño se acercó a sus amigos. —Te ayudaré a escribirla.

—¿En serio?— preguntó con incredulidad. Una sonrisa sincera se formó en sus labios. —Te amo con toda mi alma, Remus.

James rápidamente envolvió a su amigo entre sus brazos con emoción y le plantó un beso en la mejilla; Remus no solía ayudarle en sus planes para conquistar a Lily.

—¡Es un milagro de navidad!— exclamó Sirius.

—Vamos por esos libros.— Peter habló con felicidad, era emocionante volver a sentirse unidos y él era el más feliz de tener a sus amigos.

Los cuatro amigos se unieron en un abrazo nuevamente, más cálido y duradero que el anterior.

Después de un rato se fueron juntos a la biblioteca para tomar algunos libros de poesía. Cuando cada uno cargaba una pila de libros volvieron a la sala común, para poder estar más cómodos. De esa manera pasaron el resto de la tarde.

Remus parecía estar estudiando las frases y palabras que se encontraban en cada página,  escribiendo lo que más le parecía interesante en un pergamino.

James escribía una y otra vez en distintos pergaminos, pero parecía que nada le terminaba de gustar.

Peter se había quedado dormido en el sillón con algunos libros encima después de un buen rato.

Sirius no estaba leyendo, solo fingía estar hojeando los libros mientras su mente pensaba en algo más.

—¿Qué están haciendo?— Interrogó una conocida voz acercándose a ellos. Lily Evans los observaba con confusión.

—Escribimos una...— un cojín golpeó el rostro de Sirius antes de que terminara de hablar.

—Una tarea.— interrumpió Remus.

—Paren todo que un ángel ha caído del cielo y tenemos la dicha de que esté frente a nosotros.— James dejó los libros a un lado para ir hacia ella pero Lily retrocedió a cada paso.

Sirius se levantó de donde estaba para tomar el brazo de su amigo y detenerlo, no le gustaba verlo arrastrarse por ella.

—¿Qué buscabas, Evans?— intervino el mayor.

—A ti.— respondió la pelirroja ignorando al chico de lentes. —Tenemos una tarea que terminar.

—¿No me puede dejar descansar ni un día?

—Si, cuando terminemos vas a poder descansar todo lo que quieras.

Un quejido escapó de sus labios antes de tomar su libreta de anotaciones. Estaba cansado de estudiar junto a Evans.

—Nos luego vemos, preciosos Lily ojos tienes.— balbuceó James. Las palabras confusas que dijo provocaron una risa en ella.

Ambos se dieron la vuelta para dirgirise a la salida de la sala común. Sirius siguió por los pasillos a Lily hasta que desconoció el camino.

—¿A dónde vamos?

—Hay un aula vacía en el sexto piso, podemos usarla para elaborar la poción.— explicó la pelirroja mientras subía por las escaleras hasta llegar al lugar que mencionó. Era un aula que parecía haber sido utilizada para dar clases hace años, estaba llena de polvo y suciedad pero las mesas y bancas permanecían en su lugar.

—¿No pudiste pedir prestado el salón de pociones?— cuestionó Sirius entrando al lugar.

—Estaba ocupado, y quiero terminar lo antes posible con esto.— sacó su varita y la apuntó al escritorio. —¡Tergeo!

Con un movimiento de varita todo el polvo que cubría el viejo escritorio fue absorbido por la punta de la misma.

—Asombroso.— exclamó sorprendido. Era un encantamiento desconocido para él, nunca le habían enseñado hechizos de limpieza.

La pelirroja buscó entre sus bolsillos, de donde sacó distintos frascos con pequeñas hojas y otros materiales.

—Me faltan algunos ingredientes, ¿puedes ir a buscarlos al aula de pociones?— Evans le proporcionó una pergamino donde estaba escrito lo que necesitaba. —También si puedes conseguir un caldero sería fabuloso.

—¿No quieres también que haga la poción y la traiga lista?— comentó Sirius haciendo un puchero.

Estaba cansado y no quería caminar hasta el aula de pociones, ese lugar se encontraba cerca de las mazmorras; debía bajar más de seis pisos para poder llegar. De mala gana acepto ir a buscar los ingredientes, lo único bueno de su travesía era poder dejar de ver a Evans por unos minutos.

Bajó las escaleras lentamente, haciendo el mínimo esfuerzo para ir al lugar. Cuando finalmente llegó había pasado ya un buen rato. Abrió la puerta sin avisar y al instante que sus ojos se toparon con el alumno que había en ella todo su ánimo cambió.

Cerró la puerta a sus espaldas y se recargó en ella, cruzándose de brazos y mirando de abajo hacia arriba el cuerpo frente al suyo; admirandolo con atención.

—Vaya, vaya, no me dijiste que Slughorn te había vuelto a permitir usar su aula.— habló Sirius con un tono de molestia.

El cuerpo de Severus se tensó por completo, los ingredientes en sus manos fueron  dejados sobre el escritorio con suavidad para no romper los frascos.

