[Act three]

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La huida de Alya.
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1972.

La familia Black ya no era la misma que fue hace 50 años.

Para desgracia de Walburga, su primer hijo resultó ser un traidor a la sangre.

Sirius Black huyó de casa a los 15 años, refugiándose en la casa de los Potter, causando más enojo en la familia.

Rápidamente fue desterrado del árbol genealógico, y el pensamiento de Walburga y Orión no fue más que: "No soportaremos otro desperdicio más en nuestra familia".

Fue así como se dedicaron a criar a Regulus, tratando de que él siguiera el linaje de los Black.

Por consecuente, Regulus se convirtió en un purista de sangre, y fue uno de los mortífagos más jóvenes de la historia, siendo superado solamente por Bellatrix Lestrange, su prima.

Pero mucho antes de esto, dos desgracias habían ocurrido en la familia.

La primera Black en huir de casa había sido Alya Black.

La joven tenía apenas 17 años cuando descubrió que no quería seguir las ridículas órdenes de su madre, mucho menos casarse con Avery.

Ella había estado saliendo en secreto con Grecia Robbins, una mestiza de Slytherin con quien compartía muchas similitudes, el odio a la magia negra, por muy irónico que pareciera.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto?

Grecia estaba más que nerviosa por la actitud de Alya, quien ahora estaba lista para afrontar a su familia.

—Van a sacarme del árbol, de eso estoy segura. —Dijo, caminando en círculos—, pero si algo me enseñó mi tío Alphard fue a no dejar pasar mis sueños.

Ambas chicas se unieron en un beso, despidiéndose de la otra hasta reunirse en unas horas.

Alya volvió a "casa", lista para comenzar una nueva vida.

—¡Alya! —Su madre la recibió cariñosamente, aunque en realidad estaba enojada por su demora—. ¿Dónde has estado?

—Por allí. —Contestó, simplemente.

La castaña pasó directamente a la sala de estar, donde ya se encontraba su prometido y su familia.

—Bien... Es hora.

Por tradición, los Black realizaban un "juramento inquebrantable" al momento de comprometer a cualquiera de sus integrantes, a fin de evitar que la familia con la que se unirían les diera la espalda en algún momento.

Avery se levantó casi de inmediato, viendo a la joven frente a él.

El vestido de la chica era de flores. Alya lo había elegido precisamente para molestar a su madre, quien odiaba ese tipo de vestuarios.

En la sala también estaban sus hermanas. Aunque por razones desconocidas, Cygnus no podía estar presente, al igual que Orión.

Sirius tenía 12 años en aquel entonces, por lo que había sido obligado a asistir al evento.

Los únicos que parecían disfrutar de esto eran Regulus y Narcissa, en cambio, la mente de Andrómeda era un caos.

Pero todos en aquella habitación debían mantener la mente en blanco, a menos que quisieran que Walburga vagara en sus mentes y descubriera sus más profundos secretos.

La mujer era legeremante, lo que le favorecía en muchos aspectos.

—Alya, Avery. —Ella los llamó, sin dejar de lado sus aires de grandeza.

Ambos jóvenes caminaron y se ubicaron frente a frente, para luego tomarse por los antebrazos.

Walburga sería la bruja encargada de realizar el juramento, así que tenía el control de todo.

Empezó a murmurar, y una especie de lianas doradas salieron de su varita, listas para enroscarse en las muñecas de los muchachos.

—Alya Black, ¿juras solemnemente casarte con Avery y cumplir tu rol como esposa? —Empezó a hablar—, ¿cumplirás tu rol como la Black que eres?

Silencio.

El lugar no era más que una habitación de pánico, o eso era lo que sentía la joven bruja.

—No.

Para la sorpresa de todos, Alya despegó su brazo del muchacho, a medida que las lianas de la varita de Walburga desaparecían.

Druella abrió mucho sus ojos, sintiendo pánico.

