27. Un oscuro pasillo.

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Los siguientes días después de esa noche transcurrieron como una total confusión.

No sabía si fue el cansancio por la falta de sueño, el estrés de las clases o lo indefenso que se sentía cuando Black lo besaba, pero cada uno de los factores en combinación con la adrenalina del momento le inhibieron la mente; provocando que se déjase llevar ante la manera que el mayor se movía sobre él. Se reprochaba a si mismo pero lo había disfrutado, se sentia aliviado, fue una experiencia nueva para él, abrumadora e imposible de poner en palabras.

Despreciaba el contacto físico, siempre fue así. Desde que era niño el maltrato que ejerció su padre contra él le dejo marcas profundas. Necesitaba tener una gran confianza para acercarse a una persona, dar un abrazo era una misión casi imposible. Lily fue la única persona cercana que tuvo por años, e incluso con ella las muestras de cariño físico eran en ocasiones especiales, con Charity podía estar cerca pero abrazos y caricias no eran usuales.

Lo que había logrado Black esa noche era la cúspide de su contacto con otra persona; nunca había sido tocado por nadie, incluso el mismo evitaba hacerlo por el miedo de ser atrapado, y lo consideraba inapropiado. Además, jamás había sentido necesidad de liberarse, era la primera vez que se venía, y el hecho de que fuera con Sirius Black encima de él era algo que lo atormentaba.

Desde lo que sucedió en la biblioteca, se había tomado con seriedad el evitar a Black, no quería verlo; se sentía incómodo, extraño, confundido, eran tantos los sentimientos que su corazón latía con fuerza cada que lo recordaba.

Intentó incrementar sus hábitos de estudio habituales, perdiéndose en el aumento de deberes por la cercanía de las evaluaciones, de la misma manera trataba de encontrar tiempo para pasar con sus amigos, sin embargo estaba muy atareado para verlos, por lo que a pesar de querer evitarlo terminaba alejándose de ellos.

Estaba exhausto, entre lo que ocurría en su hogar, las responsabilidades que tenía y el estudio muchas veces simplemente quería abandonarlo todo.

Además debía de sobrellevar las horas de castigo y deberes junto a Lupin, las cuales no fueron tan pesadas como lo pensó; el castaño parecía ser distinto a los otros gryffindor. No había bromas pesadas o malos tratos, Lupin tenía datos interesantes por contar, comentarios atinados y era amable. Aunado a que el ensayo que realizaron juntos fue un trabajo perfecto.

Justo esa tarde se encontrarían en la biblioteca para terminar el proyecto final que tenían en pociones, y aunque se tratara de un gryffindor con quien debía de verse, se sentía verdaderamente tranquilo.

Entró a la biblioteca sintiéndose relativamente bien, habían pasado días que no veía a Black más que cuando se cruzaban en los pasillos pero estaba acompañado de sus amigos. El lugar era uno de sus preferidos hasta hace poco tiempo, lo consideraba un refugio donde podía escapar de su triste realidad a través de las páginas de los miles de libros que se albergaban en el lugar, aunque después de lo que vivió junto al gryffindor le era difícil visitarlo sin pensar en él.

—¡Severus, por aquí!— la voz amable de Lupin se escuchó un poco más elevada de lo usual. Se encontraba en una de las mesas con un montón de libros sobre ellas, había una débil sonrisa en su rostro mientras agitaba su mano indicándole qué se acercarse.

Aún le parecía extraño.

—Buenos días, Lupin.— comentó con desdén al llegar a la mesilla y sentarse a su lado. Severus mantenía una mueca de seriedad, a pesar de que Lupin no le pareciera alguien desagradable, no mostraba simpatía.

—Buen día.— respondió amablemente, antes de volver su vista a los libros frente a él. —Terminaremos pronto, solo traje lo necesario para un repaso y revisar que no dejemos de lado información importante.

—Es adecuado el asegurarse dos veces, créeme que lo sé.— un mueca de desagrado apareció en su rostro al recordar el incidente.

—Verás que saldrá bien, eres un mago con talento para las pociones...— Lupin trato de halagarlo, quizá para romper el hielo que cubría a Snape, pero fue interrumpido.

—No es talento, es la práctica y perseverancia, años de esfuerzo y dedicación para este arte.— agregó. —Agradezco tus palabras, pero prefiero que nos concentramos en terminar los detalles para la poción.

