5. Truco o Trato.

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El gran banquete había terminado, ese día de ceremonia solo le traía malos recuerdos y deseaba salir lo antes posible.


La manera más amena que encontraba para pasarlo era charlar con Regulus, escuchar sus platicas lo distraía.

Se pasó el rato entre bocados y comentarios, aunque una sensación extraña no lo abandonaba, por momentos sentía como si alguien lo estuviera observando atentamente. Había escuchado que las miradas se pueden sentir, y en ese momento lo estaba comprobando. Le resto importancia al sentimiento cuando por fin pudo salir del lugar, llendo hacia su habitación en la Sala Común de Slytherin. Estuvo un rato acomodando sus libros solo, sus compañeros seguro estaban en la sala inmersos en conversaciones sobre las vacaciones.

Los Slytherin eran un poco más reservados, por lo cual las charlas eran más cortas. No pasó mucho tiempo cuando notó como la sala común se comenzaba a quedar vacía, viendo la oportunidad perfecta para salir de ahí. Tenía que ir a recolectar unas flores que crecían en los jardines del colegio para una de sus pociones, y el mejor momento era de noche cuando nadie lo molestaba.

Conocía bien los pasillos por lo cual le era fácil salir rápido hacia el jardín para encontrar la flor.

—Lumos.— murmuró para encender la punta de su varita e iluminar su camino. Al llegar se inclino a recoger lo que buscaba.

Una voz conocida consiguió erizar su piel y hacerlo perder el equilibrio. Reconocería la voz de Black en cualquier parte.

Sintió su mirada sobre la suya, su cuerpo temblando, la voz de autoridad del Gryffindor lo estaba sacando de sus casillas. No le lanzó un encantamiento en ese instante solo porque estaba exhausto y no deseaba lidiar con problemas el primer día. Sintió el aliento cerca de su cuello cuando se despidió, y pudo jurar que la sangre fría que le corría por las venas comenzó a hervir.

Contuvo la impotencia que sentía, las ganas de gritar y lanzar a ese maldito infame al lago negro. ¿Cómo se había enterado? ¿Porque le estaba ofreciendo dinero? ¿Qué quería conseguir? Fueron tantas las preguntas que lo impactaron en ese momento, que lo persiguieron incluso cuando se fue a su habitación.

La oscuridad de la noche se volvió eterna, de alguna manera deseaba que así fuera. No quería que amaneciera, que la luz de un nuevo día lo hiciera tener que salir de su habitación para ir a toparse en clases con ese zángano.

La maldita manera de molestarlo había cruzado todos los límites, metió sus problemas familiares para poder usarlos contra él. Jamás pensó que el Gryffindor llegaría tan lejos, pero no le sorprendía, conocía muy bien como eran los Black. Después de todo, su amigo más cercano era uno de ellos.

Esa noche no pudo conciliar el sueño, había regresado en vuelto en confusión y sin la flor que fue a buscar.

Finalmente supo que era la hora de iniciar el día cuando sus otros compañeros comenzaron a despertar. La sala comun de slytherin se encontraba en las mazmorras por lo cual era bastante difícil que la luz llegara a esa profundidad.

Puso sus pies fuera de la cama de la manera más lenta posible, realmente no quería levantarse.

—¿No dormiste en toda la noche, cierto?— comentó Bruce Mulciber, uno de sus compañeros de cuarto.

—¿Qué me delató? ¿Las ojeras o el pésimo humor?

—Eso lo tienes todos los días. Pero te ves más cansado de lo normal.

—Lo estoy.

—Desde ayer he querido preguntar pero no sabía si era correcto...

—¿Desde cuando un Slytherin piensa si algo es correcto o no?

—Cuando se trata de un amigo.— le sonrió de lado. —¿Cómo están las cosas en tu casa? Cuando algo malo pasa se te dificulta dormir.

—Todo esta igual que siempre.

—Severus no puedes enfrentar todo tu solo, te he visto hacerlo, pero te estás desgastando.

