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☽ | BENDITAS FLORES.

⋆⭒⋆⭒



Vanitas se despierta de golpe tras un fuerte traqueteo de las vías del tren, notando una molesta incomodidad en su nuca, está rígida. Pretende acariciarla para repartir un pequeño masaje por esta cuando recuerda que no puede, porque en ella se recuesta la cabellera blanca de su compañero de viaje.

Lo observa mientras nota cómo sus labios se fruncen con mucha presión y no puede sacar de su mente esa bella imagen del muchacho; está dormitando, y unas preciosas pestañas blancas recorres sus párpados morenos, lo que evita que le dedique una nueva mirada a esos impresionantes irises morados nunca antes vistos, y comparados con constelaciones. Ya que eso es lo que son, brillantes, distintas y únicas.

Su ropa está arrugadas, mayormente porque ha tenido que tomar una postura ligeramente mucho más pequeña para acomodarse junto a él, lo que hace que su corazón se arrulle sin dejar de pensar en lo extraño y misterioso que es este chico.

Por una parte, cuando lo conoció, Vanitas admite que le dio bastante repelús, parecía algún tipo de acosador o algo por el estilo; por supuesto, lo que más detesta es cuando le regala esa sonrisa escalofriante y que agradece no haber vuelto a tener oportunidad de verla. Sin embargo... en los últimos, algo ha cambiado.

Es atento, más tímido y pide permiso para cualquier cosa. También esta el hecho de su improvisto trauma el día de ayer y de cómo había colapsado por pequeños momentos.

Le causa mucha curiosidad saber más de su persona, pero al ver que han llegado finalmente a la estación del pueblo vecino de Córcega, Aleria, sabe que su deber es despertarlo para sacarlo de ese vehículo. Así que, con cuidado comienza a llamarlo mientras reparte pequeños toques en su hombro derecho.

La posición para hacerlo es un poco incómoda, pero se aguanta al ver que su compañero comienza a revolotear sus largas pestañas blanquecinas. Vanitas tiene cuidado de no alertarlo o de asustarlo, y con una clara paciencia (que no es normal en él) decide al ver que sigue un poco adormilado, pellizcarle una de las mejillas morenas.

Al momento Noé alzó una de sus manos para restregarse los ojos y lo miro entre la nublosa somnolencia. Sin embargo, pronto al encontrar sus rostros tan cercanos, Vanitas observa como el otro toma distancia mientras una curiosa sonrisa asoma por los labios del otro.

Se encuentra nervioso, piensa el de cabellos ébano, dándose cuenta de lo mucho que le gusta.

—Noé, creedme que siendo testigo de vuestro mal sueño, os dejaría dormir a vuestra comodidad, pero ya hemos llegado a Aleria, es hora de bajarse —comunica mientras tuerce su cuello, en busca de hacerlo crujir y de dejar la incomodidad y rigidez en este.

Noé mientras se ocupa de arreglar sus ropas, masajearse todo el rato el rostro en busca de despejarse y mientras se encarga de bajar su maleta de su alto compartimiento. Vanitas no deja de observarlo, poniendo plena atención a su pequeño tambaleo de piernas y lo anexa con su repentino sueño y que, probablemente, se deba a que se esté esforzando para hacer las cosas con más prisa.

Cuando se le pasa la sensación tensa del cuello, acomoda su coleta sobre su pecho pasando sus dedos por las hebras de este, mientras solo mantiene en mente que este chico es una caja de sorpresas y que realmente le parece tierno verlo de ese modo.

Sin embargo, quiere que se tranquilice porque verlo de esa forma tan agitada, le angustia. Así que le llama deteniendo sus extraños movimientos de estirarse; se da la vuelta para dedicarle una pequeña sonrisa tierna, pateando ligeramente su maleta al lado de su pierna. Observa con gracia y cubriendo sus labios con el dorso de la mano, como este salta ante la maleta para resguardarla sobre su pecho.

—Acercaos, Noé. —Y trastabillando un poco, el chico moreno se acerca hasta quedar frente a frente para dejar su clara diferencia de estatura.

Ignorando por completo cómo varias personas van saliendo a trompicones del tren y que se pueden observar tras la única ventana del compartimiento, pincha su barbilla con una de sus uñas y señala hacia abajo, para incomprensión de Noé.

Este tuerce su rostro, sin saber qué es lo que busca, pero Vanitas pronto se lo deja claro.

Apoyando su mano libre sobre su cadera y echando un poco hacia atrás su chaqueta, le pide: —Ponte de rodillas.

Eso es suficiente para que el rostro de Noé se coloree con bastante gracia y que su pendiente (el suyo en verdad) suelte un curioso brillo azulado. Niega al momento con la cabeza, completamente avergonzado y eso causa que el de la piel lechosa se carcajee ante su inocencia y nerviosismo.