—De acuerdo.— a pesar de los comentarios, Lupin mantuvo su postura amable y tranquila.

Tomó entre sus manos algunos de los libros, comparando lo que mencionaban con las anotaciones en su diario, en cuanto levantó su pluma fue que una voz familiar llegó a sus oídos, provenía de los pasillos y parecía estar acercándose, dejándoló estático.

Pensó que la biblioteca era el lugar perfecto para estar en paz, donde podría trabajar más y concentrarse sin Black a su alrededor. Pero se dio cuenta de su equivocación cuando la figura del gryffindor hizo acto de presencia a través de las puertas de la biblioteca, y junto a él estaba Lily.

Trató de evitar mirarlo pero le fue imposible, a pesar de estar en un apartado rincón de la biblioteca podía percibir su altanera presencia en el lugar.

—Me agrada la mesa del fondo, Evans, más privacidad.— habló el gryffindor de cabellos ondulados mientras sus pasos se dirigían a una de las mesas cercanas al slytherin.

Maldito. Mil veces maldito. Black lo sacaría de sus casillas, estaba seguro que si moría en su lápida se podría observar que la causa de muerte fue un coraje que Black le hizo pasar.

Lo miró de reojo sentándose con total libertad en una de las sillas y poniendo sus pies sobre el borde de la mesa, también vió como la pelirroja negaba con desaprobación a su conducta.

—¿Siempre tienes que ser tan irrespetuoso?— reprochó la pelirroja.

—¿Siempre tienes que ser tan molesta?— remató el ojigris.

Severus solo tomó una bocanada de aire profunda para calmarse, devolviendo su vista a los libros.

Pensó que el resto del las horas de estudio se las pasaría irritado por la voz de Black, pero no fue así, después de su entrada no volvió a hablar. Lo miraba por momentos y lo encontraba leyendo, anotando y repasando, era inusual verlo estudiando de verdad.

Lily por su parte estaba concentrada en terminar sus apuntes, podía notarlo por la manera en que escribía sin despegar la punta de la pluma del papel. Quería irse de ahí lo antes posible. Él también.

—Iré a buscar un libro sobre los ingredientes, no te muevas, Black.— ordenó la pelirroja con un tono retador, para después levantarse y perderse entre los estantes.

Agitó la cabeza intentando volver a poner su atención en el estudio, pero cada poco tiempo se distraía al volver a verlo, era imposible mantener la concentración en los libros con su presencia pero no se rindió.

—Hola, Sirius.— una voz dulce y desconocida se acercó a la mesa. Sonaba nerviosa, incluso un poco temblorosa.

—Oh, hola.— respondió el muchacho levantando la mirada que antes tenía sobre las páginas de los libros.

—Que sorpresa tan agradable encontrarte por aquí, no es común verte en la biblioteca.

—Los libros también merecen tener un poco de Sirius Black, que puedo decirte, solo soy generoso.— un tono coqueto escapó de sus labios, al mismo tiempo que una sonrisa aparecía en ellos.

—Encantador.— respondió con una pequeña risa. —Creo que hay otras que también deberían tener un poco de Sirius, ¿no lo crees?

Severus se paralizó. Un tono desconocido en la voz de la chica hizo que algo dentro de él entrara en alerta, no fue un simple cumplido. Aguzó el oído para captar las siguientes palabras, sintiéndose raro por escuchar a escondidas pero incapaz de no hacerlo.

—No lo sé, ¿quienes son esas 'otras'?— preguntó.

—Una chica linda, castaña, alguien como yo.— su tono atrevido más parecía una súplica.

—Es una buena respuesta, pero tendré que pensarlo.— un tono divertido mezclado con altanería se hizo presente.

—Piénsalo de aquí al viernes, ¿qué opinas? ¿tendrás libre ese día?— cuestionó con afán. —Podríamos visitar otros lugares que no sean el armario de Filch.

—Uh, soy un chico ocupado, veré mi agenda, recuérdamelo después y te confirmo.

—Perfecto, te buscaré.

—Sabes donde encontrarme.— chasqueó la lengua siguiendo con su juego del chico carismático.