—Fue para que no vinieras a molestarme.— respondió el menor evitando mirarlo. Un suspiro pesado brotó de sus labios.

—Pero si soy un grandioso estudiante.— El gryffindor caminó hasta el borde del escritorio para estar cerca de él. Llevó sus dedos hacia algunos frascos y jugueteo con ellos.

—Baja eso, Black. No se toca lo que no es nuestro.

—Tendré que mantener mis manos ocupadas en algo más.— susurró con suavidad acercándose a su rostro. Abandonó los frascos para poder llevar sus manos hacia el borde de la túnica contraria.

El slytherin se alejó de el de inmediato, provocando que tuviera que soltarlo. Severus estaba más arisco de lo usual, parecía no querer estar ni cerca de él.

—¿A qué viniste?— preguntó con un claro disgusto en su voz.

—¿Qué tienes?— se escuchó preocupado. Lo buscó con la mirada pero incluso eso evitó.

—No estoy de humor.

—Tal vez puedo ayudarte.— intentó acercarse a él otra vez pero el contrario no se lo permitía. Solo quería besarlo.

—Ya es suficiente, compórtate.— ordenó. Sus orbes por fin se encontraron los ajenos, era una mirada molesta. —Dime a que viniste o retírate.

—Si.— Había una mueca en su rostro pero sus ojos seguían fijos en los ajenos. —Vine a buscar unos ingredientes.

—¿Cuáles?

—Tengo una lista.— sacó el pergamino arrugado de su bolsillo y se lo entregó.

Severus tomó el pergamino entre sus manos, al leerlo cerró los ojos por un instante antes de poder mirarlo de nuevo.

—Los buscaré. —respondió forzado. —Siéntate y no toques nada.

Acató sus ordenes de inmediato, buscó una de las sillas para poder sentarse frente al caldero. Le gustaba tener el control de las cosas, pero con Severus era distinto, no le molestaba obedecerlo.

—¿Qué estabas haciendo?— preguntó después de estar un rato en silencio.

—No es de tu incumbencia.— Fue hacia a los estantes donde de encontraban los ingredientes y con un movimiento de varita llevó los necesario a la mesilla de trabajo donde estaba el gryffindor. —¿Necesitas algo más?

—Quería un caldero también, prometo cuidarlo y limpiarlo.

Severus volvió a suspirar con cansancio. Tomó uno de los viejos calderos que había en el lugar y se lo entregó.

—Las cosas no son mías, pero es mi responsabilidad que estén en un óptimo estado, devuelvelas lo más pronto posible.

—Las traeré esta misma noche.— una curvatura se formó en sus labios, era una sonrisa sincera.

—Si es todo deberías irte.— aclaró su garganta. Señaló la puerta antes de sentarse a su lado.

—Creo que no.— era gryffindor terco, no se rendiría fácilmente. Entendía que Severus estaba molesto por lo que había pasado con la Hufflepuff, pero estaba dispuesto a demostrarle qué solo él le interesaba.

Una de sus manos fue hacia una de sus piernas, donde comenzó a tocar lentamente cerca de una parte sensible. El menor no se alejó esta vez.

—Detente.— respondió con la voz débil. Luchaba consigo mismo por no ceder. —Tienes que irte.

—Puedo quedarme un poco más, podríamos seguir con lo que dejamos pendiente la última noche.— siseó acercándose a su oído, moviendo su mano lentamente para provocarlo. Con su mano libre fue al cuello de su camisa para bajarlo y poder ver si aún tenía la marca. Una sonrisa de orgullo se formó en sus labios al verla, ya no era tan roja como esa noche pero podía verse un color rosado en su piel.

—Suéltame.— exclamó en voz baja. Llevó su mano a la del gryffindor para evitar que siguiera tocándolo y lo alejó. —Estoy trabajando, hay una poción hirviendo frente a nosotros.

—No le pasará nada por un poco de calor.— insistió en un intento de recuperar el contacto. Se acercó a él, pero en ese momento la poción comenzó a burbujear, tornandose de un color grisáceo oscuro que le daba un pésimo aspecto.

—Maldición.— la preocupación brotó de sus labios. Se levantó de su lugar inmediatamente esperando que el mayor hiciera lo mismo, pero al ver que Sirius solo miraba el caldero sin moverse, lo tomó de la corbata para jalarlo hacia él, en un veloz movimiento logró ponerlo a su espalda y cubrirlo con su cuerpo mientras retrocedía. Empuñó su varita al objetivo. —¡Protego!— exclamó en voz alta y un rayo de luz salió de la punta de la varita, un escudo invisible los protegió a ambos cuando la poción explotó.

Lo único que Sirius sentía era el cuerpo de Severus sobre el de propio, y su respiración acelerada era el único sonido que se escuchaba en el aula.

—Lo lamento, no era mi intención.— comentó Sirius lamentándose por el incidente.

—No fue tu culpa, olvidé bajar el calor del fuego.— admitió observando el desastre. La poción estaba regada por todos lados y el caldero se había quemado.

—Te ayudaré elaborarla de nuevo, solo dime que poción era y busco los ingredientes, me puedo quedar por la noche...