—¿Que...? ¿Qué dices?

—No, madre. —Alya se quitó el anillo de su dedo—. No voy a casarme con él.

Sirius miraba la escena con mucha admiración, mientras evitaba a toda costa sonreír.

Andrómeda no reconoció a su hermana por esos minutos, pero se sintió sorprendida al ver que estaba desafiando a su madre.

Narcissa se tambaleó de su asiento, y agradeció a Merlín que su hermana Bellatrix estuviera en su luna de miel, porque de seguro ella le habría lanzado una maldición.

Regulus no sabía siquiera qué pensar. Tenía solo 11 años en aquel entonces, y todavía no entraba a Hogwarts.

La madre de Avery se levantó de su asiento, muy enojada con las integrantes de la familia Black.

—¡Esto es muy vergonzoso! —Gritó la mujer—. Incluso para ustedes.

Los dos Avery salieron hechos una furia de la casa, sonando la puerta al salir.

—¡Maldita desagradecida!

Walburga agitó su varita para atacar a su sobrina una vez que los invitados se habían alejado de su hogar, pero Alya también estaba preparada para esto.

—¡Protego!

Un escudo semitransparente cubrió a tiempo el hechizo de Walburga, evitando que ella la lastimara con el hechizo de corte.

La adulta sonrió macabramente, incluso sus sobrinas temblaron del susto, pero Alya no lo hizo.

—¡No voy a casarme!

—¡Harás todo lo que te ordenemos, porque eres una Black!

—¡Entonces voy a dejar de serlo!

Alya sacudió nuevamente su varita, y de las escaleras bajaron todas sus maletas.

—¿Así que ya tenías todo planeado? —Habló su madre, bastante enojada.

—¡Oh, no sabes desde cuándo!

Walburga intentó atacar, pero Druella ubicó su mano sobre el hombro de su cuñada.

—Deja que se largue.

La morena miró a la rubia con mucho desconcierto.

—¿Qué dices?

—Que se largue. —Escupió—. Está claro que ella es una traidora a la sangre. —Le dedicó una mirada repleta de odio—, es incluso peor que Alphard.

La mención del hombre causó enojo en Sirius, quien cerró sus manos en un puño.

Afortunadamente, Andrómeda fue la única en darse cuenta de ello. Así que se acercó al joven Sirius y acarició su cabello, dándole a entender que sentía lo mismo.

—¡Bien! —Alya gritó—. Con razón él las odiaba tanto... ¡Son unas bestias!

Druella no se contuvo esa vez, y le lanzó un hechizo a su propia hija.

—¡Crucio!

El cuerpo de la joven chica cayó de rodillas al suelo, y ligeras lágrimas deambularon sobre sus mejillas.

Andrómeda intentó detener a su madre, pero Narcissa le impidió el paso, tomándola de sus brazos.

—No, Andrómeda. —Susurró, conteniendo las ganas de llorar.

Sirius hizo lo mismo con Regulus, quién estaba dispuesto a saltar sobre su prima para protegerla de la maldición, tal cual su hermano mayor lo hacía con él. 

Alya se resistió lo mejor que pudo, tanto que las mujeres se quedaron sorprendidas al ver que se estaba poniendo de pie.

—Ya no les tengo miedo. —Alya decía, muy débilmente—. Pero creo que ustedes deberían tenerlo.

La joven recordó uno de los libros de defensa que había leído, mientras se libraba del hechizo de su madre.

¡Avada...!

Sin embargo, Alya reaccionó más rápido de lo que creyó haberlo hecho alguna vez en su vida, y realizó un hechizo de desaparición.

Lo hizo cinco veces, con tal de evitar que fuera rastreada por su familia, y en la última se dirigió al lugar acordado con su novia.

Alya lloró toda la noche, captando que por poco su propia tía estuvo a punto de matarla con la maldición imperdonable, Avada Kedavra.