Snape bajó el libro que había mantenido frente a su rostro para poder observar a la chica que se daba la vuelta en dirección a los estantes de libros; era una hufflepuff, cabello castaño rojizo y la piel blanca, pudo notarlo por la manera en que se sonrojo. No la conocía, quizá la había visto algunas veces en los pasillos pero nunca para ponerle atención.

Sintió una intensa mirada viéndolo desde un costado, provocando que saliera de sus pensamientos. Los ojos profundos de Black se sentían acusadores sobre él.

Decidió ignorarlo y volver la vista hacia su diario, era lo único que sentía correcto en ese momento.

—Agh, estábamos buscando en la sección incorrecta, ¿cómo pude ser tan tonta?— expresó Evans con molestia dejando caer un pesado libro sobre la mesa, lastimando la mano de Sirius en el trayecto. —Saqué esto hace días para tener algo de lectura ligera.

—Auch.— bramó Sirius sobando su mano, mientras sus ojos se enfocaban en el libro. —¿Esto es ligero?

—Que tengas la capacidad mental de un niño de cinco años no es mi problema, Black.— respondió con molestia. —Aquí podremos encontrar la información que nos falta para la poción.

—¿No recuerdas lo que te había dicho? No necesitas leer enormes libros completos, solo busca palabras clave.

—Tenemos métodos de estudio distintos, ahora busca los usos de la luparia, por favor. Mientras más rápido terminemos más pronto puedes irte a seguir coqueteando con Amelia.

—¿Con quién?— preguntó en un tono confundido.

—Amelia Bones, la chica con la que hablabas hace un segundo, ¿piensas que no se escucha lo que dices?

—No, no es eso, solo que no la reconocí con la ropa puesta.— rió con ímpetu.

—Eres tan desagradable.— reprochó la pelirroja. Podía escucharse el claro desprecio en su voz.

—Ey, es difícil reconocer una voz cuando solo la has escuchado gemir.— la risa suave volvió a su boca para quedarse por un rato. Hasta que otro libro golpeó la mesa causando silencio.

Severus sintió su sangre helarse y se dió cuenta que todo ese tiempo estuvo leyendo una y otra vez el mismo párrafo sin recordar absolutamente nada.

—Lupin, si no te molesta, ¿puedo retirarme con anticipación esta tarde?— aclaró su garganta para suavizar su tono. —Tengo asuntos que atender.

—Claro, Severus, sin problema.— siempre su amable y cálida voz. —Me quedaré a revisar los detalles de la teoría, pero pienso que todo está bien.

—Me encargaré de practicar con los ingredientes que tenemos y te notifico mis hallazgos, nos vemos luego.— tomó su dirio para guardarlo en su bolso, y sin decir más, sin mirar a otro lado, e ignorando cualquier situación a sus costados; abandonó el lugar.

'Es un idiota' pensó en cuanto recordó lo que había sucedido. Era un descarado, un imbécil, ¿acaso así hablaba de lo que había pasado entre ellos con los demás? De esa manera tan despreciable.

Sus palabras solo comprobaron que su primera hipótesis era certera; Black era un maldito, solo quería acostarse con él como una venganza o broma, tal vez para contárselo a otros. Por eso lo había presionado tanto meses atrás, y seguía insistiendo porque era difícil y no podía tenerlo, lo que golpeaba su orgullo.

Presenció de nuevo al Sirius Black que tanto despreciaba, un engreído, burlesco y altanero. Vaya, y las otras casas tachaban a slytherin como los malvados de la historia.

Se preguntó si todo lo que había pasado las últimas semanas fue falso, si la trataba a ella de la misma forma que lo trató a él, si le regalaba libros, si la besaba, profundo, intenso, si le daba otras cosas. Si era ella solamente, si había más, siempre supo que era un mujeriego pero lo había olvidado ese tiempo.

Con la mente totalmente dispersa caminó por los pasillos, sin saber a donde iba, no tenía un rumbo, solo busca alejarse lo más posible de la biblioteca.

No era tan tarde por lo que había varios alumnos caminando de un lado a otro, y no quería toparse a nadie en ese momento por lo que cruzó a uno de los pasillos que eran poco frecuentados; se dio cuenta que fue una pésima idea cuando su cuerpo se vió atrapado entre la pared y la figura que menos quería ver en ese instante.

—¿Por qué te fuiste?