—Solo necesito que os arrodilléis, confiad en mí, Noé. No busco haceros mal —Y a pesar de su negativa, Noé va descendiendo su pierna hasta quedar sobre el suelo.

Lo mira desde abajo, con un curioso destello brumoso bailando en sus orbes purpúreas, y Vanitas muerde su labio, incapaz de creer que semejante hombre esté de esa manera ante un chico cualquiera como él. Sin embargo, y sintiendo el corazón en la garganta, aproxima su mano hacia su cabellera blanquecina y le baja la cabeza, aún notando un poco de resistencia por el otro.

—Quedaos quieto, por favor —agrega como última instancia hacia el chico, para comenzar.

Delicadamente coloca su otra mano sobre el lateral de su cabeza, y poniendo en práctica lo que hacía su amigo Liam con él, reparte pequeños movimientos circulares en esta. Lo que sucede es lo que esperaba: Noé comienza a temblar bajo su poder.

Se fija de soslayo en como una de sus manos cae sobre el suelo, obligándolo a inclinarse un poco más sobre el chico y cómo esta se aprieta con fuerza. Aquello lo toma como buena señal y cuando los espasmos musculares del chico se vuelven más lentos, sabe que ya debe de terminar. Baja sus dedos hasta la nuca del chico, en donde da una última caricia en sus cabellos cortos de allí y finalmente ya se separa del otro.

Espera a que Noé vuelva a todas sus facultades, y cuando levanta la cabeza con la intención de cruzar sus miradas, no puede evitar dejar escapar una sonrisa sencilla. El cabello de Noé está descolocado, algo salvaje y descuidado. Le enorgullece ver que su rostro confuso ha sido obra suya.

—V-Vanitas, ¿qué ha sido eso? —Cuando se da cuenta de que se ha quedado mirando de forma intensa su aspecto distraído, aparta la mirada, carraspeando un poco.

Vanitas no puede creer que disfrute de esa imagen del chico.

—Es un tratamiento de relajación para personas con estrés, o en tu caso, de lo que te estaba pasando antes. Es un método que resulta bueno tanto para despejarse como para desestresarse.

Noé se va recomponiendo bastante bien, porque en un parpadeo está incorporado de nuevo con la chaqueta de abrigo algo descolocada y echándose el cabello blanquecino hacia atrás, mientras un pequeño rubor se reparte por sus mejillas.

—Avisadme... Avisadme la próxima vez antes de que vayáis a hacer algo así, por favor. —Y por como lo pide, a la vez que acomoda su bufanda, le hace replanteárselo.

Seguidamente, Vanitas echa hacia atrás su coleta sin quitarse de encima el rostro del joven Noé y sale del compartimiento, al ver como su compañero cogía las maletas de ambos con Murr reposando en su hombro. 

Sabe que lo sigue por detrás, pero no puede evitar meter una de sus manos en el bolsillo de su abrigo para sacar ese pequeño medallón que lo persigue en sus peores pesadillas. Lo revuelve entre sus dedos sin quitarle la vista de encima para salir del vehículo con Noé pisándole los talones. Después lo guarda, notando una pequeña tensión en su pecho.

Al momento, entre que agarra su propia maleta, los recibe un agradable calorcito y una luz brillante les cubre por encima. Cuando le dedica una mirada hacia su compañero, lo observa bañado bajo su luz y se promete a no olvidarla.

—¿Crees que tendremos suerte aquí? —pregunta su compañero, acariciando el lomo de Murr y con una expresión anhelante.

Vanitas quiere pensar que sí, aunque en el fondo algo le dice que es todavía muy pronto como para que la suerte le sonría. Pero eso no le detiene para respirar profundamente y ver lo que le rodea con perspectiva.

Le dedica una alegre mirada a Noé, llena de convicción y le dice: —¡Hora de empezar, mi querido amigo! ¡Encontremos esas benditas flores!

✮ ; ; Dear, vampires ;

:: MUCHAS GRACIAS POR LEER, y perdonen la tardanza. sinceramente, han pasado muchas cosas y con nuevas emociones y obsesiones, dejé un poco de lado esta historia; pero como ya he dicho un par de veces, no pienso abandonarla y poco a poco se va superando el bloqueo.

:: espero que les guste mucho, aunque sea corto y básicamente solo hable de una escena. prometo que el siguiente será mucho más largo y que abrirá paso a una brecha que hará que la trama avance mucho más. ahora, no se olviden de votar, comentar y compartir para que esta historia llegue a más gente, los quiero mucho.

Se despide xElsyLight.

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