Grecia intentaba darle ánimos, al fin y al cabo, finalmente había huido de casa.

La joven Black deseó con todas sus fuerzas que su tío estuviera vivo, quizás él también la habría estado esperando junto a su novia.

Alphard Black había sido sin duda alguna su tío favorito.

Siempre contaba maravillosas anécdotas sobre sus viajes alrededor del mundo a sus sobrinos, pero se caracterizaba por los sabios consejos que daba.

Aunque no podían faltar los chistes agrios y raros del hombre.

Él había sido la primera y única persona a la que Alya le había confesado su secreto, que salía con una chica.

—Que te importe una mierda tu madre. —Exhaló el humo de su cigarrillo—, si eres feliz con esa chica, entonces lucha por lo que quieres.

Esas habían sido las últimas palabras que le había dicho hacía exactamente 1 año, pues al cabo de unos días murió por causas naturales.

Aunque eso no parecía convencer a ninguno de los jóvenes Black.

Durante sus últimos meses de vida, Alphard había estado teniendo problemas con sus hermanos. Era normal verlos pelear y lanzar maldiciones entre sí cada vez que visitaba a sus sobrinos, pero lo que más le molestaba a sus hermanos era lo blando que se estaba haciendo con respecto a los muggles.

—¡Qué haces con ese objeto! —Orión lo desafió una vez.

—Fumar. —Respondió, sin ocultar una sonrisa—. Deberías intentarlo, tal vez así dejas de ser un idiota malhumorado.

Aquella discusión terminó en un duelo, para que finalmente Orión y Cygnus decidieran eliminarlo del árbol genealógico de los Black.

Aún así, el mago no dejó de mantener contacto con sus sobrinos.

Les escribía cartas cada vez que podía, aunque no sabía si ellos las recibían.

Bellatrix las quemaba, sintiendo asco por las actitudes de su tío.

El resto de los niños sí leían las cartas, y a pesar de sus diferencias, cada uno las guardaba en una caja.

Fue entonces que en el primer mes de 1972 se dió la noticia de su muerte.

A los hermanos de Alphard parecían no importarles demasiado, todo lo contrario que a sus sobrinos.

Al parecer, ni muerto dejó de molestar a sus hermanos.

Alphard le dejó la mitad de su herencia a Sirius, y la otra la dividió entre Andrómeda y Alya, los únicos que él sabía que iban a atreverse a desafiar a la familia, algo que él no pudo hacer en su juventud.

Él no pudo ver la confrontación de Alya contra su familia, ni el escape de Sirius, mucho menos el secreto salido a la luz de que Andrómeda se había casado a escondidas con un sangre impura.

Pero en el fondo, a los tres chicos les gustaba creer que él siempre estaba a su lado, apoyándolos en sus malas decisiones.

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Meses después de huir de casa, Alya dejó su puesto en Gringotts para crear una tienda de flores.

La creó con un poco del dinero que su tío le había dejado, dándole de nombre "Grecia".

Sí, el mismo de su novia.

Al parecer, eran pocos los magos interesados en este emprendimiento, hecho que les ayudó a mantenerse alejadas de los problemas, y de los Mortífagos.

Ambas sabían que eran buscadas por ellos, siendo Bellatrix la que encabezaba cada misión de búsqueda, ansiosa de encontrar a su hermana traidora.

Ella oficialmente era un Mortífago, y su sed de venganza la estaba elevando de puesto, incluso, mucho más que su esposo.

Alya sabía que pronto se enfrentaría a ella, pero no estaba dispuesta a luchar.

Al menos, no hasta que encontrara una buena razón para hacerlo.


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Nota de autora: ¡Ey! ¿Qué tal todo, corazones?

Espero que estén teniendo una linda semana <3

Este es el último prefacio de la historia, así que, tomen sus palomitas y refrescos, porque el capítulo 1 se viene cargado de emociones y líos.

Nos vemos el siguiente lunes <3

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