—Quítate de encima.— respondió con desprecio.

—Te hice una pregunta.— re afirmó el mayor con un tono de autoridad.

—No te importa, Black.— trató de poner las manos en su pecho para empujarlo pero fue detenido por el contrario.

—Dime, ¿por qué estás evitandome?— su rostro se acercó al de él con lentitud. Todo su espacio personal siendo invadido. —He notado como te escabulles en los pasillos para no toparte conmigo.

Se miraron unos segundos. El pasillo estaba oscuro, abandonado por el sol, y los pocos estudiantes que había no lo pasaban.

—No responderé.—  Musitó en seco.

—¿Hice algo mal? ¿No te alegra verme?

No sabía si Black era realmente un idiota, o solo fingía, pero eran preguntas realmente estúpidas las que le hacía.

—Mira, si tuviera que elegir entre estar a solas con un troll o contigo, probablemente elegiría al monstruo gigante que puede aplastarme.— respondió con desprecio, aún intentando quitárselo de encima.

—Oh vamos, yo también podría aplastarte de otras maneras.

—Sigo prefiriendo al Troll.— espetó.

—Oye, estás más enfadado de lo normal.— reprochó haciendo un puchero. —¿Realmente quieres que me vaya?

—Al fin las conexiones de tu cerebro se unieron.

—Pues no me iré, puedo estar aquí el resto de la noche si es necesario.

—¿Tu pequeño grupito por fin decidió que eras lo suficientemente molesto como para abandonarte?

—No, pero estoy solo en este momento.— Manifestó dramáticamente. —¿No quieres quedarte conmigo?

—Me entusiasma más ir a clase de pociones y que una peligrosa poción vuelva a estallarme encima.

—¿Entonces te gusto lo qué pasó después de ese incidente?— se le ensanchó la sonrisa engreída, y se rió por lo bajo de esa forma burlesca y despreciable.

—¿Solo escuchas lo que te conviene?— rodó los ojos. —No, me provoca asco.

—¿Por qué? ¿Es por qué escuchaste que no fuiste el primero?— volvió a sonreír. —Eso no es importante para mi, tú lo eres.

—No voy a caer en tu estúpido juego, Black.— Cuido que su voz no se quebrantara ante lo que sucedía.

—No estoy jugando. Pensé que un genio como tú se daría cuenta, decepcionante.

—En los libros que leo no mencionan nada de los juegos de estúpidos y patanes.

—No soy eso que dices, estás dejando que tus celos te cieguen.

—¿Celos? Por favor, jamás sentiría celos de un narcisista y engreído como tú.— su ceño se frunció y su rostro sin expresión se volvió casi iracundo.

Black frunció el ceño con molestia. Pero él no se dejó asustar, después de todo era un slytherin, dejarse intimidar por un gryffindor no era algo factible.

—No me llames así.— espetó con los dientes y mandíbula apretados.

—Es lo que eres, un pelafustán que solo se aprovecha de las mujeres, se acuesta con ellas para después regocigarse con sus amigos y burlarse, me das asco.

Sus palabras podían estar saliendo con desprecio, con verdadero coraje, pero en cada frase algo se oprimía en su pecho.

—No sabes de lo que estás hablando, Snape.— respondió con seriedad.

Vio la expresión de Sirius cambiar, estaba molesto, recordaba bien ese rostro, lo había visto en cientos de peleas.

—¿He vuelto a ser Snape? Vaya, no te funcionó tu plan de llevarme a la cama y ahora te frustras como un niño pequeño que no le dieron un juguete, ¿Vas a hacer un berrinche?

—No es eso, déjame explicarte.— suplicó. —Estás molesto por los celos, lo comprendo.

—No estoy celoso, ¿sabes por qué?

Debía encontrar una manera de escapar de esa situación, de tomar el control de lo que sucedía. Estaba cansado de ser acorralado por Black, de que lo molestara e intimidara. Últimamente las cosas habían cambiado, y pensaba que conocía algunas de sus debilidades; por lo que sin pensarlo más subió uno de sus brazos para  tomar la corbata del mayor y jalarlo hacia sí. Estaban cerca, increíblemente cerca. Severus lo miraba con cinismo, y Sirius le devolvía la mirada desafiante.

—Ilumíname con tu sabiduría.— susurró cerca de sus labios. Retándolo, provocándolo.