—No necesito que nadie se preocupe por mi, no necesito la ayuda de nadie.— la mirada y las palabras de Black aparecieron en su mente. —Se los demostraré.

Se levantó de su cama para dirigirse a la ducha, donde sólo se cambio de sus ropajes oscuros para dormir por su usual túnica de diario. Se miró en el espejo, se estaba demacrando cada día más. El sufrimiento y temor de lo que podría pasarle a su madre nunca dejaba sus pensamientos. Tenía que ayudarla, pero no podía pedirle dinero a sus amigos, no quería que lo vieran débil, el nunca pedía la ayuda de los demás.

La imagen de su madre asustada pasó frente a él, tenía que hacer algo para ayudarle. La propuesta de Black resonó en sus pensamientos, el Gryffindor era un idiota para él y vaya que seria satisfactorio poder quitarle parte de su dinero, el era de los alumnos más astutos en Hogwarts y sabía que podía encontrar una manera de voltearlo a su favor.

Seguía desconcertado por la manera en que se lo propuso, pero no tenía el tiempo para pensar en otra opción, si no enviaba dinero ese mismo día sabía que las cosas en la casa de su madre se pondrían peor.

Se echó agua helada en el rostro, como si estuviera tratando de despertar de una pesadilla que lo atormentaba. Pero al abrir los ojos todo seguía igual.

Se dispuso a salir de la sala común, dirigiéndose al gran comedor para desayunar, pero no lograba pasar bocado. La mirada de preocupación de Regulus lo llevaba a intentar comer aunque fuera poco.

Esa mañana no compartieron palabra, quizá era el cansancio de tener que volver a iniciar clases.

La primera clase de ese día era una de las extracurriculares que había elegido, al final de ese año tenía que presentar el T.I.M.O., y había tratado de entrar a todas las clases que le fue posible.

Sin embargo le fue bastante complicado prestar atención, y pasó lo mismo en la siguiente, y la que vino después de esa.
El tiempo paso de esa manera, lento y confuso hasta que él reloj marcó las 12 del medio día.

Se cuestionó por unos minutos el ir a donde Black lo había citado, por su mente pasó que quizá solo era otra de sus bromas, un simple truco donde se encontraría con todos los Gryffindor riéndose de él en el lugar, o quizá Black realmente tenia un trato que proponerle. Cualquiera de las dos opciones le parecía nefasta, pero su única opción era arriesgarse.

Se dirigió hacia el aula que le mencionó, era un salón de clases que ya no se utiliza en el corredor del primer piso de Hogwarts. Ahora solo era un salón de almacenamiento con libros, sillas, escritorios y varias cajas, lo sabia porque solía ir a leer a ese lugar cuando la sala Común estaba abarrotada de personas.

—Llegaste. —una voz sorprendida lo recibió cuando entró al aula. —Digo, llegaste tarde.

Los ojos grisáceos de Black lo observaban de pies a cabeza, como si estuviera analizándolo para juzgarlo. Sintió un escalofrío que lo recorría cada vez que su mirada se quedaba estática. Pero nada le haría flaquear ante él.

—No quería venir.— respondió con desprecio.

—Como sea, si estás aquí es porque te interesa conocer mi propuesta, ¿no?

—Me interesa el dinero, lo que quieras proponer me lo paso por los cojones.

—Esa no es manera de hablarle a tu estudiante.— comentó de manera seria mientras caminaba a él, cerrando la puerta a sus espaldas.

—¿estudiante?— preguntó desconcertado.

Jamás pensó que se encontraría en una situación así con el Gryffindor, todo era bastante surrealista a decir verdad.

—¿Quieres dinero, no? El dinero se consigue trabajando, te pagaré por tu servicio.— una sonrisa de oreja a oreja se formó en su rostro. —Mi madre me exigió que mejore mis calificaciones este año, entonces necesito un tutor.