—No importa.— se dió la vuelta para mirarlo, sus ojos viajaron rápidamente por su cuerpo verificando que la poción no lo hubiera tocado. —Solo estaba haciendo pruebas, era un filtro de paz.

—¿La poción que hicimos en clase de Slughorn?

—Si, revisaba su elaboración por lo que pasó en su clase, pienso que confundí un ingrediente.— esclareció con cierta molestia.

—Entonces no fue culpa de James.— murmuró Sirius. Una sonrisa volvió a su rostro pero se borró cuando observó el cuerpo de Severus petrificarse ante sus palabras.

—¿Qué acabas de decir?— su mirada de calma pasó a la ira.

—Nada, no fue nada.— los nervios invadieron su cuerpo y su voz se tambaleó.

Severus aún de mantenía empuñando su varita pero la dirección cambia para apuntar al cuerpo ajeno.

—¿Potter tuvo que ver en lo que pasó en esa clase?— le cuestionó inmerso en el coraje. La oscuridad de sus perlas negras chocando con la neblina de los contrarios, de la misma manera que la varita se clavaba en su piel. —Responde, Black.

—Si...— sentía la boca seca. No era la manera en la que había pensando decírselo. —Pero fue un malentendido.

—¡Ustedes dos arruinaron mi trabajo! Tuve una nota baja en esa clase por su estúpida broma.— gritó con molestia. —¡Pude haberme incendiado! Es una poción peligrosa, pudieron causarle daño a alguien.

—No era la intención de James.— profirió con preocupación. —En cuanto me lo contó le dije que estuvo mal, no volverá a hacerlo.

—No te creo nada, estoy seguro de que todo lo planearon ambos.— gruñó con firmeza.

—Te juro que yo no sabía, me lo contó después.— reprochó al instante. —James confundió las cosas, no es el mejor con el romance, no tiene ni idea de como invitar a Lily al baile, la mente maestra que piensas es algo tonto.

El rostro de Severus se volvió más pálido de lo usual, sus manos temblaban y sus ojos oscurecieron en la furia.

—No me interesa lo que tengas que decir, los odio a ambos, y jamás voy a dejar de hacerlo.— su tono permaneció fuerte pero en segundos se le quebraban las palabras.

—No es lo que piensas, de verdad, no era una broma.— su voz estaba temblorosa. —No lo justifico pero tenía una razón.

Trató de acercarse a él pero había vuelto a alejarse, mientras sus pasos avanzaban los contrarios retrocedían; si daba un paso adelante, él iba tres pasos atrás.

—No me importan tus malditas excusas.

—Tienes que escucharme.— suplicó manteniendo la esperanza. No quería que todo lo que habían avanzado se perdiera. Solo quería explicarle, decirle lo que sentía por él.

El slytherin volvió a empuñar su varita contra él, pero ninguna palabra salía de sus labios, no se atrevía a decir ningún hechizo, nada pasaba por su mente más que el coraje que le había provocado la revelación del incidente. Se sentía indefenso, lastimado, dolido.

En ese instante la puerta del aula fue abierta. Lily Evans se quedó estática en el borde de la entrada por unos segundos antes de sacar su varita para apuntarle a Sirius.

—¡Déjalo, Black!— intervino en un grito. —¿Por esto tardabas tanto? ¿Por estar molestando a Severus?

El mayor alejó su cuerpo del menor en un rápido movimiento, no fue por temor a la pelirroja, pero no quería arriesgar aún más lo que tenía con Severus.

—Solo estaba hablando con él.

—Como si no te conociera, ¡Lo estabas intimidando, eres un abusivo!— habló con desagrado. Sin dejar de apuntar con su varita desvió su mirada para buscar a Severus. —¿Estás bien?

Hubo una mirada entre ambos amigos y el slytherin asintió.

—No es lo que piensas, Evans.

—Vete, Black.— los orbes esmeralda de la pelirroja se encontraron con los de él. —Yo buscaré los ingredientes y el caldero, no voy a permitir que sigas atacando a Severus.

—¡No lo estaba atacando!— repuso en voz alta.

—Vete.— musitó el pelinegro como una orden aunque su voz aún sonaba débil. —Le daré los ingredientes a Lily.

La pelirroja movió su varita para indicarle la puerta. Sirius se clavó las uñas en la palma de sus manos tratando con toda su fuerza de contenerse, sentía la sangre hervir en su cuerpo pero no podía exponerse frente a ella. Le dio una última mirada a Severus antes de salir a paso apresurado de aquella aula.

Su cuerpo entero temblando por la impotencia que sentía, los próximos días serían aún más difíciles que antes, todo el avance que tenía con el slytherin se había caído al vacío.

1 step forward, 3 steps back diría mi íntima amiga Olivia Rodrigo

Un poco de drama en este capitulo pero se viene el baile de navidad  ♥︎

Tengo una duda, ¿les parece que la historia va muy lenta o si les gusta que vaya de a poco?

Gracias por sus comentarios, amo leerlos !

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