—Porque veo que esa chica no te complació, por eso te la pasas rogándome, necesitas a alguien más duro.— siseó de la misma manera.

—No es por eso, pero...— en su voz se escapó el tono de duda y sus palabras se cortaron antes de que pudiera expresarlas.

Su mano libre se deslizó por el cuerpo ajeno. Pasándose en su pecho suavemente, sintiendo los latidos del corazón del gryffindor, que percibió acelerados. Luego, fue bajando, y bajando, y bajando. Sus dedos deslizándose por su abdomen en dirección al borde de su pelvis.

—¿Esto es lo que tanto querías, no?— habló suavemente en la cercanía. Su aliento perdiéndose en la piel contraria.

—Merlín, si.— tragó en seco cuando su voz de quebró. —Me gusta.

—¿Continúo, Black? —murmuró con suavidad. —Tocándote. Por aquí abajo.— Severus rozó el borde de su pantalón —Y puedo bajar aún más.

—Si... si...— reafirmó lo que había dicho. Su cuerpo temblando ante los toques, sus obres vidriosos viéndolo con el más puro deseo.

—¿Quieres volver a venirte, Black?— Susurró volviendo a usar ese tono suave y provocativo. Su mano bajando lentamente hasta pasarla sobre el bulto en sus pantalones, e iniciar un movimiento más fuerte, con mayor agilidad y precisión.

—Si... si... por favor.— suplicó con dificultad.

Severus recordó lo que había pasado en el armario del conserje el día de Halloween, Black tenía la misma voz quebrada en ese momento. Sin embargo el recuerdo evocó el pensamiento sobre la Hufflepuff, también había estado con ella en ese armario. Una sensación de asco invadió su estómago.

—Puedes ir a decirle a una de tus chicas que te ayude con eso.— Espetó con desagrado. Su mano presionó su miembro con fuerza sobre la tela, y el dolor provocó que el contrario retrocediera.

Sirius pareció salir de su letargo, sobando él mismo sobre sus pantalones. Se mantuvo estático por un momento, pero al instante pareció recuperarse, entonces lo empujó contra la pared con fuerza, aprisionando sus brazos. Severus vio la expresión enfurecida de Sirius y cerró los ojos, esperando lo peor: un golpe o gritos. Pero estaba preparado para eso, y responderlo de una manera mas dolorosa. Tal vez así de una vez Black desaparecía de su vida, se alejaría, todo lo que habían pasado se esfumaría.

Pero los hechizos jamás llegaron, ni una sola palabra salió de la boca ajena. Abrió un ojo, y se encontró con algo más peligroso, algo que aún lo hacía temblar. Había deseo en los ojos de Sirius.

—¿Qué sucede contigo? —Susurró el contrario. Sonaba molesto.

—Te estaba…— 'provocando' pensó. Su voz pareció irse un segundo. —estaba probándote.

—Me lastimaste.

—¿Qué lastimé? ¿Tú ego o tu pequeño pene?

—Ninguno de los dos.

—¿Aceptas que tienes un pequeño pene?— reafirmó.

—¿Quieres qué te lo muestre?— sonrió con provocación.

—No, no cuento con una lupa en mi bolso.

—¿Por qué hiciste eso?— siseó sobre su rostro. Ignoró su comentario anterior.

—Debes aprender que los alumnos desobedientes no reciben premios, se les dan castigos.— una sonrisa se ocultó entre sus labios. —Vete a molestar a alguien más, ya déjame tranquilo. Te lo dije; si tanto quieres venirte, ve a buscar a la Hufflepuff.

—¿No lo entiendes? No quiero a ninguna, estaba jugando con ella para molestarte porque sabía que lo escucharías.— Entrecerró los ojos, inclinándose más. —Pero déjame aclararlo, cuando estuve con ella en el armario fue antes de estar contigo, y en mi mente estabas tú. Solo tú. Al único que deseo es a ti.

—No me interesa.— espetó con desprecio, pero era sincero.

—Permíteme demostrarlo.— siseó imitando su peculiar manera de dirigirse a él hace unos segundos.

Sirius inclinó un poco su rostro, ladeandolo al borde de la piel de Severus. Olfateó su aroma a profundidad, y mordió su cuello.