La mirada confundida que Snape mostró en ese momento superaba todas las de días anteriores, realmente no comprendía nada de lo que estaba pasando. Esperaba que Black le propusiera un contrato de muerte.

—¿Tu propuesta es pagarme para que te enseñe?

—Si, solo quiero que me ayudes a estudiar para mejorar mis notas.— se encogió de hombros. —Te daré el dinero que necesites.

—¿Solo quieres estudiar?

—Si.— se dirigió hacia uno de los estantes cubiertos de polvo y bajó unos pergaminos. —Mira esto es de estudios muggles, y esto de runas antiguas.— comentó sacando uno de los pergaminos.

—¿Porqué no le pides ayuda a Lupin?

—Remus siempre está muy ocupado, y yo necesito mucho tiempo para aprender.

—Es notorio.— murmuró casi para si mismo, después dirigió su mirada a los pergaminos —¿Es todo?

—Por ahora si, te avisaré en la noche si hay más.— Volvió a enrollar los pergaminos, para después proceder a sacar una pequeña bolsa de túnica. —¿Cuánto te doy?

Severus pasaba su mirada de la bolsa hacia los pergaminos y seguía a los ojos del Grryffindor, estaba realmente confundido. No lograba procesar el trato que estaban haciendo, más bien no podía creer que Black estuviera dispuesto a darle dinero solo por estudiar con él. ¿Se iba a torturar a si mismo para torturarlo a él?

—¿Qué estas tramando, Black?

— Nada. Escuche que necesitabas ayuda económica, y yo necesitaba ayuda con mis notas, solo es un intercambio de favores.

—Que bondadoso eres.— comentó sarcásticamente.

—Siempre lo he sido.— su sonrisa era distinta a la de otras veces.

—Quiero 100 galeones.— había aceptado el trato.

—Todos tuyos.— le extendió la bolsa con las monedas de oro. —Si necesitas más me lo dices por que debo pedirle a mi padre que los envíe si es mayor cantidad.

Severus tomó la bolsa y la abrió, si había galeones dentro de ella. Parpadeo un par de veces, quizá si se había quedado dormido. Pero no, cada que los abría podía seguir sintiendo la mirada de Sirius Black sobre él.

—No te daré las gracias.

—No las estoy pidiendo, solo ve a la sección prohibida de la biblioteca después de la cena, ahí no nos verán.— le entregó los pergaminos y se dio la vuelta para abandonar el lugar, pero antes de irse se acercó a él. El Gryffindor era un poco más alto pero eso no le intimidada. —Ni una palabra de esto a mi hermano, ni a nadie. Es nuestro secreto.

—Como si quisiera que alguien supiera que hablo contigo.

Se inclinó hacia su oído como la noche anterior, para poder susurrar sobre su cuello.

—Nos vemos en la noche, Quejicus.

Abandonó la Sala sin decir otra palabra, dejando a Severus más consternado que nunca, con un escalofrío sobre todo el cuerpo y una sensación de asco en el estómago. Apretó el puño con fuerza enterrando las uñas en su palma y sacándose un poco de sangre, Sirius Black lo sacaba de sus casillas.

Tomó un fuerte respiró y salió del lugar para ir a su habitación. Donde escribió una carta dirigida al banco de Gringotts donde les pedía cambiaran los galeones a dinero muggle y se los entregaran de nuevo a la lechuza. Este papelito fue amarrado en la patita de la lechuza de Evan, pues el no tenía una mascota propia.

No era la primera vez que enviaba algo a su madre, la lechuza ya conocía bien el camino a recorrer, solo tendría que hacer una parada antes.

La lechuza se fue volando para iniciar su travesía, mientras Severus se quedaba aún confundido en una silla, pero iniciaba su nuevo trabajo. Un trabajo que estaba seguro le acarrearía muchos disgustos en el futuro.

Bueno las cosas van bastante tranquilas la verdad, pero ese Sirius es más listo de lo que parece :)

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