Severus jadeó, sorprendido, y dejó caer el bolso que sostenía con una de sus manos, para poder sostenerse de la pared. Mordió su labio inferior con fuerza, intentando ahogar los pequeños ruidos que su boca podía emitir.

Otra vez ese maldito lo tenía acorralado, y él no hacía nada para librarse de la forma que lo sostenía, que lo humillaba.

—Black… basta.— Imploró con la voz debil, aún sin perder su tono ronco y lento. —Quítate de encima, te lo ordeno.

—No estamos en horario de clases, Severus.— susurró sobre su piel ardiente.

—Me vas a dejar una marca, imbécil.

—Es lo que quiero.

Volvió a sentir el filo de los dientes del gryffindor en contacto con su cuello. Le había besado antes, pero nunca de esa manera, tan caliente, incluso atrevida.

Fueron pocos segundos hasta que Sirius se separó de él, limpiándose la saliva de los labios con el filo de su dedo pulgar, mientras veía con orgullo y burla el resultado de sus mordidas en el cuello contrario: una marca rojiza que difícilmente sería borrada de allí, destacando en la piel cetrina del menor.

Severus se cubrió la marca con la mano, completamente enfurecido.

—¡Eres un maldito!

—Solo quería mostrarte que te deseo, que quiero que seas mío. No quiero estar con nadie más.

—Estás mal de la cabeza, Black.

—Un poco, si, quizá.— sonrió. —Me enloqueces.

—No sabes cuanto te detesto.

—No parecías detestarme hace unas noches, cuando...

—No lo menciones.— interrumpió. Un suspiro escapó de sus labios. La piel le ardía, su cuerpo dolía y sabía que pronto tendría una migraña.  —No quiero que digas ni una palabra de lo que pasó a nadie.

—¿Por qué no? No tuvo nada de malo.— Sonrió de lado, feroz y malicioso, con esa expresión que parecía infernal. —Me gustó mucho.

El mayor le acarició el cabello. Fue solo un gesto, no duró más de unos segundos, después se alejó retomando su postura.

—No quiero que alardees de eso, además no se repetirá.— gruñó.

—¿Aún estas molesto? Solo fue una pequeña broma, Amalia no significa nada para mi.

—Amelia.— Corrigió.

—¿Lo ves? Ni sabía su nombre.

—No me interesa, sigues siendo un idiota.— profirió con disgusto. Aún mantenía la mano sobre la marca en su cuello.

—Se irá en unos días.— rió. —Cuando suceda me avisas para hacerte otra.

—No te atrevas.

—Pruebáme.— volvió a acercarse. Por la forma en que miró sus labios podía percibir la intención que tenía: besarlo.

Severus lo miró con desprecio, asco, deseo, eran demasiadas emociones para ser expresadas en una mirada. Pero no quería volver a caer en ese turbulento juego.

—Jódete, Black.— gruñó. Tomó su bolso y se dio le vuelta para huir del lugar, rápidamente sin darle la oportunidad d envolver a tomarlo. Dejándolo atrás, junto al momento tan caluroso que acababan de vivir.

Caminó por los pasillos hasta llegar a la sala común, y prácticamente corrió a su habitación. Cuando entró se dejó caer contra el suelo, apoyando su espalda contra la pared. Se maldijo por dejarse llevar por las sensaciones, por permitirle llegar tan lejos, su pecho ardía tanto que dolía.

Los besos que se habían dado antes tambien estaban mal para él, pero se sentían diferentes, más suaves y profundos. Lo hacían sentir especial, deseado, pero los labios de Sirius ahora habían sido distintos contra su cuello: se había apropiado de él, y Snape lo había dejado, sintiéndose abrumado por el deseo.

Los próximos días encontraría la manera de perderse de él, no quería ser víctima de Black otra vez. No deseaba sentir todo lo que sentía cuando estaba con el gryffindor, al menos por un tiempo.

Este no era el drama que les había prometido, ese vendrá en los próximos  capítulos, pero quería subir algo para actualizar a esta pareja <3

He estado ocupada, pero trataré de traerles más capítulos pronto ! Es una promesa que esta historia aún tiene mucho por contarnos, quedan cosas por descubrir y damas por vivir.

(spoiler: La historia abarcará hasta 1981)

Muchas gracias por todos sus comentarios ♥︎

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